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La economía de Estados Unidos a traves de los años

Enviado por lorena niniom


  1. Cambios estructurales en la economía
  2. Un nuevo milenio y nuevos conflictos económicos para Estados Unidos

Después de concluida la Segunda Guerra Mundial, la segunda mitad de los años cuarenta constituyó para la economía estadounidense un período de transición hacia una economía de producción de bienes civiles, después de la militarización del proceso productivo de los años de guerra. Durante este período (1945-50) se dio un fuerte auge en el sector de construcción con la proliferación de los suburbios urbanos y sus centros comerciales. El gasto provino en su mayor parte del sector privado y los niveles de inflación y el desempleo se mantuvieron bajos.

En esos años, Estados Unidos también jugó un papel muy activo en la arena internacional. En 1944 participó junto con Gran Bretaña en el diseño de un nuevo sistema monetario internacional que tenía como objetivos crear tipos de cambio fijos, incrementar el flujo de capitales de largo plazo y crear un marco para la eliminación de las barreras al comercio. Este sistema prohijó al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial (BM) y a la Organización Internacional del Comercio (hoy OMC). El llamado "Sistema de Bretton Woods" de tipos de cambio fijos tuvo vigencia por 26 años, hasta que en 1971 Richard Nixon declarara la convertibilidad del dólar. En 1945, Estados Unidos lanzó el "Plan Marshall" para la recuperación y cooperación europea, de acuerdo a un plan de recuperación elaborado por los europeos para lo cual se creó el Comité Europeo de Cooperación Económica que luego se convertiría en la Organización para el desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE). Para 1951 todos los países integrantes del Comité habían sobrepasado los niveles de producción del periodo entre guerras.

En 1946, con la promulgación en Estados Unidos del Acta de Empleo considerada como el "New Deal" (nuevo trato), que tenía como objetivo alcanzar el pleno empleo con estabilidad, se dio un giro a la política económica de laissez faire prevaleciente en los años de preguerra, para promover una política keynesiana en la cual el «estado benefactor» se combinó con un amplio gasto militar tanto en el país como en el extranjero. La participación en la Guerra de Corea (1952-53) es un ejemplo de ello. Como resultado de esta nueva política, la participación del gasto público en el PIB se incrementó de 22 por ciento en 1950 a 28.5 por ciento en 1959, lo que significó que el nivel de gasto público en términos reales prácticamente se duplicó en esos años.

Durante este período, el PIB creció a una tasa promedio de 4.2 por ciento y lo hizo con estabilidad de precios, ya que la inflación fue en promedio de 2.1 por ciento y una tasa de desempleo de 4.5 por ciento, que en esa época era considerada alta pero actualmente se sitúa por debajo del promedio histórico de 5.71. Desde la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos han incrementado la práctica de comprar bienes y servicios a crédito. Las compras importantes, como casas, autos y aparatos eléctricos, se pagan a plazos mensuales. Muchos norteamericanos también tienen tarjetas de crédito que les permiten comprar desde ropa hasta pasajes de avión a crédito, y pagar después de un tiempo conforme a una sola cuenta enviada por la compañía acreedora, que generalmente es un banco. Normalmente, el tiempo concedido para pagar es de un mes. Después se cobran intereses. En 1994 Estados Unidos tenía cerca de 11.060 bancos con más de 70.000 oficinas, de las cuales casi 41.000 pertenecían al sistema operado por la Junta de la Reserva Federal. A través de sus bancos asociados, la Reserva Federal emite dinero, actúa como banco de liquidación financiera y establece las reservas de efectivo que los bancos deben mantener. Al aumentar y reducir estos requerimientos de reservas, y al cambiar la tasa de interés para préstamos a los bancos de los 12 bancos regionales de la Reserva Federal, la ]unta de la Reserva Federal puede regular la oferta de dinero y por ende tratar de controlar la tasa de inflación de la economía.

Los ahorros individuales por lo general se depositan en cuentas que pagan interés en varios tipos de instituciones bancarias, en asociaciones de ahorro y préstamo, y en cooperativas de crédito creadas por grupos de empleados. Los norteamericanos también tienen la opción de colocar parte de su dinero en títulos de ahorro y certificados de tesorería emitidos por el gobierno federal, o en sociedades inversionistas privadas que invierten el dinero en el mercado de valores. Casi todos los bancos privados y las instituciones de ahorro cuentan con un seguro proporcionado por el gobierno federal para proteger las cuentas de ahorro individuales hasta por US$100.000. La mayor parte del dinero depositado en las cuentas de ahorro es usado por los bancos para financiar la compra o construcción de casas y edificios.

La naturaleza de los negocios: No todas las personas que inician negocios sueñan con sociedades mercantiles enormes, multimillonarias y con ventas a nivel internacional. Hay muchos que sólo quieren vender cosas, frutas y verduras, aparatos domésticos, ropa, o computadoras, para poder ser "sus propios jefes". Estas pequeñas empresas son parte importante de la economía. Muchas de ellas proporcionan bienes y servicios necesarios en barrios citadinos, en poblaciones pequeñas o en zonas rurales donde las grandes compañías tal vez no prestan un servicio adecuado. En 1993, más de 700.000 empresas de este tipo se iniciaron en Estados Unidos. No todas tuvieron éxito, pero las personas que participaron por lo menos tuvieron la satisfacción de intentarlo. Muchas cadenas grandes de tiendas empezaron con un solo establecimiento. Ese es el tipo de éxito que puede encontrarse a través de la historia de Estados Unidos. La compañía Coca-Cola, que distribuye su gaseosa en el mundo entero, empezó cuando un farmacéutico mezcló la primera Coca-Cola y comenzó a venderla en la ciudad de Atlanta, Georgia. Una de las compañías de alimentos más famosas de Estados Unidos es la H. J. Heinz Co., que se especializa en encurtidos, mostaza, y salsa de tomate. Se inició cuando un adolescente empezó a vender diversos artículos comestibles de puerta en puerta y por la calle.

Antes de que un joven llamado George Eastman se diera a conocer en la década de 1880, las cámaras eran muy difíciles de usar y sólo un experto podía manejarlas bien. Las fotografías se hacían sobre láminas de video y el equipo era muy difícil de transportar. Eastman inventó un nuevo tipo de película que era flexible y podía colocarse en un carrete. También fabricó una cámara que usara su película. Empezando en una oficina pequeña, fundó la ya enorme compañía Eastman Kodak y abrió el camino pare las innumerables compañías fotográficas que existen hoy. Los pantalones de mezclilla (jeans) que todos los adolescentes del mundo conocen, fueron inventados por un vendedor de telas pobre que vendió los primeros pares a los mineros en California en la década de 1850. Su compañía, Levis Strauss, sigue siendo una de los mayores fabricantes de ropa en Estados Unidos.

Del mismo modo, durante los sesenta la economía continuó creciendo a una tasa elevada de 4.42 por ciento, los precios continuaron bajo control y la tasa de desempleo se situaba por debajo del cinco por ciento. Sin embargo, a partir de los setenta el ritmo de crecimiento de la economía tendió a bajar situándose en 3.26 por ciento, tasa 26 por ciento menor que la mostrada en la década anterior. Este menor ritmo de crecimiento se vio fuertemente afectado por el alza de los precios del petróleo de 1973 que impactó seriamente los costos de la industria y que volvería a hacerlo a finales de los setenta cuando de nueva cuenta se incrementaron.

Las muchas leyes y reglamentos del capitalismo norteamericano moderno no han impedido que personas con ideas y sueños inicien empresas nuevas. Un ejemplo de los años 70 es el de dos jóvenes que pensaron que podían construir una computadora nueva y mejor. Trabajaron durante meses en la fabricación de la máquina, y después empezaron a reunir dinero para financiar su producción a gran escala. Uno de ellos vendió su auto para obtener el capital necesario. En 1977 abrieron una compañía a la que llamaron Apple Computer Corporation. Para fines de 1984, esa compañía era una de las mayores fabricantes de computadoras de Estados Unidos, con un personal de cerca de 4.500 trabajadores. Historias como ésta son las que crean una imagen de Estados Unidos como lugar donde una persona puede pasar "de la miseria a la riqueza", y mucha gente lo ha hecho. Sin embargo, otros han fracasado y otros más no han querido arriesgarse a ser dueños de sus propios negocios.

Así, después de 14 años de crecimiento ininterrumpido, en 1973 y 1974 la economía mostró tasas negativas de crecimiento y los precios se fueron al cielo con crecimientos de 7, 12 y 9 por ciento entre 1973 y 1975. La tasa de desempleo también se incrementó llegando a ser de 8.5 por ciento en 1975.

Entre 1975 y 1980 la deuda del gobierno federal se incrementó en 68 por ciento, los precios seguían al alza y empujaban las tasas de interés también. La crisis energética de los setenta en parte fue causada por los años de expansión económica con una oferta estancada de fuentes de energía internas. Estados Unidos complementaba su demanda con las importaciones de combustibles. En los setenta también empezaron a surgir los déficit en la balanza comercial, los primeros desde el siglo pasado. Éstos fueron compensados con las entradas de divisas en la cuenta corriente hasta 1982.

Los ochenta no fueron años mejores. Entre 1981 y 1983 la economía estuvo en recesión, la inflación volvió a situarse en los dos dígitos y el desempleo se mantenía en 7 por ciento. La política restrictiva de la Reserva Federal para controlar la inflación ocasionó el estancamiento de la economía. A partir de 1984 la economía tendió a recuperarse y los precios fueron mostrando una tendencia a la baja pero a costa del empleo. Así, las décadas de los setenta y ochenta fueron de menor crecimiento e inestabilidad comparadas con las dos precedentes de crecimiento con estabilidad, y los objetivos del Acta de Empleo de 1946 difícilmente se alcanzaban. En la década de los sesenta el ingreso real disponible per cápita creció 36 por ciento y en los setenta lo hizo en 22 por ciento. La inflación erosionaba los ingresos. En 1980 los salarios reales semanales representaban 83 por ciento del nivel de 1970. En el sector externo, los déficit en cuenta corriente convirtieron a Estados Unidos en 1988 en el mayor deudor del mundo, siendo la inversión extranjera directa la que permitió financiar los déficit en cuenta corriente. Así, Estados Unidos se reincorpora a la economía internacional como un participante más, después de haber sido el acreedor más grande del mundo.

Los noventa son otra historia. Aunque inician con recesión propiciada por un aumento en los impuestos, a partir de 1992 la economía norteamericana pareció retomar su curso de crecimiento con estabilidad. Así lo confirman 7 años de crecimiento ininterrumpido con precios cada vez más bajos y el desempleo también a niveles cada vez más bajos que en ninguna de las cuatro décadas anteriores. Pareciera que el nivel de desempleo compatible con estabilidad de precios se ha situado entre 5 y 5.5 por ciento. De acuerdo con Krugman, éste puede ser el resultado de sindicatos más débiles, la resistencia de los trabajadores a pedir incrementos salariales en una época de reducción de empleos, la resistencia de los empleadores de otorgar esos aumentos en un tiempo de mayor competencia y un mercado de trabajo más flexible debido al crecimiento del trabajo temporal.

Entre 1950 y 1999, no obstante los períodos recesivos señalados (6 años de crecimiento negativo), la economía norteamericana presentó una tendencia de crecimiento de 3.57 por ciento anual promedio. Ello quiere decir que en esas cinco décadas, la capacidad productiva de este país se multiplicó por cinco y que el ingreso per cápita de sus habitantes se multiplicó por cuatro.

Cambios estructurales en la economía

Como resultado de ese crecimiento, la economía norteamericana sufrió cambios estructurales muy importantes.

  • 1. En primer lugar, una mayor participación del gasto público en la economía que generó déficit fiscales que terminaron produciendo inflación. Esa tendencia se revirtió en los noventa.

  • 2. En segundo lugar, un cambio notable en la estructura productiva, constituyéndose ahora en una economía de servicios, siendo éste el sector que genera mayor empleo.

  • 3. En tercer lugar, la recomposición de la fuerza de trabajo con la mayor participación de la mujer y los consiguientes cambios que ello introdujo en los patrones de consumo de las familias norteamericanas.

  • 4. En cuarto lugar, un aumento de las finanzas internacionales y el comercio.

  • 5. Este último se vio acompañado de una pérdida de competitividad, tendencia que también se ha revertido en los noventa.

En medio de todas estas transformaciones, llama la atención que la que ha permanecido prácticamente invariable ha sido la distribución del ingreso. Para la sociedad norteamericana la calidad de vida se ha vuelto una de sus mayores preocupaciones, interesándose sobre todo por los problemas como la contaminación, el uso de energía, el medio ambiente y los derechos civiles. A analizar con más detalle la transformación esbozada dedicaremos los siguientes párrafos.

Gasto público en crecimiento:

En cuanto al gasto público a partir de los años sesenta, con excepción de 1960 y 1969, el gobierno norteamericano ha mantenido déficit en las finanzas públicas (cuadro 2, última columna). En los sesenta el gasto público se incrementó como consecuencia del involucramiento de este país en la guerra de Vietnam y aunque en 1964 la administración Kennedy bajó los impuestos, los ingresos tributarios crecieron producto del crecimiento de la economía. Durante la misma administración se introdujeron también varias medidas de control de la actividad económica: las Enmiendas a los Alimentos y las Drogas; el Acta de Control de la Contaminación del Aire, la Ley de Derechos Civiles y el establecimiento de la Comisión de Oportunidades de Empleo Igualitario; el Acta de la Calidad del Agua; el Acta de Etiquetado y Empaque Justo; El Acta de Protección a los niños; el Acta de Seguridad de Tránsito; el Acta de Prácticas Justas Agrícolas; el Acta de Productos Inflamables, etc. En 1968, Nixon introdujo el Acta de la Política Nacional Ambientalista y en 1970 el gobierno establece controles sobre precios y salarios a través del Acta de Estabilización Económica. Así, la mayor parte de las actividades en las que el mercado no ofrecía una solución óptima, quedaron reguladas. La sociedad norteamericana, más consciente de la «calidad de vida», exigía una mayor oferta de bienes públicos.

En tanto, el déficit fiscal llegó a representar su nivel más alto como proporción del Producto Nacional Bruto (PNB) en 1982, con una tasa de 6.45 por ciento. Entre 1960 y 1980 los déficit fiscales acumularon 400 mil millones de dólares. Una buena parte de este déficit fue financiado con «dinero de alto poder» por parte de la Reserva Federal, contribuyendo a la inflación de esas décadas (6.8 y 5.5 en promedio, cuadro 3). La política de Reagan del lado de la oferta redujo por un lado los impuestos y por el otro aumentó los gastos en defensa; las erogaciones por los intereses de la deuda y las transferencias del seguro social fueron los renglones que provocaron un fuerte incremento en los déficit fiscales.

Una economía de servicios con elevada mujer participación de la mujer: En 1950 el sector primario empleaba el 12 por ciento de la fuerza de trabajo, el sector secundario, el 41 por ciento y el terciario, el 47 por ciento. Para 1994, el sector primario dio empleo a 2.9 por ciento de la fuerza de trabajo, el secundario al 25 por ciento y el terciario empleaba el 72 por ciento de la mano de obra norteamericana. Es decir, es el sector servicios el que ofrece la gama más amplia de opciones para la fuerza de trabajo norteamericana. Esto es un indicador del cambio estructural tan importante que ha tenido la economía norteamericana en estas cinco décadas, sobre todo si se toma en cuenta el crecimiento que ha tenido la fuerza de trabajo en ese lapso. Entre 1950 y 1990 el número de personas empleadas pasó de 60 millones a 118 millones; o sea, fueron creados 58 millones de empleos y la mayor parte de ellos provino del sector servicios.

La productividad del sector primario y terciario ha hecho posible el crecimiento del sector terciario. Y la eficiencia del sector terciario con su interés en la ciencia, planificación y organización ha hecho posible el crecimiento de los otros dos sectores. A medida que una economía se desarrolla, se vuelve urbana y una mayor población urbana demanda más servicios. Por otro lado, Estados Unidos se ha caracterizado por utilizar una tecnología orientada al ahorro de mano de obra, es decir, más intensiva en capital. No obstante, el sistema ha sido capaz de generar esa cantidad enorme de empleo. Un proceso intensivo en capital está asociado con «mano de obra con un alto nivel» de capacitación, y la composición de la producción favoreció el desarrollo de aquellas industrias que hacían un uso intensivo de la fuerza de trabajo de alto nivel.

Por otro lado, el mayor cambio observado en la composición de la fuerza de trabajo ha sido la participación de la mujer casada, joven y con hijos. En 1950, de los 60 millones de empleados, 30 por ciento eran mujeres; en 1990 de los 117 millones de empleados, 45 por ciento son mujeres. La mayor fuente de empleo para la mujer es el sector terciario, en el cual se emplean como oficinistas, administradoras y gerentes. Ésta no era la situación que prevalecía en los años treinta, cuando la mujer dejaba el mercado de trabajo al casarse y pocas reingresaban después.

En 1990, 60 por ciento de las mujeres casadas estaban en el mercado de trabajo y el 89 por ciento se emplea en el sector terciario. Las diferencias salariales entre hombres y mujeres han tendido a disminuir, aunque todavía el ingreso de la mujer empleada a tiempo completo representa el 60 por ciento del correspondiente a los hombres. Además, el empleo en la manufactura se ha mantenido estancado. Los trabajadores en producción representan 9 por ciento de la fuerza de trabajo. Es decir, el incremento de la producción industrial que entre 1955 y 1990 creció 231 por ciento, se ha dado más que todo por un aumento de la productividad, ya que el empleo en la manufactura se incrementó únicamente 15 por ciento en el mismo período.

Entre los bienes duraderos, los sectores que han mostrado las tasas más altas de crecimiento y que generan mayor empleo son los de maquinaria y electrónicos; mientras los de menor crecimiento son los vinculados a equipo de transporte y acero, que son los sectores más protegidos de la economía.

Entre los bienes no duraderos, los sectores con mayor demanda de empleo son los de plástico y hule, y los de menor crecimiento en el empleo, los productores de piel y los de textiles, en los cuales hay más competencia externa. Aunque el crecimiento de la productividad ha tendido ha descender, esta tendencia no ha sido pareja en todos los sectores. Los que han mostrado mayores problemas han sido la industria siderúrgica y la de automóviles. En el caso de la primera no se adoptaron las tecnologías más avanzadas a tiempo por una visión de corto plazo; países que sí lo hicieron, como Japón, le ganaron el liderazgo a Estados Unidos. En la automovilística, el carácter oligopólico de la industria y su falta de adecuación a los cambios en la demanda, sobre todo con el alza de los precios del petróleo en los setenta, la hicieron perder competitividad internacional. La Distribución de los productores extranjeros en el mercado norteamericano se ha elevado sustancialmente. Sin embargo, los representantes de estos sectores cabildean distribución para impedir la competencia externa y han sido siempre, junto con el agrícola, los sectores más protegidos.

Distribución del ingreso: No obstante ser la primera economía del mundo, una décima parte de las familias norteamericanas en 1993 se encontraba por debajo del nivel de pobreza, definida ésta como un nivel de ingreso de 13,359 dólares al año, para una familia de cuatro personas." Lebergott sostiene que la economía norteamericana en crecimiento genera pobreza por sus propios procesos sociales: los ancianos que viven solos, el divorcio, los hogares con un solo jefe de familia y la educación poco efectiva. En 1993, el 20 por ciento de la población con menores recursos participaba con 4 por ciento del ingreso y el 20 por ciento de mayores recursos participaba con 51 por ciento. Lo interesante es que esta distribución del ingreso se ha mantenido prácticamente inalterada.

Uno de los cambios más importantes de las últimas décadas ha sido el paso de la producción de bienes a la prestación de servicios como característica dominante de la economía norteamericana. Mientras que antes la mayoría de los trabajadores de Estados Unidos producían bienes reales, desde dentífricos hasta neumáticos, hoy trabajan en el sector de la economía que se define globalmente como prestación de servicios. Las industrias de servicios comprenden el comercio al menudeo, los hoteles y los restaurantes, las comunicaciones y la educación, los espectáculos y la recreación, los gobiernos federal y local, la administración de oficinas, la banca y las finanzas, y muchos otros tipos de trabajo. Al mismo tiempo, conforme muchas empresas manufactureras tradicionales de Estados Unidos decrecen o crecen lentamente, surgen compañías nuevas que están creando productos y servicios cibernéticos, aeroespaciales o bioquímicos de alta tecnología.

Aunque la economía norteamericana no es perfecta, sí hace lo que Adam Smith esperó de la competencia en el mercado. En general, el pueblo norteamericano tiene un gran poder adquisitivo y una amplia gama de servicios y bienes de consumo de donde escoger: desde autos y barcos hasta dulces y juguetes de bajo precio pare los niños. En las tiendas pueden encontrarse docenas de marcas de jabón, alimentos enlatados, radios, televisores y otros artículos. Algunos son producidos en Estados Unidos; otros se importan. La competencia en el mercado da a los norteamericanos la oportunidad de comparar calidad y precios y decidir lo que realmente quieren comprar.

Como resultado de la creatividad, iniciativa y trabajo arduo que la libre empresa ha fomentado, Estados Unidos se ha convertido en una de las naciones más ricas del mundo. La libertad de empresa, combinada con controles estatuidos para la protección tanto de los trabajadores como de los consumidores, hace hoy más segura y cómoda la vida para más personas en Estados Unidos que en cualquier otra época.

Durante el recorrido histórico que hemos hecho, la economía norteamericana no ha estado exenta de problemas aunque se ha mantenido hasta ahora como la primera economía del mundo. Sin embargo, ya han pasado los tiempos en que Estados Unidos era el líder en casi todos los sectores. Ahora, como afirma Krugman, "estamos en un mundo en el cual Europa, Japón y Estados Unidos están más o menos al mismo nivel tecnológico" y aunque la economía norteamericana se ha desempeñado bastante bien en los últimos años, ciertamente "no ha habido una mejoría revolucionaria en el desempeño de Estados Unidos". Una vez que Japón se recupere y Europa incremente sus tasas de crecimiento, Estados Unidos compartirá con ellos el liderazgo mundial.

En últimas fechas se han publicado una serie de artículos sobre una posible crisis económica en Estados Unidos que, de llevarse a cabo, repercutiría directamente en la economía mexicana por la interdependencia que mantienen ambos países. Estados Unidos es la economía número uno del mundo y mantiene un continuo crecimiento económico desde 1991. Tan sólo el Producto Interno Bruto (PIB) presenta un crecimiento de largo plazo de 3% real anual por cuarto año consecutivo. Durante la crisis de México en 1994, la asiática de 1997-1998, la rusa y brasileña en 1998, los inversionistas decidieron colocar sus capitales en Estados Unidos. Ello ha originado un círculo virtuoso de alza del ingreso, del consumo y por ende, del crecimiento económico. Estados Unidos mantiene un incremento sostenido de la demanda interna que ha sido satisfecha gracias a la gran productividad estadounidense y al déficit comercial que tiene prácticamente con todo el mundo. Sin embargo, la economía estadounidense presenta síntomas que ponen en alerta sobre la gestación de una crisis que traería consigo el retroceso económico de un crecimiento tan prologado. Los síntomas que se perciben son:

  • Un alto precio del petróleo que repercute en mayores costos, menores utilidades y menor ingreso/utilidad.

  • Tasas de interés a la alza que traen como consecuencia menor consumo y mayor endeudamiento.

  • Bajo nivel de desempleo que aunado a los síntomas anteriores ejercen presión sobre el costo de producción de las empresas y sus finanzas internas.

  • Bolsa de valores con tendencia a estancamiento, ya que si las tasas de interés aumentan, la tasa de ganancias va hacia la baja.

Al respecto, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, sugirió para el presente año, la posibilidad de un continuo y gradual aumento en las tasas de interés —para incrementar las tasas de la deuda y del ahorro privado, mismo que se ubica en un mínimo histórico de 2.4%—, como una medida de control inflacionario y desaceleración de la demanda interna, a la vez de permanecer vigilante que el incremento en la demanda respecto a la oferta agregada no genere mayores presiones inflacionarias. La economía estadounidense mantiene una interdependencia con las demás economías del mundo y lo que le perjudique o favorezca afecta a todas las naciones.

Finalmente, el siglo XX se destaca por tres grandes catástrofes, las dos guerras mundiales y la gran depresión económica de los años veinte. En términos muy generales, la principal lección debería permitirnos saber qué debemos evitar. La mayoría de la gente, al menos en el mundo más desarrollado, ha sufrido más los efectos de la muerte y del hambre en las guerras que los efectos de la depresión económica. En un mundo que dispone de armas atómicas, debemos —ante todo— evitar la guerra. Es por eso que las dos cosas más necesarias son lograr la paz y evitar otra depresión mundial.

Un nuevo milenio y nuevos conflictos económicos para Estados Unidos

Estados Unidos entró en recesión en el primer trimestre de 2001, antes de los ataques del 11 de septiembre. Técnicamente, la recesión fue corta y suave, pero la reactivación económica no ha sido total y la economía ha entrado en una senda de crecimiento suave, muy por debajo del output potencial. A lo largo del año 2001, la Reserva Federal bajó los tipos de interés once veces, desde el 6,5% hasta el 1.75%. Con la última bajada del pasado 6 de noviembre de 2002, los tipos se situaron en un 1,25%, la cifra más baja en cuarenta años, y no dejan demasiado margen de maniobra a Greenspan. Por otra parte, los dos paquetes de estímulo fiscal que ha puesto en marcha Bush hasta el momento no han dado los resultados esperados. El primer recorte de impuestos comenzó a aplicarse el 7 de junio de 2001 y asciende a 1,35 billones de dólares a lo largo de diez años. El segundo paquete de estímulo fiscal, aprobado por el Senado en marzo de 2002, tuvo un coste para el Tesoro de 51.000 millones en el año 2002, y se concentró en reducir los impuestos a las empresas y en ampliar las prestaciones por desempleo. Sin embargo, ni la política monetaria ni la fiscal han servido por el momento para reactivar el consumo privado, mejorar los índices de confianza empresariales y la inversión o alejar el fantasma de la deflación. A pesar de que la economía crecerá en 2002 algo más del 2%, las cifras coyunturales son preocupantes. El desempleo alcanzó en noviembre el 6%, lo que corresponde a 8,5 millones de personas, la cifra más alta de los últimos nueve años. El déficit público se sitúa en el 3,1% del PIB y el déficit de la balanza por cuenta corriente alcanza los 480.000 millones de dólares, el 5% de la renta nacional. Por su parte, los principales índices bursátiles han perdido más del 20% en lo que llevamos de año y no presentan signos claros de recuperación. Finalmente, los escándalos financiero-contables de empresas como Enron, WorldCom o Global Crossing, combinados con la percepción de que la administración Bush mantiene demasiados vínculos con las grandes corporaciones y no está siendo capaz de establecer los mecanismos legales para asegurar el buen gobierno corporativo, hacen que los ciudadanos y las pequeñas y medianas empresas desconfíen de la capacidad del gobierno para mejorar las expectativas de crecimiento.

Para evitar un potencial desastre económico después del 11 de septiembre de 2001 y apaciguar el nerviosismo que rodeaba a la riesgosa e innecesaria invasión estadounidense de Irak, el presidente de la Fed Alan Greenspan inició una serie de recortes en la tasa de interés que incrementaron enormemente la oferta de dinero. Según Thomas E. Woods, Jr. en Meltdown, las bajas en la tasa de interés culminaron en la extraordinaria política de bajar la tasa interbancaria federal (la tasa a la cual los bancos se prestan entre sí a muy corto plazo, la cual usualmente determina a las demás tasas de interés) a tan solo el 1% durante todo un año (desde junio de 2003 a junio de 2004). Woods señala que se creó más dinero entre 2000 y 2007 que en el resto de la historia de los Estados Unidos. Gran parte de este exceso de dinero terminó creando la burbuja inmobiliaria que eventualmente causó el descalabro. Ben Bernanke, entonces miembro del Consejo de la Fed, fue un ardiente defensor de esta política de dinero fácil, la cual ha mantenido ya como presidente de la Fed como su solución para una crisis económica a la que ayudó a crear empleando justamente las mismas medidas.

 

 

Autor:

Lorena Niniom