Comedor inveterado de alpiste
"Se trata de un alimento gigante que por décadas se menospreció, la cantidad de antioxidantes que contiene es enorme, algunas personas dedicadas se han dado a la tarea de crear unas galletas de avena, alfalfa y alpiste mismas que son el suplemento ideal para toda persona que desee estar sana y delgada, sin embargo debemos recordar que el cocimiento del alpiste elimina cualquier enzima que éste contenga, aun cuando la proteína permanece intacta."(Sólo se trata de poner a remojar en agua cinco cucharadas de alpiste por la noche y por la mañana eliminar el agua en que se remojó, poner las cinco cucharadas de alpiste remojado en la licuadora, llenar ésta con un litro de agua pura, licuar y colar.)"Consumir leche de alpiste es una inyección o vacuna muy fuerte contra la diabetes y cualquier enfermedad que se genere por niveles ácidos del cuerpo, por lo tanto, es necesario consumir al menos dos o tres vasos de leche de alpiste diarios para asegurar una figura delgada y un cuerpo muy sano, que claro conlleve a una mente sana".
Esta es la idea, a pesar de toda la tergiversación de hechos que el autor del reporte comete.
Lo que no importa, porque a nadie parece ocurrírsele verificar — en lugar de aceptar, sin discurrir — los "datos", por todos ofrecidos en éste y otros asuntos.
Por mi parte, yo permanezco convencido del hecho, de que si una persona se alimenta de alpiste solamente, de que esa persona, amén de sufrir deficiencias vitamínicas enormes y apabullantes, quizás rebajará muchas libras pero que también sufrirá miserias asociadas.
Necesita mucho alpiste
Pero, aquí estamos, no para evaluar las dietas en general, o la del alpiste en particular, sino para hablar de las codependencias en lo que representa un obstáculo para el tratamiento de alguna de las formas de presentación que, la obesidad — en sus manifestaciones proteicas — adopta.
Las codependencias
De acuerdo al Diccionario Merriam-Webster, la codependencia es una condición o relación en la que una persona es controlada o manipulada por otra, quien sufre de una condición patológica, como en la adicción al alcohol o la heroína.
Codependientes, pueden ser el esposo de la persona, su amante, hijo, progenitor, hermano, compañero de trabajo, o amigo.
Las funciones de la codependencia:
Permitir a la sujeto continuar sus comportamientos autodestructivos.
Rescatar la persona de los problemas que ésta misma se causa, como son arrestos, accidentes, llegar tarde al trabajo o ausentarse de dónde sus deberes requieren su presencia.
Hacer excusas por el comportamiento de ella.
Negar que la persona tiene un problema.
Dependencia emocional
Papeles que los codependientes juegan, incluyen:
Rescatador. Saca al otro de situaciones desagradables, como es consolándole si se desmaya en medio de una borrachera.
Cuidador. Asegurándose que nada le falte.
Facilitador. Racionaliza que los comportamientos de a quién protege son normales, simplemente, permitiéndolos o tomando parte en los mismos.
Héroe. Se convierte en el súper-protector de la persona para mantener su imagen.
La mayoría de los codependientes no están conscientes de que tienen un problema.
Ellos enfocan más energía en las acciones y necesidades del otro, que en las propias.
Asimismo, creen fervientemente, que están ayudando al otro individuo, cuando en realidad, lo perjudican.
En seguida adaptaremos consideraciones ya presentadas en otras lecciones para iluminar nuestro objetivo.
Consideraciones generales
La codependencia, desde el punto de vista clínico, puede ser definida como una enfermedad, cuya característica principal es la falta de identidad propia. El codependiente pierde la conexión con lo que siente, necesita y desea. Si es complaciente y agradable aunque no lo sienta, es porque busca aceptación. Cree que su valor como individuo depende de la opinión de los demás. Da más importancia a los otros que a sí mismo. Se crea una falsa identidad, pues en realidad no está consciente de quién es y está tan desconectado de sus propios sentimientos, que asume la responsabilidad por las acciones del resto. Se avergüenza por lo que hacen otros y toma las cosas de una manera personal. Invirtiendo una enorme cantidad de energía psíquica en mantener una imagen positiva para impresionar a los otros, porque su autoestima es baja, ya que depende del valor que los demás le confieren.
Codependencia
La codependencia se origina en familias disfuncionales y convierte a los miembros de esas familias en personas híper-vigilantes. Al estar el ambiente familiar tan lleno de estrés debido a la violencia, la adicción al alcohol, a las drogas, o a las enfermedades emocionales de sus miembros; la persona codependiente orienta su atención hacia su entorno para defenderse de algún peligro real o imaginario. Este estado de alerta común, es una defensa psicológica, algo paliativo que ayuda a protegerlos en momentos de peligro emocional. Pero cuando ese estado se vuelve crónico, la persona pierde el contacto con sus reacciones internas, ya que todo el tiempo su atención se enfoca lejos de sí misma.
Cuando jóvenes, los niños necesitan seguridad y tener modelos saludables para imitar y para poder descifrar sus propias sensaciones internas. También necesitan aprender a separar los sentimientos de los pensamientos y a generar autoestima desde sí mismos. Si el niño pierde el contacto con sus sentimientos, tratará de llenar sus necesidades con estímulos externos y se convertirá en un adulto codependiente.
Aplicaciones prácticas
Cuando alguien vive su vida a través de las de los demás y a costa de sus legítimas necesidades, ese individuo va más allá de lo que constituye la madurez genuina. Esa persona se consume y se destruye, para complacer al otro, hasta el punto de la disipación psicológica.
Todo afecto que no produce paz, sino angustia o culpa, está contaminado de codependencia. Ese tipo de apego patológico, de obsesión, es sumamente destructivo. Al no producir paz interior ni crecimiento espiritual, no lleva a la felicidad.
Familia disfuncional
La codependencia crea amargura, angustia, enojo y culpabilidad irracional. El fruto de una relación verdadera debe ser la paz y la alegría. Si no es así, algo no está bien.
La codependencia nace de un hambre nociva por aceptación, quizás provocada por un ambiente familiar en el cual uno no se sentía bienvenido o aceptado.
El dolor en la codependencia es siempre mayor que el afecto que se recibe.
Una de las características de la persona codependiente es que no confía en la persona a la que trata de influir. Esto lo demuestra persiguiéndola, tratando de controlarla, diciéndole lo que tiene que hacer, celándola y procurando avasallarla con sus demandas infantiles.
La sobreprotección, signo de codependencia, a veces nace de la situación de una persona que ha perdido a su esposo, o de un hijo que ha perdido a su padre.
Hay, asimismo, padres que usan a sus hijos para llenar un vacío.
Existen igualmente seres humanos que usan al cónyuge o al amante para mantener viva en el presente, una relación que en el pasado permaneciera irresuelta, aunque la otra persona haya muerto.
El codependiente no sabe quién es, lo que siente, ni cuáles son sus necesidades emocionales. El codependiente vive como un ser vacío.
El codependiente, a menudo sufre del fenómeno de la anhedonia. Estudiado en previas lecciones.
El amor maduro promueve el crecimiento mutuo. El fin de todo ser humano no es complacer siempre al otro, o ser lo que el otro espera, sino ser el reflector de su individualidad propia para los demás y para sí mismo. El sentirse autónomo e independiente de todos los demás.
Apego normal
La codependencia aparenta ser devoción, pero es egoísmo, mutua destrucción, miedo, control, relación condicionada: "Te amo si cambias". "Si no haces lo que digo, te recrimino, te persigo, me siento tu víctima." En la codependencia hay una gran cantidad de manipulación. Es una relación descontrolada: "hagamos todo lo que sea para que el otro se acomode a mí y a mis demandas de él".
En momentos de frustración, la codependencia es abusiva o demuestra asimismo enorme tolerancia a ser víctima del abuso. La persona codependiente permite tanto dolor, que no reconoce la explotación cuando lo sufre. Ha llegado a tener una autoestima tan baja, que ya no se da cuenta de que están aprovechándose de ella.
El codependiente necesita dar continuamente para no sufrir culpabilidad, ansiedad, enojo, miedo, o temor. Necesita dar, sentirse necesario para tener autoestima. Está dominado por sentimientos enfermizos y no por la razón.
El amor humano debe ajustarse al principio de la realidad. Los codependientes se dejan gobernar solamente por sus sentimientos. Sus autoestimas dependen del comportamiento o de la reacción de quienes dicen querer.
El codependiente necesita ayuda profesional, de lo contrario sus actividades destructivas se perpetuarán. (El libro aquí que recomendamos es: Codependent No More, por M. Beattie).
Consideraciones adicionales
El codependiente mantiene su propio estilo de vida y su modo de relacionarse con otros debido a su baja autoestima.
Su enfoque es siempre en los demás y no en sí mismo.
La persona codependiente no sabe recrearse porque toma la vida demasiado en serio.
Se le dificulta lograr intimidad con otros porque teme ser herida por ellos.
Necesita desesperadamente la aprobación de los demás y por ello busca complacer a todo el mundo.
Siente ansiedad cuando tiene que tomar decisiones porque teme equivocarse.
Niega sus propios sentimientos.
Es titubeante y emocionalmente indeciso.
Apego patológico
El punto de vista psicoanalítico
La pauta, que con frecuencia muchos siguen, para entender la patología del ego del codependiente es la del modelo provisto por las adicciones. Lo que es erróneo.
Primero es el caso de que la adicción es un fenómeno tan físico como lo es psicológico.
En las adicciones, una vez que los circuitos reflejos, donde los centros del placer se originan, se establecen; éstos se mantienen por medio de reacciones químicas basadas en el metabolismo de ciertos neurotransmisores.
Desde ese mismo instante, el ejercicio y el poder de la voluntad se desvanecen.
En la codependencia, es esencial que la persona en su desarrollo psicosexual, haya logrado, haber establecido la capacidad de formar relaciones íntimas, aunque éstas sean primitivas e infantiles en sus esencias.
Esta capacidad de relacionarse con otros, no es madura, porque está matizada con los tonos emocionales característicos de conflictos pasados e irresueltos.
El drogadicto no necesita, para la perpetuación de su enfermedad, la reciprocidad de relaciones humanas que son características del codependiente. El que de las drogas depende, se conforma con su dosis o pinchazo y ahí concluye toda su ansiedad.
Relación saludable
Para el codependiente, la "droga" es aquella relación pasada, distorsionada y abrumadora, que aunque ya muerta, hace sentir su presencia catastrófica en el presente dinámico de quien la padece.
Esta "droga" es disimulada en sus apariencias, y oculta en sus manifestaciones. Nadie la ve, si no sabe cómo buscarla. Sin embargo, la "droga" invisible, estableciendo su control sobre el ego y sus mecanismos de defensa, inhabilita a la persona en su capacidad de interpretar las realidades externas, las que distorsiona; respondiendo a situaciones presentes como si estuviera viviendo en su pasado remoto. En otras palabras, el amante de hoy es el padre de ayer — como si hoy, todavía fuera ayer.
La codependencia puede ser resumida como una muerte que no fue lamentada.
La terapia
La terapia debe de enfocar en los problemas de sentir en el presente, por medio de la transferencia, el dolor de la pérdida pasada; para qué, entonces, el ego se libere de la carga pesarosa de una angustia interminable.
Prosiguiendo con el tema de la obesidad como expresión de la codependencia
La obesidad, como todos los que la conocen, y tratan de entenderla es un monstruo de muchas cabezas, y, como tal, no puede combatirse fácilmente.
Revisemos algunos de los hechos que se han establecido, con rigorosa certeza, acerca de esta enfermedad.
El control del sobrepeso, no es simplemente un asunto de fuerza de voluntad. En todos los casos, los genes entran en juego para establecer el punto de ajuste ("setpoint") del peso del cuerpo, el que el cerebro defiende obstinadamente.
Las dietas por sí solas son pocas veces efectivas en controlar la gordura, como todos, bien sabemos.
El ejercicio en moderación, asimismo, muy raramente resulta en pérdidas de peso sustantivas y de largo plazo. Las últimas requieren ejercicios intensos y rigurosos. No como los que se estilan en los gimnasios.
Los americanos han venido engordando por muchos años, y en conjunto con el aumento de tamaño de sus cinturas, nos ha llegado un exceso de creencias folklóricas, basadas en fantasía populares, como la susodicha acerca del alpiste.
Ningunas de las recomendaciones que los "expertos de calzada" nos aconsejan poseen valor alguno. Sin embargo, todos opinan que sus sugerencias harán que el problema desaparezca.
Millones de nuevos obesos, y billones de libras ganadas, son testigos del hecho de que las dietas no funcionan.
Los científicos son menos optimistas. Mucho de los "así llamados" "hechos acerca de la obesidad", todos concurren, no son más que especulaciones y excesivas simplificaciones de la evidencia disponible.
La dieta y el ejercicio son importantes, pero esas influencias del entorno, en aislamiento, no controlan el peso del individuo.
La composición grasa de cuerpo es influenciada por el ADN y monitoreada por el cerebro, no solamente por la dieta o el ejercicio.
Soslayar esos sistemas físicos, no es una cuestión simple de fuerza de voluntad.
Más de un 66% de los americanos son gordos u obesos, de acuerdo al CDC (Centers for Disease Control and Prevention), en Atlanta.
Aunque el porcentaje de los obesos no ha aumentado recientemente, eso no significa que la progresión ha cesado.
El cordero expiatorio para culpar por esta situación, ha sido la dieta errada que los americanos actualmente consumen. Lo que las compañías que producen los fast food, deniegan vigorosa y enfáticamente. Como era de ser esperado.
Sin embargo, la noción de que los americanos comían mejor en tiempos pasados se considera infundada por muchas autoridades.
En el año 1966, cuando los norteamericanos eran todavía comparativamente delgados, más de dos mil millones de hamburguesas se habían vendido por la cadena McDonald, dice el sociólogo Barry Glassner, quien culpa la vida sedentaria por la epidemia y no a la calidad de la dieta.
Lo que decididamente — aunque Glassner sea un intelecto de envergadura y mérito, que además es de constitución delgada — no impide que algunos, no nos ceguemos con la "sabiduría" que de él emana, ya que para hacer sus consideraciones dejó fuera factores esenciales para su fácil determinación.
Crack
Esa caminata, despaciosa después de la cena, puede que sea agradable, y asimismo puede que sea mejor que otra ocasión comiendo frente a la televisión. Pero, ejercicio modesto, de este tipo, de acuerdo a la evidencia, no reduce el peso de manera significativa.
La cruda realidad, se ha demostrado, es que las personas tienden a sobreestimar las calorías quemadas por el ejercicio, y subestimar las calorías contenidas en la comida que consumen.
Afectar este equilibrio, es mucho más complicado de lo que la mayoría de las personas piensan, incluyendo los científicos.
Veamos
Hay 3,500 calorías en una libra. La matemática de esta ecuación debería de actuar de la siguiente manera: Si se sustraen 100 calorías por día, caminando 30 minutos, uno pierde una libra cada 35 días.
¿Correcto?
NO
Es imposible para una persona mantener su ingesta diaria de calorías dentro de una cantidad establecida día tras día.
El conteo de libras calorías es un arte impreciso.
Veamos si uno gana una libra al día, en un año habrá ganado 465 y en diez años, 3,650. Lo que es absurdo.
Además, los científicos, sólo recientemente, han venido entendiendo que el cerebro ejerce un control increíble sobre la composición grasa del cuerpo y de cuánto una persona come.
La realidad triste, es que existen mecanismos fisiológicos que oponen que una persona pierda de peso.
Infelicidad
Los, desesperados investigadores, en búsqueda de respuestas, actualmente creen que cada individuo nace con un peso determinado genéticamente dentro de un ámbito de 30 libras.
De acuerdo a esta teoría, las personas que fuerzan su peso debajo de los límites predeterminados por la Naturaleza, sienten más hambre y comen más.
Las tentaciones de nuestro entorno, la vida sedentaria, la presencia de comidas que engordan fácilmente, puede que no nos basten para explicar el por qué estamos engordando a un ritmo tan acelerado.
La horrible realidad, es que el campo de la obesidad y su cura están en un estado de confusión.
La codependecia en la obesidad
Mario
No era un adolescente típico, ni su niñez tampoco lo fue. Siempre fue "el gordito" a quienes todos tomaban el pelo, y el bromista a quienes todos celebraban.
Siempre evitó las tareas difíciles y nunca escondió su indiferencia a su obesidad.
Cuando a los dieciséis años se le diagnosticó diabetes II, la familia decidió registrarlo en un gimnasio en el que ofrecían los servicios de una dietista.
Resultó ganando diez libras en las tres semanas que participó en el programa.
La familia, como pesaba 290 libras, decidió considerar, y descartó la opción de la cirugía bariátrica, ya que esperaban que Mario, fuera capaz de vencer sus resistencias y comenzar un plan dietético que resultaría en perder el peso que lo agobiaba.
Culpa
Cuando estas esperanzas fueran frustradas de nuevo, y cuando, pensando que el joven estaba "deprimido", como resultado de leer unas de mis publicaciones al respecto, hicieron cita.
Las dinámicas de la familia eran complejas.
Los padres se casaron muy jóvenes, debido a un embarazo resultado del descuido de ambos.
Muy pronto nacieron varios hijos más, en sucesión muy rápida, lo que obligó a los jóvenes esposos a laborar dentro de los negocios de la familia.
Desavenencias entre los cónyuges y sus familiares resultaron en que ambos tuvieran que procurar empleo en otras empresas.
Lo que les añadió problemas económicos.
Mario, nunca fue aceptado por su padre, quien ostensiblemente, lo despreciaba y lo disminuía con sus críticas constantes.
Por su parte, la madre, veía su rol como la rescatadora del hijo maltratado.
Cuando, como resultado de sesiones de terapia dos veces a la semana, acompañadas de chequeo de peso diario y una hora y media de montar su bicicleta todos los días antes de pesarlo — Mario empezó a rebajar una libra todos los días — cambios perceptibles ocurrieron en el comportamiento de la mamá.
Ésta, abandonó toda supervisión de las comidas del joven, se "olvidaba" de asistir a sus terapias, y dejaba, donde Mario pudiese encontrarlos, comestibles que estaban excluidos de su plan.
Una vez, cuando el hijo le comunicó que ya había perdido 12 libras, comentó: "no te me pongas flaco muy pronto, porque no te voy a reconocer".
Disecto por Dino Valls
En otra ocasión le advirtió, "cuando te consigas novia (Mario nunca había tenido una relación amorosa en su vida), no la traigas a esta casa para metérselo."
Mario reconoció en su terapia que la comida era algo muy poderoso para él, ya que había sido su identificación y "droga" de por vida. Pero, que ahora percibía a su mamá como una mujer entristecida frente a la inminente pérdida de la dependencia del hijo que, sin ella, vivir no podía. Una experiencia que ambos compartían.
En resumen
Uno de los problemas en el entendimiento de la obesidad, es que, a menudo, se ignora el obeso y su entorno habilitante, donde la codependencia se origina.
En este caso, antes de proceder con Mario, era necesario que los "asuntos pendientes" en la dinamia familiar fueran resueltos porque representaban un obstáculo insuperable para su progresión.
El tratamiento fue largo, pero el resultado fue gratificante y positivo.
Bibliografía
Larocca, (2007) La obesidad juvenil en monografías.com
Larocca, F: (2007) La Anhedonia, síntoma residual y frecuente de algunas depresiones y de cómo tratarla en monografías.com
Larocca, F: (2008) Epigénesis: Nueva ciencia que revoluciona la medicina y la psi
Larocca, F: (2008) La obesidad en la adolescencia como expresión de autonomía
en psikis.cl y en monografías.com
Larocca, F: (2009) La obesidad no es fallo personal en psikis.cl
Larocca, (2009) La genética del comportamiento humano: (NEXT[1]) la conquista más incierta de la biología conductista en psikis.cl y en monografías.com
Larocca, F: (2009) Gastroplastía y lobotomía: La conexión entre el estómago y el cerebro — La serotonina reexaminada en psikis.cl y en monografías.com
Larocca, F: (2009) Nature vs Nurture: El Yin y Yang de la teleología aplicado a las ciencias del comportamiento humano. en psikis.cl y en monografías.com
Larocca, F: (2009) La obesidad, los microbios y la agonía de ser obeso: Una lucha de proporciones enormes en monografías.com
Larocca, F: (2009) La grasa que adelgaza: Otra mentira acerca de la obesidad en monografías.com
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |