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La Psicología del Ego, Marie Bonaparte, S. Freud y la Envidia del Pene

Enviado por Felix Larocca

Partes: 1, 2

  1. La envidia del pene
  2. La envidia del pene, según Freud
  3. Freud y su propio complejo de Edipo
  4. Martha y Minny: Las hermanas Bernay (las "tres M"s" si añadimos a Marie Bonaparte)
  5. La heredera del cetro (como símbolo fálico): Anna Freud (1895-1982)
  6. Marie Bonaparte (1882-1962)
  7. Marie Bonaparte: Pionera sexual, psicoanalista, argonauta del feminismo, y discípula simbólica de Servilia Cæpionis
  8. Los hijos de psiquiatras, y, especialmente, los cónyuges y lo hijos de los psicoanalistas ¿De qué manera son diferentes a los hijos de los demás?
  9. Poderoso caballero es don Dinero
  10. El concepto de la envidia de la vagina y del útero
  11. En resumen
  12. Bibliografía

"Nosotros sabemos menos acerca de la vida sexual de las mujeres que de los hombres. Pero no existe razón para avergonzarse de esta distinción; después de todo, la vida sexual de la mujer adulta es un continente oscuro para la psicología". Sigmund Freud.

"¿Qué quieren las mujeres?" ("Was will das weib?")." S. Freud en Los estados intersexuales: Nature vs Nature (FEFL)

"Del analista que, a ella, la acusa de envidia del pene [Gelsey Kirkland], nos dice: "Yo le respondí, yo no tengo esa envidia, pero sí que conozco muchos analistas que la sufren…"" en La Violencia Psicológica: Una Tragedia con Bases Universales (FEFL).

"El pene, con sus atributos variables, que lo transforman de un órgano arrugado a un miembro trepidante, despierta la curiosidad más temprana del niño más inocente y del adulto más sincero". La Hembra y el Pene: Freud y Darwin Revisitados" (FEFL).

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El dios Príapo, fresco en las ruinas de Pompeya (79 DEC)

El propósito de esta lección es conducir un estudio de las relaciones sintomáticas del comportamiento — con los afectos asociados — que Sigmund Freud, Padre del Psicoanálisis, mantuviera con el amplio círculo de mujeres que lo rodearan y que lo acompañaran durante su vida, tanto intelectual, como, posiblemente, de manera más íntima.

Lo último se basa en una premisa técnica: Las fantasías y lo hechos son realidades intercambiables de acuerdo al psicoanálisis.

Para el logro de nuestro objetivo, nos parece pertinente, primero, reconsiderar un concepto teórico que, a Freud, le devengaría crítica — o en algunos casos — la fría consideración, por parte de muchas de las mujeres que fueran aliadas devotas a su causa. Mientras que así lo hacemos, asimismo, consideraremos la vida de una de las relaciones más importantes, que con algunas de ellas mantuvo, especialmente con la Princesa Marie Bonaparte. Mujer singular.

La envidia del pene

Freud no sería la primera persona que se destacara por su interés desmedido en el pene — como función y proceso — sino que, a través de su extensa vida de exploración científica mantuvo un esfuerzo prodigioso y multifario en su entendimiento, si juzgamos por el número extraordinario de las publicaciones que dedicara a su estudio.

Freud era un falo-obsesivo.

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Somos diferentes

No sería de los romanos de quienes heredáramos el concepto de la bulimia nervosa, ni fue en la civilización grecorromana donde tuviera su origen el interés en el significado del pene.

La curiosidad sexual, es un principio biológico e inmanente, el cual nuestra cultura — todavía influenciada por tabús victorianos (dominantes en la época en la que Freud viviera) — sería elevada a un nivel de importancia inmerecida.

Para culturas primitivas, el pene es otro órgano, y nada más, a menos que estemos obsesionados por el simbolismo sexual.

La envidia del pene, según Freud

El principio Freudiano de la envidia del pene se resume en los párrafos siguientes

La niña pequeña observa el, característicamente visible y bien proporcionado órgano sexual de un hermano o compañero de juegos, reconociendo de inmediato que representa el equivalente superior a su órgano pequeño y disimulado, lo que la acongoja.

Desde ese mismo instante, de acuerdo a la teoría, la pequeñuela — como si fuese víctima de un "virus de, posible, transmisión memética" — será afligida por la "fiebre" permanente de la envidia del pene.

Ella lo ha visto, sabe que no lo posee, y desea estar dotada con uno.

A nadie le gusta ser menos…

Así es como Freud describe este, supuesto, drama de la niñez en: Some Physical Consequences of the Anatomical Distinction Between the Sexes (1925).

La primera alusión que Freud hace, de la envidia, en relación al pene, aparece en On Sexual Theories of Children en el año 1908; cuando la niña pequeña declara que "yo quisiera haber nacido varón".

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Narcisismo fálico femenino

Muchos varones, asimismo hubiesen deseado haber nacido hembras.

Freud utiliza, entonces, por la vez primera, el vocablo alemán penisneid (que traduce al castellano como envidia del pene) en Observations and Analyses Drawn from Analytical Practice (1913).

Lo utiliza de nuevo en el 1914 cuando escribe su artículo On Narcissism.

Para el prominente cartógrafo de la mente humana, la envidia de poseer este órgano, representa el complejo de inferioridad orgánica de la hembra, mientras que la ansiedad concerniente a la pérdida del mismo, simboliza el complejo de castración en el varón. (NB, en este caso, el concepto equivoca la anatomía, ya que el castrato lo que ha perdido son los testículos y no el falo).

El complejo de castración conduce a la "protesta masculina", un término inventado por Alfred Adler, quien, apartándose de Freud, relacionó este complejo a los instintos del ego y no a los de orígenes sexuales.

En su contribución The Sexual Theories of Children (1908), Freud postula que la niña pequeña quisiera ser varón, aunque enfatiza, que no lo es para estar en la situación particular del varón en general. Sino que lo que anhela es la posesión misma del codiciado miembro, como remedio a su inferioridad orgánica percibida. Concepto éste que más tarde, rechazándolo, modificarían otros, como tendremos oportunidad de apreciar.

La niña, como consecuencia, reprocha su madre por no haberla provisto con un pene, alejándose de ella para hacer del papá el objeto de su afección.

La envidia del pene y el complejo de castración conducen a la hembra a la presencia del Complejo de Edipo, del cual — a diferencia del varón — ella nunca saldrá del todo (véase The Dissolution of the Œdipus Complex, 1924).

En esta nueva coyuntura, el deseo por el pene se reemplaza por el deseo de tener un bebé con su papá. (Aserción esta última que muchos consideran absurda).

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Los amantes por René Magritte

Mientras que, durante este último proceso, el varón se identifica con su "rival", encarnado en la figura del padre intimidante, lo que resulta en la constitución sólida en la formación del superego, mientras que la hembra no logra producir un superego de igual solidez. (Concepto éste que nos parece ser muy extraño).

De acuerdo a la hipótesis, lo resultante es la formación, por compromiso, de una serie de características típicamente femeninas:

"La mujer exhibe un sentido disminuido de justicia, una menor inclinación a subyugarse a las necesidades mayores de la vida, [ella] muy a menudo se permite ser guiada en sus decisiones por sentimientos tiernos y hostiles."

"En breve, no podemos permitirnos — afirma Freud — ser engañados por los argumentos feministas que tratan de ponernos en la posición de paridad total de apreciación entre los sexos." (No viene como sorpresa que tantos tildaran a Freud de ser misógino, aunque, a pesar de aparentarlo, se rodeó de mujeres. ¿Cuál sería su problema?).

En la última aseveración, acerca de no existir paridad entre los sexos, el "rabino secular", que el maestro encarnaba, estaba totalmente equivocado.

Niños de ambos géneros, en nuestra cultura, están expuestos a ser traumatizados, cuando descubren que ni el varón ni la hembra es un ser humano "completo", o definido solamente por la mera presencia un órgano.

Cada uno, por su parte, depende en su entorno social para valorizar su sexo y, de ser necesario, devaluar el otro. (Expresión falaz del ajado concepto de "la guerra entre los sexos").

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Sociedad sin envidia del pene

En este marco general, constituido por el medio donde crecen los niños y sus poderes decisivos, es donde debemos de situar la ansiedad de castración y la envidia del pene, como nociones hipotéticas y culturales con aplicaciones terapéuticas.

De acuerdo a la psicoanalista y oponente filosófica de Freud, Karen Horney, la envidia del pene no consiste en tratar de cambiar el sexo, sino que encaja en la continuidad narcisista: La hembra preferiría las ventajas sociales y reafirmantes del ego, asociadas con la posesión del pene, en lugar de la asignación anatómica de este órgano (Horney 1922), especialmente si ha tenido la experiencia de que el padre o la madre concede mayor valor al varón, como todavía se estila en muchas sociedades alrededor del mundo.

Freud y su propio complejo de Edipo

Acerca de su propio complejo de Edipo, es mucho que el psicoanálisis ha soslayado en lo que a su fundador respecta, y poco lo que Freud nos dejaría entrever desde la perspectiva de su autoanálisis.

Es hecho sustanciado, que, en su niñez, Freud, como primogénito, mantuvo una relación estrecha con su joven madre Amalié, y una de desapego hacia su padre Jacob, de edad mucho mayor que ella.

Luego de contraer nupcias y formar su propia familia, las cosas no cambiarían mucho para Sigmund.

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Martha Bernais

Entre sus retoños, y dentro de su hogar, existió una configuración de afectos muy idiosincrásicos, propiciando a que el pater familias, Freud, favoreciera como su futura heredera ideológica — a la menor de sus seis hijos — Anna, quien desde su niñez aparecería como niña que exhibiera comportamientos preocupantes; y con su cuñada, la solterona Minnie (hermana menor por cuatro años de su esposa Martha), y quien residiría, como parte de la familia, con los esposos Freud por toda su vida.

Martha y Minny: Las hermanas Bernay (las "tres M"s" si añadimos a Marie Bonaparte)

Martha Bernays (1861 -1951) fue la esposa del psicoanalista austriaco Sigmund Freud.

Era la segunda hija de Emmeline y Berman Bernays.

Su abuelo paterno, Isaac Bernays fue un gran rabino de Hamburgo. 

Sigmund Freud y Martha se conocieron en abril de 1882 y después de un noviazgo de cuatro años (1882-1886) se casaron el 14 de septiembre de 1886.

Freud y Bernays procrearon seis hijos: Mathilde (1887), Jean-Martin (1889), Oliver (1891), Ernst (1892), Sophie (1893) y Anna (1895). 

La hermana menor de Martha, Minna Bernays, es conocida por ser una de las personas más allegadas al psicoanalista — de quien se especulara — que fuera amante. 

Esta afirmación generó polémica al principio, pero la publicación de un registro de hotel ha llevado a algunos biógrafos de Freud, incluyendo a su apologista Peter Gay, a concluir que, en lo que se refiere a la conjetura de Freud y Minna teniendo una aventura amorosa, que probablemente, fuera exacto.

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Anna Freud

Otros biógrafos aducen que la persona que interfirió en el romance entre Minna y Sigmund fue Sabrina Spielrein, a quien hemos estudiado en otra ponencia. (Para ver más: http://www.monografias.com/trabajos89/mujeres-egregias-revisitadas-magia-asperger/mujeres-egregias-revisitadas-magia-asperger).

Se dice que Freud era persona muy circunspecta y que confiaba únicamente en tres mujeres: Martha, Minna y su hija Anna.

Aunque muchos así lo crean, el récord histórico desmiente esta noción simplista, ya que solamente la correspondencia voluminosa que el psicoanalista mantuvo con tantos intelectuales — de ambos sexos — que profesaban sus tendencias y convicciones, revelan muy claramente que esta no fue la realidad.

La heredera del cetro (como símbolo fálico): Anna Freud (1895-1982)

Anna creció en un hogar dentro del cual se sentiría muy desplazada por sus hermanos, especialmente por su hermana Sophie — con quien se comparaba desfavorablemente — y, en conflicto, con sus propios padres.

Durante sus años tempranos la joven mujer escribiría muchas epístolas angustiadas al papá rogando su comprensión, por lo extremo de sus crisis de ansiedad.

Consecuentemente, Freud, la acogió bajo sus alas y la encauzó a ser analista, como él lo fuera, proporcionándole (de manera poco ortodoxa) su propio análisis terapéutico y didáctico.

¿Por qué, de esta manera, se apartó, su padre, del dogma de la técnica psicoanalítica que desaconseja tomar a parientes o personas cercanas como pacientes? Este, importante detalle permanece asunto de especulación y debate. Aunque muchos lo justifican.

Antes de ser iniciada en el campo del psicoanálisis, Anna se graduó de pedagoga ejerciendo su carrera, hasta que, habiendo contraído la tuberculosis, abandonó su profesión en el 1917.

En 1918, su padre empezó el psicoanálisis de la hija, involucrándola formalmente en su nueva ocupación.

Luego de haber sido admitida a la Sociedad Psicoanalítica de Viena, Anna, se interesó en el psicoanálisis de niños, campo de especialización dentro del cual se distinguió.

Una de sus obras más famosas fue El Ego y los Mecanismos de Defensa, que constituiría piedra angular en el, entonces, campo naciente de la Psicología del Ego, del que fuera pionera indisputable.

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La terapia de juegos

Este autor tuvo la oportunidad de conocer la renombrada psicoanalista a la sazón de una visita que ella hiciera a Miami, para ser recipiente de un honor que le fuera otorgado por la American Psychiatric Association durante su conferencia anual, donde recibiera mi inducción como Fellow de esa prestigiosa organización.

Mi memoria de ese momento permanecerá vívida por el resto de mis días, ya que la recuerdo como a uno de los intelectos más gentiles que alguien pueda tener la suerte de encontrar en su camino.

Prosiguiendo con nuestra lección, ahora enfocaremos en las peripecias de la afamada y excéntrica Princesa Marie Bonaparte. Amiga, paciente (quizás hipomaníaca), y colaboradora muy cercana de Freud.

Marie Bonaparte (1882-1962)

En el año 1924, un artículo revolucionario acerca del orgasmo femenino se publicó en Europa bajo la firma de A E Narjani.

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Marie Bonaparte

Más adelante se reveló que la persona responsable por el escrito fue la Princesa Marie Bonaparte, sobrina biznieta del Emperador Napoleón I de Francia, e hija del Príncipe Rolando Bonaparte.

Luego de desposar al Príncipe Jorge de Grecia y Dinamarca en el 1907, su título oficial se volvió Su Alteza Real, Princesa Jorge de Grecia y Dinamarca.

Marie no era mujer ordinaria, como ya veremos, y estaba entonces en medio de la confrontación de una crisis existencial de naturaleza Victoriana dentro de la Era Freudiana.

La Princesa era víctima de un padecimiento que todavía afecta a muchas mujeres.

Sufría de la inhabilidad de obtener un orgasmo exclusivamente por medio del coito vaginal.

En desafío de las convenciones sociales de su época, la Princesa descubrió que lograba llegar al orgasmo por medio de la masturbación.

Mientras que este hallazgo la dispuso a culpar la biología y no la psicología, todavía la dejaba profundamente frustrada con su esposo y con sus cuatro amantes eventuales.

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La Regla del Pulgar. Posición Paraclitoridiana

En su determinación de no darse por vencida frente a las circunstancias, ella comenzó a conducir algunos de los experimentos más revolucionarios de sus tiempos en el campo de la sexualidad y anatomía femenina, mientras que de manera simultánea se embarcó en la empresa de obtener el éxtasis por medio del sexo penetrativo.

En su investigación, examinó y entrevistó 243 mujeres.

Una por una, la aventurera científica midió la distancia entre los clítoris y las vaginas de las voluntarias para el experimento, y, luego comparó esta distancia con la frecuencia y facilidad de sus orgasmos.

Lo que descubrió fue la existencia de una correlación directa entre la habilidad de obtener orgasmos a través del sexo vaginal y la medida del espacio entre el clítoris y la vagina.

Siguiendo pautas de investigación que todavía nos son familiares, ella dividió sus sujetos en tres categorías: paraclitoridianas ("para" significando al lado inmediato), mesoclitoridianas ("meso" significando, en medio), y teleclitoridianas ("tele" significando distantes).

Las paraclitoridianas fueron las más afortunadas.

El espacio entre sus clítoris y sus vaginas midieron menos de una pulgada.

Para el 69% de de las voluntarias que pertenecieron a esta categoría, el orgasmo vaginal fue más fácil de lograr.

Sin embargo, estudios similares conducidos en tiempos modernos demuestran que esta estadística es extremadamente elevada.

Las mesoclitoridianas tenían un espacio entre la vagina y el clítoris que medía exactamente una pulgada. Sólo un escaso 10% de las mujeres en el estudio cayeron dentro de esta categoría.

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El mayor logro cinematográfico de Meg Ryan

Esas mujeres no lograban el orgasmo tan fácilmente como las paraclitoridianas pero, eventualmente, y, con la práctica suficiente y variaciones de posición lo alcanzaban.

Las teleclitoridianas tenían el clítoris localizado más allá de una pulgada de sus vaginas.

Éste era el grupo al cual la Princesa perteneciera, en compañía de un 21% de los sujetos examinados.

Ellas experimentaban la mayor dificultad logrando el orgasmo, si es que, podían del todo alcanzarlo.

La evidencia de las diferencias anatómicas en relación a la facilidad y habilidad del logro del orgasmo vaginal, persuadieron a la Princesa a tratar algo extremo.

En el 1927 la determinada mujer, persuadió al cirujano vienés, Dr. Josef Halban a que le despegara el clítoris quirúrgicamente, y lo colocara de nuevo más cerca de su vagina.

Inspiradas por el ejemplo de Marie, dos de las voluntarias sobrellevaron la misma intervención quirúrgica.

Los resultados fueron publicados bajo lo que se llamara la Operación de Halban-Narjani, acompañada de fotos de antes y después.

A pesar de que la cirugía no funcionó para Marie, las otras dos mujeres la celebraron como éxitos, lo que inspirara a, la intrépida mujer, a ser operada de nuevo.

Los resultados, la segunda vuelta, no fueron mejores que los de la vez primera.

Uno reflexionaría, que estaba "adicta" a esta experiencia traumatizante en un órgano tan delicado y frágil.

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Anatomía adversa

Prosiguiendo

Desde que Marie iniciara sus experimentos; hallazgos consistentes en otros estudios similares han conducido al desarrollo de lo que los anglosajones llaman "Rule of thumb".

La bióloga evolucionista y profesora en la Universidad de Indiana, Elizabeth Loyd, describe la Rule of thumb, basándola en la distancia que existe entre la punta del dedo pulgar y su primera articulación.

Si la distancia entre el clítoris y la vagina es mayor que ésta, las posibilidades serán que el orgasmo vaginal resultará ser más fácil.

Pero, si el espacio entre el clítoris y la vagina es mayor, las posibilidades son, que el sexo penetrativo no tendrá los resultados ansiados.

El profesor de Psicología y Neuroendocrinología del Comportamiento de la Universidad de Emory, el Dr. Kim Walen, ha asimismo recreado la investigación de la Princesa Marie, soportando la teoría prevalente de la Rule of thumb ("Principio para copiar, de acuerdo a Babylon.com). http://translation.babylon.com/english/to-spanish/Rule%20of%20thumb/.

Sin embargo, el profesor afirma que las mujeres con una distancia muy larga entre sus clítoris y sus vaginas no deben de desalentarse, sugiriendo que traten de ser inventivas en el desarrollo de nuevas técnicas y posiciones de procurar el placer sexual.

La Princesa Marie, finalmente, obtuvo el desenlace feliz de su vida orgásmica, cuando "descubriera" que sentándose encima de su pareja, y cara a cara (como tantos simios hacen) lograría el resultado, por ella, por tanto tiempo apetecido, y, hasta entonces, nunca logrado.

Lo que nadie ha hecho, es explicar la razón por este desenlace final.

En cierto modo, la Princesa siguió el curso traumático y trágico a la vez, ejemplificado por las cirugías cosméticas, y por las cirugías bariátricas, como si fuera una ruta expiatoria.

Pero, ¿quién fue Marie Bonaparte? Estableciéndolo, sin recurrir a las páginas de Wikipedia.

Marie Bonaparte: Pionera sexual, psicoanalista, argonauta del feminismo, y discípula simbólica de Servilia Cæpionis

La Princesa Marie Bonaparte, como hemos visto en párrafos anteriores, fue biznieta de, Lucien, el hermano menor de Napoleón.

Como resultado de su matrimonio con el Príncipe George de Grecia, se emparentó con las familias reales de Dinamarca, Rusia y la Gran Bretaña.

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Servilia Cæpionis (112 AEC-42 AEC) Amante del Emperador Romano Julio César

El parentesco resultó en ser tía de la Princesa Marina, Duquesa de Kent, y el Príncipe Philip, Duque de Edimburgo y esposo de la actual Reina de Inglaterra.

Nadie hubiese aparecido candidata menos probable a ser una escritora, una psicoanalista de distinción, y una alumna favorita del mismo Freud.

Prosiguiendo

Su abuela paterna, la Princesa Pierre Bonaparte, perdió toda su fortuna en el 1871.

Para resarcir el patrimonio familiar, la Princesa dispuso que su hijo, el Príncipe Rolando contrajera matrimonio con una heredera rica, Marie-Felix Blanc, cuyo padre era dueño de la mayor parte de Mónaco, incluyendo 97 por ciento del Casino de Monte Carlo.

Como resultado, Marie Bonaparte, el único retoño de esta unión, resultó heredera de una fortuna inmensa.

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"Envidia de Útero y Vagina"

En todos los otros respectos, la pequeña era una niña muy desafortunada.

Dentro de un mes de haber nacido, su madre murió de una embolia.

Su papá, era un destacado científico amateur que se reconoció por sus conocimientos acerca de los glaciares; pero, que a la vez siendo remoto, distante y, preocupado con sus estudios, le dedicó muy poco tiempo a la hija.

El hogar en el cual Marie fue criada estaba constituido por servidores, nanas e institutrices, bajo el control de la opresiva abuela paterna.

Esta formidable mujer consideraba que la sociabilidad pertenecía en las clases bajas, resultando, en que la joven heredera creció sin amigos, aislada, sofocada y sobreprotegida.

No era sorprendente que la niña estuviera plagada por terrores nocturnos, miedos morbosos y ansiedades obsesivas.

Marie, asimismo, representaría una de las tantas historias — por nosotros descritas — de personas famosas (o que no tanto lo fueran) quienes sufrieran de la privación temprana de la presencia de la madre.

Lo que resultara ser más extraordinario en este caso, es que la pequeña, entre las edades de los siete y los diez años completó cinco libretas de apuntes con detalles minuciosos que revelaban sus miserias y la aparición de sus síntomas neuróticos.

Esos cuadernos, más adelante, jugarían un role importante en su propio análisis y serían publicadas con sus propios comentarios y los de Freud.

Sus reflexiones, como mujer adulta, serían: "Yo, entonces, decidí tomar refugio en la sublimación intelectual donde fui capaz de encontrar felicidad".

Muy temprano en su vida la Princesa reconoció que de haber sido varón, sus talentos excepcionales les hubiesen asegurado respeto y la educación adecuada que sus maestros y tutores fueran incapaces de proveerle.

Durante esta etapa temprana de su desarrollo, su preocupación incansable con los problemas de la mujer, por el mero hecho de ser mujer, estaba germinando.

El aislamiento es el terreno fértil de la fantasía que asimismo estimula la susceptibilidad al amor idealizado y romántico.

Durante su adolescencia Marie Bonaparte desarrolló un encaprichamiento romántico con un corso que fungía de secretario de su padre y quien lograría, por medio del chantaje, obtener una suma cuantiosa, en cambio a no publicar las cartas amorosas de la engañada joven.

Muy poco antes de que Marie cumpliera los 17 años, su padre la introdujo a la sociedad dándole un espléndido baile de debutante.

Muy pronto después del evento, la joven desarrolló una serie de síntomas psicosomáticos que la incapacitaron. Estaba convencida que iba a morir una muerte prematura, al igual que su madre. (En esta coyuntura, resuenan temas edípicos).

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Frigidez sexual

Durante estos días de su vida, repletos de fantasías y padecimientos neuróticos, la joven Princesa, fue cautivada por la prosa de Edgar Allan Poe, quien se tornaría, más adelante, en objeto de su investigación psicoanalítica.

El drama tragicómico de algunos de la nobleza y de algunos de sus miembros continúa

En el 1907, cuando cumplía los 25 años, el buen papá escogió para ella como consorte (suena mejor que simplemente, como "marido") apropiado para ella, al Príncipe George de Grecia.

El Príncipe era mayor que ella por trece años, extremadamente bien parecido, y, aparentemente también homosexual, manteniendo una relación íntima con su tío Waldemar, con quien pasaba todos los veranos en Dinamarca.

Los esposos procrearon dos hijos.

El matrimonio duró hasta la muerte de George en el 1957, cuando la nueva viuda heredó una fortuna fabulosa.

Si el matrimonio fue un éxito financiero, asimismo resultó siendo un fracaso emocional.

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George y Marie

Las afecciones de George estaban dirigidas a su tío, manteniendo, durante los años que vivieran como esposos una indiferencia total hacia Marie, quien ansiaba su afecto.

Marie recuerda que durante su luna de miel, George le confió, disculpándose, "yo odio lo que estamos haciendo tanto como tú. Pero es nuestro deber si es que queremos tener hijos."

La desdeñada esposa, movida por sus instintos sexuales insaciables e insatisfechos, pronto tomó una serie de amantes, de entre los que fuera el más famoso Aristide Briand, Premier de Francia en 11 ocasiones.

Para su desengaño, la Princesa descubrió que ningún amante podía conquistar su frigidez (quizás por tener orígenes más profundos).

Su búsqueda por una cura, la condujo a desarrollar una amistad con un psiquiatra francés, el doctor René Laforgue, quien la refirió a Freud, expresando que ella sufría de un "complejo de virilidad pronunciado".

En el 1925, cuando Marie consultó con Freud, el Maestro tenía 69 años y padecía del cáncer que, eventualmente, le causara la muerte.

La afección mutua fue instantánea, como dicen que sea todo amor a primera vista.

Freud, quien nunca fuera escrupuloso en cuanto a lo que sus necesidades concerniera, abandonó de inmediato sus mandamientos establecidos para el comportamiento de los analistas con sus pacientes, compartiendo con la rica — y emocionalmente frágil — aristócrata, sus dificultades económicas, la seriedad de su enfermedad, y regodeándose cuando Marie le expresó su amor.

En su voluble manera de ser, la recién llegada, reemplazó, súbitamente, a la "favorita del momento" en el "harén intelectual freudiano", Lou Andreas-Salomé.

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Algunas veces, un cigarro, es solo un cigarro…

Tan especial se volvería para el vetusto psicoanalista esta mujer tan privada de afección que la hizo su paciente predilecto, dedicando dos horas o más todos los días a su tratamiento.

Juntos, y con la asistencia provista por los cuadernos viejos, los colaboradores en este, singular, análisis, reconstruyeron el curso del desarrollo infantil de la neófita paciente.

Freud, de manera autoritaria y en congruencia con su estilo, estaba convencido del hecho de que de niña, la Princesa tuvo que haber presenciado una escena primordial. Y, en esta nueva hipótesis estaría acertado.

La evidencia confirmatoria provino de un empleado, de edad ya mayor, quien le confesó que él mantuvo un affaire con una de las nodrizas (o amas de leche) del bebé, y que una vez hicieron el amor en su presencia, creyendo que estaba dormida. (Seductiva como explicación, hay muchos detalles en esta situación que no cuadran).

El psicoanálisis, aunque conducido por su fundador, falló en curar la frigidez de la Princesa.

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La desplazada, Lou Andreas-Salomé

En el 1927, Marie estremeció a Freud cuando le dijo que había tenido una operación para colocar su clítoris más cerca de su orificio vaginal.

Como era de ser esperado, esta maniobra no logró su propósito, aunque le hace a uno interrogarse, de cómo una mujer sofisticada decidió tener esa cirugía para fines cosméticas, consciente, como fuese ella, de las teorías prevalentes del psicoanálisis de entonces.

A pesar de las dificultades, Marie permaneció impertérrita.

La dedicada evangelista de las ideas de Freud, se dedicaría entonces, a traducir las obras de su ídolo al francés, y a comenzar a tratar pacientes utilizando la técnica de su mentor, y nuevo amante platónico.

Fálica narcisista, como era — y como también lo fueran muchas de las miembros del "harén", notables entre ellas: Anna Freud, Melanie Klein, Karen Horney, y Lou Andreas-Salomé, entre otras intelectuales distinguidas — los métodos utilizados por la neófita serían aún más poco ortodoxos de los de su preceptor.

Chóferes eran enviados en automóviles espléndidos para conducir sus pacientes a su mansión en Saint Cloud, donde ellos eran, a menudo, analizados en el jardín, con la terapeuta reclinada en una chaise longue detrás del diván analítico, tejiendo al ganchillo, mientras escuchaba.

Cuando ella viajaba de Atenas a Saint-Tropez, Marie animaba a sus pacientes que se hospedaran con ella para continuar el proceso de la terapia.

Los hijos de psiquiatras, y, especialmente, los cónyuges y lo hijos de los psicoanalistas ¿De qué manera son diferentes a los hijos de los demás?

Los hijos de los psiquiatras, y, especialmente, los hijos del psicoanálisis (como se espera de los cónyuges) a menudo, se encuentran a sí mismos siendo empujados a buscar la terapia o a ser analizados.

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Sigmund y Minna

Los hijos de Marie no serían la excepción, ya que ella encontraría en esta doctrina una creencia redentora.

Su hijo, Peter, sin embargo, seleccionó como su analista a Rudolph Lowenstein, quien él sabía que fuera uno de los amantes de su madre, lo que constituye, una vez más, en un esfuerzo de estirar la herejía contra el método hasta sus propios límites.

Si bien, es cierto que el psicoanálisis no curó a Marie Bonaparte, decididamente, la liberó de los rígidos prejuicios en los que ella creciera, y los que, de todos modos, nunca, realmente, le importaron.

En el 1932, le escribió a Freud solicitando su consejo.

Ella y su hijo habían admitido una mutua tentación a practicar el incesto.

Freud (quizás habiendo forcejado con el mismo dilema) le aconsejó que desistiera de esas fantasías.

Poderoso caballero es don Dinero

El dinero de Marie, soportó el Movimiento psicoanalítico en una variedad de maneras.

Ella, con su dinero, rescató la casa publicitaria del psicoanálisis varias veces, cuando estaba al borde de la banca rota, compró la correspondencia de Freud con Wilhelm Fliess (la que rehusó devolver a Freud, por miedo a que éste la destruyera) y pagó la suma que los nazis demandaron cuando Freud, finalmente decidió abandonar a Viena.

Algunos 200 judíos adicionales debieron sus vidas a la influencia y generosidad de la Princesa.

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Detalle del grabado La cama por Rembrandt 1646

La Gran Dama del psicoanálisis laico, asimismo, hizo muchas contribuciones a la literatura de esta ciencia, escribiendo, inevitablemente, un libro titulado La Sexualidad Femenina, cuya traducción en inglés apareció en el año 1923.

A pesar de que el libro, por su mayor parte, parece anticuado por los estándares modernos, asimismo — en su tiempo — estaba muy adelantado, si se juzga por los mismos.

Por ejemplo:

La autora describe el incesto entre hermano y hermana, opinando que no tiene efectos nefastos en la niña, sino que supuestamente, la ayuda a liberarse del odio hacia el varón, originado en la relación con el padre.

Además escribe que, "el hermano, apareciendo como un seductor, en este caso, parece haber sido destinado a ser el preservador de la normalidad de su hermanita… enseñándole a ella, cuando llegara la oportunidad, de la infidelidad indispensable."

Dicho sea de paso, que este mismo sería el curso paralelo que Marie misma prosiguió, a su vez, con entusiasmo ferviente.

Marie, asimismo, se convirtió en una figura prominente en la Sociedad Psicoanalítica de París, soportando la noción del análisis no-médico, mientras opuso apasionadamente los revisionismos de Melanie Klein y Jacques Lacan.

En los años sesentas del siglo pasado, la Princesa lanzó una campaña fallida para obtener el indulto de Caryl Chessman, cuya ejecución por homicidio había sido, repetidamente aplazada.

Marie murió en el 1962, víctima de la leucemia y cuando sus fortuna había comenzado su decline.

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Travestido

El concepto de la envidia de la vagina y del útero

"Anatomía es destino…" (Sigmund Freud)

Era de ser esperado, que otros opondrían a Freud en muchas de sus teorías, especialmente en lo que refiere a su pansexualismo obsesivo, coligando, de manera homocéntrica, el desarrollo evolutivo del ser humano al desarrollo psicosexual del individuo.

Muchos dudan la existencia de la escena primordial y la universalidad de la situación de Edipo.

No ha bastado que ciertos investigadores hayan soportado muchas de sus ideas, mientras combaten la vehemencia con que otros las oponen.

En la psicología feminista, los términos envidia del útero y la envidia de la vagina denotan añoranzas (supuestamente) ocultas, con que algunos hombres codician las funciones únicas del sexo femenino.

Muchos hombres comparten síntomas del embarazo de su cónyuge y se atavían en atuendos femeninos, como, de acuerdo a sus biógrafos, hiciera el fementido primer Director del FBI, J. Edgar Hoover.

El término envidia del útero y vagina fue acuñado por la psicoanalista Karen Horney (1885-1952) para contrarrestar la noción freudiana de la envidia del pene, y la que ella avanzara, meramente, para disminuir la importancia predominante que el Padre del Psicoanálisis asignara a la última noción.

Ambos conceptos, en el juicio de Horney reflejan elementos de trasfondos sociales, en vez de ser rasgos psicológicos innatos.

Este último concepto ha sido elaborado por muchos teóricos, pero no ha resistido la prueba del tiempo, como — en medida significante — lo ha logrado el concepto de la envidia del pene, acompañado de su, a veces refundida, idea del narcisismo fálico.

En resumen

En esta lección hemos hecho un esfuerzo a lograr el sincretismo de ciertos conceptos teóricos que todavía oscurecen el campo de la teoría psicoanalista, porque trascienden los límites de lo que es de Nature y lo que pertenece a nurture.

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El estudio de sociedades primitivas no ha iluminado el sendero de los conceptos examinados, como tratara de hacerlo la prominente antropóloga freudiana Margaret Mead, cuyas valoraciones sobreestimadas han sido ampliamente desacreditadas.

De aplicación práctica, en el ámbito de la terapia, puede decirse que los conceptos del narcisismo en sus permutaciones, y el de los símbolos, como medios de expresión de lo que representan, son de mucho valor heurístico, aunque siempre puede argumentarse que un cigarro, puede ser un cigarro, y que un pecho lleno de medallas es un símbolo culturalmente fálico narcisista, para cualquier género.

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