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La bioetica y su relación con la tecnología medica (página 2)

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6. Desarrollo tecnologico y problemas bioeticos de la tecnologia medica

La Ciencia y la Técnica constituyen en la actualidad la principal fuerza productiva de la sociedad.

Sin el directo y decisivo concurso de las mismas es imposible concebir un desarrollo social sostenido y sostenible por cuanto estas se proyectan directamente en todas las facetas del quehacer creador del hombre, no solo en la producción como tal, consecuencia de su trabajo, sino también, y muy importante, en su productividad. Ambas son el motor impulsor para la consecución de la más plena satisfacción de las necesidades materiales y espirituales del ser humano y su empleo lógico, racional y consecuente representa la más plena garantía de la felicidad humana.

La situación que enfrenta la sociedad en el último decenio del siglo XX obliga a la reflexión sobre las transformaciones conceptuales que demandan nuevas formas de abordar el estudio del panorama multidimensional de las ciencias médicas en nuestros días. 17

La investigación y el estudio sobre el bienestar de los individuos precisan hoy más que nunca de datos de alta calidad y de resultados que tengan como base estudios interdisciplinarios teniendo en cuenta que la salud y el bienestar humano son la base y la razón de ser de todos los esfuerzos del desarrollo, es decir, se precisa de una tecnología de avanzada para lograr tales propósitos.

La salud como diría George AO Alleyne 18 "en su totalidad es una esfera en la que no tenemos que aceptar un juego de suma cero ni un mundo en el que nadie sale ganando". Lograr la estabilidad en el terreno de la salud es una meta que redunda en el mejoramiento y bienestar de las personas, llegando a los umbrales del siglo XXI con los logros del pasado, pero identificando los objetivos del futuro. 17

Hablamos de la era de la tecnología; al respecto en 1962, el Comandante Ernesto "Ché" Guevara 19 expresó: "… el mundo camina hacia la era electrónica… todo indica que esta ciencia se constituirá en algo así como una medida del desarrollo; quien la domine será un país de vanguardia…"

Para el logro de tales objetivos es necesario hablar del uso de la información (como conocimiento) para la salud, de sus posibilidades y del significado de las nuevas tecnologías para su desarrollo. El logro de la meta "salud para todos" depende en gran medida del aporte y acceso a la información misma.

Cabe muy bien citar lo expresado por Alleyne 18:

"El más poderoso de los instrumentos modernos -la información- quizás sea el único instrumento capaz de cerrar la brecha entre el mundo que es y el mundo que podría ser- el único instrumento que puede aliviar la ignorancia causante de mala salud y sufrimiento."

Las condiciones de salud están íntimamente relacionadas con la equidad en las condiciones de vida y de acceso a los frutos del desarrollo científico y tecnológico. La información constituye uno de los elementos esenciales para lograr estas metas.

Desde la antigüedad la transmisión del conocimiento influyó en el progreso y desarrollo de las ciencias. Galileo 20, a quien se atribuye el establecimiento de las bases empíricas de la ciencia, como los filósofos naturales utilizó sus escritos para la comunicación de sus ideas y avances, partiendo de los patrimonios anteriores.

Es evidente que desde el pasado el conocimiento fue obtenido y transmitido ya sea mediante palabras o por otras formas. En estos momentos los procesos para la obtención de la información han cambiado, pues ahora existen métodos más complejos que permiten obtener datos, compartir y comunicar mensajes casi minuto a minuto.

La tecnología permite, además de la obtención, recopilar, analizar, almacenar y recuperar la información a velocidades y con costos inimaginables. Las computadoras y la comunicación han revolucionado la estrategia de informatización en muchas sociedades, incluso en el campo de la salud.17

Marcelo Sosa en su libro Telematic and Health 18, se refiere a la información como la piedra angular de las ciencias médicas y cita lo expresado por el Dr. Héctor Sosa Padilla- pionero que ayudó a la OPS en el desarrollo de los sistemas de información-

"La colección y el estructuramiento sistemático de los datos según el espacio, el tiempo, los temas y los objetos… en el contexto de las decisiones que deben adoptarse, es lo que constituye la verdadera información para el planificador, el cuerpo legislativo, el nivel de gestión o el técnico."

La información es crucial para alcanzar la meta "salud para todos", pues constituye un factor determinante en la formación de nuestros profesionales y en el bienestar y la atención de la

población en general. Por lo tanto, el acceso a la misma juega un papel importante en el logro o no de la salud de algunas personas o grupos desfavorecidos y contribuye al mismo tiempo, de manera particularmente importante, a la aplicación de principios bioéticos como el de la justicia y la beneficencia.

Hablar del mundo de la telemática y su influencia en la medicina es pensar en el monitoreo de enfermos, la automatización de los registros, la captura de datos en línea y las nuevas posibilidades que brinda la telemedicina, las cuales facilitan a todos los profesionales de la salud la competitividad en sus trabajos, con una sensible mejoría del desempeño hacia la consecución de una meta de excelencia.17

En estos términos, la introducción de redes mundiales sobre información sanitaria representan la llave del desarrollo de las ciencias médicas, pues han posibilitado saltar barreras económicas, políticas y físicas. La cantidad de información sobre salud mundial aumenta de manera vertiginosa, por lo que la única manera de manejarla en forma racional es mediante la formación de redes que empleen las capacidades que brinda el surgimiento de la Internet y el World Wide Web. 17

Pensemos en lo expresado por la Dra. Ingrid Libman de la Universidad de Pittsburgh "La mayor parte de la salud pública y la medicina preventiva involucra la transferencia de información". Por lo que, si se logran aplicar las telecomunicaciones a la medicina, se podrá obtener un mejoramiento en la salud, tanto en las naciones industrializadas como en los países en desarrollo, de esta forma la práctica de la atención de salud en los próximos años cambiara espectacularmente., y en esto coincidimos con el Dr. Roberto Rodríguez, coordinador del Programa de Sistemas de Información sobre Servicios de Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que plantea que las aplicaciones que utilizan tecnologías basadas en las telecomunicaciones están incorporándose rápidamente a las prácticas de salud, mucho más allá del entorno institucional en el que se desarrollaron inicialmente. El motor que impulsa el interés por estas tecnologías es su creciente disponibilidad y accesibilidad, el movimiento a favor de un mayor acceso y calidad de los servicios de salud para un mayor número de personas, y el deseo de establecer sólidas prácticas de salud basadas en evidencias", sobre la base de una información fiable obtenida tanto al pie de la cama del enfermo mediante dispositivos apropiados para su utilización en directo o transmisión a distancia.21

Las nuevas tecnologías de información en el sector de la salud permiten una mayor preparación

para enfrentar y contrarrestar brotes de enfermedades, epidemias o desastres naturales y proporcionan a los trabajadores de la salud los datos necesarios para darle frente a los problemas que se presentan en el sector brindándole un fácil acceso a la información más precisa y confiable que éstos necesitan y que es en definitiva requerida y necesaria para la recuperación, curación y rehabilitación de los enfermos en sentido general.

La Bioética tiene que ver con el punto de contacto entre la ética y la tecnología médica moderna en lo que afecta el control de la vida humana3. Los avances tecnológicos médicos se pueden clasificar en tres categorías: los que permiten la curación de enfermedades a un costo moderado; los que facilitan y hacen posible la prevención de enfermedades y la promoción de la salud con poco dispendio económico y los que permiten mantener la salud y una calidad de vida aceptable, pero que para su implantación exitosa necesitan de considerables recursos tanto en la esfera material como lo humano22-24. Frente a la sociedad, los avances tecnológicos de este último tipo son los que crean problemas, ya que son los factores económicos los que decidirán a la larga si el surgimiento y dominio de una nueva tecnología debe o no tener una debida repercusión inmediata en la comunidad, ya sea por facilitar, limitar o finalmente rechazar su uso. Esto implica, en su esencia, un racionamiento más o menos grande de los recursos de salud. El hecho de que una técnica este disponible no conlleva necesariamente la posibilidad de que pueda ser utilizada, sobre todo, si los recursos son escasos y obligan a una utilización limitada de la misma como ocurre, por ejemplo, con los transplantes de órganos únicos (corazón e hígado), cuya extraordinaria difusión puede sobrepasar los marcos de los presupuestos monetarios destinados a la asistencia médica y dificultar con ello el desarrollo de otros programas de interés mucho más general25. En definitiva, los representantes de la sociedad deben preocuparse y al mismo tiempo exigir que la introducción y puesta en explotación de las nuevas tecnologías se acompañen siempre desde un principio, de una correcta evaluación de su aplicación y de los beneficios que con ella se obtendrán.26

Las nuevas tecnologías al ser aplicadas en el campo de la medicina pueden conducir a nuevos daños iatrogénicos, o lo que es lo mismo, a daños que el médico ocasiona aunque éste siempre intente producir el bien, o sea devolver la salud al paciente y que violan el principio de la no maleficiencia de la bioética.27

Sin lugar a dudas, en los últimos años se han cristalizado grandes y viejos anhelos de la práctica médica, de la Medicina como ciencia que es, en lo fundamental gracias al desarrollo de los conocimientos en el campo de la electrónica y su aplicación, a través de dispositivos ingeniosos capaces de contribuir o hacer posible diagnósticos de certeza con extrema rapidez o intervenir terapéuticamente de manera decisiva en el restablecimiento o curación del enfermo.

Hoy, más que ayer, somos testigos excepcionales del renovado despuntar de nuevas proezas, de vastas conquistas y aportaciones que muchas veces nacen separadas unas de otras tan solo por

una diferencia de días. Nuevos medicamentos, ingeniosos procedimientos de alta especificidad y sensibilidad para el diagnóstico, significativos adelantos en la llamada imageneología intervencionista, con asombrosas aplicaciones terapéuticas y grandes innovaciones revolucionarias en el campo de la cirugía. Todo ello tiene como objetivo, en definitiva, llevarnos a una medicina más precisa, a salvar exitosamente aquella utopía de los médicos de las épocas ancestrales: el acceso a una medicina científica, a nuestro alcance para poder disponer de ella, en el ejercicio médico, como una ciencia exacta. En este sentido los resultados han sido realmente benéficos, si bien, en su aplicación individual no siempre del todo favorables. Al respecto resulta interesante la reflexión hecha por Trousseau, en el siglo XIX, quien les pedía a sus ayudantes en la cátedra que no se olvidaran que la medicina era tan bien arte y contra lo cual ha atentado, de manera evidente, el crecimiento y desarrollo, en proporción casi geométrica de la medicina de nuestro tiempo. Esto le ha restado poder a aquel acto mágico de la medicina de antaño, cuando el médico ciertamente cambiaba el panorama del sufrimiento, tan solo con colocar su mano sobre el hombro del enfermo27. En otras palabras, el desarrollo tecnológico actual en el campo de la medicina ha afectado, y amenaza con hacerlo cada vez con más fuerza, esa necesaria corriente magnética que, cuando se establecen en forma fructífera, conocemos como relación médico-paciente.

Una medicina con un mayor grado de desarrollo en su tecnología de aplicación es, desde luego, más precisa pero también resulta mucho más costosa y se la observa así mismo incidir todos los días, negativamente, en el binomio del que cura con el que padece, como si atentara con la aplicación en la práctica del principio bioético de la justicia.

La práctica actual de la medicina enfrenta continuamente al médico facultativo con dilemas o problemas de tipo ético relacionados con los adelantos obtenidos en el campo tecnológico, ya sean éstos de carácter diagnóstico o terapéutico. Muchas decisiones de conflicto determinan que el médico no siempre desarrolle una conducta de respeto a las esperanzas y los deseos del enfermo debido a que en muchas directivas de los políticos, de acuerdo con la meta de salud para todos en el año 2000, se favorecen más las inversiones para la sociedad en su conjunto que para

el individuo aislado. 28 Puede tratarse tanto de terapéuticas brillantes como los transplantes, como de diagnósticos obtenidos por medio de costosas metodologías como son las técnicas de imagen: tomografía axial computarizada, resonancia magnética nuclear y activación neutrónica, entre otras. A pesar de las indudables bondades tecnológicas de tales procedimientos, su elevado precio encarece sustancialmente los servicios médicos, limitando de manera considerable el número de individuos que pueden tener acceso a los mismos, aunque realmente necesiten de ellos para un diagnóstico preciso y de rigor. Esto va en detrimento de la aplicación consecuente de los principios bioéticos de autonomía, de justicia y beneficencia, con repercusiones adversas sobre la calidad de la medicina primaria, comunitaria o de familia, incluso de la secundaria y de la terciaria.

En los últimos tiempos se ha observado una tendencia, no despreciable, al abuso del empleo de los medios tecnológicos en la práctica médica, lo cual ha dado lugar a un número elevado de protestas dirigida contra los médicos y al mal empleo hecho por estos de pruebas diagnósticas sustentadas sobre una tecnología sofisticada. 16 La conclusión inevitable de lo referido es que muchos facultativos ignoran realmente la utilidad de las pruebas que indican en comparación con otras parecidas, ya sea en relación con su posible valor en diferentes situaciones clínicas o bien con respecto al costo real de tales pruebas. 29

Las causas del empleo abusivo de la tecnología avanzada en la práctica biomédica de hoy están representadas por el hecho de que muchas de tales tecnologías pueden irrumpir en el mercado sin haber sido sometida con anterioridad a un estudio cuidadoso, tanto en lo referente a los riesgos que conlleva su utilización como a los beneficios que brindan y la real superioridad de éstas sobre otros procedimientos ya consolidados por su empleo anterior.30

Con el daño iatrogénico se violan los principios bioéticos, los cuales deben prevalecer al margen de la necesaria aplicación y utilización de los avances tecnológicos que resultan de la aplicación, inteligente y consecuente, de los conocimientos científicos actuales; al margen, también, de la realización de las imprescindibles investigaciones biomédicas con sujetos humanos, necesarias para el conocimiento de los problemas que, al ser resueltos de manera lógica, van a contribuir de manera significativa a su felicidad, espiritual y material.

7. Conclusiones

La aplicación consciente y consecuente de los principios de la Bioética llevan, a todas aquellas personas responsabilizadas con las investigaciones y la prestación de servicios biomédicos, a una mayor competencia y mejor desempeño en el ejercicio de sus actividades, hacia una excelencia investigativo asistencial en el campo de la Biomedicina.

El necesario e indetenible desarrollo de la tecnología médica, en su aplicación concreta, puede conllevar la vulnerabilidad de los principios bioéticos, sobre todo, el de la justicia y el de la beneficencia, con detrimento de los beneficios que se pretenden alcanzar en los sujetos implicados.

8. Revision Bibliografica

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9. Resumen

Se realiza un esbozo del surgimiento y desarrollo de la Bioética como instrumento para discernir entre los bueno y lo malo, entre lo que puede ser aplicado a un individuo sano para que no enferme o enfermo para que cure, que no denigre o menoscabe, en lo más mínimo, ninguno de los aspectos propios o inherentes a su condición humana. Se describen los principios sobre los cuales se sustenta la Bioética y, finalmente, se hace un análisis de la importancia del desarrollo tecnológico en su proyección en el campo de la Biomedicina, resaltándose la posibilidad de la vulneración de los principios bioéticos como consecuencia de su aplicación, con el detrimento de los beneficios que se pretenden alcanzar en los sujetos implicados que ello conlleva.

Existe un estado de emergencia internacional por adecuadas normas en el contexto de una ética biomédica que en su práctica social avanzada borre, de una vez y por todas la desconfianza actual frente al indetenible progreso científico-técnico cuando este está dirigido específicamente, al estudio, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación del ser humano en sus dimensiones psicológicas, biológica y social.

Aristóteles, hace 24 siglos, fue partidario de una concepción heterónoma del hombre, en la que el motor externo no era más Dios, sino la naturaleza, preconizando un desarrollo prudente y armonioso del ser humano hacia el bien. Él, fundador de la ética, la consideró como una rama específica de la filosofía, la que tenía por objeto el estudio de los hábitos o costumbres de los hombres, que no debe ser confundida con la palabra moral, que si bien equivale también, en su significado, a hábitos o costumbres, tiene una significación más restringida ya que por moral puede entenderse cualquier conjunto de reglas, valores, prohibiciones y tabúes procedentes desde fuera del hombre, que le son inculcados o impuestos por la política, las costumbres sociales, la religión o las ideologías, mientras que lo ético siempre implica una reflexión teórica sobre cualquier moral, una revisión racional y crítica sobre la validez de la conducta humana, o lo que es lo mismo, la ética deviene una justificación racional de la moral.1

Desde sus fuentes originarias la bioética médica ha servido, y en su esencia arde bien en alto, para discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo que puede ser aplicado a un individuo sano para que no enferme o enfermo para que cure, que no denigre o menoscabe en lo más mínimo ninguno de los aspectos propios o inherentes a su condición humana. Así pensó el médico griego Hipócrates de Cos2 cuando consideró lo bueno identificado o reflejado en el orden natural y lo malo en su desorden, aunque ya Protágoras1, como sofista griego del siglo V ane, había propuesto la necesidad de procurar alcanzar y mantener en la práctica un acuerdo entre las llamadas por él normas de acción y el hombre, y que tal acuerdo fuera la medida de todas las cosas.

Así mismo, Platón2 , en su obra la República, planteó que el médico siempre ha sido considerado, respecto al cuerpo del hombre, lo que el monarca a la república y cuando fue absolutista o tirano, o ejerció el paternalismo propio de las relaciones familiares, hizo más daño que bien, y solo logró aliviar o curar cuando fue equilibrado en sus relaciones con sus semejantes, cuando fue prudente, justo, fuerte y templado.

En la Edad Media, los teólogos cristianos 2,3 consideraban que todas las relaciones que pudieran establecerse entre los seres humanos debían ser consecuencia de un orden natural predeterminado, esencialmente bueno, y que todo aquello que fuera en contra del mismo era obligatorio considerarlo malo, como el uso desordenado o no natural del cuerpo o de cualquiera de sus órganos, lo que llevó a pensar que la relación médico-enfermo, como relación social que es, tenía que efectuarse siguiendo también un orden natural predeterminado, por cuanto el médico lo que pretendía lograr en definitiva era un bien objetivo: la restitución del referido orden natural para lo cual, si era necesario, podía y debía proceder aún en contra del parecer del paciente.

Si bien Aristóteles puede ser considerado el padre de la ética, no fue otro que Kant E., un filósofo del siglo XVIII quien llegó a la formulación de los principios que están actualmente vigentes en relación con la misma. Él propuso una concepción autónoma por parte del hombre moviéndose en su tiempo y espacio existencial, enraizada o fijada en la razón humana y libre de cualquier influencia metafísica. 1

El universo intelectual referido, no cambió de manera significativamente importante hasta bien entrado el llamado mundo moderno; por ejemplo, la reforma protestante pretendió y consiguió, hasta cierto punto, sustituir la idea del orden natural predeterminado por el de autonomía o por el orden de la moral o de la libertad lo que conjuntamente con el descubrimiento progresivo de los derechos humanos, desde Locke2 hasta nuestros días, ha determinado que las viejas relaciones humanas establecidas conforme a las ideas medievales del orden jerárquico, empezaran a verse como demasiado verticales, monárquicas y paterno proteccionistas, planteándose como alternativa, a las mismas, otras de carácter más horizontal, democrático y simétrico. Fue precisamente con tal espíritu que se realizaron las grandes revoluciones democráticas del mundo moderno como la inglesa primero, la norteamericana después, algo más tarde la revolución francesa, la revolución de octubre y, porqué no también, la revolución cubana. 2

En la actualidad, los adelantos tecnológicos y el advenimiento de una sociedad pluralista que hace hincapié en la prevalencia de la autonomía del paciente instruido, integran en su conjunto una situación que resulta del todo compleja y constantemente cambiante, que exige, a su vez que la responsabilidad de la salud, en nuestro caso particular, debe ser compartida por el médico y el paciente, fundamentándose la misma en el conocimiento, el respeto mutuo y en la imprescindible combinación de la pericia y de la ética, y en cuyo contexto general ocupan un sitio de particular importancia la beneficencia y la justicia.2,4,5

El progreso de la humanidad, que tiene como sujeto protagónico el hombre, no está realmente reñido con la ética que ha de definir y conducir las relaciones sociales, de todo tipo, entre los mismos. Los avances de la ciencia plantean cada día, ciertamente, nuevos problemas éticos: las investigaciones y manipulaciones genéticas, la fertilización "in vitro", las investigaciones que se realizan con fetos, las innovaciones tecnológicas, o lo que es igual, tantas esperanzas como

peligros ante los cuales todos aquellos que desarrollan sus actividades científico-investigativas y de prestación de servicios, deben encontrar, por necesidad, el estrecho camino entre las ventajas enormes que se perfilan para la humanidad y los abusos o las desviaciones posibles que ello puede conllevar.6

El objetivo de este trabajo es contribuir a la comprensión de la importancia que realmente tiene la aplicación consecuente de los principios bioéticos en el trabajo integrado entre el enfermo y el personal técnico facultativo que lo atiende, específicamente en el campo de la tecnología médica.

Cuando en una Sociedad se respetan y aplican los principios bioéticos, el ser humano logra alcanzar un grado más alto de humanización, donde no puede influir ninguna corriente del mundo exterior en desarrollo, porque siempre se remitirá a la conciencia y a la dignidad interior de sus principios que, en muchas ocasiones, serán las respuestas a las diferentes circunstancias en que se vea sumergido. Lic. Ileana R Alfonso Sánchez

 

 

Autor:

Lic. Ileana R. Alfonso Sánchez. Inv.Agregado.

Directora SubCentro Nacional de Información "Manuel A. Amador García". Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos. Dr. Troadio L. González Pérez. Inv. Titular. J Dpto. Servicio de Clínica de la Nutrición. Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos. Cuba Dra. Carmen Lena. Especialista de Medicina General Integral. Cuba Dra. Rosa María Báez . Inv. Agregado. Directora Policlínico de Lawton. Cuba

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