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Pueblo llano: Un problema ecológico

Enviado por LICDO ALFREDO LARA


  1. Consideraciones iniciales
  2. Pueblo Llano y la agricultura
  3. Pueblo Llano: alternativas de cambio
  4. Bibliografía

Consideraciones iniciales

Los problemas ambientales que vive el planeta han encendido las bocinas de alarma en toda la humanidad; en este sentido, la falta de conciencia, en cuanto a la explotación de nuestros recursos naturales, muchos de ellos no renovables, ha incidido para la coyuntura ambientalista moderna busque nuevos horizontes que permitan un viraje hacia nuevas formas de: consumo, asuntos agrícolas, energías, racionalidad, sustentabilidad y cualquier otra herramienta que coadyuve a intensificar los cambios en cuanto a explotación de los recursos naturales a nivel universal.

Partiendo de la idea acerca de pensar globalmente para actuar de manera local, es que nos proponemos en las siguientes líneas analizar los problemas ambientales presentes en Pueblo Llano, del Estado Mérida, emporio agrícola paramero, para de alguna forma dejar claro que si bien el problema ecológico es mundial, existen focos contaminantes bien precisos que pueden controlarse y de esa manera contribuir, de manera efectiva, para trillar un nuevo camino lleno de racionalidad ecológica, el que todos queremos construir.

Pueblo Llano y la agricultura

Pueblo Llano fue fundado en 1559 por Juan de Maldonado. Desde época prehispánica esta porción del territorio merideño, al igual que el resto de la parte norte alta del Estado, ha estado influida por la actividad agrícola, la cual ha determinado la caracterización económica de estos pueblos de montaña. En las últimas décadas, al igual que en otras zonas del mundo, de los Andes americanos y de los Andes venezolanos, este municipio, ha sufrido un proceso de modernización en la producción de sus suelos y cultivos, lo que ha influido en los más diversos niveles de la vida en sociedad, pero en especial sobre la productividad agrícola. En este sentido, Santiago (1989) afirma:

El cambio de este sistema se inició a principios de la década de los sesenta con la llegada de algunos agricultores oriundos de las Islas Canarias, quienes arrendaron tierras e introdujeron papa blanca (solanum tuberosum), el riego por aspersión, fertilizantes químicos, algunos biocidas y maquinaria agrícola. Para la década de los setenta, ya la agricultura en esta zona se orientó hacia un sistema comercial plenamente integrado al circuito económico nacional, a través de la comercialización de las cosechas (p. 9).

Es partir de este momento cuando Pueblo Llano accede conjuntamente con los otros municipios parameros, como Mucuchíes (Rangel) y Timotes (Miranda), al escenario mercantil nacional, como grandes productores y proveedores de papa, zanahoria y hortalizas. Pero más allá de esto, se incorporan también dichas localidades a la dinámica capitalista mundial, por lo que ahora sólo importa acelerar los cultivos, no solo para satisfacer las demandas del mercado nacional sino para multiplicar las ganancias que, en torno a esta actividad, se generan. En tal sentido, gran parte de la población de este municipio se suma a la actitud consumista propia del modelo capitalista. La modernización de la agricultura será, entonces, el motor que impulse cambios socioeconómicos y demográficos, lo tradicional se irá abandonando para dar paso a lo moderno como modelo de vida.

Tal como hemos hecho mención en renglón precedente, es preciso señalar algunas razones por las cuales esta zona alta del Estado acudiera numerosos canarios en procura de labrar la tierra y radicarse en su entorno: la economía agrícola interna española se resintió fuertemente, desde finales de la quinta década del siglo XX, cuando el régimen político franquista se encontró aislado en España igual que el fascismo dictatorial portugués, por parte de las solidificadas democracias del este del viejo continente. Aunque la metalurgia catalana y vasca se modernizó, industrializó y creció significativamente en áreas urbanas, las más retrasadas economías regionales hispanas, cual eran las de Galicia y Canarias, se vieron prontamente depauperadas con significación, pues los países europeos decretaron una especie de boicot contra la producción agrícola española y la escasa demanda externa provocó graves repercusiones en las economías primarias galaicas e insular. Es así como enormes contingentes de gallegos y canarios emigran hacia tierra firme americana e insular caribeña, junto con enormes contingentes de portugueses, especialmente de las islas Lusas de Madeira y Azores.

Concretamente, los canarios campesinos emigrantes llegados a Venezuela se establecieron en el eje Aragua-Carabobo-Yaracuy-Lara-Portuguesa-Trujillo-Barinas y Mérida, donde fueron apoyados económica y técnicamente por un poderoso comerciante de Gran Canaria: Enrique Fraga, propietario de la firma "Agro Isleña", importadora y distribuidora de semillas, insecticidas, fungicidas, herbicidas, abonos e instrumentos para la labranza, todo lo cual ponía ha crédito para su paisanaje. En Pueblo Llano, Mucuchíes y Mérida hubo sucursales de esta firma.

La incorporación de Pueblo Llano al escenario nacional, como gran productor de papa y zanahoria, estará signada por grandes efectos y consecuencias ecológicas y humanas. La expansión de la frontera agrícola que, anualmente, acaba con grandes reservorios de árboles naturales de esta zona; la contaminación del agua potable que hace que en el casco central de la población ya se racione tal líquido; la no medición de la capacidad de carga de estas tierras, que agota el consumo de este líquido vital, por efectos de la contaminación producida por la agricultura; las malformaciones genéticas manifiesta en muchos hijos de campesinos que practican la agricultura; la alta deserción escolar de niños y jóvenes, producto de las promesas de riqueza rápida ofertada por esta actividad; los grandes enjambres de moscas, producto de abono extra fértiles, como el gallinazo, que invaden hogares y calles y traen consigo muchas enfermedades gastrointestinales, cutáneo y visual, además del malestar que produce esta plaga, son algunas de los precios altos precios que ha tenido que pagar este municipio para entrar por la puerta grande y mantenerse en la modernización. En este orden de ideas, Romero (2003) nos habla sobre:

la agricultura papera que dispone de paquetes tecnológicos moldeados bajo el enfoque de la famosa revolución verde, para garantizar la rápida reproducción y circulación de capital… respecto a los procesos más recientes de modernización y monetarización de la agricultura papera, cambios bruscos y enriquecimiento rápidos que reflejan en una distribución caótica de viviendas, en una fragmentación elevada de parcelas agrícolas, en la circulación de un volumen considerable de vehículos particulares de alto costo y también en referencias lamentables de intoxicación, alcoholizados y jóvenes desertores de la educación formal (p. 65).

Así, los costos sociales que ha tenido que pagar la población de este municipio en su afán de incorporación y presencia en la dinámica capitalista mundial, son muy altos, sin duda. Ello nos hace pensar en que la riqueza, que estos pueblos ganan, es tan sólo medida en términos económicos; poco importa, el sentido ecológico, sanitario, social o cultural, fundamentales para una calidad de vida óptima, completa. No solo el dinero es suficiente cuando el esparcimiento y la salud, por ejemplo, son amenazados por la irracionalidad o la racionalidad capitalista; por poblados que olvidaron su vinculación con la naturaleza, viéndola tan solo como un medio para generar riqueza, donde la transculturizacion ha invadido hasta el culto a San Isidro Labrador, fiesta por excelencia de los agricultores, a las que hoy en día se incorpora, entre sus exhibiciones tractores símbolo de contaminación y degradación ambiental, robándole el lugar a los inofensivos y útiles bueyes de siempre. En definitiva Santiago (1989) establece:

Los habitantes de esta zona practican agricultura intensiva con técnicas avanzadas si se quiere, pero con muchas fallas en prácticas conservacionistas, uso de biocidas y fertilizantes: esto implica bajos rendimientos y altos costos por cosecha y baja calidad de las aguas que se utilizan para el consumo humano (p. 6)

Aunado a esto, podemos agregar que los altos ingresos económicos alcanzados por la población pueblo llanera ha generado un crecimiento desmedido del parque auto motor que, además de intensificar la contaminación, producto del dióxido de carbono, también suma contaminación sónica, pues, pareciera ser que exhibir autos último modelo, con sonidos estruendosos forma parte de una especie de jerarquización dentro de la sociedad. A esto se suma el congestionamiento vial y lo que pareciera ser un mal de las grandes metrópolis, hoy se traslada a pequeños poblados afectando la tranquilidad característica de los mismos.

Por otra parte, el índice de suicidios parece ser otro elemento característico de la vida de esta sociedad; la presencia de agroquímicos en lugares no adecuados dentro de los hogares de esta población, hace que muchos jóvenes tomen la determinación de acabar con sus vidas ante la incapacidad de enfrentar los problemas propios de la existencia; otros casos se dan de manera fortuita por la falta de medidas higiénicas al momento de almacenarse y, posteriormente, de trabajar en la fumigación de los cultivos; la no protección adecuada produce que, en muchos casos, miembros del grupo familiar se intoxiquen y lleguen hasta la muerte.

El rápido acceso socioeconómico hasta niveles de cierto bienestar económico, entre los jóvenes, hace que muchos de ellos intenten construir vidas en pareja, propiciando fugas esporádicas con damas jóvenes que, al ser descubiertas por los padres, les obligan a casarse o a convivir independiente de ellos. Este escenario plantea desenlaces como el embrazo, casi seguro de estas jóvenes, el abandono de sus estudios, o de la multiplicación de madres solteras, sin ningún futuro claro, dentro de la sociedad y de niños sin futuro digno.

Tal orden de ideas y la creciente modernización agrícola actual en Pueblo Llano, plantea dos escenarios esenciales: el primero, circunscrito a una actividad agrícola altamente contaminante, depredadora y de baja calidad. Y, la segunda, una actividad agrícola al servicio de las grandes urbes consumidoras, que ha fracasado en sus promesas de progreso propugnadas por el discurso capitalista mundial. Así, el escenario impuesto en este municipio no se distancia mucho de la crisis, que desde la perspectiva ambiental, está viviendo el planeta. Ello nos hace pensar en la necesidad de un cambio de racionalidad, en un desarrollo endógeno y en el ecodesarrollo como herramientas que permitan buscar un equilibrio entre las fuerzas destructivas de una actividad agrícola irracional y las nuevas propuestas de sustentabilidad que se están manejando a nivel global.

Pueblo Llano: alternativas de cambio

El fenómeno que antes hemos tratado de analizar, sobre un Pueblo Llano no aislado obedece, como ya lo hemos querido hacer ver, a fuerzas mundiales centradas en modelos económicos que han sido implantados por los llamados países desarrollados, que buscan garantizar los niveles de consumo de sus sociedades. En este sentido, se ha dado una división internacional del trabajo, donde por ejemplo, América Latina ha jugado el papel de exportador de materias primas, que luego son importadas como productos manufacturados. Para el caso de los Andes venezolanos, y específicamente la parte alta del Estado Mérida, la agricultura es la principal actividad con cual se inserta esta región a la dinámica mundial. En este orden de ideas, Martínez (1992) aclara:

Podría realmente escribirse la historia ecológica de Latinoamérica no como una historia de degradación causada por un exceso de población, sino como una historia de exportaciones a expensas del capital natural, una historia de dependencia ecológica. La penetración del sur por nuevas tecnologías de producción agrícola, marketing y agricultura bajo contrato, ha… servido para cambiar la agricultura en algunas zonas de América (p. 94)

Conforme a lo anterior, nuestros pueblos han tenido el talante agrícola, y a ellos se le han impuesto formas de modernización sin ningún tipo de prevención en cuanto a los aspectos nocivos que este proceso contiene. Tampoco se ha tomado en cuenta la opinión del agricultor, ni mucho menos se le ha asesorado de forma adecuada acerca de la manipulación de fertilizantes, fungicidas u cualquier otro producto del paquete moderno para la agricultura. En fin, no se creado una conciencia verdadera en torno a este modelo, que se mira desde una sola óptica, que no es otra que desde la económica expresada en ganancias. Al respecto, Leff (2000) agrega:

La racionalidad económica desterró a la naturaleza de la esfera de la producción, generando procesos de destrucción ecológica y degradación ambiental. El concepto de sustentabilidad emerge así del reconocimiento de la función que cumple la naturaleza como soporte, condición y potencial del proceso de producción (17)

Poco importa, en este contexto, la preservación de los recursos naturales fundamentales para la subsistencia de la especie. Por tal razón es que la propuesta del ecodesarrollo, como término que invita a tomar en cuenta lo natural para acceder a un desarrollo equilibrado de las sociedades con su entorno, es importantísimo: tomar en cuenta la capacidad de carga de determinada región, para saber cuánto pueden aportar y soportar los recursos, allí existentes, para la vida de sus habitantes. Esta práctica, sin duda, puede beneficiar ese equilibrio esencial y necesario, para frenar los abusos en nuestros ecosistemas. En este sentido, Leff (2000) afirma:

El discurso de la sustentabilidad busca así reconciliar a los contrarios de la dialéctica del desarrollo: el medio ambiente y el crecimiento económico…[busca] proclamar el crecimiento económico como un proceso sostenible, sustentado en los mecanismos del libre mercado como medio eficaz para asegurar el equilibrio ecológico y la igualdad social (p. 19)

Se trata de poder garantizar a las generaciones futuras su derecho a tener, disponer y utilizar los recursos naturales, que hoy están en peligro de extinción. Se trata, también, de una racionalidad ecológica que permita apreciar el impacto sobre nuestros recursos, no desde una sola visión, sino de diversas perspectivas, la ecológica y la social, por ejemplo. Es aquí, entonces, donde la educación juega papel primordial, pues cómo podemos cambiar nuestra mentalidad, cuando desde la escuela o liceos donde se forman las nuevas generaciones, no se cuenta con programas educativos que traten los problemas de puntuales de las localidades sedes de las instituciones formadoras.

Al efecto, encontramos que en estos lugares como Pueblo Llano, hay profunda contaminación industrial indirecta, poco se estudia o sencillamente no se investiga los problemas de la contaminación agrícola, debido a que los docentes sólo trabajan con libros textos descontextualizados de su realidad, es decir no hay pertenencia social alguna. De acuerdo a esto, creemos que un cambio de racionalidad está estrechamente relacionada con una voluntad política que permita, en el campo educativo, centrarse en sus realidades inmediatas, para luego acceder a otros contextos, regionales, nacionales y mundiales. Acá surgirá pertinencia en la relación sociedad-educación-bienestar.

Los estudios realizados desde las ciencias sociales a favor de contribuir a posibles soluciones, se han realizado tradicionalmente alejados de las zonas donde los fenómenos se desarrollan y, luego, no han llegado las sugerencias y no se ha buscado la compenetración con el campesino o el agricultor. Así, Rhoades (2006) plantea:

Según este paradigma, los investigadores agrícolas definieron, en gran parte, el problema, desde sus escritorios en sitios lejanos. Las familias campesinas se trasformaron en receptores pasivos de los productos científicos, y a los expertos en ciencias sociales les asignaron la tarea de elaborar estudios ex post factu sobre cómo los campesinos reaccionaban ante las tecnológicas introducidas. (p. 24)

En este sentido, debe procurarse de que el investigador se incorpore en las sociedades donde la contaminación ambiental tiene focos bien puntualizados. Es esta alternativa viable, para evitar la imposición y apostar al diálogo, entre los principales actores del proceso que se está desarrollando. De esta manera, el agricultor se compenetrará con el investigador, y viceversa, teniéndose claro el ecosistema a cuidar, a rescatar. Todo esto permitirá acciones más eficaces que garanticen modelos viables de ecodesarrollo a favor de sociedades o poblados, tales como la de Pueblo Llano.

Si bien nuestras miradas se han centrado en focos de desarrollo agrícola, como el desarrollo en el municipio Pueblo Llano, no debemos olvidar, como ya lo hemos afirmado, que nuestra realidad depende en gran medida de modelos a escala planetaria. En tal sentido, es fundamental, apreciar que son también los países llamados desarrollados los que tienen gran responsabilidad en los cambios que están por venir. Al efecto considera Sachs (1982)

La búsqueda de alternativas de desarrollo implica la reestructuración simultánea de los patrones de consumo y de los estilos de vida (esto es, desde el lado de la demanda) y de la función productiva (desde el lado de la oferta), enfocada, en un sentido amplio, como capaz de incluir junto a las elecciones tecnológicas los modelos de distribución espacial de las actividades de producción (p. 172)

Estamos, así en presencia de formas organizativas que deben cambiar a favor no solo de sus propias sociedades, sino de toda la humanidad pues, si hablamos de grados de destrucción y contaminación, son precisamente estos países los que llevan la principal responsabilidad, y son ellos los llamados a asumir mayor responsabilidad en las trasformaciones que exige el momento. Al respecto, se debe pensar globalmente para actuar de forma local; es nuestra premisa. Pero sería más saludable para las nuevas generaciones apreciar que existe una voluntad de cambio de las grandes potencias a favor de un futuro y un derecho de todos y en ello deben insertarse las sociedades afectadas en todo lo que les sea posible.

A su vez, Pueblo Llano, al igual que muchos poblados de los Andes que se han dedicado a la agricultura como medio de existencia, representa hoy en día el foco donde la irracionalidad ha minado las más intimas fibras de una cosmovisión, que en el pasado, buscaba el equilibrio entre el hombre y la naturaleza. Hoy, esos lazos se han roto para dar paso a situaciones alarmantes desde el punto de vista ambiental y humano. Estamos seguros que otros caminos están por abrirse para ser transitados por estos poblados; caminos que le permitan, sin duda, a las nuevas generaciones gozar, disfrutar, trabajar como lo hicieron grupos humanos de épocas remotas.

Estamos seguros también que las nuevas generaciones, conscientes de los graves errores cometidos por sus antepasados, están dispuestas a un cambio que permita alcanzar el equilibrio perdido del hombre con su entorno. Creemos, también, que la educación debe sublevarse ante las pretensiones homogeneizantes y abrir el debate abierto entre los jóvenes, sobre el presente que tienen y el futuro que quieren, así, algo más que desfiles pintorescos, se podrán hacer en favor de estos sectores que comienzan a emerger. En síntesis, es con adecuada y consonante formación educativa, con medidas oficiales y con la participación sincera de los afectados, como puede cambiarse, para mejor, el preocupante estado actual de la comunidad objeto de estas consideraciones, pero aun más preocupante su futuro inmediato.

Bibliografía

LEEF, E. (2000). Saber ambiental sutentabilidad, racionalidad, complejidad, poder. México. Siglo Veintiuno Editores.

MARTINEZ, J. (1992). De la economía ecológica al ecologismo popular. España. ICARIA Amtrozit Editores.

RHOADES, R. (2006). Desarrollo con identidad comunidad, cultura, y sustentabilidad en los Andes. Ecuador, Ediciones ABYA YALA.

ROMERO, L. (2003). Hacia una nueva racionalidad socioambiental en los Andes paperos de Mérida ¿De qué depende? FERMENTUM. (36), 55-72.

SACHS, I. (1982). Desarrollo sin destrucción. México. Colegio de México

SANTIAGO, A (1989). Regularización del uso de biocidas y fertilizantes en la micro-cuenca del río Pueblo Llano. Tesis de grado presentada en la Universidad de Los Andes. Facultad de Ciencias Forestales, Mérida, para optar al título de Ingeniero Forestal. Mérida.

 

 

 

Autor:

Alfredo Lara

Cursante

Mérida, 2008