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Fuerza y opinion

Enviado por arturonegro61


    Fuerza y opinión

    Segunda parte

    En la primera parte de esta recopilación, el tema es el control de la opinión, el pensamiento y el proceder de las minorías como consecuencia de la propaganda, fabricada por los dueños de la sociedad, la comunidad empresarial y financiera. Noam Chomsky, en su obra titulada, Miedo a la Democracia (1992), hace una revisión sobre este tópico en los Estados Unidos de Norteamérica y su consecuencia en el resto del mundo. Nuestros países, tan dependientes de su ideología, economía y sus finanzas, no podemos escapar de su marcada influencia. Pues bien, continuando con esta revisión, obedece este trabajo.

    Las doctrinas de Lippman, Lasswell y otros, en cuanto al concepto de que las minorías deben ser distraídas y sometidas al control, por medio de las hipersimplificaciones emocionales acentuadas fabricadas por el poder, son totalmente naturales en toda sociedad, en el que el poder está enormemente concentrado.

    Las técnicas de fabricación del consenso son mas refinadas en los Estados Unidos, una sociedad dirigida por las empresas mas avanzadas que sus aliados y que, en algunos aspectos importantes, es mas libre que las demás, de modo que las masas ignorantes y estúpidas son más peligrosas. El problema básico, reconocido en todas partes, es que, a medida que el Estado pierde la capacidad de controlar a la población por la fuerza, los sectores privilegiados deben hallar otros métodos para garantizar que la plebe sea eliminada de la escena publica. Y las naciones insignificantes deben ser sometidas a las mismas practicas que la gente insignificante.

    Los moderados liberales sostienen, que los demás deberían ser libres e independientes, pero no libres de elegir las direcciones que se consideren imprudentes o contrarias a los intereses del poder.

    Un sistema de adoctrinamiento que funcione correctamente tiene varias tareas, algunas de ellas bastante delicadas. Uno de sus objetivos son, las masas estúpidas e ignorantes. Deben mantenerse así, desviadas con hipersimplificaciones emocionales potentes, marginadas y aisladas. Idealmente, todo el mundo debiera estar solo ante la pantalla del televisor viendo deportes, películas espectaculares, comedias, etc., privado de las estructuras organizacionales que permiten a los individuos que carecen de recursos, descubrir lo que piensan y lo que creen al interactuar con otros, formulando sus propias preocupaciones y programas que les permiten actuar para hacerlos realidad.

    La plebe, constituye el objetivo adecuado de los medios de comunicación y del sistema de educación orientado a la obediencia y a la formación de valores que sean compatibles con las intenciones del poder, en lo que respecta a las habilidades necesarias, que incluyen algunas veces la repetición de máximas patrióticas. Para que la sumisión se convierta en una característica fiable, debe establecerse en todos los campos. Él público debe ser un observador, no un participante, un consumidor de ideología, además de ser convertido él mismo en un producto. Eduardo Galeano, en su obra titulada, Días y noches de amor y de guerra, afirma que la mayoría debe resignarse al consumo de fantasía, pues se venden a los pobres ilusiones de riqueza, a los oprimidos ilusiones de libertad, a los vencidos sueños de victoria y a los débiles sueños de poder.

    El problema del adoctrinamiento funciona algo diferente para aquellos que se supone participaran en una toma de decisiones y un control serios, digamos en el Estado, en la empresa, en las gestiones culturales y en los sectores con capacidad para expresar sus propuestas en general. Deben interiorizar los valores del sistema y compartir las ilusiones necesarias, que permiten que éste funcione en interés del poder y del privilegio concentrados, o por lo menos, ser lo bastante cínicos como para pretender que lo hacen, arte que pocos pueden dominar. Pero también deben tener un cierto conocimiento de las realidades del mundo o no serán capaces de llevar a cabo sus tareas de forma eficiente. Los medios de comunicación de elite y los sistemas educativos deben abrirse paso a través de estos dilemas, tarea nada fácil, que esta plagada de contradicciones internas.

    La clase especializada de Lippman y la minoría inteligente de Bernays, que han de gestionar los asuntos públicos y los suyos propios, según la teoría democrática liberal, tienen una correspondencia a la vanguardia leninista de intelectuales revolucionarios. La fabricación de consenso, defendida por Lippman, Bernays, Niebuhr, Lasswell y otros, es la Agitrop de sus equivalentes leninistas. Siguiendo un guión elaborado por Bakunin hace un siglo, el sacerdocio secular presente en las dos de los principales sistemas de jerarquía y coacción, considera a las masas como estúpidas e incompetentes, una multitud aturdida que debe ser conducida a un mundo mejor, un mundo que nosotros, la minoría inteligente, construiremos para ellos, ya sea tomando nosotros mismos el poder estatal del modelo leninista o siendo útiles a los propietarios y directivos de los sistemas capitalistas estatales, si es posible explotar la revolución popular para alcanzar la cima del poder.

    Hume propuso esta paradoja tanto para las sociedades despóticas, como para las mas libres. Este ultimo caso es, con diferencia, el más importante. A medida que el mundo social se vuelve más libre y diverso, la tarea de inducir la sumisión se vuelve más compleja y el problema de desenmarañar los mecanismos de adoctrinamiento, todavía más. Precisamente por este motivo, la cultura dominante intentara siempre externalizar las preocupaciones humanas, dirigiéndolas a las insuficiencias y abusos de los demás. Cuando los planes de Estados Unidos fracasan en algún rincón del Tercer Mundo, centran su atención en los defectos y especiales problemas de estas culturas y sus desordenes sociales, no en los de ellos mismos. Fama, respeto y fortuna esperan a quienes revelan los crímenes de los enemigos oficiales. Aquellos que emprendan la tarea muchísimo más importante de presentar un espejo, soluciones y alternativas a sus propias sociedades, pueden esperar un trato distinto.

    ¿Por qué se someten los gobernados, si la fuerza está de su lado?, En primer lugar deberíamos considerar una pregunta previa, ¿ Hasta qué punto está la fuerza del lado de los gobernados?. Las sociedades son consideradas libres y democráticas, siempre y cuando el poder de coacción del Estado sea limitada, en los Estados Unidos se constituye un caso inusual, aquí, tal vez más que en cualquier otra parte del mundo, el ciudadano esta libre de la coacción estatal, por lo menos, el ciudadano que es relativamente privilegiado y que tiene un color de piel adecuado. El control sobre la inversión, la producción, el comercio, las finanzas, las condiciones laborales y otros aspectos cruciales de la política social esta en manos privadas. El no querer adaptarse a esta estructura de autoridad y poder conlleva costos, que van desde la fuerza del Estado hasta el costo de la privación y la lucha. Incluso un individuo de mentalidad independiente difícilmente puede dejar de compararlos con los beneficios correspondientes a la sumisión, por exiguos que sean. Las opciones significativas son, por lo tanto, limitadas. Factores similares limitan la variedad de ideas y opiniones de forma obvia. La expresión coherente es modelada por los mismos poderes privados que controlan la economía. Está mayormente dominada por importantes empresas que venden auditorios a los anunciantes y que, naturalmente, reflejan los intereses de los propietarios y de su mercado. La habilidad para articular y comunicar los propios puntos de vista, preocupaciones e intereses, o incluso para descubrirlos, está, pues, también enormemente limitada.

    La negación de estos tópicos sobre el poder efectivo es, inherente a la estructura de la fantasía necesaria, lo suficientemente interiorizada, asimilada y adoptada por la mayoría, para tenerla como la única verdad sobre la cual nos conducimos.

    El engaño perpetrado por los medios de comunicación y la comunidad intelectual, tiene cierto interés para la paradoja de Hume, acerca de la sumisión a la autoridad. La democracia capitalista estatal tiene una cierta tensión por lo que respecta al emplazamiento del poder; En principio, el pueblo gobierna, pero el poder efectivo reside en su mayor parte en manos privadas, con efectos a gran escala en todo el orden social. Una manera de reducir esta tensión, es eliminar al publico de la escena, excepto en la forma. Cuando por ejemplo, el cargo de primer ejecutivo de una nación, se subordina a favor de una figura simbólica fabricada por la industria de relaciones publicas para realizar ciertas tareas rituales, recibir visitantes, aparecer en ceremonias, leer declaraciones de gobierno, etc. Esto puede constituir un gran avance en la marginación del publico.

    Como la más sofisticada e influyente de las democracias capitalistas estatales del orbe, Los Estados Unidos han llevado a menudo la delantera en la invención de medios para controlar al enemigo interno, y la ultima inspiración será indudablemente imitada en otros lugares, con la diferencia del tiempo habitual.

    Es evidente la subordinación del sistema político actual a los intereses empresariales, y los efectos que produce cuando encuentra obstáculos; evasión de capitales, caída de inversión y el declive social hasta que quede restaurada la confianza empresarial, con el abandono de la amenaza para el privilegio. Si los ricos y poderosos no se encuentran satisfechos, todo el mundo sufrirá porque controlan los niveles sociales básicos, determinando lo que se producirá y consumirá, y que migajas se filtraran hasta sus súbditos. Este decisivo factor, junto con el simple control de los recursos, limita severamente la fuerza del lado del gobierno y disminuye la paradoja de Hume en una democracia capitalista que funcione bien, en la que el público general está disperso y aislado.

    Una vez que las organizaciones populares han sido dispersadas o aplastadas y el poder de tomar decisiones reside firmemente en manos de los propietarios y directivos, las formas democráticas serán bastante aceptables, incluso preferibles como dispositivo de legitimación del gobierno de la elite, en una democracia dirigida por las empresas.

    Un individuo en una sociedad así que debe encontrar un lugar en ella, con el fin de sobrevivir tenderá a pensar sus ideas, a adoptar sus supuestos sobre la inevitabilidad de ciertas formas de autoridad, y en general a adaptarse a sus fines. Los costos de una vida alternativa o de desafiar al poder, tal como ya se menciono, son elevados, los recursos escasos y las perspectivas limitadas.

    Si el poder para moldear el comportamiento comienza a deteriorarse, deben buscarse otros medios para domesticar a la plebe. Cuando la fuerza está del lado de los amos, éstos pueden confiar en medios relativamente toscos para la fabricación del consenso y no necesitan preocuparse abiertamente por lo que piensa la multitud.

    De la Rusia Stalinista, Alexander Gerschenkron observa, "Independientemente de la fuerza del ejercito y de la omnipresencia de la policía secreta que el gobierno en cuestión pueda tener a su disposición, seria ingenuo pensar que estos instrumentos de opresión física puedan bastar. Tal gobierno puede mantenerse en el poder sólo si logra hacer que el pueblo crea que cumple una importante función social que no podría ser desempeñada en su ausencia. La industrialización facilitó esta función al gobierno soviético… el cual hizo lo que ningún gobierno que confiara en el consenso de los gobernados hubiera podido hacer….Pero por paradójico que parezca, estas políticas han asegurado, al mismo tiempo, cierta amplia conformidad por parte del pueblo. Si todas las fuerzas de la población pueden mantenerse ocupadas en los procesos de industrialización, y sí ésta puede ser justificada por la promesa de felicidad y abundancia para las futuras generaciones y, lo que es mucho más importante, por la amenaza de una agresión militar procedente del otro lado de las fronteras, el gobierno dictatorial hallará su poder generalmente incontestado". Esta teoría es respaldada por el rápido colapso del sistema soviético, cuando su incapacidad para progresar hasta una fase mas avanzada de desarrollo industrial y tecnológico se hizo evidente.

    Volviendo a los principios de gobierno de Hume, está claro que deben ser refinados. Cierto, cuando falta la fuerza y los castigos habituales no son suficientes, es necesario recurrir a la fabricación del consenso. Las poblaciones de las sociedades occidentales, o al menos aquellas que estan en situación de defenderse, se encuentran fuera de los limites. Otras son objetos legítimos de represión y, en el tercer mundo, el terror a gran escala resulta apropiado, aunque la conciencia liberal añade la calificación de que debe ser eficaz. El estadista, a diferencia del fanático ideológico, comprenderá que el medio de la violencia debe ser empleado de forma mesurada y considerada, sólo lo suficiente para alcanzar los fines deseados. Por ejemplo, los acontecimientos sucedidos en América Latina, especialmente en Centroamérica, nos indica que la única fuerza militar que debe ser desmantelada, para el poder del imperio, es la única que no esta regularmente implicada en el terror masivo contra la población civil. Como observó Edward Herman, del mismo modo que hay víctimas dignas e indignas (siendo las dignas, las de los perseguidos por los enemigos oficiales, que suscitan gran dolor, y las indignas, las víctimas del poder de los Estados Unidos, cuyo destino les resulta absolutamente indiferente), hay ejércitos dignos e indignos. Los ejércitos dignos, como el de Somoza, El Salvador, Guatemala, Los contras y otros similares, puesto que estan cumpliendo con su trabajo, matan y torturan por encargo de otro gobierno. Los ejércitos indignos no satisfacen estos altos criterios, atreviéndose incluso, a proteger a sus poblaciones de los asesinos que se envían desde Norteamérica. Por consiguiente, deben ser remplazados por unas fuerzas más afines a las necesidades y valores de Estados Unidos.

    La paradoja del gobierno de Hume surge solamente sí suponemos que un elemento crucial de la naturaleza humana esencial, es lo que Bakunin denominó, un instinto de libertad. Lo que Hume encuentra sorprendente es el no poder actuar sobre este instinto. Este mismo fracaso inspiró el clásico lamento de Rosseau de que la gente nace libre, pero que está siempre encadenada, seducida por las ilusiones de la sociedad civil creada por los ricos con el fin de garantizar su pillaje. Algunos pueden adoptar este supuesto como una de las creencias naturales que guían su conducta y su pensamiento. Se han desarrollado esfuerzos para basar el instinto de libertad en una teoría sustantiva de la naturaleza humana.

    Aquellos que adoptan el principio del sentido común de que la libertad es nuestro derecho natural y una necesidad esencial, estarán de acuerdo con Bertrand Russell, en que el anarquismo es el ideal definitivo al que la sociedad debería aproximarse. Las estructuras de jerarquía y dominación son ilegitimas. Solo pueden ser defendidas por motivos de imperiosa necesidad.

    Los viejos lazos de autoridad tienen escaso mérito intrínseco, dijo hace sesenta años B.Russell. Se precisan razones para que la gente abandone sus derechos, y las razones presentadas son razones falsas, que convencen únicamente a aquellos que tienen un interés egoísta en ser convencidos… El estado de sublevación – prosiguió – existe en la mujeres frente a los hombres, en las naciones oprimidas frente a sus opresores y, sobre todo en el movimiento obrero frente al capital. Es un estado de total peligro, como demuestra toda la historia pasada, pero también lleno de esperanza. Russell atribuyo el habito de la sumisión, en parte, a las practicas educativas coactivas. Sus opiniones tienen reminiscencias de los pensadores de los siglos XVII y XVIII, que sostenían que la mente no había de ser atiborrada de conocimientos, desde la nada, como un recipiente, sino que ha de ser estimulada y despertada. El crecimiento del conocimiento se parece al crecimiento de un fruto. Aunque las causas externas pueden contribuir en cierta medida, es el vigor interno y la virtud el árbol lo que debe sazonar los jugos hasta que alcancen su precisa madurez.

    Ideas similares, subyacen en el pensamiento de la ilustración sobre la libertad política e intelectual, y sobre el movimiento obrero independiente, que transforma al trabajador en un instrumento para otros fines en lugar de un ser humano que satisface necesidades internas. Un principio fundamental del pensamiento liberal clásico, aunque olvidado hace mucho tiempo a causa de sus implicaciones revolucionarias.

    No sabemos si el instinto de libertad es o no real. Sí lo es, la historia nos enseña que puede ser obstaculizado, pero que todavía sigue vigente. El valor y la dedicación de la gente que lucha por esa libertad, su voluntad de enfrentarse a un terror de Estado y a una violencia extrema, son muchas veces extraordinarios. Se ha producido un lento aumento de la conciencia a lo largo de muchos años, y se han logrado objetivos que se consideraron utópicos o que fueron escasamente contemplados en épocas anteriores. Como en el caso de muchas de las creencias naturales que guían nuestras vidas, no podemos hacer nada mejor que elegir de acuerdo con nuestra intuición y nuestras esperanzas. Para un optimista, tal vez pensar que con una nueva década y un pronto siglo, la humanidad podrá superar algunas de sus enfermedades sociales.

    Las consecuencias de tal elección están claras. Negando el instinto de libertad, demostraremos que los humanos son una mutación letal, un punto muerto evolutivo. Alimentándolo, sí es real, podemos hallar maneras de abordar tragedias y problemas humanos de enorme magnitud.

     

     

    Recopilado y elaborado por:

    Lic.en Psic. Arturo Falcón Becerril