Marcus Garvey, la UNIA y la Comunidad de inmigrantes jamaicanos de Banes
Enviado por Yurisay Pérez Nakao
El siglo XX inició en el continente americano con la aparición de un nuevo fenómeno, la expansión imperialista en todos los órdenes. Para los hombres de la raza negra, a pesar de la abolición de la esclavitud, no se auguraba una mejor situación, pues el desarrollo de muchas empresas monopolista se fomentaría sobre la base de la explotación de su trabajo.
En esas condiciones emerge el jamaicano Marcus Garvey, como símbolo de lucha por los derechos de los negros caribeños, para ello fundó, en 1914, la Asociación Universal para el Adelanto del Negro (U.N.I.A.). Divisiones de esta organización fueron constituidas en unos 40 países. Cuba también se integró a ella.
Sus objetivos se resumían de la manera siguiente:
Establecer la confraternidad universal dentro de la raza; promover el espíritu de orgullo y amor; rescatar al caído; ayudar al necesitado; coadyuvar al desarrollo de las comunidades y naciones negras independientes; fundar una nación central para la raza negra, donde esta tendría la oportunidad de desarrollarse; fundar organizaciones en las principales ciudades y países del mundo para representar a todos los negros; promover el culto espiritual consciente en las tribus africanas, fundar universidades, instituciones y escuelas para promover la educación racial y la cultura: mejorar las condiciones generales del negro en todas partes.[1]
En ellos se manifiestan las piedras angulares de la filosofía de Garvey: universalidad, principio de auto dependencia y gobierno y nación fuerte para el negro.
La UNIA fue una organización que representaba a la clase obrera, al campesinado y a todos los sectores de la población que desearan integrarla. En ella lograron un espacio importante los braceros anglocaribeños, en Estados Unidos, Cuba y Centro América, quienes fueron los más favorecidos, pues aunque se planteaba muy abierta a todo el que deseara integrarla, otros braceros como los haitianos no formaron parte de ella.
La Asociación Universal para el Adelanto del Negro fue concebida como sociedad humanitaria, educacional, expansiva, destinada a promover la unidad y otorgarle una identidad a la raza negra, unido al retorno a África. En estos últimos aspectos se observa una inclinación a la homogeneización, cuestión que constituyó una limitante pues los elementos que diferencian e identifican a los negros del Caribe no se corresponden con los africanos. Garvey no comprendió que la identidad cultural no dependía únicamente de la raza, identificó sin matices a los negros de América y a los de África.
La UNIA alcanzó un alto nivel organizativo, popularidad y aceptación. Contó con el periódico Negro World, a través del cual los miembros conocían las orientaciones de la asociación y posteriormente con los periódicos The Blackman y The New Jamaica.
Finalizando la década del 20 la UNIA comenzó a decaer, motivado por factores como: algunos sucios rejuegos políticos de los cuales Garvey fue victima y la crisis económica mundial de 1929 – 1933 con todas sus consecuencias.
La muerte de Garvey en 1940 vino a poner fin a aquella importante asociación anticolonialista y panafricanista que integró a millones de negro con el anhelo de lograr el mejoramiento cultural, moral y económico de todos los seres humanos, especialmente de los negros.
En Cuba que era uno de los países de mayor membresía y llegó a contar con 26 sucursales, cada una de ellas con un gran número de Divisiones, ya en 1935 habían desaparecido casi todas. Quizás porque paralelamente a este declive, los descendientes de anglocaribeños nacidos en Cuba fueron reconocidos como cubanos con plenos derechos.
Comunidad jamaicana de Banes: caracterización e inserción en la UNIA
La república neocolonial se inauguró en Banes con la presencia de la poderosa compañía norteamericana United Fruit Company, que se apoderó del 67 % del territorio. Esa penetración imperialista y su expansión monopolista propiciaron un vínculo más directo al mercado de Estados Unidos que al resto del país, razón por la cual en la formación y evolución del municipio se evidencia una marcada influencia norteamericana.
Cuando esta Compañía inició el fomento de la plantación azucarera, en 1899, enfrentó una gran escasez de fuerza de trabajo, que se agudizó entre 1900 y 1901. Los requerimientos de personal que la construcción del central establecía, así como el amplio plan de construcción de vías férreas – puesto en vigor desde el primer año de su fomento -determinaron una oleada de inmigración antillana. En esa masa de inmigrantes predominaron los jamaicanos y haitianos, cuyo primer grupo arribó a Banes, en 1900. Estas personas fueron destinadas, en sus inicios, a las labores de construcción de vías férreas.
A partir de 1905 la situación laboral empeoró para la United Fruit Company, por el aumento de la capacidad productiva del central Boston y el surgimiento de nuevos talleres y oficinas, que complementaban el funcionamiento de la Compañía, en Oriente. Además otras regiones del país demandaban fuerza laboral por lo que la solución no podía ser las migraciones internas. Evidentemente era necesario continuar importando mano de obra, la antillana era barata, altamente productiva y de fácil manejo; además la contratación del bracero no entrañaba un vínculo estable, pues podían ser enviados a su país de origen durante el tiempo muerto.
La posibilidad de reembarcar a los braceros permitía a la Compañía extraer a estos trabajadores de sus propiedades durante el tiempo muerto, de no haber sido de esta forma se hubiera visto en la necesidad de buscar ocupación para ellos, lo que significaba mantener un peligroso foco de descontento en sus propiedades.
La puesta en vigor de numerosas leyes: Ley de Inmigración y Colonización, el 11 de julio de 1906; el decreto 743, de agosto de 1912; el Decreto Nº 23, del 14 de enero de 1913; Ley de Inmigración, el 3 de agosto de 1917; favorecieron a la United Fruit Company, que durante las primeras décadas del siglo XX dependió básicamente de los braceros para el desarrollo de la cosecha cañera.
"En los años comprendidos entre 1911 y 1930, se emplearon en Banes, como promedio, unos 3000 braceros antillanos anuales"[2], arribos que muchas veces se realizaron violando los procedimientos legales establecidos, motivo por el cual no se poseen registros que ofrezcan información sobre determinados indicadores sociodemográficos de estos inmigrantes. Sólo una parte de ellos se asentaron, en algunos casos con sus familias, el resto, al finalizar la zafra eran reembarcados a su país de origen.
Los reportes anuales de la United Fruit Company muestran que de los 499 antillanos que establecieron residencia permanente en Banes 402 fueron de nacionalidad jamaicana, lo que resulta de gran importancia para valorar los índices cuantitativos poblacionales, que fueron portadores de esa cultura en el municipio. Además, de ellos solo 35 se hicieron ciudadanos cubanos, lo que demuestra una defensa de su identidad, pues a pesar de que adquiriendo la ciudadanía cubana tenían otras prerrogativas, el 91. 3 % de ellos prefirió continuar siendo ciudadanos jamaicanos, como una forma seguir identificados con sus raíces.
Como resultado de ese asentamiento de trabajadores inmigrantes, la población de Banes creció. De igual manera crecieron sus barrios, a raíz de la colonización de la United Fruit Company, en los cuales ubicaban a los obreros – particularmente a los inmigrantes – de acuerdo a las nacionalidades, ocupaciones, raza y posición social, apreciándose una gran diferenciación racial, étnica y social.
Así fundaron el barrio Antillano, comúnmente conocido como el barrio de La Güira,[3] ubicado en las inmediaciones de la ciudad, separado del barrio Americano por el patio del sistema ferroviario de la plantación, para establecer allí la fuerza de trabajo anglocaribeña, mayormente jamaicana.
En La Güira los jamaicanos constituyeron una comunidad semicerrada, lo que contribuyó al incremento de las aportaciones culturales de acuerdo a las nuevas situaciones sociales que se gestaron. Ese segregacionismo unido a las particularidades de su cultura, retardaron el proceso etnoasimilativo de estos inmigrantes, en el que fueron de gran significación los parámetros lingüísticos y las relaciones matrimoniales, en la defensa de su identidad cultural.
Los integrantes de la comunidad jamaicana de Banes se consideran una gran familia enlazada a través del lenguaje, origen y procedencia, las costumbres, tradiciones y las creencias, lo que favorece la relativa homogeneidad de sus rasgos étnicos, los cuales les permitieron conservar en Cuba múltiples elementos de su cultura tradicional habitual, manifiestos en la vida cotidiana.
Ellos tuvieron una situación social más favorable que el resto de los antillanos, pues llegaron a tener varias instituciones en la comunidad: dos iglesias, el Liberty Hall, como sede para sus actividades políticas, y una sociedad de instrucción y recreo, el Jamaica Club, que se convirtió en el corazón de su vida sociocultural. Todas ellas fueron la vía más eficaz para defenderse de la discriminación y el segregacionismo social, racial y étnico, y desde allí preservar su cultura.
La United Fruti Company – en la creación de la infraestructura necesaria en los barrios que fundó – les construyó, en 1917, una Iglesia Bautista en la calle 1ra de su comunidad. De esta manera aplicaban el proyecto neocolonial con que se construyó la República, al poner en práctica un proceso de "americanización" de las instituciones y las costumbres; en el que hay que destacar que aunque el protestantismo llegó a Cuba en el siglo XIX, fueron los norteamericanos los que lo introdujeron en Banes, a inicios del XX. En el caso particular de los inmigrantes jamaicanos, estos eran súbditos británicos y la mayoría pertenecía a denominaciones protestantes, o sea, que no se les impuso una nueva religión, mantuvieron la que traían de su tierra natal, por lo que a través de esta vía no se propició el proceso de asimilación cultural.
Bajo el auspicio de la Sociedad Misionera Bautista de Jamaica, fue fundada esta iglesia, que se destacó por su obra educacional, poseía una escuela elemental, que funcionaba diariamente, en la que los profesores enseñaron en idioma inglés las materias oficiales y música. Esta escuela desapareció después del triunfo de la Revolución, a raíz de la implementación de las leyes sobre la nacionalización de la enseñanza.
El 24 de diciembre de 1989, se produjo un incendio que provocó su desaparición. Para esa fecha ya su membresía era bastante reducida porque la mayoría asistía a la Iglesia Evangélica Pentecostal "Monte Sinaí", fundada en 1945. Esta denominación protestante independiente provenía de Filadelfia, Pennsylvania, su precursora fue una mujer afronorteamericana, la Reverenda Ida Robinson, pastora de una misión de la Mount Olive Church, organización afiliada a la United Holy Church of Africa. Para el establecimiento de esta misión religiosa en Cuba, fue escogida la comunidad anglocaribeña de Banes, por ser una de las más numerosas del país, la de mayor cohesión entre sus miembros y contar con el apoyo de la United Fruit Company para la construcción del inmueble.[4]
Esta Iglesia es la única de su tipo en nuestro país. Su fundador fue Elder Willie Taylor – quien llegó a Banes, procedente de Estados Unidos, con el propósito de difundir esas ideas religiosas. En sus inicios se reunían en el Liberty Hall y el 25 de diciembre de 1949, quedó establecida la Iglesia "Monte Sinaí".
Durante varías décadas coexistieron en una misma comunidad, dos denominaciones religiosas diferentes, sin existir discrepancias entre ellas, quizás porque ambas provienen de los Estados Unidos y están imbricadas en los sectores "afro".
La iglesia, como institución, ha sido muy importante para estos inmigrantes, no sólo por la producción de una determinada concepción del mundo, sino porque ha generado esperanzas, modelos de conducta, recursos de protección y sobre todo les ha servido para defender su identidad cultural.
Para sus actividades culturales contaron con la sociedad Jamaica Club, fundada – oficialmente – el 12 de junio de 1927, aunque funcionaba desde el 1ro de agosto de 1924[5]Se destacó por aglutinar a una parte importante de las capas más humildes de la sociedad local: los inmigrantes antillanos de habla inglesa, mayormente jamaicanos. Fue una institución de instrucción, recreo y beneficencia.
Las acciones emprendidas por el Jamaica Club, lograron crear un ambiente muy favorable entre los inmigrantes y sus descendientes, los que veían en ellas un respaldo ante las dificultades propias de su condición de extranjeros y marginados, ya que a pesar de contar con una representación a nivel consular en Cuba, la forma efectiva de proporcionarse alguna protección no era otra que esta, directa e inmediata. Desde allí conservaron e hicieron crecer su vida material y espiritual, fortaleciendo un discurso ideológico, en el que unidad y defensa de lo propio – idioma, valores, costumbres – acompañarían la necesidad de proporcionar recreo y amparo a los más necesitados.
A inicios de la década del 20, muchos inmigrantes jamaicanos y sus descendientes formaron parte de la Asociación Universal para el Adelanto del Negro, constituyendo la División Nº 52.
Con fines propagandísticos y de búsqueda de adhesión a dicha asociación, Garvey estuvo en Cuba, entre el 28 de febrero y el 11 ó 12 de marzo de 1921. En su recorrido llegó a Morón, Camagüey, Nuevitas, Banes y finalmente a Santiago de Cuba.[6]
Garvey permaneció durante un día en Banes. Esta visita sirvió para que los asociados de Banes conocieran sobre los objetivos de la organización. A su encuentro asistieron inmigrantes de otras comunidades jamaicanas, fundamentalmente de Preston. Muchos descendientes recuerdan que "ese día el Jamaica Club fue engalanado y hubo una gran fiesta con comidas, dulces y bebidas, todo típico; y los padres comentaban que venía nuestro líder".[7]
Los miembros de esta organización, en Banes, pudieron contar con una sede para sus actividades, el Liberty Hall, en la calle 4ta. Allí realizaban tertulias, lectura de documentos, conmemoración de fechas históricas para los jamaicanos y algunas actividades en las que recaudaban fondos para la organización.
Después de la visita de Garvey, muchos jamaicanos que contactaron con él trasmitían el mensaje del retorno a África. Sin embargo, a pesar de ser la época de auge de la Asociación Universal para el Adelanto del Negro, la mayoría de los jamaicanos que residían en Banes no se interesaban por el retorno, ni a África, ni a su tierra natal. Consideraban que aquí tenían mejores condiciones de vida, a pesar de la explotación y discriminación que sufrían, solo exigían ser respetados como seres humanos, lo que demuestra que se produjo un doble proceso de aculturación, al no querer retornar a Jamaica. Están viendo y defendiendo su identidad en la nueva comunidad que han creado.
Cuando se produjo el declive de la UNIA, la División de Banes no desapareció, fue la única – de todo el país – que perduró hasta después del triunfo de la Revolución. Esta organización ayudó a sus miembros a sobrevivir y sobreponerse a las dificultades que atravesaban en una sociedad capitalista que los despreciaba, le enseñó a las generaciones de descendientes a amar su color de piel y los educó en el orgullo por su cultura y la autoestima.
Marcus Garvey tuvo el mérito histórico de fundar la UNIA y unir a millones de negros en la lucha por sus derechos, sólo que se limitó a los del Caribe de habla inglesa y no comprendió que los elementos que diferencian e identifican a los negros del Caribe no se corresponden con los africanos.
A pesar de estas limitantes, la integración en la UNIA de comunidades de jamaicanos y de otros inmigrantes anglocaribeños en Cuba, constituyó una respuesta de esos hombres y mujeres ante la difícil situación social y económica que presentaban y una forma de enseñar a amar su color de piel, su cultura y sentir orgullo de sus raíces.
En Banes es evidentemente que todas las instituciones con que contaron y el estar aislados en el barrio La Güira contribuyeron a agrupar a los nativos y sus descendientes, a brindarles protección social y espiritual; así como preservar la cultura y la etnicidad del grupo, lo que retardó su proceso etnoasimilativo y propició que todas las generaciones de descendientes se sientan fuertemente identificadas con sus raíces jamaicanas.
Bibliografía
1. ALVAREZ ALVAREZ, Luis y Margarita Mateo Palmer: Del Caribe como aleph: la polifonía cultural en el discurso literario caribeño. VI Bienal de Investigaciones Socioculturales. Centro Cultural "Nicolás Guillén". Camagüey, 2002. (Inédito).
2. ALVAREZ ESTÉVEZ, Rolando: Azúcar e inmigración 1900 – 1940. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1988.
3. BAPTISTE, Fitzroy A: "La migración afroantillana en el mundo atlántico de Marcus Garvey (1887 – 1940)". Traducción Jorge Luis Hernández, en: Del Caribe. Santiago de Cuba. No. 36. 2001. p. 29 – 35.
4. CRUZ HERNANDEZ, Diana Maria: "La vivienda de madera en los bateyes azucareros de Oriente: otra mirada", en: Del Caribe. Santiago de Cuba. No. 33. 2000. p. 90 – 96.
5. CHAILLOUX LAFFITA, Graciela: "La contribución antillana a la identidad cubana", en: Debates Americanos. La Habana. No. 12. Enero – diciembre del 2002. p. 54 – 62.
6. ESTÉVEZ RIVERO, Sandra: La sombra de Marcus Garvey sobre el Oriente cubano. santiago de Cuba. Ediciones Santiago, 2005.
7. GEORGE SEAGA, Edward Phillip: Jamaica: an overview. Jamaica. JIS The Jamaica Information Service, 1997.
8. GUERRA, Ramiro: Azúcar y población en Las Antillas. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales, 1970. 279 p.
9. HERRERA JEREZ, Miriam y Mario Castillo Santana: De la memoria a la vida pública. La Habana. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana "Juan Marinello", 2003.
10. JAMES FIGAROLA, Ariel: Banes: Imperialismo y nación en una plantación azucarera. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, 1976.
11. LEWIS, Ruper: "El nacionalismo anticolonial en el pensamiento de Marcus Garvey", en: Anales del Caribe. Centro de Estudios del Caribe. Casa de las Américas. La Habana. No. 1. 1981. p. 99 – 113.
12. PÉREZ DE LA RIVA, Juan: Cuba y la migración antillana en la República neocolonial. T II. La Habana. Editorial Ciencias Sociales, 1979.
13. RODRÍGUEZ, Pedro Pablo: "Marcus Garvey en Cuba", en: Anales del Caribe. La Habana. No. 7 – 8. Centro de Estudios del Caribe. Casa de las Américas. 1987 – 1988. p. 279 – 301.
14. SILVA RODRÍGUEZ, Liseth: Aproximación al estudio de una comunidad religiosa protestante: "La Iglesia Monte Sinaí". 1995. (Material Inédito).
15. VALDÉS BERNAL, Sergio: "La inmigración en Cuba: estudio lingüístico", en: Anales del Caribe. La Habana. Centro de Estudios del Caribe. Casa de las Américas. No. 7- 8. 1987 – 1988. p. 220 – 239.
16. VEGA SUÑOL, José: Región e identidad. Holguín. Ediciones Holguín, 2002.
Documentos
Registro Civil Banes. Libros de Ciudadanía. Tomos I-V.
Archivo del Club Anglocaribeño de Banes.
Museo Municipal de Banes. Archivo de la U.F.Co. Reportes anuales de la U.F.Co.
AHPSC. Fondo Gobierno Provincial. Materia Sociedades de Recreo. Legajo 2697. Exp. 4.
Fuentes Orales
– Lincoln Oakley. (Descendiente de jamaicanos).
– Melvin Edwards. (Descendiente de jamaicanos).
– William Edwards Oakley. (Descendiente de jamaicano).
– Roberto Oakley Clark. (Descendiente de jamaicano).
– Luis Robinson. (Descendiente de jamaicanos).
– Ramón Brown. (Descendiente de jamaicanos).
– Felicita Oakley. (Descendiente de jamaicanos y pastora de la Iglesia Monte Sinaí).
– Felicita Arboine. (Descendiente de jamaicanos).
Autora:
M.Sc. Yurisay Pérez Nakao.
Historiadora de Banes.
[1] Luís Álvarez Álvarez y Margarita Mateo Palmer: Del Caribe como aleph: la polifonía cultural en el discurso literario caribeño. p. 58.
[2] Ariel James Figarola: Banes: Imperialismo y nación en una plantación azucarera. p. 178.
[3] La Güira: barrio fundado en la segunda década del siglo XX, considerado el principal asentamiento jamaiquino del municipio Banes. Lo componen las calles 1ra, 2da, 3era, 4ta y 5ta. Solo en las calles 4ta y 5ta vivían algunas familias cubanas.
[4] Liseth Silva Rodríguez: Aproximación al estudio de una comunidad religiosa protestante: "La Iglesia Monte Sinaí". p. 12.
[5] AHPSC. Fondo Gobierno Provincial. Materia Sociedades de Recreo. Legajo 2697. Expediente 4.
[6] Pedro Pablo Rodríguez: “Marcus Garvey en Cuba”. p. 286.
[7] Entrevista a: Felicita Arboine. (Descendiente de jamaicano).