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Algunos poemas


  1. Aspiraciones
  2. A mi contumazá querido
  3. La escuela
  4. Desafio
  5. Jesús: hombre o espíritu?

ASPIRACIONES

In memoriam, a Ernesto "Che" Guevara de la Serna;…

Al pueblo de nuestra hermana República de Cuba; y a los pueblos de Latinoamérica y El Caribe;…

A nuestros hermanos del Perú Profundo; ante quien juro que algún día seremos libres; donde hagamos de nuestro lugar de trabajo, nuestra trinchera de lucha;…

A mis hijos, Luis Ernesto; a Eduardo Wenceslao; Jorge Luis, a Carlos Daniel y a Karla Isabel; a Walter Júnior y Pool Edwards; Katty Patricia; y, a mi nieta Valeria; con el amor más profundo, que siento por ustedes;…

El Hombre no sólo tiene hambre de pan, el Hombre tiene hoy más que nunca, hambre de dignidad.

No quiere ser más un Hombre como número incremento, o una cifra en el cálculo de todo un proceso económico. Quiere ser un Hombre en el verdadero sentido, quiere amar, sufrir, trabajar, desafiar el destino, triunfar o fracasar, pero vivir humanamente.

El pueblo está hastiado de improvisaciones que le halagan para mejor explotarlo, que le consulten sobre todo lo que no sabe, que le pidan lo que no tiene, que le hacen arrodillar ante lo que no cree.

Pero es hora. Ha sonado en el inexorable reloj de la historia el momento de terminar con los juegos y de empezar a planificar científicamente, y hacer un trabajo político serio. Urge plantear en el horno del mundo las formas maravillosas que sobrevuelan en los despejados cielos del ideal. Las aves sagradas de la justicia, el conocimiento, la belleza, el bien, la felicidad, la paz, aletean en busca de un pueblo que quieren hacerles nido en los que ellos puedan habitar.

La liberación del sufrimiento no está en seguir experimentando a ciegas, y cargar con este gran odio que terminará por devorar a la humanidad.

La liberación del sufrimiento está en el conocimiento; y luego vendrá el orden, la armonía, la risa y las espigas, el taller y el libro, el amor y la brillante gloria, a dignificar a quienes se atreven a construir el Estado como templo de un ideal venidero, como verdadera aspiración.

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando

Luis Ernesto

A MI CONTUMAZÁ QUERIDO

Soy Trujillano de nacimiento, pero contumacino de corazón, dedico este poema con el amor de siempre a mi queridos padres Magna Isabel Obando de Navarrete y Desiderio Wenceslao Navarrete Guarniz;…

¡Oh Contumazá querido!

mi pueblo añorado,

cuantas veces en mis sueños

tus sendas he caminado,

eres cofre de tesoros

Que el mismo Dios nos legó,

por eso en todos tus hijos

estás presente con amor,

con tus verdes esmeraldas

salpicadas de anisquehua,

con tus pencas azuladas

y tus cantarinas fuentes,

tu Quique de agua pura y

tu Ermita esplendorosa,

con tu calvario mirándote desde arriba, y

con tus cerros tutelares

que se cobijan celosos

cuidándote eternamente

para deleite de todos.

que Dios te guarde por siempre

bella joya de los andes

y en su manto te acoja

NUESTRO PADRE SAN MATEO.

Luis Ernesto

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando

Cajamarca, 13 de agosto del 2012.

LA ESCUELA

A mis maestros de toda la vida…

Es tarde. Ya se han ido todos y he quedado sola. Me espera un largo fin de semana. Hace frío, llueve y es posible que me ponga melancólica. Pero esta noche, cuando las sombras han invadido cada sector de mi estructura, cuando ha quedado flotando en el aire el eco de las conversaciones y los gritos de una semana intensa… quiero bajar al corazón de mi misma, para recorrerme y revisar mi pasado y mi presente.

Pienso en mis orígenes, en la construcción que me permitió convertirme en una entidad real, en una presencia familiar en la comunidad. No voy a entrar en los detalles de los planos, los movimientos de tierra, la acumulación de materiales, el laborioso trabajo de los constructores y los obreros. Fue un estreno glorioso encontrarme con las paredes nuevas, los pisos brillosos, los techos seguros, los fundamentos sólidos, las aberturas aceitadas, el mobiliario reluciente…

Me resulta difícil ver en las paredes de hoy los muros de entonces: estas paredes descascaradas, manchadas, escritas, mil veces pintadas –son todavía sólidas pero necesitan cada vez más de cimientos confiables. Es cierto que en algunos sectores– comprobados ciertos riesgos hubo que rellenar grietas, agregar columnas, construir encadenados… pero en el corazón de la tierra, en un fondo oscuro y húmedo, resiste el corazón del hierro y el cemento. Las paredes protectoras no pueden arreglarse por sí mismas; no lo pudieron nunca… y menos en estos tiempos de movimientos frecuentes.

Levanto la vista. Allá está el techo: nadie discute su necesidad, porque es realmente lo que protege y cubre… Pero nada es para siempre… y es el que más ha sufrido cambios y transformaciones: no pudo aguantar tantas modificaciones producidas. ¿A cuántos especialistas tuvieron que llamar a lo largo de todos estos años para resolver su estado crítico?

Cuando aparecí en el horizonte de la ciudad era una de las construcciones más sólidas y mi fortaleza se imponía en un paisaje de casas bajas y de construcciones sencillas. A mi alrededor el escenario fue cambiando y las casitas de entonces se transformaron en las suntuosas casas de hoy, los terrenos baldíos se convirtieron en imponentes edificios de departamentos y la tranquilidad de las calles, en el infierno de la gran ciudad.

Ustedes pensarán que estoy hablando de las cosas materiales. En parte sí, en parte no. Una escuela es mucho más que una construcción. Es una de esos significantes que remiten a un significado material y a "otra cosa"… La casa es la casa, el estadio es el estadio, el banco es el banco, la cárcel es la cárcel, pero la Escuela, es algo más: "la escuela festeja años", "la escuela está en crisis", "la escuela se está renovando"…

Todas estas frases reflejan mucho más que lo material. Cuando me observo a mi misma y miro los pisos, los techos,… ¿Sucede lo mismo con las Iglesias, los Tribunales, las Empresas? ¿Los lugares remiten a realidades que los contienen y los desbordan? ¿Sus usuarios utilizan la denominación para designar de manera indistinta a lo material y a lo institucional?

Los cimientos, las paredes y los techos… estoy pensando además en otras cosas; en quienes diariamente me habitan, en los que comprometen por años su existencia y su labor profesional, en los educandos a quienes acompaño en sus crecimientos. Y pienso también en los quehaceres, que imaginariamente ubico en mi estructura: allá en el techo, los conocimientos; aquí, en mis paredes, los contenidos procedimentales; y abajo, en los cimientos, las actitudes y los valores.

Soy la escuela. La escuela de hoy y de siempre. La escuela material que refleja la otra escuela. Una estructura exterior que permite reconocer los secretos de mi cara oculta. La noche se ha tornado más fría. Tengo ganas de volver al interior de mí misma. Recorro los rincones de este cuerpo… y veo en las aulas, en los patios, en las amplias galerías, en los huecos de las ventanas, las historias más dispares. Las de ayer, las de hoy, las de siempre… ¡Cuántos esfuerzos para llevar adelante lo imposible! ¡Qué mezquinas y lejanas las recompensas! Casi no duermo, pero ciertas noches me sobresaltan algunos sueños. Hoy es una de esas noches.

Mis pesadillas son terribles y curiosas. Me veo a mi misma como una construcción y tengo miedo de proyectar allí lo que me sucede como institución de la sociedad. Contemplo una película de escenas fugaces y sucesivas, con implacables saltos en el tiempo… y observo un proceso paulatino y devastador sobre la escuela: un deterioro progresivo, implacable, inhumano. De pronto veo que se caen los techos a pedazos, un viento huracanado arrebata las chapas, se agrietan las lozas, una lluvia intensa perfora los cielorrasos. En medio del sueño, levanto mi mirada temerosa y veo un cielo impecable, lejano, perfecto y una escuela totalmente desprotegida. El sueño va y viene: primero aparecen, silenciosas, algunas grietas, pequeñas fisuras… y luego van cayendo los históricos ladrillos en un caos destructivo…

Sobreviene una furiosa implosión o el juego de topadoras alocadas destruyendo todos los muros… Al final algo –terremoto seguramente– remueve, con sonido de película, los cimientos y deja al desnudo los grandes abismos… Parece curioso, pero nada hace prever el desenlace: los controles en orden, las planillas correctas, los registros perfectos… y hasta las previsiones de los constructores que en sus diseños me habían…

Los conocimientos (como el techo) son el paraguas protector y la razón de ser de la escuela… pero tienen una difícil tarea: proteger (hacia abajo) y afrontar (hacia arriba) todas las inclemencias del tiempo; no le podemos pedir una fortaleza y una eternidad para la que no fueron preparados; Los contenidos procedimentales exhiben una consistencia que se afianza con los años y sobre su estructura – sólida o endeble – descansa el techo. A veces se desdibujan y parecen ocultarse, como si no existieran… pero las paredes que cumplen la función de delimitar y contener, también deben brindar protección, sino, ¿qué sería de la escuela? En los cimientos moran los contenidos actitudinales: es lo que originalmente me dio origen deberían seguir allí –en la oscuridad y el silencio– dando consistencia al resto.

¿Cómo comprobarlo en el fragor de la lucha diaria y del bombardeo de problemas? Sin su acerada presencia es fácil que la pared se agriete y que los techos se desplomen. Sobran experiencias al respecto. Los hábitos y las actitudes están allí abriendo las puertas, marcando el camino, tramando las condiciones de posibilidad de todo… porque sin ellas no hay forma de construir. Esa ha sido la razón de ser de mi histórica presencia. Los hierros firmes y eternos que encadenan mi estructura en las bases, se proyectan en forma de columnas en las paredes y terminan en las vigas del techo. Hay una red (oculta) que me recorre y enlaza todo… pero yo no podría sostenerme sin los cimientos. Las actitudes claramente definidas y consolidadas se proyectan en contenidos procedimentales y se cierran en la apertura hacia los siempre dinámicos contenidos conceptuales.

El universo de los valores recorre y sostiene desde la base; los muros del saber hacer (y transferir) otorgan las estructuras, y la vastedad del conocimiento (cambiante pero sistemático, variado pero organizado, expansivo pero nucleado en torno a grandes ejes, alternante pero capaz de soportar cualquier crítica) permite constituirme definitivamente en escuela.

Entonces, despierto enloquecida, me levanto de mi letargo y voy apresurada a mirarme: toco las paredes, observo la quietud y la firmeza del piso, la aparente seguridad del techo… y respiro tranquila. Todo ha sido un sueño. Pero el sobresalto llega siempre a la mañana siguiente. Recorro la estructura material, acerco mis oídos al imperceptible murmullo de los rincones, y observo que hay otra escuela, un espejo en el que necesariamente me reflejo, otra realidad en la que yo misma estoy padeciendo mi demolición.

El proceso destructivo sigue los mismos pasos: primero me roban los conocimientos: los cambios tormentosos van desnaturalizando su presencia y terminan por hacerlos volar; las sustituciones son pasajeras e inservibles: un techo lejano e infinito se alza sobre la escuela, definitivamente desprotegida.

Luego van perdiendo valor los contenidos procedimentales, los van carcomiendo la repetición y el aburrimiento y los desploman la inutilidad y la falta de imaginación. Finalmente se produce el perjuicio mayor: se deshacen las actitudes y los valores. Un estadillo y miles de acciones me van quitando lo poco que me queda, la única, definitiva posibilidad de reiniciar el proceso de re-construcción… Y como escuela, siento que quedo vacía.

Y una escuela vacía, hueca, vieja, fría no tiene ningún atractivo. A menos que me vuelvan obligatoria, me disfracen de superficiales intereses o me sostengan con otras intenciones, manifiestas u ocultas Tal vez solamente se trate de un sueño, de una pesadilla de fin de semana o de noche de lluvia.

¡Ayúdenme a despertar por favor, ayúdenme a conocer la realidad o regálenme otro sueño: la posibilidad de llegar a ser la que era… y para siempre!

No. No estoy soñando. Una escuela nunca duerme. Hay sobresaltos y sufrimientos que uno quisiera que no fueran reales, pero a Ustedes no puedo engañarlos. Creo que mis estructuras se han ido debilitando y que muchos se han aprovechado de mi fragilidad.

Pero soplan vientos de conciencia crítica y de entusiasmos renovados, se deja oír el murmullo de un mundo que se va y de una civilización que nace, florecen caminos abiertos y nuevos heroísmos urdidos en la trama de esfuerzos cotidianos. Siento que la presencia de tantos educadores preocupados por mis padecimientos es mi mejor remedio. Y que la esperanza se instala en cada uno de ustedes para recrearme para siempre.

Luis Ernesto

Cajamarca, Ciudad del Cumbe, Cajamarca la Hermosa,

Días de calor y frío; y de mucha alegría y jolgorio matinal; agosto del 2007.

DESAFIO

edu.red

A mi Cajamarca, la tierra que me dio triunfos y glorias;…

Ya no hay soledad ni silencio

sólo cerros de oro fino y ajeno,

sin verdes valles, ni jolgorio

ni alegría,…, hoy sólo ronda la tristeza

el desconfío y el desinterés.

Dónde están ahora

los creadores del "Poncho Verde,

Los ecologistas de antier

que defendieron tus campos verdes,

acaso duermen en su propio silencio verde ?

o acaso perdieron el alma,

la conciencia, sus principios,

el amor terruño; o quizá vendieron

tus pastos verdes, colinas

y tierras de amarillo y gris,

como aquel Judas,

por miserables veinte monedas de plata…

Y a ustedes mis amigos del Frente de Defensa del Quilish,

les pido que, el día que deje este valle tan hermoso,

del cual sólo su recuerdo ha de llevarme,

les pido que busquen al carpintero

de más años y con conocimientos en su oficio,

luego, busquen al eucalipto más viejo,

como los años que Cajamarca tiene,

de el hagan un féretro, lo más rústico posible;

depositen mi cuerpo inerte,

por culpa de Yanacocha,

no dejen que deje de reír, ni aparezca mi palidez;

coloquen a mi lado izquierdo,

mi fusil, mi compañero de mil historias;

y a mi lado derecho,

mi tinaja de chicha, aquella de carnavales,

y mi talega de coca y mi cañazo;

ah! No se olviden de cubrirme

con mi bandera roja,

aquella de la hoz y el martillo.

No hagan velorio alguno;

una vez colocado mi cuerpo en aquel féretro,

mis amigos del Frente han de cargarme,

subirme hacia la planicie del Cerro Santa Apolonia,

por supuesto, por sus escalinatas.

Una vez arriba, quemen mi cuerpo;

y con el traste de la mujer más humilde de esta ciudad

recojan mis cenizas,

lo han de depositar en un tiesto, el más usado.

Y tu Seifert, mi gran amigo, de grandes luchas,

te encargarás de subir a lo más alto de el Gavilán,

espolvearás mis cenizas por todo el valle de Cajamarca,

por donde Yanacocha ha contaminado su aguas y sus suelos,

para que algún día,

Dios permita que aquellos valles,

De hermoso verde frescor, vuelva a reverdecer.

Luis Ernesto

Cajamarca, hermosa ciudad del Cumbe, marzo 15 del 2007. (03:40 a.m.; hora de frío y soledad).-

Nota.- Poema escrito luego de que le ganáramos el juicio a Minera "Yanacocha", donde en mi calidad de Abogado fui el defensor de la Ordenanza Municipal, que con credo convencido suscribió el proyecto de la misma el Ingº Luis B. Guerrero Figueroa, y que fuera elaborada por el suscrito conjuntamente con el Dr. Juan Urteaga Salazar, Director de Asuntos Jurídicos de la M.P.C., de aquel entonces, en defensa de la intangibilidad del "Cerro Quilish", donde se explotaba el oro por dicha mina; desde diciembre de 1996 ya no se explota; Asumiendo la defensa como Abogado, en el juicio que entablara la Minera "Yanacocha" a través de una Acción de Amparo; encomendándoseme la defensa en las dos instancias de la Corte, tanto en la Sala Especializada en lo Civil en Cajamarca, como en el Tribunal Constitucional (Lima); donde la mina contaba con 6 Abogados extranjeros y uno peruano, el Dr. Javier Valle Riestra, de quien recibiera personalmente sus felicitaciones. A consecuencia de ello, tengo dos intentos de Homicidio y otras agresiones, e incluso han querido vincularme a Sendero; pero, gracias a Dios ya todo paso, hoy sólo me dedico a enseñar y a investigar, del cual me siento orgulloso.

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando

Luis Ernesto*

JESÚS: HOMBRE O ESPÍRITU ? *

Con todo el amor del mundo a mi padre Desiderio W. Navarrete Guarniz;…

Jesús era un horizonte.

Cuando lo tuvo cerca,

Judas lo había sentido quemar, como una estrella.

Inaccesible, desemejante, eterno.

Estilita, aunque fuera dentro la grey hebrea

¿Este era Elías, siglos esperando,

y anunciado en los valles de Judea?

Su mirada calmísima y lejana

alimentada en albas de esperanza,

perturbada sus hondos laberintos

y aumentaba sus sombras de tinieblas.

Repartiendo los peces del milagro

o secando las llagas de sus lázaros,

la mismas paz beatífica exhalaba.

Y un rumor de sus íntimas tinieblas

se extendía en sus ávidas palabras.

En las tardes, desde un monte,

él había escuchado sus Parábolas.

Y luego había bajado a la cascada.

Y en el agua cristalina que apuraba su sed

había hallado los rostros de Jesús, repartidos.

Y su sed se había calmado sin saciarse.

Antes bien, escoriada,

lo había seguido atormentando hasta la fiebre.

Yen la alta noche de su sueño,

Judas había bebido con borbotar

de la sangre de su mejor cordero,

porque tenía sed, y tenía hambre

de ese Alto Horizonte

que Jesús le tenía negado, negado, negado.

La noche de la Cena,

cuando los pechos eran Tabernáculos

porque se estaban dando los cálices de sangre

y los Cuerpos Divinos de Dios se estaban dando,

Judas mira a Jesús. Y Jesús mira a Judas.

Acaso es el instante supremo del conflicto:

Cuando uno de los dos sucumbe ante si mismo.

El Hombre cede al Hombre.

Y Dios se vuelve a Dios.

¡Oh! ¡momento solemne de aquel Judas abísfaro!

Querer que su Dios fuera a medir sus poderes

como un dios terrenal.

Exigir de su hoguera llamas de libertad

y eximidas fronteras

de una alta Redención que abarca hasta el mal.

Que segara en la virgen entraña de la Tierra

y en el surco de Carne

la flor de la estulticia sangrada de miseria.

Concebir a Cristo deítico del ser real.

Que al hacer criaturas, pudiera él abandonar

la inmanencia del Bien,

la potenciadle Mal.

Sin aceptar que el Hombre, majestad de sí mismo,

era la semejanza perfecta de su Forma

y que nada pesaba Jesús en la balanza

de la divina ofrenda del ser de su Hacedor.

Y cuando el Maestro, en medio de la Cena,

le dice a Juan mirando a Judas en los ojos:

–Aquí mismo está, en uno de vosotros,

el que me entregará–,

Judas no siente miedo.

Antes bien, ve a Jesús que se perdía allá

dentro de la tiniebla de su aridez congénita.

Antes de media noche

Judas busca a Jesús.

¿Va a echarse en su pecho

a deponer su rebelión de esbirro innoble?

Lo halla en el Huerto de los Olivos

–Horizonte irradiado de auroras–

y siente declararse una infinita envidia.

Adquiere una certeza de estricta lejanía

entre el Hombre y su Dios.

¿Qué podía desear ahora Jesús?

aquel que oscurecía las estrellas

con su luz blanca de poderes,

sobre los rostros sanguinarios

de todos los hombres,

sobre las bocas ambiciosas de toda las usuras,

sobre los ojos exprimidos de todos los sufrientes,

¿qué podía pedir ahora Jesús?

¿Cuál Cáliz rechazaba?

Si ya los Cielos y la Tierra,

la Carne y el Espíritu,

le habían sido dados en ofrenda.

Era amado y amaba.

La muerte, el mundo, el Hombre,

¡que le importaba al Dios!

A la hora nona

Jesús levantaría su perfil

sobre las sombras de la Humanidad.

Aplacaría las alas de la Rebelión

con una sola Palabra.

Y alzaría sus dedos que tajaban el Mal,

suspendiendo lo que llamó su Carne;

una Hostia blanca.

Lo que llamó su Sangre;

la Vid de un lucero.

Y vio a Juan que venía a pedirle órdenes

para dos mil siglos adelante

y vio a otro de los doce,

con las piedras de las Catedrales en los ojos.

Y vio a Mateo. Y vio a Lucas.

Todos eran transparentes.

Porque la Hora era grande y Dios estaba allí.

Judas siente de nuevo su sed eterna de Jesús.

Se aproxima. Lo besa en la mejilla.

Beso por el que bebería, con mil lenguas, el Nilo.

–Amigo, ¿a qué has venido?

¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?

Judas ya lo ha vendido.

Corren altas las llamas de un extraño pavor.

Anegado, se vuelve,

Y al cruzar los Olivos,

Ve, de nuevo, a Jesús en oración caído.

Y arroja los denarios que retiñen los siglos

A los pies del Cordero.

Y contempla los Cielos y sus manos oscuras.

Y se rasgan los velos de la Verdad.

Y ahora, esa certeza de estricta lejanía

Entre el Hombre y su Dios,

Se troca en infinita ternura de agonía.

No te beso Señor.

Porque acaso reviva en mi beso algún Judas,

De los tantos que lleva el silencio de la criatura,

a los pies de su Dios.

Luis Ernesto(

Cajamarca, Ciudad del Cumbe, Cajamarca la Hermosa, 02 de setiembre del 2012.

*( Extraído de los Libro de Zacarías (Antiguo Testamento); Libros de San Marcos, Mateo, Lucas, De los Hechos y Libro a los Corintios (Nuevo Testamento). Esta historia, resume los cuatro momentos que Jesucristo vivió, antes de su muerte; habiéndolo podido evitarlo. Sin embargo, entregó su vida, para decirnos que hay que dejar de lado los intereses personales, por ante los intereses sagrados de la sociedad.

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Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando