Influencia de actividad físico – recreativa sobre calidad de vida del adulto mayor
Enviado por M. Sc. Esperanza de la Caridad Hernández Pérez
Resumen
Se estudió la relación de las variables soporte social, autonomía, salud mental y actividad físico recreativa con la calidad de vida ligada al género con participación de 152 adultos mayores (92 mujeres y 60 hombres) en edades entre 60 a 75 años, pertenecientes a círculos de abuelos del Consejo Popular "Luís Arcos", municipio de Camajuaní a los cuales se les aplicó un cuestionario de calidad de vida y una encuesta sobre actividad física recreativa. Los resultados mostraron relación significativa de la variable autonomía con las variables soporte social, estado mental, frecuencia y duración de la actividad. Por género la depresión geriátrica fue superior en las mujeres. La salud fue el motivo principal para realizar la actividad física y los beneficios principales, para ambos géneros, fueron: sentirse más reanimados, alivio de dolores, sentirse más alegres y con energía. Se concluyó que la calidad de vida percibida por el adulto mayor, expresada en soporte social, autonomía y salud mental; el motivo y el beneficio de la actividad física no difiere entre géneros. La disminución de la depresión se presenta con mayor frecuencia en las mujeres. Se comprueba que la actividad física recreativa le permite obtener al adulto mayor mejores resultados mientras más cantidad de tiempo y frecuencias por semana se le dedique.
Palabras clave: Calidad de vida, género, soporte social, autonomía, salud mental, actividad físico recreativa
Introducción
La calidad de vida es el bienestar, felicidad, satisfacción de la persona que le permite una capacidad de actuación en un momento dado de la vida. Es un concepto subjetivo, propio de cada individuo, que está muy influido por el entorno en el que vive, la sociedad, la cultura y las escalas de valores. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, estado psicológico, nivel de independencia, relaciones sociales y relación con los elementos esenciales de su entorno.
El concepto de calidad de vida, en términos subjetivos, surge cuando las necesidades primarias básicas han quedado satisfechas con un mínimo de recursos. El nivel de vida son aquellas condiciones de vida que tienen una fácil traducción cuantitativa, incluso monetaria, como renta per cápita, salud, consumo de alimentos, seguridad social, ropa, tiempo libre, derechos humanos, nivel educativo o condiciones de vivienda. El concepto de calidad de vida aparece cuando esta establecido un bienestar social como ocurre en los países desarrollados.
La medicina y los recursos económicos, políticos, sociales del mundo occidental ha conseguido aumentar la esperanza de vida dando años a la vida. En Cuba se han logrado indicadores de calidad de vida respecto a la salud similares a los países desarrollados. El objetivo de la medicina y la sociedad a partir de las últimas décadas del siglo XX es dar vida a cada uno de los años, es decir, aumentar la calidad de vida. El aumento de la esperanza de vida en sociedades avanzadas como consecuencia de la estabilidad y el bienestar alcanzado ha ocasionado un cambio radical global en las pirámides demográficas. En la actualidad son muchas las personas en el mundo que dedican su esfuerzo y estudio a lo que se denomina nueva cultura de la longevidad. Intentan vivir más y en mejores condiciones físicas, sociales y mentales, buscando un modelo de envejecimiento competente en un sentido útil y productivo, capaz de fortalecer desde un punto de vista genérico de la salud su calidad de vida (Ríos y col, 2000).
La calidad de vida se define como un estado de bienestar; sin embargo esta noción toma diferentes énfasis según el contexto del cual parte su valoración (Faden y Germán, 1994). Giusti (1991) la define como un estado de bienestar físico, social, emocional, espiritual, intelectual y ocupacional que permite al individuo satisfacer apropiadamente sus necesidades individuales y colectivas. Para efectos de este estudio este es el concepto operacional de calidad de vida.
Además de estas consideraciones se toma como una variable importante dentro del concepto calidad de vida el nivel de actividad física de los sujetos basándose en Abrante y col. (1996); Santana (1991) y García y col. (1990). La calidad de vida es un concepto complejo cuya definición operacional y dimensional resulta muy difícil. No obstante, hay acuerdo en cuanto a la necesidad de abordarla desde una dimensión subjetiva; es decir, lo que la persona valora de ella sin restringirla a la dimensión objetiva (opinión de otras personas o terceros) porque lo fundamental es la percepción propia (Rojas, 1999 y Rojas, 1997).
La calidad de vida tiene su máxima expresión en lo relacionado con la salud. Las tres dimensiones que global e integralmente comprenden la calidad de vida son:
Dimensión física: Percepción del estado físico o salud, entendida como ausencia de enfermedad, sus síntomas o efectos adversos del tratamiento. Estar sano es elemento esencial para tener vida con calidad.
Dimensión psicológica: Percepción del individuo de su estado cognitivo y afectivo con miedo, ansiedad, incomunicación, pérdida de autoestima e incertidumbre del futuro. Incluye las creencias personales, espirituales y religiosas como el significado de la vida y la actitud ante el sufrimiento.
Dimensión social: Percepción del individuo de las relaciones interpersonales y los roles sociales en la vida como son necesidad de apoyo familiar y social, relación médico-paciente y desempeño laboral.
Características de la calidad de vida
Concepto subjetivo: Cada ser humano tiene su concepto propio sobre la vida, calidad de vida y felicidad.
Concepto universal: Las dimensiones de la calidad de vida son valores comunes en todas las culturas.
Concepto holístico: La calidad de vida incluye todos los aspectos de la vida, repartidos en las tres dimensiones de la calidad de vida, según explica el modelo biopsicosocial. El ser humano es un todo.
Concepto dinámico: A lo largo del tiempo cada persona va cambiando sus intereses y prioridades vitales y, por tanto, los parámetros que constituyen lo que considera calidad de vida.
Interdependencia: Los aspectos o dimensiones de la vida están interrelacionados de manera que cuando una persona está mal físicamente o enferma, repercute en los aspectos afectivos o psicológicos y sociales.
Díaz (1987), Faden y German, (1994), Hernández (2000) y Leturia (1998) visualizan la importancia de la valoración subjetiva en la calidad de vida. Sin embargo, usualmente las propuestas dirigidas a las personas mayores se orientan hacia una evaluación de los efectos que producen sobre la calidad de vida los medicamentos o la enfermedad. La perspectiva subjetiva de calidad de vida del adulto mayor será el foco de atención de este estudio y para ello se considerará la propuesta de Giusti (1991), INISA (1994) y Lawton (1991). En sus trabajos se consideran las cuatro variables: autonomía, soporte social, salud mental y actividad física recreativa, para delimitar operacionalmente la perspectiva subjetiva de la calidad de vida.
Si se toma en cuenta las propuestas de esos autores, las variables que involucran la perspectiva subjetiva de la calidad de vida se entenderán de la siguiente forma: Autonomía estará definida como capacidad funcional, que se refiere a si puede o no realizar actividades básicas e instrumentales el adulto mayor; Soporte social se refiere a las estrategias (prestar ayuda, colaboración) que permiten relacionar a los adultos mayores con los demás; Salud mental involucra el grado de armonía psicoemocional presente en el adulto mayor y Actividad física recreativa como la satisfacción y la disponibilidad del adulto mayor para la realización de dichas actividades.
Estudios recientes han analizado los índices de calidad de vida basados en una amplia gama de dimensiones y aspectos en los que se involucra la edad, el género y el nivel de actividad física. Fujisawa (1994) encontró diferencias en los índices de calidad de vida (apoyo social, autonomía, salud mental, relaciones familiares) con respecto al género. Roy y Fitz (1996) señalan que con la edad avanzada los riesgos de tensión depositados en los adultos mayores por parte de la familia y la mortalidad aumentan y recomiendan otros estudios que identifiquen predictores de mortalidad como el sedentarismo. Hernández (2000) señaló que se podrían esperar diferencias en la calidad de vida de los adultos mayores ligadas a la edad. Sin embargo no encontró diferencias significativas en cuanto al género.
En Cuba existen algunas investigaciones realizadas en calidad de vida y adulto mayor. Céspedes y col. (1987) señalan que existen carencias de tipo afectivo por falta de interacción social, falta de contacto social y problemas de movilización bastante acentuados y que los niveles de actividad física son importantes predictores de los índices de calidad de vida de este grupo etario. Villalobos (1989) mostró que las personas mayores no cuentan con suficientes recursos económicos para satisfacer en forma adecuada sus necesidades básicas y que los adultos mayores institucionalizados experimentan sentimientos de soledad por estar separados de su núcleo familiar, mostrándose apáticos, poco participativos en las actividades programadas por los centros y con mayor factor de riesgo por sedentarismo y aislamiento. Evidencian discapacidades más visibles y requieren mayor ayuda para realizar actividades de la vida diaria. Las personas mayores que viven con su familia y son atendidos en el hogar de ancianos aportaron ayuda económica o de intervención en alguna tarea doméstica agrícola entre otras.
Agüero (1993) evidenció que el grupo sometido al programa de actividad física presentó una disminución de 3 latidos / minuto en la frecuencia cardiaca en reposo en comparación con el grupo control, su presión arterial en reposo también se redujo hasta 9 mm / Hg a diferencia del grupo control. Las personas mayores que realizan actividad física mejoraron su función cardiovascular.
Aragón y Salas (1996) reportaron que los problemas físico-funcionales se relacionan con la pérdida de fuerza muscular, flexibilidad, equilibrio, vista, memoria y audición, mientras que los problemas psicosociales respondieron a la pérdida de salud, tristeza, deterioro de las capacidades funcionales y discriminación familiar. Quirós (1996) mostró que en las áreas urbanas los adultos mayores presentan más autonomía, estimulación y proyectos de vida, por lo que se hace aún más necesario dicho modelo en las áreas rurales. Ureña y Delgado (1998) analizaron la relación entre ejercicio físico y percepción subjetiva en 90 adultos con edad promedio de 71.4 años. Mostraron que los grupos de actividades acuáticas y manualidades tenían una percepción más positiva de sí mismos, sin diferencia entre sí y difiriendo del grupo control. El ejercicio físico implicado en la actividad acuática y la atmósfera que se genera en este contexto visualizan positivamente esta actividad como opción importante para desarrollar una posición optimista en el adulto mayor.
Bolaños y Mora (1999), en su investigación sobre actividad físico – recreativa y estado emocional en dos grupos gerontológicos, encontraron que los sujetos participantes eran activos físicamente y su principal motivación es el estado de salud integral. Los estados emocionales resultan beneficiados por la actividad física practicada, Hubo mejores sensaciones que el medio terrestre que en el medio acuático.
Rojas (1999) realizó un estudio de 4 hombres y 4 mujeres de 70 años para explorar la percepción de calidad de vida con base en su autonomía psicológica y conducta funcional. Los adultos perciben un sentimiento de bienestar desde los diferentes ámbitos físico, social, espiritual, ocupacional, intelectual y psicoemocional cuando se sienten personas autónomas y funcionales. Ello se relaciona con la frecuencia semanal de actividad física recreativa, tiempo diario de la actividad, disfrute de la actividad que realiza y la edad de los sujetos, con diferencias por género.
El propósito de este estudio fue conocer la relación entre las variables autonomía, soporte social, salud mental (depresión y estado mental) y actividad física (frecuencia semanal, tiempo diario y disfrute), considerando diferencias de género y edad. Además pretende determinar el principal motivo para realizar la actividad física recreativa y cuáles son los beneficios que esta población presenta por géneros.
Metodología
Sujetos: En el estudio participaron de 92 mujeres y 60 hombres adultos mayores de 60 a 75 años de edad que asistían regularmente al Círculo de Abuelos y actividades institucionalizadas como el aula del Adulto Mayor. La selección de los sujetos fue por el método aleatorio simple con la tabla de números aleatorios y una lista de los abuelos de la comunidad.
Instrumentos:
1. Cuestionario de calidad de vida del MINSAP con una consistencia interna de 0.77 lo cual se considera apropiado estadísticamente (Thomas y Nelson, 1990). Se aplicó para medir las variables autonomía, soporte social y salud mental, parte del constructo calidad de vida y valoración subjetiva. Este constó de 5 partes: Primera (identificación): consta de anotación de datos generales como nombre, lugar, número de persona, fecha de la entrevista. Se aplicó cada ítem igual que la versión final MINSAP (1994). Segunda (características sociodemográficas): se indaga sobre género, fecha de nacimiento, estado civil, grado de escolaridad alcanzado y tipo de pensión y asistencia social (no se tomó en cuenta pues no es importante para este estudio). Tercera (soporte social) pregunta el tiempo radicado en la vivienda, personas que conviven, parentesco, desempeño dentro del seno familiar y participación en la comunidad. Se tomaron en cuenta solamente éstos dos últimos ítems que permiten mayor facilidad para cuantificar las respuestas de los sujetos. Cuarta (actividades del diario vivir) indaga con preguntas cerradas sobre alimentación, algunas actividades de higiene y cuidado personal y si requiere ayuda para ellas. Quinta (salud mental) examina algunos rubros psicológicos básicos lo que permite descubrir su nivel mental y de depresión.
Calificación: Se asignó valor cero (0) a la respuesta "NO" y valor 1 a la repuesta "SI" en cada ítem. Una excepción fue en la quinta parte (salud mental) en donde cada ítem tenía un puntaje diferente, el cual osciló desde tres (3) hasta seis (6) puntos, dependiendo del número de preguntas por ítem.
2. Encuesta sobre actividad físico recreativa para adulto mayor: Fue construida adaptando información de variables del cuestionario de Actividad Física de Zutphen (Capeasen y col, 1991) el cual reporta una validez de 0.78 y una confiabilidad de 0.89 y del cuestionario modificado de Baecke (Voorrips y col, 1991) con una validez de 0.61 (p< 0.05) y una confiabilidad de 0.93, p<0.05. En ésta encuesta se indagó sobre el tipo de actividad, preferencia y tiempo de las actividades. Se contó con la participación de tres encuestadores a los cuáles se les dio la capacitación respectiva.
Procedimiento: El estudio de la perspectiva subjetiva de la calidad de vida que presentan los adultos mayores de 60 a 75 años de Granja Agropecuaria "Luís Arcos Bergnes", municipio de Camajuaní, es una investigación ex-post facto exploratorio – diagnóstica.
Se realizó en primera instancia una revisión y selección de posibles ancianos a trabajar, se obtuvo el permiso después que se les dio a conocer los propósitos y la colaboración necesaria para dicha investigación. Luego se procedió, una vez aceptada la propuesta oficialmente, a capacitar durante una semana a los encuestadores en el uso de los instrumentos para la recolección de datos.
La perspectiva subjetiva de calidad de vida se determinó mediante cuatro variables: autonomía, soporte social, salud mental y actividad físico recreativa. Las tres primeras fueron medidas por el cuestionario de calidad de vida MINSAP y la cuarta por la encuesta sobre actividad física para adulto mayor. La aplicación de los instrumentos se realizó con la visita personal de la investigadora en compañía de dos colaboradores previamente capacitados para la aplicación de los instrumentos a los sujetos seleccionados, además del apoyo correspondiente del médico de familia de la localidad. La duración del proceso de recolección de datos fue de aproximadamente 20 minutos por sujeto encuestado.
Análisis estadístico: El tratamiento estadístico de las variables a estudiar se realizó con el paquete estadístico SPSS. Se determinó la media aritmética (X) y desviación estándar (S). Se aplicó el análisis de correlación r de Pearson para determinar la relación entre la autonomía, soporte social, salud mental (depresión, estado mental) y actividad física (frecuencia de la actividad, duración, disfrute y edad) y el coeficiente de determinación (r²) para cada r. También se procedió al cálculo de Shi cuadrado con el fin de determinar si existían diferencias en los motivos para realizar actividad física y en los beneficios que aporta esta actividad ligados al género de acuerdo a la encuesta sobre actividad físico recreativa.
Desarrollo
De acuerdo con los resultados se determinó todas las variables de calidad de vida y la actividad física semanal tanto en hombres como en mujeres presentaron relaciones significativas entre autonomía y la actividad física semanal. Mientras más actividad física por semana hacían los adultos mayores mejores niveles en autonomía presentaron. Se destaca que al ser más personas asistentes a centros diurnos son más independientes siendo congruente con el estudio de Céspedes y col. (1987) de que los adultos mayores al estar involucrados en programas de actividad física recreativa en los centros diurnos se aumentan los niveles de movilidad e independencia y autoconcepto lo que contribuye a un aumento en los índices de apreciación de vida y de actividad física. Además de que la actividad física metódica y programada genera según Ramos (1992), mejora en la producción de placer y bienestar corporal y mental, ya sea en la conservación y consecución de independencia y autonomía tanto física como psíquica.
Se presentó además relaciones significativas entre autonomía y soporte social en ambos géneros; destacándose que entre más autónomos sean mayor Soporte Social presentan, siendo congruente con el estudio de Céspedes (1987), en donde las personas al ser asistentes a centros diurnos, tienen mayor grado de independencia y al ser miembros dentro de las familias y comunidades exigen en éste mayor participación, opinión y toma de decisión, lo que favorece al desarrollo de su independencia según Quirós (1996); siendo estos resultados congruentes con los expuestos por Rojas (1999) en su investigación sobre calidad de vida y autonomía.
En general los adultos perciben un sentimiento de bienestar fortalecido por ser personas autónomas y funcionales. En los hombres se presentó además relación significativa entre autonomía y estado mental. Tomando en cuenta que, al ser personas independientes son más participativos y activos según Villalobos (1989), lo que les permite según Quirós (1998), en su salud mental enfrentar de manera exitosa y satisfactoria su vida.
Además se encontró relación significativa entre el estado mental y actividad física semanal en las mujeres. Es decir que entre mayor frecuencia en la actividad física mayores nivelen la salud mental presentaron siendo congruente con lo apuntado por Ramos (1992) acerca de que la actividad física metódica y programada genera mejoras en la producción de placer y bienestar tanto corporal como mental.
En lo que respecta a la relación de todas las variables con las horas diarias de práctica en hombres se presentaron relaciones significativas entre autonomía y horas diarias de práctica física y entre soporte social y horas diarias de práctica. Mientras mayor duración en la práctica de actividad física mejores niveles de autonomía y soporte social presentaron; destacándose que mientras más independientes y colaboradores son los adultos mayores asistentes en centros diurnos son más participativos y activos; con lo que se justifican la disposición y el tiempo para realizar la actividad física (Villalobos,1989).
Se presentó relación significativa entre autonomía y soporte social en ambos géneros. Los adultos mayores asistentes en centros diurnos son más participativos y activos (Villalobos, 1989) y al ser miembros de familias y comunidades tienen mayor participación, opinión y toma de decisión, según Quirós (1996). En hombres se presentó relación significativa entre autonomía y estado mental; al ser personas independientes son más participativos y activos según Villalobos (1989) lo que les permite, según Quirós (1998) enfrentar de manera exitosa y satisfactoria su vida.
La depresión en las mujeres fue superior al de los hombres, siendo congruente con Stephens (1988), que menciona que la depresión y la ansiedad es más frecuente en las mujeres; pudiendo ser producto de las actitudes de la familia, comunidad y sociedad en general como rechazo, sobreprotección o abuso contra ellas. Tanto hombres como mujeres se clasificaron con depresión leve, siendo congruente con lo apuntado por Quirós (1996), acerca de que la depresión en el adulto mayor es una de las condiciones más frecuentes y de mayor cuidado en las personas mayores. Se rechaza el mito de que la depresión es una enfermedad característica de la mujer coincidiendo con Marín y col (2000).
Los factores que contribuyen al desarrollo de la depresión no dependen del género sino de la problemática social en el que esté inserto (abuso y abandono). Se determinó que los adultos mayores tienen cierto grado de deterioro físico y mental, sin embargo, los hombres y mujeres con mayores niveles de actividad física tanto en frecuencia como en duración diaria tienen un estado mejor lo que indica que a pesar de que continúa el deterioro normal, la actividad física en estas poblaciones es fundamental para mantener un adecuado nivel de calidad de vida. Esto es congruente con los estudios de Hernández (2000), Esquivel y Jiménez (1997) y Fugisawa, (1994).
Tabla 1. Resumen de medias y desviaciones estándar de las variables de calidad de vida y edad en adultos mayores pertenecientes a la granja Luís Arcos Bergnes, según el género.
En lo que respecta al motivo para realizar actividad física tanto hombres como mujeres coinciden en señalar la salud. Esto es congruente con los resultados de Bolaños y Mora (1999) y Schwenkmezger (1993, citado en Ureña, 1996) en donde el principal motivo para hacer actividad física es su salud. Coincide con Idespo (1985) en que los adultos mayores manifestaron interés en actividades productivas y en que la motivación que genera la actividad físico recreativa aumenta en ellos el autoconcepto, la autoestima y las emociones, distrayéndose al hacer algo en lo que se sentían útiles y ocupados como en el caso de los sujetos del presente estudio.
Los beneficios y disfrute de la actividad física para ambos géneros fueron elevados, les alivian los dolores y en le caso de las mujeres les hacía sentirse menos tensas, más alegres y con energía. Esto es congruente con Ureña y Delgado (1998) en la percepción subjetiva de la persona mayor en relación con el ejercicio físico, mostrando una percepción más positiva de sí mismos, un mayor disfrute. La actividad física ha mostrado notables mejoras en la producción de placer y bienestar corporal y mental (Ramos, 1992) por lo que coinciden con en este estudio.
En la tabla 1 se puede observar que, tanto en hombres como mujeres, el promedio de autonomía fue similar. Considerando la escala MINSAP (1994), ambos se clasificaron como independientes en cuanto a esta variable. En cuanto al soporte social, el promedio obtenido por los hombres y las mujeres estuvo ubicado en el puntaje intermedio de la escala, por tanto, el puntaje en ambos grupos fue regular. La depresión en el caso de las mujeres fue superior al de los hombres sin embargo, de acuerdo al puntaje obtenido, ambos se clasificaron con depresión leve.
Tanto hombres como mujeres tuvieron un promedio de estado mental que les ubicó en la categoría de trastornos depresivos y alteraciones cognitivas según MINSAP (1994). La frecuencia semanal de actividad física en ambos sexos está entre 3 y 4 veces por semana. La duración de la actividad física recreativa diaria tanto en hombres como mujeres tiende a ser entre una hora y una hora y media diaria.
Entre las variables calidad de vida y actividad física semanal en hombres se presentó una correlación significativa. Entre autonomía y soporte social (r=.28; p<0.05; coeficiente de determinación r²=7.84% de varianza compartida); entre autonomía y estado mental (r=.27; p<0.05; r²=7.29).
Se presentó correlación significativa entre autonomía y actividad física semanal (r=.33; p<0.05; r²=10.89%). Mientras mayor sea la frecuencia en la actividad física mayores niveles de autonomía presentó el adulto mayor. En la matriz de correlaciones de las variables calidad de vida y actividad física semanal en mujeres se presentó una correlación significativa entre autonomía y soporte social (r=.24; p<0.05; el coeficiente de determinación r²=5.76% de varianza compartida).
Se puede presentó una correlación significativa entre autonomía y frecuencia de la actividad física (r=.24; p<0.05; r²=5.76% de varianza compartida) y entre estado mental y actividad física semanal (r=.23; p<0.05; r²=5.29%). Mientras mayor frecuencia en la actividad física mayores niveles de autonomía y salud mental.
En lo que respecta a la matriz de correlaciones de las variables calidad de vida horas diarias de práctica o actividad física en hombres se presentó una relación significativa entre autonomía y soporte social (r=.28; p<0.05; r²=7.84%) y entre autonomía y estado mental (r=.27; p<0.05; r²=7.29%). Se presentó relación significativa entre autonomía y horas diarias de actividad física (r=.28; p<0.05; r²=7.84%) y entre el soporte social y horas diarias de actividad física (r=.27; p<0.05; r²=7.29%). Mientras mayor es el tiempo de actividad física, mayores niveles de autonomía y soporte presentó el adulto mayor.
En la matriz de correlaciones de las variables calidad de vida horas diarias de práctica o actividad física en mujeres se presentó una relación significativa sólo entre autonomía y soporte social (r=.24; p<0.05; r²=5.76%).
Gráfico 1. Motivo para realizar actividad físico recreativa por género en adultos mayores.
En cuanto al rubro motivo para hacer la actividad física no se encontró diferencias significativas (X²= 4.59, p>0.05) de acuerdo al análisis estadístico. Por tanto hombres y mujeres reportaron motivos similares y coincidieron en señalar principalmente la salud para hacer actividad física.
Gráfico 2. Comparación de beneficios percibidos por realizar actividad físico recreativa en adultos mayores.
De acuerdo con el análisis estadístico, se obtuvo una X² =22.49, p< 0.05 lo cuál indicó que los hombres y las mujeres percibieron beneficios similares en la actividad física. Los hombres expresaron que la actividad física los hacía sentirse más reanimados y sienten que se alivian los dolores y las mujeres por lo general expresaron que la actividad física les hacía sentirse menos tensas, más alegres y con energía.
Conclusiones
1- La depresión geriátrica presentó diferencia significativa entre géneros siendo superior entre las mujeres.
2- La salud en ambos géneros fue el principal motivo para realizar la actividad física recreativa.
3- Los beneficios encontrados fueron sentirse reanimados, aliviados; más alegres y con energía.
3- Los adultos mayores de ambos géneros con mayores niveles de actividad física tanto en frecuencia como en duración diaria tienden a tener un mejor nivel de calidad de vida.
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Autor:
MSc. Carlos Alberto Hernández Medina.
MSc. Jorge López Pérez.
Centro Universitario Municipal Camajuaní. Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas.