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Plan individual de lectura (leer más para leer mejor) (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Belisa Crepusculario había nacido en una familia tan mísera, que ni siquiera poseía nombres para llamar a sus hijos. Vino al mundo y creció en la región más inhóspita, donde algunos años las lluvias se convierten en avalanchas de agua que se llevan todo, y en otros no cae ni una gota del cielo, el sol se agranda hasta ocupar el Horizonte entero y el mundo se convierte en un desierto. Hasta que cumplió doce años no tuvo otra ocupación ni virtud que sobrevivir al hambre y la fatiga de siglos. Durante una interminable sequía le tocó enterrar a cuatro hermanos menores y cuando comprendió que llegaba su turno, decidió echar a andar por las l1anuras en dirección al mar, a ver si en el viaje lograba burlar a la muerte. La tierra estaba erosionada, partida en profundas grietas, sembrada de piedras, fósiles de árboles y de arbustos espinudos, esqueletos le animales blanqueados por el calor. De vez en cuando tropezaba con familias que, como ella, iban hacia el sur siguiendo el espejismo del agua. Algunos habían iniciado la marcha llevando sus pertenencias al hombro o en carretillas, pero apenas podían mover sus propios huesos y a poco andar debían abandonar sus cosas. Se arrastraban penosamente, con la piel convertida en cuero de lagarto y sus ojos quemados por la reverberación de la luz. Belisa los saludaba con un gesto al pasar, pero no se detenía, porque no podía gastar sus fuerzas en ejercicios de compasión. Muchos cayeron por el camino, pero ella era tan tozuda que consiguió atravesar el infierno y arribó por fin a los primeros manantiales, finos hilos de agua, casi invisibles, que alimentaban una vegetación raquítica, y que más adelante se convertían en riachuelos y esteros. Belisa Crepusculario salvó la vida y además descubrió por casualidad la escritura. Al llegar a una aldea en las proximidades de la costa, el viento colocó a sus pies una hoja de periódico. Ella tomó aquel papel amarillo y quebradizo y estuvo largo rato observándolo sin adivinar su uso, hasta que la curiosidad pudo más que su timidez. Se acercó a un hombre que lavaba un caballo en el mismo charco turbio donde ella saciara su sed. –¿Qué es esto?–preguntó. –La página deportiva del periódico–replicó el hombre sin dar muestras de asombro ante su ignorancia. La respuesta dejó atónita a la muchacha, pero no quiso parecer descarada y se limitó a inquirir el significado de las patitas de mosca dibujadas sobre el papel. –Son palabras, niña. Allí dice que Fulgencio Barba noqueó al Nero Tiznao en el tercer round. Ese día Belisa Crepusculario se enteró que las palabras andan sueltas sin dueño y cualquiera con un poco de maña puede apoderárselas para comerciar con ellas. Consideró su situación y concluyó que aparte de prostituirse o emplearse como sirvienta en las cocinas de los ricos, eran pocas las ocupaciones que podía desempeñar. Vender palabras le pareció una alternativa decente. A partir de ese momento ejerció esa profesión y nunca le interesó otra. Al principio ofrecía su mercancía sin sospechar que las palabras podían también escribirse fuera de los periódicos. Cuando lo supo calculó las infinitas proyecciones de su negocio, con sus ahorros le pagó veinte pesos a un cura para que le enseñara a leer y escribir y con los tres que le sobraron se compró un diccionario. Lo revisó desde la A hasta la Z y luego lo lanzó al mar, porque no era su intención estafar a los clientes con palabras envasadas. Varios años después, en una mañana de agosto, se encontraba Belisa Crepusculario en el centro de una plaza, sentada bajo su toldo vendiendo argumentos de justicia a un viejo que solicitaba su pensión desde hacía diecisiete años. Era día de mercado y había mucho bullicio a su alrededor. Se escucharon de pronto galopes y gritos, ella levantó los ojos de la escritura y vio primero una nube de polvo y enseguida un grupo de jinetes que irrumpió en el lugar. Se trataba de los hombres del Coronel, que venían al mando del Mulato, un gigante conocido en toda la zona por la rapidez de su cuchillo y la lealtad hacia su jefe. Ambos, el Coronel y el Mulato, habían pasado sus vidas ocupados en la Guerra Civil y sus nombres estaban irremisiblemente unidos al estropicio y la calamidad. Los guerreros entraron al pueblo como un rebaño en estampida, envueltos en ruido, bañados de sudor y dejando a su paso un espanto de huracán. Salieron volando las gallinas, dispararon a perderse los perros, corrieron las mujeres con sus hijos y no quedó en el sitio del mercado otra alma viviente que Belisa Crepusculario, quien no había visto jamás al Mulato y por lo mismo le extrañó que se dirigiera a ella. –A ti te busco–le gritó señalándola con su látigo enrollado y antes que terminara de decirlo, dos hombres cayeron encima de la mujer atropellando el toldo y rompiendo el tintero, la ataron de pies y manos y la colocaron atravesada como un bulto de marinero sobre la grupa de la bestia del Mulato. Emprendieron galope en dirección a las colinas. Horas más tarde, cuando Belisa Crepusculario estaba a punto de morir con el corazón convertido en arena por las sacudidas del caballo, sintió que se detenían y cuatro manos poderosas la depositaban en tierra. Intentó ponerse de pie y levantar la cabeza con dignidad, pero le fallaron las fuerzas y se desplomó con un suspiro, hundiéndose en un sueño ofuscado. Despertó varias horas después con el murmullo de la noche en el campo, pero no tuvo tiempo de descifrar esos sonidos, porque al abrir los ojos se encontró ante la mirada impaciente del Mulato, arrodillado a su lado. –Por fin despiertas, mujer–dijo alcanzándole su cantimplora para que bebiera un sorbo de aguardiente con pólvora y acabara de recuperar la vida. Ella quiso saber la causa de tanto maltrato y él le explicó que el Coronel necesitaba sus servicios. Le permitió mojarse la cara y enseguida la llevó a un extremo del campamento, donde el hombre más temido del país reposaba en una hamaca colgada entre dos árboles. Ella no pudo verle el rostro, porque tenía encima la sombra incierta del follaje y la sombra imborrable de muchos años viviendo como un bandido, pero imaginó que debía ser de expresión perdularia si su gigantesco ayudante se dirigía a él con tanta humildad. Le sorprendió su voz, suave y bien modulada como la de un profesor. –¿Eres la que vende palabras?–preguntó. –Para servirte–balbuceó ella oteando en la penumbra para verlo mejor. El Coronel se puso de pie y la luz de la antorcha que llevaba el Mulato le dio de frente. La mujer vio su piel oscura y sus fieros ojos de puma y supo al punto que estaba frente al hombre más solo de este mundo. –Quiero ser Presidente—dijo él. Estaba cansado de recorrer esa tierra maldita en guerras inútiles y derrotas que ningún subterfugio podía transformar en victorias. Llevaba muchos años, durmiendo a la intemperie, picado de mosquitos, alimentándose de iguanas y sopa de culebra, pero esos inconvenientes menores no constituían razón suficiente para cambiar su destino. Lo que en verdad le fastidiaba era el terror en los ojos ajenos. Deseaba entrar a los pueblos bajo arcos de triunfo, entre banderas de colores y flores, que lo aplaudieran y le dieran de regalo huevos frescos y pan recién horneado. Estaba harto de comprobar cómo a su paso huían los hombres, abortaban de susto las mujeres y temblaban las criaturas, por eso había decidido ser Presidente. El Mulato le sugirió que fueran a la capital y entraran galopando al Palacio para apoderarse del gobierno, tal como tomaron tantas otras cosas sin pedir permiso, pero al Coronel no le interesaba convertirse en otro tirano, de ésos ya habían tenido bastantes por allí y, además, de ese modo no obtendría el afecto de las gentes. Su idea consistía en ser elegido por votación popular en los comicios de diciembre. –Para eso necesito hablar como un candidato. ¿Puedes venderme las palabras para un discurso?–preguntó el Coronel a Belisa Crepusculario. Ella había aceptado muchos encargos, pero ninguno como ése, sin embargo no pudo negarse, temiendo que el Mulato le metiera un tiro entre los ojos o, peor aún, que el Coronel se echara a llorar. Por otra parte, sintió el impulso de ayudarlo, porque percibió un palpitante calor en su piel, un deseo poderoso de tocar a ese hombre, de recorrerlo con sus manos, de estrecharlo entre sus brazos. Toda la noche y buena parte del día siguiente estuvo Belisa Crepusculario buscando en su repertorio las palabras apropiadas para un discurso presidencial, vigilada de cerca por el Mulato, quien no apartaba los ojos de sus firmes piernas de caminante y sus senos virginales. Descartó las palabras ásperas y secas, las demasiado floridas, las que estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres. Haciendo uso de los conocimientos comprados al cura por veinte pesos, escribió el discurso en una hoja de papel y luego hizo señas al Mulato para que desatara la cuerda con la cual la había amarrado por los tobillos a un árbol. La condujeron nuevamente donde el Coronel y al verlo ella volvió a sentir la misma palpitante ansiedad del primer encuentro. Le pasó el papel y aguardó, mientras él lo miraba sujetándolo con la punta de los dedos. –¿Qué carajo dice aquí?–preguntó por último. –¿No sabes leer? –Lo que yo sé hacer es la guerra–replicó él. Ella leyó en alta voz el discurso. Lo leyó tres veces, para que su cliente pudiera grabárselo en la memoria. Cuando terminó vio la emoción en los rostros de los hombres de la tropa que se juntaron para escucharla y notó que los ojos amarillos del Coronel brillaban de entusiasmo, seguro de que con esas palabras el sillón presidencial sería suyo. –Si después de oírlo tres veces los muchachos siguen con la boca abierta, es que esta vaina sirve, Coronel–aprobó el Mulato. –¿Cuánto te debo por tu trabajo, mujer?–preguntó el jefe. –Un peso, Coronel. –No es caro–dijo é1 abriendo la bolsa que llevaba colgada del cinturón con los restos del último botín. –Además tienes derecho a una ñapa. Te corresponden dos palabras secretas–dijo Belisa Crepusculario. –¿Cómo es eso? Ella procedió a explicarle que por cada cincuenta centavos que pagaba un cliente, le obsequiaba una palabra de uso exclusive. El jefe se encogió de hombros, pues no tenía ni el menor interés en la oferta, pero no quiso ser descortés con quien lo había servido tan bien. Ella se aproximó sin prisa al taburete de suela donde é1 estaba sentado y se inclinó para entregarle su regalo. Entonces el hombre sintió el olor de animal montuno que se desprendía de esa mujer, el calor de incendio que irradiaban sus caderas, el roce terrible de sus cabellos, el aliento de yerbabuena susurrando en su oreja las dos palabras secretas a las cuales tenía derecho. –Son tuyas, Coronel–dijo ella al retirarse–. Puedes emplearlas cuanto quieras. El Mulato acompañó a Belisa hasta el borde del camino, sin dejar de mirarla con ojos suplicantes de perro perdido, pero cuando estiró la mano para tocarla, ella lo detuvo con un chorro de palabras inventadas que tuvieron la virtud de espantarle el deseo, porque creyó que se trataba de alguna maldición irrevocable. En los meses de setiembre, octubre y noviembre el Coronel pronunció su discurso tantas veces, que de no haber sido hecho con palabras refulgentes y durables el uso lo habría vuelto ceniza. Recorrió el país en todas direcciones, entrando a las ciudades con aire triunfal y deteniéndose también en los pueblos más olvidados, allí, donde sólo el rastro de basura indicaba la presencia humana, para convencer a los electores que votaran por é1. Mientras hablaba sobre una tarima al centro de la plaza, el Mulato y sus hombres repartían caramelos y pintaban su nombre con escarcha dorada en las paredes, pero nadie prestaba atención a esos recursos de mercader, porque estaban deslumbrados por la claridad de sus proposiciones y la lucidez poética de sus argumentos, contagiados de su deseo tremendo de corregir los errores de la historia y alegres por primera vez en sus vidas. Al terminar la arenga del candidato, la tropa lanzaba pistoletazos al aire y encendía petardos y cuando por fin se retiraban, quedaba atrás una estela de esperanza que perduraba muchos días en el aire, como el recuerdo magnífico de un cometa. Pronto el Coronel se convirtió en el político más popular. Era un fenómeno nunca visto, aquel hombre surgido de la guerra civil, lleno de cicatrices y hablando como un catedrático, cuyo prestigio se regaba por el territorio nacional conmoviendo el corazón de la patria. La prensa se ocupó de é1. Viajaron de lejos los periodistas para entrevistarlo y repetir sus frases, y así creció el número de sus seguidores y de sus enemigos. –Vamos bien, Coronel–dijo el Mulato al cumplirse doce semanas de éxito. Pero el candidato no lo escuchó. Estaba repitiendo sus dos palabras secretas, como hacía cada vez con mayor frecuencia. Las decía cuando lo ablandaba la nostalgia, las murmuraba dormido, las llevaba consigo sobre su caballo, las pensaba antes de pronunciar su célebre discurso y se sorprendía saboreándolas en sus descuidos. Y en toda ocasión en que esas dos palabras venían a su mente, evocaba la presencia de Belisa Crepusculario y se le alborotaban los sentidos con el recuerdo de olor montuno, el calor de incendio, el roce terrible y el aliento de yerbabuena, hasta que empezó a andar como un sonámbulo y sus propios hombres comprendieron que se le terminaría la vida antes de alcanzar el sillón de los presidentes. –¿Qué es lo que te pasa, Coronel?–le preguntó muchas veces el Mulato, hasta que por fin un día el jefe no pudo más y le confesó que la culpa de su ánimo eran esas dos palabras que llevaba clavadas en el vientre. –Dímelas, a ver si pierden su poder–le pidió su fiel ayudante. –No te las diré, son sólo mías–replicó el Coronel. Cansado de ver a su jefe deteriorarse como un condenado a muerte, el Mulato se echó el fusil al hombro y partió en busca de Belisa Crepusculario. Siguió sus huellas por toda esa vasta geografía hasta encontrarla en un pueblo del sur, instalada bajo el toldo de su oficio, contando su rosario de noticias. Se le plantó delante con las piernas abiertas y el arma empuñada. –Tú te vienes conmigo–ordenó. Ella lo estaba esperando. Recogió su tintero, plegó el lienzo de su tenderete, se echó el chal sobre los hombros y en silencio trepó al anca del caballo. No cruzaron ni un gesto en todo el camino, porque al Mulato el deseo por ella se le había convertido en rabia y sólo el miedo que le inspiraba su lengua le impedía destrozarla a latigazos. Tampoco esta dispuesto a comentarle que el Coronel andaba alelado, y que lo que no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un encantamiento susurrado al oído. Tres días después llegaron al campamento y de inmediato condujo a su prisionera hasta el candidato, delante de toda la tropa. –Te traje a esta bruja para que le devuelvas sus palabras, Coronel, y para que ella te devuelva la hombría–dijo apuntando el cañón de su fusil a la nuca de la mujer. El Coronel y Belisa Crepusculario se miraron largamente, midiéndose desde la distancia. Los hombres comprendieron entonces que ya su jefe no podía deshacerse del hechizo de esas dos palabras endemoniadas, porque todos pudieron ver los ojos carnívoros del puma tornarse mansos cuando ella avanzó y le tomó la mano. ( Lectura en voz alta y reflexión del alumnado –¿Cuál es tu opinión sobre este cuento? ¿Qué utilidad tiene el léxico en la vida de los hombres? ______________________________________________________________________________________________

7. De la lectura a la escritura

7.1. Propuestas de corrección No cabe duda de que el excesivo esfuerzo que requiere la corrección de los ejercicios escritos lleva a muchos docentes a reducir las redacciones en su programación de aula. Sin embargo, la práctica de la expresión oral y escrita proporciona una disposición más positiva del alumno hacia la asignatura, y exige al profesorado la utilización de algunos procedimientos de corrección que reducen el esfuerzo que supone la corrección de textos, concepto éste que incluso habría que modificar por "corrección compartida o corrección parcial". En cualquier caso, y a sabiendas de que ya han sido formuladas por Daniel Cassany, entre otros, detalladas propuestas de cómo corregir textos, recogemos aquí las siguientes:

. Corrección parcial en el aula, durante el proceso de creación que lleva a cabo el propio alumno. El profesor, mientras los alumnos elaboran su escrito en el aula, corrige párrafos, impropiedades léxicas, errores de puntuación, etc. Advierte al alumno de que, por esta vez, no va a realizar una corrección global de todos los aspectos. Y le asegura que su interés inicial está en saber, en ese momento, que el alumno es capaz de distribuir el desarrollo del argumento o cualquier otro aspecto que estime oportuno, pues está demostrado que el alumno, si no es ducho en la práctica de la escritura, es incapaz de asimilar muchos aspectos de la corrección.

. Corrección-final en la pizarra. Una técnica efectiva es que el alumno copie en la pizarra parte de su redacción, mientras otros leen en voz alta su trabajo. El profesor anota en un folio los errores que escucha de la redacción que está siendo leída, y luego corrige con el borrador la redacción de la pizarra. Este procedimiento permite a todos los alumnos comprobar que la redacción perfecta es difícil, y que la tarea de escribir está sometida a un proceso de modificación constante. En cualquier caso, no se trata de mostrar al alumno la magnitud de su ignorancia, sino de corregirle con educación animándole a seguir por el camino de un aprendizaje personalizado.

. Corrección-global a través del retroproyector. En alguna ocasión, y como resultado de un examen de redacción, el profesor acometerá la tarea de corregir globalmente todos los textos. Una vez realizada, se eligen tres o cuatro, aquellos que estén bien, regular y mal redactados. Se fotocopiarán con transparencias y luego se proyectarán en el aula. Es ésta quizá una de las correcciones más educativas, pues el profesor ha seguido con detalle el código de corrección aceptado y muestra las correcciones globales de un examen.

. Por medio de la plantilla de "corrección en clave de Fa". Conocidas durante la evaluación las capacidades de escrituras del alumnado, el profesor ofrece una Ficha de Redacción, en la que no sólo aparecen las claves que va a utilizar para corregir los escritos, sino también delimita el espacio, de manera que cada composición oscile entre diez y quince líneas. Poco a poco el alumnado se va familiarizando con esta estrategia. Se programan dos por evaluación y se exige una similar en un examen de redacción.

FA

Falta de acentuación.

FO

Faltas de ortografía.

FOFA

Faltas de ortografía y faltas de acentuación.

FACA

Deficiente caligrafía.

FOCA

Faltas de ortografía y mala caligrafía.

FAO

Falta de organización-estructuración de la redacción.

FAPRE

Mala presentación.

FAPUN

Mala puntuación del trabajo.

FAVO

Carencia de vocabulario; uso inadecuado del léxico.

FASI

Pobreza sintáctica; repetición de estructuras sintácticas.

SINFA= Cuando el alumno presenta de acorde con su nivel un escrito sin errores.

( PAUTAS para corregir y escribir Según Daniel Cassany, el Profesorado debe tener en cuenta los siguientes consejos: 1. Corrige sólo lo que el alumno pueda aprender. No vale la pena dedicar tiempo a corregir cosas para las cuales el alumno no está preparado 2. Corrige cuando el alumno tenga fresco lo que ha escrito; o sea, en el momento en que lo escribe o poco después. No dejes pasar mucho tiempo entre la redacción y la corrección.

3. Si es posible, corrige las versiones previas al texto, los borradores, los esquemas, etc. Recuerda que es mucho más efectivo que corregir la versión final.

4. No hagas todo el trabajo de la corrección. Deja algo para los alumnos. Marca las incorrecciones del texto y pídeles que busquen ellos mismos la solución correcta.

5. Da instrucciones concretas y prácticas y olvida los comentarios vagos y generales. Por ejemplo: reescribe el texto, fíjate en este punto, amplía el párrafo 3º, escribe frases más cortas, añade más puntos o comas al 2º párrafo… Escribe o di cosas que el alumno pueda entender.

6. Deja tiempo en clases para que los alumnos puedan leer y comentar tus correcciones. Asegúrate de que las leen y las aprovechan.

7. Si puedes, habla individualmente con cada alumno. Corrige oralmente sus trabajos escritos. Es más económico, práctico y seguro.

8. Da instrucciones para que los alumnos puedan autocorregirse; enséñales a consulta diccionarios y gramáticas, dales pistas sobre el tipo de error que han cometido, estimúlales para que revisen el escrito…

9. No tengas prisa por corregirlo todo. Tómate tiempo para corregir concienzudamente cada escrito. Asegura la calidad de la corrección, aunque la cantidad se resienta de ello.

10. Utiliza la corrección como un recurso didáctico y no como una obligación. Utiliza técnicas de corrección variadas. Adáptalas a las características de cada alumno.

Ficha de Redacción

Nombre y apellidos: Curso:

FA

Falta de acentuación

FO

Faltas de ortografía.

FOFA

Faltas de ortografía y faltas de acentuación.

FACA

Deficiente caligrafía.

FOCA

Faltas de ortografía y mala caligrafía.

FAO

Falta de organización-estructuración de la redacción.

FAPRE

Mala presentación.

FAPUN

Mala puntuación del trabajo.

FAVO

Carencia de vocabulario; uso inadecuado del léxico.

FASI

Pobreza sintáctica; repetición de estructuras sintácticas.

Redacción

7.2. Propuestas de escritura A partir de la lectura surgen actividades creativas favorecedoras de la escritura. No hay que olvidar que la realización de algunas de estas actividades supone reivindicar una concepción de la asignatura mucho más procedimental y experiencial, esto es, a través de estas actividades también se logra la Competencia Lectora, tal y como se explica en el informe PISA (apartado 5 de este Cuaderno). He aquí algunas propuestas para favorecer la escritura en un IES y en la asignatura de Lengua Castellana y Literatura:

1. Participación en los certámenes literarios que se convoquen.

2. Síntesis del contenido de un libro en tres viñetas, con sus consiguientes dibujos y "bocadillos textuales".

3. Muchos de los libros de literatura juvenil insisten en diversas tipologías textuales, sobre todo, en el uso de la primera persona, del diario y de la carta. A partir de estos ejemplos, los alumnos podrán escribir cartas a diferentes personajes, a sus amigos, a sus profesores, a sus padres…, en función siempre de las posibilidades didácticas de cada libro. Un diario escrito en el cuaderno de clase es una actividad muy interesante, siempre y cuando se acote el tiempo de realización.

4. Elíjase Mi palabra favorita, y justifíquese, en unas líneas, por qué.

5. Breves redacciones, tomando como pretexto expresiones comunes, frases hechas…: "Me lo merecía"; "Yo no puedo vivir sin…";" ¡No hay derecho!"; "¡Me da una rabia!"; ¡No hay nadie que me entienda!";"Sería fantástico si"…; "Sentí miedo cuando…"; "Te escribo tus deseos…"; "A mí me gusta…"; "Estoy hart@ siempre me pasa mí…" 6. La redacción de diferentes finales para un cuento o libro, siguiendo la propuesta de de Gianni Rodari en la Gramática de la fantasía.

7. Continúa las siguientes historias:

? Nunca había imaginado que algo así pudiera pasarme. Siempre he sido un joven vitalista, siempre he intentado vivir con optimismo, pero desde hace unas semanas me encuentro en esta silla de ruedas. No sé cuánto tiempo permaneceré en ella. Los médicos aseguran que sólo tres meses. Mi vida, lo presiento, está empezando a cambiar.

? Yo, señor, no soy malo. Me acusan de haber robado, pero yo le aseguro que eso no es verdad. Sólo pasaba en ese instante por la puerta del banco, y la policía, al verme correr, me detuvo. Ahora estoy en esta celda y no sé cuándo saldré.

? Aquella mañana don Quijote se levantó temprano. Miró el calendario y descubrió que era el 1 de junio de 1999. Cogió el móvil y llamó a su amigo Sancho. Tenía ganas de correr nuevas aventuras; hacía tanto tiempo que había guardado su armadura en el armario que dudaba de su fuerza y valor. Sancho le esperaba también con renovadas ilusiones.

8. En la extensión mínima de una página recuerda una clase de tus primeros años de colegio.

9. Escribe sobre las sensaciones que se pueden sentir atrapado durante una hora en un ascensor a oscuras.

10. Redacta un diálogo entre dos presos.

11. Escribe una serie de cartas dirigidas a un ser querido.

12. ¿En qué aspectos incidiría tu programa político para "transformar" la sociedad? 13. ¿Qué recuerdos despierta en ti aquella novela, aquel libro de cuentos o aquella película que tanto te gustó en tu infancia? 14. Escribe en primera persona el imaginario diario de un perro vagabundo.

15. Compón una caricatura de un compañero o personaje conocido. Posteriormente, lee tu trabajo al resto de la clase. El que tus compañeros lo reconozcan será una de las pruebas de que la caricatura está bien hecha.

16. Escribe tu autorretrato.

17. Redacta tu currículum vitae.

18. Recoge materiales y escribe la biografía de un compañero de clase o de cualquier persona de tu barrio.

19. Escribe una carta de amor en San Valentín.

8. Tablas de gestión de la lectura

8.1 Una programación procedimental de la asignatura Entre los objetivos específicos del Área de Lengua y Literatura en las distintas etapas educativas, los docentes han de asegurarse de que el alumnado haya alcanzado, por encima de todos, un grado óptimo de Competencia en Comunicación Lingüística. Con tal de lograr este fin, el sistema educativo recoge como objetivo prioritario que el alumnado ha de poseer el dominio de las cuatro habilidades lingüística, hecho que habitualmente se da por adquirido cuando la realidad, en muchos casos, es mucho más decepcionante.

Ya en la LOGSE se recogía una afirmación que sigue siendo válida y que también ha sido incorporada en la LOE. Nos referimos a la idea de que los contenidos conceptuales no deberían ser un objetivo en sí mismos, sino "enseñanza complementaria y auxiliar de lo fundamental, que es saber hablar, leer y escribir con fluidez y soltura".

( Programar la lectura de modo sistemático exige realizar un enfoque más procedimental de la asignatura, considerar que la lectura no es sólo una actividad que hay que temporalizar y evaluar convenientemente, sino una habilidad lingüística básica para la educación integral del alumnado. De ahí nuestro empeño de darle un papel hegemónico por medio de un Plan Lector, de modo que, a través de un asesoramiento individualizado del proceso lector, se atienda al dispar nivel de competencia lectora de cada alumno y a sus gustos temáticos personales. ( TABLAS por niveles. Una Propuesta Tabla para 1º ESO – 1ª Evaluación

TABLA DE GESTIÓN EDUCATIVA. PROYECTO Leer más para leer mejor

CURSO

Procedimientos

Conceptos

Actitudes

1º ESO

Lectura (2)

Escritura (2)

Léxico (1,5)

Teoría Lingüística (3)

Cuaderno (1,5)

Otros

Eval.

2ª Evaluación

TABLA DE GESTIÓN EDUCATIVA. PROYECTO Leer más para leer mejor

CURSO

Procedimientos

Conceptos

Actitudes

1º ESO

Lectura (2)

Escritura (2)

Léxico (1,5)

Morfosintaxis (3)

Cuaderno (1,5)

Otros

Eval.

3ª Evaluación

TABLA DE GESTIÓN EDUCATIVA. PROYECTO Leer más para leer mejor

CURSO

Procedimientos

Conceptos

Actitudes

1º ESO

Lectura (2)

Escritura (2)

Léxico (1,5)

Literatura (3)

Cuaderno (1,5)

Otros

Eval.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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