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Desarrollo del cine cubano (1925-1958)

Enviado por Ramón Guerra Díaz


  1. Resumen
  2. Desarrollo

Resumen

El cine cubano en el período señalado pugna por alcanzar un reconocimiento más amplio en su propio país, dada la competencia que tenía que enfrentar de otras cinematografías con mayor desarrollo, como la de Estados Unidos y países de habla hispana, España, México y Argentina, que tenían en Cuba un mercado acepado y amplio. Pese a ello los cineastas de la isla invirtieron su esfuerzo en crear un cine nacional que tuvo en Ramón Peón y Manuel Alonso dos figuras imprescindible.

Desarrollo

En este período se produce la consolidación de la influencia cinematográfica del cine estadounidense en los circuitos cubanos, se hacen estrellas entre los cubanos, Rodolfo Valentino, Mary Pickford, Stan Laurel y Oliver Hardy (El gordo y el flaco), Gloria Swanson y otras muchas estrellas del cine mudo de ese país.

Valentino, todo un producto del sistema de estrellas de Hollywood se convierte en ídolo entre las mujeres, más por su presencia que por su calidad actoral. Sus películas fueron distribuidas en Cuba por la Compañía Santos y Artigas. La fiebre de fanáticas por el actor ítalo norteamericano dejó en Cuba un sainete bufo del "Alhambra", "Las viudas de Valentino" (1926), un danzón de Antonio María Romeu dedicado a él y el desconsuelo de cientos de mujeres por su muerte.

La década del treinta es la época de expansión del cine hollywoodense, desplazando del circuito al cine europeo, predominante en los primeros treinta años en los cines cubanos.

Curiosamente en esta misma década cobra auge el cine hispanoparlante, realizado en México, Argentina y España, facilitado por el idioma común y los temas tratados. No era un cine de tesis, eran comedias y en muchos casos siempre estaba presente la música, factor de atracción taquillera, a tal punto que pusieron de moda en Cuba los tangos, los pasodobles y las rancheras.

Desde la década del veinte se experimenta en los Estados Unidos con la sonorización de las películas y en 1925 uno de los creadores del mismo, Lee de Forest, visita La Habana para hacer exhibiciones de promoción en el Teatro Nacional[1]Presentó un rollo de película sonora con diferentes escenas con muy buena acogida del público.

Aprovechando la presencia de Forest el presidente Machado le pide que firme un documental propagandístico con el sistema sonoro, a un costo de cincuenta mil pesos y revelado en los laboratorios de Abelardo Domingo, en el mismo se refleja una vista panorámica del Malecón habanero, un sorteo de la Lotería Nacional, el cambio de Guardia en Palacio, la Banda del estado Mayor del Ejército, la soprano Luisa María Morales interpretando, "Noche azul" de Ernesto Lecuona y al maestro Antonio María Romeu en un solo de flauta.

En 1929 el director norteamericano Willian Fox filma en la isla, "La chica de La Habana", sonorizada con el sistema Vitaphone y con actores yanquis.

El 13 de febrero de ese mismo año se produce el estreno comercial del cine sonoro en Cuba al proyectarse, "El patriota", de Emil Jannings, para tales fines hubo que instalar en el teatro el sistema sonoro Vitaphone.

En estos primeros años del cine sonoro, los distribuidores estadounidenses hacían una versión muda para otros países que no poseían el equipamiento para rodar las películas sonoras.

Esta avalancha de cine estadounidense no dejó de provocar la reacción de la joven intelectualidad de vanguardia de la época:

"Es imperativo cinematográfico del día, si los cines siguen pasando a monopolio extranjero, día llegará que ese imperativo este acuñado inevitablemente con el diálogo en inglés.

"…Se dirá que ya el cine de por sí es un elemento de penetración foránea, y que poco más da que nos sature de influencias norteamericanas por medio de la imagen y el sonido combinados que por el solo cauce de lo visual"[2]

En tanto Raúl Roa dice, "…dos estaciones centrales tiene hoy el imperialismo norteamericano en Cuba: la naval –y ominosa- de Guantánamo y la fotogénica –también ominosa- de "Fausto" y su sucursal "El Encanto""[3]

En Cuba se siguió haciendo cine mudo, como la película de ficción "Ca-chez-ca" (1926) de Abelardo Domingo quien filmó algunas escenas sobre los estragos del "tristemente célebre" ciclón del 26. Otro que filmó sobre el mismo fenómeno atmosférico fue Manuel Andreu.

El cineasta criollo más conocido de estos años, Ramón Peón, realiza por estos años las películas, "Casi varón", con Blanquita Steevers y Antonio Perdices[4]"El amante enmascarado y "El cobarde valero".

En 1926 se crea la Pan American Pictures Corporation, que a pesar de su nombre en inglés, en de capital cubano, y realiza cinco películas cortas, entre ellas, "Amor y arena", "El inocente" y "La justicia mora", para desaparecer en 1927.

Juan Díaz Quesada, hermano de Enrique Díaz Quesada, pionero del cine cubano, filma "El traficante" (1928) y Mario Orts Ramos dirige, "Alma guajira" (1929).

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En 1929 Ramón Peón dirige, "El veneno de un beso" con Antonio perdices en el protagónico, convirtiéndose en un éxito taquillero en La Habana. Este éxito animó a Perdices, Peón y Barrios a crear la BPP Pictures S.A. en 1930, levantando un estudio en el reparto Almendares.

La BPP rodó en 1930 los cortometrajes, "Varona y el baile de las naciones", "La última jornada del Titán de bronce" y la serie documental, "Conozca a Cuba". Su mayor éxito sería el largometraje, "La Virgen de la Caridad", dirigida por Ramón Peón y protagonizada por Diana V. Marde y Miguel Santos. Con esta película Peón alcanza su momento de madurez, con una obra de mayor pretensión y una realización más cuidados. El tratamiento del tema campesino es reflejado de forma más objetiva, mostrando su precaria vida de dependencia de los latifundistas, hay una mejor dirección de actores, alcanzando una mejor coherencia en su desempeño, con un libreto inspirado en una novela de Enrique Agüero. Por todas estas razones esta película sobresale en el balance de la filmografía del cine silente cubano. "(…) una película silente de mucha calidad que puede calificarse de neorrealista. (…) Excelente por la actuación de los artistas, la dirección, el montaje y el decorado natural".[5]

"Aunque poco preocupado por los temas de incidencias sociales, hay que confesar que Ramón Peón enriqueció el cine cubano con elementos criollos tomados del teatro vernáculo y mejoró en mucho el nivel técnico general de la producción. Todas sus películas, en efecto, están realizadas con una técnica muy cuidada, aunque no se percibe en el resto la imaginación visual de La Virgen de la Caridad"[6]

Ramón Peón García (1887-1971) sale de Cuba en el período más duro de la dictadura de Machado, va a Hollywood y se establece en México, país en que deja su huella de constante trabajo en películas comerciales a la usanza de aquellos años fundadores. Vuelve con frecuencia a Cuba donde filma y produce.

Cerrando el ciclo del cine mudo cubano se filma en 1930, "Gustavo el calavera" dirigida por Jaime Gallardo y basada en la novela homónima de Paul Kook.

En 1932, Max Tosquella y los hermanos Del Barrio compraron el equipamiento necesario en Hollywood para filmar películas sonoras en Cuba. La primera prueba fue un documental comercial encargado por el dueño de un hotel del Vedado; luego se produce el documental musical, "Maracas y bongo" (1932) con Yolanda González y Fernando Gallardo en la actuación y dirigidos por Max Tosquella. Con esta película queda establecido el estereotipo del cine sonoro cubano comercial hecho en Cuba antes de 1959: música cubana, ligada al melodrama.

Ernesto Caparrós dirige en 1937 el primer largometraje sonoro cubano, "La serpiente roja", basado en los episodios radiales del detective chino Shan Li Po, creado por Féix B. Caignet y protagonizada por Animal de Mar. La falta de recursos técnicos y la mala dirección hicieron de esta película una obra mediocre, pero fue la primera.

En 1937 surge "Películas Cubanas S.A. (PECUSA) por iniciativa de Ramón Peón, en la compañía se agrupan los mejores realizadores y técnicos cubanos del momento e incluso contratan a otros provenientes de México; creó estudio y laboratorio, que le permitía realizar en Cuba todo el proceso de post filmación. La empresa produjo seis películas, entre ellas, "Sucedió en La Habana" (1938), con Garrido y Piñeiro y Rita Montaner; "El Romance del Palmar" (1938) y "Una aventura peligrosa" (1939), ambas protagonizadas por Rita Montaner y dirigidas por Ramón Peón. También produjo la película, "Mi tía de América" (1939), dirigida por el mexicano Jaime Salvador. En 1940 se disuelve la PECUSA.

En 1939 llega a Cuba el director español Juan Orol, en Cuba dirige las películas, "Siboney", Sandra la mujer de fuego", "El farol de la ventana", "Tahití" o "La hija del pescador" y "La mesera del café del puerto". Todas películas mediocres y cursis.

En 1937 se filma el primer dibujo animado cubano, "Napoleón el faraón de los sinsabores", dirigido por Manuel Alonso, sobre la base de un personaje de tira cómica de un diario de la época.

Entre 1938 y 1940 se produjo un auge en la producción nacional de películas, un total de 16, la mayoría comedias, musicales y melodramas, de muy buena acogida por el público cubano de la época, porque estaban protagonizadas por famosas figuras de la radio y el teatro vernáculo, moviéndose en decorados artificiales, idílicas postales de turistas, donde los problemas sociales solo eran un eco muy lejano en medio de las pasiones individuales predominantes en las tramas. Toda una versión maniqueista y comercial del país.

Las condiciones para el desarrollo de un cine nacional se hacen muy difícil en la década del 40. Desde la introducción del cine en Cuba la presencia de la cinematografía extranjera, principalmente la de los Estados Unidos tronchan la industria nacional de películas, a pesar de los esfuerzos de algunos emprendedores, la falta de protección de la producción nacional hace muy difícil el desarrollo de un cine cubano.

En Cuba había una cinematografía comparable a la media de la producción Latinoamérica, con un nivel aceptable en la primera mitad del siglo XX y que fue decayendo por la falta de estímulo para la filmación y distribución del producto nacional.

Unido a ello, desde fines de los años 30 se introducen fuertemente en el mercado cubano las películas de México y Argentina con la ventaja con su carga de cursilería y edulcoración que influirá notablemente en la producción nacional que siguió estos patrones.

Durante este período se produce un cine comercial barato, sin muchas pretensiones artísticas, con argumentos simples que pretenden, sobre todo, obtener ganancias seguras y rápidas. El establecimiento de estas pautas trae consigo una relativa recuperación del cine hecho en Cuba que alcanza su mejor momento en 1950 al filmarse 14 películas, cuyos títulos hablan por sí solo: "Siete muerte a plazo fijo", "Hotel de muchachas", "Príncipe de contrabando", "Ídolo de multitudes", "Paraíso robado" y Escuela de modelos", entre otras.

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El cine cubano de este período está marcado por el nombre de Manuel Alonso García (1912- ), al que muchos apodaron el "Zar del Cine en Cuba", no solo por sus cualidades como cineasta sino por su capacidad de "hacer dinero" con el séptimo arte, del cual vivió y con el que se enriqueció

"Siete muertes a plazo fijo" (1950) fue dirigida por Manuel Alonso quien trata de hace una película por encima de la media. Se trata de una trama policiaca atenido a los modelos del género en el cine norteamericano. Trató de armar una buena trama pero la mala dramaturgia y los vicios propios del cine cubano de su época: sobreactuación, recitación radial, verbalismo, etc., lo que hace fracasar la película a pesar de la contratación de algunos técnicos extranjeros para ocuparse de algunos aspectos de la misma.

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En la década del 50 se hace realizan muchas coproducciones con el cine mexicano, muy frecuentes desde finales de los 40. Una de las más fructíferas colaboraciones fue la creación de la productora CUB-MEX S.A. (1953) donde aparece de inversionista el conocido guionista radial, Félix B. Caignet, junto a Roberto Martínez y Agustín P. delgado. Este último director de algunas de las películas de la productora.

Esta empresa produjo cuatro películas basadas en guiones de Caignet y una quinta escrita por Iris Dávila. De Caignet se filmaron, "Ángeles de la calle" (1953), dirigida por Agustín P. Delgado; "El monstruo en la sombra" (1954) dirigido por Zacarías Gómez Urqueza; "Morir para vivir (1954) con la dirección de Miguel Morayta; "La fuerza de los humildes" (1954), también a cargo de Agustín P. Delgado y "El Tesoro de la Isla de Pino" (1956) con Vicente Orará en la dirección. La última película de la productora fue, "Y si ella volviera" (1956) basada en guión de Iris Dávila.[7]

Otras obras de Caignet fueron llevadas al cine por compañías mexicanas, como fueron: "El derecho de nacer" (1951 y 1961), basada en la novela radial homónima; "Lo que debe nacer" (1953), "La mujer que se vendió" (1954) y "Mujer o fiera" (1954)[8]

Con los fines de producción cinematográfica el Gobierno de Batista creo un banco con fondo estatal para el fomento del cine cubano, con dinero de esta entidad se crea el Instituto Nacional para el Fomento de la Industria Cinematográfica (INFICC) en 1955 dirigida por Manuel Alonso quien adquirió equipamiento para crear los estudios nacionales que el estrenara con su segunda película, "Casta de roble", mejor que el primero que dirigiera y con temática cubana que valida la película, aunque el melodrama y las concesiones comerciales lastran la obra.[9]

Terminada la película Alonso arrienda los Estudios Nacionales a Gómez Castro distribuidor de películas mexicanas en Cuba quien se confabula con los productores norteamericanos de la Columbia para impedir el desarrollo del cine nacional con el único fin de impedir que le disputara el mercado cubano del cine, el mayor de Latinoamérica. Junto a esto el éxodo constante de técnicos y artistas para trabajar en el cine mexicano, completan el estancamiento definitivo del cine realizado en la isla.

A pesar de ello aparecían productores cubanos dispuestos a invertir en el cine, es el caso de la "Proficuba" de Manuel de la Pedrosa y Pellón, así como los independientes Juan Orol y Juan J. Ortega, productores de películas de menor valía.

Un intento gubernamental de homenajear a José Martí en el año de su centenario, trajo el proyecto de hacer una película sobre el Apóstol cubano, dirigida por el "Indio" Fernández de México y que llevó por título, "La rosa blanca" (1953).

La película en coproducción con México contó con un buen presupuesto, una gran propaganda y un mejor asesoramiento por parte de la Comisión Estatal Cubana dirigida por Félix Ichaso, lo que no impidió que el mexicano Roberto Cañedo, en el papel de José Martí, entregara una grotesca caricatura del Apóstol al dar la idea de un "romántico enamoradizo" que va por el mundo diciendo frases grandilocuentes en un filme que no se sale de los cánones melodramáticos.

En cuanto cine documental e informativo, Manuel Alonso se sitúa entre los primeros al hacer un noticiero de cine de aceptación (1943) que incluyó un corto humorístico para anunciar la cerveza "Polar", patrocinadora del noticiero. El éxito comercial de Alonso le permitió conquistar los circuitos de exhibición, mejora su equipamiento técnico y estabilizar la producción de cortos comerciales y noticieros.[10]

De más antiguo existía la "Royal News" dedicada a los cortos y noticieros con un eficiente servicio de camarógrafos que le permitía reflejar importantes acontecimientos poco tiempo después de producirse. Ambos noticieros recibían apoyo financiero de la cervecera "La Polar" y del gobierno.

En Cuba había muchas dificultades para hacer un largo metraje por el monopolio de distribución de películas extranjeras, pero en lo concerniente a noticieros si se realizaban y de mucha inmediatez que era la base para su rápida distribución. "Los mejores camarógrafos de esta época era Guayo, Caparroz, Abelardo Domingo, Delgado, Bravo y Manduley"[11]

Como alternativa informativa el Partido Socialista Popular crea la "Cuba Sono Film" dedicada al trabajo informativo. Su producción se exponía en locales sindicales, bateyes azucareros y poblados campesinos, todas áreas marginadas de los circuitos comerciales de proyección cinematográfica.

El trabajo de la "Sono Film" se desarrolla entre 1938 y 1952, contando con muy buenos colaboradores entre fotógrafos, camarógrafos e intelectuales cubanos, entre ellos Nicolás Guillén y Alejo Carpentier. Este último como sonidista en algunos documentales.[12]

Otros noticieros independientes de la década de los 50 fueron, "América", "Nacional" y "Cine Periódico", nutridos con imágenes de camarógrafos que vendían a estos u otros noticieros.

Fuera del cine comercial se hace una cinematografía alternativa desarrollada por aficionados, muchos de ellos por vocación, algunos con una buena calidad. Entre ellos es muy frecuente la experimentación, tanto técnica como artística, a más de ser los mejores informados sobre lo que ocurre en el cine mundial del momento.

En 1943 se organiza el I Congreso de Cine Amateur, auspiciado por el Club Fotográfico de Cuba. En el evento fueron premiados los cortos, "La vida de los peces" del doctor Armando Menocal; "Vida y triunfo de un pura sangre criollo", de Jaime Traumont y "Varadero" de Guillermo González.

En esta década de los 40 sobresale Plácido González Gómez que hace documentales casi artesanales: "Un día casando palomas" (1943), "El tesoro sangriento" (1945), en colaboración con Walfredo Piñera, en colores y sobre el tema de la piratería; "Cimarrón, en colaboración con Néctor Armenteros; "Close Up" o "Un suicidio en primer plano" y "Uno el solitario" (1960), este último de excelente fotografía.

Paul Villanueva se relaciona con el cine experimental por más de diez años. Crea el grupo "Tecnifilm" con el que realiza cinco películas en blanco y negro y a colores: "Un ensayo en contraluz", usando filtros rojos; "El beso fatal", parodia sobre el cine silente" y "La creación" en el que intenta hacer un filme sobre la creación de la tierra utilizando ingeniosos efectos visuales.

A principios de la década del 50 otro grupo de jóvenes intelectuales trata de hacer cine, entre ellos Edmundo Denoes, Ramón F. Suárez, Guillermo cabrera Infante, Germán Puig y Carlos Franqui.

Puig y Franqui filmaron, "Carta a una madre", película publicitaria en la que colaboró Ramón F. Suárez en los cortes y la edición

El mismo Suárez, junto a Vicente revuelta y Adela Escartín realizan un documental argumental, "El guante"; Cabrera Infante y Suárez filman un corto sobre la pintura y cerámica de Amelia Peláez; Néstor Almendros y Suárez realizan "Hamlet" con Julio Mata en la actuación. Almendros dirige posteriormente, "The mount of Luna" y "59 y 59", ambas películas experimentales que preparó en Nueva York.

Otro que experimentó con la cinematografía fue Antonio Cernuda que a finales de los 50 y principios de los 60 experimentó con las fotos fijas a color (slidos) en películas que tienen más valor estético que argumental. Su mejor obra, "Diez Centavos" en la que se acerca a la intención argumental.

En 1953 Tomás Gutiérrez Alea, Julio García Espinosa y el dominicano Oscar Torres van a Italia para estudiar en el "Centro Sperimentale de Cinematografía" en Roma, allí permanecieron dos años tras los cuales regresan a Cuba con muchos deseos de aplicar lo aprendido con las formas de hacer del neo-realismo italiano.

Ese mismo año 1955, apoyados por la sección de cine de la "Sociedad Nuestro Tiempo" se fueron a la Ciénaga de Zapata y filmaron una película de media hora que resultó una fuerte denuncia social contra la miseria del campesino cubano.

La película, "El Mégano" fue dirigida por Julio García espinosa, con la colaboración de Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara, José Massip y Jorge Haydú, todos figuras fundacionales de la futura industria cinematográfica cubana después del triunfo de la Revolución.

La película es un documento importante para el cine nacional, tanto por sus méritos artísticos como por su valor social que llevó al régimen de Batista a secuestrarla por "subversiva y peligrosa"

El dibujo animado cubano tuvo en Manuel Alonso a un precursor, dibujante de profesión y auxiliado por Antonio (Ñico) Luhrsen y Lucio Carranza crea los "cartones" a partir de las tiras cómicas que se publicaban en el periódico "El País Gráfico", con el título de "Napoleón, el faraón de los sinsabores" (1937), con una duración de 2 minutos, en blanco y negro y filada en 37 mm.

Casi simultáneamente los dibujantes Roseñada y Silvio preparan sus "Cartones" con el personaje de "Masabí", en tanto en Guantánamo Luis Castillo junto a un grupo de entusiastas, hace de forma casi artesanal dos películas animadas, "Coctel Musical" (1946) y "El jíbaro y el cerdito" (1947), obras de poco nivel técnico y artístico.[13]

Con mucha más profesionalidad César Cruz Barrios crea en Santiago de Cuba un estudio de animación cuyo primer trabajo fue, "Restituto el detective", seguido de "El gato con botas". En 1947 crea la "Productora nacional de Películas de Santiago de Cuba", ya con carácter profesional su primer trabajo fue, "El hijo de la ciencia" (1947), cinta en colores y totalmente hecha en Cuba. La distribución de la película fue un fracaso económico por el boicot que le hicieron las distribuidoras nacionales y extranjeras.[14]

Eduardo Hernández (Guayo) dirigió el noticiero "Noticuba" (1957) y en el introduce "muñequitos" cubanos. Los primeros cartones fueron, "Agencia de mudanza", "Fumar es un placer" y un comercial de la gasolina cubana "Reca, los dibujos fueron hecho por Isaac Hernández Gutiérrez y su auxiliar fue José Lugo, todo este material firmado a color.[15]

Con la aparición de la televisión la producción nacional de animados cobro cierto auge. Los más importantes trabajos los realizó la "Agencia Siboney", para la que trabajaron, Jesús de Armas, Eduardo Muñoz Bach y Manuel Lamar (Lillo).[16]

La primera película cubana para la televisión se realizó en 1954, "La Ley del bandido", dirigida por Gaspar Áreas y guión de Dora Alonso, basado en un cuento de ella misma.

En cuanto al promoción del cine, el Departamento de Cinematografía de la Universidad de La Habana hizo una importante contribución, dirigida por el profesor José Manuel Valdés Rodríguez creador de la Cinemateca de Cuba y organizador de cursos especializados que contribuyó a formar a los mejores críticos de cine en Cuba.

Este curso se impartía en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana y llevó por título: "Cine: Industria y Arte de Nuestro Tiempo"

Destacada labor de divulgación la desarrollada por el grupo de Cine Arte, el Cine Club de La Habana, animado por Germán Puig y Ricardo Vigón, además del Centro Católico de Orientación Cinematográfica.

La Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y su sección de cine, en sus debates y en la revista de la institución desarrollaron una gran labor divulgativa y de crítica.

 

 

Autor:

Ramón Guerra Díaz

 

[1] Antiguo Tacón y actual Teatro García Lorca

[2] Jorge Mañach en “El Excelcior-El País” 3/5/1929

[3] Raúl Roa en “Carta a Jorge Mañach”, Rev. Orto, julio, 1929

[4] El Rodolfo Valentino cubano.

[5] Georges Sadoul citado por Josefina Ortega en “Ramón Peón el deseo compulsivo de filmar”. La Jiribilla Digital, Nº 84/2002

[6] Luciano Castillo, “ Ramón Peón, el Griffith cubano”, 21/11/2008, en Habana Radio Digital

[7] “El cine en la obra de Félix B. Caignet”, en rev. “La Gaceta de Cuba Nº 6/1994

[8] Ídem

[9] “Breve historia de un cine” por Fausto Canel

[10] “Apuntes para la historia de un cine sin historia”. José Antonio González. La Habana, 1987

[11] “Bebo Muñiz: confieso que he vivido”, Loudes Pasalodos, en rev. Caimán Barbudo, agosto 1990

[12] “Sobre la fotografía cubana”, María Eugenia Haya, en Revolución y Cultura Nº 93, 1980

[13] “Notas para una cronología del dibujo animado cubano”, Roberto Cobas, en rev. Cine Cubano, 1994.

[14] Ídem

[15] “Muñequitos en colores hechos en Cuba”. Sin firma, en rev. Bohemia Nº 5, 2/2/1958–

[16] “Notas para una cronología del dibujo animado cubano”, Roberto Cobas, en rev. Cine Cubano, 1994