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Memoria sobre el cultivo del maíz y otros poemas (página 2)

Enviado por Hernan


Partes: 1, 2

Cual luce entre las nubes una estrella,

Cual grano de oro que la jagua16 oculta.

El azuceno17 , el floro-azul,, el caunce19

y el yarumo20, en el monte se dibujan

Como piedras preciosas que recaman

El manto azul que con la brisa ondula.

Y sobre ellos gallarda se levanta.

Meciendo sus racimos en la altura,

Recta y flexible la altanera palma,

Que aire mejor entre las nubes busca.

Ved otra vez a los robustos peones

Que el mismo bosque secular circundan;

Divididos están en dos partidas,

Y un capitán dirige cada una.

Su alegre charla, sus sonoras risas,

No se oyen ya, ni su canción se escucha;

De una grave atención cuidado serio

Se halla pintado en sus facciones rudas.

En lugar del ligero calabozo

La hacha afilada con su mano empuñan;

Miran atentos el cañón del árbol.

Su comba ven, su inclinación calculan.

Y a dos manos el hacha levantando,

Con golpe igual y precisión segura,

Y redoblando golpes sobre golpes,

Cansan los ecos de la selva augusta.

Anchas astillas y cortezas leves

Rápidamente por el aire cruzan;

A cada golpe el árbol se estremece,

Tiemblan sus hojas, y vacila … y duda .

Tembloroso un momento cabecea,

Cruje en su corte, y en graciosa curva

Empieza a descender, y rechinando

Sus ramas enlazadas se apañuscan;

Y silbando al caer, cortando el viento,

Despedazado por los aires zumba . ..

Sobre el tronco el peón apoya el hacha

Y el trueno, al lejos, repetir escucha.

Las tres partidas observad. A un tiempo

Para echar una galga21 se apresuran;

En tres faldas distintas, el redoble

Se oye del hacha en variedad confusa.

Una fila de árboles picando22

Sin hacerlos caer, está la turba,

Y arriba de ellos, para echarlo encima.

El más copudo por madrino23 buscan.

Y recostando andamios en su tronco

Para cortarlo a regular altura,

Sobre las bambas24 y al andamio trepan

Cuatro peones con destreza suma.

Y en rededor de corpulento tronco

Sus hachas baten y a compás sepultan,

Y repiten hachazos sobre hachazos

Sin descansar, aunque en sudor se inundan.

Y vencido por fin, cruje el madrino,

Y el otro más allá: todos a una,

Las ramas extendidas enlazando.

Con otras ramas enredadas pugnan;

Y abrazando al caer los de adelante,

Se atropellan, se enredan y se empujan,

Y así arrollados en revuelta tromba

En trueno sordo, aterrador retumban . ..

El viento azota el destrozado monte,

Leves cortezas por el aire cruzan,

Tiembla la tierra, y el estruendo ronco

Se va a perder en las lejanas grutas.

Todo queda en silencio. Acaba el día.

Todo en redor desolación anuncia.

Cual hostia santa que se eleva al cielo

Se alza callada la modesta luna.

Troncos tendidos, destrozadas ramas,

Y un campo extenso desolado alumbra,

Donde se ven como fantasmas negros

Los viejos troncos, centinelas mudos.

CAPITULO II

Que trata de la limpia y abono de los terrenos, muy especialmente por el método de la quema. De la manera de hacer las habitaciones, y de la siembra

Un mes se pasa. El sol desde la altura

Manda a la Roza, vertical su rayo;

Ya los troncos, las ramas y las hojas

Han tostado los vientos del verano.

Las hojas en las ramas se encartuchan25 ,

Sobre los troncos se blanquean los ramos,

Y las secas cortezas se desprenden

De trecho en trecho de los troncos largos.

Aquí y allá la enredadera verde

Tímida muestra sus primeros tallos,

La guadua ostenta su primer retoño

De terciopelo de color castaño.

Ya el verano llega para la quema;

La Candelaria 26 ya se va acercando;

Es un domingo a medio día.

El viento Barre las nubes en el cielo claro.

Por la orilla del monte los peones

Vagan al rededor del derribado,

Con los hachones de cortezas secas

Con flexibles bejucos amarrados.

Prenden la punta del hachón con yesca,

Y brotando la llama al ventearlo

Varios fogones en contorno encienden.

La Roza toda en derredor cercando.

Lame la llama con su inquieta lengua

La blanca barba27 a los tendidos palos;

Prende en las hojas y chamizas28 secas,

Y se avanza, temblante, serpeando.

Vese de lejos la espiral del humo

Que tenue brota caprichoso y blanco,

O lento sube en copos sobre copos

Como blanco algodón escarmenado.

La llama crece; envuelve la madera

Y se retuerce en los nudosos brazos,

Y silba, y desigual chisporrotea,

Lenguas de fuego por doquier lanzando.

Y el fuego envuelto en remolinos de humo.

Por los vientos contrarios azotado

Se alza a los cielos, o a lo lejos prende

Nuevas hogueras con creciente estrago.

Del aire al soplo se dilata el humo

Hasta que llena el anchuroso espacio;

Rosados se perciben los objetos;

Redondo y rojo el sol se ve sin rayos.

Sobre el monte, la Roza y el contorno

Tiende la noche su callado manto

Bordado con las chispas del incendio

Que parecen cocuyos revolando.

Y con la incierta luz de mil fogones,

Restos aun vivos del ardiente estrago,

Se ve de lejos la quemada Roza

Cual vivac de un ejército acampado.

Ensordecen los aires el traquido

De las guaduas y troncos reventando,

Del huracán el mugidor empuje,

De las llamas el trueno redoblado.

Y nubes sobre nubes se amontonan

Y se elevan, el cielo encapotando

De un humo negro que arrebata chispas,

Pardas cenizas y quemados ramos.

Aves y fieras asustadas huyen;

Pero encuentran el fuego a todos lados,

El fuego, que se avanza lentamente.

Estrechando su círculo incendiario.

Al ave que su prole dejar teme.

La encierra el humo, al rededor volando,

Y con sus alas chamuscadas cae

Junto del nido que le fue tan caro.

Aquí y allá se vuelve la serpiente

Buscando una salida, y en su espanto

Se exaspera, se enrosca, se retuerce,

Y el fuego cierra el reducido campo.

El lunes de mañana los peones

Van, en la Roza, a improvisar un rancho 29 ;

Como hormigas arrieras 30 se dispersan

Los materiales cada cual buscando.

Van llegando cargados con horquetas,

Estantillos 3l , soleras, encañados,

Latas y paja y ruedas de bejuco,

Y todo en un plancito amontonando.

En línea recta clavan tres horquetas,

Y echan sobre ellas la cumbrera en alto

Para formar el rancho vara en tierra 32 ,

Con un pequeño alar al otro lado.

Atan los encañados con bejuco

En la larga cumbrera recostados,

Y formando sobre ellos una reja

Acaban de enlatar33 con ágil mano.

Empezando de abajo para arriba

El rancho en derredor van empajando 33 ;

Pajas diversas confundidas mezclan,

Palmicho34 ,santainés35 y rabihorcado36

Y después de formarle el caballete

Lo dividen en dos con un cercado.

De un lado colocan la cocina.

De habitación les servirá el contrario.

Hacen la barbacoa37 , en que colocan

Las ollas, las cucharas y los platos;

Ponen la vara de colgar la carne,

Y las tres piedras de fogón debajo.

La piedra de moler en cuatro estacas

Aseguran muy bien, y en otras cuatro

Sientan una cuy abra aparadora 39

Y a su lado, con agua, un calabazo.40 .

Es hora de sembrar. Ya los peones

Con el catabre 41 sembrador terciado,

Se colocan en fila al pie del monte,

Guardando de distancia cuatro pasos;

Y con un largo recatón de punta

Hacen los hoyos con la diestra mano,

Donde arrojan mezclada la semilla:

(Un grano de frísol42 , de maíz cuatro).

Dan con el mismo recatón un golpe

Sobre el terrón, para cubrir el grano,

Y otros hoyos haciendo, en recto surco,

Siguen de frente y avanzando un paso.

Se miran desplegados en guerrilla,

Como haciendo ejercicio los soldados;

Como blancas manadas de corderos,

sobre el oscuro fondo del quemado.

Cantando alegres, siempre la guavina. Teñidos de carbón, siguen sembrando.

Haciendo calles paralelas, rectas . . .

Y al llegar la oración vuelven al rancho.

CAPITULO III

Método sencillo de regar las sementeras, y provechosas advertencias para espantar los animales que hacen daño en los granos

Hoy es domingo.

En el vecino pueblo

Las campanas con júbilo repican;

Del mercado en la plaza ya hormiguean

Los campesinos al salir de misa.

Hoy han resuelto los vecinos todos

Hacer a la patrona rogativa,

Para pedirle que el verano cese;

Pues lluvia ya las rozas necesitan.

De golpe 43 el gran rumor calla en la plaza,

El sombrero, a una vez, todos se quitan . ..

Es que a la puerta de la iglesia asoma

La procesión en prolongada fila.

Va detrás de la cruz y los ciriales

Una imagen llevada en andas limpias.

De la que siempre, aun en imagen tosca,

Llena de gracia y de pureza brilla.

Todo el pueblo la sigue, y en voz baja

Sus oraciones cada cual recita.

Suplicando a los cielos que derramen

Fecunda lluvia que la tierra ansia.

¡Hay algo de sublime, algo de tierno

En aquella oración pura y sencilla,

Inocente paráfrasis del pueblo

Del "Danos hoy el pan de cada día! "

Nuestro patrón y el grupo de peones

Mezclados en la turba se divisan

Murmurando sus rezos, porque saben

Que Dios su oreja a nuestro ruego inclina.

Pero, no. Yo no quiero con vosotros

Asistir a esa humilde rogativa;

Porque todos nosotros somos sabios,

Y no quisimos asistir a misa.

Y ya la moda va quitando al pueblo

El único tesoro que tenía.

(Una duda me queda solamente:

¿Con qué le pagará lo que le quita? )

Brotaron del maíz en cada hoyo

Tres o cuatro maticas amarillas.

Que con dos hojas anchas y redondas

La tierna mata de frísol abriga.

Salpicada de estrellas de esmeralda

Desde lejos la Roza se divisa;

Manto real de terciopelo negro

Que las espadas de un titán cobija.

Aborlonados44 sus airosos pliegues.

Formados de cañadas y colinas;

Con el humo argentado de su rancho,

De sus quebradas con la blanca cinta.

El maíz con las lluvias va creciendo

Henchido de verdor y lozanía,

Y en torno del, entapizando el suelo

Va naciendo la hierba entretejida.

Por doquiera se prenden los bejucos

Que la silvestre enredadera estira;

Y en florida espiral trepando,

envuelve las cañas del maíz la batatilla45 .

Sobre esa alfombra de amarillo y verde

Los primeros retoños se divisan,

Que en grupos brotan del cortado tronco

A quien su savia exuberante quitan.

Ya llegó la deshierba la ancha Roza

De peones invade la cuadrilla,

Y armados de azadón y calabozo

La hierba toda y la maleza limpian.

Queda el maíz en toda su belleza.

Mostrando su verdor en largas filas,

En las cuales se ve la frisolera47

Con lujo tropical entretejida.

¡Qué bello es el maíz Mas la costumbre!

No nos deja admirar su bizarría.

Ni agradecer al cielo ese presente,

Sólo porque lo da todos los días.

El don primero que "con mano larga"

Al Nuevo Mundo el Hacedor destina;

El más vistoso pabellón que ondula

De la virgen América en las cimas.

Contemplad una mata. A cada lado

De su caña robusta y amarilla.

Penden sus tiernas hojas arqueadas,

Por el ambiente juguetón mecidas.

Su pie desnudo los anillos muestra

Que a trecho igual sobre sus nudos brillan,

Y racimos de dedos elegantes.

En los cuales parece que se empina.

Más distantes las hojas hacia abajo.

Más rectas y agrupadas hacia arriba,

Donde empieza a mostrar tímidamente

Sus blancos tilos48 la primera espiga,

Semejante a una joven de quince años,

De esbeltas formas y de frente erguida,

Rodeada de alegres compañeras

Rebosando salud y ansiando dicha.

Forma el viento al mover sus largas hojas,

El rumor de dulzura indefinida

De los trajes de seda que se rozan

En el baile de bodas de una niña.

Se despliegan al sol y se levantan

Ya doradas, temblando, las espigas.

Que sobresalen cual penachos jaldes

Brota el blondo cabello del filote49 ,

Que muellemente al despuntar se inclina;

El manso viento con sus hebras juega

Y cariñoso el sol las tuesta y riza.

La mata el seno suavemente abulta

Donde la tusa50 aprisionada cría,

Y allí los granos, como blancas perlas,

Cuajan envueltos en sus hojas finas.

Los chócolos sl se ven a cada lado,

Como rubios gemelos que reclinan

En los costados de su joven madre

Sus doradas y tiernas cabecitas.

El pajarero52 , niño de diez años,

Desde su andamio sin cesar vigila '"'*

Las bandadas de pájaros diversos

Que hambrientos vienen a ese mar de espigas.

En el extremo de una vara larga

Coloca su sombrero y su camisa,

Y silbando, y cantando, y dando gritos

Días enteros el sembrado cuida.

Con su churreta S3 de flexibles guascas S4

Que fuertemente al agitar rechina,

Desbandadas las aves se dispersan.

Y fugitivas corren las ardillas.

Los pericos en círculos volando

En caprichosas espirales giran,

Dando al sol su plumaje de esmeralda

Y al aire su salvaje algarabía.

Y sobre el verde manto de la Roza

El amarillo de los toches55 brilla,

Cual onzas de oro en la carpeta verde

De una mesa de juego repartidas.

Meciéndose galán y enamorado

Gentil turpial56 en la flexible espiga,

Rubí con alas de azabache, ostenta

Su bella pluma y su canción divina.

El duro pico del chamón57 desgarra

De las hojas del chócolo las fibras.

Dejando ver sus granos cual los dientes

De una bella al través de su sonrisa.

Su nido conoidal cuelga el gulungo58

De un árbol en las ramas extendidas,

Y se columpia blandamente al viento,

Incensario de rústica capilla.

La boba59 , el carriquí60 , la guacamaya 61

El afrechero62 , el diostedé 63 , la mirla,

con sus pulmones de metal que aturden,

Cantan, gritan, gorjean, silban, chillan.

CAPITULO IV

De la recolección de frutos y de cómo deben alimentarse los trabajadores

Es un alegre amanecer de junio;

El sol no asoma, pero ya blanquea

Por el oriente el aplomado cielo

Con la sonrisa de su luz primera.

Ya dio el gurrí64 su fúnebre chillido

Largo y agudo, en la vecina selva,

Ya la roza se va cubriendo en partes

Con los jirones de su chal de nieblas.

Lanza la choza cual penacho blanco

La vara de humo que se eleva recta;

Es que antes que el sol y que las aves

Se levantó, al fogón, la cocinera.

Ya tiene preparado el desayuno

Cuando el peón más listo se despierta;

Chocolate de harina 6S en coco negro 66

Recibe cada cual, con media arepa 67

Con un costal terciado cada uno,

Todos saliendo van; sólo se queda

El muchacho que debe cargar agua,

Fregar los trastos y rajar la leña.

Van a coger friso les; por la Roza

Los peones sin orden se dispersan

Cogiendo a manotadas 6S los racimos

Que de las matas enredados cuelgan.

Los chócolos picados por las aves

Cogen también, y los que están en tierra

Echan en el costal y los revuelven

De los frisoles con las vainas secas.

El que llena su tercio a vaciarlo

Va en el rancho, y se vuelve a la faena;

Y llenando y vaciando sus costales

Siguen sin descansar hasta que almuerzan.

En la misma cuyabra aparadora

Pone el maíz a remojar, y deja

La mitad para hacer la mazamorra 69 ,

La otra mitad para moler la arepa.

Era la cocinera una muchacha

Ágil, arrutanada 70 , alta y morena,

Que su saya de fula71 con el chumbe72

En su cintura arregazada lleva.

Descubiertos los brazos musculosos

Y la redonda pantorrilla muestra

Con inocente libertad, pues sabe

Que sólo para andar sirven las piernas.

Su seno prominente a medias cubre

La camisa de tira de arandela,

En donde se sepulta su rosario

Con sus cuentas de oro y su pajuela 73

Un tanto cortas, negras y brillantes.

De su negro cabello las dos trenzas,

Rematando sus puntas en cachumbos 7*

Graciosamente por la espalda cuelgan.

Pero ved la cascando mazamorra,

O moliendo en su trono, que es la piedra;

A su vaivén cachumbos y mejillas,

Arandelas y seno, todo tiembla.

Arreglado el fogón alza dos ollas

Y los frisoles echa en la pequeña;

Va en la grande a poner la mazamorra.

De su quehacer la operación más seria.

Mientras que van y vuelven los peones

Que han almorzado ya, la cocinera

Infatigable y siempre con buen modo,

Se ocupa sin cesar en sus tareas.

Se moja en agua-masa7 5 las dos manos,

Las pone encima de ceniza fresca,

Las sacude muy bien, y en la agua-masa

Las lava luego y la ceniza deja.

De agua-masa y arroz 76 llena la olla.

Le echa la bendición, y la menea

Con el ahumado mecedor77 de palo;

Sopla el fogón y aviva la candela.

Acaba de moler, y con la masa

Va extendiendo en las manos las arepas.

Colócalas después en la callana 78

Y tostadas de un lado las voltea.

Y luego las entierra en el rescoldo,

Y brasas amontona encima de ellas,

Y chócolos encima de las brasas

Pone a asar recostados a las piedras;

Estos se van dorando poco a poco;

Los granos al calor se caponean "

¡Y exhalan un olor. . ! que aun los peones

Cuando vienen, un chócolo se llevan.

A las dos de la tarde suena el cacho 80

Para que todos hacia el rancho vengan.

Pues ya está la comida. Van llegando

Y en el suelo sentados forman rueda.

El muchacho que ayuda en la cocina

Reparte a los peones las arepas;

De frisoles con carne de marrano

Un plato lleno a cada par entrega.

En seguida les da la mazamorra,

Que algunos de ellos con la leche mezclan;

Otros se bogan81 el caliente claro,

Y se toman la leche con la arepa.

ISalve, segunda trinidad bendita

Salve, frisoles, mazamorra, arepa!

Con nombraros no más se siente hambre. "

¡No muera yo sin que otra vez os vea!

Pero hay ¡gran Dios! algunos petulantes

Que sólo porque han ido a tierra ajena

Y han comido jamón y carnes crudas,

De su comida y su niñez reniegan,

Y escritores parciales y vendidos

De las papas pregonan la excelencia,

Pretendiendo amenguar la mazamorra,

Con la calumnia vil, sin conocerla.

Yo quisiera mirarlos en Antioquia

Y presentarles la totuma llena

de mazamorra de esponjados granos,

Más blancos que la leche en que se mezclan;

Que metieran en ella te cuchara,

Y la sacaran del manjar repleta,

cual isla de marfil que en leche flota,

Como mazorca de nevadas perlas;

Y que dejando chorrear el claro

La comieran después, y que dijeran,

Si es que tienen pudor, ¿si con las papas,

Alguno habrá que compararla pueda?

¡Oh! ¡comparar con el maíz las papas,

Es una atrocidad, una blasfemia!

¡Comparar con el rey que se levanta

La ridícula chiza 8S que se entierra!

Y ¿qué dirían si frisoles verdes

Con el mote 86 de chócolo comieran

Y con una tajada de aguacate

Blanda, amarilla, mantecosa, tierna … ?

¿Si una postrera 87 de espumosa leche

Con arepa de chócolo bebieran,

Una arepa dorada envuelta en hojas,

Que hay que soplar porque al partirla humea?

También la juventud recuerdos guarda

De placeres sin fin … pero con mezcla.

Las memorias campestres de la infancia

Tienen siempre el sabor de la inocencia.

¿Y la natilla … ? ¡Oh! la más sabrosa

De todas las comidas de la tierra,

Con aquella dureza tentadora

Con que sus flancos ruborosos tiemblan . ..

¡Y tú también, la fermentada en tarros,

Remedio del calor, chicha antioqueña!

¡Y el mote, los tamales as , los masatos 89

El guarrús 90 , los buñuelos, la conserva . .. !

¡Y mil y mil manjares deliciosos

Que da el maíz en variedad inmensa . . .

! Empero con la papa, la vil papa,

¿Qué cosa puede hacerse … ? No comerla.

Esos recuerdos con olor de helecho

Son el idilio de la edad primera,

Son la planta parásita del hombre

Que, aun seco el árbol, su verdor conservan.

Pero, en tanto vosotros, pobres socios

De una Escuela de Artes y de Ciencias,

Siempre en medio de libros y papeles

Y viviendo en ciudades opulentas;

Nacidos en la alcoba empapelada

De una casa sin patios y sin huerta,

Y que jamás otro árbol conocisteis

Que el naranjo del patio de la escuela.

A veces el patrón lleva a la Roza

A los niños pequeños de la hacienda,

Después de conseguir con mil trabajos

Que conceda la madre la licencia.

Sale la gritadora, alegre turba,

A asistir juguetona a la cogienda 91 ,

Con carrieles y jíqueras 92 terciados

Cual los peones sus costales llevan.

Vosotros ¡ay! cuyos primeros pasos

Se dieron en alfombras y en esteras

Y, lo que es más horrible, ¡con botines!

¡Vosotros, que nacisteis con chaqueta!

¡Vosotros, que no os criasteis en camisa

Cruzando montes y saltando cercas,

¡Oh! no podéis saber, desventurados.

Cuánta es la dicha que un recuerdo encierra!

¿Quién puede calcular las mil delicias

Que proporciona tan sabrosa fiesta .. . ?

¡A malaya 93 volver a aquellos tiempos!

¡A malaya esa edad pura y risueña!

¿Con cuál, decidme, alegraréis vosotros

De la helada vejez las horas lentas,

Si no tuvisteis perros ni gallinas

Ni habéis matado patos ni culebras?

Avaro guarda el corazón del hombre

Esos recuerdos que del niño quedan;

Ese rayo de sol en una cárcel.

Es el tesoro de la edad provecta.

No endulzarán vuestros postreros días

El sabroso balar de las ovejas,

De las vacas el nombre, uno por uno,

La imagen del solar 94 , piedra por piedra;

Las sabaletas 9S conservadas vivas,

Sirviendo de vivero una batea;

Las moras y guayabas del rastrojo 96 ,

El columpio del guamo97 de la huerta;

La golondrina a la oración volando

Alrededor de las tostadas tejas,

La queja del pichón aprisionado,

La siempre dulce reprensión materna;

La cometa enredada en el papayo 98 ,

Los primeros perritos de Marbella . ..

En fin … vuestra vejez será horrorosa,

Pues no habéis asistido a una cogienda.

Aures

De peñón en peñón turbias saltando

Las aguas de Aures descender se ven;

La roca de granito socavando.

Con sus bombas haciendo estremecer.

Los helechos y juncos de su orilla

Temblorosos, condensan el vapor;

Y en sus columpios trémulas vacilan

Las gotas de agua que abrillanta el sol.

Se ve colgando en sus abismos hondos,

Entretejido, el verde carrizal.

Como de un cofre en el oscuro fondo

Los hilos enredados de un collar.

Sus cintillos en arcos de esmeralda

Forman grutas do no penetra el sol,

Como el toldo de mimbres y de palmas

Que Lucina tejió para Endimión.

Reclinado a su sombra, ¡cuántas veces

Vi mi casa a lo lejos blanquear,

Paloma oculta entre el ramaje verde,

Oveja solitaria en el grama!!

Del techo bronceado se elevaba

El humo tenue en espiral azul ….

La dicha que forjaba entonces el alma

Fresca la guarda la memoria aún.

Allí, a la sombra de esos verdes bosques

Correr los años de mi infancia vi;

Los poblé de ilusiones cuando joven,

Y cerca de ellos aspiré a morir.

Soñé que allí mis hijos y mi Julia ….

i Basta! las penas tienen su pudor,

Y nombres hay que nunca se pronuncian

Sin que tiemble con lágrimas la voz.

Hoy también de ese techo se levanta

Blanco-azulado el humo del hogar;

Ya ese fuego lo enciende mano extraña,

Ya es ajena la casa paternal.

La miro cual proscrito que se aleja

Ve de la tarde a la rosada luz

La amarilla vereda que serpea

De su montaña en el lejano azul.

Son un prisma las lágrimas que prestan

Al pasado su mágico color;

Al través de la lluvia son más bellas

Esas colinas que ilumina el sol.

Infancia, juventud, tiempos tranquilos,

Visiones de placer, sueños de amor.

Heredad de mis padres, hondo río,

Casita blanca …. y esperanza, ¡adiós!

A Julia

"Poesías del casto amor y de la inefable ternura . . . . "

Marcelino Menéndez Pelayo.

Juntos tú y yo vinimos a la vida,

llena tú de hermosura y yo de amor;

A ti vencido yo, tú a mí vencida,

Nos hallamos por fin juntos los dos.

Y como ruedan mansas, adormidas,

Juntas las ondas en tranquila mar,

Nuestras dos existencias siempre unidas,

Por el sendero de la vida van.

Tú asida de mi brazo, indiferente

Sigue tu planta mi resuelto pie;

Y de la senda en la áspera pendiente

A mi lado jamás temes caer.

Y tu mano en mi mano, paso a paso,

Marchamos con descuido al porvenir.

Sin temor de mirar el triste ocaso

Donde tendrá nuestra ventura fin.

Con tu hechicero sonreír sonrío,

Reclinado en tu seno angelical,

De ese inocente corazón, que es mío,

Arrullado al tranquilo palpitar.

Y la ternura y el amor constantes

En tu limpia mirada vense arder,

Al través de dos lágrimas brillantes

Que temblando en tus párpados se ven.

Son nuestras almas místico ruido

De dos flautas lejanas, cuyo son

E n dulcísimo acorde llega unido

De la noche callada entre el rumor;

Cual dos suspiros que al nacer se unieron

En un beso castísimo de amor;

Como el grato perfume que esparcieron

Flores distantes y la brisa unió.

¡Cuánta ternura en tu semblante miro!

¡Que te miren mis ojos siempre así!

Nunca tu pecho exhale ni un suspiro,

y eso me basta para ser feliz.

¡Que en el sepulcro nuestros cuerpos moren

Bajo una misma lápida los dos!

¡Mas mi muerte jamás tus ojos lloren!

¡Ni en la muerte tus ojos cierre yo!

¿Por qué no canto?

A Domingo Díaz Granados

¿Por qué no canto? ¿Has visto a la paloma

Que cuando asoma en el oriente el sol

Con tierno arrullo su canción levanta,

Y alegre canta La dulce aurora de su dulce amor?

Y ¿no la has visto cuando el sol se avanza

Y ardiente lanza rayos del cénit,

Que fatigada tiende silenciosa

Ala amorosa Sobre su nido, y calla, y es feliz?

Todos cantamos en la edad primera,

Cuando hechicera inspíranos la edad,

Y publicamos necios, indiscretos,

Muchos secretos

Que el corazón debiera sepultar.

Cuando al encuentro del placer salimos.

Cuando sentimos el primer amor,

Entusiasmados de placer cantamos

Y evaporamos

Nuestra dicha al compás de una canción.

Pero después…. nuestro placer guardamos,

Como ocultamos el mayor pesar;

Porque es mejor en soledad el llanto,

¡Y crece tanto

Nuestra dicha en humilde oscuridad!

Sólo en oscuro, retirado asilo

Puede tranquilo el corazón gozar;

Sólo en secreto sus favores presta

Siempre modesta

La que el hombre llamó felicidad.

¿Conoces tú la flor de Batatilla,

La flor sencilla, la modesta flor?

Así es la dicha que mí labio nombra;

Crece a la sombra.

Mas se marchita con la luz del sol.

Debe cantar el que en su pecho siente

Que brota ardiente su primer amor;

Debe cantar el corazón que, herido.

Llora afligido,

Si ha de ser inmortal su inspiración.

Porque la lira, en cuyo pie grabado

Un nombre amado por nosotros fue

Debe a los cielos levantar sus notas,

O hacer que rotas

Todas sus cuerdas para siempre estén.

Pero ¡cantar cuando insegura y muerta

La voz incierta triste sonará . . . . !

Pero cantar cuando jamás se eleva

Y el aire lleva

Perdida la canción, ¡triste es cantar!

¡Triste es cantar cuando se escucha al lado

De enamorado trovador la voz!

JTriste es cantar cuando impotentes vemos

Que no podemos

Nuestras voces unir a su canción!

Mas tú debes cantar. Tú con tu acento

Al sentimiento más nobleza das;

Tus versos pueden fáciles y tiernos

Hacer eternos

Tu nombre y tu laúd ¡Debes cantar!

¡Canta, y arrulle tu canción sabrosa

Mi silenciosa, humilde oscuridad!

¡Canta, que es sólo a los aplausos dado

Con eco prolongado

Tu voz interrumpir…. Debes cantar.

Pero no puedes, como yo he podido,

En el olvido sepultarte tú;

Que sin cesar y por doquier resuena

Y el aire llena

La dulce vibración de tu laúd.

No hay sombras para ti. Corno el cocuyo

El genio tuyo ostenta su fanal;

Y huyendo de la luz, la luz llevando,

Sigue alumbrando

Las mismas sombras que buscando va.

A Julia

"Juntos tú y yo vinimos a la vida,

Llena tú de hermosura y yo de amor;

A ti vencido yo, tú a mí vencida,

Nos hallamos por fin juntos los dos".

Así te dije; ¡oh Dios! ¡Quién creería

Que no hiciera milagros el amor!

¡Cuántos años pasaron, vida mía.

Y excepto nuestro amor, todo pasó!

¡Con cuánto orgullo yo añadí: mi brazo

Te servirá en la vida de sostén!

De nuestro amor el encantado lazo

Risueño, ufano, al mundo lo mostré.

¡Mucho, mucho, mi Julia, hemos sufrido!

Un abismo descubro entre hoy y ayer:

Mas el débil fui yo, yo fui el vencido;

Tú, fuerte de los dos, tuviste fe.

Y tu fe te ha salvado y me ha salvado,

Pues unidos vinimos hasta el fin,

Cual dos olas gemelas que han rodado

En busca de una playa en qué morir.

Basta para una vida haberte amado:

Ya he llenado con esto mi misión.

He dudado de todo…. he vacilado,

Mas sólo incontrastable hallé mi amor.

Julia, perdón si al fin de la carrera

Fatigado y sin fuerzas me rendí…. i

Si tu suerte enlazada no estuviera

Con mi suerte, tal vez fueras feliz!

Tú fuiste para mí como la roca

Al solo y casi náufrago bajel,

Que, el ancla en ella al arrojar, provoca

Las tempestades que en contorno ve.

Empero, la borrasca no te arredra,

Aunque se avanza hacia nosotros dos,

Y has querido morir como la hiedra

Que se abraza del olmo protector.

Fue desigual la unión de nuestros lares:

yo con mis faltas, tú con tu virtud;

Tú dándome tu amor, yo mis pesares. .

¡Oh! i debiste salvarte, sola, tú!

Mas de la vida en la penosa lucha,

Ya en el fin, como yo debes hallar

Un consuelo supremo: Julia, escucha:

Si no como antes, nos amamos más.

Notas

A LA "MEMORIA SOBRE EL CULTIVO DEL MAÍZ"

Arregladas por los señores DON .MANUEL URIBE ÁNGEL Y D. EMILIANO ISAZA

1. COLETA CRUDA. – Tela fuerte de cáñamo sin torcer.

2. SOMBRERO DE CAÑA. – Hecho con las fibras de la hoja de caña.

3. RECADO DE SACAR CANDELA. – En rigor esta frase es perfectamente castiza,

pero como es poco usada en el resto del país se advierte que en Antioquia quiere decir, pedernal, eslabón y yesca para encender lumbre. Según la Academia, LUMBRES,

4. CARRIEL. – Especie de saco hecho con la piel de un animal y que muchos antioqueños llevan terciado al hombro, suspendido de una faja, o amarrado al cinturón en las horas de trabajo: sirve para conducir varios objetos de uso diario. – GUARNIEL.

5. TENDÓN DE TIERRA. – Llaman así los trabajadores una faja de terreno de alguna inclinación, y que regularmente se prefiere, por circunstancias especiales, para hacer las rozas.

6. QUEBRADA. – Se toma, no sólo en Colombia sino en casi todos los países sur-americanos, como sinónimo de ARROYO.

7. SOCOLAR. – Socolar en Antioquia, quiere decir, cortar todas las malezas, arbustos y arbolillos de un bosque para dejar claro el espacio y aislados los árboles mayores. Este verbo (en el Cauca, socalar), que no se halla en el Diccionario de la Academia, se usa en otros varios estados de Colombia.

8. VOLEANDO.-Se usa por BATIENDO.

9. MATAMBA. – Caña nudosa, sólida y resistente que abunda en las selvas tropicales.

10. CHUSQUES. – Chusques o chuscos llaman los montañeses antioqueños una gramínea semejante al carrizo, la cual forma con sus tallos, ramas y gracioso follaje, un enrejado casi impenetrable. CHUSQUEA SCANDENS.

11. A TODO PECHO. – A VOZ EN CUELLO.

12. GUAVINA. – Canción provincial festiva y de uso popular. Sus versos son frecuente¬mente picarescos: "Canción sabrosa, dejativa y ruda, Ruda cual las montañas antioqueñas, Donde tiene su imperio y fue su cuna".

13 SOCOLA. – Véase la nota 7.

14. CAÑONES.-Se usa por TRONCOS.

15. CACHIMBO. – Nombre vulgar dado a un grande árbol sumamente vistoso en ciertas épocas del año porque sus flores enteramente rojas, se destacan graciosamente en el fondo verde de la selva y se ve a gran distancia. Llamado en el Cauca písame, en Cundinamarca y en la Costa cámbulo, en Venezuela bucare y en otras partes búcaro. ERYTHRYNA VELUTINA.

16. JAGUA. – arenilla ferruginosa que queda en el fondo de la batea en que se lava el oro.

17. AZUCENO. – Especie de quina, familia de !as rubiáceas.

18. FLORO-AZUL. – Bello árbol, de flores azules abundantísimas.

19. CAUNCE. – Árbol de madera resistente, de flores grandes, amarillas de oro.

20. YARUMO. – Árbol ficoide, con hojas anchas, rugosas, ásperas, de un blanco argentino por debajo, pero que se invierten y por eso se ven blancas. Yagrumo en Venezuela.

21. GALGA. – Usada por los campesinos en un sentido figurado. En los desmontes, la galga en vez de ser representada por una gran piedra, lo es por numerosos árboles, de la manera descrita por el poeta.

22. PICAR. – Hacer con el hacha en el árbol un corte de forma semicircular para que por su propio peso caiga al recibir el empuje por el lado opuesto.

23. MADRINO. – El árbol mayor que se escoge para galga.

24. BAMBAS. – Partes salientes o protuberancias, regularmente en forma de espinazo, que tienen algunos árboles en la parte inferior del tronco.

25. ENCARTUCHAR. – Arrollarse en forma de cucurucho.

26. CANDELARIA. – La fiesta que se hace a Nuestra Señora el día la Purificación, en el mes de febrero. Es, entre las varias épocas escogidas por los agricultores, la preferida en Antioquia para hacer la siembra del maiz en las rozas.

27. BARBA.-POR MUSGO.

28. CHAMIZAS.-CHAMARASCA.

29. RANCHO. – Casita hecha a la ligera por los agricultores para vivir en ella el tiempo que duranlios trabajoss. CHACRA.

30. HORMIGAS ARRIERAS. – Hormigas que, en forma de recua (vulgarmente arria), andan siempre por un camino perfectamente trazado hasta el punto fijado para dispersarse en busca de alimento, y por el cual, en grande orden, van las unas cargadas con su provisión, y vienen las otras sin carga en busca de ella. NEUROPTERA.

31. ESTANTILLOS. – Pilares delgados, de madera resistente.

32. RANCHO VARA EN TIERRA. – Se llama así una especie de choza cuyas varas de armazón inclinadas descansan por el un extremo en el suelo y por el otro en la guía o cumbrera, parte en que hay sólo un alero, quedando el resto al descubierto.

33. ENLATAR Y EMPAJAR. – Cubrir la armazón del techo con latas y después con paja.

34. PALMICHO. – Palma cuyas hojas son muy propias para cubrir los edificios pajizos, llamada en algunas partes palmiche y en otras palmicha. Género Oreodoxa.

35. SANTA-INES Pequeña palma que tiene el mismo uso de la anterior. Género Oreodoxa.

36. RABIHORCADO. – Planta de hojas anchas de forma semejante a la del plátano, aunque más pequeñas, con una escotadura en forma de horquilla en su vértice, y muy propias para cubrir los techos de las habitaciones.

37. BARBACOA. – Aparador de cañas o de guadua en que se colocan los utensilios de cocina. Voz procedente de las Antillas.

38. CUYABRA. – Utensilio hecho por los campesinos con la mitad de una calabaza, para los usos domésticos. En otras partes se le da el nombre de coyabra, que parece voz quichua Bangaña en Centro América y en la Costa, choca en Cundinamarca.

39 APARADORA. – RECIPIENTE.

40. CALABAZO. – Una calabaza seca y hueca en que se carga el agua para los usos domésticos.

41. CATABRE. – Utensilio hecho con la mitad o las dos terceras partes: de una calabaza, el cual se lleva al lado izquierdo de la cintura y en que depositan los peones las semillas de maíz y de fríjol que deben sembrarse. Catabro en el Cauca.

42. FRÍSOL. – Frísol, Fríjol. Phaseolus vulgaris.

43. DE GOLPE. – DE REPENTE.

44. ABORLONADOS. – ACANILLADOS.

45. BATATILLA. – CONVOLVULO

46. DESHIERBA.-DESYERBA O ESCARDA.

47. FRISOLERA.-Mata de frísol.

48. TILO.-Yema floral.

49. PILOTE. – El fruto del maíz en la primera época de su desarrollo y cuando apenas comienza a presentar en su vértice las blancas fibras que luego han de constituir su cabellera. Parece voz mejicana.

50. TUSA. – El eje esponjoso y ligeramente leñoso de la mazorca en donde se forman los granos de maíz.

51. CHOCÓLOS. – La mazorca en su estado tierno, pero con los granos ya formados. Choclo, voz quichua, en varios países.

52. PAJARERO. – Es el nombre que se da a cualquiera persona encargada de espantar bandadas de pájaros para que no devoren el fruto de las sementeras. Por lo regular son muchachos de poca edad los encargados de esta tarea.

58. CHURRETA. – Se llama así una cuerda medianamente gruesa, tejida en trenza y ter-minada en una especie de fleco o pincel fibroso. 'El encargado de ella, cuando ve o siente venir la bandada de aves que amenazan el fruto, le imprime un movimiento rápido y circular de derecha a izquierda, de repente contiene el movimiento como para hacerlo en sentido inverso, obteniendo de esa manera un sonido brusco que se extiende a gran distancia y que espanta y hace huir las aves cuando intentan detenerse en las sementeras. El sonido obtenido es semejante al del látigo de los cocheros, pero mucho más intenso.

54. GUASCA. – Corteza filamentosa de algunos árboles.

55. TOCHE. – Bellísima ave de color amarillo y negro, muy común en los campos cultivados de Colombia, principalmente en los que tienen temperatura ardiente o por lo menos media. Género Ictenus, familia Conirrostros.

56. TURPIAL. . – Pájaro de color amarillo claro, y negro, y de cantar brillante y apasio-nado. Género Ictenus, familia Conirrostros.

57. CHAMON. – Pájaro negro, de sólido pico, y sumamente voraz, que tiene debajo de las alas una mancha roja de forma circular. Género Chrotophaga major, familia Scan-sores.

58. GULUNGO. – Pájaro notable por la gracia con que fabrica su nido colgante y en for-ma de saco. El mismo rabiamarillo o mochilero de otras partes. Inglés, hang-nest. CASSINUS CRISTATUS.

59. BOBA. – Especie de loro de color azul tornasolado, y llamado así entre los campesinos porque no es susceptible de articular palabras, como no lo son muchos de sus congéneres. Género Psitatus, familia Scansores.

60. CARRIQUI. – Pájaro de regular tamaño de color verde pálido y de amarillo. Se le da también el nombre onomatópico de querques (querre-querre en Venezuela), porque parece pronunciarlo en su canto. Familia Conirrostros.

61. GUACAMAYA. – GUACAMAYO, según el Diccionario de la Academia. Género Ara, familia Scansores.

62. AFRECHERO. Gorrión, género Fríngilla.

63.DIOSTEDÉ. – TUCÁN, de la familia de los Scansores: ave de enorme pico que al cantar sobre el ramaje de los árboles pronuncia distintamente el nombre onomatópico de dioste-dé. En algunas partes se llama yátaro, y en otras coliamarillo.

64. GURRI. – Especie de pavo silvestre, llamado en otras partes pava-gurrí. Género Penélope – aburri, orden de las Gallináceas.

65. CHOCOLATE DE HARINA. – El chocolate ordinario con el agregado de un poco de harina de maíz para hacerlo más económico. Se cree generalmente que es de más fácil digestión.

66. COCO NEGRO. – Vasija hecha con la cascara interior resistente y sólida del fruto del cocotero. Se usa entre campesinos para tomar diversos líquidos alimenticios.

67. AREPA. – Pan de maíz.

68. MANOTADAS. – PUÑADOS.

69. MAZAMORRA. – Alimento que se prepara poniendo en cocimiento el maíz quebrantado, después de quitarle el hollejo, en agua con harina de maíz y una pequeña cantidad de ceniza, hasta que está blando. Es uno de los alimentos más generales del Estado de Antioquia.

71.FULA. – Tela delgada del algodón, teñida de añil.

72. CHUMBE. – Cordón, ordinariamente de lana, con que se recogen las mujeres la saya en la cintura. Se usa también en el Cauca, por faja, del quichua, chumpi.

73. PAJUELA. – Laminita de oro o de plata. Comúnmente se usan dos, la una para el aseo de la dentadura, y la otra para el de los oídos.

74. CACHUMBOS.-Tirabuzones.

75. AGUA-MASA. – Agua con la harina que resulta al lavar el maíz quebrantado.

76. ARROZ. – El maíz cascado y lavado.

77. MECEDOR. – Paleta de madera.

78. CAYANA. – Vasija redonda de barro, más grande y más panda que la cazuela, que sirve para la preparación del pan de maíz. Esta voz, quichua (callana), se usa también en el Cauca.

79. CAPONEARSE. – Abrirse los granos en forma de flor por la influencia del calor.

80. CACHO. – Cuerno de res en cuya extremidad delgada y abierta se sopla con vigor para producir un sonido que se transmite a gran distancia, para llamar a los peones. BOCINA.

81. BOGAN. – Tiempo del verbo provincial an tioqueño bogar, por beber un líquido con rapidez y sin detenerse.

82. MEDIO CUARTO. – La octava parte de una libra.

83. DULCE. – Sustancia concreta que se saca del jugo de la caña de azúcar. Rapadura en Cuba, papelón en Venezuela, Chancaca en Chile, y panela en otras partes.

84. MELCOCHUDO. – Blando, elástico y de consistencia correosa.

85. CHIZA. – Gusano de tierra que ataca de preferencia la raíz de la papa.

86. MOTE. – Maíz cocido y condimentado. Mute en otras partes.

87. POSTRERA. – La leche postrera que se ordeña de la, vaca. Es más espesa y más apreciada que la otra.

88. TAMALES. – Pastel hecho con masa de maíz y carne de cerdo, condimentado de varios modos. Hayacas en Venezuela.

89. MASATOS. – Preparaciones hechas con masa de maíz, dulce y agua. Pueden ser más o menos fermentados.

90. GUARRÚS. – Bebida preparada con maíz (y a veces con arroz), agua y azúcar, y algunas veces aromatizada con el jugo de alguna fruta.

91. COGIENDA. – La recolección de los frutos.

93. AMALAYA. – Interjección de deseo vehemente, de la cual se ha formado e! verbo provincial amalayar. Originariamente se usó ¡ah mal-haya! para expresar deseo de un mal, y luego pasó a significar deseo de un bien, y simple deseo vehemente.

94. SOLAR. – Terreno limpio y cercado, adyacente a una casa, o espacio que quedó sin edificar.

95. SABALETA. – Pequeño peje de los ríos interiores de América, semejante al sábalo.

96. RASTROJO. – Bosque de arbustos.

97. GUAMO. – Árbol del género Inga. Los hay de muy diversas especies. Guavo o guabo en varios puntos de Colombia en el Ecua-dor y el Perú.

98. PAPAYO. – Árbol frutal de la familia de las Euforbiáceas. CARICA PAPAYA, del género Asimina. Recientemente se ha descubierto que la papayina, sustancia que se extrae del fruto, es un magnífico digestivo.

92. JIQUERAS. — Sacos de cabuya para la conducción de varios objetos; especie de mochilas

Cortesía de:

BENEFICENCIA DE ANTIOQUiA

IMPRENTA DEPARTAMENTAL DE ANTIOQUIA

 

 

Autor:

Hernán

 

Partes: 1, 2
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