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Una aproximación a la vida y obra de José Martí y su vigencia en la ciencia, tecnología y sociedad (página 2)


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críticamente las entrañas de aquel país y argumenta contra las "ilusiones" respecto a la actitud de los Estados Unidos, que ocasionan en algunos latinos una "yanqui manía", madre del anexionismo. Como remedio para estos males postula que "Es preciso que se sepa en Nuestra América la verdad sobre los Estados Unidos." En este texto postula, con carácter de ley sociológica, el siguiente postulado: "Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos". El estudio de los fenómenos económico-sociales fue otro tema de especial atención para José Martí, quien comprendía cabalmente la relación entre esta esfera de la sociedad y la vida política y espiritual, más, no fue Martí un economista, sino un político revolucionario que plasmó en su estrategia de liberación continental toda una concepción económica. Para los economistas sus textos sorprenden, porque Martí no adopta el aparato categorial de la ciencia económica, sino que mantiene su lenguaje bello, aún para referirse a las frías cuestiones económicas. La educación también formaba parte del pensamiento del Apóstol, conformado a lo largo de sus últimos veinticincos años y donde se conjugaron tres factores que actuaban al unísono:

  • La experiencia acumulada en más de dos décadas de actividad como profesor en diferentes tipos y niveles de enseñanza y catedrático universitario.

  • La crítica a la realidad educacional de los países que conoció.

  • Un esfuerzo de síntesis y superación de la mejor tradición pedagógica cubana, latinoamericana y mundial.

No obstante, Martí no escribió ninguna obra de carácter netamente pedagógico. Sus ideas fueron apareciendo, de manera asistemático, en una considerable cantidad de trabajos de carácter periodístico, en epístolas, de manera especial las dedicadas a María y Carmita Mantilla y mediante publicaciones que dirigió, cono fueron: la Revista Venezolana (1880); La América (1882 – 1884), que se publicaba en español en New York y, especialmente, en su revista para los niños de América La Edad de Oro (1889).

Durante su exilio en México, Guatemala, Venezuela y fundamentalmente en los Estados Unidos, Martí escribió sobre la mayoría de los temas fundamentales relacionados con la educación de su época, entre ellos: concepto y carácter de la educación; la escuela y el profesor; la educación popular y campesina; la enseñanza primaria, secundaria y terciaria; la educación de la mujer y los trabajadores; la educación física; la formación moral; la enseñanza especial de los niños con dificultades auditivas; la didáctica de disciplinas particulares (Historia, Filosofía, Geografía, Idiomas, Oratoria…); la enseñanza de la lectura, los idiomas extranjeros, las artes y oficios y la necesidad de una educación basada en la ciencia, la autoctonía y la historia.

En el período 1875 – 1878, Martí vive en varias de las nuevas repúblicas del continente donde la educación poco había cambiado desde la independencia. Las escuelas públicas eran exiguas y precarias, el analfabetismo abarcaba a inmensos sectores de la población y los métodos de enseñanza poco habían avanzado desde las concepciones memorísticas y autoritarias de la Escolástica medieval. No obstante, el momento era favorable para las reformas educativas, pues en varios países[1]12] se llevaban adelante reformas liberales que tenían a la modernización de la enseñanza entre sus principios cardinales.

Así, desde México 1875, los Boletines de Orestes, publicados por Martí bajo ese pseudónimo, hurgaban en distintas facetas de la sociedad mexicana y el autor da muestras de un liberalismo americano, afín a los postulados del Benemérito de América Benito Juárez, quien consideraba a la educación cono un instrumento para la reforma de la sociedad; por esta época Martí sostiene que: un pueblo no es independiente cuando ha sacudido las cadenas de sus amos; empieza a serlo cuando se ha arrancado de su ser los vicios de la vencida esclavitud, y para patria y vivir nuevos, alza e informa conceptos de vida radicalmente opuestos a la costumbre de servilismo pasado (T6, 209). Cono arma principal para esta transformación espiritual esgrime la enseñanza obligatoria y libertad de enseñanza; porque aquella tiranía saludable vale más aún que esta libertad (Idem).

En Guatemala (1876 – 1877), Martí desplegó una intensa actividad pedagógica cono profesor de la Universidad Nacional, de la Escuela Normal y otras instituciones educativas del nivel secundario. Sus conocimientos de oratoria los puso a disposición de los jóvenes liberales ganándose, en poco tiempo, el cariño de sus discípulos y de los hombres progresistas, mientras que los círculos reaccionarios comenzaban a criticar su creciente influencia sobre la juventud. Obligado a marcharse por la fuerza de las circunstancias, el agradecimiento público de Martí a la hospitalaria nación puede apreciarse en estos juicios: Yo llegué, meses hace, a un pueblo hermoso; llegué pobre, desconocido, fiero y triste. Sin perturbar mi decoro, sin doblegar mi fiereza, el pueblo aquel, sincero y generoso, ha dado abrigo al peregrino humilde. Lo hizo maestro, que es hacerlo creador (T7, 117). Desde entonces la profesión del magisterio lo acompañaría siempre, hasta convertirlo en el Maestro por excelencia de todos los cubanos.

En Venezuela (1881), fue profesor de Literatura Francesa, Gramática y Oratoria en dos de los colegios de segunda enseñanza más importantes de Caracas. Expulsado del país por el dictador Guzmán Blanco, el héroe escribió una carta de despedida a la sociedad venezolana, donde puede leerse esta bella y orgullosa despedida: De la América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna (…) Déme Venezuela en que servirla: ella tiene en mí, un hijo. A esta magna tarea se integran plenamente sus concepciones educativas, contribuyentes a desuncir al hombre y alcanzar la segunda independencia de Nuestra América.

Durante su larga estancia en el coloso del Norte (1881 – 1895), Martí se convirtió en el latinoamericano que mejor conocía aquel país, contándose entre los primeros pensadores que criticaron el modelo de enseñanza aplicado en la mayoría de las escuelas de los Estados Unidos por su carácter individualista y pragmático, dirigido solo al fomento del intelecto en detrimento de las más altas aspiraciones del hombre. Al respecto acotaba: ¿qué escuelas son éstas donde sólo se educa la inteligencia?. Siéntese al maestro mano a mano con el discípulo, y el hombre mano a mano con su semejante (…) ¡No sabe de la delicia del mundo el que desconoce la realidad de la idea y la fruición espiritual que viene del constante ejercicio del amor¡ (T13, 188).

Al sistema de educación norteamericano le criticó también por el predominio de la educación manual o industrial, en detrimento de la integral; los castigos corporales; las escuelas con edificios suntuosos y condiciones precarias en las aulas; la enseñanza memorística y la falta de espíritu amoroso en el cuerpo de profesores. Ante ello propone una alternativa: Edúquese en el hábito de la investigación, en el roce de los hombres y en el ejercicio constante de la palabra, a los ciudadanos de una república que vendrá a tierra cuando falten a sus hijos esas virtudes. (Ibidem, 189).

Cono disyuntiva a los modelos de educación incompleta que ha constatado en ambas secciones de América, el concepto martiano expresaba, en síntesis, la unidad de lo afectivo y lo cognitivo, de la ciencia y la ética, pues, para el: La educación, pues, no es mas que esto: la habilitación de los hombres para obtener, con desahogo y honradez, los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen, sin rebajar por eso las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano (T8, 430).

Una educación con esas características exigía de un sistema capaz de abarcar el acto educativo en todas sus manifestaciones y posibilidades: educación escolarizada (como un sistema general), educación informal de carácter funcional (para las zonas rurales y para los obreros), educación a distancia o indirecta (para toda la sociedad) y que fuese, al mismo tiempo: universal y gratuita, estatal y obligatoria, laica y científica, práctica y moderna, continua y constante.

Para Martí, la escuela no debía confundir educación e instrucción, aunque entre ambas existe una estrecha relación dialéctica, pues: Instrucción no es lo mismo que educación: aquella se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos. Sin embargo, no hay buena educación sin instrucción. Las cualidades morales suben de precio cuando están realzadas por las cualidades inteligentes (T19, 375).

Un proyecto de tal magnitud exigía de un cuerpo de profesores altamente calificados y amorosos, que fueran facilitadores de la comunicación directa entre el alumno y las fuentes del conocimiento, en lugar de trasmisores de verdades demostradas. Para Martí: La primera libertad, base de todas, es la de la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro lo mismo que el de sus enemigos, para que se fortalezca el carácter de hombre al alumno. (T12, 348).

En su artículo Maestros Ambulantes, dedicado a promover este tipo de profesor para la educación de los hombres y mujeres del campo, aparece delineada la visión martiana del maestro.

Como parte de su crítica a las reminiscencias escolásticas y la desvinculación entre la teoría y la práctica prevalecientes en su época, Martí demuestra la necesidad pedagógica de la conjugación del estudio con el trabajo, a través del trabajo manual en las escuelas. Para el caso de América Latina, región con economías agrícolas y poblaciones fundamentalmente rurales, postulaba la necesidad del trabajo agrícola y el conocimiento de la naturaleza, en vez de la enseñanza pseudos literaria, apenas aplicable para la vida urbana y las ocupaciones burocráticas. Decía: en la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar. Escuelas no debería decirse, sino talleres. Y la pluma debía manejarse por la tarde en las escuelas; pero por la mañana, la azada.

En la filosofía de la educación, al igual que en la política, el pensamiento martiano avanza, desde un ascendente patriotismo, hacia un fervoroso y profundo latino americanismo, hasta elevarse a una dimensión universal. En las nuevas condiciones de la sociedad de la información, donde la educación tecnocrática pone en peligro las identidades de los pueblos, pero, al mismo tiempo, se abren mayores posibilidades para el conocimiento y la diversidad cultural, los postulados martianos cobran vigencia cono una alternativa para la independencia educativa latinoamericana frente al intento neoliberal de de homogeneizarnos y limitarnos a una educación dictada por las necesidades del mercado de trabajo.

Conclusiones

  • La ciencia y la tecnología entendidas como procesos, cuyas trayectorias son construidas a partir de las circunstancias sociales, valores e intereses característicos de una sociedad determinada, exige la democratización del conocimiento, lo que se expresa a través del derecho de la sociedad a intervenir en el curso tecnocientífico; implementándose en Cuba a partir del triunfo de la Revolución con una política del conocimiento, encaminada a lograr un amplio proceso de participación y apropiación social a través del cual el pueblo participa en las actividades de producción, transferencia, adaptación, aplicación de conocimientos y también de acceso a los beneficios del conocimiento y donde la obra martiana , aporta al progreso de la moral, un pensamiento ético como elemento integrador y fundamento de su coherente proyecto político-social y de su propia vida.

  • El trabajo que tomamos como referencia para el análisis de ciencia, tecnología y sociedad se ha implementado en curso para profesores propios de la SUM, en dos grupos de estudiantes de la carrera Estudios Socioculturales, se imparte en la actualidad en la asignatura de Debate Histórico Contemporáneo en todas las carreras y como parte de la superación política ideológica de los profesores universitarios de las distintas filiales universitarias del municipio, donde en cada tema el legado martiano ha constituido referente imprescindible para los principales proyectos de la Revolución cubana y donde las definiciones y aplicaciones de ciencia, tecnología, sociedad y desarrollo están presente en pilares y aristas de sus pensamientos, artículos, escritos, discursos y tienen total vigencia y aplicación en la actualidad, de ahí la necesidad impostergable de un estudio detenido, insertos en un contexto mundial contradictorio y convulso, hostil a la práctica del socialismo y el humanismo para Cuba, por lo que la obra martiana encierra excelentes potencialidades para que en la universidad cubana se formen jóvenes comprometidos con su historia y su país.

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Autor:

MsC. Rafael Plasencia Delgado

Filial Universitaria Municipal

Jagüey Grande

Trabajo investigativo para cambio de categoría docente

Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología

Jagüey Grande

2011

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