El yo que a la edad de cuarenta años tuvo un pleito por bienes materiales, en la nueva existencia aguardará tal edad para repetir la misma comidilla.
El yo que a la edad de veinticinco años se peleó con otro hombre en la cantina o en el bar, aguardara en la nueva existencia la nueva edad de veinticinco años para buscar a su adversario y repetir la tragedia.
Se buscan entre sí los yoes de uno y otro sujeto mediante ondas telepáticas y luego se reencuentran para repetir mecánicamente lo mismo.
Esta es realmente la mecánica de la Ley de Recurrencia, esta es la tragedia de la vida.
A través de millares de años los diversos personajes se reencuentran para revivir los mismos dramas, comedias y tragedias.
La humana persona no es más qué una máquina al servicio de estos yoes con tantos compromisos.
Lo peor de toda esta cuestión es que todos estos compromisos de la gente que llevamos en nuestro interior se cumplen sin que nuestro entendimiento tenga previamente alguna información.
Nuestra personalidad humana en este sentido parece un carro arrastrado por múltiples caballos.
Hay vidas de exactísima repetición, recurrentes existencias que nunca se modifican.
En modo alguno podrían repetirse las comedias, dramas y tragedias de la vida sobre la pantalla de la existencia, sino existiesen actores.
Los actores de todas estas escenas son los yoes que en nuestro interior cargamos y que vienen de antiguas existencias.
Si nosotros desintegramos a los yoes de la ira, las escenas trágicas de la violencia concluyen inevitablemente.
Si nosotros reducimos a polvareda cósmica a los agentes secretos de la codicia, los problemas de la misma finalizarán totalmente.
Si nosotros aniquilamos a los yoes de la lujuria, las escenas del prostíbulo y de la morbosidad finalizan.
Si nosotros reducimos a cenizas a los personajes secretos de la envidia, los eventos de la misma concluirán radicalmente.
Si nosotros matamos a los yoes del orgullo, de la vanidad, del engreimiento, de la auto-importancia, las escenas ridículas de estos defectos finalizarán por falta de actores.
Si nosotros eliminamos de nuestra psiquis los factores de la pereza, de la inercia y de la flojera, las horripilantes escenas de esta clase de defectos no podrán repetirse por falta de actores.
Si nosotros pulverizamos los yoes asqueantes de la gula, de la glotonería, finalizarán los banquetes, las borracheras, etc. por falta de actores.
Como quiera que estos múltiples yoes se procesan lamentablemente en los distintos niveles del ser, se hace necesario conocer sus causas, su origen y los procedimientos Crísticos que finalmente habrán de conducirnos a la muerte del mí mismo y a la liberación final.
Estudiar al Cristo íntimo, estudiar el esoterismo Crístico es básico cuando se trata de provocar en nosotros un cambio radical y definitivo; esto es lo que estudiaremos en próximos capítulos.
CAPÍTULO XXIII.
EL CRISTO INTIMO
Cristo es el Fuego del Fuego, la Llama de la Llama, la Signatura Astral del Fuego.
Sobre la Cruz del Mártir del Calvario está definido el Misterio del Cristo con una sola palabra que consta de cuatro letras: INRI. Ignis Natura Renovatur Integram. -El Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza—.
El Advenimiento del Cristo en el corazón del hombre, nos transforma radicalmente.
Cristo es el LOGOS SOLAR, Unidad Múltiple perfecta. Cristo es la vida que palpita en el universo entero, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.
Mucho se ha dicho sobre el Drama Cósmico; incuestionablemente este Drama está formado por los cuatro evangelios.
Se nos ha dicho que el Drama Cósmico fue traído por los Elohim a la tierra; el Gran Señor de la Atlántida representó este drama en Carne y Hueso.
El Gran KABIR JESÚS también hubo de representar el mismo Drama Públicamente en la Tierra Santa.
Aunque Cristo nazca mil veces en Belem, de nada sirve si no nace en nuestro corazón también.
Aunque hubiese Muerto y resucitado al tercer día de entre los muertos, de nada sirve eso si no muere y resucita en nosotros también.
Tratar de descubrir la naturaleza y la esencia del fuego es tratar de descubrir a Dios, cuya presencia real siempre se ha revelado bajo la apariencia ígnea.
La zarza ardiente (Éxodo, III, 2) y el incendio del Sinaí a raíz del otorgamiento del Decálogo (Éxodo, XIX, 18): son dos manifestaciones por las que Dios apareció a Moisés.
Bajo la figura de un ser de Jaspe y Sardónico de color de llama, sentado en un Trono incandescente y fulgurante, San Juan describe al dueño del Universo. (Apocalipsis, IV, 3,5). "Nuestro Dios es un Fuego Devorador", escribe San Pablo en su Epístola a los Hebreos.
El Cristo íntimo, el Fuego Celestial, debe nacer en nosotros y nace en realidad cuando hemos avanzado bastante en el trabajo Psicológico.
El Cristo íntimo debe eliminar de nuestra Naturaleza Psicológica, las mismas causas de error; los YOES CAUSAS.
No sería posible la disolución de las causas del EGO en tanto el Cristo Intimo no haya nacido en nosotros.
El fuego viviente y Filosofal, el Cristo íntimo, es el Fuego del Fuego, lo puro de lo puro.
El Fuego nos envuelve y nos baña por todas partes, viene a nosotros por el aire, por el agua y por la misma tierra que son conservadores y sus diversos vehículos.
El Fuego Celestial debe cristalizar en nosotros, es el Cristo intimo, nuestro Salvador interior profundo.
El Señor Intimo debe hacerse cargo de toda nuestra Psiquis de los Cinco Cilindros de la máquina Orgánica; de todos nuestros procesos Mentales, Emocionales, Motores, Instintivos Sexuales.
CAPÍTULO XXIV.
TRABAJO CRÍSTICO
El Cristo íntimo surge interiormente en el trabajo relacionado con la disolución del Yo Psicológico.
Obviamente El Cristo interior solo adviene en el momento cumbre de nuestros esfuerzos intencionales y padecimientos voluntarios.
El advenimiento del fuego Crístico es el evento más importante de nuestra propia vida.
El Cristo intimo se hace entonces cargo de todos nuestros procesos mentales, emocionales, motores, instintivos y sexuales.
Incuestionablemente El Cristo íntimo es nuestro salvador interior profundo.
Él siendo perfecto al meterse en nosotros parecería como imperfecto; siendo casto parecería como sino lo fuese, siendo justo parecería como sino lo fuese.
Esto es semejante a los distintos reflejos de la luz. Si usa anteojos azules todo nos parecerá azul y si los usamos de color rojo veremos todas las cosas de este color.
Él aunque sea blanco, visto desde afuera cada cual le verá a través del cristal psicológico con que se le mira; por eso es que las gentes viéndole, no le ven.
Al hacerse cargo de todos nuestros procesos psicológicos, el Señor de perfección sufre lo indecible.
Convertido en hombre entre los hombres, ha de pasar por muchas pruebas y soportar tentaciones indecibles.
La tentación es fuego, el triunfo sobre la tentación es Luz.
El iniciado debe aprender a vivir peligrosamente; así esta escrito; esto lo saben los Alquimistas.
El iniciado debe recorrer con firmeza la Senda del Filo de la navaja; a uno y otro lado del difícil camino existen abismos espantosos.
En la difícil senda de la disolución del Ego existen complejos caminos que tienen su raíz precisamente en el camino real.
Obviamente de la senda del Filo de la Navaja se desprenden múltiples sendas que no conducen a ninguna parte; algunas de ellas nos llevan al abismo y a la desesperación.
Existen sendas que podrían convertimos en majestades de tales o cuales zonas del universo, pero que de ningún modo nos traerían de regreso al seno del Eterno Padre Cósmico Común.
Existen sendas fascinantes, de santísima apariencia, inefables, desafortunadamente solo pueden conducimos a la involución sumergida de los mundos infiernos.
En el trabajo de la disolución del Yo necesitamos entregarnos por completo al Cristo Interior.
A veces aparecen problemas de difícil solución; de pronto; el camino se pierde en laberintos inexplicables y no se sabe por donde continua; solo la obediencia absoluta al Cristo Interior y al Padre que está en secreto puede en tales casos orientarnos sabiamente.
La Senda del Filo de la Navaja está llena de peligros por dentro y por fuera.
La moral convencional de nada sirve; la moral es esclava de las costumbres; de la época; del lugar.
Lo que fue moral en épocas pasadas ahora resulta inmoral; lo que fue moral en la edad media por estos tiempos modernos puede resultar inmoral. Lo que en un país es moral en otro país es inmoral, etc.
En el trabajo de la disolución del Ego sucede que a veces cuando pensamos que vamos muy bien, resulta que vamos muy mal.
Los cambios son indispensables durante el avance esotérico, más las gentes reaccionarias permanecen embotelladas en el pasado; se petrifican en el tiempo y truenan y relampaguean contra nosotros a medida que realizamos avances psicológicos de fondo y cambios radicales.
La gente no resiste los cambios del iniciado; quieren que éste continúe petrificado en múltiples ayeres.
Cualquier cambio que el iniciado realizare es clasificado de inmediato como inmoral.
Mirando las cosas desde este ángulo a la luz del trabajo Crístico, podemos evidenciar claramente la ineficacia de los diversos códigos de moral que en el mundo se han escrito.
Incuestionablemente El Cristo manifiesto y, sin embargo, oculto en el corazón del hombre real; al hacerse cargo de nuestros diversos estados psicológicos, siendo desconocido para las gentes es de hecho calificado como cruel, inmoral y perverso.
Resulta paradójico que las gentes adoren al Cristo y, sin embargo, le acomoden tan horripilantes calificativos.
Obviamente las gentes inconscientes y dormidas solo quieren un Cristo histórico, antropomórfico, de estatuas y dogmas inquebrantables, al cual puedan acomodar fácilmente todos sus códigos de moral torpe y rancia y todos sus prejuicios y condiciones.
Las gentes no pueden concebir jamás al Cristo Intimo en el corazón del hombre; las multitudes solo adoran al cristo estatua y eso es todo.
Cuando uno habla a las multitudes, cuando uno les declara el crudo realismo del Cristo revolucionario; del Cristo rojo, del Cristo rebelde, de inmediato recibe calificativos como los siguientes: blasfemo, hereje, malvado, profanador, sacrílego, etc.
Así son las multitudes, siempre inconscientes; siempre dormidas. Ahora comprenderemos porqué el Cristo crucificado en el Gólgota exclama con todas las fuerzas de su alma: ¡Padre mío perdónalos porque no saben lo que hacen!
El Cristo en sí mismo siendo uno, aparece como muchos; por eso se ha dicho que es unidad múltiple perfecta. Al que sabe, la palabra da poder; nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquel que LO TIENE ENCARNADO.
Encarnarlo es lo fundamental en el trabajo avanzado del Yo pluralizado.
El señor de perfección trabaja en nosotros a medida que nos esforzamos conscientemente en el trabajo sobre sí mismos.
Resulta espantosamente doloroso el trabajo que el Cristo Intimo tiene que realizar dentro de nuestra propia psiquis.
En verdad que nuestro Maestro interior debe vivir todo su vía crucis en el fondo mismo de nuestra propia alma.
Escrito está: "A Dios rogando y con el mazo dando". También está escrito: "Ayúdate que yo te ayudaré".
Suplicar a la divina Madre Kundalini es fundamental cuando se trata de disolver agregados psíquicos indeseables, empero el Cristo Intimo en los trasfondos más profundos del mí mismo, opera sabiamente de acuerdo con las propias responsabilidades que él hecha sobre sus hombros.
CAPÍTULO XXV.
EL DIFÍCIL CAMINO
Incuestionablemente existe un lado oscuro de nosotros mismos que no conocemos o no aceptamos; debemos llevar la luz de la conciencia a ese lado tenebroso de sí mismos.
Todo el objeto de nuestros estudios Gnósticos es hacer que el conocimiento de sí mismos se tome más consciente.
Cuando se tienen muchas cosas en uno mismo que no se conocen ni se aceptan, entonces tales cosas nos complican la vida espantosamente y provocan en verdad toda suerte de situaciones que podrían ser evitadas mediante el conocimiento de sí.
Lo peor de todo esto es que proyectamos ese lado desconocido e inconsciente de sí mismos en otras personas y entonces lo vemos en ellas.
Por ejemplo: las vemos como si fuesen embusteras, infieles, mezquinas, etc., en relación con lo que cargamos en nuestro interior.
La Gnosis dice sobre este particular, que vivimos en una parte muy pequeña de nosotros mismos. Significa ello que nuestra conciencia se extiende solo a una parte muy reducida de nosotros mismos.
La idea del trabajo esotérico Gnóstico es la de ampliar claramente nuestra propia conciencia.
Indubitablemente en tanto no estemos bien relacionados consigo mismos, tampoco estaremos bien relacionados con los demás y el resultado serán conflictos de toda especie.
Es indispensable llegar a ser muchísimo más conscientes para consigo mismos mediante una directa observación de sí.
Una regla Gnóstica general en el trabajo esotérico Gnóstico, es que cuando no nos entendemos con alguna persona, se puede tener la seguridad de que ésta es la cosa misma contra la cual es preciso trabajar sobre si mismo.
Lo que se critica tanto en los otros es algo que descansa en el lado oscuro de uno mismo y que no se conoce, ni se quiere reconocer.
Cuando estamos en tal condición el lado oscuro de nosotros mismos es muy grande, pero cuando la luz de la observación de sí ilumina ese lado oscuro, la conciencia se acrecienta mediante el conocimiento de sí.
Esta es la Senda del Filo de la Navaja, más amarga que la hiel, muchos la inician, muy raros son los que llegan a la meta.
Así como la Luna tiene un lado oculto que no se ve, un lado desconocido, así también sucede con la Luna Psicológica que cargamos en nuestro interior.
Obviamente tal Luna Psicológica está formada por el Ego, el Yo, el Mí Mismo, el Sí mismo.
En esta luna psicológica cargamos elementos inhumanos que espantan, que horrorizan y que en modo alguno aceptaríamos tener.
Cruel camino es este de la AUTO-REALIZACIÓN INTIMA DEL SER, ¡Cuántos precipicios!, ¡Qué pasos tan difíciles!, ¡Qué laberintos tan horribles!.
A veces el camino interior después de muchas vueltas y revueltas, subidas horripilantes y peligrosísimas bajadas, se pierde en desiertos de arena, no se sabe por donde sigue y ni un rayo de luz te ilumina.
Senda llena de peligros por dentro y por fuera; camino de misterios indecibles, donde solo sopla un hálito de muerte.
En este camino interior cuando uno cree que va muy bien, en realidad va muy mal.
En este camino interior cuando uno cree que va muy mal, sucede que marcha muy bien.
En este camino secreto existen instantes en que uno ya ni sabe que es lo bueno ni que es lo malo.
Lo que normalmente se prohíbe, a veces resulta que es lo justo; así es el camino interior.
Todos los Códigos morales en el camino interior salen sobrando; una bella máxima o un hermoso precepto moral, en determinados momentos puede convertirse en un obstáculo muy serio para la Auto-Realización íntima del Ser.
Afortunadamente el Cristo Intimo desde el mismo fondo de nuestro Ser trabaja intensivamente, sufre, llora, desintegra elementos peligrosísimos que en nuestro interior llevamos.
El Cristo nace como un niño en el corazón del hombre pero a medida que va eliminando los elementos indeseables que llevamos dentro, va creciendo poco a poco hasta convertirse en un hombre completo.
CAPÍTULO XXVI.
LOS TRES TRAIDORES
En el trabajo interior profundo, dentro del terreno de la estricta auto-observación psicológica, hemos de vivenciar en forma directa todo el drama cósmico.
El Cristo Intimo ha de eliminar todos los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos.
Los múltiples agregados psíquicos en nuestras profundidades psicológicas gritan pidiendo crucifixión para el señor interior.
Incuestionablemente cada uno de nosotros lleva en su psiquis a los tres traidores.
Judas, el demonio del deseo; Pilatos el demonio de la mente; Caifás, el demonio de la mala voluntad.
Estos tres traidores crucificaron al señor de Perfecciones en el fondo mismo de nuestra alma.
Se trata de tres tipos específicos de elementos inhumanos fundamentales en el drama cósmico.
Indubitablemente el citado drama se ha vivido siempre secretamente en las profundidades de la conciencia superlativa del ser.
No es pues, el drama cósmico propiedad del Gran Kabir Jesús como suponen siempre los ignorantes ilustrados.
Los Iniciados de todas las edades, los Maestros de todos los siglos, han tenido que vivir el drama cósmico dentro de sí mismos, aquí y ahora.
Empero, Jesús el Gran Kabir tuvo el valor de representar tal drama intimo públicamente, en la calle y a la luz del día, para abrir el sentido de la iniciación a todos los seres humanos, sin diferencias de raza, sexo, casta o color.
Es maravilloso que halla alguien que en forma pública enseñare el drama íntimo a todos los pueblos de la tierra.
El Cristo Intimo no siendo un lujurioso tiene que eliminar de sí mismo los elementos psicológicos de la lujuria.
El Cristo Intimo siendo en sí mismo paz y amor debe eliminar de sí mismo los elementos indeseables de la ira.
El Cristo Intimo no siendo un codicioso debe eliminar de sí mismo los elementos indeseables de la codicia.
El Cristo Intimo no siendo envidioso debe eliminar de sí mismo los agregados síquicos de la envidia.
El Cristo Intimo siendo humildad perfecta, modestia infinita, sencillez absoluta, debe eliminar de sí mismo los asqueantes elementos del orgullo, de la vanidad, del engreimiento.
El Cristo Intimo, la palabra, el Logos Creador viviendo siempre en constante actividad tiene que eliminar en nuestro interior, en sí mismo y por sí mismo los elementos indeseables de la inercia, de la pereza, del estancamiento.
El Señor de Perfección acostumbrado a todos los ayunos, templado, jamás amigo de borracheras y de grandes banqueteos tiene que eliminar de sí mismo los abominables elementos de la gula.
Extraña simbiosis la del Cristo-Jesús; el Cristo-Hombre; rara mezcla de lo divino y de lo humano de lo perfecto y de lo imperfecto; prueba siempre constante para el Logos.
Lo más interesante de todo esto es que el Cristo secreto es siempre un triunfador; alguien que vence constantemente a las tinieblas; alguien que elimina a las tinieblas dentro de sí mismo, aquí y ahora.
El Cristo Secreto es el señor de la Gran Rebelión, rechazado por los sacerdotes, por los ancianos y por los escribas del templo.
Los sacerdotes le odian; es decir, no le comprenden, quieren que el Señor de Perfecciones viva exclusivamente en el tiempo de acuerdo con sus dogmas inquebrantables.
Los ancianos, es decir, los moradores de la tierra, los buenos dueños de casa, la gente juiciosa, la gente de experiencia aborrece al Logos, al Cristo Rojo, al Cristo de la Gran Rebelión, porque éste se sale del mundo de sus hábitos y costumbres anticuadas, reaccionarias y petrificadas en muchos ayeres.
Los escribas del templo, los bribones del intelecto aborrecen al Cristo Intimo porque éste es la antítesis del Anticristo, el enemigo declarado de todo ese podridero de teorías universitarias que tanto abunda en los mercados de cuerpos y de almas.
Los tres traidores odian mortalmente al Cristo Secreto y le conducen a la muerte dentro de nosotros mismos y en nuestro propio espacio psicológico.
Judas el demonio del deseo cambia siempre al señor por treinta monedas de plata, es decir, por licores, dineros, fama, vanidades, fornicaciones, adulterios, etc.
Pilatos el demonio de la mente, siempre se lava las manos, siempre se declara inocente, nunca tiene la culpa, constantemente se justifica ante sí mismo y ante los demás, busca evasivas, escapatorias para eludir sus propias responsabilidades, etc.
Caifás el demonio de la mala voluntad traiciona incesantemente al señor dentro de nosotros mismos; el Adorable Intimo le da el báculo para pastorear sus ovejas, sin embargo, el cínico traidor convierte el altar en lecho de placeres, fornica incesantemente, adultera, vende los sacramentos, etc.
Estos tres traidores hacen sufrir secretamente al adorable señor Intimo sin compasión alguna.
Pilatos le hace poner corona de espinas en sus sienes, los malvados yoes lo flagelan, le insultan, le maldicen en el espacio psicológico íntimo sin piedad de ninguna especie.
CAPÍTULO XXVII.
LOS YOES CAUSAS
Los múltiples elementos subjetivos que constituyen el ego tienen raíces causales.
Los yoes causas están vinculados a las leyes de Causa y Efecto. Obviamente no puede existir causa sin efecto, ni efecto sin causa; esto es incuestionable, indubitable.
Sería inconcebible la eliminación de los diversos elementos inhumanos que en nuestro interior cargamos sino elimináramos radicalmente las causas intrínsecas de nuestros defectos psicológicos.
Obviamente los yoes causas se hallan íntimamente asociados a determinadas deudas Kármicas.
Solo el arrepentimiento más profundo y los respectivos negocios con los señores de la ley, pueden darnos la dicha de lograr la desintegración de todos esos elementos causales que en una u otra forma pueden conducirnos a la eliminación definitiva de los elementos indeseables.
Las causas intrínsecas de nuestros errores, ciertamente pueden ser erradicadas de sí mismos gracias a los eficientes trabajos del Cristo Intimo.
Obviamente los yoes causas suelen tener complejidades espantosamente difíciles.
Ejemplo: Un estudiante esoterista podría ser defraudado por su instructor y en secuencia tal neófito se tornaría escéptico. En este caso concreto el yo causa que originara tal error, solo podría desintegrarse mediante el supremo arrepentimiento íntimo y con negociaciones esotéricas muy especiales.
El Cristo íntimo dentro de nosotros mismos trabaja intensivamente eliminando a base de trabajos concientes y padecimientos voluntarios todas esas causas secretas de nuestros errores.
El señor de perfecciones debe vivir en nuestras intimas profundidades todo el drama cósmico.
Uno se asombra al contemplar en el mundo causal todas las torturas por las que pasa el Señor de Perfecciones.
En el mundo causal El Cristo secreto pasa por todas las amarguras indecibles de su Vía crucis.
Indubitablemente Pilatos se lava las manos y se justifica pero al fin condena el adorable a la muerte de cruz.
Resulta extraordinario para el iniciado vidente el ascenso al calvario.
Indubitablemente la conciencia solar integrada con el Cristo Intimo, crucificada en la cruz majestuosa del calvario, pronuncia frases terribles que a los seres humanos no les es dable comprender.
La frase final (Padre mío en tus manos encomiendo mi espíritu), va seguida da rayos y truenos y grandes cataclismos.
Posteriormente el Cristo íntimo después de la desclavación es depositado en su Santo Sepulcro.
Mediante la muerte el Cristo íntimo mata a la muerte. Mucho más tarde en el tiempo el Cristo íntimo debe resucitar en nosotros.
Incuestionablemente la resurrección Crística viene a transformarnos radicalmente.
Cualquier Maestro Resurrecto posee poderes extraordinarios sobre el fuego, el aire, las aguas y la tierra.
Indubitablemente los Maestros Resurrectos adquieren la inmortalidad, no solamente psicológica sino también corporal.
Jesús El Gran Kabir todavía vive con el mismo cuerpo físico que tuvo en la tierra Santa; El Conde San Germán que transmutaba el plomo en oro y hacía diamantes de la mejor calidad durante los siglos XV, XVI, XVII, XVIII, etc., aún vive todavía.
El enigmático y poderoso Conde Cagliostro que tanto asombrara a Europa con sus poderes durante los siglos XVI, XVII y XVIII es un Maestro Resurrecto y todavía conserva su mismo cuerpo físico.
CAPÍTULO XXVIII.
EL SUPERHOMBRE
Un Código de Anahuac ha dicho: "Los Dioses crearon a los hombres de madera y después de haberlos creado los fusionaron con la divinidad"; más luego añade: "No todos los hombres logran integrarse con la divinidad".
Incuestionablemente lo primero que se necesita es crear al hombre antes de poder integrarlo con lo real.
El animal intelectual equivocadamente llamado hombre en modo alguno es el hombre.
Si nosotros comparamos al hombre con el animal intelectual, podremos entonces verificar por sí mismos el hecho concreto de que el animal intelectual aunque físicamente se parezca al hombre, psicológicamente es absolutamente distinto.
Desafortunadamente todos piensan erróneamente, suponen ser hombres, se califican de tales.
Siempre hemos creído que el hombre es el rey de la creación; el animal intelectual hasta la fecha presente no ha demostrado ser siquiera rey de sí mismo; si no es rey sus propios procesos, psicológicos, si no puede dirigirlos a voluntad, mucho menos podrá gobernar la naturaleza.
En modo alguno podríamos aceptar al hombre convertido en esclavo, incapaz de gobernarse a sí mismo y convertido en juguete de las fuerzas bestiales de la naturaleza.
O se es rey del universo o no se es; en el último de estos casos incuestionablemente queda demostrado el hecho concreto de no haber llegado todavía al estado de hombre.
Dentro de las glándulas sexuales del animal intelectual el sol ha depositado los gérmenes para el hombre.
Obviamente tales gérmenes pueden desarrollarse o perderse definitivamente.
Si queremos que tales gérmenes se desarrollen, se hace indispensable cooperar con el esfuerzo que el sol está haciendo para crear hombres.
El hombre legítimo debe trabajar intensivamente con el propósito evidente de eliminar de sí mismo los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos.
Si el hombre real no eliminara de sí mismo tales elementos, fracasaría lamentablemente; se convertiría en un aborto de la Madre Cósmica, en un fracaso.
El hombre que verdaderamente trabaje sobre sí mismo con el propósito de despertar conciencia, podrá integrarse con lo divinal.
Ostensiblemente el hombre solar integrado con la divinidad, se convierte de hecho y por derecho propio en SUPER-HOMBRE.
No es tan fácil llegar al SUPER-HOMBRE. Indubitablemente el camino que conduce al SUPER-HOMBRE está más allá del bien y del mal.
Una cosa es buena cuando nos conviene y mala cuando no nos conviene. Entre las cadencias del verso también se esconde el delito. Hay mucha virtud en el malvado y mucha maldad en el virtuoso.
El camino que conduce al SUPER-HOMBRE es la Senda del Filo de la Navaja; esta senda está llena de peligros dentro y por fuera.
El mal es peligroso, el bien también es peligroso; el espantoso camino está más allá del bien y del mal, es terriblemente cruel.
Cualquier código de moral puede detenernos en la marcha hacia el SUPER-HOMBRE. El apego a tales o cuales ayeres, a tales o cuales escenas puede detenernos en el camino que llega hasta el SUPER-HOMBRE.
Las normas, los procedimientos, por muy sabios que sean, si se encuentran enfrascados en tal o cual fanatismo, en tal o cual prejuicio, en tal o cual concepto puede obstaculizarnos en el avance hacia el SUPER-HOMBRE.
El SUPER-HOMBRE conoce lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno; empuña la espada de la justicia cósmica y está más allá del bien y del mal.
El SUPER-HOMBRE habiendo liquidado en sí mismo todos los valores buenos y malos, se ha convertido en algo que nadie entiende, es el rayo, es la llama del espíritu universal de vida resplandeciendo en el rostro de un Moisés.
En cada tienda del camino algún anacoreta ofrece sus dádivas al SUPER-HOMBRE más éste continúa su camino mas allá de las buenas intenciones de los anacoretas.
Lo que dijeron las gentes bajo el pórtico sagrado de los templos tiene mucha belleza, pero el SUPER-HOMBRE está más allá de los dichos piadosos de las gentes.
El SUPER-HOMBRE es el rayo y su palabra es el trueno que desintegra a los poderes del bien y del mal.
El SUPER-HOMBRE resplandece en las tinieblas, más las tinieblas odian al SUPER-HOMBRE.
Las multitudes califican al SUPER-HOMBRE de perverso por el hecho mismo de que no cabe dentro de los dogmas indiscutibles, ni dentro de las frases piadosas, ni dentro de la sana moral de los hombres serios.
Las gentes aborrecen al SUPER-HOMBRE y le crucifican entre criminales porque no lo entienden, porque lo prejuzgan, mirándolo a través del lente psicológico de lo que se cree santo aunque sea malvado.
El SUPER-HOMBRE es como la centella que cae sobre los perversos o como el brillo de algo que no se entiende y que se pierde después en el misterio.
El SUPER-HOMBRE ni es santo ni es perverso, está más allá de la santidad y de la perversidad; más las gentes le califican de santo o de perverso.
El SUPER-HOMBRE brilla por un momento entre las tinieblas de este mundo y luego desaparece para siempre.
Dentro del SUPER-HOMBRE resplandece abrasadoramente el Cristo Rojo. El Cristo revolucionario, el Señor de la Gran Rebelión.
CAPÍTULO XXIX.
EL SANTO GRIAL
El Santo Grial resplandece en la noche profunda de todas las edades. Los Caballeros de la Edad Media en la época de las Cruzadas buscaron inútilmente el Santo Grial en la tierra Santa más no le hallaron.
Cuando Abraham el Profeta volvía de la guerra contra los reyes de Sodoma y de Gomorra, dicen que encontró a Melquisedec el Genio de la Tierra. Ciertamente ese Gran Ser vivía en una fortaleza ubicada exactamente en aquel lugar donde más tarde se edificó a Jerusalem, la ciudad querida de los Profetas.
Dice la leyenda de los siglos y esto lo saben los divinos y los humanos, que Abraham celebró la Unción Gnóstica con el compartimiento del pan y del vino en presencia de Melquisedec.
No está demás afirmar que entonces Abraham entregó a Melquisedec los diezmos y primicias tal como está escrito en el Libro de la Ley.
Abraham recibió de manos de Melquisedec el Santo Grial; mucho más tarde en el tiempo esta copa fue a dar en el templo de Jerusalem.
No hay duda de que la Reina de Saba sirvió de mediadora para este hecho. Ella se presentó ante Salomón Rey con el Santo Grial y después de someterle a rigurosas pruebas le hizo entrega de tan preciada joya.
El Gran Kabir Jesús bebió en esa copa en la ceremonia sagrada de la última cena tal como está escrito en los Cuatro Evangelios.
José de Arimatea llenó el Cáliz con la sangre que manaba de las heridas del Adorable en el Monte de las Calaveras.
Cuando la policía Romana allanó la morada del citado Senador no halló esta preciosa joya.
El Senador Romano no solo escondió la tan preciosa joya sino que, además, junto con ella guardó bajo tierra la lanza de Longibus con la cual el centurión Romano hiriera el costado del Señor.
José de Arimatea fue encerrado en una horrible prisión por no haber querido entregar el Santo Grial.
Cuando el citado Senador salió de la cárcel se marchó para Roma portando el Santo Grial.
Al llegar a Roma José de Arimatea encontró la persecución de Nerón contra los Cristianos y se fue por las orillas del Mediterráneo.
Una noche en sueños se te apareció un ángel y le dijo: "Este cáliz tiene un gran poder porque en él se encuentra la sangre del Redentor del Mundo." José de Arimatea obedeciendo órdenes del ángel enterró tal cáliz en un templo ubicado en Montserrat, Cataluña, España.
Con el tiempo tal cáliz se hizo invisible junto con el templo y parte de la montaña.
El Santo Grial es el vaso de Hermes, la copa de Salomón, la urna preciosa de todos los templos de misterios.
En el Arca de la alianza no faltaba nunca el Santo Grial en la forma de la copa o gomor, dentro de la cual se hallaba depositado el maná del desierto.
El Santo Grial categoriza en forma enfática al YONI femenino, dentro de esta santa copa está el néctar de la inmortalidad, el Soma de los místicos, la suprema bebida de los Dioses Santos.
El Cristo Rojo bebe del Santo Grial en la hora suprema de la Cristificación, así está escrito en el Evangelio del Señor.
Nunca falta el Santo Grial en el altar del templo. Obviamente el Sacerdote debe beber el vino de la luz en la Copa Santa.
Sería absurdo suponer un templo de misterios dentro del cual faltara la bendita copa de todas las edades.
Esto viene a recordarnos a Ginebra La Reina de los Jinas aquella que a Lanzarote escanciara el vino en las copas delicias de SUFRA y de MANTI.
Los Dioses inmortales se alimentan con la bebida contenida en la Copa Santa; aquellos que odian a la Bendita Copa, blasfeman contra el espíritu santo.
El Súper-hombre debe alimentarse con el néctar de la inmortalidad contenido en el cáliz divinal del templo.
Transmutación de la energía creadora es fundamental cuando se quiere beber en el Vaso Santo.
El Cristo Rojo siempre revolucionario, siempre rebelde, siempre heroico, siempre triunfante, brinda por los Dioses bebiendo en el cáliz de oro.
Levantad bien vuestra copa y cuidad de verter ni siquiera una gota del precioso vino.
Recordad que nuestro lema divisa es THELEMA (voluntad).
Del fondo del cáliz -simbólica figura del órgano sexual femenino-, brotan llamas que resplandecen en el rostro encendido del Súper-Hombre.
Los Dioses inefables de todas las galaxias beben siempre de la bebida de la inmortalidad en el cáliz eterno.
El frío lunar produce involuciones en el tiempo; es necesario beber del vino sagrado de la luz en el vaso santo de la Alquimia.
La púrpura de los reyes sagrados, la corona real y el oro flamígero solo es para el Cristo Rojo.
El Señor del Rayo y del Trueno empuña en su diestra el Santo Grial y bebe el vino de oro para alimentarse.
Quienes derraman el Vaso de Hermes durante la cópula química, de hecho se convierten en criaturas infrahumanas del sub-mundo.
Todo lo que aquí hemos escrito encuentra plena documentación en mi libro titulado «El Matrimonio Perfecto».
Autor:
V.M. Samael Aun Weor
Instituto Cultural Quetzalcoatl de Antropología Psicoanalítica, A.C.
http://samaelgnosis.net y http://samaelgnosis.org
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