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Aproximación a las relaciones de poder en la red

Partes: 1, 2

    Idioma original:   · castellano

    Palabras clave:  · cambios científico-tecnológicos  · cibersociedad  · comunicación  · globalización económica  · sociedad de la información

    ABSTRACT: La sociedad del conocimiento/información no es actualmente un simple slogan político, sino que unido al concepto de la nueva economía y en general a la globalización exterioriza una especial relación de poder de dependencia del mundo con la única superpotencia existente desde finales del siglo XX, en el inicio de la era digital, los Estados Unidos. La segunda mitad del siglo XX ha estado caracterizada por la imposición económica de algunas multinacionales sobre las políticas nacionales, de unos países (los menos) sobre otros (los mas). Asimismo, desde el último tercio del siglo veinte la sociedad del conocimiento y la globalización define un nuevo estado mundial cibernético, y en el que destaca la comunicación por internete, que le caracteriza.

    1. Del poder nacional al poder global

    Actualmente, Poulantzas no tiene razón, cuando escribía en 1978, que "lo específico del Estado capitalista es que absorbe el tiempo y los espacios sociales, establece sus matrices y monopoliza sus organización, convirtiéndolos, por su acción, en redes de dominio y poder. Por eso, la nación moderna es producto del Estado" (1978: 109), y tampoco lo tiene en parte Manuel Castells, al señalar en 2000, en general que "el control estatal sobre el espacio y el tiempo se ve superado cada vez más por los flujos globales de capital, bienes, servicios, tecnología, comunicación y poder"(2000: 271), pues se debe especificar que esta acción de dependencia política supranacional está dirigida por los Estados Unidos.

    En el último tercio del siglo XX una novedosa revolución tecnológica, fundamentada en las tecnologías de la información/comunicación está modificando de forma acelerada la sociedad postindustrial, de consumo en una nueva sociedad red. Esta la revolución tecnológica se fundamenta en los nuevos sistemas de información/comunicación (1); la reestructuración del capitalismo, con las economías de todo el mundo interdependientes a escala global, una competencia global en un contexto de creciente diferenciación geográfica, una mayor flexibilidad en la gestión, la descentralización e interconexión de las empresas, el aumento del capital frente al trabajo, con el declive del sindicalismo y la incertidumbre en el puesto de trabajo, y la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral; además, de la caída del estatismo soviético, alterando la geopolítica internacional, y en consecuencia el fin de la guerra fría; la intervención del Estado para des-regular los mercados de forma selectiva y desmantelar el sistema de bienestar social, y la difusión de la "lógica de las redes en todas las formas de organización" (Castells et al: 2002, 11). Mientras se ha integrado globalmente los mercados financieros, ha ascendido el Pacífico asiático como nuevo centro industrial dominante, se ha unificado la económica europea, ha surgido una economía regional norteamericana, se ha diversificado y posteriormente se ha desintegrado el Tercer Mundo, se ha transformado gradualmente Rusia y la antigua zona de influencia soviética en economías de mercado, y Estados Unidos se ha consolidado como la única potencia mundial, conformando un nuevo modelo institucional, de valores culturales y una original estructura social, que tiende a uniformar y caracterizar a los países desarrollados y por ende a la sociedad en su conjunto.

    Actualmente, la única superpotencia que existe ha sido la creadora y es la promotora del nuevo orden político y económico global, que se desarrolla de forma espectacular a través de internet (2).

    A la sombra de este nuevo poder global, se ejercita una serie de acciones antagónicas, por una parte se favorece que el estado nacional participa y organiza instituciones a nivel supranacional, que sirven para reafirmar y ampliar su poder, y por otra parte algunas empresas multinacionales de nuevas tecnologías y servicios de determinados países (principalmente de los Estados Unidos) actúen sobre otras naciones (gran parte del mundo industrializado y en vía de desarrollo), y éstas últimas bajo una especial coyuntura geopolítica mundial promueven un especial conjunto de hechos políticos, económicos, sociales, culturales tendentes a unificar a los países, a su cultura, política y economía (bajos los criterios de aliados, occidental, democracia y capitalismo o nuevo capitalismo –si se atiende a su carácter diferencial con la tradicional-, respectivamente) (3).

    La conformación del Estado-nación se inicia en la Edad Moderna (4), pero a partir de la segunda mitad del siglo XX y sobre todo a su último tercio, ha perdido poder en el ámbito comercial, legal, militar, cultural e incluso político sobre sus ciudadanos y los extranjeros residentes en el país, aunque por ahora mantiene su "influencia" (5), pues se ha sucediendo tres hechos significativos distintos:

    1. Uno particular, interno, que está caracterizado porque junto a la descentralización del poder central de los países, las administraciones regionales (o comarcales) e incluso locales han acrecentado las tendencias centrífugas nacionalistas (culturales y/o étnicas en ocasiones).
    2. Otro general, en el que las multinacionales industrial (principalmente oligopolios o monopolios), típicas hasta mediados del siglo XX, han sido sustituidas por otro nuevo tipo de multinacionales que comercializan o se desarrollan principalmente a través de la red, y
    3. Con el desarrollo de las industrias de la información/comunicación y servicios, y la correspondiente debilitación de los poderes nacionales, se ha impuesto un poder único político, económico y militar controlado por los Estados Unidos sobre el resto del mundo.

    1.1 Decadencia del Estado-nación

    Durante varios siglos, en la Edad Moderna y Contemporánea ha coexistido, aunque ha sido una excepción y no una regla en la humanidad, un periodo histórico que ha estado caracterizado por el predominio de los Estados-nación, pero en la actualidad -según Touraine-, la conceptualización y la práctica histórica de Locke se ha impuesto sobre el contrato social de Rousseau, por lo que la sociedad construida en torno al Estado-nación aparenta desaparecer, aunque en realidad está en inmerso en un proceso de cambio, de un tipo de sociedad a otra. Por tanto, decae la concepción histórica de Rousseau y de Gramsci, por ejemplo, en la que el primero defendía un acuerdo colectivo en beneficio del bien social, mientras que el segundo resalta la relación entre los movimientos sociales y el Estado, para su transformación de forma consensuada, a cambio de la transformación del Estado, que comienza a dejar de ser el centro del poder nacional, así como la noción de sociedad civil pierde importancia, debido a que su acción no determina una transformación de la sociedad (6). La política se ha profesionalizado, vinculada a partidos políticos, grupos de poder financieros o grandes empresas nacionales y clases profesionales que se integran en el sistema de gestión instrumental de los flujos globales de riqueza, poder e información/comunicación, al mismo tiempo que el Estado se ha transformado en una función especial de poder, que "ha dejado de ser un lugar para convertirse en un código, un código simbólico o cultural" (Castells: 2002, 53). Por tanto, se puede decir que "el poder está en nuestras mentes, actuamos obedeciendo a lo que pensamos, y de lo que pensamos depende nuestra relación con un mundo de símbolos y comunicación (…). [Y] la única manera de oponer resistencia a la abstracción del poder sería la reconstrucción ajena a la lógica inscrita en las redes del poder" (Castells: 2002, 53-54). A pesar de esto, en Norteamérica y en algunos otros países proliferan agrupaciones populares, orientadas a ciertos principios no tradicionales del Estado o de la política convencional, sino de otra variante de motivaciones sociales, culturales, religiosas… que afecta casi exclusivamente a los miembros de dicho grupo o a sus "semejantes" de ideas, preocupaciones o aspiraciones comunes. Como una variante de esta tendencia, Touraine pone especial énfasis en marcar la falta de interés o la negación a la integración de los jóvenes de origen extranjero residentes en Francia, y razona que es debido al fuerte principio de identidad con que llegan dichos inmigrantes a suelo galo (7), aunque obvia que la solución no es la marginalidad pertua (8).

    Es evidente la descomposición de la idea clásica de la sociedad, y en particular de la noción Estado-nación, promovida por el poder de los Estados Unidos sobre el mundo, imponiéndose el poder local y el poder regional o supranacional en perjuicio del poder nacional, desarrollado desde la Edad Moderna hasta finales del siglo XX, y por tanto se debería proclamar el fin de la Edad Contemporánea. En la Edad Actual, en Europa en particular se ha impuesto la Unión supranacional, con tendencia a un único Estado (federativo, confederal o supranacional), con una asamblea legislativa, una moneda única y una comisión que constituye un gobierno, con presidente de la UE, y cuyas directivas se imponen a los parlamentos, y afectan a todos los aspectos de la vida cotidiana de cada uno de los países miembros, aunque también continúa existiendo múltiples aspectos de la vida social, desde la más personal hasta la general, que no se organizan en el ámbito europeo, y que significativamente mantiene la tendencia seguida por el desarrollo tecnológico, la información, las comunicaciones, la economía y la política internacional de dependencia.

    Aunque, es cierta la idea expuesta por Daniel Bell de que "en la época contemporánea, las naciones se han vuelto demasiado pequeñas para resolver los grandes problemas, y demasiado grandes para resolver los pequeños" (9), el cambio de sociedad es debido principamente por las necesidades geopolíticas estadounidenses de conformarse como única potencia mundial en la nueva sociedad red, y para ello ha acentuado la individualidad, ha acrecentado la diferenciación del sujeto con respecto a la sociedad nacional, ciñéndolo más a su entorno local, y al mismo tiempo a depender globalmente de la omnipresente red.

    Desde una perspectiva histórica, la sociedad ha evolucionado a lo largo del tiempo, Castells establece tres modelos de relación: el primero, se desarrolla entre dos polos fundamentales de la existencia humana, y se caracterizó durante milenios por el dominio de la "naturaleza sobre la cultura", aunque añadiría que de la religión o/e iglesia u orden religioso; el segundo modelo, se origina en la Edad Moderna, y se fundamenta en la Edad Contemporánea, asocióndola a la revolución industrial y el triunfo de la razón, con la natural imposición de la cultura sobre la naturaleza. Y, el tercero, se relaciona con la revolución tecnológica de la información/comunicación, y en el que la "cultura hace referencia directa a la cultura" (Castells), se fundamenta en una especial dependencia del poder global, en ara de la cultura, y –que al menos en su intención- pretende controlar a la sociedad en su totalidad. Y, no sólo indirectamente a través de la ONU, Unesco, FMI, BM, sino directamente desde la red.

    Los diferentes tipos de sociedad no desaparecen (10), sino que coexisten o/y se sustituyen. Por esto, las "reglas" de la sociedad, "nuestra" (Giddens) o sociedad de consumo no están desapareciendo, sólo están cambiando (11). Ante la crisis global que está afectando a la mayoría de los países del mundo, agudizados por intereses externos, los Estados-nación experimentan una significativa crisis de identidad ante estos cambios que se ven obligados (o al menos insinuados) a realizar, y en estas circunstancia se adaptan sus estructuras y funcionamiento, convirtiéndose a su vez en red, y construyen instituciones supranacionales e internacionales de gobiernos compartidos, con marcado carácter económico, como el realizado por la Unión Europea (12), o el segundo proceso evolutivo seguido por Mercosur…, u otros de forma menos estructurada (la OTAN, NAFTA -Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio-); o de forma asimétrica, en cuanto a sus obligaciones, al imponer la lógica de los mercados globales a las economías en desarrollo (FMI -Fondo Monetario Internacional-), o se integran directamente con su mentor (ALCA…), o por el contrario, algunos países intentan mantenerse al margen del proceso globalizador. Pero en la mayoría de los casos, y de forma creciente, se produce un proceso de descentralización política, al transferir recursos de los gobiernos nacionales a los gobiernos regionales, locales, u organizaciones no gubernamentales, e indirectamente ante la omnipresente actual potencia mundial. Y, es precisamente la conjunci;on de este conjunto de diferentes tendencias, que se suceden simultánea y conjuntamente hacia la supranacionalidad y lo local, con las que advienen en una nueva forma de Estado, "Estado red" (Castells: 2002, 141), y que obviamente predomina y predominará en la sociedad red.

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