DEFINICIÓN
Fobia, según el diccionario, deriva de la palabra griega phobos que significa horror o temor. Este elemento entra en la formación de ciertas voces compuestas (hidrofobia, anglofobia) para indicar repulsión. Es una apasionada o enconada aversión hacia algo, un temor angustioso y obsesionante.
Los episodios fóbicos son aquellos "durante los cuales sobreviene una sensación de terror intenso acompañado de una serie de síntomas físicos que presenta una variedad de un paciente a otro" (1)
Benedikt, psiquiatra austríaco describió por primera vez este cuadro en 1870, habla de la "PATSCHWINDEL" o miedo a las plazas públicas y Wesphal en 1871 le da el nombre de agorafobia (agora: del griego plazas públicas y phobos: escape, o nombre del dios que provoca miedo y pánico)
Psicológicamente fobia hace referencia a aquellas conductas de evitación o huída, de carácter irracional, ante algún objeto o situación que produce un fuerte miedo. Estas conductas deben tener cierta regularidad.
SINTOMATOLOGÍA FÍSICA
Nivel cardiológico: taquicardias
Nivel respiratorio: diseñas o ahogos
Nivel neurológico: vértigo, mareos, visión borrosa, zumbidos en los oídos, oleadas de calor o frío
Nivel muscular: flojedad y hormigueo en brazos y piernas
SINTOMATOLOGÍA PSICOLÓGICA
Sensaciones de despersonalización (sensación de dejar de ser uno mismo)
Sensaciones de desrealización (sentir el mundo irreal como si fuera un sueño)
ALGUNAS CAUSAS DESENCADENANTES
- Pérdida importante o amenaza de sufrirla
- Situación sorpresiva y chocante
- Cambio, a veces forzoso, de residencia
- Enfermedad prolongada, hospitalización
- Cuidado de un progenitor muy enfermo durante largo tiempo
- Realización de un gran esfuerzo en el plano laboral
- Pasaje de un ciclo vital a otro
(1) Brafman, L " Libro de las fobias"", Ed. Hispano Americana, dic.1998, Argentina, Pág.3
Generalmente la sintomatología se manifiesta después de alguno de estos hechos, aunque muchas veces debamos remontarnos muchos años atrás para rastrear cuál fue el factor desencadenante.
Estos pacientes sufren "miedo al miedo". Temerosos de que los ataques de pánico se repitan, evitan concurrir a lugares públicos, aislándose progresivamente.
Cuando el vértigo sobreviene, los invade una imperiosa
necesidad de huir pero sin meta ni destino, lo que tiene incidencia en todos los aspectos de su vida (familiar, laboral, social)
Es innumerable la cantidad de fobias que existe como también difícil determinar las causas que las provocan. Existen muchos interrogantes con respecto a este tema ¿hay características personales que favorecen el desarrollo de esta patología potencial? ¿cómo se relaciona el paciente fóbico con su pareja o familia? ¿cómo afecta al entorno familiar este trastorno de uno de sus miembros? ¿qué conexión existe entre las primeras experiencias infantiles y las fobias?
La hipótesis de este trabajo es que encontramos en el fóbico una necesidad de afecto insatisfecha que se remonta al primer vínculo (protovínculo) y a las experiencias infantiles tempranas. El hecho desencadenante es sólo un episodio que funciona como disparador del síntoma. En la fobia conviven las dos ansiedades básicas: el miedo al ataque y el miedo a la pérdida. Los fóbicos no poseen matrices de aprendizaje adecuadas para enfrentar obstáculos. A través del síntoma huyen, se evaden de una realidad que no pueden soportar.
En general la autodiscriminación a que se somete el fóbico surge de sospechar intenciones ocultas en la mirada de los otros., se siente constantemente observado, con vergüenza, culpa y un gran estado de angustia. Cree ser el único en el mundo a quien esto le sucede y trata de ocultarlo a su entorno más cercano. Por su parte, la familia da opiniones, trata de ayudar, pero inadecuadamente pues apela a lo racional y trata de estimular una visión optimista del problema, generando en el sujeto enojo y resentimiento por sentirse incomprendido.
En los episodios fóbicos, los pacientes sienten un deseo irrefrenable de volver a su hogar, lugar que consideran seguro. Generalmente son hombre y mujeres que ocupan un lugar fuerte dentro de su grupo familiar, son los que tienen más responsabilidades, tanto en su familia de origen como en la que luego forman, repitiendo complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles.
A través de los grupos y sesiones terapéuticas se descubren sensaciones de pánico vividas durante la infancia que fueron reprimidas. Son pacientes con personalidades de base sumamente ansiosas, que establecen, o bien vínculos de extrema dependencia, imposibilitados de estar solos, con estados de profunda angustia, o por el contrario tratan de escapar de ésta siendo omnipotentes y excesivamente independientes.
Según John Bowlby, la respuesta de un individuo a su principal figura afectiva determina en gran medida su sentimiento de seguridad o ansiedad. Una madre sobreprotectora que muestra al niño un mundo lleno de peligros genera, al igual que una madre física o emocionalmente ausente, un estado de inseguridad y ansiedad permanentes. Para este autor la ausencia de "figuras protectoras" hace que el sujeto recurra a la internalización que tiene de ellas, que de no haberse realizado de manera adecuada, tendrá como consecuencia dificultades vinculares. Él dice que los sujetos que han sufrido un temprano abandono, por temor a que éste se repita pueden tornarse hiperadaptables o plantear excesivas demandas que de no ser satisfechas provocan ira y en la mayoría de los casos destruyen el vínculo.
En la historia de los pacientes fóbicos también puede haber una prematura separación de su madre (situaciones de adopción o función materna ejercida por otra persona) que no habría permitido la configuración del primer vínculo: lo que Freud llamó masa de dos y René Spitz díada madre-hijo.
Por ejemplo en una pareja donde la mujer juzga desconsiderado a su marido, éste puede, o bien sentir esta exigencia como ilimitada o captar que se trata de un pedido de afecto. Satisfacerla significaría para él una renuncia a sus propias necesidades. Este estado de insatisfacción de ambos, instala el conflicto, sobreviene la agresividad y determina el alejamiento: en una verdadera profecía autocumplida el fóbico vuelve a ser abandonado.
Si el rol del hombre en la pareja es el de protector y es él quien padece estos síntomas, se produce una inversión de roles que viola el contrato implícito de la pareja.
Este trastorno se da con mayor frecuencia en las mujeres y se maneja como hipótesis que lo que en un hombre podría desencadenar en un infarto, en una mujer se canalizaría en una crisis de pánico, un "infarto emocional".
"Las personas unidas por vínculos amorosos a individuos sensibles al rechazo, necesitan que se las ayude a no dejarse abrumar por las exigencias del compañero ni a intimidarse ante los arrebatos de cólera. Deben aprender a cuidar de ellas mismas sin experimentar sentimientos de culpa, al tiempo que siguen mostrándose sensibles a las carencias de su pareja"(2)
Puede surgir esta enfermedad en un contexto familiar sofocante por causas diversas como: un secreto familiar de gran peso afectivo, dificultades para expresar las emociones, ignorar la importancia de una pérdida, vínculos basados en la enfermedad (familia hipocondríaca).
Según Luigi Onnis, estos grupos familiares presentan las siguientes características:
* Aglutinamiento: confusión de roles y funciones
* Sobreprotección: la enfermedad impide la pelea
* Rigidez: resistencia al cambio
* Evitación del conflicto: baja tolerancia al mismo
PÁNICO Y ANGUSTIA DE SEPARACIÓN
Pánico (del griego) dios Pan, dios pastoril, mitad hombre y mitad macho cabrío que infundía terror a quien lo veía estando en soledad,
"El pánico se produce cuando la(…)no cuidándose ya cada individuo sino de sí mismo, sin atender para nada a los demás. Rotos así los lazos recíprocos surge un miedo inmenso e insensato"(3)
"El dolor es pues la verdadera reacción ante la pérdida del objeto y la angustia la reacción al peligro que tal pérdida trae consigo"(4)
En "Inhibición, síntoma y angustia" Freud enumera las distintas situaciones en que se produce la angustia infantil: cuando el niño está solo, cuando se halla en la oscuridad, cuando encuentra una persona extraña en lugar de la que le es familiar. En síntesis: falta de la persona amada (la madre o la que desempeña ese rol).
Entre los quince y los veinticuatro meses durante la fase de reacercamiento, la conciencia de la separación de su madre produce en el deambulador una intensa ansiedad. Se ha observado que niños de esta edad ante situaciones de miedo reaccionan quedándose inmóviles, comportamiento que también se ve en los sujetos que sufren episodios de pánico.
Según el Diccionario del psicoanálisis, el trabajo de duelo es "un proceso intrapsíquico, consecutivo a la pérdida de un objeto de fijación, y por medio del cual un sujeto logra desprenderse progresivamente de dicho objeto"(5).
Cuando se sufre una pérdida, en la primera etapa se produce una fase de hiperactividad motriz y mental, cuyo fin es encontrar a la persona perdida. El impulso hacia el reencuentro es inconsciente, va más allá de lo racional porque se sigue buscando lo perdido aunque se sepa que es inútil. Luego sobreviene un período de frustración, una fase de resignación por la pérdida y una reestructuración o reorientación afectiva. Este no es un proceso lineal, sino que cuando el esfuerzo por reestablecer el vínculo no tiene éxito, tarde o temprano se debilita, aunque por lo general no cesa. Cuando hay una fijación en la primera fase el duelo es crónico.
Según Bowlby, a intervalos cada vez más prolongados se renueva el esfuerzo por reestablecer el vínculo: las punzadas de aflicción y quizás la imperiosa necesidad de buscar vuelven a experimentarse entonces. Esto significa que la conducta de apego permanece constantemente alistada y que, en determinadas condiciones, se reactiva.
Freud se refiere a ciertos procesos en los cuales se produce una identificación de cierta parte del yo del sujeto con la persona perdida. La ambivalencia que siente el sujeto lo lleva a una pérdida de la autoestima, porque ha internalizado los reproches. Describe su yo "como indigno de toda estimación, incapaz de rendimiento valiosos alguno y moralmente condenable. Se dirige amargos reproches, se insulta y espera la repulsa y el castigo (…) compadece a los suyos por ligarse a una persona tan miserable"(6)
SÍNDROME DEPRESIVO Y SÍNDROME FÓBICO
Similitudes
Se pueden encontrar similitudes entre el síndrome depresivo y el síndrome fóbico, a saber:
- Forma de interacción vincular y rol ocupado como depositario de exigencias o como caja de resonancia de la angustia de los miembros de la familia de origen.
- Facilidad para establecer relaciones dependientes.
- Trastornos del sueño y de alimentación.
- Hostilidad reprimida que se vuelca sobre sí mismos.
- Reacción ante situaciones de pérdida.
- Fantasías de suicidio
Pueden haber diferentes pautas de conducta en una familia con un hijo fóbico: los padres pueden sentirse tiranizados por las demandas constantes del sujeto y por su conducta agresiva cuando éstas no son satisfechas.
Con respecto a los tratamientos hay muchas teorías, desde las prácticas conductistas que buscan producir un cambio sin investigar las razones, hasta el abordaje psicoanalítico que busca ahondar en la raíz profunda del síntoma.
Considero que los grupos de fóbicos, así como otros grupos de autoayuda son importantísimos, el encontrarse con gente que sufre la misma problemática tranquiliza al paciente que siente que no es el único que está atravesando esta dificultad.
Numerosas teorías, referencias bibliográficas, experiencias clínicas y de experimentación sugieren que el estrés crónico es campo predisponente para la aparición de diferentes trastornos mentales.
Aunque el ser humano nace desconociendo el miedo, cuenta con las estructuras cerebrales y los componentes genéticos necesarios para su percepción e interpretación. El miedo es una emoción decisiva para la supervivencia pero puede convertirse en una sensación dramática y angustiante deviniendo en una fobia.
Las pulsiones de autoconservación permiten responder a las necesidades básicas para mantener la vida, pero serán necesarios aprendizajes y funciones para que el sistema nervioso reciba señales del medio interno o del medio ambiente y las procese. Es con nuestra carga hereditaria, con la congénita, con las consecuencias de cómo fuimos recibidos y a partir de la formación de nuestros primeros vínculos que "negociamos" nuestra existencia con nosotros mismos, con nuestros contemporáneos y con todo lo que desde el afuera nos rodea, a fin de mantener lo que Claude Bernard llamó "la constancia de las condiciones vitales en el medio interno", lo que Walter Cannon denominó "homeostasis".
El miedo, ese sentimiento de inquietud causado por un peligro, tiene cierta adecuación a la realidad pues sirve para advertirlo, se fija en el sistema nervioso central. El niño, a través del contacto con los adultos con los que establece sus primeros vínculos significativos, irá obteniendo señales que constituirán una amplia gama: desde los miedos necesarios para su protección hasta los que serán nocivos y provocarán comportamientos que lo limiten. Pero si algunos de esos adultos son personas muy aprehensivas, los mensajes le provocarán un estado de alerta casi permanente.
Si durante el transcurso de la infancia, en la que se completa el desarrollo del sistema nervioso y se establece la integración del aparato psíquico, el niño vive reiteradas experiencias estresantes provocadas por el miedo, se producirá una adaptación negativa con efectos colaterales adversos sobre la función neuronal y la conducta, que podría desencadenar en el futuro padecimiento de fobias.
En el bagaje inconsciente de este niño conocedor de la ansiedad y la angustia, quedarán señales indelebles de estos datos emocionales, haciéndolo un ser excesivamente temeroso e inseguro. Del estrés agudo pasará poco a poco a la espera en tensión, pero la acción será inhibida, llegando incluso a no permitirle una reacción ante una verdadera situación de peligro. El trastorno fóbico se considera una de las patologías del estrés sostenido o crónico. Emergente de una estructura familiar determinada, con vínculos establecidos de manera particular, la posible consecuencia será:
Estrés crónico >> miedo >> fobia
La formación de síntomas fóbicos tiene su origen en un trabajo psíquico que se ejerce con el fin de liberar esa angustia, en este caso por desplazamiento al objeto fobígeno. Todo ello en un intento de atemperar el displacer, recobrar la homeostasis. Que el intento no sea totalmente exitoso ya que la fobia tampoco genera placer, no implica que no sea medianamente un logro. La ligadura con el objeto generador de la fobia será menos inquietante que la derivación somática de la angustia libre. Sin embargo, la persistencia del síntoma generará un círculo vicioso. La ansiedad y la angustia serán renovadas, este proceso al desarrollarse inundará distintas áreas de la vida del sujeto llevándolo a un empobrecimiento progresivo de sus posibilidades de desenvolvimiento. Esto se ve ilustrado claramente en el tan conocido historial clínico de Juanito. En éste Freud relata la fobia de un niño de cinco años. Juanito, hijo mayor de una familia burguesa de cuatro miembros, comienza a sentir miedo a salir a la calle por temor a la mordedura de los caballos., lo que va incrementándose hasta que su padre comienza a hacerlo tratar por su amigo, el famoso psicoanalista, manteniéndose en contacto epistolar. La interpretación de esta conducta es que el niño siente un intenso afecto por su madre, siente miedo de perderla y quedándose en casa puede lograr tener más contacto con ella. En el inconsciente de Juanito su padre no sólo rivaliza con él por el amor de su madre sino que le impide llegar a una relación más íntima con ella. La figura del padre le genera temor y canaliza su agresividad desplazándola hacia otro objeto: los caballos.
Para Freud a partir de las fantasías se pueden discernir nexos para la causación de los síntomas, Las fantasías inconscientes son estadios previos al síntoma y tienen una vinculación con la vida sexual del sujeto. Un síntoma es considerado como una formación de compromiso entre las exigencias pulsionales provenientes del ello y la represión del superyó.
Enrique Pichón Riviere psicoanalizó a una paciente que padecía "fobia al diván". Ella aceptaba acostarse en éste cuando su transferencia era positiva. En una de esas ocasiones, escuchar el estallido de un neumático provocó su alejamiento del diván y sirvió como detonante para que ella reviviera una agresión sexual sufrida de pequeña y nunca comentada hasta entonces. Este autor, al tratar el tema del vínculo, afirmó que toda neurosis es la lucha directa o indirecta con un tercero que todos tenemos. La tarea del tratamiento es descubrir como aquél actúa, trabaja e influye.
Posición esquizo-paranoide y posición depresiva
Según Melanie Klein, el término posición se refiere al conjunto de ansiedades y defensas que aparecen durante las primeras fase de la existencia, resurgen en los primeros años de la infancia y, bajo determinadas condiciones, a lo largo de toda la vida adulta.
Durante los primeros cuatro meses de vida se desarrolla la posición esquizo-paranoide, en la cual las pulsiones agresivas coexisten con las pulsiones libidinales.. El objeto es parcial (especialmente el pecho materno) y se halla escindido en objeto bueno y objeto malo. Los procesos psíquicos determinantes son la introyección y la angustia de naturaleza persecutoria (destrucción por el objeto malo). El yo, muy poco integrado, no puede tolerar la angustia y utiliza como medios de defensa la escisión (splitting), la negación y el control omnipotente del objeto. Los primeros objetos introyectados constituyen el núcleo del superyó.
Le sigue la posición depresiva que comienza alrededor del cuarto mes y se supera progresivamente durante el primer año de vida. Se reactiva en el adulto en etapas de duelo y estados depresivos. El niño es capaz de aprehender a la madre como objeto total (bueno y malo). La angustia depresiva tiene como núcleo la fantasía de destruir y perder a la madre, y esta angustia se combate mediante diversos modos de defensa: defensas maníacas más o menos adecuadas: repetición, inhibición de la agresividad y se supera cuando el objeto amado es introyectado en forma estable y aseguradora.
Melanie Klein dice que el bebé, manojo de instintos contrapuestos, nace con un yo rudimentario que permitirá organizar sus primeras experiencias. Todo hecho que viva el sujeto se entenderá a través de la actividad proyectiva e introyectiva de este yo. La presencia del otro: el objeto, será fundamental desde lo frustrante y lo gratificante. Este objeto será cargado por el sujeto de amor y de odio y es el soporte para esta actividad fantaseada. En la satisfacción el bebé proyectará e introyectará lo bueno, y en la frustración lo malo. Si este objeto no fue introyectado debidamente, en otras experiencias vividas por ese sujeto predominará el instinto de muerte..
El objeto fóbico, desde mi punto de vista, significa el objeto malo, es el que puede hacer daño. El sujeto revive los miedos básicos: miedo al ataque y miedo a la pérdida y siente que debe huir ante su presencia, revive las situaciones de desamparo y desprotección, se siente indefenso ante este objeto malo que puede atacarlo.
Para Pichón Riviére, las dos posiciones estudiadas por Melanie Klein van juntas, habiendo predominio de una de ellas. Él dice que ante el miedo a lo nuevo, alo desconocido, cuando estas dos ansiedades son muy elevadas provocan una resistencia al cambio.
"La posición depresiva nunca se elabora completamente, siempre tenemos ansiedades relacionadas con la vivencia y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan situaciones depresivas. Los objetos externos buenos de la vida adulta siempre simbolizan y contienen aspectos del primer objeto bueno interno y externo, de modo que cualquier pérdida de la vida posterior, reaviva la ansiedad de perder el objeto interno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente durante la posición depresiva. Si durante la posición depresiva el bebé ha podido establecer un objeto interno bueno, suficientemente afianzado, las situaciones anteriores de ansiedad depresiva no lo conducirán a la enfermedad, sino a una elaboración fructífera cuyas consecuencias son mayor enriquecimiento y creatividad.
Cuando la posición depresiva no se ha elaborado suficientemente, no se ha afianzado la creencia en el amor y la creatividad del yo y en su capacidad para recuperar interna y externamente objetos buenos, el desarrollo posterior es menos favorable. El yo se siente acosado y la ansiedad constante de perder totalmente las situaciones internas buenas, está empobrecido y debilitado, su relación con la realidad es frágil, y hay un temor y a veces una verdadera amenaza de hacer una regresión a la psicosis"(7)
Freud se manejaba siempre con el dualismo, dos términos en oposición, que es lo que da origen al conflicto. Éste es fundante del aparato psíquico, el cual no está dado al nacer y se va configurando en la interacción con otras personas, en primer lugar con la madre. Para que una persona pueda aprender tiene que tener cierto grado de frustración, lo cual le permite incorporar la capacidad de espera complejizando el psiquismo.
Según el diccionario del Psicoanálisis, la neurosis obsesiva "constituye uno de los grandes cuadros de la clínica psicoanalítica" siendo sus síntomas "llamados compulsivos: las ideas obsesivas, la realización de actos indeseables, los ceremoniales conjuratorios" y el tipo de pensamiento del sujeto está "caracterizado por la rumiación mental, la duda(…) que conducen a inhibiciones del pensamiento y la acción"(8)
En este Diccionario se define la histeria de angustia como "una neurosis cuyo síntoma central es la fobia con el fin de subrayar su similitud estructural con la histeria de conversión"(9)
Según Freud las fobias son neurosis traumáticas, con una etiología especial, se enlazan con los síntomas de la histeria. En ellas el estallido emotivo es siempre la angustia, son típicas y monótonas. Según el objeto de la angustia se pueden distinguir dos grupos: las fobias comunes, es decir, el miedo exagerado por algo, común a la mayoría de las personas y las fobias ocasionales, que son las que emergen en situaciones especiales, agorafobia y demás fobias de locomoción. Esta angustia no deriva de ningún recuerdo. Las fobias forman parte de las neurosis de angustia cuyo síntoma principal es el estado
emotivo, acompañado de otros síntomas. Freud habla de la "acumulación de la tensión genésica provocada por la abstinencia e irritación genésica frustrada"(10)
Freud plantea una ecuación etiológica que llama series complementarias. Hay un factor constitucional que tiene que ver con lo genético, con lo hereditario, que se articula con experiencias infantiles, "con vicisitudes en el desarrollo de la libido que puede quedar fijada, por situaciones de intensa frustración o intensa gratificación, a una fase de su desarrollo" (11), configurando el factor disposicional que se articula a su vez con el factor actual. "A mayor monto de lo disposicional, un factor actual puede desencadenar la enfermedad"(12). Ante cada crisis entran en juego la fortaleza del yo, de los vínculos, la capacidad de aprendizaje, el factor disposicional, lo que permite una adaptación activa a la nueva exigencia.
Así, Ana Quiroga define la matriz o modelo de aprendizaje como "la modalidad con la que cada sujeto organiza y significa el universo de su experiencia(…) Esta matriz o modelo es una estructura interna, compleja y contradictoria y se sustenta en una infraestructura biológica. Está socialmente determinada e incluye no sólo aspectos conceptuales sino también afectivos, emocionales y esquemas de acción(…);(…) sintetiza y contiene en cada aquí y ahora nuestras potencialidades y nuestros obstáculos" y no es "una estructura cerrada, sino una gestalt-gestaltung, una estructura en movimiento, susceptible de modificación salvo en los casos de extrema patología" (13)
Las situaciones de crisis desencadenan las ansiedades básicas: miedo al ataque y miedo a la pérdida. Esta pérdida nos pone en una nueva situación, si no estamos instrumentados, si no poseemos las herramientas necesarias, se produce una inmovilidad, en vez de responder activamente a la situación resolviéndola, se producen escapismo, fuga, conductas antisociales, conductas delictivas.
La necesidad de reparación nos remonta a un pasado arcaico, al registro que tenemos de nuestras primeras condiciones de existencia, base y fundamento de nuestro grupo interno, de donde surge nuestra interpretación de lo real. Estas condiciones se articulan y modifican en una trayectoria de experiencias. Lo nuevo requiere desestructuración-reestructuración. Si el sujeto no tiene una apoyatura y su mundo interno no posee la configuración necesaria, se revive el primer abandono, es decir ese factor desencadenante hace renacer las primeras situaciones de desamparo.
Desde la internalización de la represión se vive el propio pensamiento como peligroso, lo que lleva al aislamiento, a reforzar la relación deseo-miedo. En el encuentro con el otro aparece, por un lado, la necesidad de encontrarse y también la inhibición: el temor al destino de esa necesidad de encuentro.
En la vida intrauterina no se registra la carencia, se mantiene la unidad con la fuente de satisfacción. En el origen de la vida de cada sujeto hay una fantasía narcisista, la no discriminación cuerpo propio-cuerpo materno fomenta esa fantasía, la cual también se apoya en un proceso defensivo ante la ansiedad intolerable de estar separado: presencia-ausencia del objeto. Para Winnicot, la capacidad de estar a solas significa no tener que recurrir a un apoyo e interlocutor externos pues éstos ya tienen presencia y operatividad interna.
El obstáculo surge cuando se moviliza esta fantasía de con-fusión, fantasía de fusión, ser uno con el objeto. No hay diferenciación yo-no-yo, sujeto-objeto. En este momento aparecen temores de naturaleza fóbica, quedar atrapados por el objeto o que éste ataque.
El sostén es el que brinda al sujeto la posibilidad de adquirir niveles de representación, de pensamiento y la organización de sus experiencias. Esta apoyatura vincular cumple una función yoica.
La función materna, la que descifra la necesidad y da acceso a la gratificación aportan a la constitución de la subjetividad. Esta función es depositaria de la hostilidad del bebé cuando éste se siente frustrado y proyecta su odio hacia ella. Si la madre tolera, sin excesiva carga de angustia, permitirá que el bebé se desprenda de los elementos que no puede procesar, compensado por la imagen de bondad, aleja al perseguidor y lo puede controlar, se siente internamente acompañado por un objeto bueno, ese apoyo externo se vuelve interno y se estructura el yo. Las nuevas estructuras vinculares son herederas de la función vincular primaria.
En este período de grandes crisis, que van desde lo macro-social influyendo en lo micro (núcleo familiar), es impensable pensar que esta situación no tenga consecuencias sobre los millones de seres que nacen día a día en todo el mundo. Este contexto de grandes presiones incide en todos los aspectos de nuestra vida.
Un bebé nace en un núcleo familiar especial, rodeado por su madre y otros adultos que llevan sus propias cargas hereditarias, su propia historia, y es a través de ellos que recibe un cúmulo de experiencias que se transmitirán en gestos, actitudes, situaciones.
Vivimos una etapa de violencia y agresividad que se trasluce en la vida cotidiana. Sólo basta pasar unas horas en una escuela observando el desarrollo de los vínculos entre los chicos, en una empresa donde la violencia se ejerce aprovechando el miedo al desempleo, o simplemente experimentar la peligrosa aventura de salir a la calle temiendo hasta de la persona inocente que se nos cruza.
Por ello es fundamental salvar nuestro pequeño mundo, defenderlo en este momento tan doloroso, fortaleciendo nuestros propios vínculos, reservando un lugar donde podamos ser nosotros mismos, buscando el equilibrio necesario para atemperar el duro camino que transitamos. Tal vez sea ésta la salida posible para el desarrollo de seres humanos con la fortaleza psíquica adecuada para afrontar la difícil experiencia de vivir en estos tiempos.
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Material extraído de INTERNET
Nora Liliana Frezza
Psicóloga social