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Desarrollo del sistema de ciencia e innovación tecnológica en Cuba

Enviado por Diana Acosta Torres


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Consideraciones finales
  5. Bibliografía

Resumen

Desde el inicio de la etapa de colonización, Cuba inicia su desarrollo de aplicación de la ciencia y la transferencia de tecnologías que continua hasta nuestros días.

En el presente trabajo proponemos una panorámica de esos resultados vistos en forma cronológica, permitiéndonos hacer una comparación en la que se refleja el trabajo con rigor y consistencia realizado por el Estado Cubano desde el triunfo de la Revolución y en el que se aprecia la poca importancia que recibió este tema por los diferentes gobiernos que lo antecedieron, desde la llegada de los españoles.

Por último se perfila la perspectiva de continuidad de dicha política a pesar de la situación de crisis económica por la que se transita.

Palabras claves: ciencia; innovación; tecnología.

Abstract

From the beginning of the colonization stage, Cuba begins its development of application of science and the transfer of technologies that continuous until our days.

This present work proposes a panoramic of those results seen in a chronological order, allowing us to make a comparison in which is reflected the work with rigor and consistency carried out by the Cuban State since the triumph of the Revolution and in it is appreciated the lack of importance that this topic received from different previous governments, since the arrival of the Spaniards.

Lastly the perspective of continuity of this politics is profiled in spite of the situation of economic crisis by which it is trafficked.

Key words: science; innovation; technology.

Introducción

En la época de la colonia, debido al auge del puerto de La Habana como nudo de transporte marítimo, el médico sevillano Lázaro de Flores redactó el primer libro científico escrito en Cuba, Arte de Navegar, publicado en Madrid en 1673 (en Cuba no había aún imprenta). Entre las novedades introducidas por los colonos españoles en el siglo XVI, que fueron muchas: ganado, cultivos, fortalezas, fabricación de barcos, etc. estuvo el comienzo del cultivo de la caña de azúcar. La planta comenzó a cultivarse en Cuba en las primeras décadas del siglo XVI, por lo general sólo se llegaba hasta la obtención de melado. Ya en el siglo XVII, se crearon varias fábricas de azúcar en la zona de La Habana. Salvo por el uso de los molinos de tres mazas verticales, los procedimientos técnicos para la obtención de azúcar eran prácticamente los mismos  utilizados desde la introducción de esta industria en España, por los árabes, en el siglo IX.

En 1724 se logró el establecimiento de un colegio de la Compañía de Jesús (la orden religiosa generalmente conocida como "los jesuitas") en La Habana y poco después en Puerto Príncipe, hoy la  ciudad de Camagüey. La enseñanza en este plantel era muy rigurosa y abarcaba también las ciencias. El Colegio San José pronto se convirtió en el preferido de las clases pudientes habaneras, incluso después del establecimiento, en 1728 de la Universidad de La Habana, que pertenecía a la Orden de los Predicadores ("los dominicos"). En la universidad comenzó a enseñarse medicina aparte de leyes y teología, que antes había que estudiar en España o en la Nueva España (México). Después de 1767, cuando se produjo la expulsión de los jesuitas de España y sus dominios, el colegio jesuita se convirtió en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, que en las primeras décadas del siglo XIX tuvo singular importancia, mientras que la iglesia del colegio pasó a ser y todavía es, la catedral de La Habana.

En 1800 y 1804 estuvo brevemente en Cuba el gran explorador y eminente geógrafo y geólogo alemán Alejandro de Humboldt quien recopiló información sobre el país y recorrió algunas zonas del mismo, como resultado de lo cual publicó, en 1826 en francés, su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, que al año siguiente se editó en español. Humboldt ofreció, por primera vez, una visión sintética, pero con cierto grado de detalle y ciertamente documentada, de la sociedad y la naturaleza cubana, llegando a ser considerado, por algunos como "el segundo descubridor de Cuba".

Por la misma época, en 1802 llegó a Cuba el segundo obispo de La Habana (la diócesis habanera se creó en 1789), Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, más conocido como "el obispo Espada". Fundó el primer cementerio habanero, impulsó las tareas de la Sociedad Económica, sobre todo en lo referente a la educación, y apoyó las reformas en la enseñanza en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio que introdujeron varios de sus profesores, como José Agustín Caballero, Justo Vélez y en especial Félix Varela. También respaldó el obispo la labor del ya destacado médico Tomás Romay en la introducción en 1804 de la vacuna contra la viruela en Cuba, y en las campañas de vacunación que Romay dirigió durante décadas.

El presbítero Félix Varela Morales (1788-1853), quien dio inicio a una tradición de pensamiento en Cuba, la cual mantuvo su influencia durante todo el siglo XIX, tuvo entre sus obras, especial significación la enseñanza de la ciencia y sobre todo, la manera de pensar en términos científicos, apartándose de la lógica escolástica.

En 1817 se creó el Jardín Botánico de La Habana, esta fue la primera institución científico-investigativa creada en Cuba, aunque realmente alcanzó auge desde 1824.

En 1823 se produjo el restablecimiento de la enseñanza práctica de la medicina con disecciones, promovido por Tomás Romay, e interrumpida desde hacía algunos años. Ello tuvo lugar en el Real Hospital Militar de La Habana, al cual se adscribió un Museo de Anatomía, dirigido por el cirujano español Francisco Alonso Fernández, y luego por el estrecho colaborador de este, el habanero Nicolás José Gutiérrez (1800-1890). En 1836-1837 Gutiérrez realizó una estancia de estudios en hospitales parisinos, como resultado de la cual introdujo en Cuba el estetoscopio y varias técnicas para la realización de operaciones mayores. En 1840 fundó la primera revista médica cubana, el Repertorio Médico Habanero.

La comisión médica enviada por Estados Unidos a Cuba en 1900, presidida por Walter Reed, para el estudio de la situación epidemiológica se dedicó en especial a la etiología de la fiebre amarilla, pero al principio no prestó atención alguna a la "teoría del mosquito como modo de transmisión de la fiebre amarilla" del Dr. Carlos Juan Finlay, sin embargo las autoridades sanitarias  en los Estados Unidos presentaron a Reed como el descubridor del modo de transmisión de la fiebre amarilla, tratando de escamotear los meritos reconocidos del médico cubano. En realidad, sólo el éxito de la campaña de erradicación de Aedes aegypti en La Habana, llevada a cabo en 1901, con el asesoramiento de Finlay, demostró de manera totalmente convincente la certeza de sus ideas.

El desarrollo de la investigación científica, bajo las condiciones de la república neocolonial, fue muy limitado. El Estado no apoyó la investigación bacteriológica, en la cual había sido pionero en América el Laboratorio Histo-bacteriológico. Tampoco recibieron apoyo las investigaciones de historia natural, mediante la creación, por ejemplo, de museos, y ello se dejó por entero a los individuos, a veces agrupados en sociedades, como la Sociedad Cubana de Historia Natural "Felipe Poey", fundada en 1913 por el discípulo predilecto de don Felipe, el malacólogo Carlos de la Torre (1858-1950), quien llevó a cabo muy meritorias investigaciones sobre los moluscos de Cuba, y realizó aportes al estudio de la paleontología. Fue también un destacado pedagogo, y de cierta manera, la figura emblemática de la ciencia cubana hasta su fallecimiento.

Otros naturalistas destacados en esta época fueron el franco-cubano Joseph Silvestre Sauget (Hermano León), quien elaboró una Flora de Cuba en 5 volúmenes y un suplemento, Charles T. Ramsden de la Torre, sobrino de Carlos de la Torre, quien residía en Santiago de Cuba estudió, sobre todo la fauna de la zona oriental del país, y Mario Sánchez Roig, con sus estudios sobre peces y crustáceos. Los dos últimos naturalistas crearon museos privados.

Lo explicado anteriormente permite apreciar lo limitado que fue el desarrollo de la ciencia y la tecnología en más de trescientos cincuenta años en Cuba y compararlos, haciendo un análisis de los resultados alcanzados en los cincuenta y tres primeros años de la Revolución.

Desarrollo

Cuando se produce en Cuba el triunfo de la Revolución en 1959, uno de los proyectos que ésta se propone, es el desarrollo de la ciencia y la tecnología, para ello no se carecía como señaló oportunamente Le Riverend en 1965, de ciertos puntos de partida para comenzar el trabajo en algunos aspectos planteado, era evidente la desproporción entre los objetivos de ese proyecto y la base científica y tecnológica nacional (Le Riverend 1971). La percepción, en aquellos momentos, de que el alcance de esos objetivos en la esfera de la ciencia y la tecnología no dependían solamente de las transferencias externas, sino de la creación de una base nacional de ciencia y tecnología, es algo que junto con las acciones implementadas rápidamente al efecto por sí sólo bastaría para ubicar a Cuba entre los casos de mayor interés en los esfuerzos por alcanzar un desarrollo científico y tecnológico de bases endógenas en la segunda mitad del siglo XX.

Para coadyuvar a este empeño, en el país estaban presentes factores socioculturales favorables al arribo más rápido a la revolución técnica y a una nueva sociedad, e incitaban a la aceleración de estos procesos: el hecho de constituir Cuba una sola nación mestiza con un solo idioma y una sola cultura nacional; la existencia de una relativa democratización de las costumbres y una discriminación racial con caracteres menos dramáticos que en otros países; una religiosidad matizada; una red de comunicaciones eléctricas de cierto alcance, entre otros (Núñez Jiménez 1964), facilitó el desarrollo de este proyecto.

El 20 de febrero de 1962, se promulgó la Ley 1011 del Gobierno Revolucionario y se creó la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, subordinada al Consejo de Ministros, se daba así uno de los primeros pasos efectivos para ir convirtiendo en realidad el objetivo estratégico expresado por Fidel Castro en enero de 1960, devenido después lema genuino del desarrollo científico en el país: "El futuro de nuestra patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento."

El futuro era concebido desde el comienzo como indisolublemente vinculado a un principio

fundamental para una verdadera política científica nacional: la unidad del progreso técnico con el progreso social (Castro 1960, Castro 1963). Ese propio año de 1962, la reforma universitaria y el comienzo de la creación de institutos de investigación en el Ministerio de Industrias, al frente del cual estaba Ernesto Che Guevara, constituyeron otros hitos fundamentales del momento inicial de promoción de la ciencia y la tecnología en función, sobre todo, de las prioridades del desarrollo económico y social (CSU 1962; Sáenz y García Capote 1989); otro importante paso fue la decisión adoptada, en 1966, de crear una primera red de institutos de investigación en Ciencias Médicas.

Esos primeros avances habían estado precedidos, en 1961, por la Campaña Nacional de

Alfabetización, en la que aprendieron a leer y escribir 707 000 compatriotas. Más de 40 años después, Cuba diseñó el programa «Yo, sí puedo», para contribuir a acabar con ese mal en otros países y que sentó las bases para que la actividad científica, no deviniera después en realización privilegiada de algunas capas o grupos sociales para que no constituyera un enclave de real o posible conocimiento en un enorme espacio de escasa escolaridad.

Tabla 1 Impactos de la Campaña de Alfabetización (1961)

Indicador

  • Participantes en la campaña

  • Personas alfabetizadas

  • Reducción del índice de analfabetismo

Resultado

270 000 (Participaron voluntariamente:

maestros, estudiantes y trabajadores)

700 000 (Mujeres: 55%)

23,1% en 1958 / 3,9% en 1961

CIEM 1997

Durante estos años, al tiempo que la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) desarrollaba sus actividades, en otros organismos y agencias estatales fueron surgiendo centros de investigación que respondían a necesidades específicas (agrícolas, industriales y de los servicios, no abarcadas por la ACC), entre las cuales estaban complejos problemas relacionados con la alimentación animal, la biomedicina y la salud animal, planteados por el amplio programa de desarrollo económico y social adoptado en Cuba.

Junto a la temprana especialización de la ACC en el estudio de los recursos naturales, la construcción de la base científico-técnica nacional se caracterizó por la pronta y sostenida creación de centros de excelencia, dotados de tecnología avanzada y capaces, a su vez, de generarla, que completan el perfil del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología con su dedicación a problemas de gran vigencia nacional y casi siempre, internacional (Simeón 1996).

Por otra parte, desde mediados de la década de los 60, la investigación en las universidades comenzó a manifestarse con decisión y nitidez crecientes, para hacer buena una de las pautas más significativas de la reforma universitaria de 1962, que definió la promoción y desarrollo de la investigación científica como una misión básica irrenunciable (CSU 1962).

A principios de 1969, esa misión estaba claramente establecida y en marcha. La distribución territorial alcanzada posteriormente por el sistema de nuestras universidades ha llegado a ser un importante factor de emparejamiento del desarrollo científico y tecnológico nacional visto por regiones.

De este modo, se fue conformando en todo el país una red de instituciones de investigación-

desarrollo (I+D), que aborda hoy un conjunto de cuestiones cuyo esclarecimiento científico y solución tecnológica demanda el progreso de la vida económica, social y espiritual de la nación. La mayor parte de los centros de I+D se concentran en los sectores de las ciencias naturales, técnicas y el medio ambiente, educación superior y salud pública.

En Cuba, de cada 1 000 personas, 155 participan en el proceso de ciencia e innovación Tecnológica, 1,8 son científicos o ingenieros (superiores a la media del mundo subdesarrollado y por encima de muchos países desarrollados), y 3,9 son profesionales y técnicos (CITMA 1998).

Tabla 2 Unidades de investigación según su categoría

Tipo de centros de I+D

• Centros de Investigación-Desarrollo

• Centros de Investigación-Producción

• Áreas de Investigación-Desarrollo (AID)

• Centros de Servicio Científico-Técnico (USCT)

Total de Centros de Investigación Científica

1987

108

2

33

143

1997

126

6

76

13

221

ACC 1988, CITMA 1998

Así, en los primeros años de la década del 70, se producen profundas transformaciones en cuanto a la formación del potencial científico y tecnológico del país, siendo las principales:

  • Creación del Ministerio de Educación Superior, para atender este nivel de enseñanza, incluida la Educación Postgraduada, que había surgido, aunque muy incipientemente, entre finales de los años 60 e inicios de los 70.

  • Ampliación de la red de centros de educación superior y de centros de I+D, procesos estos que han seguido perfeccionándose hasta el presente.

  • Establecimiento de los sistemas de categorización docente y científica, para el reconocimiento, tanto moral como material, de los profesionales dedicados a la enseñanza superior y a la investigación científica, respectivamente.

  • Inicio del trabajo de formación de profesionales con grados científicos, para lo cual se crea la Comisión Nacional de Grados Científicos.

  • Creación de centros de investigación y desarrollo a partir de un notable esfuerzo inversionista.

Tabla 3 Centros de I+D en los principales sectores económicos

Principales sectores económicos

• Ciencia naturales, técnicas y medio ambiente

• Educación superior

• Salud pública

• Agricultura

• Metal-mecánica

• Geólogo minero, energético

• Manufacturero

• Cultura

Producción de azúcar

• Biotecnología

• Economía

• Construcción

Centros de I+ D

44

39

27

19

18

10

8

9

6

6

4

4

CITMA 1998

Todos estos cambios posibilitaron al país pasar de un estadio de escaso capital humano, a otro con recursos humanos capacitados en las esferas de la ciencia y la tecnología, y una base material adecuada para su desempeño.

Hacia mediados de los 70, tras 15 años de esfuerzos sostenidos por construir un sector de I+D, se consideró que había sido alcanzada una "masa crítica" de recursos asignados a esta esfera. Este factor objetivo llevó a la creación, en 1974, del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica y, posteriormente, en 1976, Comité Estatal de Ciencia y Técnica. Es, precisamente, también

A partir de 1975 se establece la idea de coordinar mejor los esfuerzos por la vía de organizar la I+D en problemas de investigación, lo que permitiría un marcaje más nítido de las prioridades, y una preocupación porque se actuara más resueltamente con las salidas que empezaban a obtenerse en la esfera de la innovación tecnológica que, entonces en Cuba, se denominaba "introducción de resultados" (ACC 1987).

Desde principios de los años 80, a partir de la orientación decididamente humanista que caracteriza la salud pública en Cuba y sobre la base del potencial humano creado con anterioridad en las disciplinas que deben confluir para la intensificación de la calidad de las Ciencias Médicas y de los servicios de salud pública, se intensifica el desarrollo de centros de excelencia en esta esfera y comienza a disponerse de novedosas tecnologías nacionalmente generadas. En muchos sentidos, esto marca un derrotero distintivo de la maduración de la ciencia y la innovación en el país.

Es en estas condiciones que Cuba se aproxima a la década de los 90. En la esfera organizativa de la ciencia y la tecnología, los años 90 resultan marcados por la introducción de importantes elementos de integración como los polos científico-productivos, articuladores de redes de cooperación, integrados por las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) y el Forum Nacional de Ciencia y Técnica.

Las BTJ, en particular, constituyen un movimiento de creación e innovación científico técnica, integrado por jóvenes y orientado a la búsqueda de soluciones a los problemas técnicos que necesitan una respuesta en la esfera productiva.

Tanto el número como el efecto económico de las innovaciones realizadas por la ANIR se han incrementado con el decursar de los años. En especial, el resultado económico se ha incrementado, de 44,6 millones de pesos cubanos en 1989, a 176,7 millones en el 2000 (ANIR 2002).

El Forum es un movimiento de integración concebido como instrumento organizativo, e incorporado al Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica. El mismo valora las soluciones y propone la introducción de aquellas que signifiquen un mayor aporte, constituyan un impulso a la sustitución de importaciones y estimulen el desarrollo de tecnologías y actividades científicas decisivas para las diferentes industrias. Cada solución se reconoce públicamente y su autor recibe un estímulo.

Los mayores aportes se registran en la producción, los servicios, la salud y la enseñanza, que acumulan el 86,7% de todas las soluciones (Forum 2000).

Tabla 4 Evolución del Forum de Ciencia y Técnica

Trabajos presentados

Soluciones

Autores

1982

818

818

1 500

2000

940 828

2 056 228

1 484 363

Forum 2000

Por su parte, las universidades tienden cada vez más a convertirse en centros multifacéticos, para incluir docencia, investigación y producción; los programas científico-técnicos son estructurados por proyectos específicos sometidos a evaluación periódica; la política científica y tecnológica incluye la valoración ecológica; se comienza un proceso, cuya finalidad es llevar las cuestiones de ciencia y tecnología hasta las bases en los municipios y los consejos populares (García Capote 1998).

Consideraciones finales

Cualquiera que sea la valoración que pueda hacerse sobre la actividad científica y tecnológica en Cuba con anterioridad a 1959, no cabe la menor duda de que lo acumulado hasta ese momento en cuanto a científicos y especialistas, instituciones, tradiciones e información, entre otros elementos, era insuficiente en relación con las dimensiones del proyecto económico y social que la Revolución cubana adelantó de inmediato.

La percepción de los líderes del proyecto económico y social cubano, hace 53 años, de que alcanzar los principales objetivos y poner, en consecuencia, la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo humano, no dependía solamente (factores políticos aparte) de la transferencia de tecnología y de su financiamiento externo, sino, al propio tiempo, de la construcción y disponibilidad de una base científica y tecnológica nacional, pero, sobre todo, la real e inmediata puesta en práctica de decisivas acciones para materializar esa construcción, denota en ellos una de las más perspectivas visiones. La rapidez y claridad con que se puso manos a la obra al respecto se han hecho, justamente, proverbiales.

En la medida en que hubo una evaluación externa favorable respecto a la consolidación del proceso político en Cuba y mejoraron, en consecuencia, las fuentes de financiamiento en moneda convertible, aumentó la transferencia de tecnología hacia Cuba desde países desarrolladas de economía de mercado. Esta transferencia tuvo éxitos variables y deficiencias, debidas éstas, en algunos casos, a fallos de la tecnología en sí y, en otros, a nuestra insuficiente cultura empresarial.

La evaluación social de la tecnología es una piedra de toque en toda política científica y tecnológica y eran objeto de evaluación, entre otros numerosos aspectos, las cuestiones referentes a la propiedad industrial involucrada, a los impactos ambientales de las tecnologías contenidas en una propuesta de inversión y a las posibilidades de soluciones tecnológicas nacionales.

A partir de la segunda mitad de los años 70, precisamente, se insiste en la necesidad de modificar la mentalidad importadora y de fortalecer un enfoque de productores y exportadores.

En diciembre de 1984, se plantea en la Asamblea Nacional que el nivel de desarrollo social alcanzado permitía, y la situación internacional lo exigía, enfatizar en un desarrollo económico centrado en el comprometimiento mayor de la base técnico-productiva creada y un alineamiento superior de los centros de investigación con su importante potencial científico-técnico.

En este camino, en la década de los 80, la voluntad política orientada al propósito humanista consustancial al programa de salud, lanzado a principios de los años 60, propicia una firme incursión en una esfera de alta tecnología (la Biotecnología), que constituyó una fuerte apuesta de futuro, hoy validada por el desarrollo ulterior de los acontecimientos.

Esta incursión encuentra un punto de partida sólido en las instituciones de investigación biomédica que a impulsos de ese programa se habían venido creando, precisamente, desde entonces.

Desde los años 90, la política tecnológica experimenta una inflexión, con aspectos claramente diferenciados entre sí como la recurrencia, por una parte, a tecnologías tradicionales o muy tradicionales y, por otra, la fuerte irrupción, por la vía de la transferencia desde el exterior, de la tecnología de la información; una nueva apuesta por una estratégica generación nacional de productos y sistemas informáticos en el rumbo hacia una sociedad de la información puesta en función del beneficio de todos los cubanos y los logros ya firmes en la exportación de productos y procesos de alta tecnología autóctona.

Por su parte, la generación nacional de conocimientos científicos y tecnológicos ha tenido muy en cuenta, sobre todo, la prioridad de honda raíz humanista dada a la salud pública y a su soporte científico y tecnológico, los requerimientos ambientalistas y el hecho evidente de que la agricultura y los factores sociales de cada país requieren soluciones que no pueden, en general, ser transferidas desde el exterior.

El cambio tecnológico que se ha venido produciendo en el país resulta, finalmente, de la conjunción de esas dos vertientes de lo que se ha dado en llamar la aplicación de la ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo.

Bibliografía

  • http://www.google.com.cu/: 2003; La estrategia de desarrollo científico y tecnológico en Cuba; www.undp.org.cu/idh%20cuba/cap2.pdf, jueves, 27 de octubre del 2011: 11:24 a.m.

  • http://www.google.com.cu/: Centro de Investigaciones de la economía mundial, 2004; Investigación sobre la ciencia, tecnología y desarrollo humano en Cuba, 2003; www.ciem.cu/…/8…Investigación%20sobre%20ciencia,…, jueves,27 de octubre del 2011: 2:30 p.m.

  • http://www.google.com.cu/: 2008: Cincuenta hitos de la ciencia revolucionaria-Cuba-juventud:www.juventudrebelde.cu/cuba/…/cincuenta-hitos-de-la-ciencia-rev… : Viernes,28 de octubre del 2011: 10:30 a.m.

  • http://www.google.com.cu/: 2008: Resultados de la ciencia en Cuba: resultados.redciencia.cu/ : viernes 28 de octubre del 2011: 11:30 a.m.

 

 

Autor:

Ing. Andrés Acosta Vila

Profesor Asistente de la FCM

Ing. Mirtha Torres Terrero

Profesora Asistente

Isla de la Juventud

Enviado por:

Diana Acosta Torres