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Fundamentos para la comprensión de la complejidad y el caos en la organización y la economía (página 2)

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Es sensato destacar que más allá del equilibrio sin desprenderse mucho, las fluctuaciones carecen de consecuencia; en tanto que, a mediad que se van distanciando van asumiendo un papel más importante.

El sentido biológico se rescata cuando se admite que un ascenso en el nivel de organización está asociado con un declive en el valor de la entropía del sistema; luego, los organismos se distinguen porque alcanzan a disipar más entropía que la que producen. Expresado de manera distinta: los sistemas vivos importan orden de su entorno por medio de un flujo de entropía negativa.

Abriendo una nueva brecha a la comprensión del complejo panorama de los sistemas abiertos Stuart Kauffman (Op. cit.: 19) plantea una visión novedosa: "El cuaderno se iniciaba con dos preguntas gemelas. La primera de ellas planteaba si, además de las leyes conocidas de la termodinámica, podría existir una cuarta ley aplicable a los sistemas termodinámicos abiertos, una ley que gobernara las biosferas en cualquier parte del cosmos o, incluso, el cosmos mismo". De cumplirse esta visión probablemente se llegue a enunciar una ley que sea aplicables exclusivamente a los sistemas abiertos.

Otra versión de la entropía (Morin, 1996: 49) se desprende de una re-interpretación. El segundo principio de la termodinámica se enunció en términos de una ecuación de probabilidad y expresaba la tendencia de los sistemas a la entropía, es decir, anunciaba el predominio del desorden sobre el orden. En la Teoría de la Comunicación el concepto de información apareció con Hartley y principalmente con Shannon y Weawer. La ecuación que propuso Shannon para la información fue, H= KlnP. Posteriormente, se cayó en cuenta que la ecuación shannoniana de la información era como un reflejo, el negativo, de la ecuación de la entropía S=KlnP dado que la entropía crece de manera inversa a la información.

Más adelante Brillouin estableció la equivalencia entre información y entropía negativa. Desde ese momento, la información fue reinterpretada como una medida de la negentropía o entropía negativa.

La entropía positiva será entendida, en adelante, como una medida de la ignorancia. La entropía negativa tiene otro significado y equivale a organización e información. Esta idea es de especial interés porque el motor de la economía y de la organización es la información.

Un detalle primordial digno de captar en esta serie de interpretaciones es que en el fondo se trata de aplicaciones que alcanzan a establecer el vínculo y la ruptura ente el mundo físico y el orden viviente.

La entropía es tal vez uno de los conceptos más laboriosos para explicar. A pesar de eso Al Ries (1997: 220) ofrece una interpretación que aclara la idea: "Pondré el ejemplo de un armario. Comienza estando limpio y ordenado, y con el tiempo degenera y se vuelve un completo desorden. Existe una ley en la naturaleza que se llama entropía. En el mundo natural, las cosas se mueven del orden al desorden. Y la entropía en una empresa significa lo mismo: rápidamente se puede pasar del orden al desorden".

6. ESTRUCTURA, PATRÓN Y ESTADO ESTABLE

Las premisas de Maturana y Varela y Prigogine provocan una sucesión de términos que seguramente han desatado o provocarán interrogantes que exigen aclaraciones que alivien las inquietudes. Para no seguir remando en aguas extrañas, enseguida, se abordarán en forma escalonada. ¿Qué se entiende por estructura, patrón y estado estable?

Como la terminología se presta para equívocos, resulta estimulante sujetarlos, comprometerlos y separarlos de las ideas predominantes en los escenarios de la cotidianidad. Capra, (1999: 172) ilustra el concepto de estructura diciendo: "La estructura de un sistema es la corporeización física de su patrón de organización. Mientras que la descripción del patrón necesita una cartografía abstracta de relaciones, la descripción de la estructura implica la de sus componentes físicos presentes: sus formas, sus composiciones químicas, etc".

En el lenguaje coloquial el concepto de estructura se asocia con armadura, disposición de columnas y vigas, en fin, con lo rígido, lo inmóvil.

En este ambiente se asoma con un rostro renovado. Gallego (1999: 18) detalla una versión diferente: "La palabra estructura suele ser comprendida desde lo arquitectónico de las edificaciones; de ahí que se piense en términos de rigidez, y no es así. Recuérdese que dicho vocablo procede del latín struere, que significa construir, de manera que con ese término se alude a un constructo siempre en proceso de reconstrucción". Aun cuando la cita hace alusión al constructo, el concepto tiene en este contexto la misma validez. La estructura, formada por una secuencia de cambios estructurales, determina el comportamiento del sistema. Resulta despejado que no debe entenderse como compuesta por elementos inalterables, inflexibles, estrictos; en contraste, corresponde interpretar el concepto como flexible, maleable, modelable.

Ascendiendo al siguiente escalón se llega al concepto de patrón y, por supuesto, se hablará de patrón de organización. En el lenguaje de Capra (Op. cit.: 99) el patrón es una configuración de relaciones características de un determinado sistema; el concepto de modelo, expresión con la que se está más familiarizado es sinónimo de patrón.

Encajando las fichas del ajedrez donde corresponde, se diría: la organización de un sistema vivo es el conjunto de relaciones entre los componentes que lo caracterizan como perteneciente a una clase determinada; el patrón -la forma- revela la configuración de las relaciones y la estructura se refiere a las propias relaciones entre los componentes físicos; en últimas, la estructura es la manifestación física de la organización.

El patrón es algo inmaterial e irreductible; es lo que se esfuma cuando se disecciona el sistema. Los componentes permanecen, pero el arreglo de las relaciones entre ellos –el patrón- ha sido destruido y en consecuencia el organismo muere. Mientras al patrón concierne el ámbito de lo cualitativo, -cualidad-, a la estructura le es propio el cuantitativo -cantidad-. Entender bien la naturaleza del patrón es imprescindible para la comprensión de los sistemas vivos, puesto que las propiedades sistémicas emergen de una configuración de relaciones ordenadas.

La red es el patrón de organización común a todos los sistemas vivos. ¿Qué es una red? Es el común denominador en todos los sistemas.

Ahora se dirige la atención al concepto de estado estable que, de repente, puede no ser captado fácilmente debido al sentido con que se usa en el lenguaje común; para empeorar el DRAE tampoco ayuda. En la vigésima segunda edición -la más reciente- se lee: Estable: "Que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer. Que mantiene o recupera el equilibrio".

El espíritu que Prigogine le imprime es el de un estado que se mantiene alejado del equilibrio por períodos de tiempo prolongados lo que significa que conserva la misma estructura general a pesar del incesante flujo y cambio de componentes. Un sistema es estable cuando mantiene la misma estructura general a pesar del incesante flujo y cambio de componentes. Los organismos vivos se mantienen constantemente en un estado lejos del equilibrio, en el estado de vida. En los sistemas sociales lo denominaré "estado transitivo".

7. SISTEMAS NO LINEALES

Los sistemas dinámicos y, particularmente, el caos han custodiado celosamente el desentrañamiento de sus andazas subrepticias, negando a la ciencia la posibilidad de penetrarlos y descubrir sus desvaríos. Los intentos han dado frutos relativos, porque no han permitido descubrir las leyes que los rigen, todos los indicios apuntan a que cada fenómeno obedece a su propia lógica.

En el afán de avanzar gradualmente en el camino hasta salir del laberinto caótico se comenzará indagando el comportamiento de los sistemas no-lineales que son la antesala de los fenómenos caóticos: de la caología. Los sistemas lineales son obedientes y las alteraciones o fluctuaciones en las condiciones iniciales originan variaciones proporcionales en cualquier estado subsiguiente. Los no-lineales, son insurrectos, sediciosos e impredecibles, porque las variaciones que afecten a las condiciones iniciales no son proporcionales a las que se producen en los estados subsiguientes. Estos sistemas adquieren importancia por que, los fenómenos naturales y sociales de la vida real –paradójicamente- son inexorablemente no-lineales.

A la luz de estas apreciaciones se advierte que los sistemas caóticos son fenómenos inmanejables, más, centrando la atención en su comportamiento se puede respirar más tranquilo, porque según se ha venido registrando dan compás de espera. En el afán de esclarecer el comportamiento caótico el avance de las investigaciones ha llegado hasta establecer que se pueden generar utilizando modelos matemáticos lineales. Se enumerarán las características más significativas que se han logrado configurar acudiendo a esta estrategia:

a) Partiendo de ecuaciones deterministas se logran modelos de comportamiento inesperadamente plagados de riqueza y variedad. b) Un comportamiento aparentemente complejo y caótico puede generar estructuras ordenadas y hermosos patrones. Estas exclusividades dan la oportunidad para comprobar que el comportamiento de los sistemas caóticos no es totalmente aleatorio, más bien lucen un nivel más profundo de orden pautado. c) El comportamiento es completamente impredecible, aún cuando las ecuaciones sean determinísticas. d) Describen con frecuencia sistemas que portan en sus entresijos procesos de realimentación (feedback) autoreforzadora y son autoorganizadores. e) En los sistemas lineales, pequeños cambios producen pequeños efectos, en los no-lineales cambios aparentemente sin importancia pueden generar resultados espectaculares puesto que pueden ser repetidamente amplificados por la retroalimentación autorreforzadora. f) No son regidos por el principio de causalidad.

Capra (Op. cit.: 140) explica conceptos que es necesario tener bien claros para facilitar la comprensión. Un bucle de retroalimentación corresponde a una determinada clase de proceso no-lineal conocido como iteración (del latín iterare, repetir, reiterar) -multiplicar un término por sí mismo- y la retroalimentación –feedback– es la continua reabsorción de lo que ocurrió antes o, en otras palabras, en el que una función opera reiteradamente sobre sí misma.

Contrario a lo que comúnmente se admite los sistemas no-lineales predominan y se dejan sentir con manifestaciones que desconciertan. Krugman (Op. cit.: 7) los identifica en el sistema económico: "Muchos de los que están convencidos de que terremotos, embriones, ciclos y ciudades, tienen algo en común describen su campo como el estudio de la complejidad, basado en la apreciación de que los sistemas de feedback tienen propiedades sorprendentes. Si hay algo que los economistas dominan mucho mejor que los legos en la materia, es la tremenda complejidad del sistema económico y la importancia de los feedback".

La presencia de los sistemas no lineales se revela también en esta declaración de Rowan Gibson (Op. cit.: 7): "En realidad, la vida se compone de una serie de encuentros en los cuales un acontecimiento puede influir en los siguientes de una manera totalmente impredecible, e incluso devastadora". Y más adelante señala, (8): "Las carreteras son lineales y el pensamiento lineal no tiene sentido en un mundo no-lineal. En su lugar debemos hacer un salto intelectual de lo lineal a lo no-lineal, de lo conocido a lo desconocido, de la terra firma a la terra incógnita".

Indudablemente el caos era un elemento extraño en los negocios, ahora cuando ha sido reconocido por la ciencia aparece en muchos de los escenarios cotidianos de este ambiente. Rowan Gibson (Op. cit.: 7) toma una frase que Michael Crichton escribe en Jurassic Park: "La teoría del caos nos enseña que el concepto de linealidad que hemos dado por sentado en todo, desde la física hasta la ficción, es sencillamente inexistente. La linealidad es una manera artificial de considerar el mundo. La vida real no se compone de una serie de acontecimientos interconectados que tienen lugar uno después de otro como las perlas de un collar".

8. ORDEN POR FLUCTUACIONES, PUNTO DE BIFURCACIÓN Y ESTRUCTURAS DISIPATIVAS

Los hados adversos de la complejidad y el caos desencantan porque sin anunciarlo dan sorpresas impensadas. Ahora nuevamente asaltan con extraños comportamientos: las fluctuaciones, los puntos de bifurcación y las estructuras disipativas.

La puntualización de los conceptos de orden, desorden, caos, complejidad, entropía, red, patrón y estructura permiten adelantar al siguiente peldaño. La versión termodinámica contemporánea de Ilya Prigogine divisa un paisaje revolucionario no sólo más amplio sino de mayor alcance al previsto desde los sistemas abiertos propuestos por Ludwig von Bertalanffy, puesto que reconoció la presencia de inestabilidades en las que surgen nuevas estructuras de orden; esta contribución es de singular importancia porque en el centro de este enfoque reside la coexistencia entre estructura y cambio, quietud y movimiento.

Prigogine explica el funcionamiento de estas estructuras mediante una nueva interpretación que se distanció del paradigma clásico y la patentó con el nombre de orden por fluctuaciones y estructuras disipativas.

La denominación de estructuras disipativas contiene una paradoja, y se registra como contrasentido porque como se esbozó –cuando se trató la entropía- la disipación sugiere caos y disolución, al tiempo que la estructura insinúa orden.

Conviene poner sobre el tapete algunas nociones sobre las cuales ya se anduvo con el único propósito de apreciar cómo van encajando las piezas del rompecabezas. En la termodinámica clásica se abordan sistemas en equilibrio descritos por ecuaciones lineales, la disipación se asocia con pérdidas y, desde luego, se habla de estructuras en equilibrio.

La teoría de Prigogine rompe abruptamente los dogmas vigentes y reconoce la presencia de sistemas no-lineales y por lo tanto una termodinámica no-lineal que habla de estructuras disipativas donde la disipación es fuente orden.

Prigogine lanzó la primera versión de los sistemas autoorganizadores con el orden por fluctuaciones y las estructuras disipativas, cuando descubrió que los sistemas que operan lejos del equilibrio deben ser descritos con ecuaciones no-lineales. Demostró que a medida que los sistemas se alejan del equilibrio alcanzan un umbral crítico de inestabilidad en el que aparecen patrones de orden, o mejor, lejos del equilibrio emerge espontáneamente un comportamiento coherente: la autoorganización.

Conviene recordar que los sistemas que funcionan lejos del equilibrio son los abiertos, o, lo que es lo mismo, son organismos vivos.

Los sistemas vivos no se detienen en el estado estacionario sino que van más allá –se mantienen en un estado lejos del equilibrio- y bajo este régimen abandonan el comportamiento lineal observado y optan por el no-lineal, donde aparecen discontinuidades e inestabilidades. El estado estacionario predominante hasta entonces y que compatibilizaba con las pretensiones del entorno ya no es sostenible y las fluctuaciones espontáneas -antes condenadas a regresar- se amplifican aumentando el grado de dispersión –oscilaciones positivas o negativas- forzando el sistema a conseguir nuevos e imprevistos estados estables a través de los puntos de bifurcación; las bifurcaciones son, pues, una fuente de rotura de simetría. Entretanto, la entropía sigue aumentando; más el orden también surge en una proporción mayor.

Con el ánimo de contribuir a la comprensión del orden por fluctuaciones y las estructuras disipativas en la primera tentativa se planteará una descripción de todo el fenómeno y después se desdoblará en las partes constitutivas.

Intuitivamente se puede tener sentido de lo que son las fluctuaciones. Conectando con lo que en otros capítulos se tratará, tal vez las fluctuaciones de precio son el ejemplo más práctico para vender la idea. El precio de un producto puede cambiar: aumentar o disminuir. Esa variación es lo que se denomina fluctuación. ¿Pero cuándo la fluctuación –el cambio- no tiene importancia y puede despreciarse? ¿Cuándo sorprende?, o, más concretamente, ¿Cuándo se le da importancia a la fluctuación?

La idea principal gira alrededor de lo siguiente: como bien se recordará, cuando se abordo el tema de la entropía se habló de la presencia del estado estacionario. Este estado es una característica típica de los organismos vivos. Opera más allá del equilibrio y en este espacio las fluctuaciones son débiles y están condenadas a retornar, el sistema aparentemente es inmune a las desviaciones.

El estado estacionario es estable y por supuesto en estas condiciones el estado del sistema será estable. Prigogine (1997: 33) testifica: "Los sistemas dinámicos estables son aquellos en los que pequeñas modificaciones en las condiciones iniciales producen pequeños efectos. Pero para una clase muy basta de sistemas dinámicos dichas modificaciones se amplían con el tiempo".

En los sistemas vivos esta situación no se prolonga mucho en el tiempo. A partir de un umbral crítico surgen inestabilidades, las desviaciones sufren alteraciones severas que llegan a romper la región lineal y desde entonces ya no se puede garantizar la inmunidad del estado estacionario: se gesta el desorden. Surge el orden por fluctuaciones y este es el ambiente donde emergen los puntos de bifurcación y las estructuras disipativas.

Como preludio a la discusión de estas cuestiones es bueno tener presente que las fluctuaciones no las provoca el sistema caprichosamente. No debe pasar inadvertido que está conectado a un entorno que le impone condiciones y a las cuales tendrá que adaptarse si de sobrevivir se trata.

En ese proceso de adaptación es en donde surgen las ráfagas de entropía que lo perturban. El sistema está debatiéndose en medio de las encrespadas olas del entorno y tiene la premura de importar la cantidad de entropía negativa suficiente para neutralizar el flujo de entropía producido en los procesos internos y el que proviene del exterior.

De manera que el estado estacionario funciona a manera de un "flotador". Como es entendible el flotador ayuda a contrarrestar el efecto de las olas hasta cuando éstas son manejables, pero a partir de un punto crítico lo rebasan y ya no es capaz de cumplir su función.

En todo cuanto se ha dicho el sistema y el entorno han jugado un papel protagónico. Ahora llegó el momento de establecer distinciones. Se denota como entidad al sistema y lo mismo al entorno; por consiguiente tanto lo que se ha venido denominando sistema como lo que se ha venido señalando como entorno se reconocerán como entidades; algo más, como entidades autopoiésicas.

Ahora bien, no queda duda que el sistema está embebido en el sistema entorno. Ésta es una propiedad de las entidades autopoiésicas en donde se dan sistemas dentro de sistemas: hay niveles sistémicos. Son entidades: un órgano, un ser vivo, una empresa y la sociedad considerando las dos últimas como entidades autopiésicas de tercer orden siguiendo la catalogación de Maturana y Varela. Lo importante a establecer aquí es hasta dónde llegan las fronteras de la entidad sistema y de la entidad entorno.

Tratándose de sistemas las propiedades esenciales son propiedades del conjunto que ninguna de las partes tiene por sí sola. Capra (1999: 57) es contundente en este aspecto, "Las propiedades de las partes no son propiedades intrínsecas y sólo pueden entenderse desde el contexto del todo mayor. Por tanto, el pensamiento sistémico es un pensamiento contextual", lo cual debe entenderse como explicación en términos de contexto y por lo mismo está referida necesariamente al entorno.

Por otra parte, como ya se ha planteado, el pensamiento sistémico cambió el enfoque de las partes al todo, cambio que debe ser concebido también como el paso de objetos a relaciones. El sistema y el entorno conforman una sola entidad. A pesar de eso en forma metafórica y sólo en el intento de diferenciar se tratan como entidades distintas.

Desde el mecanicismo el mundo es una colección de objetos, mientras que en el enfoque sistémico –reticular- los objetos en si mismos son redes de relaciones inmersas en redes mayores, donde todos los elementos están relacionados con todos los demás; estas particularidades no hacen sino resaltar que en el pensamiento sistémico las relaciones tienen preferencia, son consideradas como esenciales, razón por la cual las fronteras entre entidades pasan a un segundo plano. Establecidas estas condiciones, no será motivo de preocupación decretar los límites que identifican a cada entidad. La pregunta clave es entonces, ¿Está separado el sistema del entorno? Y la respuesta es terminante: no se puede separar el sistema del entorno, porque dinámicamente todas las propiedades de uno y otro sólo surgen mientras permanezcan vinculadas; para que las propiedades puedan dinamizarse debe conservarse el cordón umbilical. Cuando el sistema se aísla del entorno se inhibe, por cuanto que ya no podrá exhibir las propiedades sistémicas.

Maturana (1996:114) aclara este planteamiento subrayando que entre sistema y entorno existe acoplamiento estructural:

Para un observador el organismo aparece como moviéndose adecuadamente en un medio cambiante, y él habla de aprendizaje. Es para él que los cambios estructurales que ocurren en el sistema nervioso parecen corresponderse a las circunstancias de las interacciones del organismo. Para el operar del sistema nervioso, en cambio, sólo hay una deriva estructural continua que sigue el curso en que en cada instante se conserva el acoplamiento estructural (adaptación) del organismo a su medio de interacción.

Casos que contribuyen a despejar estas ideas no se hacen esperar y provienen de la vida cotidiana, primero, porque hacen más comprensible el razonamiento; segundo, porque es una oportunidad para ir ambientando escenarios que aparecerán en capítulos futuros. Un ejemplo de actualidad apoya esta idea: la red de internet. ¿Será posible establecer en algún momento la frontera que existe entre su "computador" (el sistema) y los demás de la red (el entorno)? Se puede distinguir la entidad "computador" de la entidad entorno; esto es, el "computador" de todos los computadores conectados a la red y demás sistemas. Adviértase que se habla de distinguir, diferenciar una cosa de otra, no de separar ni aislar. Lo que se resalta es que sistema y entorno son entidades distintas.

Dos ejemplos más contribuyen a aclarar la concepción. En un mundo globalizado pero interconectado los proveedores están colgados a la red de la organización para enterarse del estado de los inventarios; ¿Podrá establecerse separación entre la empresa y el proveedor? Tom Peters (2005: 144) comenta que Ted Turner de la CNN, tiene obsesión desenfrenada por el internacionalismo al punto de multar a los empleados que pronuncien la palabra «extranjero».

Se debería hablar de «socios externos» como los llama David Kelly. Entiendo que la dificultad se cierne especialmente cuando la interconexión no es material. No es cuestión difícil establecer el nexo entre los nodos de la red de un pescador; más tal vez sea más comprometedor establecerla entre los clientes –entorno- y un supermercado –sistema-.

El comportamiento del orden por fluctuaciones y de las estructuras disipativas no puede menos que sorprender y sembrar inquietudes porque a primera impresión abre incógnitas que despiertan mayores interrogantes que los que se pretendían descifrar, tales como: a) ¿Cómo se transforma el desorden en orden? b) ¿Cómo evolucionan de un estado a otro? c) ¿Cómo se desencadenan las estructuras disipativas? d) ¿Por qué se elige un estado particular y no otro? e) ¿Por qué reacciona el sistema? Enseguida se intenta responder estos interrogantes.

a) ¿Cómo puede transformarse el desorden en orden? Se trata de advertir cómo las fluctuaciones son capaces de transformar el desorden en orden. En plata blanca es uno de esos comportamientos que despierta perplejidad porque se empina como un reto inaccesible para la intuición y ni la más audaz suspicacia puede alcanzar a percibirlo.

Con todo, Nicolis y Prigogine (Op. cit.: 59) son categóricos cuando al definir la complejidad dejan entrever la naturaleza de este tipo de fenómenos:

La complejidad es uno de esos conceptos cuya definición corresponde esencialmente a los problemas que genera. Lo que sabemos entre tanto es que una de las propiedades esenciales del comportamiento complejo consiste en la capacidad de llevar a cabo transiciones entre diversas formas de comportamiento. Se trata de sistemas en los que la evolución, y por ello también la historia juegan (o han jugado) un papel esencial en cuanto al comportamiento observado.

Estas propiedades son las que denotan como "fenómenos de transición" (60).

Y Prigogine (1994: 217) traduciendo a Monod avala que: "El azar extrae la criatura viviente del orden inanimado de la naturaleza y lo transforma en un ser viviente al que se le concede un tiempo al borde del Universo en el cual representa una particularidad arbitraria".

Descendiendo al lenguaje cotidiano el efecto se debe a las propiedades emergentes. Como ya se ha dejado sentado bajo el influjo de las propiedades emergentes surgen transiciones en medio de las cuales los sistemas asumen comportamientos inteligentes que garantizan compatibilizar el sistema con el entorno.

b) ¿Cómo evoluciona el sistema de un estado a otro? Los sistemas no-lineales estructuralmente inestables exhiben puntos críticos de inestabilidad -cuando las variables asumen valores que van más allá del umbral- en los que se desencadena el punto de bifurcación.

En el mar del "orden por fluctuaciones" vagabundean los puntos de bifurcación. Como ya se dijo en el estado estacionario las fluctuaciones están condenadas a regresar, que la rama termodinámica es estable hasta un umbral más allá del cual el sistema se torna inestable y a partir del cual entra a navegar en el "orden por fluctuaciones", en donde una perturbación cualquiera acabará por desestabilizar el sistema y se amplificará hasta alcanzar un nuevo estado.

Desde la perspectiva del paradigma de la complejidad, el orden por fluctuaciones consigue explicación a través de la autorreferencia que se constituye en un concepto cardinal en la teoría de sistemas. La autorreferencia indica la capacidad que tienen los sistemas de autoobservarse, propiedad que los faculta para autoorganizarse.

El punto de bifurcación es en palabras llanas un salto del sistema. Y así lo describe Prigogine (Op. cit.:192); "Llamamos bifurcación al punto crítico a partir del cual se hace posible un nuevo estado. Los puntos de inestabilidad alrededor de los cuales una perturbación infinitesimal es suficiente para determinar el régimen de funcionamiento macroscópico de un sistema, son puntos de bifurcación". Una vez el sistema alcance a estabilizarse se convertirá en un objeto histórico en el sentido de que de esta elección crítica dependerá la totalidad de su desarrollo posterior. Después del punto de bifurcación surgen nuevamente estados estables que están sentenciados a correr la misma suerte del que los precedió.

En general en el transcurso de la evolución se desencadenará una sucesión de bifurcaciones, en medio de las cuales coexisten zonas deterministas (entre bifurcaciones) y puntos con comportamiento probabilista (los puntos de bifurcación).

En el punto de bifurcación aparece repentinamente un desvío por el que el sistema se encamina en una nueva dirección; el sistema cambia abruptamente y aparecen de repente nuevas formas de orden. Las bifurcaciones son provocadas por fluctuaciones insignificantes que si se producen en un momento oportuno terminan por desestabilizar el sistema inestable.

Entretanto, la estructura disipativa se mantiene alejada del equilibrio y puede incluso alejarse más y más mediante una serie de bifurcaciones. El punto de bifurcación es el salto a una nueva estabilidad en la que la estructura disipativa "trasciende", se "empina" a un nuevo estado de orden o "desciende", se "descuelga" por el despeñadero del desorden: es un hito en la evolución del sistema.

Cuando el sistema se acerca al punto de bifurcación se comporta como un todo, correlacionándose regiones separadas por distancias macroscópicas y la velocidades de las reacciones son interdependientes teniendo los acontecimientos locales repercusión a través de todo el sistema. Este fenómeno desafía la perspicacia por cuanto que el caos indiferente del equilibrio ahora se convierte en un caos activo que potencialmente será fuente de nuevas estructuras.

Otro comportamiento de las fluctuaciones es que no pueden apoderarse de todo el sistema en el primer intento. Se establecerán primero en una región limitada y dependiendo del tamaño de las fluctuaciones en esta región con respecto a un cierto valor crítico la fluctuación bien se amortiguará o propagará a todo el sistema. A este fenómeno Prigogine (Ibid.: 203) lo denomina nucleación.

En estos casos como el sistema está configurado por infinidad de elementos en interacción y por fuerzas de corto alcance se comporta como un todo, como si cada molécula estuviera "informada" del estado del conjunto por efecto de las correlaciones.

Estos comportamientos típicos de los sistemas complejos inducen a preguntarse, ¿Cómo pueden existir sistemas tan complejos como las organizaciones ecológicas o humanas? ¿Cómo se las arreglan para evitar el caos permanente?

La bifurcación es el punto que evidencia la rebeldía del sistema, donde aparentemente se "desquicia", "se sale de sus casillas", "se sale de juicio", abandonando el curso andado hasta entonces y se enrumba hacia un nuevo itinerario que es consecuente con su historia o, más claro, con bifurcaciones pasadas, que tuvieron lugar en cierta ocasión en un punto crítico y que continúan teniendo efecto sobre el desarrollo posterior del sistema. Por el hecho de recordar, de estar referido a bifurcaciones pasadas en el momento de producirse la bifurcación, se dice que los sistemas tienen "memoria".

En el desenlace de la bifurcación actúan al unísono causalidad y azar. La presencia del azar en estas circunstancias es un evento nuevo en la teoría de la complejidad que debe llamar poderosamente la atención. Se presentan, pues, dos conceptos nuevos, historia y azar, que reclaman aclaración.

Cuando se desata un punto de bifurcación emerge en el sistema un elemento de indeterminación que hace que el comportamiento del mismo sea totalmente impredecible y pueden surgir nuevas formas de orden y complejidad más elevados. De este modo el surgimiento del orden –la autoorganización- es la resultante de efectos combinados del no-equilibrio, la irreversibilidad, los bucles de realimentación y la inestabilidad.

El otro concepto, el de historia, en resumidas cuentas, no es más que un diagrama que muestra el camino que configuran los distintos puntos de bifurcación que ha sufrido el sistema en su devenir.

Es inevitable hacer la explicación que sigue para no correr el riesgo de dejarse incitar por el significado tradicional de historia. Cabe recordar que el paradigma newtoniano reviste la forma del "principio de causalidad" según el cual en el mundo físico nada es fortuito, todo es previsible, todo fenómeno tiene una causa que le precede necesariamente, por lo mismo, si se conoce la causa se puede conocer el efecto, nada se pierde, nada se crea, la causa es conservada en el efecto.

Según la nueva visión si bien un estado proviene de estados evolutivos anteriores las propiedades que asuma en un momento determinado de su evolución no pueden ser explicadas ni previstas simplemente deduciéndolas de las propiedades, leyes o fenómenos de los estados previos de los cuales proviene. En este sentido la historia no es plana, exhibe caprichosas discontinuidades.

La manera como se relata la historia llama a confundir la forma como se enhebra. Los acontecimientos se cuentan unos detrás de otros tanto como si unos fueran efecto de otros y formando una cadeneta o como se alinean los clientes alrededor de la caja de pago de un supermercado. Ahora, ¿Cómo se produjeron? ¿Acaso, siguiendo el desarrollo acompasado de los acontecimientos o por el contrario se presentaron sorpresas, sucesos imprevistos e intempestivos, que forzaron a cambiar inesperadamente el rumbo previsto?

En opinión de Michel Foucault (2000: 46), "La historia ‘efectiva’ se distingue de la de los historiadores en que no se apoya en ninguna constancia. La historia será ‘efectiva’ en la medida que introduzca lo discontinuo en nuestro propio ser". Salta a la vista que el pensamiento de Foucault reconoce en la forma como se configura la historia la presencia de discontinuidades o causas no explicables y con ello, de paso, contribuye a derrumbar la hegemonía del mecanicismo como único agente generador del futuro. Claro está que mientras Foucault se refiere a hechos aquí tiene que ver con sucesos concretos.

En los puntos de bifurcación el sistema abandona repentina y abruptamente el comportamiento hasta entonces observando y se desvía hacia una u otra ruta. Ninguna de las vías es previsible, el camino a seguir está en función de los antecedentes del sistema y de las condiciones externas.

Bajo esta premisa se da por sentado que no siempre un sistema está condenado a desaparecer, porque las estructuras disipativas le ofrecen mecanismos que o bien precipitan su desaparición o por el contrario amortiguan los embates críticos y logran buscar nuevas formas de organización que garanticen la supervivencia; en cualquier caso, el desorden siempre actúa como un estado que atrae, que empuja a los sistemas, aún en los momentos de pleno apogeo.

Los puntos de bifurcación se pueden explicar con un idioma más espontáneo, menos comprometido con la técnica. Expresado en términos del lenguaje cotidiano se trata de un conflicto en el que el sistema se ve obligado a decidir para sobrevivir.

El trance surge porque se ha desencadenado un desentendimiento en el sistema internamente o entre la forma como está operando y las exigencias que el entorno demanda -o ambas al tiempo-, se produce lo que en el lenguaje de Nicolis y Prigogine (Op. cit.: 27) se denomina ruptura de simetría. La consecuencia inmediata es que la entropía se incrementa y el sistema comienza a detectar que está extenuado que no es capaz de capear el temporal -está exánime, corre el riesgo de extinguirse- y se ve forzado a alejarse del área de la tormenta a buscar refugio, o, desaparecer.

¿Cómo escapa? Tomando del mismo entorno mayor entropía o mejor información -para re-conectarse con el entorno- que lo acomode en el nuevo contexto; y, sólo tiene dos alternativas: entregarse y perecer o buscar nuevas posibilidades de protección que compatibilicen con las nuevas exigencias que está enfrentando. Ejemplos abundan para ilustrar esta circunstancia. Para sintonizar con lo que más adelante se propondrá, el caso más elocuente es la incursión de un nuevo competidor que penetra de improviso al mercado, al que se hará referencia cuando se aborden los aspectos de gestión o los estrictamente económicos.

Volviendo a la teoría es preciso tener en cuenta que al apartarse aún más el sistema del equilibrio se pueden producir nuevas bifurcaciones que estarán indisolublemente asociadas al caos y el comportamiento del sistema se tornará entonces errático y sensible a las condiciones iniciales. En pocas palabras, la distancia respecto del equilibrio es un parámetro esencial para describir el comportamiento de los organismos vivos.

c) ¿Cómo se desencadenan las estructuras disipativas? Las estructuras disipativas son ejemplos de desequilibrio y autoorganización. Como recién se comentó, los sistemas vivos se mantienen en estado estable alejados del equilibrio y mientras se amparen en ese estado, de múltiples y misteriosas maneras conservan la misma estructura a pesar del incesante cambio o, formulado de forma más terminante, combinan la estabilidad de la estructura con la fluidez del cambio. Los procesos irreversibles proporcionan la aparición de coherencias lejos del equilibrio y son reflejo de la paradoja de cómo del desorden surge el orden. Repitiendo con Prigogine las estructuras disipativas son "islas de orden en un mar de desorden", manteniendo e incluso aumentando su orden a expensas del creciente desorden del entorno.

Prigogine (1997: 72) explica: "Allende el primer punto de bifurcación se produce un conjunto de fenómenos nuevos. Hemos designado estas nuevas organizaciones espacio-temporales con el término "estructuras disipativas". A partir de ese instante la disipación ya no es solo fuente de desorden sino que genera asimismo orden; el predominio del orden se debe a que fluye en mayor proporción que el desorden: es evidente que surge un proceso de autoorganización.

Ya se ha adelantado que las estructuras disipativas se generan en el orden por fluctuaciones. El efecto de las fluctuaciones los patentiza Prigogine (1994: 206) apuntando:

Esta sensibilidad de los estados de no-equilibrio no solamente a las fluctuaciones generadas por su actividad interna, sino también a aquellas procedentes de su entorno, reafirman la idea de que las estructuras disipativas son en cierto sentido ‘traducciones’ de los flujos que las alimentan. No es, por tanto, extraño descubrir una ‘organización adaptativa’ de la actividad del sistema como una función de las condiciones de contorno fluctuantes, ya que esto no es sino un aspecto más de su participación en su propio entorno.

Cuando se trazaron las primeras líneas de este trabajo se recordó que Aristóteles fue el primer filósofo que habló de autoorganización; esta idea permaneció latente y desde entonces ha sido interpretada en diferentes contextos. Durante los años setenta y ochenta investigadores como Prigogine y Maturana y Varela, entre otros, la redefinieron y consiguieron nuevos atributos que se constituyeron en los pilares sobre los que ahora descansa la emergente teoría de los sistemas vivos. Más recientemente Stuart Kauffman también ha incursionado en este campo.

En primer lugar reconocieron la capacidad de creación de nuevas estructuras y nuevos modelos de comportamiento en el proceso de desarrollo, aprendizaje y evolución; segundo, registraron que los modelos de autoorganización se refieren a sistemas abiertos operando lejos del equilibrio y la tercera cualidad que revelaron de esos modelos de autoorganización fue la interconectividad no-lineal de los componentes del sistema. La autoorganización es el fenómeno en el que surge espontáneamente el orden.

El concepto de autoorganización se clarifica con este experimento de Per Bak y sus colegas (Kauffman, Op. cit.: 45) que lo denominan «el montón de arena» de Bak y la «criticalidad organizada». El experimento consiste en derramar arena desde lo alto sobre la mesa.

El espectador podrá advertir que cuando se derrama arena sobre la mesa se va amontonando gradualmente hasta que los flancos alcanzan un cierto ángulo de reposo, después del cual comienzan a producirse avalanchas. Si se continúa echando arena seguirán las avalanchas pero moderadas. A partir de algún momento crítico se producirán avalanchas más frecuentes de mayor alcance hasta caen fuera de la mesa. Es «crítico» porque las avalanchas pueden ocurrir a cualquier escala y «autoorganizado» porque el sistema se ajusta a sí mismo hasta alcanzar el estado crítico.

En la sociedad se consiguen innumerables ejemplos de autoorganización. Un ejemplo que ya ha sido utilizado en otros escenarios basta. Cuando ingresan los alumnos de un curso por primera vez al salón se organizan de una manera caótica; pero una vez que comienzan a familiarizarse se van formando grupos. Tal vez inicialmente los hombres formen un grupo y las mujeres otro. Posteriormente pueden irse ordenando obedeciendo distintos patrones.

Por ejemplo, es posible que se organicen tomando como referencia los barrios donde viven. Después otros serán los patrones. Por ejemplo, formarán un grupo quienes gusten de las matemáticas, otro a quines les llama la atención los idiomas y otro quienes prefieren las sociales. En todos estos casos se han dado muestras de autoorganización porque nadie las propició, se dieron automáticamente.

Casi antes de comenzar el libro Investigaciones, Stuart Kauffman, (Op. cit.: 9) presenta esta cita de Immanuel Kant: "Así pues, un ente organizado no es una simple máquina, caracterizada por tener la capacidad de movimiento, sino algo que alberga en sí mismo una energía formativa autoprogramadora que se transmite a los materiales que lo constituyen y que éstos no poseen por sí solos, tal organización no puede ser deducida de la mera facultad mecánica del movimiento".

Capra (Op. cit.: 103) resume estas particularidades abonando que "autoorganización es la aparición espontánea de nuevas estructuras y nuevos modos de comportamiento en sistemas lejos del equilibrio, caracterizada por bucles de retroalimentación internos y descrita matemáticamente en términos de ecuaciones no-lineales". Naturalmente, los atributos que se han reseñado son en la práctica "propiedades emergentes" que exhiben los sistemas en el proceso de evolución.

El concepto de autoorganización se originó en el reconocimiento de la red como patrón general de vida, redefinido por Maturana y Varela en su concepto de autopoiesis. Si ante fluctuaciones -internas- o perturbaciones -externas- aleatorias, el sistema, en lugar de dejarse arrastrar y quedar al garete, destruido o desorganizado, reacciona con aumento de complejidad, se perfila como autoorganizador.

Maturana y Varela (1995:70) acuñaron el término autopoiesis, para referirse a ese atributo y así lo establecieron: "la organización autopoiética significa simplemente procesos concatenados de una manera específica tal que los procesos concatenados producen los componentes que constituyen y especifican al sistema como una unidad". Como suele ocurrir frecuentemente Capra (Op. cit.:116) interpreta atinadamente a los autores: "La autopoiesis es una red de procesos de producción, en la que la función de cada componente es participar en la producción o transformación de otros componentes de la red. De este modo toda la red «se hace a sí misma» continuamente".

La primera impresión que provoca la siguiente versión de Capra (Ibid.: 181) es que no son compatibles las concepciones de Maturana y Varela y Prigogine. "Cuando Maturana y Varela describen el patrón de organización como red autopoiésica, ponen énfasis en la clausura organizativa de dicho patrón. Como contraste cuando Prigogine describe la estructura de un sistema vivo como una estructura disipativa, enfatiza la apertura de esta estructura al flujo de materia y energía".

El aparente distanciamiento entre Maturana y Varela y Prigogine surge porque en la teoría tradicional, que es la más difundida, se da por sentado que el entorno es quien determina los cambios en el sistema; esta concepción implica que la organización es claramente un sistema abierto en continua interacción con el contexto transformando las entradas –inputs– en salidas –outputs- como el medio para sobrevivir. Esta idea ya enraizada es la que es desafiada por la teoría de Maturana y Varela, quienes sostienen como acaba de verse que todos los sistemas vivos son organizaciones cerradas, sistemas autónomos de interacción, exhiben circularidad operacional y se autorreferencian.

No consigo explicación para que el desencuentro se abra paso, por el contrario, estimo que las dos concepciones son congruentes y, es más, complementarias. Puntualizo.

La autopoiésis implica que los componentes son producidos por otros componentes de la red, por lo mismo, el sistema es organizativamente cerrado, aun cuando es abierto a los flujos de materia y energía. La clausura organizativa es una cualidad inherente de los sistemas vivos y la que los consolida como autoorganizadores, por cuanto que su orden y comportamiento no son impuestos desde el exterior sino determinados por el mismo sistema.

En otro lenguaje, los sistemas vivos son autónomos. La autonomía no significa que estén aislados del exterior; por el contrario, están en permanente intercambio de materia y energía con el exterior, pero la interacción no determina su organización. Por eso se dice que son autoorganizadores. Hilando delgado se advierte que el enfoque de Maturana y Varela es mecanicista.

Desde la otra posición Prigogine cataloga como abiertos a los sistemas vivos. Aun cuando puede aparecer algún vestigio de desacuerdo en el fondo no se da por cuanto que se refieren a contextos diferentes de la organización de los sistemas. Prigogine resalta las estructuras disipativas como mecanismos del sistema para intercambiar con el entorno materia y energía; al tiempo que Maturana y Varela (1996: 50) se refieren al cierre operacional para significar que el sistema es autónomo por cuanto determina su propia organización descartando la injerencia del entorno, "En estas interacciones la estructura del medio sólo gatilla los cambios estructurales de las unidades autopoiéticas (no los determina ni instruye) y viceversa para el medio. El resultado será una historia de mutuos cambios estructurales concordantes mientras no se desintegren: habrá acoplamiento estructural".

Cuando se presta atención a estas descripciones se palpa que las relaciones del sistema con su entorno son al fin y al cabo una reflexión de su propia organización. El sistema interactúa con el entorno de forma que contribuya a su propia auto-producción, y en consecuencia en diferentes niveles están coproducidos.

Con estas precisiones, se pretende dejar claramente establecido que un sistema vivo es a la vez abierto estructuralmente y cerrado organizativamente, o, considerado dinámicamente, los organismos vivos son sistemas energéticamente abiertos pero organizacionalmente cerrados.

En suma, las estructuras disipativas que nacen en medio de un orden inestable y el azar llegan a ser lejos del equilibrio fuentes de orden. De manera similar, cabe atestiguar que quebrantando las concepciones tradicionales, paradójicamente el caos es fuente de orden, el desorden es fecundo. En palabras de Nietzsche, "Nadie sin un caos dentro de sí puede dar a luz una estrella danzante".

Entre la colección de ideas que han surgido alrededor de la autopoiesis aparece una nueva propuesta: la sociopoiesis. Gibert (Moebio No. 22) se imagina que podría interpretarse como "organización de lo social". Siguiendo la línea de orientación de Maturana y Varela desde nuestra perspectiva se denominaría más bien "construcción de la sociedad", o, "constitución de la sociedad. En otro título se hará referencia a esta importante propuesta.

d) Ahora concierne correr la cortina para enterarse de ¿Por qué se elige un estado particular y no otro? Elegir una solución entre varias sugiere un proceso de decisión, que implicaría un estado de conciencia. En este caso, una vez el sistema llegue al punto de bifurcación puede "elegir" entre varios caminos posibles, ninguno de los cuales será previsible. El estado que resulte elegido en el punto de bifurcación es hijo legítimo del azar y dependerá del diagrama de bifurcaciones y el azar.

Este aspecto es digno de relevar.

Se colegirá que la connotación de elección es simplemente metafórica. Desde luego, es lógico presumir que todo estado proviene de estados evolutivos anteriores, a pesar de eso la explicación de la elección no será posible deducirla completamente de las propiedades o leyes de los estados previos porque en los sistemas dinámicos no rige el principio de causalidad solamente sino que clandestinamente también se entromete el azar, y, por tanto la indeterminación. La casualidad es la única que decide qué rumbó tomará.

El azar acusa la presencia del poder innovador del sistema en el proceso. En toda forma, recorrerá el diagrama de bifurcaciones siguiendo un camino lo que constituye, propiamente hablando, la historia del sistema; sin olvidar que el determinismo de las ecuaciones y el azar de las fluctuaciones están, en este caso, asociados inseparablemente.

Para evitar tentaciones relacionadas con la tendencia generalizada a sostener que el futuro estaría condicionado por el pasado, conviene acordarse de Neils Bohr en este pasaje de Nicolis y Prigogine, (Op. cit.: 14): "Para emplear una imagen conocida debida a Neils Bohr: «Sabemos que somos a la vez actores y espectadores, no sólo en las ciencias humanas sino también en la física. En lugar de construir un mundo en el que el pasado condiciona el futuro, pasamos a un mundo cuyo futuro está abierto, en el que el tiempo juega un papel constructivo»".

Una metáfora llega como anillo al dedo para aclarar por qué se elige un estado particular. Suponga que se desplaza por el cauce de un río como un corcho que, cabeceándose, se deja arrastrar por la corriente. Todo cuanto suceda está supeditado al rumbo de ese río, más cuando se llega a uno de sus tres afluentes no es previsible definir cuál afluente se elegirá, todo dependerá de la fuerza y orientación de las corrientes que predominen en ese instante.

Cualquiera tiene la posibilidad de ser preferido. Una vez se elige un afluente particular, que tiene a su vez otras desembocaduras, se entrará nuevamente en una situación análoga. El devenir de ahí en adelante estará limitado a lo que acontezca al llegar a definir el nuevo estuario, luego, el futuro será impredecible, porque no hay forma de pronosticar cuando llegue el momento, qué desagüe se elegirá. Pero cualquier desembocadura que se elija estará condicionada por la que se sobrepasó previamente.

e) Persiste la última pregunta, ¿Por que reacciona el sistema? Ya lo adelantó Prigogine, las estructuras disipativas "traducen" los flujos que alimentan. Aun cuando esta visión se muestra naturalmente explicativa, Varela (1998: 87-113) ofrece una versión semejante utilizando un término de su propia cosecha que bautiza con el nombre de enactuación. Interpreto la enacción (Varela, 1998: 89) –"puesta en acto"- como una característica que le otorga al sistema la disposición para permanecer alerta e interconectado con el entorno para elegir el estado que le ofrezca mayores posibilidades de sobrevivir, para lo cual tendrá necesariamente que "traducir", "darse cuenta" o "intuir" cómo compatibiliza las fluctuaciones internas y las perturbaciones externas con los desafíos del entorno. Se aplaza la discusión de la enactuación para el capítulo que tratará sobre los seres vivos.

Esta concepción la fortalece Varela (1997: 238) con un argumento más explícito: "En consecuencia, la cognición ya no se encara como resolución de problemas a partir de representaciones; en cambio, la cognición en su sentido más abarcador consiste en la enactuación de un mundo -en hacer emerger un mundo- mediante una historia viable de acoplamiento estructural".

Después que el sistema se sitúa en el estado que la causalidad y el azar han "elegido" entra bajo la influencia de un atractor. ¿Qué es un atractor?, es la inquietud que se resolverá en una sección posterior.

Ahora que ya hay conciencia de cómo evolucionan los sistemas resulta evidente que el desorden, el caos y la complejidad juegan un papel fundamental y dejan claro que predecir el futuro no es cuestión que pueda dejarse en manos solamente del razonamiento lógico. Y los gurús de las ciencias económicas no cesan de pregonarlo.

La visión biológica la destaca Kevin Kelly (Op. cit.: 299): "Durante mucho tiempo se ha hablado de instituciones y organizaciones como si fueran algo biológico, como si fueran un organismo vivo. De modo que la noción de analogía biológica no es nada nueva. Lo que es nuevo es la exactitud con que podemos ver esa metáfora resuelta, cuando antes era sólo poesía".

La presencia de la autoorganización en la economía y la organización como propiedad emergente no es invento de hoy y así lo subrayan quienes la han reconocido.

Paul Krugman (1997: 8) comenta:

Cuando Adams Smith escribe que el mercado conduce a los que en él participan "como una mano invisible" hacia un resultado que nadie perseguía, ¿de qué nos está hablando sino de propiedad emergente? Y los ejemplos de emergencia abundan en teoría económica: no hay más que fijarse en que los mercados competitivos, en los que cada individuo se afana únicamente en provecho propio, actúan como si los que participan en ellos estuvieran aunando sus esfuerzos con el fin de maximizar el total del excedente del consumidor y productor, conceptos que por lo general desconocen.

Gareth Morgan (Op. cit.: 232) piensa que: "El reto presentado por la teoría de la autopoiesis es comprender cómo las organizaciones cambian y se transforman a sí mismas a lo largo del tiempo con su entorno y desarrollar fórmulas de organización que favorezcan la clase de evolución abierta".

Krugman (Op.cit.: 10) enfatiza el papel de la autoorganización en la economía: "Sin embargo, tengo que decir que, en economía, también existen procesos que generan una autoorganización temporal, y me estoy refiriendo al ciclo económico, a los impulsos de expansión y contracción que rodean cualquier tendencia relativamente estable de largo alcance. (Pues no, no creo en las fluctuaciones de Kondratieff)".

La autoorganización en los sistemas sociales tampoco es una novedad. Alvarez y Campo (2000: 131-158) muestran cómo se generan en la sociedad el orden por fluctuaciones y los puntos de bifurcación. Un ejemplo sirve para confirmarlo: "Denominamos `efecto eco´ lo que en el mundo de las ciencias de la complejidad se conoce con el nombre de `efecto mariposa´. Cualquier intento bueno o malo consigue replicarse. Los esfuerzos que logran resultados visibles son imitados rápidamente. Cuando una cuadra –por ejemplo- consigue algún resultado que redunda en su mejor estar, pronto será remedado por otras cuadras o barrios".

Para Gareth Morgan (Op. cit.: 236) la autoorganización alcanza su real sentido en estas circunstancias: Tras "Mutaciones al azar en la naturaleza y sucesos accidentales en la vida social, y dadas unas circunstancias favorables, se inicia un proceso ampliable de autoorganización en los cuales las retroacciones positivas y negativas interactúan para producir modelos cambiantes que pueden, en cierto punto, convertirse en formas estables".

Cuando a Peter Senge (Gurusonline), se le preguntó sobre la relación entre el medio ambiente y la envolvente social respondió:

Hay que reconocer que la organización es un sistema vivo y que existe dentro de otros sistemas vivos mayores, en este caso, el ecosistema de la sociedad. Para que los sistemas sean saludables, tiene que haber reciprocidad entre estos. Esa es la condición básica de cualquier sistema natural. Por ejemplo, el cáncer es un sistema vivo que destruye a su huésped, un sistema vivo mucho más grande. Después de un tiempo, el cáncer termina, porque dura hasta que acaba con el otro mayor. Así actúan la mayor parte de las empresas hoy día.

La afirmación de Senge de que la organización es un sistema vivo la ratifica Kevin Kelly (Op. cit.: 314): "También es este un principio verdadero de la economía. Lo más curioso sobre los sistemas abiertos –llamados vivisistemas- es que cada nuevo negocio adicional que aparezca creará el entorno para el próximo negocio que venga. De manera que no es un juego de resultado cero –donde cada negocio provoca la muerte de otro- sino lo contrario. Cuantos más negocios haya alrededor, más espacio habrá para nuevos negocios".

La diferencia que subsiste entre los sistemas naturales y el sistema social la relata Gareth Morgan (1991: 53): "En la naturaleza observamos que los organismos están dotados con un armonioso patrón o modelo de relaciones internas y externas como resultado de la evolución.

En las organizaciones, sin embargo, el grado de armonía interno y de competición con el entorno es un producto de las decisiones, acciones y omisiones humanas, de tal suerte que el conflicto y la incongruencia son la norma".

Las causas irreconocibles en la complejidad y el caos las describen Collins y Porras (1995: 51): "Del mismo modo pedimos a usted que vea el éxito de las compañías visionarias, por lo menos en parte, como derivado de los procesos subyacentes y la dinámica fundamental incrustada en la organización, y no principalmente como resultado de una sola gran idea o de algún gran visionario o semidios que todo lo sabía y que tomó las decisiones, que tenía gran carisma y dirigía con gran autoridad".

La incertidumbre que se cierne sobre el futuro en economía y administración es el pan de cada día; a tal punto que se consideran como circunstancias normales, a pesar de eso no deja de causar dolores de cabeza.

Gary Hamel (1997: 98) expresa: "Durante muchos años, hemos seguido un enfoque equivocado al pensar en el futuro. El enfoque primordial era predecir y tratar de identificar un futuro particular más que de desarrollar un sentido profundo de `discontinuidades´ -las cosas que están impulsando el cambio, o que potencialmente podrían ser canalizadas para impulsarlo".

Charles Handy (Op. cit.: 28) previene:

En los días que corren casi nada es seguro. En los viejos tiempos, cuando las organizaciones eran más jóvenes, había el sentimiento de que a su debido tiempo llegaríamos a algún tipo de ley científica sobre las organizaciones. Las compañías tendrían éxito porque podrían predecir el futuro y, hasta cierto punto, incluso manejarlo. Por ello entonces diseñamos y construimos muestras organizaciones sobre las premisas de la planeación, la predictibilidad y el control. Solíamos utilizar palabras como planear, operar, controlar, medir. Pero en mi concepto, todas esas palabras ya no pueden utilizarse en el presente.

El Equipo Change Integration de Price Waterhouse (1996: 10) hace caer en cuenta que:

La vía para resolver este problema no era el de … las técnicas (perfectas) … Las fuerzas que intervienen son demasiadas como para proporcionar el pronóstico correcto. El futuro ya no es estable; se ha convertido en un blanco móvil. De los comportamientos pasados no puede sacarse ninguna respuesta correcta. El mejor enfoque … consiste en aceptar la incertidumbre, tratar de entenderla e integrarla en nuestro razonamiento. La incertidumbre no es hoy una simple desviación temporal con respecto a una previsión razonable; es una característica estructural básica del medio.

El papel de la red lo acentúa Kevin Kelly (Op. cit.: 310):

Las corporaciones virtuales son organizaciones en las que –cuando las examinamos de cerca-, encontramos que no hay nada en casa. Es sólo un esqueleto de procesos, y la mayoría del trabajo se lleva a cabo contratando con otras compañías, las cuales, a su vez, contratan una parte de ese trabajo con otras. Intentar dibujar un diagrama de la organización sería una tarea muy difícil porque no se ve con claridad quién hace realmente el trabajo o a quién pertenece el trabajo.

El comportamiento de la economía lo grafica Ormerod (Op. cit.: 267):

En un sistema no lineal complejo como el que rige la macroconducta de la economías modernas, existen verdaderos valores umbral de los diferentes factores en el sistema por encima o por debajo de los cuales la conducta del sistema en su conjunto se transforma espectacularmente en un corto espacio de tiempo. Por ejemplo, como hemos visto, una vez la verdadera y subyacente relación entre inflación y paro está identificada, el potencial para tales modificaciones puede ser contemplado como una parte fundamental del sistema.

9. AGENTE AUTÓNOMO Y ORGANIZACIONES PROPAGATIVAS

Probablemente si se dispusiera de una fórmula mágica que paralizara la vanguardia del conocimiento se podría quedar contento con los logros alcanzados por Maturana y Varela y Prigogine; pero el avance no se detiene y a diario aparecen nuevas interpretaciones y propuestas que dejan impávido al más prevenido. Stuart Kauffman extiende una invitación en su libro Investigaciones que si bien es congruente con las dominantes también presenta matices que la distancian. Aquí se recogen los aportes que se considera enfatizan los conceptos que interesan.

El principal aspecto sobre el cual trabajó es el que denomina agente autónomo. Para explicar la noción se desliza a través de reiteradas tentativas hasta llegar a la que considera fundamental. El objetivo que lo estimula es conseguir una definición adecuada de organización que vaya más allá de los conceptos de materia, energía, entropía e información porque con esos elementos todavía no se ha llegado a descubrir lo esencial del concepto, todavía falta algo.

En el primer intento Kauffman (2003, 13) entra de lleno diciendo, "Llamemos «agente autónomo» a todo sistema capaz de actuar en su propio interés en un entorno dado". A renglón seguido se pregunta: "¿qué es lo que hace que un sistema físico se convierta en un agente autónomo?" Y cree que con la concepción del concepto de agente autónomo ha encontrado la verdadera definición de la vida misma. Luego propone (21): "Un agente autónomo es un sistema autorreproductor capaz de desarrollar al menos un ciclo de trabajo termodinámico".

Avanzando en la exploración manifiesta (152):"Hemos llegado hasta aquí: un agente autónomo, o un conjunto de ellos en un entorno dado, es un sistema fuera de equilibrio que propaga cierta especie de conjunción entre materia, energía, construcción de restricciones, medida, registro, información y trabajo. Se trata de un nuevo tipo de organización de procesos y eventos".

Y termina expresando (161): "Ahora, cinco capítulos después, parece obligado concluir que un agente autónomo es una cierta conjunción de materia, energía y organización a la que es posible atribuir propósito en el sentido de capacidad de obrar en su propio beneficio. Mi proposición constituye un círculo definicional".

Los agentes autónomos actuando en su propio provecho y valiéndose de los juegos naturales -entendidos como una forma de ganarse la vida en un entorno- constituyen la biosfera. En el intercambio entre los agentes y los juegos naturales se produce un proceso coevolutivo que garantiza la permanencia de ambos. Por lo demás, este proceso que se cumple entre los agentes y los juegos naturales es lo que hacemos todos los seres vivos en la biosfera.

Los agentes autónomos constituyen en conjunto la biosfera, que es concebida como (113):

Un entramado coevolutivo y auto consciente de agentes autónomos y modos de ganarse la vida, siendo éstos a su vez, el resultado de los métodos de búsqueda empleados por dichos agentes. En términos coloquiales y tal como observamos en un sistema económico, los empleos nacen con quienes los ejercen. Si nadie puede aprender o explotar un determinado tipo de trabajo, esa especialidad no alcanzará una población de trabajadores tal que lo diferencien como tarea concreta respecto a otras similares.

Será necesario distinguir que un agente autónomo es capaz de realizar al menos un ciclo de trabajo y en ese proceso manipulan el mundo en su propio beneficio. Bastan dos ejemplos para entenderlos: una mesa o una piedra no son agentes autónomos en cambio una célula viva lo es. Asimismo, lo que los tipifica es que acoplan ciclos autocatalíticos y de trabajo en forma de redes de reacciones químicas abiertas y fuera de equilibrio constituyendo una nueva clase de sistemas dinámicos.

El término autocatalítico lo entiende como reproducción (37). Como se anotó Kauffman sospecha que los agentes autónomos definen la vida en sí.

La coevolución de los agentes autónomos conduce de forma natural al establecimiento de redes interconectadas de reacciones exergónicas y endergónicas entre ellos. Las reacciones exergónicas son procesos espontáneos que liberan energía y las endergónicas son procesos que requieren la adición de energía libre procedente de alguna fuente externa. Los factores fundamentales que subyacen bajo esta creación de organización son los mismos que se encuentran en la economía, que en el fondo es una prolongación humana de la biosfera.

Los agentes autónomos se ganan la vida recreándose en los juegos naturales y los juegos naturales ganadores son descubiertos por los procedimientos de búsqueda que emplean los propios agentes autónomos coevolutivos. Los juegos ganadores son los que practican las especies vencedoras. Gracias a que los agentes autónomos enlazan reacciones exergónicas y endergónicas en ciclos de trabajo, la energía obtenida en unas puede ser aplicada a crear organización y estructuras en otras.

Los agentes autónomos están permanentemente empeñados en un proceso de creatividad e innovación -molecular, morfológica, organizativa, de comportamiento, etc.- a través de lo adyacente posible. Lo "adyacente posible" es un avance hacia lo nuevo, hacia la novedad. Es el conjunto de objetos o eventos nuevos, no construidos aún, que pueden ser obtenidos a partir del conjunto actual de objetos.

Es una concepción que admite el conjunto de eventos que pueden suceder a continuación partiendo de lo disponible ahora. La biosfera avanza hacia lo adyacente posible paralela a como sus habitantes pueden ganarse la vida, a un ritmo mayor para las variaciones que surgen que para las que son eliminadas.

Las biosferas pueden lograr lo adyacente posible tan rápido como sea sostenible y quizá también así ocurra en la econosfera. La cuarta ley de la termodinámica –la que se reseñó cuando se trató la entropía- se referiría a la capacidad que tienen los sistemas autoconstitutivos para maximizar su dimensionalidad.

Asociado al concepto de agente autónomo lanza el de organizaciones propagativas, poniendo de presente por adelantado que se carece de un concepto categórico (13): "De hecho, una célula o una colonia de bacterias hacen algo que aún no podemos definir claramente: ambas son «organizaciones propagativas», es decir, entes que literalmente construyen más de sí mismos. Lo que la célula y la colonia realizan no tiene definición en la física o la biología actuales pero es justamente lo que construye una biosfera". En plata blanca lo que distingue a las organizaciones propagativas es que son capaces de construir más de sí mismas y se ramifican de forma persistente en condiciones de no equilibrio.

Los agentes autónomos y la biosfera se constituyen a sí mismo, son autoconstructivos, más todavía no se ha encontrado el principio que los rige; por lo mismo sostiene (121): "Esa aparición de ecosistemas autoconstructivos ha de tener, de algún modo, un origen físico, aunque actualmente ninguna teoría física se ocupe de ello. El mero hecho de que la biosfera cree esa asombrosa complejidad y diversidad indica que nuestra física actual omite algo fundamental".

Reiteradamente insiste, al igual que Prigogine en su momento, que las concepciones físicas y biológicas actuales no alcanzan a cubrir el espectro de las manifestaciones de la naturaleza y esta es una razón más para entender por qué son incisivos al proclamar que la física actual desencanta al mundo.

A través de toda la obra compara el comportamiento de la biosfera con el de la economía; y por eso, no sin razón argumenta (285) que no es casualidad que las palabras «economía» -econosfera- y «ecología» procedan de la misma raíz griega, oikos (casa).

Entiende que la economía adquiere dinamismo por medio de los agentes autónomos –individuos y empresas- y en la emergencia de las ventajas del comercio entre ellos. El intercambio económico no es más que una mera extensión del intercambio biológico. Hay ventajas comerciales en el intercambio metabólico entre las raíces de las legumbres y los hongos: azúcar a cambio de nitrógeno fijado en aminoácidos. Lo mismo sucede cuando se cambian peras por manzanas.

Así como el dinamismo de la economía se fundamenta en las «ventajas del comercio», de manera similar los agentes autónomos enlazan reacciones exergónicas y endergónicas para la creación de ventajas en los intercambios lo que conlleva a la creación de nuevos nichos y nuevas oportunidades mutualistas. El resultado es una inmensa red que constituye el ecosistema.

Las semejanzas entre biosfera y econosfera las patentiza de esta manera (14): "Los comportamientos cooperativos de los agentes autónomos impregnan también la economía, con sorprendentes derivaciones para sus fundamentos, el crecimiento económico y el desarrollo de empresas adaptativas que coevolucionen en ecosistemas corporativos y cuya dinámica evidencia casi exactamente las mismas leyes que los ecosistemas biológicos".

El pensamiento de Kauffman es el aporte más poderoso y significativo para establecer y darle sentido a la analogía entre biosfera y econosfera porque principalmente destaca cómo en una y otra lo que prima son las ventajas que derivan unos organismos de la interacción con otros. Subraya (85) que, "El intercambio económico no es más que una mera extensión del intercambio biológico"; e insistiendo con fuerza en las semejanzas resalta que (, 286) : "Las actividades económicas y quienes se ganan la vida con ellas coevolucionan en la econosfera, constituyendo una red de complejidad siempre creciente y en permanente expansión".

Como colofón de esta teoría se comenta que concuerda con la de Maturana y Varela cuando habla de organizaciones propagativas, pero va más allá por cuanto concede a los agentes autónomos propósito, es decir, intencionalidad. Si bien esto se presumía desde Maturala y Varela, no lo explicitaron. Y la versión de Kauffman se aviene con la de Varela cuando concede a los sistemas naturales la capacidad de enactuación. Por supuesto, es más coherente con la teoría de Prigogine por cuanto que reconoce en los sistemas biológicos las mismas cualidades y particularmente la capacidad creativa a través de lo "adyacente posible".

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