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Maíz transgénico en México


Partes: 1, 2

  1. Los transgénicos
  2. El debate ante los transgénicos
  3. Soberanía alimentaria a transnacionales
  4. Si ya sabemos lo malo de los alimentos transgénicos, porque no se actúa
  5. El maíz Bt.
  6. México como centro de origen, domesticación y diversificación del maíz
  7. Porque no al maíz GM
  8. Argumentos que desenmascaran los engaños de Monsanto
  9. Evaluaciones técnicas de las líneas de maíz transgénico
  10. Problemas a causa de las toxinas del maíz transgénico
  11. Los transgénicos no resuelven los problemas de alimentación
  12. Transgénicos, sin ventajas para el consumidor y el clima
  13. Riesgos de las modificaciones de los transgénicos al ser liberados
  14. La crónica de un desastre anunciado
  15. Destrucción cultural del país y regreso al latifundio
  16. Impacto a la agricultura
  17. Contaminación transgénica inminente
  18. Literatura citada

Los transgénicos

Son organismos modificados por ingeniería genética, conocidos como organismos genéticamente modificados (OGMs) o transgénicos, puede ser una planta, animal, hongo, bacteria o alga, entre otros, a cuya cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN) se introducen genes de otro organismo. El organismo del que se toman los genes puede pertenecer a la misma especie o ser de una completamente distinta, incluso de un reino diferente. En teoría, esto significa que se pueden tomar genes de una bacteria e introducirlos a una planta o a un animal; o pasar genes de una planta a un ratón o a células humanas. Por lo tanto, los OGMs son seres vivos nuevos, inéditos en la naturaleza y poseen información genética que no existía en su especie (Greenpeace, 2010).

La modificación genética es posible, debido a que todos los organismos vivos están constituidos por ADN, es decir están definidos por la misma molécula de la vida. Por ejemplo los maíces modificados genéticamente (maíz GM) que se encuentran actualmente en el mercado responden exclusivamente a dos características agronómicas: resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas (Silva, 2005).

Es importante entender que por las características de México, es necesario analizar y meditar las repercusiones que puede traer la introducción de los transgénicos. México cuenta con una gran riqueza en biodiversidad, es centro de origen y diversidad de muchos cultivos como: maíz, frijol, jitomate, chile, papa, ente otros. Estos cultivos tienen gran cantidad de parientes silvestres nativos. Ante esta riqueza biológica y sin una regulación en bioseguridad, México queda en una posición altamente vulnerable (Greenpeace, 2000).

El debate ante los transgénicos

Cada vez que pueden los legisladores y altos funcionarios del gobierno federal proclaman que trabajan para que México sea más próspero y soberano, con menos pobres. En el caso del sector agropecuario, insisten en que las medidas gubernamentales y la legislación que aprueba el Congreso de la Unión buscan modernizarlo, elevando la producción sin afectar el medio ambiente, además de mejorar la calidad de vida de la población rural. Y que México debe ser autosuficiente en productos de consumo generalizado, porque no hay peor dependencia que la alimentaria. Pero casi, si no es que siempre los legisladores y funcionarios olvidan esas promesas, por lo que resulta oportuna la publicación del pequeño, el maíz transgénico en México (en quince píldoras). Obra editada por el Instituto de Artes Graficas de Oaxaca y el patronato de defensa del patrimonio cultural. En este libro se detalla con datos claros y precisos, reportados por los científicos, donde se demuestran las ventajas de las variedades nativas que los campesinos han preservado durante generaciones, sobre las genéticamente modificadas, y cómo el maíz transgénico no es ecológicamente limpio y por lo que se llegaría a perder este germoplasma, si se autoriza la siembra de maíz GM en el territorio nacional (Restrepo, 2014).

La decisión de sembrar maíz transgénico en México a nivel comercial ha sido una papa caliente para los gobiernos en turno. Durante los dos sexenios panistas, que permitieron el avance en fases experimental y piloto, no se tomó una determinación para su liberación final; el gobierno del PRI en turno, tampoco ha tomado una decisión, pero las presiones de empresas transnacionales para su liberación y por otro lado los grupos ambientalistas y mucha gente consiente a su no liberación, siguen presentes, y para muchos sólo es cuestión de esperar. El debate en torno a la siembra de maíz transgénico en México, que se ha extendido en el tiempo en diferentes frentes, ahora ha pasado al ámbito editorial. En días pasados de febrero 2014, científicos presentaron el libro el maíz en peligro ante los transgénicos, donde se argumenta con datos duros porqué no se debe sembrar maíz GM en México (Perea, 2014).

Los científicos argumentan que con la liberación de maíz transgénico en México, se pone en riesgo la permanencia de la agricultura campesina y la gran diversidad de maíz nativo que existe en nuestro país, su centro de origen. Esta riqueza invaluable se expondría a una contaminación transgénica con consecuencias funestas, al afectar la base de la alimentación de la población mexicana y un elemento central de nuestra cultura, así como la seguridad alimentaria mundial. En el libro el maíz en peligro ante los transgénicos, se hace un análisis integral sobre el caso de México. Aquí se demuestra desde la ciencia, comprometida con la justicia social y el medio ambiente, que México debe decir no a los transgénicos, porque ponen en riesgo nuestra salud, el medio ambiente y la soberanía alimentaria, no sólo del país sino del mundo entero. La única razón por la que se sigue debatiendo el tema es porque hay fuertes intereses que están tratando de ocultar la evidencia, por los hechos ya demostrados que ni son más productivos, ni seguros, y además no lo necesitamos. Realmente no hay ya un debate científico, porque la ciencia ha demostrado que estos desarrollos son insuficientes y obsoletos. Se hace un llamado a que los gobernantes dejen de estar actuando en función de las presiones de los grandes intereses económicos de las transnacionales y que actúen más en función de los intereses científicos y conozcan la evidencia que presentamos en este libro; de lo contrario sobre su conciencia y cabeza pesará el riesgo y la integridad en lo que han puesto a las culturas indígenas campesinas que han acompañado la variabilidad y diversificación a través de milenios al maíz nativo de México. Así de simple las transnacionales quieren contaminar primero y después no dejar ni un vestigio de esto sobre faz de la tierra y hacernos perder a los mexicanos dicho germoplasma y ya no alcanzar el hilo de nuestra soberanía alimentaria y ahora si a verse visto comer de la mano de las transnacionales (Monsanto, Dupont/Pionner, Syngenta, entre otras), su alimento convertido en veneno, compararles sus semillas muy caras y a de gallina (para no decir lo que siento y no decir las leperadas que quisiera expresar) (Alvarez y Piñeyro, 2014).

Soberanía alimentaria a transnacionales

La seguridad alimentaria, es un tema de actualidad tan importante hasta en la problemática de la nutrición vegetal, pues debemos entender que las formas de vida del planta, de una u otra manera tienen relación con el recurso suelo, que en su interrelación con los demás recursos y factores del ambiente influyen y establecen todos los flujos de energía que necesita la vida para nacer, crecer, desarrollar, reproducirse, morir, desintegrarse y reintegrase de nuevo al suelo, atendiendo a la ley de la naturaleza, donde la materia no se crea, solo se trasforma. Al atender el problema de seguridad alimentaria implica considerar todos los tópicos referentes al recurso suelo y sus demás recursos interrelacionados como agua, flora, fauna, manejo, cuidado, conservación, degradación, desperdicio de agua y la pérdida de biodiversidad. La sociedad va a tener que forzar a los políticos a que cambien sus planes y objetivos, porque el hambre, no es que venga, sino ya está aquí, sólo que el Estado no lo ve o no lo quiere ver. Hasta ahora, ni el Estado mexicano, ni la sociedad han sentido la presión de lo que significa perder soberanía alimentaria, pero no es difícil imaginar qué ocurrirá en México si el kilo de tortilla, llegase a alcanzar el precio de 50 pesos y que podría ocurrir si continúan las tendencias actuales en donde ya importamos uno de cada 3 kilos de maíz que se consumen (Turrent, 2012).

Sólo seis compañías trasnacionales controlan entre 60 y 70 por ciento de la producción mundial de semillas, mismas que han comenzado a introducir alimentos genéticamente modificados a escala planetaria, con lo que tienen cada vez mayor control sobre los alimentos que se producen y que consume la humanidad y donde se corre el riesgo de acabar como esclavos de un monopolio gigantesco para la producción de alimentos. No creo que alguien o yo tengamos problemas con la biotecnología y los transgénicos, sino a lo que se le teme es a la privatización de la producción de semillas, lo cual no es ético y se debe encarar con todos los medios y recursos posibles. El problema es que México ha dejado de invertir en investigación y las empresas multinacionales lo que están haciendo y justificando, es dar por resuelto el problema de la alimentación de países como el nuestro, y así se está confiando un derecho humano elemental a empresas deshonestas que están persiguiendo esquemas de máxima ganancia (usura a costa de lo que sea) y no el bienestar social de la población. Los gobiernos deshonestos y funcionarios corruptos están dejando en manos de estas empresas el problema de la soberanía alimentaria, es decir, le están poniendo en charola de plata el derecho de los pueblos para decidir por ellos qué, cómo, cuándo y donde producir sus alimentos (Sarukhán, 2014).

En México no necesitamos los maíces transgénicos, ya que con variedades convencionales se puede lograr la autosuficiencia en maíz e incluso si se diera el caso de que se sembrara maíz transgénico en toda la superficie maicera, los rendimientos caerían, ya que éstos no podrían adaptarse a las condiciones climáticas y ambientales de cada región del país (Turrent, 2014).

Los transgénicos no producen más, ni ayudan a la soberanía alimentaria de los pueblos; por el contrario, lo que pasa es que ponen la producción de alimentos bajo el control de unas cuantas transnacionales (Monsanto, Dupont/Pionner, Syngenta, entre otras). Por otro lado para realmente acabar con el hambre en el mundo, es necesario un sistema de comercio justo, equitativo y sustentable, así como políticas públicas que promuevan la capacidad de cada país de producir sus propios alimentos sanos y de distribuirlos con justicia (Greenpeace, 2005).

Si ya sabemos lo malo de los alimentos transgénicos, porque no se actúa

Lo que sucede es que los fabricantes de los alimentos transgénicos, posen capitales de cientos de millones de dólares, tienen programas bien orquestados y cientos de empleados dedicados al lobby, la propaganda, el soborno sutil, y aun el pago a investigadores afines o seudocientíficos mercenarios; para convencer a la opinión pública, a los gobiernos y a los parlamentos de la inocuidad, seguridad y ventajas de sus productos. Por ejemplo en el caso de México. Ante la discusión en el congreso mexicano de la ley respectiva a los alimentos transgénicos en 2005, las compañías encabezadas por Monsanto tenían un ejército de agentes con altos sueldos, incluyendo conocidos investigadores universitarios (es decir Pseudoivestigadores mercenarios), haciendo "lobby", día con día, con los diputados y senadores, los medios de comunicación, numerosos periodistas, entre otros. Quienes nos oponíamos a la apertura a los alimentos transgénicos, con la preocupación vigente del maíz, investigadores, ambientalistas, organizaciones campesinas, entre otros; no disponíamos más que de nuestra voluntad y nuestra conciencia. En esta batalla descomunal logramos una salida relativamente decorosa, la cual hoy comienza a ser torpedeada por la aprobación gubernamental de los experimentos (Toledo, 2009).

La aprobación de los experimentos pilotos se realizó en el año de 2009, en las regiones de Sinaloa y Tamaulipas, aquí el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, ha violado de manera sistemática los mandatos del Protocolo de Cartagena (Lara, 2009), al no aplicar los principios de responsabilidad y compensación por los daños que ocasionan los transgénicos a la biodiversidad (Enciso, 2009).

Las autorizaciones de siembras experimentales y piloto de maíces transgénicos solicitadas, por Monsanto y otras corporaciones, significaría que se generalizará la presencia del transgén en regiones productoras de maíz y en pocos ciclos todas las variedades nativas tendrán transgénicos contaminantes. Habrá en las variedades nativas de maíz gran numero de contaminantes al grado que no podrán sobrevivir y podría presentarse una catástrofe genética para México y para la humanidad entera. Estas autorizaciones, son un atentado contra la humanidad, que privilegia a las trasnacionales y afecta la proeza tecnológica de mejoramiento autóctono, continuo y dinámico de trabajo colectivo de millones de campesinos e indígenas. Casi 90 por ciento de los eventos (tipos de maíz transgénico) solicitados, son controlados por Monsanto, ya que incluso las solicitudes de Syngenta, DuPont/Pionner, Dow AgroSciences y Novartis, incluyen genes patentados por la gigante Monsanto, solos o en combinación con otros. El más solicitado es el evento Mon603 (equivalente a NK603), resistente al herbicida glifosato (que tiene nombres comerciales como Faena, Rival, Roundup). Entre las solicitudes, se incluye también el evento Mon810. (Espinosa et al., 2010).

Lo sucedido cuando el grupo de Científicos Comprometidos con la Sociedad, encabezados por su presidente Antonio Turrent Fernández, investigador del INIFAP, presentan el libro: El maíz en peligro ante los transgénicos, en febrero de 2014 y editado por Alvarez y Piñeyro (2014); sin embargo como los investigadores afines a las transnacionales sintieron que la acción les podía pegar, por la contundencia de los argumentos. Entonces ellos organizan un gran despliegue para presentar su libro: Introducción al ambiente de maíz transgénico, ocho casos en Iberoamérica, por Solleiro (2014). Aquí el Dr. Solleiro consideró que existe información sólida y robusta para proceder a liberar a escala comercial el maíz genéticamente modificado y remarcó que México está listo para la adopción de esta tecnología. Donde la liberación se debe hacer caso por caso, de acuerdo a las particularidades de cada región y en el caso de México, como centro de origen y diversificación del maíz y por la importancia de este cultivo, debiera mantener las liberaciones por varios ciclos en fase experimental (Perea, 2014).

El Dr. José Luis Solleiro, es un académico de la UNAM, que sin temor a equivocarnos es seudocientífico mercenario, es decir un gato deshonesto, bien pagado por la transnacional Monsanto para el cabildeo y el logro de la adopción de la tecnología del maíz GM y donde en su libro más bien ofende a pueblo de México, al hacer la referencia como si él tuviera el poder de decisión y fuera dueño de nuestra conciencia al afirmar que México está listo para adoptar la tecnología del maíz GM.

El maíz Bt.

El maíz es uno de los cultivos transgénicos más extendidos en la actualidad, que expresa la toxina Cry 1Ab (procedente de la subespecie Kurstaki de B. thuringiensis), el cual supone una manera eficaz y rentable de controlar los taladros del maíz, plagas que suelen producir cuantiosos daños (Ortega, 2003).

El maíz genéticamente modificado es aquel al cual se le han realizado cambios genéticos, insertando uno o varios genes con características de interés, mediante el uso de tecnología de genes o de ADN recombinante. Los genes introducidos en los maíces genéticamente modificados pueden proceder de especies no relacionadas con el maíz, es

decir, a través de la tecnología de ADN recombinante es posible introducir genes de bacterias, plantas y animales en plantas de interés. Los maíces modificados genéticamente que se encuentran actualmente en el mercado responden a dos características agronómicas: resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas. El maíz Bt es una planta modificada genéticamente mediante biotecnología moderna para defenderse a si misma del ataque de insectos lepidópteros. En su fabricación se ha utilizando la tecnología de ADN recombinante donde se modificó al maíz, insertando un gen de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt), de tal modo, que sus hojas, tallo y polen expresaran la proteína Bt de la bacteria. El maíz Bt constituye una importante y nueva herramienta para el control de los daños y pérdidas causadas por plagas de insectos (Silva, 2005).

México como centro de origen, domesticación y diversificación del maíz

El pueblo mexicano se construyó históricamente a partir de la siembra del maíz, no sólo porque lo consume como alimento, sino porque es el eje de la cultura de los indígenas y campesinos. Todos los pueblos indígenas de México tienen al maíz como centro de su cultura. No hay uno sólo que no reconozca en el maíz el eje de todo su desarrollo civilizatorio (Rosas, 2012).

México comprende los centros de origen, domesticación y diversificación del maíz y, por lo tanto, alberga la mayor parte de la diversidad genética del maíz en el mundo, mientras que es hogar de todos sus parientes silvestres conocidos. Esta diversidad genética se recrea de manera dinámica a pequeña dimensión en los sembradíos de agricultores a pequeña escala quienes producen para el autoconsumo o para el mercado local y regional. Los agricultores en los diversos sistemas agrícolas de las distintas regiones de México, dependen de una reserva de semillas que guardan de una temporada agrícola a otra, mientras que frecuentemente intercambian semillas con otros productores dentro y fuera de cada comunidad. Estas actividades están en el corazón de un sistema dinámico que garantiza la generación y continuidad de la diversidad genética del maíz (UCCS, 2009).

Es necesario entender que el cultivo de maíz en México se encuentra en su centro de origen y conforma la alimentación básica y la cultura del pueblo mexicano, donde la expansión de la tecnología de maíz GM, generará problemas más allá de lo económico (Castañeda, 2014).

Existen fracciones significativas de las organizaciones nacionales de productores y de la comunidad científica de México y de incontables países, que se oponen a la liberación de maíz transgénico en México, por las implicaciones que tiene la penetración de transgénicos en el corazón de un centro de origen, al considerarlo riesgoso para la ecología, para la riqueza genética única del maíz nativo y sus parientes silvestres, la salud del consumidor, la dependencia tecnológica, se tiene la percepción clara de que en caso de concretarse el uso de transgénicos en México, podría ser un proceso de contaminación sin retorno (UCCS, 2009).

De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), el maíz es el alimento más importante de la dieta mexicana: cada individuo consume en promedio 328 gramos diarios, lo que le provee el 39 por ciento de las proteínas, el 45 por ciento de las calorías y el 49 por ciento del calcio diariamente requerido (Mendoza, 2012).

Porque no al maíz GM

El plantar maíz transgénico en un país como el nuestro representa un problema multifactorial, donde cuya resolución no puede limitarse a si se logra aumentar o no la producción, sus implicaciones además de permear en la alimentación de 112 millones de personas que habitan en México, tienen que ver con la ecología, la salud, la ciencia, la economía e incluso las raíces de la cultura. No podemos olvidar lo que este grano representa para nuestra identidad. Aquí este maíz no es solo materia prima. En el territorio mexicano crecen y proliferan miles de variedades de maíz adaptadas cada una a condiciones climáticas muy particulares. Por un lado en el Norte del país tenemos los grandes productores que buscan abrirse camino a la exportación mundial. Por el otro en las regiones centro y Sur están los pequeños y medianos agricultores, apegados a sus tradiciones donde la mayoría de su cosecha es para autoconsumo y ventas en el mercado local. Sin embargo estos últimos son los herederos de una tradición antiquísima de mejoramiento de especies nativas a través de la hibridación, donde el hombre consiguió cruzar variedades relacionadas hasta obtener ciertas particularidades deseadas. Estos bancos de genes son los que están en peligro de desaparecer para siempre con la siembra del maíz GM (Castañeda, 2014).

Si se permite sembrar maíces transgénicos en México y otras regiones mesoamericanas, con el tiempo los maíces nativos serán contaminados por un sinnúmero de diversos transgenes, convirtiéndose en un gran almacén de ellos, y causándoles distintos y constantes daños, donde cuya naturaleza no es posible predecir. Podría llegarse a una situación como la actual contaminación atmosférica mundial, aunque esta se puede revertir; más sin embargo en el caso del maíz nativo no habría ninguna posibilidad de volver a la situación original de las poblaciones, pues una vez contaminadas; tomarían un camino sin retorno. Es imperativo conocer bien la relación maíz transgénico y maíz nativo antes de tomar una decisión respecto de si se permite cultivar o no el primero (Kato, 2004). Prácticamente en todas las áreas del territorio mexicano existe el riesgo de contaminación transgénica de variedades criollas, esto si se realizan siembras a campo abierto de maíz genéticamente modificado (Kato, 2006).

La introducción de cultivos transgénicos es un peligro para el modo de subsistencia del campesino. Pues su modo de vida está basado en los cultivos de temporal y si se implementa al siembra de transgénicos, esta práctica tan arraigada, donde se guarda la semilla para volver a usarla el próximo ciclo ya no será posible (Villa, 2014).

Un ejemplo muy claro de lo que puede pasar en México se siembra maíz Bt, lo podemos ver en la India, donde las empresas de la biotecnología (como Monsanto) afirman que los transgénicos han ayudado a aumentar la productividad en países como China o la India, mitigando los efectos de la crisis alimentaria. Sin embargo esto es un supuesto absurdo, ya que el único cultivo modificado genéticamente que tiene la India es el algodón Bt. La gente no come el algodón, lo usa para vestirse. En realidad India está sacrificando su industria local al exportar a China el 80% del algodón, donde hacen ropa de mala calidad y la regresan cara a la India, a España, entre otros países. Mientras los campesinos se suicidan por el precio altísimo de las semillas de algodón genéticamente modificadas. El algodón Bt no sólo no aumenta la productividad sino que además es mucho más caro. Las semillas tradicionales de algodón costaban 7 (siete) rupias por kilo, mientras que el kilo de algodón Bt cuesta 17 000 (Diez y siete mil) rupias. Además se supone que estas semillas están modificadas para controlar plagas, pero lo cierto es que crean otras nuevas, lo que conlleva un incremento del 30% en el uso de pesticidas y son agroquímicos distribuidos por Monsanto. Lo que pasó es que se ha causado una desvinculación entre el comercio y la producción, los han desrelacionado, provocando son esto una crisis alimentaria. Han sido estas multinacionales las que han llevado a la India a una crisis alimentaria, las que han especulado, las que no han dejado que la comida fuera inaccesible para las personas. El cultivo de algodón Bt se está extendiendo tanto porque Monsanto se asegura de que no exista otro tipo de semillas, destruye cualquier suministro alternativo. Presionan a las instituciones y corrompe a funcionarios del gobierno para que construyan las condiciones para que dejen de cultivar otros cultivos alternativos, también dejen de conservar y además destruyen las bases de los bancos de semilla, si toda via existen. Además, engañan a los campesinos para que no intercambien semillas. Les ofrecen una variedad nueva con promesas de alto rendimiento y dinero y el campesino acepta, pero no se da cuenta de que Monsanto ha hecho el mismo truco en cada pueblo, en cada Estado, hasta lograr que de pronto se crean grandes áreas que dependen del algodón Bt de Monsanto. Realmente, no es algo que esté basado en la elección de los campesinos, sino lo que se quiere es destruir su capacidad de elegir (Shiva, 2009).

Argumentos que desenmascaran los engaños de Monsanto

Monsanto fue uno de los creadores del desfoliador agente naranja lanzado por los Estados Unidos para envenenar todos los recursos bióticos y defoliar las selvas de Viet Nam, durante la salvaje matazón de muchos inocentes, conocida como la guerra de Viet Nam (Cubadebate, 2013). Aquí se vislumbra que no hay miramientos sociales, ni morales, ni humanos; lo que se pone a la vista son las tendencias de dominación, de supremacía, de atropello, voracidad y lucro total a costa de lo que sea, comprando, sobornando, presionado y quitando a quien o lo que se ponga enfrente. Esto a manera de corolario y con el único fin de ir desenmascarando los intereses oscuros de las transnacionales.

Si el maíz, soja u otros cultivos GM se introducen en México, es seguro que habrá un enorme incremento en el uso del herbicida Roundup, ya que la mayoría de los cultivos GM, están diseñados para ser resistentes a los herbicidas y donde los paquetes tecnológicos ofrecidos por Monsanto, incluyen el alto consumo de los pesticidas que son de su exclusiva fabricación y distribución. Por ejemplo en la agricultura de EUA su uso aumentó diez veces entre 1996 (12.2 millones de kilogramos) y 2009 (113.4 millones de kilogramos), tras la introducción de los cultivos transgénicos. Así lo dijo el Dr. Schubert en la carta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto, donde también añadió que el glifosato (GP), que es la fórmula activa de Roundup es altamente perjudicial para la salud humana. Además de que el GP en spray tiene otros compuestos llamados surfactantes que son lo que lo ayudan a que el producto entre en todos los tejidos de la planta y los que en sinergía aumentan su toxicidad y de pilón vienen etiquetados como secretos industriales (de León, 2013).

En el 2009, un tribunal francés encontró a Monsanto culpable de mentir: publicitar falsamente su herbicida Roundup (glifosato) como biodegradable, amigable con el medio ambiente y afirmar que deja el suelo limpio (Mercola, 2013). El supuestamente inofensivo glifosato causa dos de los principales problemas en la alimentación humana: deficiencias nutricionales y toxicidad sistémica. Pues el GP es el factor más importante en el desarrollo de múltiples enfermedades crónicas y problemas de salud que se han vuelto muy comunes en las sociedades occidentalizadas como: autismo, alergias, cancer, párkinson, alzhéimer, enfermedades gastrointestinales, enfermedades cardiovasculares, entre muchas otras (Seneff, 2013). Aunque por dios Monsanto insiste que el Roundup es tan seguro para los humanos, así como lo es la aspirina, sin embargo una investigación de Seneff y Samsel publicada en la revista Entropy cuenta una historia completamente deferente, es decir la moneda al otro lado (Mercola, 2013).

Los investigadores Anthony Samsel y Stephanie Seneff, quienes publicaron su investigación en abril de 2013 en la revista Entropy 15(4): 1416-1463, indicando que el glifosato, hasta en cantidades muy bajas tiene el efecto de inhibir la acción de la enzima citocromo P450 (C y P), la que permite eliminar los residuos tóxicos en el cuerpo. El GP, es el ingrediente activo del herbicida Roundup de Monsanto, es el pesticida más popular y utilizado en todo el mundo. La industria afirma que es mínimamente tóxico para los humanos, sin embargo estos investigadores han demostrado lo contrario. Estos han encontrado residuos glifosato en los principales alimentos de la dieta occidental, principalmente en azúcar, maíz, soja, trigo, etc. Las enzimas del C y P del citocromo juegan un papel crucial en la biología, ya que una de sus funciones vitales para la vida es la desintoxicación de xenobióticos. Así como también, el GP aumenta los efectos dañinos de otros residuos químicos y toxinas ambientales contenidas en los alimentos (Gubin, 2014).

Más bien lo que la industria biotecnológica, encabezada por Monsanto, ha logrado es haber convertido los alimentos literalmente en veneno y en más de una forma, solo que en este apartado estamos hablando solo de los efectos del glifosato. Por ejemplo es importante entender que el glifosato rociado en los cultivos convencionales y los cultivos transgénicos en realidad se vuelve sistémico para toda la planta y cuando penetra no puede ser eliminado, es decir se queda como parte de la planta. Se ha encontrado que el maíz transgénico, llega a contener hasta 13 ppm de glifosato, en comparación con el maíz no-transgénico que no contiene nada. Estas 13 ppm contenidas en el maíz transgénico, es una concentración 18 veces más alto al nivel seguro de glifosato establecido por la EPA. Se tienen reportes de daños producidos en los órganos de los animales, hasta en niveles tan bajos como 0.1 ppm (0.001 %). Esta es la razón por lo que se está luchando que un producto transgénico, tiene que estar etiquetado y así poder evitar cualquier producto que lo contenga, como aceite de maíz y jarabe de maíz de alta fructosa. Sería inteligente dejar de utilizar Roundup en su hogar, en donde los niños y las mascotas con el simple hecho de caminar por una zona contaminados pueden absorber el pesticida; dios nos libre que un humano ponga en contacto con los orificios de entrada y salida (ojos, boca, oídos, poros de la piel, nariz, ano, pene y heridas), hay que recordar que las manos toman las cosas e involuntariamente nos tocamos, para esto la solución no es lavarse con abundante agua (Mercola, 2013).

El Roundup, del que se rocían decenas de miles de toneladas al año en todo el mundo y que normalmente tiene gran uso en todos los cultivos transgénicos. Es el producto más tóxico de entre los que existen para causar daño al ADN humano, incluso si se diluye a una simple concentración del 0.02 por ciento (2 ppm). Así lo demuestran numerosos estudios, donde se advierte el hecho, de que Roundup (glifosato) provoca daños en el ADN, por no citar alteraciones endocrinas y cáncer. En un estudio reciente, realizado en la Universidad Médica de Viena, donde se mostró que la toxicidad de Roundup, incluso si se mantiene a niveles muy diluidos, dato diametralmente opuesto a lo que dice la gigante de la Agricultura Industrial (Monsanto) sobre la supuesta seguridad para los humanos del Roundup. También el glifosato aumenta la toxicidad de los aditivos que se utilizan en su formulación. Como la polioxietileneamina, un agente tensoactivo que facilita la absorción del glifosato por las células, encontrándose que aumenta de manera significativa la toxicidad en sinérgica con el Roundup en los seres humanos. Pese a las afirmaciones de Monsanto en sentido contrario, pero está probado y comprobado con claridad la alta toxicidad de dicho herbicida, el cual ya no debiera ser utilizado en agricultura (Ecocosas, 2012).

Los altos volúmenes de importación de grano de maíz y el rendimiento medio en este aparentemente bajo en este cultivo, se han utilizado como argumentos, por parte de las compañías trasnacionales, para promover los transgénicos en maíz, ofreciendo con ellos la supuesta solución de la limitada productividad, para lo cual solicitan la autorización y consecuente uso de híbridos transgénicos en México. Con base en documentos con escaso

fundamento científico, además sin atender los elementos que presentaron numerosos grupos de investigadores y la propia Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (2009), en un extrañamiento presentado al Presidente de México Felipe Calderón Hinojosa, el gobierno federal de México otorgó a finales del año 2009, respuesta favorable a 24 solicitudes para llevar a cabo experimentos a cielo abierto con transgénicos (Espinoza et al., 2010). El mismo pillo que mató a más de 100 000 gentes y compro a más del doble de precio Repsol Perú, entre muchas tranzas más.

El cultivo del maíz GM, justificado con el argumento de control de plagas para aumentar la producción, suena a falacia, ya que a diferencia de otros casos, en el cultivo actual del maíz no parece existir una plaga o virus que ponga en riesgo su producción; por eso durante la visita en 2011 de Oliver Schutter, relator especial de la ONU, recomendó una nueva moratoria sobre el uso de semillas genéticamente modificadas en suelo mexicano (Rangel, 2014).

Las grandes corporaciones transnacionales, desde hace varios años, han ejercido un control y una presión sobre nuestros gobiernos para continuar insertando en el mercado los alimentos transgénicos, sin considerar los efectos que a largo plazo traerán en la salud de la sociedad, los ecosistemas, etc. En medio de grandes intereses mercantiles y de las voces que argumentan a favor del uso de transgénicos, incluso como un medio para terminar con algunos graves problemas en torno al abastecimiento mundial de alimentos (Toledo, 2009).

El uso de maíz Bt supone muchas ventajas desde el punto de vista medioambiental si se compara con el método de control más extendido en la actualidad, que es el uso de plaguicidas de síntesis. El maíz Bt se basa en la expresión de una elevada concentración de toxina Cry 1Ab durante todo el cultivo y en todos los tejidos de la planta, por lo que ésta en sí misma tiene propiedades insecticidas para el insecto diana, ya que éste no requiere procesar proteolíticamente la protoxina. Esto implica que aunque la eficacia del maíz Bt es muy elevada dada la alta concentración de la toxina en la planta, su espectro de acción también podría ser más alto y su selectividad ecológica menor que la de los insecticidas Bt. Esta hipótesis ha sido recientemente confirmada al demostrarse que la toxina Cry 1Ab de plantas transgénicas puede afectar negativamente a insectos beneficos, como por ejemplo a depredadores generalistas (Ortega, 2003). Estas descripciones están pensadas en los países Sudamericanos a los que les llevaron el maíz posteriormente, sus condiciones no son como las de México.

Evaluaciones técnicas de las líneas de maíz transgénico

Los transgénicos sólo podrían beneficiar a unos cuantos agroindustriales mexicanos, poniendo en riesgo a más del 80 por ciento de los campesinos, a todos los consumidores y al ambiente (Victor M. Toledo; citado por Greenpeace, 2005).

Evaluaciones técnicas recientes han demostrado que las líneas de maíz transgénico, utilizadas comercialmente no han aumentado los rendimientos. En los pocos casos en los que efectivamente se ha observado un aumento en dicho rubro, esto se ha debido al uso de otras técnicas provenientes de la agricultura tradicional más que a los transgenes introducidos en esas variedades (Espinoza et al., 2010).

Las plagas para las cuales fueron desarrolladas las líneas comerciales de maíz transgénico como las que se pretende liberar, no existen en México o no tienen repercusiones agrícolas importantes. Las variedades locales de maíz están bien adaptadas para resistir importantes plagas en cada región y la introducción de líneas transgénicas, al contrario de lo que se pretende, podrían afectar el balance ecológico y crear nuevos problemas de plagas relevantes para la agricultura mexicana (Bahena, 2008; UCCS, 2009).

Las plantas transgénicas es posible que nos puedan ayudar a resolver muchos de nuestros problemas. Pero la solución de los problemas de alimentación en México, no se encuentra en el cultivo de maíz genéticamente modificado. Esto porque las variedades que se están pensando cultivar, han sido diseñadas para responder a las necesidades de otros lugares, no para el caso específico de México un país megadiverso con diferentes tipos de maíz, de climas con poca o mucha precipitación y, claro abundante en plagas. Sin embargo lo más importante en cualquier cultivo con este tipo de tecnología es la evolución de riesgo, conocer a cabalidad cuales son las posibles repercusiones de cultivar cierto grano en un determinado lugar. Siempre caso por caso (Quirasco, 2014).

Los transgénicos son un engendro de la ciencia y la tecnología al servicio de las corporaciones transnacionales, donde los gobiernos de todo el mundo se encuentran continuamente presionados por esas gigantescas compañías que buscan todo tipo de facilidades para vender masivamente, y a cualquier costo social y ambiental, sus mercancías. Los transgénicos son una innovación no surgida de una universidad pública o de una institución gubernamental donde aún predomina el interés social. En este contexto unos países se pliegan irremediable y cínicamente a los intereses corporativos, aceptan sus tesis, muchas de ellas falsas o sesgadas e incluso aceptan sobornos. En el mundo hay gobiernos que han abierto las puertas a esta tecnología; otros que lo hacen moderadamente y otros más, como la Comunidad Europea y algunos países Africanos que se mantienen renuentes y cuidan la salud de sus ciudadanos y sus entornos naturales (Toledo, 2009).

Mientras que en diversas partes del mundo aumenta la prohibición de importaciones y siembra de transgénicos y el rechazo a productos derivados de OGM por parte de consumidores, sin embargo en México las importaciones de maíz de Estados Unidos se incrementan año con año. En 1998 y 1999 alcanzaron, según SECOFI, 5 millones de toneladas. En 1999, el porcentaje de maíz transgénico mezclado con maíz convencional, estuvo alrededor de 25 por ciento. Este porcentaje pudo crecer a partir de noviembre-diciembre de 1999, debido a que en Europa, muchos países están rechazando las importaciones de maíz y soya transgénica (Greenpeace, 2000).

Problemas a causa de las toxinas del maíz transgénico

Ante la falta de información, Greenpeace ingresó en marzo de 1999 al puerto de Veracruz y tomó muestras de maíz blanco y amarillo de tres buques procedentes de Estados Unidos. Las muestras fueron enviadas a analizar al Laboratorio de Biología Molecular del Ministerio de Medio Ambiente del gobierno de Austria. En mayo del mismo año, los resultados confirmaron la presencia de maíz transgénico Bt en las tres muestras colectadas. El maíz Bt contiene el gene de una bacteria del suelo (Bacillus thuringiensis, de ahí el nombre Bt) que confiere resistencia a insectos. Dichas variedades fueron diseñadas para resistir el ataque de una plaga de maíz en Estados Unidos y Europa, el gusano barrenador europeo. También dentro de los maíces Bt, se identificó la variedad Event 176 de Novartis, que contiene un gene de resistencia a ampicilina (Greenpeace, 2000).

El caso de los cultivos transgénicos la toxina es parte de cada una de las células de la planta, y no pueden ser lavadas o eliminadas antes del consumo, por lo que los problemas de alergias son inevitables para los humanos. Otro problema que se perfila es la transferencia horizontal de genes: el material genético introducido, que es inestable, puede incorporarse en el material genético de otros organismos que se encuentren en el entorno. Respecto a la biodiversidad, es de considerar que el maíz es una especie que tiene polinización cruzada y el polen es transportado por el viento (Ortega, 2003).

Partes: 1, 2
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