Vías de contagio
Distribución según sexo y edad
Varones:
Mujeres:
Esta tercera epidemia es la que amenaza tener los efectos más devastadores; para ello cuenta con un instrumento riesgoso y efectivo: la discriminación.
Estas tres epidemias -la del virus del SIDA, la del propio SIDA y las de las reacciones y respuestas sociales- constituyen en conjunto lo que la Asamblea Mundial de la Salud ha calificado recientemente de "situación de urgencia mundial".
Los estudios que analizan las condiciones sociales en que se desarrollaron otras epidemias registran algunas coincidencias en lo que a mecanismos sociales se refiere que se reiteran aún en formaciones socioeconómicas muy diferentes. Entre estos rasgos comunes, se pueden enumerar los siguientes comportamientos y actitudes, los cuales también se observan con la aparición del SIDA:
Un primer aspecto lo constituye la dificultad para reconocer el avance de la enfermedad cuando ésta recién aparece. Esta actitud renuente provoca obstáculos a la definición de políticas públicas que incluyan difusión de información.
Ésta se articula con un segundo aspecto: la necesidad de buscar culpables de su aparición y diseminación. En los primeros años se la asoció con las prácticas homosexuales. Empezó a ser masivamente conocida como la "peste rosa". Este nombre, aunque daba cuenta del carácter epidémico, lo circunscribía a ese núcleo de los homosexuales. En la Europa medieval judíos, musulmanes, leprosos y brujas cargaban con diferentes estigmas que los hacías sospechosos de diseminar la "peste negra", la terrible peste bubónica. Los modernos "herejes" señalados para portar la marca de la transgresión fueron los africanos, haitinos, drogradictos, homosexuales y prostitutas. La justificación de esta verdadera partida de caza de los culpables es el fundamento en el que aún hoy se esconden esas viejas normas de control social. Señalar la diferencia, castigar la transgresión, son fórmulas indispensables para dar lugar al acto de discriminar.
Así como durante la epidemia de gripe de principios de siglo los franceses la llamaban la Peste de la Dama Española y los ingleses le pusieron el apodo de la Enfermedad Francesa, en nuestros tiempos se sigue discutiendo acerca del origen del SIDA pensando en rasgos étnicos, continentales o raciales. Los elegidos en esta oportunidad fueron los africanos y los haitinos.
Una de las consignas que cundió en los primeros años y se popularizó rápidamente incluso plasmándose en la legislación de algunos países fue: "¡Cuidado con el extranjero!" A modo de ejemplo, en la década del ´80 en Corea del Sur se comenzó a exigir el examen de detección del VIH a los que provenían de otros países.
Así como durante la epidemia bubónica en el siglo XIV se difundía la idea de que había enfermos que se esforzaban por contagiar su mal contaminando paredes y puertas, con el SIDA se rumorea el "peligro" del ataque de los enfermos munidos de jeringas con su sangre. Este temor fue expresado por la policía de San Francisco (Estados Unidos) en ocasión de la IV Conferencia Internacional sobre SIDA en la que se organizaron manifestaciones de protesta por la política inmigratoria de ese país que prohíbe ingresar a quienes están infectados con el VIH.
Los grupos de riesgo
La discriminación entonces no abreva en el prejuicio, sino también en el terror al contagio y en la construcción social de mitos y leyendas que logren afirmar la peligrosidad de quien padece el estigma, para justificar la segregación, el aislamiento. La sociedad, poco a poco, va formando y catalogando "grupos de riesgo", como lo son los homosexuales o los drogadictos. Los integrantes de estos grupos están condenados a ser prejuzgados por la sociedad, sin importar cuánto afán pongan en demostrar que toman las precauciones necesarias para no contraer ni transmitir la enfermedad (si es drogadicto, no compartir jeringas; si es homosexual, usar preservativo).
El siguiente caso real ejemplifica perfectamente la terrible situación de las personas pertenecientes a los "grupos de riesgo".
"El día de Acción de Gracias del 1991, Víctor Umpierre murió de SIDA. Pero su familia y compañero de largo tiempo lo sobrevivieron. De acuerdo a la ley puertorriqueña 50% de sus propiedades le pertenecían a su familia. Robert tenía derecho al uso de dichas propiedades por el resto de su vida. Dos meses después de la muerte de Víctor, su hermana y su padre (Vicky y Víctor Sr.) obtuvieron una orden de la corte para tomar posesión de todas las propiedades de Robert y Víctor. Reclamando que Robert era responsable por dinero que Víctor le había tomado prestado a su padre para iniciar una empresa y por esa razón el padre de Víctor tenía derecho a 50% de todo. Robert fue expulsado de su propio hogar y oficina y tomaron todas sus pertenencias incluyendo artículos personales. Luego Vicky y Víctor Sr. Se adueñaron de todas las cuentas de banco, acciones y bienes raíces y confiscaron las obras de arte y antigüedades. Inclusive Vicky le arranco de las maños el álbum de retratos, que era el único recuerdo que le quedaba de su relación de 10 años con Víctor. Lo único que le dejaron fue dos perros y un gato. Robert fue obligado a dejar la isla por el hostigamiento constante y la violencia física que los Umpierre impusieron sobre él.
Así, se vio obligado a vivir a Canadá por cinco años, subsistiendo de la asistencia social del gobierno. En 1995, un juez dictó que un administrador estatal tomaría posesión de todas las propiedades sin que la familia Umpierre tuviese acceso a nada hasta que todo fuese propiamente dividido y que si Robert regresaba a vivir a Puerto Rico su mitad le sería entregada.
Los Umpierre decidieron ignorar estas decisiones y la corte parece permitírselo. Han pasado 5 años y todavía los Umpierre tienen todo y Robert nada."
Como se puede apreciar, la discriminación furiosa y ciega de la familia del difunto Víctor hacia Robert, su pareja homosexual, no da lugar al correcto procedimiento legal, y esto es por la presunción de los Umpierre de que Robert fue quien contagió a Víctor de SIDA. Pero, ¿estaban cien por ciento seguros de esto, mediante exámenes científicos? Y aún si lo estuvieran, eso no permite que la voluntad del difunto, expresada claramente en un testamento, pueda ser violada. Por otra parte, el accionar de la justicia fue deficiente y denigrante. ¿Hubiese actuado de la misma manera si hubiese sido una pareja heterosexual? ¿Habría dejado a la esposa y a los hijos en la calle?
Este caso es una clara muestra de la ineficacia que tiene la sociedad para acual imparcialmente, incluso aquellas personas que estudiaron toda su vida para serlo.
Neoliberalismo y SIDA
Si bien el acto de discriminar se reitera a lo largo de los años, las formas concretas en que el mismo se expresa van variando. Hoy no se postula para los enfermos de SIDA el aislamiento externo que condenaba a los leprosos fuera de las ciudades medievales. La segregación opera con mecanismos más sutiles pero igualmente inhabilitantes.
Bajo una supuesta intención humanitaria se postulan exámenes masivos de la población con fines "preventivos". Exámenes pre-ocupacionales que cierran las puertas del exiguo mercado laboral a los infectados de VIH; obligatoriedad del estudio para los migrantes, que restringe el derecho a circular libremente por los territorios.
Se calcula que aproximadamente el 90% de los 10 a 30 millones de personas infectadas por el VIH en el mundo está en el grupo de edad económicamente productiva. Esta cifra demuestra claramente la incidencia que tiene el SIDA en el área del trabajo. Es necesaria, pues, la imposición inmediata de definición de políticas tanto en las empresas como en el plano de los gobiernos.
La discusión gira en torno a la pertinencia de promover exámenes masivos a los trabajadores. Si bien empresas transnacionales como IBM o Ciba-Geigy se han pronunciado contrarias a su realización por el carácter discriminatorio y estigmatizante, no hay acuerdo general en este punto y se han verificado diversos casos de expulsión del trabajo o impedimentos para ingresar a una determinada empresa en quienes se prueba la condición de portador del VIH.
En el plano de la definición de políticas públicas se pone en evidencia la discusión acerca de quién asumirá los costos de la atención de los afectados por el SIDA. En momentos en que el Estado se desentiende cada vez más de funciones que hasta no hace mucho se re reconocían como indelegables y privatiza amplios aspectos de la vida social, los gastos que demanda la atención del SIDA se inscriben en una suerte de "tierra de nadie". Cabal ejemplo lo constituyen los sistemas de medicina prepaga que no cubren tales servicios y el desborde de la cada vez más comprimida estructura sanitaria pública.
La declaración de Luc Montaigner "Creo que tendremos una solución para el SIDA antes del año 2000, pero sólo beneficiará a los países desarrollados" a su paso por la Argentina durante la presentación del "Programa Nacional de Lucha Contra los Retrovirus Humanos-SIDA" del Ministerio de Salud y Acción Social muestran las dispares condiciones que, también en el caso del SIDA, enfrentan los países del capitalismo tardío frente a las posibilidades del capitalismo avanzado. Muy difícilmente se diseñan políticas públicas tendientes a morigerar los efectos de la discriminación en países como el nuestro.
Los casos de discriminación laboral por SIDA son incontables, y crecen cada día de manera exponencial. El siguiente, ocurrido en México, nos sirve de ejemplo.
"Alfonso llevaba cinco años como trabajador eventual en una empresa paraestatal mexicana, cuando se presentó la oportunidad de que se le diera una plaza permanente.
En un país donde la tasa de desempleo se calcula oficialmente en un 30 por ciento, Alfonso tenía buenas razones para estar emocionado. Uno de los requisitos para modificar su situación laboral consistía en una serie de exámenes médicos. Alfonso se sometió a ellos sin ningún problema. "Mi salud era inmejorable, por lo que no tuve ninguna preocupación", explica Alfonso.
Sin embargo, cuál sería su sorpresa cuando sus compañeros de trabajo modificaron de repente su comportamiento hacia él. Algunos incluso le preguntaron sobre su orientación sexual y su estado de salud. La secretaria de la empresa le llamó y le dijo que habían surgido algunos problemas, que el médico le quería realizar otros estudios, pero nunca le dio detalles. Le repitieron algunas radiografías de tórax, "porque según ellos tenía alguna malformación de columna".
"Me llevaron a la capital del país, allá directamente se me realizaron pruebas de sangre, se me interrogó sobre mi vida sexual, indagaron si había sufrido alguna transfusión, e incluso me dieron una incapacidad médica, pero nadie hablaba claramente", recuerda Alfonso. Finalmente, su hermana, quien también presta sus servicios en una de las sucursales de la empresa, le llamó y le preguntó abiertamente: "¿es verdad que tienes SIDA?".
Las pruebas iniciales de Alfonso habían incluido, sin su conocimiento, la de detección del VIH/SIDA. Y antes de que él mismo se enterara, el resultado positivo de su examen se convirtió en un secreto a gritos entre sus colegas. Finalmente la empresa le informó que tenía el virus que genera el SIDA y que no podía seguir trabajando en esa empresa, ni menos aún recibir la plaza definitiva."
La doctora Patricia Campos, secretaria técnica del Consejo Estatal para la Prevención y el Control del VIH/SIDA (COESIDA) de Jalisco, señala que existe una Norma Oficial Mexicana (NOM) a la cual deben adherirse todas las empresas, centros de salud y población en general en la que se señala de manera clara que el ser portador del VIH/SIDA no es razón para que a alguien se le niegue el acceso al trabajo, o se le despida. Sin embargo las violaciones en ese sentido se dan en el país y en el mundo de manera cotidiana.
La posición de la Iglesia frente al SIDA y la discriminación
A continuación, se encuentra la posición de la iglesia, resumida brevemente del Informe publicado por el Comité Ejecutivo de la Federación Luterana Mundial en junio de 1988.
"La Iglesia debería abrir sus puertas a todos, en forma incondicional, tal como Cristo abrió la puerta a todos, sin tener en cuenta quienes eran o lo que habían hecho. La salvación es dada a todos por gracia, a través de la fe, y no por causa de hechos o comportamientos. Al aceptar a todos, Cristo dio acceso a su perdón y a la nueva vida. Hoy, en su Iglesia, recibimos est vida nueva por medio de la Palabra y los sacramentos. Al excluir a alguien de esta fuente de vida, la Iglesia se hace culpable de la más grave forma de discriminación que existe.
La difusión del SIDA depende de realidades culturales, sociales y económicas. La Iglesia debería cuestionar seriamente su propio papel en el desarrollo que facilito la difusión de la enfermedad, y desafiar a sus propios miembros y a la sociedad para tomar medidas que eliminen actitudes de discriminación y acciones prevalentes en la sociedad.
Discriminación.
La discriminación tiene muchas facetas:
inadecuado cuidado profesional para las personas que son VIH positivos;
estigmatización y aislamiento de la familia, del contexto social, de la comunidad y de la Iglesia;
perdida del empleo;
violencia física y/o psicológica contra personas de orientación homosexual, prostituidos y drogadictos;
restricciones de viajes;
presiones familiares y sociales sobre lo que brindan ayuda para que no cuiden a las personas infectadas con el VIH;
negativa a brindar cuidados sanitarios básicos y seguros de vida o salud;
registros obligatorios;
rechazo a brindar alojamiento;
actitud negativa para brindar acceso a la educación, especialmente a los niños;
análisis obligatorios sin consentimiento; "chivos expiatorios";
exclusión de personas, tales como refugiados y estudiantes procedentes de áreas altamente endémicas.
En algunos países, el SIDA afectó principalmente a grupos que ya estaban marginados, y como consecuencia aumentó la discriminación (homosexuales, drogadictos intravenosos y prostituidos). El turismo sexual, donde varones económicamente poderosos explotan a mujeres y varones jóvenes, pone en peligro e incrementa el riesgo de la transmisión del VIH. Esto alienta la discriminación, ya que ciertos grupos no son considerados dignos de ser protegidos contra el VIH, sino que son expuestos al virus por motivos de lucro económico.
Las estructuras socioeconómicas en el mundo promueven la pobreza de ciertas comunidades y grupos, haciendo más vulnerables a la difusión del SIDA a aquellos que no tienen privilegios. La lucha contra el SIDA es por lo tanto una lucha contra la pobreza, el analfabetismo, la prostitución, la drogadicción y todas las formas de desigualdad social. La falta de información tendenciosa también contribuye a la discriminación.
Efectos de la discriminación.
En el nivel individual:
La discriminación afecta profundamente a las personas. Ella conduce a la perdida de autoestima, a sentimientos de culpa y vergüenza. A menudo las personas con SIDA se apartan por sí mismas de la asistencia que necesitan debido al temor a reacciones negativas de los otros. El aislamiento aumenta el sentimiento de "ser el único con SIDA". Ansiedad, depresión y suicidio pueden ser los resultados.
Las personas afectadas por el SIDA necesitan ser aceptadas por la Iglesia y conducidas, junto con todas sus emociones, al descubrimiento de su dignidad como creadas a la imagen de Dios.
La Iglesia debería sostener y cuidar a aquellas que se están ocupando de las personas con SIDA, para brindarles fuerzas y coraje para continuar su ministerio.
En el nivel comunitario:
La discriminación de ciertos grupos lo obliga a esconderse. La comunicación, el contacto y la existencia llegan a ser difíciles y la transmisión del VIH se facilita. La discriminación de las personas infectadas por el VIH es un obstáculo serio en la lucha para combatir la transmisión de la enfermedad. La Iglesia tiene la especial responsabilidad de reconocer estos grupos discriminados y sus necesidades.
La Iglesia debe poner de manifiesto las acciones discriminatorias y desafiar a sus miembros, a la comunidad y al gobierno de información y que están altamente expuestos a la pandemia."
En resumen, se ve claramente cómo la Iglesia reconoce el problema actual de la "tercera epidemia", lo analiza e inicia planes de acción para erradicar la discriminación, ayudando a quienes padecen la enfermedad, y condenando a aquellos que están involucrados en el acto discriminatorio.
Aspectos legales
"Declaración de los Derechos Fundamentales de la persona que vive con el virus del SIDA"
Considerando:
Que el SIDA, desde el punto de vista de la medicina, es una enfermedad como las otras;
Que el SIDA es una epidemia mundial y que es preciso un esfuerzo colectivo mundial para detenerla;
Que no existe peligro de contagio del SIDA excepto a través de relaciones sexuales sin precauciones adecuadas, de la transfusión de sangre infectada y de la transmisión de la madre infectada al feto o al bebé;
Que desde el punto de vista planetario es la Humanidad la que se encuentra seropositiva, no existiendo una "minoría" de enfermos;
Que contra el pánico, los preconceptos y la discriminación, la práctica de la solidaridad es esencial;
Conclusiones
Todas las personas tienen derecho a la información clara, exacta y científicamente fundada acerca del SIDA, son ningún tipo de restricción. Las personas que viven con el virus del SIDA tienen derecho a informaciones específicas sobre su condición como tales.
Toda persona que vive con el virus del SIDA tiene derecho a la asistencia y al tratamiento, suministrados ambos sin ninguna restricción y garantizando su mejor calidad de vida.
Ninguna persona que viva con el virus VIH/SIDA será sometida a aislamiento, cuarentena o cualquier tipo de discriminación.
Nadie tiene derecho a restringir la libertad o los derechos de las personas por el único motivo de que estas personas convivan con el virus VIH/SIDA, cualquiera sea su raza, nacionalidad, religión, ideología, sexo u orientación sexual.
Toda persona que viva con el virus VIH/SIDA tiene derecho a la participación en todos los aspectos de la vida social. Toda acción que tienda a recusar a las personas que conviven con el VIH/SIDA para un empleo, un alojamiento, una asistencia o a privarlos de ello, o que tienda a restringirles la participación en las actividades colectivas, escolares y/o militares, debe ser considerada discriminatoria y punida por la ley.
Todas las personas tienen derecho a recibir sangre y hemoderivados, órganos o tejidos que hayan sido rigurosamente analizados y comprobada en ellos la ausencia del virus del SIDA.
Nadie podrá hacer referencia a la enfermedad de alguien, pasada o futura, o al resultado de sus análisis para el SIDA sin el consentimiento de la persona involucrada. La privacidad de la persona que vive con el virus VIH/SIDA deberá ser asegurada por todos los servicios médicos y asistenciales.
Nadie será sometido compulsivamente, en ningún caso, alos análisis para el SIDA. Estos deberán ser usados exclusivamente para fines diagnósticos, para el control de personas o poblaciones. En todos los casos de análisis, los onvolucrados deberán ser informados previamente y los resultados deberán ser comunicados por un profesional competente.
Toda persona que vive con el virus VIH/SIDA tiene derecho a comunicar sólo a las personas que él desee hacerlo su estado de salus o el resultado de sus análisis.
Toda persona que viva con el virus tiene derecho a la continuación de su vida civil, profesional, sexual y afectiva. Ninguna acción podrá restringir sus plenos derechos a la ciudadanía.
Conferencia de Montral, 1988. Adoptada por la FUNDACIÓN RED.
Declaración consensual sobre el SIDA en las escuelas
A. Personas que solicitan un empleo de maestros o algún otro puesto de la administración escolar, o alumnos que desean ingresar en la escuela.
La detección del VIH-SIDA en el marco de las pruebas de evaluación previa de la aptitud para desempeñar un empleo o para asistir a la escuela es innecesaria y no debe exigirse. Este tipo de detección se basa en métodos directos (determinación de anticuerpos contra el VIH) o indirectos (evaluación de los comportamientos peligrosos) o en preguntas sobre pruebas precedentes de investigación del VIH. La detección del VIH-SIDA previo al empleo o a la admisión en un establecimiento escolar, así como con otros fines, plantea graves problemas de discriminación y debe ser objeto de un examen complementario detallado.
B. Personas que trabajan en el medio escolar o asisten a la escuela.
Detección del VIH-SIDA: es innecesaria y no debe exigirse la detección del VIH-SIDA sea por métodos directos (investigación del VIH) o indirectos (evaluación de comportamientos peligrosos) o mediante preguntas sobre investigaciones precedentes.
Confidencialidad: debe preservarse la confidencialidad relativa a toda información de carácter médico, inclusive sobre el estado de salud con respecto al VIH-SIDA.
Información a la administración o al servicio médico escolar: ni el maestro ni ningún otro miembro del personal escolar ni el alumno tienen obligación alguna de informar a la administración o al servicio médico escolar acerca de su propia situación respecto al VIH-SIDA.
Protección del personal de la escuela y los alumnos: hay que proteger al personal y a los alumnos del establecimiento escolar que estén infectados o a los que se consideren infectados de VIH de toda estigmatización o discriminación por parte de sus colegas, asociaciones sindicales, empleadores, alumnos, padres y la comunidad en general. La información y la educación son condiciones esenciales para preservar el clima de mutua comprensión indispensable para dicha protección.
Acceso del personal de la escuela de los alumnos a los servicios: los maestros y demás personal, así como los alumnos y sus familiares deben tener acceso a los programas de información y educación sobre el VIH-SIDA, así como los servicios apropiados de consejo y envío de casos a instancias especializadas.
Prestaciones: los maestros y demás miembros del personal escolar infectados por el VIH no deben ser objeto de discriminación alguna, deben tener acceso a las prestaciones usuales de la seguridad social y a otros privilegios relacionados con su actividad profesional.
Modificaciones razonables en las condiciones de trabajo o escolaridad. La infección por VIH no entraña de por sí ninguna limitación de la aptitud para trabajar o para asistir a la escuela. Si esta aptitud está restringida por alguna enfermedad relacionada con el VIH, habrá que modificar razonablemente las condiciones de trabajo o de escolaridad en beneficio del interesado. Cualquier decisión al respecto deberá basarse en criterios médicos.
Mantenimiento del empleo o de la asistencia a la escuela: la infección por el VIH no es motivo de cese en el empleo o de suspensión de la asistencia en la escuela. Como ocurre con otras muchas enfermedades las personas con afecciones relacionadas con el VIH siguen siendo capaces de trabajar o de asistir a la escuela mientras se mantengan médicamente aptas para desempeñar actividades o trabajos apropiados.
Los NO de la infección: comportamientos que no contagian el SIDA
El virus NO se encuentra en los cabellos. Por ello no hay riesgo de infección:
al usar el mismo peine, el mismo shampú
al usar el mismo gorro de baño
al acariciar la cabeza de un infectado.
El virus NO se encuentra exteriormente en la piel. Por lo tanto, no hay riesgo de infección:
Al dar la mano
al abrazar
al besar
por usar la misma ropa
por sentarse en el mismo inodoro, la misma silla
por usar la misma ducha, jabón, toalla
al palpar, percutir, auscultar, bañar o cambiar de ropa a un paciente.
El virus NO se transmite por saliva, si lo hiciese, el estornudo contagiaría y ya estaríamos casi todos infectados. Entonces, no hay riesgo de infección:
al toser
al estornudar
al beber del mismo vaso
al tomar mate de la misma bombilla
al compartir un cáliz en una comunión de pan y vino
por el beso de boca a boca.
El virus NO es transmitido por insectos. Por eso no hay infección:
por picadura de mosquitos, vinchucas, etc.
El virus NO afecta animales. Por eso no hay riesgo de infección:
por jugar o poseer animales domésticos
por comer carne mal cocida.
En resumen, la convivencia con una persona con SIDA es totalmente posible, por lo cual no existe razón alguna para el abandono o el aislamiento, o la apartación de la persona infectada.
Terminología correcta para referirse a enfermos del SIDA.
Sí, personas con SIDA
No, sidásicos o sidosos
Pues la enfermedad no destruye la condición de persona y el virus no destruye la identidad.
Sí, sufrimiento humano
No, castigo de Dios
Pues se trata del padecimiento del ser humano y no de una pena que se impone por delitos o faltas a leyes divinas o humanas.
Sí, enfermedad incurable
No, enfermedad mortal
En cuanto es una enfermedad que por hoy no se puede curar, pero en algunos no es necesariamente mortal.
Sí, diagnostico medico
No, diagnostico moral
Pues el reconocimiento se realiza según indicadores objetivos y no según opiniones de conciencia.
Sí, epidemia
No, flagelo
En cuanto esta enfermedad puede afectar a la población en general, y no es azote o instrumento de castigo a grupos particulares.
Sí, enfermo
No, víctima
Las personas con SIDA son enfermos porque padecen perdida de la salud como una realidad de las consecuencias de su propia vida, y no por transgresiones que deben ser penalizadas.
Cuando un amigo tiene SIDA
El VIH, como se ha descrito anteriormente, no se transmite por contactos que normalmente ocurren en la convivencia cotidiana. Es un virus muy frágil. Si no se practican estos comportamientos, no hay por qué temer de contraer el VIH
Cuando personas que uno conoce se enferman, especialmente con una enfermedad seria como el SIDA, uno puede llegar a sentirse impotente e inadecuado. Puede ocurrir que después de decirle a un amigo enfermo "llamá si necesitás algo", por miedo o por inseguridad luego se arrepienta de haberlo hecho. He aquí algunas sugerencias que podrían ayudarnos a asistir a amigos enfermos.
Aprenda tanto como pueda acerca del VIH y el SIDA.
No rehuya. Esté ahí para él o ella — eso le proveerá una esperanza.
Haga contacto físico. Un simple apretón de manos o un abrazo puede hacerle saber que usted todavía le quiere.
Llame y pregunte si le parece bien que le visite antes de hacerlo. Su amigo/a podría no tener deseos de recibir una visita ese día. No tenga miedo de volver a llamar y visitarle en otra ocasión. Sus amigo/a le necesita. Ahora es el momento en que su amistad puede ayudar al enfermo a mantenerse lejos de la soledad y el miedo.
Responda a las emociones de sus amigos. Llore con ellos cuando lloren. Ría con ellos cuando rían. No tenga miedo de compartir estas experiencias — hacerlo es saludable.
Llame y ofrezca llevarle su comida favorita. Pregunte cuándo es el mejor momento para ir. Traiga la comida en envases desechables de manera que no haya que preocuparse de lavar platos sucios. Compartan una cena.
Vayan a dar un paseo o caminata, pero pregunte antes y tenga presente cuáles son sus limitaciones.
Ofrézcase ayudarle a contestar cualquier correspondencia con la que puedan tener dificultades.
Celebre los días de fiesta y la vida ofreciéndose a decorar su casa o su cuarto en el hospital. Incluya a sus amigos en las festividades especiales. Un día de fiesta no tiene que estar marcado en el calendario, cualquier día se puede hacer un día de fiesta.
Recuerde a los familiares y compañeros/as de su amigo/a. Aunque su amigo/a es el/la que está enfermo/a, ellos también pueden estar sufriendo. Las personas que cuidan a los enfermos también pueden necesitar un descanso de vez en cuando. Ofrézcales quedarse con la persona enferma para darles un descanso o invítelos a salir. Ofrézcase a acompañarlos. Estos también pueden necesitar a alguien con quien hablar.
Ayude a cuidar los hijos de su amigo/a.
Sea creativo: traiga libros, cintas de video, revistas, música, un afiche para la pared, o algún postre hecho en casa. Envíele tarjetas que digan que usted se interesa por el/ella. Todo esto puede ser muy importante y traer alegría.
Traiga a algún otro amigo/a que quizás todavía no haya venido a visitar.
Recortes periodísticos
LA EPIDEMIA DEL SIGLO: ENTREVISTA A JULIO GONZALEZ MONTANER
"Casi no hay mortalidad por sida en Canadá" El especialista asegura que en ese país, donde dirige la Red de Ensayos Clínicos, con 3.500 pacientes, la mortalidad ya bajó casi a cero gracias al uso de cócteles de tres drogas · Y a que el Estado cubre el ciento por ciento de los tratamientos Por PAULA ANDALO. De la Redacción de Clarín
Bibliografía
"Actualización informativa sobre VIH-SIDA" Elaborado y sintetizado por LUSIDA y el Componente de Comunicación Social
ONUSIDA y OMS. VIH-SIDA: La epidemia mundial. Diciembre de 1997.
Revista "Margen" nº1. Octubre 1992. "Sida, discriminación y control", por Lic. Graciela Touzé y Lic. Diana Rossi.
"México, discriminación laboral por HIV" por Alicia Yolanda Reyes
Diario "El Popular"
Publicación semanal "Mailing"
Diario "Clarín" y "Clarín Digital"
Diario "Página 12"
Diario "La Nación Online"
"Declaración Consensual sobre el SIDA en las Escuelas"
"Cuando un amigo tiene SIDA", anónimo publicado en Internet.
"Declaración de los derechos fundamentales de la persona que vive con el virus del SIDA"
Autor:
William Eduardo Ferreyra Cordova
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