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La gran rebelión (página 3)

Enviado por ggt24


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CAPÍTULO X.

EL YO PSICOLÓGICO

Esta cuestión del mí mismo, lo que yo soy, eso que piensa, siente y actúa, es algo que debemos auto-explorar para conocer profundamente.

Existen por doquiera muy lindas teorías que atraen y fascinan; empero de nada serviría todo eso si no nos conociésemos a sí mismos.

Es fascinante estudiar astronomía o distraerse un poco leyendo obras serias, sin embargo, resulta irónico convertirse en un erudito y no saber nada sobre sí mismo, sobre el yo soy, sobre la humana personalidad que poseemos.

Cada cual es muy libre de pensar lo que quiera y la razón subjetiva del animal intelectual equivocadamente llamado hombre da para todo, lo mismo puede hacer de una pulga un caballo que de un caballo una pulga; son muchos los intelectuales que viven jugando con el racionalismo ¿Y después de todo qué?

Ser erudito no significa ser sabio. Los ignorantes ilustrados abundan como la mala hierba y no solamente no saben sino, además, ni siquiera saben que no saben.

Entiéndase por ignorantes ilustrados los sabihondos que creen que saben y ni siquiera se conocen a sí mismos.

Podríamos teorizar hermosamente sobre el yo de la Psicología, mas no es eso precisamente lo que nos interesa en este capítulo.

Necesitamos conocernos a sí mismos por vía directa sin el proceso deprimente de la opción.

En modo alguno sería esto posible sino nos auto-observáramos en acción de instante en instante, de momento en momento.

No se trata de vernos a través de alguna teoría o de una simple especulación intelectiva.

Vernos directamente tal cual somos es lo interesante; sólo así podremos llegar al conocimiento verdadero de sí mismos.

Aunque parezca increíble nosotros estamos equivocados con respecto a sí mismos.

Muchas cosas que creemos no tener tenemos y muchas que creemos tener no tenemos.

Nos hemos formado falsos conceptos sobre si mismos y debemos hacer un inventario para saber qué nos sobra y qué nos falta.

Suponemos que tenemos tales o cuales cualidades que en realidad no tenemos y muchas virtudes que poseemos ciertamente las ignoramos.

Somos gente dormida, inconsciente y eso es lo grave. Desafortunadamente pensamos de sí mismos lo mejor y ni siquiera sospechamos que estamos dormidos.

Las sagradas escrituras insisten en la necesidad de despertar, mas no explican el sistema para lograr ese despertar.

Lo peor del caso es que son muchos los que han leído las sagradas escrituras y ni siquiera entienden que están dormidos.

Todo el mundo cree que se conoce a sí mismo y ni remotamente sospechan que existe "la doctrina de los muchos".

Realmente el yo psicológico de cada cual es múltiple, deviene siempre como muchos.

Con esto queremos decir que tenemos muchos yoes y no uno solo como suponen siempre los ignorantes ilustrados.

Negar la doctrina de los muchos es hacerse tonto a sí mismo, pues de hecho sería el colmo de los colmos ignorar las contradicciones íntimas de que cada uno de nosotros posee.

Voy a leer un periódico, dice el yo del intelecto; al diablo con tal lectura, exclama el yo del movimiento; prefiero ir a dar un paseo en bicicleta. Qué paseo ni qué pan caliente, grita un tercero en discordia; prefiero comer, tengo hambre.

Si nos pudiésemos ver en un espejo de cuerpo entero, cual somos, descubriríamos por sí mismos en forma directa la doctrina de los muchos.

La humana personalidad es tan solo una marioneta controlada por hilos invisibles.

El yo que hoy jura amor eterno por la Gnosis, es más tarde desplazado por otro yo que nada tiene que ver con el juramento; entonces el sujeto se retira.

El yo que hoy jura amor eterno a una mujer es más tarde desplazado por otro que nada tiene que ver con ese juramento, entonces el sujeto se enamora de otra y el castillo de naipes se va al suelo.

El animal intelectual equivocadamente llamado hombre es como una casa llena de mucha gente.

No existe orden ni concordancia alguna entre los múltiples yoes, todos ellos riñen entre sí y se disputan la supremacía. Cuando alguno de ellos consigue el control de los centros capitales de la máquina orgánica, se siente el único, el amo, empero al fin es derrocado.

Considerando las cosas desde este punto de vista, llegamos a la conclusión lógica de que el mamífero intelectual no tiene verdadero sentido de responsabilidad moral.

Incuestionablemente lo que la máquina diga o haga en un momento dado, depende exclusivamente del tipo de yo que en esos instantes la controle.

Dicen que Jesús de Nazareth sacó del cuerpo de Maria Magdalena siete demonios, siete yoes, viva personificación de los siete pecados capitales.

Obviamente cada uno de estos siete demonios es cabeza de legión, por ende debemos sentar como corolario que el Cristo íntimo pudo expulsar del cuerpo de la Magdalena millares de yoes.

Reflexionando todas estas cosas podemos inferir claramente que lo único digno que nosotros poseemos en nuestro interior es la ESENCIA, desafortunadamente la misma se encuentra enfrascada entre todos esos múltiples yoes de la Psicología revolucionaria.

Es lamentable que la esencia se procese siempre en virtud de su propio embotellamiento.

Incuestionablemente la esencia o conciencia que es lo mismo, duerme profundamente.

CAPÍTULO XI.

LAS TINIEBLAS

Uno de los problemas más difíciles de nuestra época ciertamente viene a ser el intrincado laberinto de las teorías.

Indubitablemente, por estos tiempos se han multiplicado exorbitantemente por aquí, por allá y acullá las escuelas seudo-esoteristas y seudo-ocultistas.

La mercadería de almas, de libros y teorías es pavorosa, raro es aquel que entre la telaraña de tantas ideas contradictorias logre en verdad hallar el camino secreto.

Lo más grave de todo esto es la fascinación intelectiva; existe la tendencia a nutrirse estrictamente en forma intelectual con todo lo que llega a la mente.

Los vagabundos del intelecto ya no se contentan con toda esa librería subjetiva y de tipo general que abunda en los mercados de libros, sino que ahora y para colmo de los colmos, también se atiborran e indigestan con el seudo-esoterismo y seudo-ocultismo barato que abunda por doquiera como la mala hierba.

El resultado de todas estas jergas es la confusión y desorientación manifiesta de los bribones del intelecto.

Constantemente recibo cartas y libros de toda especie; los remitentes como siempre interrogándome sobre ésta o aquella escuela, sobre tal o cual libro, yo me limito a contestar lo siguiente: Deje Ud. la ociosidad mental; a Ud. no tiene porqué importarle la vida ajena, desintegre el yo animal de la curiosidad, a Ud. no deben importarle las escuelas ajenas, vuélvase serio, conózcase a sí mismo, estúdiese a sí mismo, obsérvese a sí mismo, etc., etc., etc.

Realmente lo importante es conocerse a sí mismo profundamente en todos los niveles de la mente.

Las tinieblas son la inconsciencia; la luz es la conciencia; debemos permitir que la luz penetre en nuestras tinieblas; obviamente la luz tiene poder para vencer a las tinieblas.

Desgraciadamente las gentes se encuentran auto-encerradas dentro del ambiente fétido e inmundo de su propia mente, adorando a su querido Ego.

No quieren darse cuenta las gentes de que no son dueños de su propia vida, ciertamente cada persona está controlada desde adentro por muchas otras personas, quiero referirme en forma enfática a toda esa multiplicidad de yoes que llevamos dentro.

Ostensiblemente cada uno de esos yoes pone en nuestra mente lo que debemos pensar, en nuestra boca lo que debemos decir, en el corazón lo que debemos sentir, etc.

En estas condiciones la humana personalidad no es más que un robot gobernado por distintas personas que se disputan la supremacía y que aspiran al supremo control de los centros capitales de la máquina orgánica.

En nombre de la verdad hemos de afirmar solemnemente que el pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre aunque se crea muy equilibrado vive en un desequilibrio psicológico completo.

El mamífero intelectual en modo alguno es unilateral, si lo fuera sería equilibrado.

El animal intelectual es desgraciadamente multilateral y eso está demostrado hasta la saciedad.

¿Cómo podría ser equilibrado el humanoide racional? Para que exista equilibrio perfecto se necesita de la conciencia despierta.

Solo la luz de la conciencia dirigida no desde de los ángulos sino en forma plena central sobre nosotros mismos, puede acabar con los contrastes, con las contradicciones psicológicas y establecer en nosotros el verdadero equilibrio interior.

Si disolvemos todo ese conjunto de yoes que en nuestro interior llevamos, viene el despertar de la conciencia y como secuencia o corolario el equilibrio verdadero de nuestra propia psiquis.

Desafortunadamente no quieren darse cuenta las gentes de la inconsciencia en que viven; duermen profundamente.

Si las gentes estuvieran despiertas, cada cual sentiría a sus prójimos en sí mismos.

Si las gentes estuvieran despiertas, nuestros prójimos nos sentirían en su interior.

Entonces obviamente las guerras no existirían y la tierra entera sería en verdad un paraíso.

La luz de la conciencia, dándonos verdadero equilibrio psicológico, viene a establecer cada cosa en su lugar, y lo que antes entraba en conflicto íntimo con nosotros, de hecho queda en su sitio adecuado.

Es tal la inconsciencia de las multitudes que ni siquiera son capaces de encontrar la relación existente entre luz y conciencia.

Incuestionablemente luz y conciencia son dos aspectos de lo mismo; donde hay luz hay conciencia.

La inconsciencia es tinieblas y éstas últimas existen en nuestro interior.

Solo mediante la auto-observación psicológica permitimos que la luz penetre en nuestras propias tinieblas.

"La luz vino a las tinieblas pero las tinieblas no la comprendieron".

CAPÍTULO XII.

LAS TRES MENTES

Existen por doquiera muchos bribones del intelecto sin orientación positiva y envenenados por el asqueante escepticismo.

Ciertamente el repugnante veneno del escepticismo contagió a las mentes humanas en forma alarmante desde el siglo XVIII.

Antes de aquel siglo la famosa isla Nontrabada o Encubierta, situada frente a las costas de España, se hacía visible y tangible constantemente.

No hay duda de que tal isla se halla ubicada dentro de la cuarta vertical. Muchas son las anécdotas relacionadas con esa isla misteriosa.

Después del siglo XVIII la citada isla se perdió en la eternidad, nadie sabe nada sobre la misma.

En las épocas del Rey Arturo y de los caballeros de la mesa redonda, los elementales de la naturaleza se manifestaron por doquiera, penetrando profundamente dentro de nuestra atmósfera física.

Son muchos los relatos sobre duendes, genios y hadas que todavía abundan en la verde Erim, Irlanda; desafortunadamente, todas estas cosas inocentes, toda esta belleza del alma del mundo, ya no es percibida por la humanidad debido a las sabihondeces de los bribones del intelecto y al desarrollo desmesurado del Ego animal.

Hoy en día los sabihondos se ríen de todas estas cosas, no las aceptan aunque en el fondo ni remotamente hayan logrado la felicidad.

Si las gentes entendieran que tenemos tres mentes, otro gallo cantaría, posiblemente hasta se interesarían más por estos estudios.

Desgraciadamente los ignorantes ilustrados, metidos en el recoveco de sus difíciles erudiciones, ni siquiera tienen tiempo para ocuparse de nuestros estudios seriamente.

Esas pobres gentes son autosuficientes, se hallan engreídas con el vano intelectualismo, piensan que van por el camino recto y ni remotamente suponen que se encuentran metidas en un callejón sin salida.

En nombre de la verdad debemos decir que en síntesis, tenemos tres mentes.

A la primera podemos y debemos llamarla Mente Sensual, a la segunda la bautizaremos con el nombre de Mente Intermedia. A la tercera la llamaremos Mente Interior.

Vamos ahora a estudiar cada una de estas tres Mentes por separado y en forma juiciosa.

Incuestionablemente la Mente Sensual elabora sus conceptos de contenido mediante las percepciones sensoriales externas.

En estas condiciones la Mente Sensual es terriblemente grosera y materialista, no puede aceptar nada que no haya sido demostrado físicamente.

Como quiera que los conceptos de contenido de la Mente Sensual tienen por fundamento los datos sensoriales externos, indubitablemente nada puede saber sobre lo real, sobre la verdad, sobre los misterios de la vida y muerte, sobre el alma y el espíritu, etc.

Para los bribones del intelecto, atrapados totalmente por los sentidos externos y embotellados entre los conceptos de contenido de la mente sensual, nuestros estudios esotéricos les son locura.

Dentro de la razón de la sin razón, en el mundo de lo descabellado, ellos tienen razón debido a que están condicionados por el mundo sensorial externo. ¿Cómo podría la Mente Sensual aceptar algo que no sea sensual?

Si los datos de los sentidos sirven de resorte secreto para todos los funcionalismos de la Mente Sensual, es obvio que estos últimos tienen que originar conceptos sensuales.

Mente Intermedia es diferente, sin embargo, tampoco sabe nada en forma directa sobre lo real, se limita a creer y eso es todo.

En la Mente Intermedia están las creencias religiosas, los dogmas inquebrantables, etc.

Mente Interior es fundamental para la experiencia directa de la verdad.

Indubitablemente la Mente Interior elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por la conciencia superlativa del Ser.

Incuestionablemente la conciencia puede vivenciar y experimentar lo real. No hay duda de que la conciencia sabe de verdad.

Sin embargo, para la manifestación la conciencia necesita de un mediador, de un instrumento de acción y éste en sí mismo es la Mente Interior.

La conciencia conoce directamente la realidad de cada fenómeno natural y mediante la Mente Interior puede manifestarla.

Abrir la Mente Interior sería lo indicado a fin de salir del mundo de las dudas y de la ignorancia.

Esto significa que solo abriendo la Mente Interior nace la fe auténtica en el ser humano.

Mirada esta cuestión desde otro ángulo, diremos que el escepticismo materialista es la característica peculiar de la ignorancia. No hay duda de que los ignorantes ilustrados resultan ciento por ciento escépticos.

La fe es percepción directa de lo real; sabiduría fundamental; vivencia de eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

Distíngase entre fe y creencia. Las creencias se encuentran depositadas en la Mente Intermedia, la fe es característica de la Mente Interior.

Desafortunadamente existe siempre la tendencia general a confundir la creencia con la fe. Aunque parezca paradójico enfatizaremos lo siguiente: "EL QUE TIENE FE VERDADERA NO NECESITA CREER".

Es que la fe auténtica es sapiencia vívida, cognición exacta, experiencia directa.

Sucede que durante muchos siglos se ha confundido a la fe con la creencia y ahora cuesta mucho trabajo hacerles comprender a las gentes que la fe es sabiduría verdadera y nunca vanas creencias.

Los funcionalismos sapientes de la mente interior tienen como resortes íntimos todos esos datos formidables de la sabiduría contenida en la conciencia.

Quien ha abierto la Mente Interior recuerda sus vidas anteriores, conoce los misterios de la vida y la muerte, no por lo que haya leído o dejado de leer, no por lo que otro haya dicho o dejado de decir, no por lo que se haya creído o dejado de creer, sino por experiencia directa, vívida, terriblemente real.

Esto que estamos diciendo no le gusta a la mente sensual, no puede aceptarlo porque se sale de sus dominios, nada tiene que ver con las percepciones sensoriales externas, es algo ajeno a sus conceptos de contenido, a lo que le enseñaron en la escuela, a lo que aprendió en distintos libros, etc., etc., etc.

Esto que estamos diciendo tampoco es aceptado por la Mente Intermedia porque de hecho contraría sus creencias, desvirtúa lo que sus preceptores religiosos le hicieron aprender de memoria, etc.

Jesús El Gran Kabir advierte a sus discípulos diciéndoles: "Cuidaos de la levadura de los saduceos y de la levadura de los fariseos".

Es ostensible que Jesús El Cristo con esta advertencia se refirió a las doctrinas de los materialistas saduceos y de los hipócritas fariseos.

La doctrina de los saduceos está en la Mente Sensual, es la doctrina de los cinco sentidos.

La doctrina de los fariseos se halla ubicada en la Mente Intermedia, esto es irrefutable, irrebatible.

Es evidente que los fariseos concurren a sus ritos para que se diga de ellos que son buenas personas, para aparentar ante los demás, mas nunca trabajan sobre sí mismos.

No seria posible abrir la Mente Interior sino aprendiéramos a pensar psicológicamente.

Incuestionablemente cuando alguien empieza a observarse a sí mismo es señal de que ha comenzado a pensar psicológicamente.

En tanto uno no admita la realidad de su propia Psicología y la posibilidad de cambiarla fundamentalmente, indubitablemente no siente la necesidad de la auto-observación psicológica.

Cuando uno acepta la doctrina de los muchos y comprende la necesidad de eliminar los distintos yoes que carga en su psiquis con el propósito de liberar la conciencia, la esencia, indubitablemente de hecho y por derecho propio inicia la auto-observación psicológica.

Obviamente la eliminación de los elementos indeseables que en nuestra psiquis cargamos origina la apertura de la Mente Interior.

Todo esto significa que la citada apertura es algo que se realiza en forma graduativa, a medida que vayamos aniquilando elementos indeseables que llevamos en nuestra psiquis.

Quien haya eliminado los elementos indeseables en su interior en un ciento por ciento, obviamente también habrá abierto su mente interior en un ciento por ciento.

Una persona así poseerá la fe absoluta. Ahora comprenderéis las palabras del Cristo cuando dijo: "Si tuvieseis fe como un grano de mostaza moveríais montañas".

CAPÍTULO XIII.

MEMORIA-TRABAJO

Incuestionablemente cada persona tiene su propia Psicología particular, esto es irrebatible, incontrovertible, irrefutable.

Desafortunadamente las gentes nunca piensan en esto y muchos ni lo aceptan debido a que se hallan atrapados en la mente sensorial.

Cualquiera admite la realidad del cuerpo físico porque lo puede ver y palpar, empero la Psicología es cuestión distinta, no es perceptible para los cinco sentidos y por ello la tendencia general a rechazarla o simplemente a subestimarla y despreciarla calificándose de algo sin importancia.

Indubitablemente cuando alguien comienza a auto-observarse es señal inequívoca de que ha aceptado la tremenda realidad de su propia Psicología.

Es claro que nadie intentaría auto-observarse si no encontrara antes un motivo fundamental.

Obviamente quien inicia la auto-observación se convierte en un sujeto muy diferente a los demás, de hecho indica la posibilidad de un cambio.

Desafortunadamente la gente no quiere cambiar, se contenta con el estado en que vive.

Causa dolor ver cómo las gentes nacen, crecen, se reproducen como bestias, sufren lo indecible y mueren sin saber por qué.

Cambiar es algo fundamental, pero ello es imposible si no se inicia la auto-observación psicológica.

Es necesario empezar a verse a sí mismo con el propósito de auto-conocernos, pues en verdad el humanoide racional no se conoce a sí mismo.

Cuando uno descubre un defecto psicológico, de hecho ha dado un gran paso porque esto le permitirá estudiarlo y hasta eliminarlo radicalmente.

En verdad que nuestros defectos psicológicos son innumerables, aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero no alcanzaríamos a enumerarlos a todos cabalmente.

Lo grave de todo esto es que no sabemos medir el espantoso realismo de cualquier defecto; siempre le miramos en forma vana sin poner en él la debida atención; lo vemos como algo sin importancia.

Cuando aceptamos la doctrina de los muchos y entendemos el crudo realismo de los siete demonios que Jesús el Cristo sacó del cuerpo de María Magdalena, ostensiblemente nuestro modo de pensar con respecto a los defectos psicológicos, sufre un cambio fundamental.

No está de más afirmar en forma enfática que la doctrina de los muchos es de origen Tibetano y Gnóstico en un ciento por ciento.

En verdad que no es nada agradable saber que dentro de nuestra persona viven cientos y miles de personas psicológicas.

Cada defecto psicológico es una persona diferente existiendo dentro de nosotros mismos aquí y ahora.

Los siete demonios que el Gran Maestro Jesús el Cristo arrojó del cuerpo de María Magdalena son los siete pecados capitales: Ira, Codicia, Lujuria, Envidia, Orgullo, Pereza, Gula.

Naturalmente cada uno de estos demonios por separado es cabeza de legión.

En el viejo Egipto de los Faraones, el iniciado debía eliminar de su naturaleza interior a los demonios rojos de SETH si es que quería lograr el despertar de la conciencia.

Visto el realismo de los defectos psicológicos, el aspirante desea cambiar, no quiere continuar en el estado en que vive con tanta gente metida dentro de su psiquis, y entonces inicia la auto-observación.

A medida que nosotros progresamos en el trabajo interior podemos verificar por sí mismos un ordenamiento muy interesante en el sistema de eliminación.

Uno se asombra cuando descubre orden en el trabajo relacionado con la eliminación de los múltiples agregados psíquicos que personifican a nuestros errores.

Lo interesante de todo esto es que tal orden en la eliminación de defectos se realiza en forma graduativa y se procesa de acuerdo con la Dialéctica de la Conciencia.

Nunca jamás podría la dialéctica razonativa superar la formidable labor de la dialéctica de la conciencia.

Los hechos nos van demostrando que el ordenamiento psicológico en el trabajo de eliminación de defectos es establecido por nuestro propio ser interior profundo.

Debemos aclarar que existe una diferencia radical entre el Ego y el Ser. El Yo jamás podría establecer orden en cuestiones psicológicas, pues en sí mismo es el resultado del desorden.

Solo el Ser tiene poder para establecer el orden en nuestra psiquis. El Ser es el Ser. La razón de ser del Ser es el mismo Ser.

El ordenamiento en el trabajo de auto-observación, enjuiciamiento y eliminación de nuestros agregados psíquicos, va siendo evidenciado por el sentido juicioso de la auto-observación psicológica.

En todos los seres humanos se halla el sentido de la auto-observación psicológica en estado latente, mas se desarrolla en forma graduativa a medida que vayamos usándolo.

Tal sentido nos permite percibir directamente y no mediante simples asociaciones intelectuales, los diversos yoes que viven dentro de nuestra psiquis.

Esta cuestión de las extra-percepciones sensoriales comienza a ser estudiada en el terreno de la Parapsicología, y de hecho ha sido demostrada en múltiples experimentos que se han realizado juiciosamente a través del tiempo y sobre los cuales existe mucha documentación.

Quienes niegan la realidad de las extra-percepciones sensoriales son ignorantes en un ciento por ciento, bribones del intelecto embotellados en la mente sensual.

Sin embargo, el sentido de la auto-observación psicológica es algo más profundo, va mucho más allá de los simples enunciados parapsicológicos, nos permite la auto-observación íntima y la plena verificación del tremendo realismo subjetivo de nuestros diversos agregados.

El ordenamiento sucesivo de las diversas partes del trabajo relacionadas con el tema este tan grave de la eliminación de agregados psíquicos, nos permite inferir una "memoria-trabajo" muy interesante y hasta muy útil en la cuestión del desarrollo interior.

Esta memoria-trabajo, si bien es cierto que puede darnos distintas fotografías psicológicas de las diversas etapas de la vida pasada, juntadas en su totalidad traerían a nuestra imaginación una estampa viva y hasta repugnante de lo que fuimos antes de iniciar el trabajo psico-transformista radical.

No hay duda de que jamás desearíamos regresar a esa horrorosa figura, viva representación de lo que fuimos.

Desde este punto, tal fotografía psicológica resultaría útil como medio de confrontación entre un presente transformado y un pasado regresivo, rancio, torpe y desgraciado.

La memoria-trabajo se escribe siempre a base de sucesivos eventos psicológicos registrados por el centro de auto-observación psicológica.

Existen en nuestra psiquis elementos indeseables que ni remotamente sospechamos.

Que un hombre honrado, incapaz de tomarse jamás nada ajeno, honorable y digno de toda honra, descubra en forma insólita una serie de yoes ladrones habitando en las zonas más profundas de su propia psiquis, es algo espantoso, mas no imposible.

Que una magnífica esposa llena de grandes virtudes o una doncella de exquisita espiritualidad y educación magnífica, mediante el sentido de la auto-observación psicológica descubra en forma inusitada que en su psiquis íntima vive un grupo de yoes prostitutas, resulta nauseabundo y hasta inaceptable para el centro intelectual o el sentido moral de cualquier ciudadano juicioso, mas todo eso es posible dentro del terreno exacto de la auto-observación psicológica.

CAPÍTULO XIV.

COMPRENSIÓN CREADORA

El Ser y el Saber deben equilibrarse mutuamente a fin de establecer en nuestra psiquis la llamarada de la comprensión.

Cuando el saber es mayor que el ser origina confusión intelectual de toda especie.

Si el ser es mayor que el saber puede dar casos tan graves como el del santo estúpido.

En el terreno de la vida práctica conviene auto-observarnos con el propósito de auto-descubrirnos.

Es precisamente la vida práctica el gimnasio psicológico mediante el cual podemos descubrir nuestros defectos.

En estado de alerta percepción, alerta novedad, podremos verificar directamente que los defectos escondidos afloran espontáneamente.

Es claro que defecto descubierto debe ser trabajado conscientemente con el propósito de separarlo de nuestra psiquis.

Ante todo no debemos identificarnos con ningún yo-defecto si es que en realidad deseamos eliminarlo.

Si parado sobre una tabla deseamos levantar ésta para colocarla arrimada a una pared, no sería posible esto si continuáramos parados sobre ella.

Obviamente debemos empezar por separar a la tabla de sí mismos, retirándonos de la misma y luego con nuestras manos levantar la tabla y colocarla recargada al muro.

Similarmente no debemos identificarnos con ningún agregado psíquico si es que en verdad deseamos separarlo de nuestra psiquis.

Cuando uno se identifica con tal o cual yo, de hecho lo fortifica en vez de desintegrarlo.

Supongamos que un yo cualquiera de lujuria se adueña de los rollos que tenemos en el centro intelectual para proyectar en la pantalla de la mente escenas de lascivia y morbosidad sexual, si nos identificamos con tales cuadros pasionarios indubitablemente aquel yo lujurioso se fortificará tremendamente.

Mas si nosotros en vez de identificarnos con esa entidad, la separamos de nuestra psiquis considerándola como un demonio intruso, obviamente habrá surgido en nuestra intimidad la comprensión creadora.

Posteriormente podríamos darnos el lujo de enjuiciar analíticamente a tal agregado con el propósito de hacernos plenamente conscientes del mismo.

Lo grave de las gentes consiste precisamente en la identificación y esto es lamentable.

Si las gentes conocieran la doctrina de los muchos, si de verdad entendieran que ni su propia vida les pertenece, entonces no cometerían el error de la identificación.

Escenas de ira, cuadros de celos, etc., en el terreno de la vida práctica resultan útiles cuando nos hallamos en constante auto-observación psicológica.

Entonces comprobamos que ni nuestros pensamientos, ni nuestros deseos, ni nuestras acciones nos pertenecen.

Incuestionablemente múltiples yoes intervienen como intrusos de mal agüero para poner en nuestra mente pensamientos y en nuestro corazón emociones y en nuestro centro motor acciones de cualquier clase.

Es lamentable que no seamos dueños de sí mismos, que diversas entidades psicológicas hagan de nosotros lo que les viene en gana.

Desafortunadamente ni remotamente sospechamos lo que nos sucede y actuamos como simples marionetas controladas por hilos invisibles.

Lo peor de todo esto es que en vez de luchar por independizarnos de todos estos tiranuelos secretos cometemos el error de vigorizarlos y esto sucede cuando nos identificamos.

Cualquier escena callejera, cualquier drama familiar, cualquier riña tonta entre cónyuges, se debe indubitablemente a tal o cual yo, y esto es algo que jamás debemos ignorar.

La vida práctica es el espejo psicológico donde podemos vernos a sí mismos tal cual somos.

Pero ante todo debemos comprender la necesidad de vernos a sí mismos, la necesidad de cambiar radicalmente, sólo así tendremos ganas de observarnos realmente.

Quien se contenta con el estado en que vive, el necio, el retardatario, el negligente, no sentirá nunca el deseo de verse a sí mismo, se querrá demasiado y en modo alguno estará dispuesto a revisar su conducta y su modo de ser.

En forma clara diremos que en algunas comedias, dramas y tragedias de la vida práctica intervienen varios yoes que es necesario comprender.

En cualquier escena de celos pasionarios entran en juego yoes de lujuria, ira, amor propio, celos, etc., etc., etc., que posteriormente deberán ser enjuiciados analíticamente, cada uno por separado a fin de comprenderlos íntegramente con el evidente propósito de desintegrarlos totalmente.

La comprensión resulta muy elástica, por ello necesitamos ahondar cada vez más profundamente; lo que hoy comprendimos de un modo, mañana lo comprenderemos mejor.

Miradas las cosas desde este ángulo podemos verificar por sí mismos cuán útiles son las diversas circunstancias de la vida cuando en verdad las utilizamos como espejo para el auto-descubrimiento.

En modo alguno trataríamos jamás de afirmar que los dramas, comedias y tragedias de la vida práctica resultan siempre hermosos y perfectos, tal afirmación sería descabellada.

Sin embargo, por absurdas que sean las diversas situaciones de la existencia, resultan maravillosas como gimnasio psicológico.

El trabajo relacionado con la disolución de los diversos elementos que constituyen el mí mismo, resulta espantosamente difícil.

Entre las cadencias del verso también se esconde el delito. Entre el perfume delicioso de los templos, se esconde el delito.

El delito a veces se vuelve tan refinado que se confunde con la santidad, y tan cruel que se llega a parecer a la dulzura.

El delito se viste con la toga del juez, con la túnica del Maestro, con el ropaje del mendigo, con el traje del señor y hasta con la túnica del Cristo.

Comprensión es fundamental, mas en el trabajo de disolución de los agregados psíquicos, no es todo, como veremos en el capítulo siguiente.

Resulta urgente, inaplazable, hacernos conscientes de cada Yo para separarlo de nuestra Psiquis, mas eso no es todo, falta algo más, véase el capítulo dieciséis.

CAPÍTULO XV.

LA KUNDALINI

Hemos llegado a un punto muy espinoso, quiero referirme a la cuestión esta de la Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, citada en muchos textos de la sabiduría oriental.

Indubitablemente la Kundalini tiene mucha documentación y es algo que bien vale la pena investigar.

En los textos de Alquimia Medieval, la Kundalini es la signatura astral del esperma sagrado, STELLA MARIS, la VIRGEN DEL MAR, quien guía sabiamente a los trabajadores de la Gran Obra.

Entre los aztecas ella es TONANTZIN, entre los griegos la CASTA DIANA, y en Egipto es ISIS, la MADRE DIVINA a quien ningún mortal ha levantado el velo.

No hay duda alguna de que el Cristianismo Esotérico jamás dejó de adorar a la Divina Madre Kundalini; obviamente es MARAH, o mejor dijéramos RAM-IO, MARIA.

Lo que no especificaron las religiones ortodoxas, por lo menos en lo que atañe al círculo exotérico o público, es el aspecto de ISIS en su forma individual humana.

Ostensiblemente, sólo en secreto se enseñó a los iniciados que esa Divina Madre existe individualmente dentro de cada ser humano.

No está de más aclarar en forma enfática que Dios-Madre, REA, CIBELES, ADONÍA o como queramos llamarle, es una variante de nuestro propio Ser individual aquí y ahora.

Concretando diremos que cada uno de nos tiene su propia Madre Divina particular, individual.

Hay tantas Madres en el cielo cuantas criaturas existentes sobre la faz de la tierra.

La Kundalini es la energía misteriosa que hace existir al mundo, un aspecto de BRAHMA.

En su aspecto psicológico manifiesto en la anatomía oculta del ser humano, la KUNDALINI se halla enroscada tres veces y media dentro de cierto centro magnético ubicado en el hueso coxígeo.

Allí descansa entumecida como cualquier serpiente la Divina Princesa.

En el centro de aquel Chakra o estancia existe un triángulo hembra o YONI donde está establecido un LINGAM macho.

En este LINGAM atómico o mágico que representa el poder creador sexual de BRAHMA, se enrosca la sublime serpiente KUNDALINI.

La reina ígnea en su figura de serpiente, despierta con el secretum secretorum de cierto artificio alquimista que he enseñado claramente en mi obra titulada: «El Misterio del Áureo Florecer».

Incuestionablemente, cuando esta divina fuerza despierta, asciende victoriosa por el canal medular espinal para desarrollar en nosotros los poderes que divinizan.

En su aspecto trascendental divinal subliminal, la serpiente sagrada trascendiendo a lo meramente fisiológico, anatómico, en su estado étnico, es como ya dije nuestro propio Ser, pero derivado.

No es mi propósito enseñar en este tratado la técnica para el despertar de la serpiente sagrada.

Sólo quiero poner cierto énfasis al crudo realismo del Ego y a la urgencia interior relacionada con la disolución de sus diversos elementos inhumanos.

La mente por sí misma no puede alterar radicalmente ningún defecto psicológico.

La mente puede rotular cualquier defecto, pasarlo de un nivel a otro, esconderlo de sí misma o de los demás, disculparlo mas nunca eliminarlo absolutamente.

Comprensión es una parte fundamental, pero no lo es todo, se necesita eliminar.

Defecto observado debe ser analizado y comprendido en forma íntegra antes de proceder a su eliminación.

Necesitamos de un poder superior a la mente, de un poder capaz de desintegrar atómicamente cualquier yo-defecto que previamente hayamos descubierto y enjuiciado profundamente.

Afortunadamente tal poder subyace profundamente más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, aunque tenga sus exponentes concretos en el hueso del centro coxígeo, como ya lo explicamos en párrafos anteriores del presente capítulo.

Después de haber comprendido íntegramente cualquier yo-defecto, debemos sumergirnos en meditación profunda, suplicando, orando, pidiendo a nuestra Divina Madre particular individual desintegre el yo-defecto previamente comprendido.

Esta es la técnica precisa que se requiere para la eliminación de los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos.

La Divina Madre Kundalini tiene poder para reducir a cenizas cualquier agregado psíquico subjetivo, inhumano.

Sin esta didáctica, sin este procedimiento, todo esfuerzo para la disolución del Ego resulta infructuoso, inútil, absurdo.

CAPÍTULO XVI.

NORMAS INTELECTUALES

En el terreno de la vida práctica cada persona tiene su criterio, su forma más o menos rancia de pensar, y nunca se abre a lo nuevo; esto es irrefutable, irrebatible, incontrovertible.

La mente del humanoide intelectual está degenerada, deteriorada, en franco estado de involución.

Realmente el entendimiento de la humanidad actual es similar a una vieja estructura mecánica inerte y absurda, incapaz por sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad auténtica.

Falta ductibilidad en la mente, se encuentra enfrascada en múltiples normas rígidas y extemporáneas.

Cada cual tiene su criterio y determinadas normas rígidas dentro de las cuales acciona y reacciona incesantemente.

Lo más grave de toda esta cuestión es que las millonadas de criterios equivalen a millonadas de normas putrefactas y absurdas.

En todo caso las gentes nunca se sienten equivocadas, cada cabeza es un mundo y no hay duda que entre tantos recovecos mentales existen muchos sofismas de distracción y estupideces insoportables.

Mas el criterio estrecho de las multitudes ni remotamente sospecha el embotellamiento intelectivo en que se encuentra.

Estas gentes modernas con cerebro de cucaracha piensan de sí mismas lo mejor, presumen de liberales, de súper-genios, creen que tienen muy amplio criterio.

Los ignorantes ilustrados resultan ser los más difíciles, pues en realidad, hablando esta vez en sentido socrático diremos: "no solamente no saben, sino que, además, ignoran que no saben".

Los bribones del intelecto aferrados a esas normas anticuadas del pasado se procesan violentamente en virtud de su propio embotellamiento y se niegan en forma enfática a aceptar algo que en modo alguno puede encajar dentro de sus normas de acero.

Piensan los sabihondos ilustrados que todo aquello que por una o otra causa se salga del camino rígido de sus procedimientos oxidados es absurdo en un ciento por ciento. Así de este modo esas pobres gentes de criterio tan difícil se auto-engañan miserablemente.

Presumen de geniales los seudo-sapientes de esta época, ven con desdén a quienes tienen valor de apartarse de sus normas carcomidas por el tiempo, lo peor de todo es que ni remotamente sospechan la cruda realidad de su propia torpeza.

La mezquindad intelectual de las mentes rancias es tal que hasta se da el lujo de exigir demostraciones sobre eso que es lo real, sobre eso que no es de la mente.

No quieren entender las gentes del entendimiento raquítico e intolerante que la experiencia de lo real sólo adviene en ausencia del ego.

Incuestionablemente en modo alguno sería posible reconocer directamente los misterios de la vida y de la muerte en tanto no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente interior.

No está de más repetir en este capítulo que sólo la conciencia superlativa del Ser puede conocer la verdad.

La mente interior sólo puede funcionar con los datos que aporta la conciencia Cósmica del SER.

El intelecto subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede saber sobre eso que escapa a su jurisdicción.

Ya sabemos que los conceptos de contenido de la dialéctica razonativa se elaboran con los datos aportados por los sentidos de percepción externa.

Quienes se encuentran embotellados dentro de sus procedimientos intelectuales y normas fijas, presentan siempre resistencia a estas ideas revolucionarias.

Sólo disolviendo el EGO en forma radical y definitiva es posible despertar la conciencia y abrir realmente la mente interior.

Sin embargo, como quiera que estas declaraciones revolucionarias no caben dentro de la lógica formal, ni tampoco dentro de la lógica dialéctica, la reacción subjetiva de las mentes involucionantes opone resistencia violenta.

Quieren esas pobres gentes del intelecto meter el océano dentro de un vaso de cristal, suponen que la universidad puede controlar toda la sabiduría del universo y que todas las leyes del Cosmos están obligadas a someterse a sus viejas normas académicas.

Ni lejanamente sospechan esos intonsos, dechados de sabiduría, el estado degenerativo en que se encuentran.

A veces resaltan tales gentes por un momento cuando vienen al mundo Esoterista, mas pronto se apagan como fuegos fatuos, desaparecen del panorama de las inquietudes espirituales, se los traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre.

La superficialidad del intelecto nunca puede penetrar en el fondo legítimo del SER, empero los procesos subjetivos del racionalismo pueden llevar a los necios a cualquier clase de conclusiones muy brillantes pero absurdas.

El poder formulativo de conceptos lógicos en modo alguno implica la experiencia de lo real.

El juego convincente de la dialéctica razonativa, auto-fascina al razonador haciéndole confundir siempre gato con liebre.

La brillante procesión de ideas ofusca al bribón del intelecto y le da cierta auto-suficiencia tan absurda como para rechazar a todo eso que no huela a polvo de bibliotecas y tinta de universidad.

El "delirium tremens" de los borrachos alcohólicos tienen síntomas inconfundibles, pero el de los ebrios de las teorías se confunde fácilmente con la genialidad.

Al llegar a esta parte de nuestro capítulo, diremos que ciertamente resulta muy difícil saber donde termina el intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura.

En tanto continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo más que imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso que no es del tiempo, de eso que es lo real.

CAPÍTULO XVII.

EL CUCHILLO DE LA CONCIENCIA

Algunos psicólogos simbolizan a la conciencia como un cuchillo muy capaz de separarnos de lo que está pegado a nosotros y nos extrae la fuerza.

Creen tales psicólogos que la única manera de escapar al poder de tal o cual YO es observarlo cada vez con más claridad con el propósito de comprenderlo para volvernos conscientes del mismo.

Piensan esas gentes que así uno se separa eventualmente de este o aquel Yo, aunque sea por el grosor del filo de un cuchillo.

De esta manera, dicen, el Yo separado por la conciencia, parece como una planta cortada.

Hacerse consciente de cualquier Yo, según ellos, significa separarlo de nuestra Psiquis y condenarlo a muerte.

Incuestionablemente tal concepto, aparentemente muy convincente, falla en la práctica.

El Yo que mediante el cuchillo de la conciencia ha sido cortado de nuestra personalidad, arrojado de casa como oveja negra, continúa en el espacio psicológico, se convierte en demonio tentador, insiste en regresar a casa, no se resigna tan fácilmente, de ninguna manera quiere comer el pan amargo del destierro, busca una oportunidad y al menor descuido de la guardia se acomoda nuevamente dentro de nuestra psiquis.

Lo más grave es que dentro del Yo desterrado se encuentra siempre embotellada cierto porcentaje de esencia, de conciencia.

Todos esos psicólogos que así piensan, jamás han logrado disolver ninguno de sus Yoes, en realidad han fracasado.

Por mucho que se intente evadir la cuestión esa del KUNDALINI, el problema es muy grave.

En realidad el "Hijo Ingrato" no progresa jamás en el trabajo esotérico sobre sí mismo.

Obviamente "Hijo Ingrato" es todo aquél que desprecia a "ISIS", nuestra Divina Madre Cósmica, particular, individual.

ISIS es una de las partes autónomas de nuestro propio Ser, pero derivado, la Serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, el KUNDALINI.

Ostensiblemente sólo "ISIS" tiene poder absoluto para desintegrar a cualquier Yo; esto es irrefutable, irrebatible, incontrovertible.

KUNDALINI es una palabra compuesta: "KUNDA viene a recordarnos al Abominable órgano KUNDARTIGUADOR", "LINI es un término Atlante que significa Fin".

"KUNDALINI" quiere decir: "Fin del abominable órgano KUNDARTIGUADOR". Es pues urgente no confundir al "KUNDALINI" con el "KUNDARTIGUADOR".

Ya dijimos en un pasado capítulo que la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes se encuentra enroscada tres veces y media dentro de cierto Centro Magnético ubicado en el hueso Coxígeo, base de la espina dorsal.

Cuando la Serpiente sube, es el KUNDALINI, cuando baja, es el abominable órgano KUNDARTIGUADOR.

Mediante el "TANTRISMO BLANCO" la serpiente asciende victoriosa por el canal medular espinal, despertando los poderes que divinizan.

Mediante el "TANTRISMO NEGRO" la serpiente se precipita desde el coxis hacia los infiernos atómicos del hombre. Así es como muchos se convierten en Demonios terriblemente perversos.

Quienes cometen el error de atribuirle a la serpiente ascendente todas las características izquierdas y tenebrosas de la serpiente descendente, fracasan definitivamente en el trabajo sobre sí mismos.

Las malas consecuencias del "ABOMINABLE ÓRGANO KUNDARTIGUADOR", sólo pueden ser aniquiladas con el "KUNDALINI".

No está de más aclarar que tales malas consecuencias están cristalizadas en el YO PLURALIZADO de la Psicología revolucionaria.

El poder Hipnótico de la Serpiente descendente tiene a la humanidad sumergida en la inconsciencia.

Sólo la Serpiente ascendente, por oposición, puede despertarnos; esta verdad es un axioma de la Sabiduría Hermética. Ahora comprenderemos mejor la honda significación de la palabra sagrada "KUNDALINI".

La Voluntad consciente está siempre representada por la mujer sagrada, María, ISIS, que aplasta la cabeza de la Serpiente descendente.

Declaro aquí francamente y sin ambages que la doble corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra, ha sido figurado por la serpiente con cabeza de toro, de macho cabrío o de perro en los Antiguos Misterios.

Es la doble Serpiente del Caduceo de Mercurio; es la Serpiente tentadora del Edén; pero es también sin la menor duda, la Serpiente de Cobre de Moisés entrelazada en el "TAU", es decir, en el "LINGAM Generador".

Es el "Macho Cabrío" del Sabbat y el Baphometo de los Templarios Gnósticos; el HYLE del Gnosticismo Universal; la doble cola de serpiente que forma las patas del Gallo Solar de los ABRAXAS.

En el "LINGAM NEGRO" embutido en el "YONI" metálico, símbolos del Dios SHIVA, la Divinidad Hindú, está la clave secreta para despertar y desarrollar la Serpiente ascendente o KUNDALINI, a condición de no derramar jamás en la vida el "Vaso de Hermes Trimegisto", el Tres veces grande Dios "IBIS DE THOTH".

Hemos hablado entre líneas para quienes sepan entender. Quien tenga entendimiento que entienda porque aquí hay sabiduría.

Los TÁNTRICOS negros son diferentes, ellos despiertan y desarrollan el Abominable órgano KUNDARTIGUADOR, la Serpiente tentadora del Edén, cuando cometen en sus ritos el crimen imperdonable de derramar el "Vino Sagrado".

CAPÍTULO XVIII.

EL PAÍS PSICOLÓGICO

Incuestionablemente, así como existe el País Exterior en el cual vivimos, así también en nuestra intimidad existe el país psicológico.

Las gentes no ignoran jamás la ciudad o la comarca donde viven, desafortunadamente sucede que desconocen en el lugar psicológico donde se hallan ubicadas.

En un instante dado, cualquiera sabe en qué barrio o colonia se encuentra, mas en el terreno psicológico no sucede lo mismo, normalmente las gentes ni remotamente sospechan en un momento dado el lugar de su país psicológico en donde se han metido.

Así como en el mundo físico existen colonias de gentes decentes y cultas, así también sucede en la comarca psicológica de cada uno de nosotros; no hay duda de que existen colonias muy elegantes y hermosas.

Así como en el mundo físico hay colonias o barrios con callejuelas peligrosísimas, llenas de asaltantes, así también sucede lo mismo en la comarca psicológica de nuestro interior.

Todo depende de la clase de gente que nos acompañe; si tenemos amigos borrachos iremos a parar a la cantina, y si estos últimos son calaveras, indubitablemente nuestro destino estará en los prostíbulos.

Dentro de nuestro país psicológico cada cual tiene sus acompañantes, sus YOES, éstos lo llevarán a uno a donde deben llevarlo de acuerdo con sus características psicológicas.

Una dama virtuosa y honorable, magnífica esposa, de conducta ejemplar, viviendo en una hermosa mansión en el mundo físico, debido a sus YOES lujuriosos podría estar ubicada en antros de prostitución dentro de su país psicológico.

Un caballero honorable, de honradez intachable, magnífico ciudadano, podría dentro de su comarca psicológica encontrarse ubicado en una cueva de ladrones, debido a sus pésimos acompañantes, YOES del robo, muy sumergidos dentro del inconsciente.

Un anacoreta y penitente, posiblemente un monje así viviendo austero dentro de su celda, en algún monasterio, podría psicológicamente encontrarse ubicado en una colonia de asesinos, pistoleros, atracadores, drogadictos, debido precisamente a YOES infraconscientes o inconscientes, sumergidos profundamente dentro de los recovecos más difíciles de su psiquis.

Por algo se nos ha dicho que hay mucha virtud en los malvados y que hay mucha maldad en los virtuosos.

Muchos santos canonizados aún viven todavía dentro de los antros psicológicos del robo o en casas de prostitución.

Esto que estamos afirmando en forma enfática podría escandalizar a los mojigatos, a los pietistas, a los ignorantes ilustrados, a los dechados de sabiduría, pero jamás a los verdaderos psicólogos.

Aunque parezca increíble, entre el incienso de la oración también se esconde el delito, entre las cadencias del verso también se esconde el delito, bajo la cúpula sagrada de los santuarios más divinos el delito se reviste con la túnica de la santidad y la palabra sublime.

Entre los fondos profundos de los santos más venerables, viven los YOES del prostíbulo, del robo, del homicidio, etc.

Acompañantes infrahumanos escondidos entre las insondables profundidades del inconsciente.

Mucho sufrieron por tal motivo los diversos santos de la historia; recordemos las tentaciones de San Antonio, todas aquellas abominaciones contra las que tuvo que luchar nuestro hermano Francisco de Asís.

Sin embargo, no todo lo dijeron esos santos, y la mayor parte de los anacoretas callaron.

Uno se asombra al pensar que algunos anacoretas penitentes y santísimos vivan en las colonias psicológicas de la prostitución y del robo.

Empero son santos, y si todavía no han descubierto esas cosas espantosas de su psiquis, cuando las descubran usarán cilicios sobre su carne, ayunarán, posiblemente se azotarán, y rogarán a su divina madre KUNDALINI elimine de su psiquis esos malos acompañantes que en esos antros tenebrosos de su propio país psicológico los tiene metidos.

Mucho han dicho las distintas religiones sobre la vida después de la muerte y el más allá.

Que no se devanen más los sesos las pobres gentes sobre lo que hay allá del otro lado, más allá del sepulcro.

Incuestionablemente después de la muerte cada cual continúa viviendo en la colonia psicológica de siempre.

El ladrón en los antros de los ladrones continuará; el lujurioso en las casas de cita proseguirá como fantasma de mal agüero; el iracundo, el furioso seguirá viviendo en las callejuelas peligrosas del vicio y de la ira, allí también donde brilla el puñal y suenan los tiros de las pistolas.

La esencia en sí misma es muy hermosa, vino de arriba, de las estrellas y desgraciadamente está metida dentro de todos estos yoes que llevamos dentro.

Por oposición la esencia puede desandar el camino, regresar al punto de partida original, volver a las estrellas, mas debe libertarse primero de sus malos acompañantes que la tienen metida en los suburbios de la perdición.

Cuando Francisco de Asís y Antonio de Padua, insignes maestros Cristificados, descubrieron dentro de su interior los yoes de la perdición, sufrieron lo indecible y no hay duda de que a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios lograron reducir a polvareda cósmica a todo ese conjunto de elementos inhumanos que en su interior vivían. Incuestionablemente esos Santos se Cristificaron y regresaron al punto de partida original después de haber sufrido mucho.

Ante todo es necesario, es urgente, inaplazable, que el centro magnético que en forma anormal tenemos establecido en nuestra falsa personalidad, sea transferido a la Esencia, así podrá iniciar el hombre completo su viaje desde la personalidad hasta las estrellas, ascendiendo en forma didáctica progresiva, de grado en grado por la montaña del SER.

En tanto continúe el centro magnético establecido en nuestra personalidad ilusoria viviremos en los antros psicológicos más abominables, aunque en la vida práctica seamos magníficos ciudadanos.

Cada cual tiene un centro magnético que le caracteriza; el comerciante tiene el centro magnético del comercio y por ello se desenvuelve en los mercados y atrae lo que le es afín, compradores y mercaderes.

El hombre de ciencia tiene en su personalidad el centro magnético de la ciencia y por ello atrae hacia sí todas las cosas de la ciencia, libros, laboratorios, etc.

El Esoterista tiene en sí mismo el centro magnético del esoterismo, y como quiera que esta clase de centro se torna diferente a las cuestiones de la personalidad, indubitablemente se sucede por tal motivo la transferencia.

Cuando el centro magnético se establece en la conciencia, es decir, en la esencia, entonces se inicia el regreso del hombre total a las estrellas.

CAPÍTULO XIX.

LAS DROGAS

El desdoblamiento psicológico del hombre nos permite evidenciar el crudo realismo de un nivel superior en cada uno de nosotros.

Cuando uno ha podido verificar por sí mismo en forma directa el hecho concreto de dos hombres en uno mismo, el inferior en el nivel normal común y corriente, el superior en una octava más elevada, entonces todo cambia y procuramos en este caso actuar en la vida de acuerdo a los principios fundamentales que lleva en lo hondo de su SER.

Así como existe una vida externa, así también existe una vida interna.

El hombre exterior no es todo, el desdoblamiento psicológico nos enseña la realidad del hombre interior.

El hombre exterior tiene su modo de ser, es una cosa con múltiples actitudes y reacciones típicas en la vida, una marioneta movida por hilos invisibles.

El hombre interior es el SER auténtico, se procesa en otras leyes muy diferentes, jamás podría ser convertido en robot.

El hombre exterior no da puntada sin dedal, siente que le han pagado mal, se compadece de sí mismo, se auto-considera demasiado, si es soldado aspira a ser general, si es trabajador de una fábrica protesta cuando no le ascienden, quiere que sus méritos sean debidamente reconocidos, etc.

Nadie podría llegar al nacimiento SEGUNDO, renacer como dice el Evangelio del Señor, en tanto continúe viviendo con la sicología del hombre inferior común y corriente.

Cuando uno reconoce su propia nadidad y miseria interior, cuando tiene el valor de revisar su vida, indubitablemente viene a saber por sí mismo que de ninguna manera posee méritos de ninguna especie.

"Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos recibirán el reino de los cielos".

Pobres de espíritu o indigentes del espíritu, son realmente aquellos que reconocen su propia nadidad, desvergüenza y miseria interior. Esa clase de seres incuestionablemente reciben la iluminación.

"Más fácil pasa un camello por el hueco de una aguja, que un rico entra en el reino de los cielos".

Es ostensible que la mente enriquecida por tantos méritos, condecoraciones y medallas, distinguidas virtudes sociales y complicadas teorías académicas, no es pobre de espíritu y por ende nunca podría entrar en el reino de los cielos.

Para entrar al Reino se hace impostergable el tesoro de la fe. En tanto no se haya producido en cada uno de nosotros el desdoblamiento psicológico, la FE resulta algo más que imposible.

La FE es el conocimiento puro, la sabiduría experimental directa.

La FE fue siempre confundida con las vanas creencias, los Gnósticos no debemos caer jamás en tan grave error.

La FE es experiencia directa de lo real; vivencia magnífica del hombre interior; cognición divinal auténtica.

El hombre interior, al conocer por experiencia mística directa sus propios mundos internos, es ostensible que conoce también los mundos internos de todas las personas que pueblan la faz de la tierra.

Nadie podría conocer los mundos internos del planeta Tierra, del sistema solar y de la galaxia en que vivimos, si antes no ha conocido sus propios mundos internos. Esto es similar al suicida que escapa de la vida por puerta falsa.

Las extra percepciones del drogadicto tienen su raíz particular en el abominable órgano KUNDARTIGUADOR (la serpiente tentadora del Edén).

La conciencia embotellada entre los múltiples elementos que constituyen el Ego se procesa en virtud de su propio embotellamiento.

La conciencia egoica deviene pues, en estado comatoso, con alucinaciones hipnóticas muy similares a las de cualquier sujeto que se hallare bajo el influjo de tal o cual droga.

Podemos plantear esta cuestión en la siguiente forma: alucinaciones de la conciencia egoica son iguales a las alucinaciones provocadas por las drogas.

Obviamente estos dos tipos de alucinaciones tienen sus causas originales en el abominable órgano KUNDARTIGUADOR. (Véase capítulo XVI del presente libro).

Indubitablemente las drogas aniquilan los rayos alfa, entonces incuestionablemente viene a perderse la conexión intrínseca entre mente y cerebro; esto de hecho resulta fracaso total.

El drogadicto convierte al vicio en religión y desviado piensa experimentar lo real bajo el influjo de las drogas, ignorando que las extra-percepciones producidas por la marihuana, el L.S.D., la morfina, los hongos alucinantes, la cocaína, la heroína, el hashis, pastillas tranquilizantes en exceso, anfetaminas, barbitúricos, etc., etc., etc., son meras alucinaciones elaboradas por el abominable órgano KUNDARTIGUADOR.

Los drogadictos involucionando, degenerando en el tiempo, se sumergen al fin en forma definitiva dentro de los mundos infiernos.

CAPÍTULO XX.

INQUIETUDES

No hay duda que entre el pensar y el sentir existe una gran diferencia, esto es incontrovertible.

Existe una gran frialdad entre las gentes, es el frío de lo que no tiene importancia, de lo superficial.

Creen las multitudes que importante es lo que no es importante, suponen que la última moda, o el coche último modelo, o la cuestión esta del salario fundamental es lo único serio.

Llaman serio la crónica del día, la aventura amorosa, la vida sedentaria, la copa de licor, la carrera de caballos, la carrera de automóviles, la corrida de toros, el chismorreo, la calumnia, etc.

Obviamente, cuando el hombre del día o la mujer del salón de belleza escuchan algo sobre esoterismo, como quiera que esto no está en sus planes, ni en sus tertulias, ni en sus placeres sexuales, responden con un no sé qué de frialdad espantosa, o sencillamente retuercen la boca, levantan los hombros, y se retiran con indiferencia.

Esa apatía psicológica, esa frialdad que espanta, tiene dos basamentos; primero la ignorancia más tremenda, segundo la ausencia más absoluta de inquietudes espirituales.

Falta un contacto, un choque eléctrico, nadie lo dio en la tienda, tampoco entre lo que se creía serio, ni mucho menos en los placeres de la cama.

Si alguien fuera capaz de darle al frío imbécil o a la superficial mujercita el toque eléctrico del momento, el chispazo del corazón, alguna reminiscencia extraña, un no sé qué demasiado íntimo, tal vez entonces todo sería distinto.

Mas algo desplaza a la vocecilla secreta, a la primera corazonada, al anhelo íntimo; posiblemente una tontería, el hermoso sombrero de alguna vitrina o aparador, el dulce exquisito de un restaurante, el encuentro de un amigo que más tarde no tiene para nosotros ninguna importancia, etc.

Tonterías, necedades que no siendo transcendentales, sí tienen fuerza en un instante dado como para apagar la primera inquietud espiritual, el íntimo anhelo, la insignificante chispa de luz, la corazonada que sin saber por qué nos inquietó por un momento.

Si esos que hoy son cadáveres vivientes, fríos noctámbulos del club o sencillamente vendedores de paraguas en el almacén de la calle real, no hubieran sofocado la primera inquietud íntima, serían en este momento luminarias del espíritu, adeptos de la luz, hombres auténticos en el sentido más completo de la palabra.

El chispazo, la corazonada, un suspiro misterioso, un no sé qué, fue sentido alguna vez por el carnicero de la esquina, por el engrasador de calzado o por el doctor de primera magnitud, mas todo fue en vano, las necedades de la personalidad siempre apagan el primer chispazo de la luz; después prosigue el frío de la más espantosa indiferencia.

Incuestionablemente a las gentes se las traga la luna tarde o temprano; esta verdad resulta incontrovertible.

No hay nadie que en la vida no haya sentido alguna vez una corazonada, una extraña inquietud, desgraciadamente cualquier cosa de la personalidad, por tonta que esta sea, es suficiente como para reducir a polvareda cósmica eso que en el silencio de la noche nos conmovió por un momento.

La luna gana siempre estas batallas, ella se alimenta, se nutre precisamente con nuestras propias debilidades.

La luna es terriblemente mecanicista; el humanoide lunar, desprovisto por completo de toda inquietud solar, es incoherente y se mueve en el mundo de sus sueños.

Si alguien hiciera lo que nadie hace, esto es, avivar la íntima inquietud surgida tal vez en el misterio de alguna noche, no hay duda de que a la larga se asimilaría la inteligencia solar y se convertiría por tal motivo en hombre solar.

Eso es, precisamente, lo que el Sol quiere, pero a estas sombras lunares tan frías, apáticas e indiferentes, siempre se las traga la Luna; después viene la igualación de la muerte.

La muerte iguala todo. Cualquier cadáver viviente desprovisto de inquietudes solares, degenera terriblemente en forma progresiva hasta que la Luna lo devora.

El Sol quiere crear hombres, está haciendo ese ensayo en el laboratorio de la naturaleza; desgraciadamente, tal experimento no le ha dado muy buenos resultados, la Luna se traga la gente.

Sin embargo, esto que estamos diciendo no le interesa a nadie, mucho menos a los ignorantes ilustrados; ellos se sienten la mamá de los pollitos o el papá de Tarzán.

El Sol ha depositado dentro de las glándulas sexuales del animal intelectual equivocadamente llamado hombre, ciertos gérmenes solares que convenientemente desarrollados podrían transformarnos en hombres auténticos.

Empero el experimento solar resulta espantosamente difícil debido precisamente al frío lunar.

Las gentes no quieren cooperar con el Sol y por tal motivo a la larga los gérmenes solares involucionan, degeneran y se pierden lamentablemente.

La clavícula maestra de la obra del Sol está en la disolución de los elementos indeseables que llevamos dentro.

Cuando una raza humana pierde todo interés por las ideas solares, el Sol la destruye porque no le sirve ya para su experimento.

Como quiera que esta raza actual se ha vuelto insoportablemente lunar, terriblemente superficial y mecanicista, ya no sirve para el experimento solar, motivo más que suficiente por el cual será destruida.

Para que haya inquietud espiritual continua se requiere pasar el centro magnético de gravedad a la esencia, a la conciencia.

Desafortunadamente las gentes tienen el centro magnético de gravedad en la personalidad, en el café, en la cantina, en los negocios del banco, en la casa de citas o en la plaza de mercado, etc.

Obviamente, todas éstas son las cosas de la personalidad y el centro magnético de la misma atrae a todas estas cosas; esto es incontrovertible y cualquier persona que tenga sentido común puede verificarlo por sí misma y en forma directa.

Desgraciadamente, al leer todo esto, los bribones del intelecto, acostumbrados a discutir demasiado o a callar con un orgullo insoportable, prefieren tirar el libro con desdén y leer el periódico.

Unos cuantos sorbos de buen café y la crónica del día resultan magnífico alimento para los mamíferos racionales.

Sin embargo, ellos se sienten muy serios; indubitablemente sus propias sabihondeces los tienen alucinados, y estas cosas de tipo solar escritas en este libro insolente les molestan demasiado. No hay duda de que los ojos bohemios de los homúnculos de la razón no se atreverían a continuar con el estudio de esta obra.

CAPÍTULO XXI.

MEDITACIÓN

En la vida lo único importante es el cambio radical, total y definitivo; lo demás francamente no tiene la menor importancia.

La meditación resulta fundamental cuando sinceramente queremos nosotros tal cambio.

En modo alguno deseamos la meditación intrascendente, superficial y vana.

Necesitamos volvernos serios y dejar a un lado tantas tonterías que abundan por allí en el seudo-esoterismo y seudo-ocultismo barato.

Hay que saber ser serios, hay que saber cambiar si es que en realidad de verdad no queremos fracasar en el trabajo esotérico.

Quien no sabe meditar, el superficial, el intonso, jamás podrá disolver el Ego; será siempre un leño impotente entre el furioso mar de la vida.

Defecto descubierto en el terreno de la vida práctica, debe ser comprendido profundamente a través de la técnica de la meditación.

El material didáctico para la meditación se encuentra precisamente en los distintos eventos o circunstancias diarias de la vida práctica, esto es incontrovertible.

Las gentes siempre protestan contra los eventos desagradables, nunca saben ver la utilidad de tales eventos.

Nosotros en vez de protestar contra las circunstancias desagradables, debemos extraer de las mismas, mediante la meditación, los elementos útiles para nuestro crecimiento anímico.

La meditación de fondo sobre tal o cual circunstancia agradable o desagradable, nos permite sentir en sí mismos el sabor, el resultado.

Es necesario hacer una plena diferenciación psicológica entre lo que es el sabor trabajo y el sabor vida.

En todo caso, para sentir en sí mismos el sabor trabajo, se requiere inversión total de la actitud con que normalmente se toman las circunstancias de la existencia.

Nadie podría gustar del sabor trabajo en tanto cometiera el error de identificarse con los diversos eventos.

Ciertamente la identificación impide la debida apreciación psicológica de los eventos.

Cuando uno se identifica con tal o cual acontecimiento, en modo alguno logra extraer del mismo los elementos útiles para el auto-descubrimiento y crecimiento interior de la conciencia.

El trabajador Esoterista que regresa a la identificación después de haber perdido la guardia, vuelve a sentir el sabor vida en vez del sabor trabajo.

Esto indica que la actitud psicológica invertida antes, ha vuelto a su estado de identificación.

Cualquier circunstancia desagradable debe ser reconstruida por medio de la imaginación consciente a través de la técnica de la meditación.

La reconstrucción de cualquier escena nos permite verificar por sí mismos y en forma directa la intervención de varios yoes participantes en la misma.

Ejemplos: Una escena de celos amorosos; en ella intervienen yoes de ira, celos y hasta odio.

Comprender cada uno de estos yoes, cada uno de estos factores, implica de hecho profunda reflexión, concentración, meditación.

La marcada tendencia a culpar a otros es óbice, obstáculo para la comprensión de nuestros propios errores.

Desgraciadamente resulta tarea muy difícil destruir en nosotros la tendencia a culpar a otros.

En nombre de la verdad hemos de decir que nosotros somos los únicos culpables de las diversas circunstancias desagradables de la vida.

Los distintos eventos agradables o desagradables existen con nosotros o sin nosotros y se repiten mecánicamente en forma continua.

Partiendo de este principio, ningún problema puede tener una solución final.

Los problemas son de la vida y si hubiese una solución final la vida no sería vida sino muerte.

Entonces puede haber modificación de las circunstancias y de los problemas, mas nunca dejarán de repetirse y jamás tendrán una solución final.

La vida es una rueda que gira mecánicamente con todas las circunstancias agradables y desagradables, siempre recurrente.

No podemos detener la rueda, las circunstancias buenas o malas se procesan siempre mecánicamente, únicamente podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida.

Conforme nosotros aprendamos a extraer el material para la meditación de entre las mismas circunstancias de la existencia, nos iremos auto-descubriendo.

En cualquier circunstancia agradable o desagradable existen diversos yoes que deben ser comprendidos íntegramente con la técnica de la meditación.

Esto significa que cualquier grupo de yoes interviniendo en tal o cual drama, comedia o tragedia de la vida práctica, después de haber sido comprendido integralmente deberá ser eliminado mediante el poder de la Divina Madre Kundalini.

A medida que hagamos uso del sentido de la observación psicológica, este último se irá también desarrollando maravillosamente. Entonces podremos percibir interiormente no solamente a los yoes antes de haber sido trabajados, sino también durante todo el trabajo.

Cuando estos yoes son decapitados y desintegrados, sentimos un gran alivio, una gran dicha.

CAPÍTULO XXII.

RETORNO Y RECURRENCIA

Un hombre es lo que su vida: si un hombre no trabaja su propia vida, está perdiendo el tiempo miserablemente.

Solo eliminando los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos, podemos hacer de nuestra vida una obra maestra.

La muerte es el regreso al principio de la vida, con la posibilidad de repetirla nuevamente en el escenario de una nueva existencia.

Las diversas escuelas de tipo pseudo-esoterista y pseudo-ocultista sostienen la teoría eterna de las vidas sucesivas, tal concepto está equivocado.

La vida es una película; concluida la proyección, enrollamos la cinta en su carrete y nos la llevamos para la eternidad.

El reingreso existe, el retorno existe; al volver a este mundo proyectamos sobre el tapete de la existencia la misma película, la misma vida.

Podemos sentar la tesis de existencias sucesivas; más no de vidas sucesivas porque la película es la misma.

El ser humano tiene un tres por ciento de esencia libre y un noventa y siete por ciento de esencia embotellada entre los yoes.

Al retornar el tres por ciento de esencia libre impregna totalmente al huevo fecundado; incuestionablemente continuamos en la semilla de nuestros descendientes.

Personalidad es diferente; no existe ningún mañana para la personalidad del muerto; esta última se va disolviendo lentamente en el panteón o cementerio.

En el recién nacido solo se haya reincorporado el pequeño porcentaje de esencia libre; esto da a la criatura auto-conciencia y belleza interior.

Los diversos yoes que retornan dan vueltas alrededor del recién nacido, van y vienen libremente por doquiera, quisieran meterse dentro de la maquina orgánica más esto no es posible en tanto no se haya creado una nueva personalidad.

Conviene saber que la personalidad es energética y que se forma con la experiencia a través del tiempo.

Escrito está que la personalidad ha de crearse durante los primeros siete años de la infancia y que posteriormente se robustece y fortifica con práctica.

Los yoes empiezan a intervenir dentro de la máquina orgánica poco a poco a medida que la nueva personalidad se va creando.

La muerte es una resta de quebrados, terminada la operación matemática lo único que continúa son los valores (esto es los yoes buenos y malos, útiles e inútiles, positivos y negativos).

Los valores en la luz astral se atraen y repelen entre sí de acuerdo con las leyes de la imantación universal.

Nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de vehículos a determinadas sumas de valores.

Dentro de la humana personalidad de cada uno de nosotros existen siempre estos valores que sirven de basamento a la ley de Recurrencia.

Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió mas el resultado o consecuencia de nuestras acciones precedentes.

Como quiera que dentro de cada uno de nosotros existen muchos yoes de vidas precedentes, podemos afirmar en forma enfática que cada uno de aquellos es una persona distinta.

Esto nos invita a comprender que dentro de cada uno de nosotros viven muchísimas personas con distintos compromisos.

Dentro de la personalidad de un ladrón existe una verdadera cueva de ladrones; dentro de la personalidad de un homicida existe todo un club de asesinos; dentro de la personalidad de un lujurioso existe una casa de citas; dentro de la personalidad de cualquier prostituta existe todo un prostíbulo.

Cada una de esas personas que dentro de nuestra propia personalidad cargamos, tiene sus problemas y sus compromisos.

Gente viviendo dentro de la gente, personas viviendo dentro las personas; esto es irrefutable, irrebatible.

Lo grave de todo esto es que cada una de esas personas o yoes que dentro de nosotros vive, viene de antiguas existencias y tiene determinados compromisos.

El yo que en la pasada existencia tuvo una aventura amorosa a la edad de los treinta años, en la nueva existencia aguardará tal edad para manifestarse y llegado el momento buscará a la persona de sus ensueños, se pondrá en contacto telepático con la misma y al fin vendrá el reencuentro y la repetición de la escena.

Partes: 1, 2, 3, 4
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