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Para una historia de literatura en Guantánamo (página 2)


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Con el triunfo de la Revolución el 1ero de enero de 1959 comienza una nueva etapa para todas las esferas en el país. El primer aparato estatal encargado de dirigir la cultura fue el Consejo Nacional de Cultura (C.N.C.), cuyo rasgo definidor era la integración no especializada. Los signos caracterizadores del ambiente cultural eran respuesta obvia a la nueva aventura que se iniciaba:

Se produjo el fervor militante, que se materializó de muchas maneras: marcha, himnos, canciones, reportajes, artículos, carteles, vallas, documentales, espectáculos, libros y folletos, se precipitaron con la fuerza de un río crecido para contribuir, de manera testimonial, en la divulgación y la galvanización de la obra revolucionaria[7]

Todos aquel aparataje que funcionó en el ámbito nacional era una catarsis lógica del contexto y muchas cosas se hacían sin una mirada mesurada y una perspectiva aguda. Pero también hay que aceptar que este oleaje complejo de circunstancias fue un tipo de búsqueda que permitió una cierta sedimentación para los setenta. Aunque no pueden olvidarse algunos achaques de signos negativos en aquellos "años duros", donde hizo carrera la planificación ideológica-estética "que melló en la actitud de los escritores vacilantes que se dejaron ganar por el temor, experimentando una involución y se alejaron de las posiciones revolucionarias a los que se acercaban. Y en los escritores revolucionarios provocó una actitud defensiva."[8]

En este periodo, en Guantánamo, se destacaron figuras representativas como Quintín Fernández Ramírez, Jorge Oliva y Rafael González.

La labor literaria del primero abarca desde el sesenta y cierra con su muerte en 1978. Su nombre se asocia con otros poetas de relevancia nacional que lo incluyen, con respeto, dentro de su generación: Waldo Leyva Portales, Alejandro Querejeta, Jesús Coss Causse, Luis Diaz y Efraín Nadereaux, que se movieron estilísticamente en las corrientes de poesía conversacional y el coloquialismo.

Su obra se recoge esencialmente en dos libros: Un lugar para Mary y Sopa y otros menesteres, donde se aprecia el estilo antes mencionado, en el que no escapan la "ironía criolla", el sarcasmo como testimonio crítico y cierto pesimismo.

Jorge Oliva, por su parte, no hizo vida literaria en Guantánamo, pues estudió Letras en la Universidad de La Habana y luego sale fuera del país para los EE.UU. Nace en esta ciudad en 1948, la cual siempre estuvo en su obra y pensamiento. Entre sus escritos se podría mencionar Guantánamo Bay, el tiempo roto que gana el premio de poesía en 1983 en el XXIII Certamen Literario Internacional que convoca el Iberoamerican Writers Guiad. Su libro Donde una llama nunca se apaga (1980), gana el premio de poesía de los Cuadernos de Caballo Verde de la Universidad Veracruzana en México. La poesía de Jorge Oliva, igualmente se inserta en la poesía coloquial de la generación de 1966.

Rafael González es uno de los que se destacan en esta época por su labor en varias disciplinas lo que permite situarlo en varios géneros artísticos. Aún en estos tiempos nos muestra su vitalidad entre la intelectualidad guantanamera.

En 1969 se crea la Columna Juvenil de Escritores y Artistas de Oriente en Guantánamo, dirigida desde Santiago de Cuba. Este fenómeno cohesionador sigue ganando en estructura y proyección para 1973, cuando se organiza oficialmente y de manera reglamentada el primer taller literario. De este modo, el incipiente movimiento autoral, que proviene de los predios de aficionados, adquiere una unidad y diseños mayores. En 1976 sale a luz Guaso[9]la primera publicación especializada en literatura, órgano de los jóvenes escritores donde pueden publicar sus pequeños escritos.

En ese mismo año se producen dos hechos de gran significación y resonancia sociocultural: se establece la división política administrativa, que convierte a Guantánamo en una provincia, y se suceden en el Ministerio de Cultura, acontecimientos que implicarán cambios no solo en la organización del aparato direccional sino un rediseño de la política a aplicar en la actividad literaria, es decir, un estadío superior se perfila para el arte y la literatura en general.

El 1978 marca un arranque ascendente en el quehacer literario –cultural en Guantánamo. Se realizan dos eventos que traerán resultados definidores en la práctica literaria: la I Jornada Regino E. Boti y el I Encuentro –Debate Provincial de Talleres Literarios. Ambos conclaves propician un concurso que permite medir las fuerzas intelectuales y creativas de los escritores del patio, sobre todo, el segundo certamen, pues desde su mismo inicio implicó un enfrentamiento creativo de calidades literarias con las obras del resto del país.

Los ganadores en Guantánamo, asistían por derecho propio al Encuentro-Debate Nacional, y ya en este, el proceso de asimilación intelectual y el mismo debate artístico con la vanguardia cubana, dejaban huellas significativas. Por otro lado, esto permitió que un grupo nutrido de escritores de reconocido prestigio nacional e internacional acudan a Guantánamo y se produzca un intercambio teórico para la superación del talento local, así como la actualización de las problemáticas esenciales por las que atravesaba la literatura cubana de entonces.

En 1980 aparece la revista Guantánamo, con una proyección superior a las publicaciones antes mencionadas. Y para cerrar este primer ciclo de la literatura en Guantánamo se tiene que en 1984 se realiza el Primer Encuentro de Crítica Literaria.

Entre los escritores que despuntan en estos momentos son: Luis Gonzalo Founier, Mireya Piñeiro, Roger Hernández, Rebeca Ulloa, Julio Benítez, Armando Puente, Héctor Nieves, Ana Luz García, Enrique Lomba y Rissell Parra.

Despegue de la literatura en Guantánamo (1985-1999)

A partir de 1987 se produjo en Guantánamo una "explosión" de instituciones y publicaciones que posibilitó un desarrollo en la vida cultural del territorio. Se crearon la Casa del Joven Creador, primer paso institucional para aglutinar, con sede fija, al movimiento autoral en Guantánamo; la filial de la UNEAC y el telecentro Solvisión. Conjuntamente con estas, salen a la luz las revistas El mar la montaña, Señales y Debates, y comienzan dos espacios especializados de la emisora CMKS: "Leyendo y Conversando" y "Entre el mar y la montaña", que promueven la literatura, la crítica y los valores culturales de la zona. Estos elementos, al decir de Rissell, posibilitaron que se dieran a conocer algunas voces importantes para el movimiento autoral de Guantánamo[10]

En la década del noventa, se abrió paso para la vida cubana la instauración del llamado Periodo Especial. Se recortaron los presupuestos materiales que propiciaban eventos y visita de escritores importantes a la localidad. Sin embargo, a partir de algunos cambios en el Ministerio de Cultura, se crearon en las provincias centros y fundaciones que operaban como pequeñas editoriales, a través de la impresión directa, al pequeño formato y la recortería.

Estas instituciones vinieron a satisfacer, transitoriamente, las necesidades de publicaciones de los escritores de cada sitio. En Guantánamo, la fundación llevó el nombre de nuestro gran poeta de inicios de siglo XX, Regino E. Boti, la cual editó entre 1991 y 1993 más de veinticinco títulos entre poesía, cuento, teatro, literatura para niños y crítica literaria[11]Estos podían aparecer bajo la colección de La Fama, Premio o Patio Adentro y con la exclusividad de haber sido publicados en la misma provincia. Al movimiento autoral guantanamero se le abrían las posibilidades editoriales para sus óperas primas y permitiría un reconocimiento frente a lo que se estaba gestando a nivel nacional.

Otro substancial hecho en este último decenio, fue la publicación de varios libros ganadores de premio en las Jornadas Regino E. Boti con la ayuda de la Editorial Oriente entre los años de 1995 al 1997. Estos eran publicados con una mejor calidad en cuanto a su formato y diseño. Entre los escritores que más se destacan en esta etapa finisecular se pueden mencionar a Mireya Piñeiro, Ana Luz García, Rissell Parra, Ramón Elías Laffita, Elvira Van Brakle, Miladis Hernández, Roberto Quiñónez y otros. Las dos primeras logran ubicar uno de sus textos en editoras nacionales con sede en la capital: En lo callado de la hoguera (Letras Cubanas, 1994) y Mínimal son (Letras Cubanas, 1995), respectivamente; este último celebrado por la crítica de la provincia y fuera de esta.

También es válido mencionar a los escritores guantanameros que residen en los Estados Unidos, y que en esta etapa publicaron obras de una apreciable calidad en la provincia: Luis Founier, Enrique Lomba, Ena Milagros Ruiz, Juan Carlos Sosa y Rebeca Ulloa.

Lo antes mencionado nos da la medida de los logros alcanzados por los guantanameros en una etapa donde la intelectualidad nacional buscaba nuevos espacios para la publicación de sus obras, tanto afuera como dentro del país.

Uno de los beneficios más aplaudidos por los escritores fue la apertura temática para sus creaciones a partir del premio internacional alcanzado por el cuento "El lobo, el bosque y el hombre nuevo" de Senel Paz y otros acontecimientos. Aparecieron tópicos, y se dio paso a una novedosa expresión de temas, que en otros tiempos eran vedados para la sociedad: la marginalidad, el homosexualismo, la corrupción de las esferas sociales, la prostitución, el desencanto, el exilio, etc. con una perspectiva crítica, permeada de un profuso cuestionamiento.

Otro de los aspectos relevantes en los años noventa es la preponderancia de premios en géneros como la poesía y el cuento a nivel nacional estableciendo una inmediatez entre la literatura y su contexto social específico.

En torno al estilo de la poesía de los noventa, Roberto Zubano caracterizó las líneas fundamentales:[12]

  • 1. Evidente cuidado y elaboración lingüística, cierta intensidad y reconocidos temas –contemporáneos o no-.

  • 2. Supuesto descuido en el aspecto formal caracterizado por un afán de búsquedas expresivas y temáticas en el espacio de la más aguda y contextualizada contemporaneidad.

  • 3. Una línea un tanto agresiva e irreverente que, en un gesto quizá posmoderno, va apropiándose de los elementos más diversos de la cultura universal y elabora un (.) tejido textual a través de contextualizaciones y recursos como la teatralización del discurso, el uso del lenguaje cinematográfico, las parodias, intertexto, etc. con los cuales logra abordar de modo inusual determinadas zonas de nuestra realidad.

De estos aspectos que se movían en el ámbito nacional no pudieron escapar las nuevas voces guantanameras, permitiéndoles ganar un espacio y trascendencia entre los contemporáneos del país.

Las Ediciones Riso

A principios del 2000, los directores municipales de cultura se reunieron con la más alta dirección del Partido y el Gobierno, y en esta cita se plantearon diversas problemáticas acuciantes de la literatura y el arte que signaban el panorama cultural cubano. Una de esas urgencias fue la demanda que exigía el movimiento autoral de todas las provincias del país en materia de publicaciones de obras, las cuales resultaba imposible sacarla a la luz a través de las editoriales que formaban el sistema dirigido por el Instituto Cubano del Libro (ICL). De ahí que nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz propusiera la creación a todo lo largo de la Isla de pequeños grupos editoriales, cuya tecnología posibilitara no sólo la edición de textos literarios, históricos o de otra índole, sino la impresión de ellos.

A cada provincia llegó en ese mismo año, computadoras, impresoras y otros instrumentos de encuadernación y el presillaje, así como el monto adecuado de amteriales de impresión (hojas, tinta, cartulina, master, etc.) que permitieron el inicio de un trabajo editorial que iba a ser monitoreado por el ICL en cuanto al cumplimiento del plan de publicaciones que se haría cada año. Como es lógico, era un trabajo nuevo que, aunque implicara a escritores, especialistas e intelectuales relacionados con la cultura, la mayoría no tenía experiencia en estas labores de la edición de libros. El primer paso a dar fue la superación con otras editoriales que permitieran un desempeño profesional en el trabajo de ediciones de libros.

En el caso de Guantánamo, se asumió el nombre de la editorial El Mar y La Montaña en homenaje a la obra de Regino E. Boti, y porque anteriormente había existido un equipo con el mismo nombre que llegó a publicar cerca de treinta libros. Se pidió asesoramiento a la Editorial Oriente, la cual no sólo impartió seminarios, sino que envió a sus editores y a la diseñadora Martha Mosquera a Guantánamo, para realizar talleres que propiciaran el enriquecimiento de esta materia a los que integraban el nuevo grupo editorial guantanamero.

En estos primeros momentos, surgen nuevas voces en la literatura y se suman a las ya consolidadas de años anteriores. Entre los poetas se pueden mencionar a José Ramón Sánchez, Katia Gutiérrez, Annia Alejo, Mayelín Mansfarrol, Gregoria Bollé, Sobidelia Iglesias, Ricardo Javier L. Deville (se mueve igualmente en la narrativa) y Juan Torres. En la literatura para niños están: Eldys Baratute, Lady Diana Castillo y Gipsie Garrido; y en la narrativa, Miguel Vanderpoll, Alberto Valton y Yordis Monteserín. Sería injusto dejar de mencionar a algunos de estos noveles, que aunque no poseen un consolidado recorrido por la literatura, ya van mostrando que si se puede contar con su ingenio.

Esta apretada síntesis refleja de antemano las disímiles voces literarias del terruño, impregnadas de múltiples matices, de códigos y fórmulas propicias para identificarlas, unirlas o separarlas. Voces aisladas, diversas en propuestas, ricas y precursoras que ahondan con incomparables estilos la realidad de su tiempo.

Estéticas y tendencias que evidencian, a mi juicio, el profundo peso de una generación que marcha cada una por sus propios cauces, hacia la inmensa lista que conforman el panorama de la literatura contemporánea cubana, actual.

Este estudio no constituye un trabajo de crítica y mucho menos de teoría literaria, sino una muestra de lo que posee Guantánamo en este arte y que puede ser utilizado como un texto referencial para todo el interesado en este maravilloso mundo que es la literatura.

Bibliografía

  • Chaple, Sergio (1977). Epistolario Boti – Poveda. La Habana, Editorial Arte y Literatura.

  • Fernández Pequeño, José M. y Florentina R. Boti (1990). Regino E. Boti, Carta a los orientales (1904-1923). La Habana, Editorial Letras Cubanas.

  • Fornet, Ambrosio (2002). El libro en Cuba. 2da edición, La Habana, Editorial Letras Cubanas.

  • Henríquez Ureña, Max (2001). Panorama histórico de la literatura cubana. Prol. de Ángel Augier. Ciudad de La Habana.

  • Luque, Aurora y Jesús Aguado(2000). La casa se mueve. Antología de la nueva poesía cubana. Málaga.

  • Otero, Lizandro (1976). Trazados. 1era edición, La Habana, UNEAC

  • Parra Fontanilles, Rissell. "Acotaciones críticas para una historia de la literatura en Guantánamo (1959-1996)" (inédito)

  • ___________________. "Consideraciones en torno al posible bosquejo de la narrativa en Guantánamo" (inédito)

  • ___________________. "La crítica literaria en Guantánamo" (inédito)

  • ___________________ y Margarita Canseco (2000). La necrópolis de los vivos. Diccionario de autores guantanameros. Guantánamo, Editorial El Mar y la Montaña.

 

 

 

 

Autor:

Lic. Manuel Coca Izaguirre coca[arroba]fcs.cug.co.cu Institución: Universidad de Guantánamo Dirección Postal del Autor: 1 Sur No.606 entre Carlos Manuel y Beneficencia. Guantánamo. Cuba Me desempeño como profesor de la carrera de Estudios Socioculturales asumiendo varias tareas del Departamento, Facultad y la Universidad en general. Imparto las asignaturas Cultura Latinoamericana y del Caribe I y II, Literatura Latinoamericana, Literatura Cubana y Apreciación Literaria. En cuanto a la superación profesional he recibido varios cursos entre los que se encuentran: Diplomado de Redacción y Estilo y Doctorado Conjunto Universidad de Oriente Universidad de Valencia de Semiótica y Teoría de la Comunicación: Literatura y Lingüística para alcanzar el Título de Doctor en Ciencias Filológicas. País: Cuba Ciudad: Guantánamo Fecha: 1 de abril del 2010

Notas

[1] Ob.Cit p. 106

[2] "Consideraciones en torno al posible bosquejo de la narrativa en Guantánamo." (inédito)

[3] Referido a la aldea de Regino E. Boti y algunos argumentos de José Martí en su ensayo "Nuestra América"

[4] Estas se repartían como suplemento de La Voz del Guaso.

[5] Ob.Cit p. 28

[6] Fecha tomada del artículo "El Circulo Artístico Literario", por Irina Fontanet.

[7] Lisandro Otero: Trazados. P.131

[8] Ibíd. p. 134

[9] Aunque en el libro Regino E. Boti: Cartas a los Orientales se plantea que esta revista se ve por primera vez en 3 de enero de 1918, pero no se tiene referencia de la misma.

[10] Rissell Parra Fontanilles: "Acotaciones críticas para una historia de la literatura en Guantánamo" (inédito)

[11] Ibíd.

[12] Aurora Luque y Jesús Aguado (2000): La casa se mueve. Antología de la nueva poesía cubana. Málaga. Autor: Lic. Manuel Coca Izaguirre coca[arroba]fcs.cug.co.cu Institución: Universidad de Guantánamo Dirección Postal del Autor: 1 Sur No.606 entre Carlos Manuel y Beneficencia. Guantánamo. Cuba Me desempeño como profesor de la carrera de Estudios Socioculturales asumiendo varias tareas del Departamento, Facultad y la Universidad en general. Imparto las asignaturas Cultura Latinoamericana y del Caribe I y II, Literatura Latinoamericana, Literatura Cubana y Apreciación Literaria. En cuanto a la superación profesional he recibido varios cursos entre los que se encuentran: Diplomado de Redacción y Estilo y Doctorado Conjunto Universidad de Oriente Universidad de Valencia de Semiótica y Teoría de la Comunicación: Literatura y Lingüística para alcanzar el Título de Doctor en Ciencias Filológicas. País: Cuba Ciudad: Guantánamo Fecha: 1 de abril del 2010

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