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El periodismo, polarización de las ideas (1878-1902)

Enviado por Ramón Guerra Díaz


    El periodismo, polarización de las ideas (1878-1902) – Monografias.com

    El periodismo, polarización de las ideas (1878-1902)

    La prensa cubana vive durante este período un momento de auge y desarrollo, tanto por el número de imprentas, como de publicaciones, cuya calidad y tirada fue aumentando gradualmente. Es notable la introducción en estos finales del siglo XIX de toda una serie de adelantos técnicos que hacen mucho mejor la impresión y mayor la tirada de los periódicos y revistas más importantes.

    Más de mil trescientas publicaciones vieron la luz en el país: revistas, anuarios, boletines y periódicos, cumplieron un importante rol cultural al convertirse en vehículo del pensamiento cubano, de la literatura y de las nuevas ideas llegadas de todas partes del mundo.

    El peso mayoritario de estas publicaciones se editaba en La Habana, una de las ciudades más importante de Iberoamérica que tenía en 1881 cuarenta y cinco imprentas, doce talleres litográficos y de grabado, ocho encuadernadoras y veintiuna librerías.[1]

    Muchas de estas publicaciones no tenían una sistematicidad de publicación, motivado por problemas económicos o políticos, lo que hacía que salieran algunos números y desaparecen, sustituidas por otras que cumplían el mismo ciclo.

    También es característica del período la modernización de las grandes imprentas, con equipos que elevan la tirada y hacen más rentable la publicación. Esto favoreció a los grandes periódicos habaneros como "El Diario de la Marina", el más poderoso e influyente, fundado en 1844 y que adopta sistemáticamente los avances técnicos que se producen en los Estados Unidos y Europa, consolidándose como un periódico de empresa, en su caso al servicio del conservadurismo colonial y de la oligarquía dominante.

    Se introduce la prensa de alta velocidad alimentada con papel continuo, el linotipo, recién creado y revolucionador de la impresión; el fotograbado, la técnica de la tricromía[2]y la plancha metálica para la litografía, todo lo que hace posible la producción de periódicos y revistas de alta calidad, a nivel de los mejores del mundo.[3]

    Entre los periódicos fundados en el período se destaca "El Triunfo" (1878-1898) creado por Manuel Pérez Molina a quien sucede como director Ricardo del Monte, quien acentúa la línea ideológica del diario como autonomista. Contó entre sus editores y colaboradores a figuras intelectuales de la talla de Rafael Montoro, Giberga, Govín y Cortina, entre otros. El periodismo desarrollado en esta publicación mantuvo un tono de buen gusto, con ensayos y crítica de gran calidad. Por la persecución de las autoridades coloniales este diario tuvo que cambiar varias veces de nombre, en 1884 aparece como "El País" y en 1898 adopta el título de "El Nuevo País".

    Los integristas crearon "La Voz del Pueblo" (1878) y más tarde "La Unión Constitucional" (1882), ambos de un periodismo político apasionado si llegar a la calidad del periódico autonomista.

    Juan Martínez Villerga continúa su recalcitrante lucha contra la sociedad cubana desde los periódicos satíricos que dirige. Después del cese de la guerra funda, "Don Circunstancias" (1878), desde el que combate toda idea que fuese cubana, bien sea independentista o reformista.

    Adolfo Márquez Sterling (1827-1883), uno de los grandes periodistas cubanos del entresiglo, crea el semanario "La Discusión" (1879) cuyas simpatías políticas se inclinan al autonomismo, aunque da cabida en sus páginas al pensamiento separatista, lo que provoca constantes enfrentamientos con el tribunal de imprenta que lo clausuró varias veces hasta reaparecer como, "La Lucha" (1885). La calidad de sus colaboradores y el trabajo periodístico de Sterling hacen de esta publicación una de las más importantes de la época.

    La prensa política en Cuba completa su perfil con publicaciones como, "El Amigo del País" (1882) y "La Semana" (1887), que junto a otros de corte satírico, "El Tábano" (1882), "Las Avispas" (1892), "La Linterna de Diógenes"(1893), "La Comedia Política" (1894), y "La Política Cómica" (1894), bosquejan las inquietudes políticas del momento, con una tibia oposición permitida y algunos valientes defensores de la independencia frente a unos furibundos defensores de la colonia y su estatus permanente.

    La prensa satírica que había nacido en Cuba como arma contra las aspiraciones de independencia, teniendo en Martínez Villerga y Landaluce a sus dos principales figuras, es asumida por los cubanos que con estas mismas armas defienden su derecho a ser libres. "La Política Cómica" devino en la más importante publicación satírica de las aspiraciones cubanas, acentuando su criollismo y defensa identitaria a partir de la ocupación norteamericana y los primeros años de la república.

    En este periódico publicaba el dibujante Ricardo de la Torriente, quien colaboró en otras publicaciones, como el suplemento humorísticos del periódico "Patria", "Cacarajícara" (1896), editado en Nueva York. El tomó un personaje del reaccionario Landaluce, el "Liborio" y lo convirtió en el símbolo del pueblo cubano frustrado por la ocupación y la Ley Platt.

    Surgen en La Habana dos publicaciones sociales de mucha influencia en el momento, los semanarios, "La Habana Elegante" (1883) y "El Fígaro" (1895), ambas dedicadas a la divulgación de temas deportivos, sociales, artísticos y literarios y convertidas en las más leídas revistas cubanas de finales del decimonónico. En ambas colaboraron las principales figuras del modernismo en Cuba e Hispanoamérica.

    Las publicaciones culturales son una importante tribuna para la expresión de las ideas de la intelectualidad cubana y los anhelos de quienes querían la independencia. Entre ellas resalta la "Revista de Cuba" (1877-1884) dirigida por José Manuel Cortina y dedicada a la divulgación científica, del arte y la literatura, con una notable influencia de las ideas positivistas. Colaboraron en ella, Enrique José Varona, Antonio Govín, Manuel Sanguily, Antonio Bachiller y Morales, Ricardo del Monte, Vidal Morales y otros muchos intelectuales que se acogieron a la revista y a la tertulia que organizaba su director.

    La muerte de Cortina trae la desaparición de la revista y la fundación de "Revista Cubana" (1885-1895), dirigida por Varona y continuadora de la revista de Cortina, incluyendo a los anteriores colaboradores, los nombres de José de Armas, Enrique Piñeyro, Aurelio Mitjans, Cirilo Villaverde, José Martí, Manuel de la Cruz, Rafael Montoro, Julián del Casal, Rafael Mª Merchán, Aurelia del Castillo y Ramón Meza, entre otros.

    Aparecen además, "Gaceta Musical" (1889) dirigida por Serafín Ramírez, la mejor publicación musical de la isla; "Cuba intelectual" (1885), de José Antonio Rodríguez García; "La Habana Literaria" (1891) de Enrique Hernández Millares y Alfredo Zayas; "Hojas Literarias" (1893-94) dirigida y escrita por Manuel Sanguily y "Revista Habanera" (1883) dirigida por Diego Vicente Tejera.

    Completan este panorama de publicaciones culturales del período, las revista, "La Familia" (1878) dirigida por Domingo Figarola e impresa en Barcelona; "Ensayo" (1883), "El Hogar" (1883), revista ilustrada, "Revista Musical, artística y literaria de La Habana" (1883), dirigida por el pianista Pablo Devernine; "El Mundo Artístico" (1884) y "La Ilustración de Cuba" (1892-97).

    En las ciudades del interior de la isla se observa una animación en cuanto a la salida de publicaciones, la mayoría política siguiendo las tendencias de los autonomistas o los integristas, bajo estos patrones se muestran las inquietudes de las sociedades locales. Es muy animado el ritmo de publicaciones culturales y de recreo que aparecen principalmente en las ciudades de Cárdenas, Matanzas, Cienfuegos, Santiago de Cuba y Guantánamo, centros de reanimación económica en este período.

    En Nueva York José Martí publica la revista para niños, "La Edad de Oro" (1889) de la que salieron cuatro número, considerada la mejor de su tipo en América Latina y parte de la concepción martiana sobre la educación de las nuevas generaciones, sobre todo en los países hispanohablante de América.

    Otras interesante publicación cultural inicia su salida en Nueva York, la revista "Cuba y América" (1892) de Raymundo cabrera, de muy buena factura y gran calidad estética, tendrá una continuidad en los primeros años de la Cuba republicana.

    La prensa obrera tiene un lugar importante en este período, orientada a la propaganda ideológica y la demanda de sus reivindicaciones sectoriales. Las organizaciones obreras se reorganizaron en el período de entreguerras y crearon asociaciones y órganos de prensa. El más importante fue el periódico "El Productor" (1887) editado por el líder obrero Emilio Roig de San Martín. El Cienfuegos aparece "El Obrero", órgano del gremio de los tipográficos, toneleros y de la sociedad de artesanos. "El Boletín Tipográfico Mensual" (1878) de la Sociedad de Tipógrafos de La Habana; "Alerta" (1899), de la Liga General de Trabajadores dirigido por José F. Hernández y "El Nuevo Ideal" (1899) de orientación socialista, todos de La Habana. "El Acicate" (1891), semanario socialista y librepensador de Santiago de Cuba, director Rafael Gutiérrez.

    En la emigración cubana resurge un rebrote de la prensa cubana insurgente y política asentada principalmente en los Estados Unidos. El periódico "Patria" fundado por José Martí en marzo de 1892 constituye el mejor ejemplo de esta prensa independentista. Creado un mes antes que el PRC tenía como objetivo reagrupar a los cubanos en torno a la idea de la independencia y la unidad nacional. Redactado casi íntegramente por José Martí contó con otros valiosos colaboradores: Manuel Sanguily, Tomás Estrada Palma, Francisco Coronado, Francisco Chacón, Estaban Borrero y Manuel de la Cruz, entre otros. Salió semanalmente en principio para luego hacer dos tiradas semanales. A la muerte de José Martí en 1895 se hizo cargo del periódico Enrique José Varona hasta el término de la ocupación española en que deja de publicarse.

    En Cayo Hueso, José Dolores Poyo edita, "El Yara", que junto a "El Intransigente" y "La revista de Cayo Hueso", constituyeron los órganos más representativos de la prensa de esa pequeña ciudad floridana. En Tampa los emigrados editan, "El Expedicionario" y en Nueva York "El Porvenir" de Enrique Trujillo y "La Doctrina Martiana", junto a otras publicaciones de menos repercusión en estos círculos. En México aparece "El Imparcial" (1895) dirigido por Aniceto Valdivia y "La Libertad" dirigida por Manuel Márquez Sterling. En Santiago de Chile se publica "El Americano" (1895) órgano de propaganda y defensa de la independencia de Cuba dirigido por Nicolás Tanco.

    Con el inicio de la guerra se imprimen en territorio liberado muchas y efímeras publicaciones, siendo la más estable, "Boletín de la Guerra", dirigido por Melchor Loret de Mola y era órgano del gobierno de la República en Armas. "El Cubano Libre" editado en Mayarí en 1895, reinicia su publicación bajo la dirección de Mariano Coronado y con el apoyo de Antonio Maceo. Al termino de la ocupación española se editó desde Santiago de Cuba manteniendo una actitud independentista y beligerante que lo enfrentó a las autoridades de ocupación yanqui. Esta es prensa de combate, donde abunda la arenga patriótica, además de publicar las disposiciones legales para los territorios mambises, noticias de guerra e información de interés para los combatientes.

    Al término de la guerra y con la ocupación continúan imprimiéndose los diarios habaneros de mayor tirada: "Diario de la Marina", "El Comercio" (1886) y "La Lucha" (1882). Desde 1901 comenzó a circular el periódico "El Mundo" que circuló hasta 1963. Reanudaron su publicación en 1899, "La Discusión" fundado en 1879 y suspendido por el gobierno colonial durante la guerra; "El Reconcentrado" fundado en 1897 y clausurado por motivos políticos, y dirigido por Ricardo Arnauto, quien mantuvo una beligerante actitud ante la ocupación norteamericana y lo que el consideró pasividad de los cubanos, por lo que el gobierno interventor lo clausuró ese mismo año.

    En las provincias surgen algunos nuevos diarios, "La Estrella Solitaria" y "Las Dos Repúblicas", en Camaguey; "La Correspondencia" de Cienfuegos, "La Nación" de Sancti-Spíritu y "La Independencia" de Santiago de Cuba, todos fundados en 1898 y "La Voz del Pueblo" de Guantánamo en 1899.

    Como expresión de las intensiones anexionistas del gobierno interventor surgen algunos diarios en inglés, "The Havana Journal", "Havana Everning Telegram", "The Havana Sun", ·The Daily Tlegragraph" y "The Havana Post", este último se editó hasta 1960. En Isla de Pinos ambicionada por los Estados Unidos, que no la reconocía como territorio de Cuba y con una fuerte colonia americana, se crean la revista, "Isle of Pines Appeal" y el periódico, "The Isle of Pines News", con un propósito anexionista que no ocultaban.

    Los cuatro años de ocupación yanqui se caracterizaron por una tolerancia relativa en la difusión de ideas y la contemporanización con los que fueron los enemigos de la independencia, pero casos hubo en que se consideraban injuriosas las duras críticas que algunos independentistas hacían desde la prensa.

    Ya mencionamos el caso del "Reconcentrado" considerado extremista, pero no fue el único, en Santiago de Cuba, Mariano coronado comenzó a publicar en la legalidad el periódico "El Cubano Libre" (1899) desde el que mantuvo un actitud vertical en defensa de la independencia, que provocó el cierre de el periódico en 1901. Otro caso fue el de Enrique Collazo, director fundador de "El Cubano" (1899) en La Habana, presentado en varias ocasiones ante los tribunales por los señalamientos críticos aparecidos en su periódico. Eran ejemplos de rebeldía mambisa frente a la frustración general imperante en la isla por la ocupación de los Estados Unidos.

    En cuanto a los periodistas de relevante trabajo en esta etapa es de destacar en primer lugar a José Martí fecundo escritor y colaborador de la prensa latinoamericana desde Nueva York durante sus largos años de exilio. En los Estados Unidos colabora con los periódicos "The Sun", "The Hour", "El Economista Americano", "El Avisador Hispanoamericano y la revista "La América", todas publicaciones newyorkinas tanto en español como en inglés.

    Colabora además con los diarios "Revista Universal", de México (1875-1876), "El Opinión Nacional", de Caracas, "La Nación", de Buenos Aires y "El Liberal" de México. Los tres últimos diarios de gran circulación y para los cuales hizo un periodismo fundacional y maduro desde la ciudad de Nueva York, comentando los acontecimientos políticos, sociales, económicos y culturales de ese período que abarca 1881 a 1891.

    Fundó el periódico "Patria" y otras publicaciones corta vida en el que hizo un periodismo caracterizado por una prosa que eleva a categoría artística cada trabajo suyo, desde la simple reseña hasta el ensayo, tanto político como literario. Como en todos los géneros en que incursionó, es innovador en un periodismo que los especialistas consideran impresionista y modernista y sobre todo vigente por su capacidad de observación y análisis.

    Juan Gualberto Gómez (1854-1933), es un intelectual negro formado en el adverso ambiente social cubano de estos años, nacido libre de padres esclavos pudo estudiar con el mejor maestro negro de La Habana y luego enviado a estudiar a París, Francia, donde descubre su vocación por el periodismo que comenzó a ejercer en ese país. A su regreso a Cuba en 1878 se une activamente a las luchas por la abolición de la esclavitud, la igualdad racial y la independencia de Cuba, conoce a José Martí y junto a él colabora en los esfuerzo por la libertad de la isla, al tiempo que es un activo defensor de los derechos de los hombres de su raza.

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    Fundó su primer periódico, "La Fraternidad" (1878) en el que desarrollaba una activa labor de orientación y educación a los negros a quienes exhortaba a educarse y adquirir los conocimientos que hicieran posible ser respetados por la sociedad de su época. El compromiso político con la isla irredenta los llevará a conspirar y apoyar los levantamientos que se producen en 1879 en el oriente del país y que hoy conocemos como la Guerra Chiquita, por lo que es deportado a España.

    En Madrid fue jefe de redacción de El Abolicionista y luego de La Tribuna, en cuya dirección reemplazó a su amigo Rafael María de Labras; fue también editorialista y cronista de los diarios El Progreso y El Pueblo, además de corresponsal de varios diarios españoles y europeos. Compartió con los más destacados periodistas y escritores españoles de su época, sobresaliendo como polemista formidable y temible al decir de los que cruzaron palabras desde la prensa con Juan Gualberto.

    Fue muy apreciado en los corrillos intelectuales por su gran cultura, su calidad periodística y por la firmeza de sus convicciones ideológicas, que incluía como elementos fundamentales, sus ideas abolicionistas y su independentismo. Por estas razones y por su calidad humana contó con la estimación de Ramón y Cajal, Castelar, Salmerón, Pi y Margall, Maura y Cánovas del Castillo, entre otros. Todos ellos políticos e intelectuales con quien no siempre estuvo de acuerdo pero que admiraron su cultura y valentía para defender sus criterios. A pesar de este bien ganado prestigio intelectual en la península, Juan Gualberto Gómez quiere regresar a Cuba y por ello gestiona su autorización para volver a La Habana, permiso que obtiene en 1890.

    Ya en Cuba Juan Gualberto reanuda la publicación de su periódico La Fraternidad, que reaparece el 30 de agosto de 1890, esta vez con un decidido objetivo de hacer valer el derecho de los cubanos de expresar libremente sus ideas separatistas, para ello quiere hacer valida en Cuba la decisión del Tribunal Supremo de España que ha declarado lícita la propaganda carlista y republicana, por lo que el valiente mulato considera lógico que dicha sentencia ampare igualmente al separatismo.

    Desde el primer número en La Fraternidad expone los objetivos que lo animan en un artículo titulado "Nuestros propósitos", en el que hace un recuento de su labor a favor de la causa separatista y un reto a los que esperan las reformas prometidas por España y nunca cumplidas, en alusión a la estéril política de los autonomistas. Manteniendo esta peligrosa posición de combate contra el colonialismo Juan Gualberto Gómez terminó enfrentado directamente con las autoridades españolas de la isla. Pesa sobre él una condena de dos años impuesta por la Audiencia de La Habana, por el artículo, "Por qué somos separatistas", aparecido en el número 14 de La Fraternidad del 23 de septiembre de 1890. Interpuesto recurso ante el Tribunal Supremo de España por Rafael María de Labras a nombre de Juan Gualberto Gómez, dicho tribunal falló a favor del mismo el 25 de noviembre de 1891.

    El triunfo legal de Juan Gualberto Gómez en los tribunales de la metrópoli tuvo una gran trascendencia para el movimiento separatista cubano, se adquiría el derecho de hacer propaganda por la separación de la isla de España, propaganda que no podía ser una incitación a la rebelión y la lucha armada, pero que permitía hacer público los puntos de vistas de los que creían era posible la soberanía de la isla. Tal fue la repercusión de esta decisión judicial que el Capitán General de la Isla Camilo Polavieja lo consideró un golpe mortal para el poder colonial y así lo consigna en sus Memorias: "El día que firmó tal sentencia abandonamos los medios para sostener nuestra soberanía en la Isla de Cuba"

    Junto a estos esfuerzos Juan Gualberto activa desde su periódico la promoción de los derechos de las personas de su raza en cuya defensa ya trabaja el Directorio Central de las Sociedades de la Raza de Color en Cuba[4]cuya directiva lo elige como presidente el 21 de agosto de 1891.

    Esta fue la tónica del periodismo que hizo Juan Gualberto Gómez desde La Fraternidad, en los escasos don años en que este circuló en Cuba, defendiendo el derecho de los cubanos a una aspiración de independencia, al tiempo que sostenía la promoción de las aspiraciones de las masas de "color" en el logro de una plena igualdad tras la abolición de la esclavitud en la isla.

    Es esa la razón para sostener que la aparición del periódico La Igualdad, el 7 de abril de 1892, es una continuidad del trabajo iniciado en La Fraternidad, aunque ahora el énfasis estaría dado en lo que él consideraba era muy importante en aquellos momentos y expresado con toda claridad en el artículo "Lo que somos", de la edición inaugural de La Igualdad, y en el que expresa que su propósito era unir a los cubanos sin distingos de color de la piel, así como de hallar una solución justa a los problemas socioeconómicos de la colonia:

    "Vamos en busca de la igualdad: blancos, negros y mulatos, todos son iguales para nosotros; y nuestra aspiración consiste en que todos así lo sientan; para que llegue un día en que los habitantes de Cuba se dividan, no por el color de la piel, sino por el concepto que abriguen de las soluciones que se presenten a los problemas políticos, sociales y económicos, que se disputan el predominio en el mundo culto"[5]

    Desde La Igualdad se defendían los derechos de la raza de color, porque al decir del propio Juan Gualberto Gómez, esta igualdad no sería posible, si al negro no se le concedían primero los mismos derechos que a los blancos, sino desaparecían primero toda una serie de leyes y ordenanzas racistas que las costumbres habían arraigado en la población.

    Los estudiosos cubanos de hoy hacen mucho énfasis en el valor del periódico La Igualdad para la difusión de las ideas martianas, en la preparación de los cubanos para la lucha por la independencia, pero casi no se habla de la titánica labor de Juan Gualberto desde sus páginas en favor de las reivindicaciones de los negros.

    Raquel Mendieta en su ensayo "Agitación política y reivindicación socio-racial: El Directorio Central de las Sociedades de la raza de Color en Cuba" resume esta labor:

    "La escuela mixta, como forma de integrar desde la niñez a blancos y negros; la necesidad de una activa participación de los sectores negros en la vida política a través del voto que se le quiere negar; la crisis política de los partidos coloniales -Unión Constitucional y Liberal Autonomista-, incapacitados para dar soluciones a los problemas económicos, políticos y sociales que aquejan al país; el derecho de los negros a entrar en los lugares públicos; la necesidad de eliminar los libros diferenciados en el Registro Civil, así como las fórmulas de cortesía en las células personales, o cualquier otro elemento que tienda a diferenciar, con carácter peyorativo para los negros, a ambas razas; el derecho de existencia de los cabildos de africanos, son algunos de los temas fundamentales que sacará a la palestra pública Juan Gualberto Gómez"[6]

    El periodismo que desarrolla Juan Gualberto Gómez entre 1890 y 1895 se desarrolla básicamente en los periódicos La Fraternidad y La Igualdad, convertidos por él en tribuna de divulgación de las mejores causas de la sociedad cubana: la lucha por la independencia y la reivindicación de los derechos de la raza negra, su palabra apasionada y convincente toma fuerza para luchar desde dentro contra los males de la sociedad colonial y desbrozar el camino a la sociedad cubana soñada por los mejores hijos de este país.

    Durante la intervención norteamericana Juan Gualberto Gómez fue uno de los defensores más apasionados de la independencia de Cuba, se opuso a la Enmienda Platt, decepcionado y beligerante acudió a la virtud del cubano para impedir la intervención del yanqui.

    "…Pero más que nunca hay que persistir en la reclamación de nuestra soberanía mutilada: y para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo en las evaluaciones de nuestra vida pública las ideas directoras y los métodos que preconizara Martí, cuando su genio previsor dio forma al sublime pensamiento de la revolución…"[7]

    Adolfo Márquez Esterlina (1827-1883), maestro del periodismo elegante, utiliza de forma moderada la sátira y mantiene una alta calidad en los periódicos que fundó y dirigió. Fundo el diario, "La Discusión" y fue redactor de "La Libertad" y de la "Revista Semanal", desde cuyas páginas mantuvo una posición independentista frente al reformismo y el integrismo reinante en la isla.

    Gabriel Zendegui (1851-1922), destacado cronista que figuró entre los redactores del afamado periódico argentino "La Nación" de Buenos Aires, y colaborador de otros periódicos de Hispanoamérica.

    Otros sobresalientes periodista cubanos del período fueron: Antonio Escobar (1854-1933), periodista de brillante carrera en "La Discusión"; Alfredo Martín Morales (1875- 1921), trabajó en "La Lucha", "Diario de la Marina" y colaboró con "El Figaro"; Gabriel Millet (1823-1899) periodista de la "Unión", Eduardo Varela (1860-1919) y Gastón Mora Varón (1863-1938).

    Publicistas destacados fueron, Ricardo del Monte, Justo de Lara, Domitila García Coronado (1847-1937), fundadora de varias revistas entre ellas, "La Crónica Habanera"; Ramón A. Catalá, director de "El Fígaro", Rafael Gutiérrez y otros muchos que animaron este período aprovechando cada espacio que le brindara el gobierno colonial para exponer y divulgar, no solo sus criterios políticos, sino promover otras esferas de la vida social.

    El periodismo cubano de finales del siglo XIX había alcanzado su madurez estética y polarizado sus intereses en los problemas que interesaban a la sociedad cubana, todo esto en un momento en que la modernización del equipamiento tipográfico abarataba los costos para publicar, en tanto ya se tenía en La Habana y en las principales ciudades de la isla, al menos un periódico de empresa, donde los anunciantes y las informaciones de interés social se alternaban con la crónica, el ensayo y el artículo. La libertad de imprenta decretada después de finalizada la guerra de los diez años permitió la reflexión y discusión de los problemas de Cuba y con ello la maduración de una conciencia nacional, polarizada en el dilema de independencia o mantenimiento del estatus colonial, más o menos maquillado y que con la intervención norteamericana hizo que alternativa fuera entre la república o la anexión a los Estados Unidos. La frustración de los ideales independentistas dejó su huella en el periodismo de entre siglos como símbolo de la crisis social a la que estaba abocada la nación cubana.

     

     

    Autor:

    Ramón Guerra Díaz

     

    [1] José G. Ricardo. “La Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.

    [2] Tres colores para la impresión

    [3] José G. Ricardo. “La Imprenta en Cuba”. La Habana, 1989.

    [4] Fundado el 2 de junio de 1887 en La Habana

    [5] Citado por Raquel Mendieta en “La Cultura: Lucha de clases y conflicto racial. 1878-1895”

    [6] Mendieta, Raquel: Cultura lucha de clases y conflicto racial 1878-1895. Pág. 4. La Habana, 1989

    [7] Juan Gualberto Gómez. El Figaro, 20 de mayo de 1902