- Introducción
- Los dilemas de la democracia
- Casi borrado el humo de la batalla
- Los intelectuales orgánicos
- Los movimientos estudiantiles
Introducción
En los años sesenta, en América Latina, se dio una "fiebre de marxismo", alentada por el triunfo de la revolución cubana, en universidades y facultades, particularmente en las de ciencias sociales. Quienes se colocaban a la vanguardia de la intelectualidad de entonces, invocaban el marxismo como la llave fundamental del conocimiento y la guía de acción para lograr la revolución en nuestros países, sometidos secularmente por fuerzas externas y a partir de la posguerra, por la rapiña del capitalismo mundial. Pero esta fiebre nunca fue acompañada de un conocimiento a fondo del pensamiento marxista. En la mayoría de quienes se dijeron marxistas lo que prevalecía era el pensamiento positivista, que negaba, particularmente, el razonamiento sobre el humanismo (Walter Benjamín, entre los más destacados y la escuela de Frankfort, que era una vertiente de suma importancia para Marx. Así las cosas, se postulaba mecánicamente que, per se, el proletario o más bien, el proletariado era el sujeto y objeto del cambio revolucionario. El movimiento obrero debía reconocerse como el portador por excelencia de la revolución, el proletariado iría hasta el fondo de las luchas sociales revolucionaria porque no tenía nada que perder como no fueran sus propias cadenas. En América latina Pero la revolución cubana introdujo un giro en este postulado, al dejar sentado que el ejército revolucionario no podría formarse en las ciudades sino en el campo, dando al campesino, particularmente al campesino pobre, una posición de mayor avanzada que al obrero de las ciudades. Ya Mao Tze Tung había dado el campanazo en ese sentido con la realización de su LARGA MARCHA. Entonces, los "marxistas" latinoamericanos comenzaron a proclamar este desplazamiento del sujeto revolucionario desde las fabricas citadinas a los surcos de la montaña. Hubo muchos éxitos en nuestra historia de lucha por ese camino pero también dolorosas derrotas como la ejemplificada en Bolivia por el Che Guevara y el genocidio habido en Guatemala, que fulminó a Cientos de de miles de campesinos indígenas. El comentario más socorrido, que no análisis, de los intelectuales otrora marxistas, fue que estas derrotas se debieron a las desviaciones pequeñoburguesas alentadas por sectores estudiantiles que se colocaron a la cabeza de esos movimientos.
Hubo un giro generalizado, de estos "pensadores", desde sus posiciones "marxistas" hacia nuevas posiciones ideológicas ahora cubiertas o encubiertas en la socialdemocracia. Pasaron pues, de "marxistas" a socialdemócratas. Aquí desaparecieron, para ellos, la condición revolucionaria de los obreros y los campesinos que fueron sustituidos en sus "análisis" por las llamadas clases medias. En ellas destacaron a los sectores estudiantiles a quienes recién habían deslegitimado por sus desviaciones pequeñoburguesas. Evidentemente que algunos hechos históricos, como el movimiento estudiantil de 1968 en el distrito federal de México, impactaron en el quehacer de la política y dibujaron la necesidad del establecimiento de la democracia, sin adjetivos, como se le llamó. Pero este movimiento ha sido sobredimensionado a conveniencia de los análisis más que al resultado de ellos. Ha sido sobredimensionado por los intelectuales "de izquierda" para situarse, ellos, en una posición aventajada como intelectuales y no como el análisis sereno de expresiones de contenido revolucionario social. Dicho de otra manera, su sobredimensionamiento sirve para legitimar a los intelectuales guarecidos en las poltronas universitarias más que a la condición de portadores de cambio de jóvenes con acceso al conocimiento que avizoran las necesidades sociales. Así, este grupo de intelectuales ¿orgánicos? han establecido su propia legitimidad y su condición de poseedores de la verdad, eso creen, para señalar, en términos cuasi religiosos, quienes integra la bondad o la maldad de la actuación política. En la medida en la que alaban la lucha revolucionaria de las clases medias ilustradas, en esa medida se legitiman como concesionarios de la verdad revolucionaria.
1. Siempre he creído que, quien está consciente de no tener aptitudes atléticas o deportivas, opta por convertirse en narrador de deportes. Esto le permite hacer el papel, en su caso, de futbolista, entrenador, árbitro, u organizador de campeonatos, con el micrófono o la laptop en las manos. Creo también que los analistas políticos son, en su gran mayoría, políticos frustrados. Siempre es mejor tomar decisiones sobre el papel, en cómodos escritorios, que afrontar la respuesta social de decisiones equivocadas en el plano de la acción política propiamente tal. Finalmente, pocos se acordarán de las tonterías que escribimos pasado cierto tiempo. Los "analistas políticos" desarrollan un profundo amor-odio por quienes ejercen el poder. O se desviven en alabanzas o se especializan en la diatriba. En los sesentas del siglo pasado, en América Latina, lo que se interpretaba como pensamiento marxista, que era más bien el positivismo, comenzó a identificar y separar a pensadores de izquierda y escritores progresistas del resto de escribidores. Para muchos de ellos, la admiración de los movimientos revolucionarios estaba enfocada a su vez en los movimientos del proletariado de la ciudad y del campo. Salvo el caso cubano, y posteriormente Nicaragua, y a medias El Salvador, todos los demás movimientos revolucionarios que abrevaron en esa fuente, la del proletariado rural y urbano, no alcanzaron su cometido final. Abundan los escritos de estos académicos que tacharon a los movimientos revolucionarios fallidos, particularmente a los guatemaltecos, de desviaciones pequeñoburguesas y de sueños de opio y de falta de "análisis concreto de la realidad concreta," que les llevaron al fracaso. En su momento habían demostrado admiración y no faltan el día de hoy, incluso, intelectuales que alaban la memoria del Che Guevara, no obstante su fracasada incursión en Bolivia, que incluso le costó la vida. En ese entonces, los militantes del partido comunista boliviano le llamaron aventurero. Hoy, los herederos de esa corriente le llaman héroe. Ser intelectual es un privilegio, no se arriesga nada.
Olvidado el marxismo, a partir de la caída del campo socialista, en el lenguaje de los intelectuales se terminó también el papel revolucionario de los trabajadores manuales, del campo y la ciudad. Nuevos paradigmas pasaron por sus mentes ávidas de situarse tras del poder que fraguaban los nuevos tiempos. Si este no podía ser alcanzado por el dominio económico, inscrito en una historia que deja fuera a los grupos subordinados, por una u otra razón, quedaba como posibilidad, al igual que en las más antiguas sociedades, alcanzar la verdad por medios religiosos o cuasi religiosos. Dirían los intelectuales: si no somos dueños de los medios de producción, adueñemos nos de la verdad. Seamos poseedores de la verdad, quien no permanezca dentro de nuestra verdad, vivirá, of course, en el mundo de la mentira, con todos sus significados. Así, los héroes serán aquellos que nosotros señalemos, los villanos también serán los que nosotros descubramos. El bien será el que nosotros identifiquemos, el mal, el que rodea a los contrarios a nosotros.
Lo paradójico de estas concepciones es el concepto democrático. Para los modernos intelectuales de izquierda, la democracia solo puede ser practicada por una sociedad informada, en términos prácticos, para quienes acrediten, al menos, una educación media terminada. Quienes no tengan al menos esa información son manipulables o comprados, son, diría su adalid mexicano, masoquistas o amigos de la corrupción. Son vulnerables, por su pobreza o ignorancia a la manipulación de la mass media o a la compra de sus conciencias, por lo tanto, ergo, su opinión emitida mediante un voto en una justa electoral, no cuenta.
Los dilemas de la democracia
Los conquistadores españoles dudaron durante mucho tiempo que los indígenas americanos tuvieran alma, que fueran capaces de pensar y razonar, los consideraban subhumanos. Era una de las razones que justificaban su expoliación y la imposición de su cultura y su religión, destruyendo de tajo la cultura y la religión existentes. En la historia de la humanidad, el proceso de organización social ha transitado del dominio férreo de unos cuantos a la posibilidad de que las sociedades se autogobiernen. Muchos estadios han tenido que ser superados para poder incidir en el destino social, en las decisiones a tomar. Había que tener, por ejemplo, propiedad de la tierra. Primero los esclavos y después quienes socialmente derivaron de ellos, estuvieron excluidos de incidir en los destinos sociales mediante la expresión de sus deseos y voluntad. Posteriormente, aun cuando lograron alcanzar rasgos ciudadanos, se dio la excepción de las minorías, particularmente por orígenes raciales y por pertenecer al sexo femenino. Más sutilmente, una vez alcanzada la participación política de las mujeres, se dio la tendencia de excluir a los analfabetas. El argumento central en todos estos casos, es que esas condiciones no les permiten tomar decisiones correctas, utilizándose también el término ignorantes.
Andando el tiempo se ha logrado superar paulatinamente muchas de esas insensateces sociales, esgrimidas en el fondo para mantener formas de dominio específicas. No obstante los sistemas políticos han mantenido veladamente todas las trabas posibles para impedir la participación política de los sectores sociales dominados económicamente y sumidos en la pobreza y la pobreza extrema. Los grupos sociales dominantes en Guatemala, una de las expresiones de la extrema derecha más retardataria del continente, han expresado abiertamente su oposición para que participen en los procesos electorales los indígenas campesinos, debido a que su pobreza e ignorancia les impide "tener idea de lo que es mejor para el país y para ellos mismos". Se ha llegado a proponer, por esto, que no se les permita participar en las distintas elecciones. Recientemente se vetó la participación de Sandra Torres de Colom, acusándola de utilizar los programas sociales de gobierno, creados por ella, para manipular en su favor el voto de los sectores pobres y en pobreza extrema, aprovechándose de "su ignorancia y necesidad". Lo lograron debido al control casi directo que tiene la oligarquía sobre todas las instituciones especificas del Estado y de los medios de comunicación escritos. La televisión, por lo menos abiertamente, no les hizo el juego.
Paradójicamente, en México, la extrema izquierda utiliza los mismos argumentos que la extrema derecha, "los sectores de pauperizados venden su voto porque no son capaces de discernir lo que más les conviene y emitir un voto consciente". Algo mas, "son masoquistas y partidarios de la corrupción", razón suficiente para que no se tome en cuenta, en las más recientes elecciones, el voto de más de 20 millones de mexicanos, quienes por tener esos atributos "están incapacitados para que su voto cuente como decisorio de la elección presidencial".
A diferencia de algunos analistas, yo veo natural y lógico que tanto Zambrano, líder del PRD, como el presidente del PAN manifiesten juntos su aversión a que la masa inculta y miserable pueda contar en los comicios del 1 de julio. El primero cree pertenecer a una elite pensante que conoce la verdad en exclusiva y que por lo tanto, promueve el "cambio verdadero". En esa elite se inscriben todos quienes ven por abajo del hombro al resto de los ciudadanos, el resto de la población que no han tenido acceso a una educación capaz de permitirles "descubrir" la verdad, como sí ocurrió con ellos que se han vuelto sus poseedores. De aquí que ese elitismo, convenientemente disfrazado con baños de pueblo como el de Atenco, permita al grupúsculo YO SOY 132, adoptar la misma propiedad de la verdad, permitiendo a la caterva de adultos frustrados que se escudan en ellos para Justificar su desprecio por los pobres y carentes de ilustración. El caso de Madero, el presidente del PAN, es obvio, representa el más rancio conservadurismo que por decisión propia mantiene un partido elitista, un cascaron sin bases sociales populares a las que pretende manipular hacia un Estado militarista que suple su ausencia de consenso social mediante la fuerza legitimada en el Estado, del que integran por hoy la cúpula dominante. No es extraño pues que las cúpulas que hace apenas un corto tiempo conformaron, según sus propias apreciaciones, un "gobierno espurio" y un "gobierno legitimo" "peligroso para México", hoy marchen hombro con hombro para invalidar una decisión tomada por la masa "ignorante, paupérrima, masoquista y partidaria de la corrupción"(¡clasemedieros ilustrados y oligarcas excluyentes, uníos¡). De otra parte, las movilizaciones y presiones sobre el aparato legaL del Estado, se asemejan más a los escenarios montados por el nacional socialismo para apoderarse del poder en Alemania, Italia y España que, por ejemplo, a la gran marcha de Mao para derrotar al Kuo ming tag.
Por ello no es sorprendente que un pequeño grupo de jóvenes de clase media ilustrada, sean convertidos en iconos de la verdad: son jóvenes, son universitarios, son de clase media para arriba, tienen información, poseen la verdad. De otra parte, sirven de cómodo escudo a intelectuales apoltronados en sus escritorios que tienen dificultades físicas y anímicas para alborotar en las calles, no sea que en una de esas ocurra la represión que temen y ansían. Si esta ocurriera, rápidamente convertirán a los jóvenes en mártires y les rendirán honores, colocaran sus nombres en las aulas o en placas alusivas convenientemente situadas. Andando el tiempo, los intelectuales de izquierda concluirán que "fueron expresiones pequeñoburguesas" que se realizaron sin el "análisis concreto de la realidad concreta".
Casi borrado el humo de la batalla
La situación de la izquierda (en su espectro más amplio), es crucial en América Latina. Direcciones equivocadas pueden retardar considerablemente el triunfo definitivo de los intereses mayoritarios de su población oprimida. Direcciones sensatas pueden afirmar este triunfo en los años por venir. En lo personal, desde mi mirada, veo avances irreversibles; también veo situaciones dolorosas, como las veía mi amigo Roberto, en el caso de Guatemala: Quienes dirigieron la matanza de cientos de miles de campesinos indígenas en los albores de los ochenta, hoy se encuentran al frente del poder político. Pero también veo como Cuba se mantiene, como Venezuela se afirma, como Argentina se convierte en adalid de nuestra América, como Bolivia reivindica a nuestros pueblos indígenas. Como Nicaragua y El Salvador sortean el campo minado por el imperio opresor. Alguna vez sus dirigentes expresaron que si ellos hubieran tenido la salvaje oposición que tuvieron los revolucionarios guatemaltecos difícilmente hubieran alcanzado el triunfo. Estas palabras las corroboran los más de 250 mil muertos en las montañas chapinas. Y el pensamiento de la derecha más recalcitrante en la América latina, que hoy detenta el poder.
México, otrora símbolo de nuestra dignidad frente al imperio, experimenta la lucha política interna de la diversidad de corrientes formadas en el ámbito de esa batalla inmensa entre la libertad y la opresión. También desde mi óptica, con grandes avances que coronarán más temprano que tarde, en el triunfo de las ideas nacionalistas y revolucionarias como dominantes. En una democracia no serán las de la totalidad de sus expresiones políticas, no pueden serlo ni deben serlo, para no recorrer el círculo perverso de la sujeción del espíritu humano en libertad. Las recientes elecciones confirman, insisto, desde mi óptica, ese enorme avance sobre las fuerzas retardatarias de la organización social, las fuerzas oscurantistas dominantes que imperan todavía en buena parte de Europa y que parten, principalmente de USA e Inglaterra. El recuento de la batalla, a días de terminadas esas elecciones muestran, en términos numéricos, lo siguiente: en una población total de cerca de 112 millones de habitantes, el 66% acudió a las urnas por innumerables razones y condiciones. Evidentemente, lo que destaca, es su interés común por el futuro del país. De ellos 16 millones se pronunciaron por la oferta de cambio, 19 millones se pronunciaron también por el cambio pero, tal vez, dentro de una trayectoria pausada y sin sobresaltos, 12 millones manifestaron su resistencia al mismo. Se sienten arropados en el sistema
Los intelectuales orgánicos
De acuerdo con Antonio Gramsci, los modelos de la vida institucional, la condición de las ideas de la existencia misma del Estado, dependen de la difusión y manejo de estas, contenidas fundamentalmente en el sistema educativo, cualquiera que sea, de acuerdo con las clases dominantes. De allí que el proyecto original revolucionario marxista postula la toma del poder a favor del proletariado no solo para cambiar el esquema de dominio sino el esquema de las ideas que lo sustentan. Estas tesis fueron abrazadas como estrategia fundamental de los partidos comunistas para la toma del poder.
Más de un siglo ha transcurrido desde entonces. Hoy, somos resultado de revoluciones y guerras de carácter nacional e internacional, que dieron nuevo rostro a los sistemas de dominio, mundiales y nacionales. El sistema educativo ha vivido sensiblemente las divisiones habidas en la estructura social. Para decir los menos, hoy conviven la educación oficial y la educación privada, dentro de ellas se expresan, preponderantemente, los grupos dominantes y los grupos subalternos. Dentro de ellos hay subdivisiones. No todas las instituciones privadas son del mismo nivel socioeconómico y no todos los pobres pueden acceder a la educación oficial. En este revuelo, en esta babel, en buena medida, las ideas dominantes han transitado desde la escuela hacia las formas masivas de comunicación. El Estado, cualquiera sea este, difunde su discurso por los medios masivos y, desde luego, por el aparato ideológico constituido per se en el sistema educativo. Pero difundir el discurso no necesariamente significa imponer el discurso. El cartero no es responsable de las malas noticias, ni de las buenas. Existe una estructura de dominio basada en la producción y reproducción de de la vida cotidiana, el sistema productivo de bienes y servicios. Allí se decide, en última instancia, la viabilidad o no de las ideas circulantes. De otra parte, la división existente en el sistema educativo, gradúa el acceso a él. Lo masivo se encuentra en los primeros niveles de la educación básica. Los estudios universitarios han devenido en elitistas. Pero también los cuerpos docentes que se ocupan de una u otra forma de enseñanza. Las famosas torres de marfil, antes solitarias, han devenido en estructuras privilegiadas, año sabático, inamovilidad, estímulos monetarios frecuentes, viajes de intercambio, becas para estudios posdoctorales, cuya actividad fundamental transcurre en las cuatro paredes del recinto académico, del campus universitario.
El análisis político no es ajeno, al contrario, se sustenta, en esta característica de las transformaciones sociales. El sujeto original del cambio, el proletariado, fue sustituido primero por el trabajador del campo, el campesino y el obrero agrícola, también por el campesino indígena, en los movimientos revolucionarios que postularon la formación de los ejércitos revolucionarios en las montañas de América latina. Salvo Cuba y tal vez Bolivia, los demás no tuvieron el éxito esperado. De aquí que el análisis académico se fue alejando progresivamente de considerar los movimientos de los trabajadores y de los campesinos como motores de cambio. Su identificación, cada vez mayor con su propia condición académica, privilegiada y sin riesgos, les ha llevado a considerar esos campus como motores del cambio social, lo expresen abierta o veladamente. De allí la sobrevaloración del movimiento YO SOY 132, nacido en una universidad de elite fundada por la orden jesuita, que ha logrado interesar a los estudiantes de otras universidades elitistas y, finalmente, a los grupos más acomodados de la UNAM, para emprender una cruzada, originalmente contra los medios masivos de comunicación, el cartero, sin aludir a las estructuras sociales y económicas sociales y políticas, nacionales e internacionales, que los sustentan. Y, en una caricaturización del marxismo, culpan a un candidato presidencial por todos los males que pudiera haber en el futuro, lo culpan y lo atacan con vehemencia, Marx sostenía, en contrario, que no somos los hombres aisladamente los responsable de los comportamientos sociales, sino las estructuras de vida a las que pertenecemos. Los 132 cierran los ojos ante esto, ante los males del presente que por decir los menos, han significado más de 60 mil muertes en México, y más de la mitad de la población en la pobreza y la pobreza extrema. Por supuesto que la mayoría de académicos, quienes de todas maneras no arriesgan nada, consideran a los estudiantes del YO SOY 132, como los portadores del cambio social. Han sobreestimado su significado social, abstrayendo las condiciones sociales propiamente tales que los colocan como un grupo elite intocable en un país ajeno al acceso mayoritario de su población a ese estándar escolar, que permitiera, en caso contrario, identificarlos como sus representativos. Los académicos dejaron de analizar a la sociedad en su conjunto, hoy se encierran literalmente en su campus y hacen validos los resultados obtenidos en ese espacio para trasladarlos al conjunto social. Los académicos han devenido en intelectuales orgánicos de un reducido segmento social y de sí mismos. Siguen las normas de los antiguos poetas modernistas: SI ME LEES, TE LEO. Tal vez de los análisis posteriores al 2 de julio de 2012 vuelvan al análisis de la sociedad en la que viven y dejen el análisis del campus en el que se escudan. y quisieran que continuara. Un número menos significativo, no alcanza a comprender las posibilidades y necesidades de la acción política, y otro número similar ensaya alternativas no suficientemente difundidas. Esa es mi lectura global.
Los movimientos estudiantiles
En América latina destacan los movimientos estudiantiles que se dan en Chile, Guatemala y México. La esencia de la movilización de los estudiantes en Chile, se encuentra en la administración del sistema educativo universitario, dependiente del sistema financiero local, que deja en condiciones difíciles a los usuarios de la educación y, destacadamente, los endeuda durante largos años con la banca privada. De otra parte, no existe certeza en la ocupación de los profesionistas egresados. Esto como origen del planteamiento del problema. En la medida de su desarrollo se ha topado con las estructuras socioeconómicas que lo envuelven, de ahí que su futuro, en palabras de su principal líder, depende de su vinculación con las fuerzas productivas laborales de su país. Aquí es necesario anotar que su origen de clase corresponde a las llamadas clases medias de la sociedad chilena.
En Guatemala, el movimiento estudiantil actual se da en el nivel medio educativo y particularmente en las instituciones oficiales formadoras de maestros de educación primaria. La composición social de estos estudiantes se ubica en las clases medias bajas. Su protesta corresponde fundamentalmente a la adopción, por parte del gobierno, de nuevas formas de organización de este nivel de enseñanza, particularmente en la duración de los estudios. Su protesta o inconformidad ha topada con la represión gubernamental dirigida en esa fase por el propio ministro de gobernación, de origen militar. Ambas acciones, las de protesta y las de la represión, se inscriben en la historia de las relaciones sociales guatemaltecas, impedidas de su democratización desde mediados del siglo XX y desencadenantes del genocidio experimentado por su población agraria indígena, principalmente, durante los años ochenta. Así como los estudiantes son herederos de esas vejaciones, el gobierno de turno es heredero de las medidas de contrainsurgencia dirigidas principalmente por las fuerzas armadas. Tanto el presidente de la Republica como el ministro de gobernación tienen esa procedencia.
En México, el origen de las protestas no tiene vinculación directa con el sistema educativo propiamente tal. Su origen se da en una universidad de elite, fundada por la orden jesuita y su organización se asemeja a la de esas falanges. Los planteamientos iniciales de su protesta se enderezan contra los medios de comunicación masiva, particularmente la televisión, acusándola de manipular las preferencias políticas de la población. Su origen de clase es media alta, disponen de infraestructura considerable y eso les ha dado la capacidad de organizar una contraofensiva mediática utilizando fundamentalmente las llamadas redes sociales. El mismo sistema imperante les concede lugar importante en los diferentes espacios informativos. No han sido objeto de represión violenta alguna. En la actualidad su protesta ha derivado al desconocimiento de las elecciones presidenciales celebradas el 1 de julio y a su oposición para que el candidato triunfante tome posesión del cargo como resultado de estas. En esas circunstancias, ejerciendo sus derechos ciudadanos, han devenido en la representación de una de las partes del sistema político y no representan ni a los estudiantes en su conjunto, la mayoría inscritos en el sistema oficial, ni a la juventud mexicana, la mayoría sin acceso a la educación universitaria, incluso la oficial, que este año se apresta a dejar un contingente mayoritario al margen de esa oportunidad. En tanto que en Guatemala la instauración del gobierno actual se debió al apoyo manifiesto de los grupos económicos de poder que financiaron todo el proceso de su elección y que cooptaron a las instituciones encargadas de llevarlo a cabo, (la presidenta del tribunal supremo electoral es esposa de un general intimo amigo de promoción del actual presidente), y se obstruyó la participación de la principal oponente política del mismo que fue sacada de la contienda. En México el proceso electoral recayó en más de un millón de ciudadanos que ocuparon gallardamente las mesas receptoras de votos, de casi dos millones de representantes de partidos que vigilaron el proceso, de miles de observadores nacionales e internacionales que dieron fe de la limpieza con la que se efectuaron los comicios. Uno de los argumentos del candidato perdedor, amén de la supuesta manipulación de los medios, es que quienes votaron por el candidato que resulto triunfador, son masoquistas y partidarios de la corrupción, se refiere a 18 millones de mexicanos e indirectamente a 12 millones más que lo hicieron por la tercera opción. Los votos obtenidos por este candidato constituyen aproximadamente, la mitad de los obtenidos por las otras fuerzas políticas. De alguna manera, estos argumentos son convalidadados por los estudiantes inconformes agrupados en el movimiento YO SOY 132. Como se ve, esta organización esta partidizada y representa los intereses concretos de una agrupación política partidaria, haciendo uso de su inobjetable derecho ciudadano pero lejos de representar, como digo, ni a los estudiantes en su conjunto y, mucho menos, a la juventud mexicana.
Alguna vez AMLO fue acusado de erigirse en un mesías tropical, él y los suyos lo negaron, pero ahora asume gustoso ese papel al comparar a un gobernador electo con uno de los que lo traicionaran "antes de que el gallo cante". Su pérdida de piso lo muestra también cuando supone que los 19 millones de ciudadanos que no votaron por él y lo hicieron por el candidato triunfante en los comicios, son corruptos o masoquistas. Se trata evidentemente de 19 millones de mexicanos que no piensan como él pero que merecen, como todo ciudadano, el respeto de los líderes políticos.
Pareciera, y ojala me equivoque, que AMLO busca liquidar en una sola contienda, no solo su participación inmediata sino también limpiar el camino para otra persona que pudiera abanderar, probablemente con éxito inobjetable, la próxima batalla política que se celebrara en el 2018. Si la jugada bajo la mesa es convertir a MORENA en un partido político que insista en proclamarlo nuevamente candidato en ese año, camina dentro de su propio proyecto; pero si de lo que se trata es de impulsar un cambio de fondo en la estructura socioeconómica del país, solo abona a una división adelantada de las fuerzas de izquierda necesarias para su realización.
(Dedicado a Julio Roberto Oliva Alonso, que descanse en paz)
Autor:
Dr. Carlos Enrique Lopez Garcia