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Desarrollo local e institucional en la Cooperativa, lugar que ocupa en la reforma económica cubana (página 2)


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En efecto, el desarrollo económico y social va estrechamente asociado a las transformaciones del sistema industrial en relación con la organización productiva y las nuevas condiciones de trabajo asalariado o trabajo empresario cooperativo.

Transformaciones que han venido a definir las oportunidades y condiciones en que es posible hoy construir y potenciar al sector de la economía solidaria, relanzándola  con un shock laboral productivo.

Al carácter utópico y a veces voluntarista que iba vinculado la economía solidaria, sucede un sistema que puede hacer más viable la construcción de economías de carácter social.

Así lo pone de manifiesto la generalización de la pequeña empresa, las cooperativas, las iniciativas locales de ocupación y el más probable desarrollo de los distritos industriales locales e ínter local.

Procesos todos ellos que han venido a relativizar el carácter predominante de las economías de escala y la producción en serie como únicas formas de progreso posible. Asimismo, han hecho de la pequeña empresa, cooperativas y otras formas de trabajo asociado, una opción realista de economías viables, negando en los hechos,  el carácter utópico que acompaño hasta ahora a la economía solidaria.

Pero al igual que el desarrollo local e intermunicipal basado en el pequeño taller, la pequeña empresa rural y urbana y las cooperativas, la economía solidaria depende para su consolidación como economía viable,  de su construcción y de la existencia de recursos locales y regionales, esto es, de estructuras comunitarias locales e ínter locales, como los entes intercomunales, integración de cooperativas, organización y cooperación entre otros.

Esta estrategia, junto con la inteligencia de nuevos mercados y la innovación permanente, son condiciones principales para la consolidación de modelos de desarrollos locales, en los que juega un papel significativo la economía solidaria. Ésta, si bien encuentra en estos recursos del sistema local mayores posibilidades de desarrollo, no surge de manera espontánea sino que es preciso promoverla.

De importancia para la construcción de la economía solidaria, desde la perspectiva del desarrollo local,  es la consideración de diferentes procesos:

  • La recuperación de las relaciones –reitero- entre economía y sociedad, entre ciencia y economía y entre cultura solidaria y producción, que otras opciones de crecimiento vinieron a disociar, esto es, la restitución de los lazos que vinculan el desarrollo económico a específicas condiciones sociales locales y micro regionales.

  • Las formas de economía basadas en la pequeña empresa, al depender para su desarrollo de la comunidad local e interlocal, dan lugar a una mayor interrelación productiva entre actividad economía y sociedad.

  • El desarrollo de los vínculos económicos entre las empresas y sus relaciones con el medio local.

Los recursos necesarios a estas formas de economía requieren de la creación de instituciones que faciliten la cooperación entre las empresas a la vez que fomenten y coordinen la innovación y asimilaciones tecnológicas posibles.

En este sentido, el suministro municipal e intermunicipal de infraestructura, de promoción de parques industriales y polos productivos, la cooperación asociativa entre empresas y la utilización conjunta de servicios, constituyen elementos de desarrollo de estas formas de economía, a la vez que promueven desarrollo local.

El comportamiento de los sistemas flexibles de producción y trabajo es portador así de dinámicas nuevas que estimulan tanto el desarrollo local como regional.

Las experiencias de desarrollo local y las alternativas de crecimiento económico han ido evolucionando, apareciendo de manera integrada, ya como iniciativas especificas de desarrollo endógeno, ya como formas de intervención publica en lo económico y en las distintas formulaciones de políticas locales, regionales e institucionales.

Lugar del cooperativismo en la reforma económica cubana

El cooperativismo cubano asume las particularidades propias de las condiciones concretas de nuestro país. Una de las peculiaridades del mismo es que hasta el momento se ha desarrollado, casi de forma exclusiva, en la esfera agropecuaria, condicionado por la situación de la agricultura al triunfo de la Revolución y, en nuestra opinión, por las experiencias tomadas del modelo cooperativo que se desarrolló en el ex-campo socialista.

Después del triunfo de la Revolución y con la promulgación de la primera y segunda Ley de Reforma Agraria, el proceso de cooperativización en Cuba se inicia con poca experiencia, exceptuando la espontánea ayuda mutua que tradicionalmente practicaban los agricultores mediante las Juntas Campesinas, por lo que la falta de cultura cooperativa era evidente en esta etapa inicial, donde se desarrollan las Cooperativas de Crédito y Servicios, Sociedades Agropecuarias, las Cooperativas Cañeras y otras formas simples de cooperación.

Es decir, que durante la década de los 60 y comienzo de los años 70, la concepción de la dirección del país era que el desarrollo agrícola debía llevarse a cabo por la vía de la integración a planes estatales, y no mediante la cooperativización.

Una nueva etapa de la cooperativización en Cuba comienza en el año 1977 con la creación de las CPA, que tuvieron como punto de referencia a las CCS y a las Sociedades Agropecuarias. Estas nuevas entidades se desarrollan en correspondencia con los acuerdos tomados en el I Congreso del Partido y en el V Congreso de la ANAP. El apoyo del Partido y de las organizaciones campesinas fue decisivo para avanzar en el proceso de cooperativización durante esta etapa.

En los últimos años Cuba atraviesa por una aguda y profunda crisis económica. Su causa más inmediata está determinada por el derrumbe del campo socialista, la desaparición del CAME y especialmente de la URSS, hechos que redujeron nuestra capacidad de importación en un 85% en relación con 1989, afectando las proporciones internas y externas en las que se sustentaba la reproducción ampliada.

A lo anterior se suman el reforzamiento del bloqueo económico norteamericano que, por más de 35 años, acosa a nuestro país y las deficiencias del modelo económico aplicado desde la década de los 70 que, en parte, reproducía determinados elementos negativos del modelo socialista europeo. De manera que la crisis está motivada por un conjunto de factores externos e internos, que conllevan a profundos cambios estructurales y organizativos, que de hecho constituyen una reforma económica con el fin de realizar adecuaciones para asegurar la sobrevivencia de la nación y la construcción del socialismo.

Los cambios en el mecanismo de funcionamiento de la economía se hicieron inminentes, como se acotó en el V Congreso del PCC, con el recrudecimiento del período especial; en ese sentido tuvo gran relevancia la decisión de impulsar el turismo como el sector de mayor dinamismo y capacidad para generar ingresos en divisas en plazos relativamente breves, la despenalización del uso y tenencia de divisas, la autorización de remesas del exterior y la creación de una red de comercio y servicios recaudadores de esa moneda. Como alternativa de empleo y de apertura al cauce legal del trabajo individual para incrementar la oferta de bienes de consumo a la población, se oficializó y amplió el trabajo por cuenta propia.

La planificación transita de un modelo excesivamente centralizado, sustentado en balances materiales, a otro a partir de la valoración y balances financieros de los recursos externos y otras definiciones y coordinaciones, integrando todas las formas de propiedad bajo el predominio de la estatal.

Los aspectos mencionados se conjugan con la necesidad de perfeccionar el cooperativismo en el contexto del proceso general de redimensionamiento de la economía cubana, comenzado en la década de los 90, donde al mismo le corresponde un lugar protagónico y, por ende, la investigación en este campo es indispensable.

En el marco de la reforma económica se produce una reestructuración en la tenencia de la tierra, lo que significa que la agricultura cubana no quedó excluida de los errores del modelo económico utilizado, motivando que sea común el criterio de que las principales características de la agricultura se pueden resumir de la siguiente forma:

  • El predominio de la propiedad estatal, resultado de las leyes de Reforma Agraria y de las medidas tomadas con posterioridad y que le permitió al sector estatal concentrar alrededor del 80% del fondo cultivable del país, condujo a que la socialización real no estuviera al mismo ritmo que la formal.

  • Se da un gigantismo de las empresas estatales agropecuarias. En lo referido a su funcionamiento cabe destacar que, aunque el objetivo era convertir al proletariado agrícola en productores eficientes, solucionar el desempleo e incrementar los volúmenes de producción, en la práctica conllevó a la utilización de tecnologías de altos insumos, a una ineficiente gestión y al aumento de los gastos de dirección en detrimento del proceso de producción agrícola, que estaba afectado también por la extrapolación de la economía de escala de la industria a la agricultura.

  • La crisis de los 90 demostró la urgencia de modificar la forma de explotación agrícola, acorde con las posibilidades técnico-económicas existentes, con formas sociales de producción en correspondencia con las mismas y con la búsqueda de incentivos que las revalorizara.

  • La dirección y planificación centralizadas caracterizaron a la agricultura durante todo este tiempo, donde la planificación se dirigía verticalmente a imponer todo lo relacionado con el proceso productivo, descuidando la rentabilidad y violando, en cierta medida, la autonomía e independencia que, según el cálculo económico, debían funcionar, convirtiendo a las empresas y cooperativas en simples unidades técnico-productivas.

  • El Estado, a pesar del apoyo brindado al cooperativismo, a devenido obstáculo para su despliegue al tornarse, en ocasiones, excesivamente paternalista y mantener una estructura que no se adecua a las exigencias del desarrollo agropecuario.

  • La modernización que se llevó a cabo en la agricultura, basada en un modelo de altos insumos, junto a los aspectos analizados, condujo a cierta ineficiencia en la explotación de la técnica. Es decir, los avances tecnológicos no siempre devinieron desarrollo, observándose en muchos casos una sub-utilización de las capacidades instaladas, a pesar de los indiscutibles logros de la mecanización en el campo.

  • La agricultura de consumo interno se contrajo en comparación con la especialización agroexportadora, impidiendo la diversificación productiva en las empresas estatales y CPA.

Es sobre la base de todos estos aspectos que se desarrolla la reforma en la tenencia de la tierra, como eslabón central de la reorganización en la agricultura y se decide, en el año 1993, crear una empresa de nuevo tipo: las UBPC. Su creación, como modalidad de economía colectiva en la agricultura ante la granja estatal, es el cambio más profundo promovido en la economía interna. El sector cooperativo cubano se ha expandido como resultado de la creación de las UBPC, ocupando en 1997 alrededor de 3.5 millones de hectáreas cultivables, para un 51.3% del fondo nacional de tierra, constituyendo la forma dominante de su tenencia.

Como se plantea en la legislación sobre las UBPC, éstas son una organización económica y social integrada por trabajadores con autonomía en su gestión y administración de sus recursos, que recibe la tierra y otros bienes en usufructo por tiempo indefinido y posee personalidad jurídica propia. Forma parte de un sistema de producción, al que se integra constituyendo uno de los eslabones primarios que conforman la base productiva de la economía nacional, cuyos objetivos fundamentales son el incremento sostenido en cantidad y calidad de la producción agropecuaria, el empleo racional de los recursos de que dispone y el mejoramiento de las condiciones de vida de sus miembros y de la población.

Las UBPC sustentan su funcionamiento en un conjunto de principios, dirigidos a la realización de sus objetivos económicos. No obstante nuestra identificación con la concepción teórica acerca de la esencia de estas entidades, pensamos que es en su realización práctica donde se distorsiona el fenómeno y se manifiesta la contradicción entre el carácter dual de la UBPC, como empresa de nuevo tipo y como vieja empresa estatal.

La creación de las UBPC representa una transformación significativa en la organización de la producción agropecuaria en el país, para el establecimiento de nuevas relaciones de producción y la consecuente reactivación del desarrollo de las fuerzas productivas; pero su verdadero alcance sólo podrá concretarse a partir de los resultados de cada cooperativa en la utilización de los recursos puestos a su disposición, lo que es posible con la libertad de acción y el desarrollo de las iniciativas de los productores.

Entregar la tierra de las empresas estatales a los obreros agrícolas, ahora cooperativistas, es una medida importante, realista y oportuna. Significa crear, en las nuevas cooperativas obreras, condiciones para producir bajo las limitaciones económicas actuales y presupone una mayor entrega del individuo; de ahí, que estemos ante una decisión capaz de desencadenar las potencialidades productivas.

A partir de la política establecida, la creación de las UBPC debía extenderse de forma gradual y constituirse donde existieran las condiciones adecuadas, considerando las características de los cultivos, la fuerza de trabajo disponible (vinculada a un área determinada), la tierra y la infraestructura que pasaría bajo su jurisdicción.

Esta concepción inicial no se tuvo en cuenta en todos los casos, lo que propició que la mayoría de las cooperativas obreras iniciaran su vida en circunstancias adversas y con múltiples problemas, ya que se crean en medio de una situación económica difícil, de crisis, que presupone una marcada tendencia al autoconsumo para satisfacer necesidades que por falta de ofertas no se encuentran en el mercado; la realización de los obreros agrícolas como propietarios, se ve obstaculizada por la carencia de autonomía y su dependencia de la empresa, que aunque se justifica su presencia en las primeras etapas de creadas las UBPC, extenderla más allá de lo necesario entorpece su personalidad económica independiente.

Hasta 1997 se constituyeron en el país alrededor de 2 985 UBPC, de las cuales 1 553 pertenecen a la rama cañera. Del sector no cañero las más numerosas son las ganaderas. El tamaño promedio de las explotaciones agrícolas en Cuba alcanzó 1 104 has, 95 socios y 11 has por socio, lo que muestra que el área por cooperativista sigue siendo alta.

Al valorar el funcionamiento de las UBPC durante sus cinco años de existencia, se observa una tendencia positiva a la disminución de los gastos, aumento de los rendimientos y un comportamiento favorable de otros indicadores; sin embargo, en un gran número de ellas existen problemas relacionados con la deficiente administración de los recursos materiales, financieros y humanos.

Otro de los cambios del sistema agrario cubano lo constituye la creación de las Granjas de Nuevo Tipo, basadas en la autogestión participativa, las que se asemejan a las UBPC como empresas colectivas, de personalidad jurídica y autonomía propias para organizar el trabajo, los salarios y la política de empleo, incluso distribuyen parte de sus utilidades para incentivar la producción.

En los marcos de la reestructuración económica y como una medida estratégica, se decide también prestar mayor atención y potenciar las CCS, con los objetivos de elevar la producción en renglones sensibles y desarrollar su representatividad en el agro. Es por ello que, desde finales del pasado año, comenzó en todo el país un proceso de fortalecimiento de las mismas, consistente en perfeccionar su estructura de dirección, asignándoles un administrador y un económico, con los siguientes propósitos: planificar los recursos, agilizar la comercialización y elevar el control, entre otras funciones.

En el interior del sector cooperativo cubano, fundamentalmente en las UBPC, prevalecen determinados factores que obstaculizan su auge y, a pesar de que estas entidades toman elementos positivos de las CPA, también reproducen algunas de sus deficiencias, entre ellas: el gigantismo, la organización fabril de la jornada laboral, desvinculación del hombre al área, no se logra una nueva disciplina de trabajo, está ausente la democracia participativa y es lento el proceso de transformación de los obreros en propietarios colectivos.

Conclusiones

La empresa cooperativa debe ser considerada no sólo como una unidad técnica, económica y financiera si no además y con un sentido prioritario, como una institución social, debiendo fundamentar su gestión bajo una concepción de responsabilidad social, que integre de manera coherente factores económicos, productivos y sociopolíticos.

El cooperativismo ha contribuido a que gran parte de la población mundial esté vinculada de una forma u otra a este sector condicionando que una parte importante de la población pueda apalear los grandes problemas que existen en esta aldea global.   

Resolver los problemas de las empresas cooperativas y enfrentar los retos, implica desarrollar un eficiente y eficaz proceso administrativo de los recursos humanos, financieros y materiales desde una verdadera posición cooperativista en la que se conjuguen el aspecto económico y social del mismo.

En Cuba, el Estado se ha caracterizado por mantener estrechas relaciones de colaboración con el sector cooperativo, creando condiciones que, en sentido general, propician el desarrollo de este sector.

En la actualidad, el Cooperativismo y en general el Asociativismo, es el movimiento socioeconómico más grande de la Humanidad, es el que más humaniza al hombre y que contribuye en gran medida a aminorar las grandes diferencias que existen en este mundo polarizado.

Bibliografía

http//www.monografías.com

 

 

 

 

 

Autora:

Gleydis Vázquez Barrios

Tutora: Yamira Miraval.

¨ Año 50 de la Revolución¨

Trabajo investigativo de Cooperativa

edu.red

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