Descargar

Breve bosquejo a la economía y la sociedad cubana en la década del ´50

Enviado por yeyler


    Desde 1902 la República de Cuba estuvo influenciada por el imperialismo norteamericano desde el punto de vista económico, social, militar y político. Todo este periodo republicano estuvo preñado de corrupciones administrativas amparadas por los gobernantes de la época que fueron sumergiendo al país en una profunda crisis económica.

    Después del golpe de Estado perpetrado por Batista en 1952 la situación social se fue agudizando cada vez más, ya que este gobierno de facto se preocupó más que ninguno que los que le antecedieron por servirle fielmente a los intereses norteamericanos, dejando a un lado las vicisitudes que padecía el pueblo.

    Las inversiones extranjeras, principalmente norteamericanas, caracterizaron el periodo, lo cual trajo consigo que la economía nacional se deformara estructuralmente aún más. A ésto se le sumó inevitablemente males sociales como la discriminación de sexo y raza, el analfabetismo, el latifundio, la precaria situación de la vivienda de las masas populares, entre otros que fueron empeorando la situación existente.

    El Censo de Población y Viviendas de 1953 demostró, aunque no totalmente, el estado en que se encontraba la sociedad cubana que distaba mucho de ser la que Batista había prometido cuando no permitió que en 1952 se realizaran elecciones para imponerse por la fuerza en la silla presidencial.

    El imperialismo norteamericano creó una ilusión de prosperidad donde se escondía su penetración cada vez mayor en la economía cubana, orientada en dos objetivos: convertir a Cuba en una fuente de materias primas barata y utilizarla como amplio mercado para sus manufacturas.

    -Debe señalarse que el imperialismo contaba en Cuba con inversiones, cuyo valor oscilaba en los mil millones de dólares, sólo superado durante ese periodo en América, por Venezuela y Brasil. Estas inversiones controlaban el 40% de la producción azucarera, el 90% de los servicios eléctricos y telefónicos, el 50% de los ferrocarriles y el 23% de la industria no azucarera.-

    "Ocupaban el 25% de las mejores tierras, es decir, unas 114 fincas con una extensión superior a las cinco mil hectáreas, donde radicaban los quince mayores latifundios. Poseían los 36 mejores centrales azucareros, de los 161 con que contaba el país. Otras inversiones se registraban en las ramas más importantes de la agricultura, así como en la banca, la manufactura, los servicios públicos, el comercio y la minería, este último renglón estratégico donde no admitía competencia."

    Cuba, por ser un país esencialmente agrícola, las deformaciones y los grandes males que presentaba su economía deben explicarse a la luz de la problemática de este importante sector productivo.

    -Resulta esclarecedor señalar que el sector agrícola representaba en el período estudiado cerca del 41% del ingreso nacional, y ocupaba el 41,5% de la población económicamente activa.-

    La concentración de la tierra en unas pocas manos había adquirido en las últimas décadas ritmos ascendentes, con grandes implicaciones, desde el punto de vista social y económico para el campesinado.

    -Hacia 1959, 3602 unidades físicas representaban el 73% del total de las tierras. Las fincas de más de cincuenta hectáreas, a pesar de ser sólo 1336, totalizaban 4 253 000 hectáreas, lo que representaba el 46% de la superficie de tierra total.-

    -El latifundio se hallaba más difundido en las provincias orientales, donde grandes extensiones de tierra se dedicaban a la crianza de ganado y al cultivo de la caña de azúcar. Los latifundios azucareros ocupaban un área aproximada de 2 948 234 hectáreas.- El número de tierras no cultivadas constituye una verdadera denuncia de lo que era el régimen de explotación agrícola.

    El latifundio guardaba una estrecha relación con el grado de rentabilidad de la producción azucarera y con la existencia de arrendatarios, precaristas y un verdadero ejército de campesinos sin tierras que se veían obligados a trabajar en ellas por un bajo jornal.

    De las 10 744 000 hectáreas de tierra en Cuba, la industria azucarera ocupaba, aproximadamente, el 25% de esa área, y daba ocupación al 15% de la fuerza de trabajo. Las grandes compañías, además de ser propietarias de los centrales, solían poseer miles de hectáreas, 28 entidades eran propietarias directas o controlaban más de la quinta parte del área cultivable de Cuba.

    Aunque el país contaba con una economía abierta, poseía una dependencia del comercio exterior, antes del triunfo de la Revolución no existía una política que orientara esta actividad. Todas las operaciones comerciales se encontraban en manos de firmas privadas, tanto nacionales como extranjeras. Se trataba de un comercio reflejo de la carencia del desarrollo económico integral. Un solo producto, el azúcar, constituía, de manera determinante, la supervivencia del país.

    -Desde 1934 hasta 1958 el azúcar representó 62,4% del valor total de las exportaciones cubanas. A esa marcada tendencia monoexportadora es necesario añadir, como elemento no menos perjudicial, la dependencia, casi exclusiva, del mercado estadounidense.-

    En gran medida, esas importaciones eran de bienes de consumo, artículos suntuarios, equipos de transporte, o maquinarias de reposición para la incipiente industria. -Los implementos agrícolas o industriales, fundamentales para el desarrollo del país, sólo absorbieron el 5% del crédito del país, y los automóviles, efectos eléctricos, de construcción, artículos de ferretería, víveres y licores, acaparaban el 65,1% del total. Cada año se destinaba alrededor de un 20% de las importaciones de productos de origen agropecuario y un 22,6% a importaciones de bienes de consumo no duradero, paradójicamente, tan sólo se daba un 26% a las importaciones de capital fijo.-

    El comercio con Estados Unidos absorbía, aproximadamente, un 80% de las exportaciones y un 75% de las importaciones, y se desarrollaba en condiciones muy desventajosas para Cuba, se calculó la pérdida, en los últimos 10 años anteriores a 1959, en unos mil millones de dólares.

    -Por su parte el desarrollo industrial de Cuba era muy escaso. Únicamente alcanzaba su mayor proporción en la industria azucarera. En 1958, 160 centrales molían y producían 5 613 332 toneladas largas españolas, con un valor estimado de 578 900 000 dólares.-

    La industria estaba compuesta por dos grandes grupos: uno, constituido aproximadamente por el 80% del total de las empresas del país, con un carácter artesanal y de baja productividad; y el otro, integrado por el 20% restante, en su mayoría propiedad de empresas extranjeras o de sus filiales, algunas de ellas con una avanzada tecnología y que, frecuentemente, monopolizaba distintas ramas productivas.

    El desarrollo del sector manufacturero entre 1950 y 1957 experimentó un aumento del 28,7%, sin que ello, desde luego, formara parte del plan integral y efectivo para su perfeccionamiento.

    El empleo en la segunda mitad de la década del ´50 manifestó una tendencia al estancamiento o a la disminución relativa con respecto al crecimiento de la población económicamente activa en Cuba.

    La demanda de empleo era más aguda en las zonas rurales, debido al carácter estacional de las zafras azucareras y de otras labores agrícolas, así como por un incremento más elevado de la población activa en esos lugares. El censo realizado en 1953 estableció la cifra de 489 005 obreros agrícolas, lo que representaba un 72% de la mano de obra utilizada en ese sector.

    -En 1958, la situación del empleo y el desempleo llegó a índices tales que elevan la profundidad del drama social. De un cálculo de 6 669 134 habitantes como población total del país para ese año, sólo dos millones representaban la fuerza de trabajo. De esta última cifra, las personas ocupadas constituían el 65,2%; las parcialmente ocupadas, el 10,1%; las ocupadas sin remuneración, el 7,10%; los desempleados, el 16,4%; y otras, el 1,3%. Muchos más altos eran, sin embargo, los niveles de desempleo en el campo, especialmente, en el periodo del llamado "tiempo muerto", durante los cuales podían alcanzar el 20,7% de la fuerza laboral económicamente activa. Si sumamos las categorías de parcialmente ocupado, ocupados sin remuneración y desocupado, tendríamos que las personas en situación de desempleo o subempleo alcanzaron la cifra de 738 000, lo que representaba un 33,5% del total.-

    -En ese mismo año, el salario mínimo mensual en las zonas urbanas era de 80 pesos, fuera de ellas era de 75 pesos -en realidad, menor- y en el área metropolitana, 85 pesos en su conjunto, sin embargo, podemos apreciar que el 53% de los trabajadores con empleo devengaban un salario inferior a los 35 pesos mensuales. El ingreso medio de una familia de obreros agrícolas era de 45,72 pesos al mes. De este salario, el 70% era consumido en necesidades de alimentación.-

    En lo que respecta a la educación vale señalar que la privada se desarrollaba de manera considerable, y contaba en 1958 con una matrícula escolar de 90 000 alumnos a nivel nacional. Entre sus gestores más prósperos estaba la iglesia.

    El problema de la educación se agudiza más en las zonas rurales, donde ocurrían situaciones como la falta de escuelas, tanto públicas como privadas, el estado deplorable de las instalaciones existentes y la escasez de maestros. Otro problema que se presentó en el campo fue la necesidad de incorporación al trabajo de forma temprana de los menores de la familia para contribuir a la economía familiar, por lo que muchos niños se vieron imposibilitados de recibir educación escolar. El índice más representativo de lo anteriormente señalado, lo constituyen los seiscientos mil niños sin escuelas en el país, sobre todo en el campo.

    -El analfabetismo en las zonas urbanas alcanzaba el 23,6% en Cuba, pero en el campo ascendía al 41,7% lo cual significaba la existencia aproximada de un millón de analfabetos, a lo que se sumaban, en cantidades de cientos de miles los semi analfabetos.-

    En los centros de enseñanza secundaria y universitaria las condiciones materiales eran menos preocupantes si las comparamos con la crítica situación en el nivel primario; pero estos centros eran escasos en número, a pesar de la población relativamente baja que acudía a los mismos.

    -La enseñanza universitaria, aunque de carácter público, resultaba poco accesible a la población, pues su costo real la vedaba para la mayoría del pueblo. En las universidades estudiaban 20 905 jóvenes. De ellos 1 256 en la Universidad de Oriente. –

    La situación de la salud era bastante precaria. En 1958, Cuba tenía solo 7 200 médicos. La única escuela de medicina existente formaba al alumno en el espíritu del ejercicio privado de la profesión. En consecuencia, cientos de sus egresados imprimían a esta actividad, de gran contenido humano, un carácter mercantil.

    El número de hospitales y clínicas era de 336, con 28 236 camas disponibles. De este total, las clínicas privadas ascendían a 239. Su ubicación de servicio no estaban en función -como es fácil comprender-, de ofrecer el mejor servicio a la comunidad, sino de lograr la mayor ganancia posible.

    Mientras tanto, los hospitales estatales alcanzaban tan sólo la cifra de 97, en Oriente sólo existían treinta de ellos aunque hay que señalar que la mayoría de estas instalaciones hospitalarias se resumían en casas de socorro o pequeñas clínicas particulares y dispensarios médicos.

    La distribución de médicos por regiones y provincias no respondía a un plan, sino al resultado anárquico de la ubicación que cada médico conseguía de manera individual. Frecuentemente, el médico situaba su consultorio a gran distancia de los lugares más intrincados, donde vivían miles de campesinos. A esta inconveniencia se agregaba el costo de la consulta médica y de los medicamentos, por lo que, de hecho, el servicio médico quedaba vedado para una gran parte de la comunidad, especialmente la población rural.

    En ese orden, no mejoraba la asistencia estatal a los impedidos físicos y a los ancianos. Una gran parte de estas instituciones estaba bajo el cuidado de organizaciones religiosas o de la Corporación Nacional de Asistencia Pública. El Ministerio de Salubridad no lograba establecer ninguna política al respecto o coordinar algún plan de salud.

    Por su parte el campesinado era uno de los sectores sociales que más sufría. La situación de los colonos pequeños no difiere mucho de la de los pequeños campesinos; una gran parte, los llamados "vinculados" o "controlados", pagaba la renta al dueño del central azucarero mediante la venta de sus cañas a este. Los llamados colonos "libres" o propietarios de sus tierras, podían vender la caña a cualquier central, pero esta opción no ofrecía ventajas de un valor real.

    En las relaciones de producción supervivían numerosos rezagos de carácter semifeudal entre ellos la llamada "aparcería, " mediante la cual los productores se veían obligados a pagar a los propietarios de las tierras donde laboraban elevadas rentas en especie. Valga recordar también el caso de los precaristas, asentados en tierras del propietario, sin garantía jurídica alguna, por lo que los primeros quedaban a expensas de las exigencias del segundo.

    La seguridad social para los campesinos fue limitada, y en su aplicación práctica, exigua y burlada con frecuencia. El acceso del campesino al médico, a la adquisición de medicinas y a la hospitalización era difícil. También eran elevados los índices de inasistencia escolar y el analfabetismo en las zonas rurales. Según una encuesta realizada en el año 1957 por una institución católica, la situación de los campesinos era la siguiente:

    1. -Constituyen más del 40% de la población y solo perciben el 10% del ingreso nacional.
    2. Un 14% de la población rural padeció o padecía de tuberculosis, mientras que el 31% había contraído el paludismo.
    3. El 68,5% vivía en bohíos de guano y piso de tierra. El 85% no disponía de agua corriente. El 54,1% no poseía ningún tipo de servicios sanitarios. El 95% carecía de duchas. El 91% presentaba estados de destrucción. El 90% no disponía de luz eléctrica. –

    De una parte, el gran terrateniente resultaba promotor o beneficiario de la política más reaccionaria contra el pueblo. De otra, el campesino pobre y el obrero agrícola que escenificaban históricas jornadas de lucha contra el desalojo, en pro de la distribución de tierras, en favor de precios justos para sus productos, por el aumento del jornal y una mejora general en cuanto a la seguridad social.

    Sin dudas, junto con el campesinado, el movimiento obrero, también sufrió de la crisis estructural de la economía neocolonial. Las limitaciones del pasado para el desarrollo industrial dejaron sus huellas en la composición de desarrollo de la clase obrera cubana. Una idea de su magnitud lo da el hecho de que si descontamos los 90 200 obreros que, aproximadamente, trabajaban de forma directa o indirecta en la industria azucarera, tendríamos que tan sólo 400 000 componían el total real de los que laboraban en la industria.

    El carácter clasista de los intereses del movimiento obrero fue su base de apoyo natural, pero no por ello debemos pensar que el mismo resultara, en conjunto, homogéneo. Sin dudas debemos tener presente que existían diferencias marcadas entre los obreros agrícolas, industriales, empleados y profesionales. En el seno del movimiento obrero coexistían distintos niveles de desarrollo político e ideológico. El sindicalismo reaccionario aprovechaba estas circunstancias – el status y las condiciones materiales y sociales diferentes en los distintos sectores y las diferencias de distinto orden, – para promover la división, desorientación y hasta tomar posiciones y persuadir a la clase obrera.

    En junio de 1947, la demanda de desalojo de la recién elegida directiva de la Central de Trabajadores de Cuba (Unitaria) fue orientada por el gobierno auténtico, como muestra de su servilismo a la política de Guerra Fría llevada a cabo por los Estados Unidos, a favor de los intereses del sindicalismo amarillo y de las posiciones demagógicas y reaccionarias de los gobernantes auténticos. También así pudieron materializarse los asaltos de corte fascista a los sindicatos obreros e imponer a los trabajadores las directivas presididas, primero, por Ángel Cofiño, después, por Eusebio Mujal, y que serían nuevamente mantenidas por el autentesismo o el batistato en los cinco congresos sindicales espurios que marcaron el periodo posterior. De ese modo comenzó para el movimiento obrero un periodo largo y gris que habría de prolongarse hasta el mismo triunfo de la Revolución en 1959.

    El mujalismo representó la imposición gubernamental y, de hecho, la debilidad de la clase dueña de los destinos económicos del país, expresada por el interés de tratar de mantener a su lado un movimiento obrero que ya había arribado a la madurez. Durante todo 1958, el mujalismo mantuvo consignas contrarias a la huelga política bajo el pretexto de la no participación del movimiento obrero en los conflictos políticos.

    El embajador de Estados Unidos en Cuba expresaba sus impresiones sobre el mujalismo donde afirmaba que en el periodo de Batista -se cerraron todos centros de enseñanza, se esparció el terror por toda la isla, aumentaron los actos de terrorismo o sabotaje, se esparcían rumores de una Huelga General y Mujal, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de Cuba, le había informado que temía no poder mantener el control de las organizaciones obreras.-

    Además dicho embajador señalaba que -Batista permanecía en el poder porque tenía el apoyo del ejército, los líderes obreros y una buena economía. De haber salido Mujal de Cuba, se hubiera eliminado uno de los principales apoyos de Batista, pues Mujal controlaba al movimiento obrero a favor de Batista.-

    En su política de dirigente reaccionario, Eusebio contó con el apoyo incondicional de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres y de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT). El 20 de enero de 1958, al regresar de la reunión del Comité Ejecutivo Internacional de la ORIT, celebrada en Washington del 13 al 15 de enero de ese mismo año, declaró que el Comité Ejecutivo de esa organización había acordado, unánimemente, otorgar su confianza absoluta a las garantías ofrecidas por el gobierno cubano para las elecciones que conducirían al país por la vía de la democracia, la paz y la libertad.

    El régimen de Batista no procedió a la disolución los sindicatos y de sus estructuras, práctica habitual de otras tiranías de la época, sino que, consciente de su utilidad, el gobierno se encaminó a la consolidación de la penetración de las organizaciones obreras por medio del mujalismo.

    La década del ´50 no se caracterizó por la conquista de demandas obreras. El periodo en cuestión (1956-1958) fue pobre en ese aspecto, especialmente en reclamos laborales, y casi nulo en acciones de ese carácter. Esto se explica por tres razones diferentes:

    1. El control mujalista sobre la CTC tuvo, indudablemente, efectos neutralizantes para el movimiento obrero. El desprestigio y la ausencia del apoyo del mujalismo a las masas obreras no significa que pudiera menospreciarse sus poderosos recursos económicos y el apoyo oficial.
    2. Aunque el periodo no estuvo caracterizado por la bonanza económica, al menos, no registró crisis y la burguesía no se vio impulsada a despojar a los obreros de sus conquistas fundamentales.
    3. La represión política desatada por el gobierno en el transcurso de estos años fue extraordinaria, lo que dificultó la movilización obrera.

    Desde 1957, el Movimiento 26 de Julio realizaba una ardua labor en este importante sector al crear el Frente Obrero Nacional (FON), con el criterio de vincularlo a los frentes obreros de otras organizaciones. En realidad, esta táctica fue poco aplicada en la práctica.

    Pese a la adhesión de la clase obrera al proceso insurreccional, el FON no logró penetrar las estructuras del movimiento obrero, lo que implicó que no fuera mejor aprovechado el potencial político de esta organización en favor de la insurrección.

    En marzo de 1958, el Movimiento 26 de Julio ultimó los detalles de la huelga que tendría lugar el 9 de abril de ese año. Sin embargo, los problemas y las incomprensiones que las distintas organizaciones revolucionarias -el Movimiento 26 de Julio y el Partido Socialista Popular- experimentaron en sus relaciones y la unidad de acción, se manifestaron, de manera igualmente perjudicial en el movimiento obrero.

    Al término de la reunión en Alto de Mompié en la Sierra Maestra, se acordó crear en sustitución del FON, el Frente Obrero Nacional Unido (FONU), con nuevos y correctos criterios -reiterados en esta ocasión por el propio Comandante en Jefe Fidel Castro-, sobre la unidad de todas las organizaciones, especialmente con el Partido Socialista Popular (PSP), dada su influencia en el movimiento obrero. Realmente, los meses de vida que le quedaban a la dictadura, fueron de completa actividad militar por parte del Ejército Rebelde, por lo cual, obviamente, el FONU tuvo escasas posibilidades de desarrollar su actividad en la lucha propiamente sindical.

    Otro de los males que no se pueden soslayar en la República mediatizada fue la discriminación tanto de raza como de sexo; muchas compañías y hoteles limitaban o impedían el acceso de los negros como empleados. Incluso, cuando entre 1956 y 1958 el problema no se comportaba en tales extremos, veamos algunos elementos que al respecto nos ofrece el censo de 1953: -sólo un 3,15% de los negros obtuvieron títulos profesionales; el 88% del total ganaba menos de 59 pesos mensuales.-

    En más de una ciudad fue histórica la práctica discriminatoria de establecer parques para negros y otros para blancos o la variante de pasear en ellos por sendas diferentes.

    Además, el desempleo, la vejez sin socorro social, la invalidez física, los niños sin protección, la falta de recursos para mantener una familia, a veces numerosa, hacía que fueran cada vez mayor el contingente de los mendigos. -En 1958 se calculaba, de manera inexacta, la existencia de unos 7 500 mendigos en Cuba.-

    La situación económica y social de Cuba en la primera década de la segunda mitad del siglo XX no presentaba perspectivas para un cambio positivo a favor de las clases populares, por el contrario, cada vez más su economía se deformaba y se enraizaba en su dependencia del capital y la política económica norteamericanas. Los sectores desposeídos perdieron sus esperanzas de mejoría después de perpetrarse el golpe de Estado de 1952 y haber salido como Presidente de la República Batista en la farsa electoral del ´54.

    BIBLIOGRAFÍA

    Abreu, Ramiro J.: En el último año de aquella República. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984 Anuario Azucarero de Cuba. Censo de la Industria Azucarera de Cuba y Manual Estadístico Nacional e Internacional. Cuba Económica y Financiera. La Habana.1956 -1958. Castro Ruz, Fidel: La Historia me Absolverá. Editora Política, La Habana, 1964 Chang, Federico y Ana Julia García: Historia de Cuba 1930-1959. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986del Toro, Carlos: Algunos aspectos económicos y sociales y políticos del movimiento obrero cubano. (1933-1958). Editorial Arte y Literatura. La Habana,1974Fernández Hernández, Darnys: El proceso histórico de formación del Movimiento 26 de Julio en Palma Soriano (1950-1956), Trabajo de Diploma, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 2003Ibarra, Jorge: Cuba 1898-1958. Estructuras y procesos sociales. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1995 Le Riverend, Julio: Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1989. Tomo VI________________: La República. Dependencia y Revolución. Editora Universitaria, La Habana, 1966 Memorias del censo agrícola de 1952.: Cuba Económica y Financiera. La Habana. 1953 Oficina Nacional de Censo Demográfico y Electorales: Censo de Población, Vivienda y Electoral. 1953 Osa, Enrique de la: Las Clases y la lucha de clases en la sociedad neocolonial cubana. Ciencias Sociales, La Habana, 1980Pino Santos, Oscar: El asalto a Cuba por la oligarquía financiera yanqui. Editorial Orbe, La Habana,1973 _________________: El imperialismo norteamericano en la economía de Cuba. Editorial de ciencias sociales, La Habana 1973Zuaznábar, Ismael: La economía cubana en la década del 50. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1989 Publicaciones Periódicas: Anuario estadístico de Cuba-1958. Censo de la industria azucarera de Cuba y Manual Estadístico Nacional e Internacional. Cuba Económica y Financiera, La Habana,1958

    Yeyler