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Las carceles (página 2)

Enviado por Carla Santaella


Partes: 1, 2

Este proceso comienza con el ingreso en prisión, asumiendo el rol inferior del grupo al que pertenece (los internos). Se desarrollan nuevas formas de comer, vestir, dormir, trabajar, comunicarse, ocurre cambios en el consumo de drogas, se aprende a practicar juegos de azar, a realizar actividades homosexuales, a desconfiar, incluso odiar a los funcionarios y a aceptar las costumbres y valores de la comunidad de presos.

Toda persona que ingresa en la cárcel se prisionaliza en alguna medida, algunos sólo aceptan los valores de la comunidad de presos por conveniencia o por miedo, otros son escasamente influenciables. Este proceso está afectado por variables:

  • Personales: mantenimiento de vínculos con personas del mundo exterior y las expectativas postprisión.

  • Intrainstitucionales: estructura física de la prisión, la densidad de los internos y su clase, los fines de la institución, las actitudes de los funcionarios, la posibilidad de un trabajo ocupacional, la programación de actividades educativo-culturales y de tratamiento dirigido a la rehabilitación. Cuanto más se oriente la prisión a la mera retención y custodia, habrá mayor probabilidad de altos niveles de prisionización

  • Individuales: el tipo del delito, edad, procedencia ambiental, nivel socio-económico y educativo, precocidad en el delito, experiencia laboral en libertad estabilidad de la personalidad, ubicación dentro de la prisión, etc.

La adaptación a la situación anormalizadora de la prisión supone la adopción de pautas comportamentales adaptadas a dicho contexto y por tanto desadaptadas desde la protectora distancia con que suelen trabajar las ciencias sociales. En la cárcel, la adopción de muchas conductas consideradas "adaptadas" en la sociedad "de fuera", resultarían inadaptadas, ineficaces y peligrosas. Este proceso de adaptación tiene unas consecuencias concretas, como por ejemplo que toda la vida del preso se va a estructurar en torno a la prisión desde el momento en que entre en ella. Esto lleva que cosas y situaciones que en otro ambiente carecerían de Tambien hay una exageración de las situaciones: importancia, adquieran gran relevancia. Esta es una de las causas de que, acontecimientos insignificantes, pueden derivar hacia situaciones conflictivas, incluso de gran violencia.

SUMISION ANTE LA INSTITUCION

Como institución penitenciaria es una estructura poderosa frente a la cual, el recluso se vivencia así mismo como débil, para mantener unos mínimos niveles de autoestima, se va obligado a autoafirmarse frente a ese medio enemigo. Según las características de la prisión, frecuentemente adoptará una autoafirmación agresiva, desarrollando una fuerte hostilidad hacia todo lo que tenga alguna vinculación con la institución.

Sólo si el recluso mantiene su firmeza a los intentos de "reformarles", logrará conservar su autoestima; y ello va a ser frecuentemente el parámetro esencial de la manera en que establezca sus relaciones con la institución penitenciaria. Pero esta institución llevará a un endurecimiento del régimen penitenciario, y paralelamente, a una nueva autoafirmación a cada vez más agresivas. Se trata de una de las fases más importantes del proceso de prisionización.

No todo los individuos utilizan la autoafirmación agresiva como de forma de adaptación al ambiente. Los mecanismos de adaptación que utilice el preso estarán en función de encontrar refuerzo en la propia prisión en función de cómo se incluya en el grupo de presos, lo que suele estar relacionado con el tipo de delito. En este sentido, en el "sistema social alternativo" que es la cárcel, hay delitos prestigiosos y delitos que no sólo humillan a su autor, sino que lo convierte en un marginado. Entre esos "delitos marginadores", destaca sobre todo el de violación. El profundo rechazo que suelen encontrar por parte de sus compañeros le obliga a utilizar como forma de supervivencia, y por tanto, de adaptación, la sumisión, es decir, el sometimiento prácticamente absoluto a la institución. Por eso la mayoría de los "destinos" suelen ser violadores.

Entre estos dos extremos; enfrentamiento y sumisión, se encuentran las forma de adaptación del preso a la cárcel. Cuando el internamiento es por poco tiempo hay formas intermedios de adaptación entre ambos extremos, pero si el internamiento se prolonga, no le quedará más que elegir entre ambos extremos.

SUMISION EN LAS RELACIONES PERSONALES

Esto autoafirmación agresiva es un elemento muy importante a la hora de establecer relaciones interpersonales con otros reclusos. En un entorno violento, todo se vuelve violento y quienes, por capacidad de liderazgo están en condiciones de dominar a los demás, lo van a hacer. El compañerismo y la solidaridad se manifestarán frente a la institución, pero no siempre entre los mismos presos. Por esos un preso que es capaz de tener un enfrentamiento con la institución porque se ha tratado mal al otro preso, es capaz de extorsionarles para conseguir droga o para conseguir algo que le interesa.

Como por otra parte, la institución rara vez tiene capacidad para garantizar la seguridad del preso, se ve obligado a agruparse, tanto para defenderse como para dominar.

La facilitación de las comunicaciones íntima, no es suficiente para satisfacer las pulsiones sexuales, aumentadas por la situación de estrés que provoca la prisión: En consecuencia se produce una alteración de la sexualidad en tres direcciones:

  • 1. Las relaciones sexuales, además de escasas, van a tener que realizarse en el interior de la cárcel, y por tanto van a estar reguladas por la estructuración de la vida penitenciaria y se van a ver envueltas en la anormalización que supone la vida en prisión. El preso no tiene tiempo para sutilezas amorosas, sólo dispone de un breve espacio de tiempo (una o dos horas y tal vez únicamente al mes) y tiene que darse prisa.

  • 2. Es evidente que los niveles de niveles de masturbación se disparan (sin tratar la masturbación como una desviación sexual). La masturbación adquiere una naturaleza especial en un ambiente total de prisión, tanto en el ámbito cuantitativo como cualitativo. A menudo es la única válvula de escape que tiene el recluso, pero como ha perdido el contacto con el exterior, las fantasías sexuales se anormalizan.

  • 3. Y en última dirección, en cuanto a la homosexualidad, sin pretender considerarla como una desviación o alteración sexuales. Se trata en este punto porque en muchos casos no es una opción elegida, sino impuesta por la realidad de la vida del recluso, produciéndose en muchos casos redes de prostitución, que se van a dejar una profunda huella en quien caiga en ella, ya sea por miedo o por necesidad.

En estas condiciones de vida, el recluso llega prácticamente a no tener ningún control sobre su propia vida, esto se debe a que en el ámbito institucional, depende por completo del régimen de la prisión, que va a dirigir todas sus actividades. La capacidad de elección el individuo queda reducida a la mínima expresión. Ni puede planificar su tiempo ni el lugar donde desea estar en cada momento. En la mayoría de las situaciones, es la institución quien decide donde va a estar y qué va hacer, incluso si va a hacer algo o no.

En el ámbito de las relaciones interpersonales, su conducta se va a ver frecuentemente presionada por las relaciones de poder, y en función de la posición que ocupe en las mismas. Casi nada depende de él. Todo depende del contexto que le rodea del que evidentemente, no puede esperar nada bueno.

Después de todo lo dicho anteriormente, en la prisión se está siempre en peligro, lo que desarrolla en el preso un estado de permanente ansiedad, que va a derivar hacia la manifestación de la ansiedad como una consistencia comportamental que se generalizará en todo tipo de situaciones y que le conduce a vivir aún con más estrés las permanentes tensiones de la vida en la cárcel.

Ante unas agresiones que le llegan por todas partes, el recluso se ve obligado a proteger su propio Yo, lo que le lleva en ese ambiente a una exageración del egocentrismo, todo ello relacionado en función del interés propio. La sensación de peligro es tan grande que difícilmente puede el individuo establecer relaciones de solidaridad con sus compañeros.

Si el recluso no puede controlar su presente, mucho menos puede planificar su futuro. En consecuencia, se dejar llevar por lo irremediable de la situación, configurándose en él un fatalismo, que supone una de las principales consecuencias del proceso de inadaptación social, y en la cárcel se presenta con una características especiales.

Cuando el inadaptado tropieza con la respuesta jurídico-institucional a su comportamiento, sobre todo a partir de su entrada en prisión, esa "adaptación situacional", le va a conducir progresivamente al fatalismo, debido al gran poder de la institución penitenciaria frente a la debilidad del individuo. A partir de ese momento, va a ver su propia vida como una película en la que él mismo es un actor secundario. Va a pensar que "lo que tenga que ocurrir, ocurrirá", y que él no tiene ningún poder para evitarlo.

Como ya ha aparecido anteriormente, el preso "vive la cárcel", provocando que toda su vida se estructure en torno a ello, y que cualquier situación aparentemente insignificante puede llegar a convertirse no sólo en importante, sino incluso en obsesiva. Una de las características más importantes del internamiento penitenciario es que el preso está encerrado "en las pequeñas cosas". Se trata de otra consecuencia más de la pobreza generalizada de la vida en la cárcel, que implica también una "cotidianización de la vida", una vida centrada en los más inmediato, aumentado por la primariedad del inadaptado. Todo en la cárcel es inmediato. Nada más que el aquí y ahora tiene importancia.

Como en la prisión todo está preestablecido, y el recluso apenas tiene ninguna influencia sobre las decisiones que toma sobre él, acaba adoptando una actitud pasiva, esperando que las cosas "le vengan dadas". Esta situación desemboca en una auténtica delegación de la responsabilidad de propia vida en el entorno institucional. Se convierte en un apático, porque es una buena manera de sobrevivir, y porque aunque lo intente rara vez conseguirá modificar el destino.

Cuando salga en libertad, esta ausencia de responsabilidad será una de las conductas desarrolladas en prisión que más va a perturbar las posibilidades de aprovechar las pocas oportunidades que se le ofrezcan. Sin ningún tipo de preparación, el individuo pasa de la cárcel, donde se le dice todo lo que tiene que hacer, cómo hacerlo y dónde hacerlo, a la situación de libertad en la que ha de tomar sus propias decisiones, planificar y dirigir sus propia vida, a menudo sin ayuda, con un sistema de funcionamiento completamente distinto del que estaba acostumbrado en la cárcel y con fuertes impedimentos.

La entrada en presión implica el aislamiento inmediato respecto a todo lo que se dejó fuera. A partir de ese momento todo contacto con el exterior se va a producir en prisión y va a ser filtrado por la institución con unos requisitos muy limitativos.

Las personas del exterior, con las que tenía establecidas unas vinculaciones emocionales más intensas, al principio del encarcelamiento se volcarán en él, después tendrán que ir reajustando sus vidas, estableciendo nuevas vinculaciones, en las que el recluso ya no va a estar presente. Esta pérdida de vinculaciones tendrá repercusiones importantes par la vida del preso:

  • El recluso irá perdiendo la noción de la realidad del exterior, sus recuerdos se irán alterando a la vez que idealizando. Además, para él, cuando salga, el tiempo no habrá pasado e intentará retomar las relaciones interpersonales donde fueron interrumpidas por la entrada en prisión. Pero para los demás todo ese tiempo si que habrá transcurrido y a veces incluso habrá provocado cambios en sus vidas. Por eso a menudo cuando el recluso sale de prisión no encaje en su ambiente familiar, lo que provocará nuevas frustraciones.

  • Dentro de la prisión, las vinculaciones que continúe manteniendo se verán alteradas al realizarse a través de la institución. Estas relaciones dentro de la prisión se realizan:

  • Se habrán de establecer dentro de los que en el ambiente de la prisión se llama "comunicación". El preso no va a ver a su madre o a su esposa, sino que se va a "comunicar" con ellas. Aquí también se utiliza el lenguaje de la cárcel, que tiene connotaciones anormalizadoras y que el recluso acaba asumiendo como un paso más de la adquisición del proceso de prisionización.

  • Se realizarán a través de lo que denomina locutorio, que anormaliza la relación y la limita un breve periodo de tiempo de poco minutos a la semana y donde no hay posibilidad de establecer ningún tipo de intimidad. La configuración arquitectónica de los locutorios, deshumaniza las relaciones, impide cualquier contacto físico y altera la propia comunicación verbal.

  • Las entrevistas personales, sin rejas de separación, además de ser "comunicaciones especiales", son poco frecuentes y son consideradas como un privilegio en lugar de ser consideradas como un derecho. En el argos penitenciario, este tipo de entrevistas se denomina "vis a vis"

Según las distintas formas observadas de cómo se pude tener una relación interpersonal con las personas del exterior, las pocas que se establezcan, quedan alteradas y anormalizadas por causa de los filtros institucionales. Ocurre lo mismo con el sexo, que no se consideran como relaciones de intimidad, sino para que el preso pueda descargar sus pulsiones sexuales. Por lo tanto el sexo como cualquier tipo de relación queda alterado y anormalizado, llevando a la frialdad en la pareja, como una reacción normal ante tanta anormalidad.

El lenguaje

Conforme va avanzando el proceso de prisionización, el preso va asumiendo alguno término verbales, entonación y gesticulación diferentes y exclusivos de la cárcel. Así el preso va asimilando la cárcel, también en le ámbito lingüístico, y la forma de hablar se va incorporando a su proceso de prisionización. Por lo tanto el lenguaje se convierte en otro elemento más de exclusión, de marginación, que va a dificultar su capacidad para entablar relaciones interpersonales, cuando salga de prisión. Las características básicas de este lenguaje son las siguientes:

  • Palabras: Se caracterizan por el uso de términos exclusivos del medio penitenciario, y de palabras que en la cárcel adquieren una significación especial, y que definen al individuo como preso.

  • Construcciones gramaticales: Empleo de frase breves y poco elaboradas, lo que lleva un lenguaje rígido, apenas válido para la comunicación.

  • Lenguaje:

  • La utilización de un lenguaje cuyo objetivo no es la comunicación, un lenguaje exclusivamente informativo, que responde a las demandas de situaciones concretas.

  • Es muy pobre en matizaciones personales. Todos los presos hablan igual, utilizando las mismas frases hechas. La pobreza de las relaciones con el exterior y el contacto permanente con las mismas personas, empobrecen el lenguaje, ya que la comunicación se convierte en algo secundario.

Salida de prisión

En el momento de salir de prisión, son imprescindibles tres necesidades para disponer de las garantías mínimas de reintegración social. Estas tres cuestiones son fundamentales como indicadores de la situación personal y social que se va a encontrar la persona excarcelada. Estos problemas básicos son:

  • 1. Tener a alguien esperándole a la salida (familia, pareja).

  • 2.  Disponer de una vivienda donde residir.

  • 3. Tener un trabajo para buscarse la vida por medios legales.

La gran mayoria de ex presidiarios se encuentran en situación de desempleo al salir de la prisión, es decir, que no ha conseguido un trabajo con vista a su reincorporación en la sociedad, ni a través de familia, ni de las instancias penitenciarias responsables de este tipo de actividades.

La mayoría disponen de vivienda y de alguien que les espera a la salida, normalmente su familia. Un 10% aproximadamente de las personas recluidas no tienen vivienda a la salida y ningún apoyo familiar, afectivo o humano, teniendo que recurrir a las instituciones asistenciales de tipo privado o público.

Por último, un mínimo de las personas que salen de prisión van hacia una situación de abandono, es decir, sin trabajo, sin vivienda y sin nadie esperándoles a la salida. Este es un colectivo, aunque residual porcentualmente, relevante desde el unto de vista del deterioro de su situación social, y sobre todo con personas sin posibilidades objetiva de eludir el reintegro en prisión.

Las necesidades mayoritarias con vistas a la reinserción social, que considera la familiar como condiciones imprescindibles para que el componente que ha sido acusado o sentenciado a una pene privativa de libertad que no vuelva a reingresar en prisión, son las siguientes:

  • 1. Necesidad de un trabajo: un trabajo que aporte estabilidad e independencia económica y una ocupación productiva de una parte de su tiempo.

  • 2. Alguien con quien compartir su vida: tener posibilidades de constituir una familia adquirida o simplemente establecer lazos afectivos estables y consistentes que contribuyan a su equilibrio psico-afectivo

  • 3. Tener dinero: la posibilidad de disponer de bienes y servicios para atender necesidades materiales básicas

  • 4. Apoyo familiar: supone el refuerzo de los lazos con los miembros de su hogar ante las situaciones de desvinculación y conflicto que han deteriorado la vida familiar como núcleo de pertenencia y de referencia primaria

  • 5. Dejar la droga: deshabituación en el consumo y dependencia de las llamadas drogas dura y del alcohol.

  • 6. Cambiar de grupo de relaciones primarias no familiares: círculos de relación donde priman el tipo de actividades cotidianas vinculadas a la actividad delictiva o paradelctiva.

  • 7. Alguien que le ayude a reconstruir su vida: la necesidad de un apoyo profesional o institucional mediante un tratamiento con vistas a llevar un programa integral de tipo rehabilitador.

Las necesidades de primer orden para hacer efectivo el proceso de reinserción social son fundamentalmente tres:

  • La reintegración laboral: es la más importante, vinculada a la posibilidad de desarrollar un trabajo estable y para ello ha de reunir previamente las condiciones necesarias para hacerlo posible, experiencia laboral, entrenamiento, cualificación técnica, formación académica, etc.

  • La recomposición familiar, manifestada como necesidades de apoyo familiar, como carencia de este apoyo. Las propias familias consideran necesario el apoyo familiar, bien por ser inexistente, habiéndose deteriorado las relaciones en le hogar por considerar necesario un reforzamiento de los lazos dado que estos se han debilitado durante le tiempo que ha permanecido un familiar recluido.

  • El tratamiento socio-sanitario: relacionado con dejar las drogas, problema que afecta a las 2/3 de las familias, afecta a gran número de personas sobre las que recae la sanción privativa de libertad.

También destaca las necesidades más específicas que suponen un cambio más concreto en relación con la ausencia o presencia de determinadas figuras referencial como la pareja, grupo de relaciones primarias, educadores, etc.ç

Por último la dimensión económica, referente a tener dinero para afrontar las necesidades básicas, es un problema que vive casi la mitad de las familias como condición para la reintegración social de su componente encarcelado, y en este sentido establecen una relación directa entre su situación de penuria económica y la comisión de hechos delictivos. Esta penuria económica en algunos casos puede venir ocasionada por la carencia de dinero para afrontar los gastos derivados de problemas económicos que ocasiona la drogodependencia o el despilfarro económico.

El proceso de reintegración social va a depender directamente del grado y forma del desarraigo social que se presentan en la vida del individuo.

A medida que un sujeto está afectado por una sola de estas necesidades (trabajo, dejar las drogas, etc.) su proceso de reintegración será más fácil y su nivel de desarraigo menor. Por el contrario, una persona que presenta todas las necesidades, presentará un alto grado de desarraigo social, su proceso de reintegración será mucho más difícil puesto que situación actual como las condiciones objetivas necesaria para la normalización de su vida social, son muy desfavorables.

El dato general es la existencia de un 97% de personas que la salir de prisión plantean al menos una de las necesidades apuntadas para hacer posible su proceso de reintegración social y evitar el reingreso en prisión. Un 2.5% manifiestan no tener ninguna de las necesidades anteriores y por tanto, su proceso de reinserción depende de otras consideraciones como:

– que no van a reingresar por haber sido acusadas o sentenciadas por un solo delito y su contacto con la prisión es ocasional

– que dependen de otras variables distintas a las que se ha recogido en su futuro ingreso en prisión o desvinculación del circuito penitenciario

– que consideran que no van a volver a ingresar en prisión porque a la salida han cambiado o cambiaran sus condiciones personales y sociales y se han solucionado o solucionarán estos problemas.

Teniendo en cuenta los datos anteriores, se puede distinguir tres grados de acumulación de necesidades que inciden en la posibilidad o no de reintegración al salir de prisión:

Conclusiones

Después de la primera entrevista con el recluso, intervienen los trabajadores o educadores sociales penitenciarios. La ayuda del servicio social en estos casos resulta necesaria, tanto para resolver problemas inmediatos , como para evitar que determinadas situaciones se agraven hasta hacerse irremediables. El profesional ayuda al recluso a analizar la situación y a buscar la mejor solución, le anima a tomar las iniciativas necesarias y le tutela en su realización, también le explica los recursos de que dispone la comunidad.

El tratamiento social implica que el trabajador o educador. esté dispuesto a adquirir:

  • a. Conocimiento de los problemas, actitudes, aspiraciones e intereses del delincuente.

  • b. La comprensión de los factores de sus problemas y de las causas de su comportamiento antisocial

  • c. El conocimiento de los rasgos característicos de su carácter.

  • d. El conocimiento de su medio.

Las actividades del educador. se podrían clasificar en 4 categorías:

  • 1. Participación en la observación de los reclusos y en la elaboración de su programa de vida durante la etapa de internamiento en el centro penitenciario.

  • 2. Estudio de las cuestiones relativas a los condenados que le señale el Ministerio de Justicia.

  • 3. Tratamiento de los problemas personales y familiares de los condenados.

  • 4. Preparación, desde el punto de vista social, de la liberación de los reclusos.

El estudio de la observación está centrado en el diagnóstico y en el proyecto de tratamiento penitenciario, persiguiendo los siguientes objetivos:

  • Analizar los informes y el estudio previo a la sentencia.

  • Analizar los factores del comportamiento delictivo (personalidad, antecedentes, etc.).

  • Recoger las indicaciones que permitan un tratamiento penitenciario adecuado (necesidades, aspiraciones, problemas, etc.).

  • Motivar al recluso en la preparación de dicho programa para la reinserción.

El estudio señalado por el Ministerio de Justicia se compone de dos partes fundamentales, que son: la entrevista con el interesado a través de las preguntas que han sido formuladas por la Administración, y de la consulta al grupo familiar la que pertenecía el interesado.

  • 1. El tratamiento de los problemas del recluso se lleva a cabo a través de la relación establecida entre el profesional y el interesado y mediante la aplicación del "Casework" en el ámbito de la prisión. Hay que señalar (mediante la aplicación del Casework) una serie de particularidades, como elegir el momento adecuado para la resolución de los problemas del recluso, habiendo admitido este dichos problemas, y que el recluso esté motivado para resolverlos. Se llega a determinar cuáles son las necesidades del recluso, la forma de resolver los problemas y el ritmo de la resolución.

La aplicación del "Group Work" o técnicas de grupo también pueden ser utilizadas por los T.S.P. dando mayores resultados en determinados reclusos poco comunicativos, pasivos o incapaces de establecer una relación interpersonal. Algunas de las ventajas del Group Work son las siguientes:

  • Hay mayor seguridad en cada miembro y menos tensiones

  • Cada miembro comprueba que el resto de miembros experimentan la misma hostilidad.

  • Se atreven a exponer sentimientos propios que tienden a suprimir (introspección).

  • Los miembros aceptan los problemas con mayor facilidad.

  • Ayuda al aprendizaje de las relaciones interpersonales.

  • Estimula la confianza en los compañeros, etc.

Del Group Work se pueden distinguir 3 categorías:

  • Trabajo en grupo: que tiene por objeto suministrar información al grupo.

  • Relación colectiva de ayuda: que tiene por objeto favorecer el desarrollo personal de los participantes y ayudar al grupo a alcanzar objetivos socialmente deseables.

  • Terapia de grupo: cuyo objetivo es la mejora en el comportamiento inmediato de los reclusos y sólo puede desempeñar un universitario con formación clínica, conocimientos de criminología y técnicas de grupo.

Libertad

La Administración penitenciaria se siente hoy día obligada a preparar al delincuente física, psicológica y profesionalmente para que pueda adaptarse o readaptarse a la vida social.

Es necesario hacer un balance de la situación para determinar si el preso parece apto para enfrentarse a la reinserción. En este balance se estudia la condición personal del recluso: la salud física y mental del recluso, la formación profesional, la adaptación social, etc. También se estudian los recursos económicos y de empleo: en los que se estudian temas como las causas de abandono de empleo, el modo de presentar una solicitud de trabajo, rellenar formularios, etc.

Los establecimientos penitenciarios tienden cada vez más a abandonar su carácter de entidad punitiva o de castigo para convertirse en entidades terapéuticas.

Bibliografía

http://www.tsred.org/sectionsphp?op=viewarticle&artid=1

http://www.caps.ucsf.edu/capsweb/carcelesrev.html

http://www.prisiones.gov.do/welcome.htm

http://members.es.tripod.de/prision/prisiones.htm

http://directo-a.com/prisiones

GRIMAL, PIERRE, (1990): Los extravios de la libertad. Editorial Gedisa, Barcelona.

GALINDO SANCHEZ, ANTONIO,(1992): Manual de instructores de prisión; Comisión Nacional de Derechos Humanos, México.

 

 

Autor:

Carla Santaella

 

Partes: 1, 2
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