E. Amelineau en su monumental obra "Ensayo sobre el gnosticismo egipcio" (1887), demuestra que los primeros gnósticos pertenecientes a ambientes judíos (Cerinto, Simón el mago y Menandro), habrían tomado su doctrina de Egipto. Es más, la propia doctrina valentiniana sería una composición sincrética realizada en función de la teología egipcia y del cristianismo.
K. Kessler plantea que diferentes movimientos religiosos de gran influencia, sobre todo en Asia (gnosis, mandeísmo, y maniqueísmo), habrían tenido un origen común en un conjunto de creencias e ideas provenientes del antiguo paganismo babilónico. Para Kessler la propia gnosis tendría entonces un origen asiático, siendo el maniqueísmo y el mandeísmo descendientes de esta primitiva gnosis.
R. Reitzenstein (1861-1931) afirma que la gnosis tiene su origen en Oriente, especialmente en las tradiciones religiosas iraníes (Persia e Irán). El modelo de redención iraní lo vemos plasmado en el maniqueísmo, que mencionaremos más adelante, y en el mandeísmo.
Adentrándonos un poco en la historia de algunas de las doctrinas de las preeminentes escuelas, sectas o congregaciones gnósticas nos encontramos, en primer lugar, con los Naasenos, quienes tuvieron una considerable importancia en los primeros siglos de nuestra era. Adoraban a la serpiente, y este fue el motivo para que se les declarase heréticos, pero confiesen honradamente los historiadores que fue una agrupación de gentes muy versadas en las ciencias y que poseyeron grandes e intachables virtudes. Lo único que pudo ser reprochable en ellos fue la adoración a los Nahas (serpientes) y la creencia que sostenían de que el líquido de estos animales, en su mayor parte venenoso, podía servir para redimir a los hombres de la esclavitud del pecado.
En griego, serpiente es Ophis. Por eso los Naasenos Griegos se llamaron Ophitas. Sus enseñanzas fueron tomadas de Santo Tomás y del Evangelio de los Egipcios. Los Ophitas reconocían al demiurgo como entidad encargada de crear los mundos o, por lo menos, nuestro mundo. Eran soberbios astrólogos y ponían en relación con los siete planetas y los siete signos del zodiaco, siete centros internos de nuestro organismo. La forma de su culto la tomaron de los egipcios, quienes presentaban a Hermes provisto de un miembro masculino en estado de erección, al que daban el título de dador de la razón.
Los Peratas La denominación de Peratas viene de Perasai, pues así se llamaron los que constituyeron aquella religión, quienes afirmaban que eran los únicos que podían pasar a través de la corrupción de la época. Eran, con toda firmeza, de una alta moral y conocían los grandes secretos de la naturaleza. La serpiente o el órgano sexual, figuraba como símbolo principal en el culto de los Peratas. En uno de sus libros, hablan de Cristo, a quien consideraban como un nirvanacaya que vino voluntariamente a ser encarnado para salvar denodadamente a la unidad, es decir, para unir la tríade dispersa.
Afirmaban también los Peratas, que existían dos formas de nacimientos: la de la carne, originada por el coito, y otra distinta para lo que aquél no era preciso. De la primera, salían hombres condenados a la muerte, y de la segunda, de la concepción del Espíritu Santo, ángeles. Por este motivo exponían que debían evitar la concepción carnal y lograr la espiritual.
Pudiéramos también mencionar a los Setianos.
Esta secta rendía culto a la sabiduría divina, y fueron, indudablemente, los primeros Teósofos. Decían que Set era hijo de la sabiduría. Su tríade estaba representada por Set, Caín, y Abel, siendo Caín la carne y Abel el mediador. En cambio Set, era el Dios-Sabiduría. Afirmaban que Cristo y Set eran lo mismo puesto que ambos eran hijos de la Sabiduría. Los Setianos adoraban la GRAN LUZ, decían que el Sol, en sus emanaciones, era substancia divina, la cual formaba nido en nosotros, constituyendo más tarde la serpiente. Afirmaban que el Hombre sólo debería temer la oscuridad, que ella representaba, al infierno, ya que la luz esta aprisionada por esta oscuridad misma y trata de liberarse de ella. Esta oscuridad está contenida en el útero y debe venir el gran viento, el gran hálito para liberarla. En los misterios se representaba la luz por un anciano y la oscuridad por una mujer joven y hermosa.
Los principales gnósticos de los que tenemos noticias son: Basílides, Carpócrates y Valentino, Berdesanes y el persa Mani.
La doctrina de Basílides, que enseño en Alejandría, nos es conocida a través de la obra de Clemente de Alejandría, la fe para él es una entidad real, una cosa puesta por Dios en el espíritu de los elegidos o los predeterminados a la salvación. Basílides, por la necesidad de explicar el mal en el mundo, fue llevado a admitir dos principios de la realidad, unos como causa del bien y otro como causa del mal: luz y tinieblas. Puestas en contacto entre sí, las tinieblas miraron de unirse a la luz y participar de ella, mientras la luz, por su parte, permanecía alejada sin absorber las tinieblas. Estas tinieblas dieron lugar así a una apariencia y a una imagen de la luz, que es el mundo en el cual el bien se encuentra por esto en una cantidad despreciable y el mal predomina.
Carpócrates de Alejandría, en su doctrina, para explicar la superioridad de Cristo sobre los hombres, se sirve de la teoría platónica de la reminiscencia. Cristo se hizo superior a los hombres, porque su alma recordó con más amplitud todo lo que había visto durante su vida con el padre increado, de donde este le dio una virtud particular que le hizo capaz de sustraerse al dominio del mundo y volver a subir libremente hasta Él. Lo mismo le acontecerá a toda alma que se atenga a la misma línea de conducta. Sus seguidores admitían la transmigración del alma de cuerpo en cuerpo, hasta que hubiesen cumplido el ciclo de las experiencias pecaminosas; solo al fin de esta odisea, el alma se haría digna de volver al Padre, librándose de todo lazo del cuerpo.
Los Valentinianos:
Valentín, fallecido en el año 161, era uno de los gnóstico de más renombre y fueron muy grandes sus luchas defensivas para no ser conquistado por la Iglesia Católica, la que terminó excomulgándolo.
La Herejía de Valentín, sin embargo, consistía en tener un conocimiento más hondo y más trascendente que los Sectarios de la Iglesia Católica, y por sus acendradas virtudes que fue su mejor patrimonio durante toda su vida. Sus grandes poderes de mago, es lo que más eficazmente llegó a despertar los celos de sus adversarios. La literatura sobre este maestro, es naturalmente gnóstica, pues le atribuyen un sinnúmero de sofismas y de errores que nunca trató de expresar, velando con ellos su verdadera doctrina, que llegaron a ignorar por completo.
Valentín, como casi todos los gnósticos, se valió del símil del nacimiento de un ser humano para explicar la Creación de los Mundos, llegando a construir todo un Edificio Filosófico con este sistema. Los Valentinianos, y junto a estos Valentín, afirmaban que, originalmente, toda la realidad era espiritual, el ser supremo no tenía intención alguna de crear un mundo material, sino solo un mundo poblado de espíritus. Con este propósito fueron creados varios seres espirituales o eones. Sofía, el último eón creado, quiso producir algo por sí sola y el resultado fue un aborto. Esto es nuestro mundo: un aborto del espíritu y no una creación de dios. Afirmaban que como nuestro mundo había sido creado por un ser espiritual, siempre quedaron en él algunas chispas o porciones del espíritu. Estos elementos espirituales son los que han quedado encerrados en los cuerpos humanos y es necesario liberar, aunque también se piensa que se hallan igualmente fuera del hombre; en los arcontes y en la naturaleza. Además sostuvo que Jesús fue gnóstico en toda la extensión de la palabra, y por esta causa la Iglesia Católica no pudo interpretar las Escrituras debido a que le faltaba la clave necesaria para ello.
Berdesanes, nacido en Edesa el año 154 d.c fue discípulo de Valentín. El es esencialmente un astrólogo y un naturalista que partiendo de la astrología babilónica y egipcia, saca la teoría de la influencia de los astros sobre los acontecimientos del mundo y las acciones humanas.
El persa Mani, nació probablemente hacia el 126 d.c, se proclamó el Paráclito, esto es, el que debía llevar la doctrina cristiana a su perfección. Su religión es una mezcla fantástica de elementos gnósticos, cristianos y orientales, sobre el fundamento del dualismo de la religión de Zoroastro. Admite, en efecto dos principios originarios, uno del mal, o principio de las tinieblas, otro del bien o principio de la luz, que se combaten perpetuamente en el mundo. También en su doctrina en el hombre hay dos almas, una corpórea como principio del mal y otra luminosa que representa el bien. El hombre llega a la perfección con un triple sello, esto es, absteniéndose de la comida animal y de los discursos impuros, de la propiedad y el trabajo, del matrimonio y el concubinato. El movimiento fundado por Mani es, por consiguiente, un claro dualismo y tiene varios puntos de contactos con el gnosticismo o con algunas direcciones de este. Sin embargo, este dualismo maniqueo se diferencia del gnóstico en que mientras para este el Dios bueno es superior al demiurgo creador para el otro o sea el maniqueo se trata de dos principios igualmente poderosos y no hay subordinación, sino igualdad originaria.
Los gnósticos no descuidaban, desde luego, los problemas morales, y una ética se derivaba necesariamente de la gnosis. Ahora bien, es notable advertir que en esta se da por lo menos una doble moral respecto al tratamiento por parte del hombre y, en general, de todo ser espiritual, de su propio cuerpo: la moral ascética y la moral relajada. En general, los grandes representantes del gnosticismo se decidieron por la primera, castigaron al cuerpo para así debilitar su poder sobre el espíritu, evitando que sus pasiones los arrastrasen, siendo esta la posición de Marción del que hablaremos más adelante por su importancia para la Iglesia. Pero la moral relajada no era en modo alguno ajena. En efecto toda idea del cuerpo como algo absolutamente menospreciable (o inclusive "inexistente" en su principio), según sostenía la gnosis, puede dar origen a una moral de tipo relajada, pues lo que el cuerpo "haga" no afecta esencialmente a la "carrera" del alma.
Hubo hasta treinta sistemas diferentes de gnosis y sólo se poseen residuos de su literatura original. Muchos de los datos nos llegan a través de fuentes cristianas. El sincretismo de las doctrinas gnósticas es tal que, para historiadores actuales, es imposible distinguir entre ellas.
En el gnosticismo cristiano, que es el objetivo de esta pequeña investigación, el conocimiento salvífico, venía a ser entregado por Cristo y sus enseñanzas. Según los gnósticos cristianos lo que Jesús ha hecho es venir a la tierra para recordarnos nuestro origen celestial y para darnos el conocimiento secreto sin el cual no podremos regresar a las moradas espirituales. Dado que Cristo es ese mensajero celestial y agregando además el carácter maligno del cuerpo y la materia, la mayoría de los gnósticos cristianos pensaban que Cristo no podía haber tenido un cuerpo como el nuestro. Algunos decían que su cuerpo era puramente apariencia, una especie de fantasma que parecía ser cuerpo físico materializado de una forma milagrosa. Por otro lado se decía que Jesús sí tenía cuerpo pero que estaba hecho de una "materia espiritual" distinta de nuestro cuerpo. La mayoría negaba el nacimiento de Jesús, puesto que tal lo habría colocado bajo el poder de este mundo material.
Esta doctrina acerca del salvador se le denomina Docetismo, que proviene de una palabra griega cuyo significado es "aparecer", pues lo que este tipo de pensamiento implica, de un modo u otro, es que el cuerpo de Jesús era una apariencia. Según los gnósticos cristianos, no todos los seres humanos tienen espíritu. Algunos no son sino seres carnales que por tanto están irremisiblemente condenados a la destrucción cuando este mundo físico sea destruido denominándolos Hílicos. En cuanto a los espíritus encarcelados en los "espirituales", a la larga han de salvarse, porque su naturaleza es espiritual y necesariamente han de volver al reino del espíritu (Pneumáticos), nos quedaría otra denominación por mencionar: los Psíquicos, que de alguna manera podían lograr la salvación.
Durante todo el siglo II, el gnosticismo fue una amenaza seria para el cristianismo, pues veían en él una negación de varias de las principales doctrinas cristianas: la creación, la encarnación y la resurrección.
Otro de los maestros cuyas enseñanzas, parecidas al gnosticismo, constituyeron también una amenaza para el depósito de la fe fue Marción.
Hijo del obispo de Sinope, en la región de Ponto, actualmente Turquía, es considerado por algunos historiadores como primer reformador de la Iglesia. Marción fue un rico armador de barcos, se trasladó a Roma hacia 139 d.c y se unió allí a la congregación cristiana haciendo una donación para su obra de benevolencia que equivaldría a unos diez mil pesos oro. Pronto se hizo conciencia en él de que el cristianismo estaba bajo el yugo del legalismo y a la luz de las enseñanzas gnósticas de Cerdón1, comenzó a sentir dos fuertes antipatías: contra el mundo material y contra el judaísmo.
Marción pensaba que este mundo era malo, y que por tanto su creador debía de ser un dios, sino malo, al menos ignorante. En lugar de inventar toda una serie de seres espirituales, al estilo gnóstico, lo que propuso fue mucho más sencillo.
Según él, el Dios del Nuevo Testamento y padre de Jesucristo no es el mismo Yahvé del Antiguo Testamento. Hay un dios supremo, que es el Padre de Jesucristo y un ser inferior, que es Yahvé. Fue Yahvé quien creo este mundo. El propósito del Padre no era que hubiese un mundo como este, con todas sus imperfecciones, imperfecciones que Marción, leyendo de una manera bastante particular los relatos del Génesis, encuentra en el pecado de Adán. Bajo un principio marcionista se acota: "Necesariamente lo hecho se asemeja al Hacedor", reafirmando que es la misma sustancia del Creador la que peca en Adán, que había sido creado del barro y vivificado por el hálito de Yahvé. El real propósito del Dios Supremo era que hubiera un mundo puramente espiritual. Pero Yahvé, o bien por ignorancia o bien por maldad, hizo este mundo, y en el colocó a la humanidad. Esto quiere decir que el Antiguo Testamento es palabra de dios, pero no del Dios Supremo, sino de ese ser inferior llamado Yahvéh, dios celoso y arbitrario, que escoge un pueblo por encima de los demás, y que está teniendo en cuenta constantemente las desobediencias de su pueblo para castigarlos. En pocas palabras, Yahvé es un dios de justicia.
"El que ofrezca sacrificios a otros dioses, en vez de ofrecérselos al Señor, será condenado a muerte". Éxodo 22:20 Frente a Yahvé -y muy superior a él – según Marción, está el Padre de los cristianos. Este no es un dios vengativo, sino que es todo amor. Este dios no requiere cosa alguna de nosotros, sino que no los da todo, incluso la salvación. Este dios no establece leyes sino que nos invita a amarle. Este dios, en fin, se ha compadecido de nosotros, criaturas de Yahvé y ha enviado a su hijo para salvarnos.
Marción, arrastrado por el docetismo, afirma que Jesús no había nacido de María, puesto que tal cosa le habría hecho súbdito de Yahvé, sino que había aparecido repentinamente como un hombre maduro, en época del emperador Tiberio. Según los Marcionistas, el propio Cristo asegura no haber nacido cuando exclama:
"Quién es mi madre y quiénes mis hermanos." Mateo 12:46 "Los que escuchan el mensaje de Dios y lo ponen en práctica, esos son mi madre y mis hermanos." Lucas 8:21 Por supuesto que una interpretación literal no sería prueba de la verdadera procedencia de Jesús.
Todo esto quería decir que Marción tenía que deshacerse del Antiguo Testamento, el cual hasta entonces había sido parte principal de las escrituras cristianas. Si el Antiguo Testamento era palabra de un ser inferior, no podía leerse en la Iglesia, ni podía tampoco ser base de la enseñanza cristiana.
Por tanto, Marción compiló una lista de libros que deberían ser las escrituras cristianas. Primeramente, eliminó todo el Antiguo Testamento y también algunos libros de la era apostólica, dejando los que para él eran los textos verdaderos.
Uno de estos escritos "genuinos" era el Evangelio de Lucas. En su crítica a este evangelio, Marción omitió aquellos fragmentos que relacionaban al Dios de Cristo con la realidad creada. Tal como lo leía Marción, este evangelio comenzaba así:
"En el año XV de Tiberio Cesar, en tiempos de Pilatos, bajó Cristo Jesús del cielo a Cafanaún." Otro de los textos que incluyó Marción fueron las Epístolas de Pablo, excluyendo las pastorales, dado que Marción pensaba que Pablo era el único entre los apóstoles que había entendido verdaderamente el mensaje de Jesús. Los demás eran demasiado judíos para entenderlo. Marción, reinterpretando estas epístolas, pone en boca de Pablo el contraste neto entre el espíritu y la carne de su doctrina.
"Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de Parto. Y no solo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos." 1 Romanos 8:22-23 "Quiero decirles, hermanos, que lo puramente material no puede tener parte en el reino de Dios, y que lo corruptible no puede tener parte en lo incorruptible." 1 Corintios 15:50 Su colección de epístolas de Pablo, llamada Apostólikon, consistía en diez cartas: Gálatas, 1 y 2 Corintios, Romanos, 1 y 2 Tesalonicenses, Laodicenses (Efesios), Colosenses, Filipenses y Filemón y fueron rechazadas 1 y 2 Timoteo, Tito y Hebreos.
También formaba parte de su canon un libro llamado Anthítesis, que es un análisis de las contradicciones entre el cristianismo, el Dios Padre del Nuevo Testamento y el judaísmo y el Dios Creador del Antiguo Testamento. Este escrito solo pudo en parte reconstruirse por la oposición que tuvo en Tertuliano e Ireneo.
Las citas del Antiguo Testamento que aparecían en el Evangelio de Lucas y las Cartas Paulinas no podían ser genuinas y por tanto Marción llega a la conclusión de que habían sido incluidas en los textos sagrados por judaizantes que trataban de adulterar el mensaje de Pablo y de Lucas.
El intento de Marción por llevar a la Iglesia de Roma su doctrina dio por resultado su propia excomunión alrededor del 144 D.C. Tras esta separación de la Iglesia, Marción comprendió que una doctrina verdadera solo para sí misma no tiene suficiente efectividad: como todo valor que quiera adquirir grandes proporciones y perdurar, la verdad y el mensaje cristiano deben presentarse en una forma clara y eficiente; se ha de poder administrar y gobernar.
Por eso Marción funda, en Roma, en el 146 D.C su propia iglesia. A partir del s. III adquirió una enorme difusión desde la Galia hasta el Eufrates: era una Iglesia con sus propios obispos, sacerdotes, templos, liturgia e incluso mártires. Únicamente de esta forma pudo la doctrina heterodoxa de Marción constituir un serio peligro para la Iglesia Católica Apostólica.
Antes de Marción no existía una lista de libros del Nuevo Testamento. Para los cristianos, las escrituras eran los libros sagrados de los judíos, por lo general la versión griega llamada Septuaginta. Además, se acostumbraba leer en las iglesias algunos de los evangelios y cartas de los apóstoles, particularmente las de Pablo.
La idea de recopilar una lista de libros cristianos para la formación del un nuevo canon no existía y en consecuencia los evangelios eran leídos indistintamente en varias iglesias, lo cual también sucedía con otros libros sagrados.
La obra de Marción obligó a la Iglesia a definirse respecto a los libros que con justicia podrían ser considerados como parte de la Escritura. La organización de esta maraña de escritos que se habían producido desde el origen del cristianismo no se hizo de modo formal, no hubo un concilio para determinarlo, fue un proceso en espiral donde, poco a poco, se fue formando un consenso dentro de la Iglesia.
De lo que hoy llamamos Nuevo Testamento, los libros que primero encontraron acogida general fueron los evangelios de Mateo, Marcos, Juan y Lucas, esta era una de las respuestas de la Iglesia al reto de los gnósticos y a la doctrina marcionista, pues los gnósticos decían que el mensajero divino había dejado sus enseñanzas secretas en manos de algún discípulo, y así circulaban supuestos evangelios que pretendían contener esos secretos. Uno de ellos, por ejemplo, es el Evangelio de Santo Tomás. Cada grupo gnóstico decía tener su propio evangelio y una tradición secreta que les unía con el salvador.
Frente a tales pretensiones, la Iglesia optó por mostrar que sus doctrinas tenían el apoyo de varios evangelios opuestos a todas las enseñanzas gnósticas y marcionistas, pretendiendo estos últimos que el verdadero evangelio era el del Apóstol Lucas.
Hemos visto cómo todas las doctrinas gnósticas tienen puntos en común y cómo el tema de la salvación es recurrente en todas ellas. Cómo los adoradores de Set identificaban a este con el Cristo y también cómo fueron surgiendo algunos escritos que fundían a la figura del salvador cristiano con el gnosticismo. Muchas de estas doctrinas fueron acogidas por el pueblo debido a su carácter y por este motivo tuvieron gran difusión en los primeros dos siglos de nuestra era. El movimiento gnóstico tuvo, sin lugar a dudas, un papel importantísimo para la Iglesia Católica. La existencia de los propios escritos gnósticos, como por ejemplo el de Santo Tomas, donde identifican a Jesucristo como gnóstico ponía en peligro la verdadera doctrina. La importancia de los gnósticos consiste en el hecho de que fue la primera investigación filosófica del cristianismo. No obstante, esta investigación fue conducida sin rigor sistemático, mezclando elementos cristianos, místicos, neoplatónicos y orientales.
Marción, durante el desarrollo del cristianismo, no estaba empeñado en una enseñanza teológica ni moral, sino en la clara formulación de la idea de que el cristianismo debía tener su propio libro sagrado en defensa, por increíble que parezca, de su propia doctrina contra el gnosticismo. Marción con la creación de su "Nuevo Testamento" puso en movimiento un proceso de selección de obras inspiradas en los distintos escritos judíos y cristianos.
El resultado de este proceso fue la formación de la Biblia Cristiana con sus dos divisiones:
el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Abbagnano, Nicolás: Historia de la Filosofía, Edición Revolucionaria, 1976. Abbagnano, Nicolás: Diccionario de Historia de la Filosofía, Edición Revolucionaria, La Habana, 1968. Diccionario de Historia de la Iglesia, Editorial Caribe, Nashville, 1989. Gonzáles, Justo L.: Historia del Cristianismo, tomo 1. Editorial Unilit, Miami, 1994. La Biblia de Estudio, Dios Habla Hoy, Sociedades Bíblicas Unidas, 1994. Lohse, Eduard: Introducción al Nuevo Testamento. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1986. Marías, Julián: Historia de la Filosofía, 16ª Edición Manual de la Revista de Occidente, Madrid, 1963. Sacramentum Mundi, tomo 3. Editorial Herder, 1984. Turner, Ralph: Las Grandes Culturas de la Humanidad, tomo 2. Edición Revolucionaria, La habana, 1968. Willinston, Walker: Historia de la Iglesia Cristiana. Casa Nazarena de Publicaciones, Kansas City, 1998. http://www.conoze.com// Herejías en los Siglos II y III: Monarquianos, Gnosis, Marción, Maniqueos http://www.baruxhaba.com// La influencia del gnosticismo en la fe cristiana http://www.ciag-gnosis.org// Círculo de Investigación de la Antropología Gnóstica NOTAS:
1 Predecesor de Marción, que llegó a Roma desde Siria, según Epifanio (137-141). Ireneo agrega que, públicamente, profesaba la ortodoxia pero que en secreto enseñaba la diferencia entre el dios del A. Testamento y el Padre de Jesucristo. Escritores posteriores ampliaron o contradijeron su docetismo.
Autor:
Javier Rodríguez Prendes
Instituto Superior de Estudios Bíblicos y Teológicos 1er Año, 1er semestre.
Enero 2009.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |