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Una teoría del cambio psíquico. La institución educativa como agente de cambio psíquico (página 3)

Enviado por Jose Cukier


Partes: 1, 2, 3

*El estímulo educativo. La relación entre el educador y el estudiante refleja en una vínculo interindividual, el vínculo entre dos pulsiones, cada cual está representada por un yo. La pulsión de investigar del educando obtiene un concepto y la somete al rigor de la interrogación del maestro. El saber Inconciente del educando puede transformarse en la conquista de una intelección. La misma se realiza por el aparato Pc. preparado de quien lo escucha, para lo cual además de las consideraciones anteriormente expuestas es necesario que aquel que escucha renuncie a una convicción, condición necesaria para poder interrogar .El saber obtenido desde el procesamiento pulsional se acompaña de un duelo por la pérdida de un objeto de la sensorialidad.

Es preciso renunciar al mismo, para superarlo mediante la sublimación, accediendo a una nueva lógica. Esta tiene valor traumatizante sobre la conquista anterior y tiene efecto conmocionante sobre los fundamentos precedentes. El psiquismo necesita de los prerrequisitos que describí antes, debe estar en condiciones de entrar en crisis y reordenarse. Una nueva intelección desata por lo menos dos afectos. Por un lado el placer del avance de la racionalidad, pero también el temor a una catástrofe que en rigor ya sucedió. Se proyecta en el futuro, el malestar ya acontecido porque la lógica conocida quedó subsumida. En éste sentimiento catastrófico a su vez hay dos componentes hostiles. El primero devenido de la renuncia a la consumación pulsional, el segundo porque la nueva lógica exige la renuncia a las otras ya conquistadas. Y a ello el Yo se rehúsa. La nueva lógica puede fundamentar el advenimiento de otras opciones del pensar más complejas o quedarse esclerosada por resistencia del educando o por la falta del estímulo facilitador del educador. En este sentido, es capital la posición del Maestro, (aquel en quien saber y hacer coinciden, aquel que transforma goce en lógica), y que renuncia a la fascinación del poder o a cualquier otra promesa por obtener si renuncia a su función. Hasta acá las condiciones necesarias del educando en cuanto a los contenidos que aporta la educación.

Algunas palabras en cuanto a la forma en que tales contenidos pueden complementarse a las disposiciones del educando, Liberman, (1970). El educador puede estimular expresiones sofocadas por las defensas, permitir el despliegue de modalidades enriquecedoras, operando no sólo con estilos complementarios sino proliferando su discurso con procesos retóricos, tanto en cantidad como en armonía, que sirven de modelo. Aporta formas que el Pc. del educando no pudo desarrollar por la efectividad de defensas patógenas. A manera de ejemplo podría decir que un educando con un discurso fascinante (histérico), requiere de una complementariedad que subraye las abstracciones (esquizoide). Si fuera un trasgresor requiere una complementariedadd obsesiva que le marque el orden las jerarquías, la moral y otras opciones para pensar. Resumiendo; la herencia arcaica, pulsión de saber y pulsión de investigar, sublimación de la sexualidad con reforzamiento vigoroso al servicio de la investigación, aparición de la lógica por analogía y la palabra, el pensamiento mítico, factores individuales y contextuales, el desarrollo de la lectoescritura, y de otros recursos expresivos como la expresión corporal, pictórica, fílmica, literaria, artes gráficas– cada cual con sus leyes generales de expresión propias de cada recurso, y algunas más específicas para sector expresivo, (el carácter del grupo de origen, (1918b, 1939a); constituyen en proporciones variables, acorde con las series complementarias de cada cual, el terreno sobre el que la educación escolar opera de forma estimulante o regresiva.

Eficacia individual en el educando.

Se ha enfatizado lo que es más evidente: la actitud, el deseo, o el discurso de los educadores como factor ideologizante, y se ha dejado a un lado el interrogante acerca de cómo dicha actitud o dicho discurso se vuelve eficaz en un aparato psíquico en formación. ¿Cómo es que un yo prepara y anticipa esa influencia presuntamente objetiva? Freud afirma que en un principio no existe nada parecido a un yo, dado que sólo hay pulsiones parciales que se satisfacen de un modo autoerótico, autónomas unas de otras. La literatura psicoanalítica ha supuesto, y con razón, que la operación psíquica que engendra un yo a partir de este estado de dispersión erógena es la identificación, pero de hecho lo que afirma Freud es que ocurre una síntesis de las pulsiones parciales, o bien que se desarrolla una nueva "acción psíquica". Es decir, la identificación parece relacionarse con esta acción psíquica, puramente interna, y tiene un valor de síntesis, de articulación entre las diferentes pulsiones parciales. Ligadura que es lograda por un desplazamiento pulsional, como el que corresponde al pensar inconciente. En esta síntesis alguna erogeneidad suele caer fuera del esfuerzo totalizante y se resiste a la integración en un yo. Amenaza constantemente con irrumpir para desordenar la organización alcanzada, siempre parcial. Es que la función de la identificación primaria, ésa nueva "acción psíquica", consiste en ganar un yo. Sobre éste recae la investidura libidinosa y de autoconservación. Tal unificación erógena parece promovida por el empuje de las necesidades, de las pulsiones de autoconservación y las investiduras libidinosas narcisistas de los órganos en que se registran las grandes necesidades, y hecha posible tal vez por la sobre investidura de la piel como factor de cohesión de un cuerpo erógeno. Tales identificaciones primarias interesan al ser, al sujeto del yo, y su desarrollo implica que este yo alcanza el sentimiento de sí. Ya indicamos que la identificación primaria ocurre en un vínculo con un objeto puesto (por proyección) en la posición de modelo o ideal para el yo, el cual pretende configurarse acorde con aquél. Si el yo supone alcanzar este cometido ocupa la posición sujeto, ocupación que se acompaña del desarrollo de un sentimiento de sí. En el modelo o ideal, en aquello que desea ser, el yo encuentra un promesa de su propia configuración por venir. El modelo antes mencionado no está constituido por una realidad objetiva, un padre o una madre o un maestro que con sus rasgos confecciona o prefigura al sujeto, sino que es engendrado por un proceso proyectivo que plasma con una forma determinada a la sensorialidad. En consecuencia, ciertos rasgos de las personas que rodean a un educando se vuelven eficaces en la medida en que constituyen soportes sensoriales que se corresponden con las exigencias proyectivas del aprendiente. La proyección en el ámbito sensorial constituye un recurso al que apela el yo para hacer conscientes sus procesos de pensamiento y de sentimiento, su espacialidad psíquica. Posteriormente se reencuentra mediante el acto anímico identificatorio con aquello primariamente proyectado. Con ello queremos decir que el yo se esfuerza por adueñarse de los procesos internos (afectos, pensamientos, como representantes psíquicos de las pulsiones) por medio de una técnica. Esta consiste en la proyección que configura un modelo en un mundo sensible, modelo al cual luego pretende asemejarse mediante la identificación.

Reiteramos pues que la eficacia psíquica de los estímulos contextuales, sobre todo de la educación escolar en un yo en constitución, deriva de que dichos estímulos se encuentran con un movimiento proyectivo, interrogativo en cuanto al propio ser, que proviene desde el yo. Posteriormente esos estímulos se incluyen en la identificación.

B) Aspectos clínicos.

-La educación escolar del joven Freud.

En las "Nuevas Conferencias de introducción al psicoanálisis", (1933a), Freud postula que el superyo del niño no es construido conforme al modelo de los padres, sino al del superyó parental, y que en las ideologías del Superyo, perviven el pasado que solo de manera lenta y costosa cede al presente.

En el caso de Sigmund Freud, éste pudo cambiar y superar, educación mediante, el sistema de ideales paterno, tanto en contenidos como en niveles abstracción. Lo describe en "Un trastorno de la memoria.", (1936a), cuando recuerda las escasas aspiraciones de su padre, comerciante sin estudios superiores para quién Atenas, carecía de valor psíquico. Inicialmente el ideal del joven Freud coincidía con el padre, luego con el ideal del padre y por fin lo elevó mediante la complejización. El factor eficaz para producir el cambio, fueron los libros. Al respecto decía Freud que "la escritura es la palabra del ausente", (1930a), y en el caso de la educación escolar es la palabra de los Maestros herederos del padre, quienes dejan su marca en la escritura. Cuando Freud visitó a Grecia, (1936a), se asombró de comprobar que todo lo que vió con su hermano en la Acrópolis, era verdad y correspondía a lo que había leído en la escuela; éste recuerdo remite al período de la latencia y comienzo de la pubertad. Es el momento del desarrollo en que se instala el pensamiento mítico. Aquél en que el vínculo sensorial con el ideal, es sustituido por la palabra, la escritura se liga con imágenes y cobran importancia los libros. Segun Rainey, (1971), Freud concurrió entre los 7 y lo 9 años a una escuela privada judía (Volksschule), sin embargo Klein, (1977), sostiene que fue el padre quien le enseñaba. Samuel Hammerschlag, el padre de Irma, fué su maestro y le enseñó el Hebreo y la Sagrada Escritura, continuando las enseñanzas paternas. Prueba de sus conocimientos bíblicos son las 488 referencias que hace a la biblia, Pfrimmer, (1982) además de la referencia explícita en su autobiografía, (1925d), cuando dice que la lectura de los escritos bíblicos es simultánea con el aprendizaje del arte de la lectura. Freud tenía pasión por los libros. En "La interpretación de los sueños", (1900a), recuerda su gran afición por los libros y que llegó a ser un gusano de los libros. El fundamento de su pasión por los libros, debe buscarse en la sublimación del deseo amoroso hacia su padre, desplazada luego a los primeros maestros. Esto se sustenta en su artículo "Sobre la psicología del colegial", (1914f), donde dice que todos los hombres reconocen y transfieren en los maestros el respeto y la veneración que tenían ante el padre. Es en los años escolares, que el joven Freud desplaza esa admiración del padre a los maestros, (1936a). Los idealiza a costa de la desidealización de su padre, esto se evidencia cuando dice que los viajes, "[…] tienen su raíz en el deseo de escapar a esa situación oprimente, deseo similar al que tantos adolecentes esfuerza a largarse de su casa […]". Este proceso de carácter universal, tiene reforzamiento singular en Freud por su particular enlace con los libros. Estos, herederos de la palabra paterna y continuada por los maestros, se unen a la sublimación de la pulsión homosexual, a sus deseos ambiciosos, a la particular intensidad de su pulsión de saber y a la condición de ser judío, perteneciente al "Pueblo del Libro". Porque es judío quien lee la Torá. Leer forma parte de la identidad judía.

La educación estimulante del pensar, le impone el juicio de realidad, (el padre), la salida del vínculo inmediato con la madre, la salida de la endogamia al mundo desconocido. Impulsa la salida de lo "heimlich" y a la vez "unheimlich", para llevar lo siniestro a otro lugar, a la exterioridad, (1919h).Abandona las catexias de la madre y las dirige hacia el padre, que sustenta su pensar abstracto y al cual recurre como apoyatura en los momentos de penuria. Gérard Haddad, (1985), analiza el sueño de Irma, y en particular la trimetilamina. Nos dice Haddad: "En el momento más agudo de su duda, de su penuria, Freud alucina en su sueño la fórmula química de la trimetilamina […]. La fórmula de la trimetilamina se parece a una arborización que parte de una letra, N, símbolo del nitrógeno, gracias a la cual la molécula es llamada amina, pero también letra inicial del Nombre, Name, ese nombre del Padre que el sujeto invoca en su hora de penuria. Además esa N está rematada por una corona, de tres radicales metil que forman precisamente la amina con tres metiles, tres ramas que si constituyeran una letra ésta será hebrea […] la letra SHIN. (Shlomo-Salomón, era el nombre de Sigmund en hebreo. Schlomo, el del abuelo paterno […] Freud alucina entonces en su sueño, en doble lengua además, en doble alfabeto […] Metil. Una sospecha de hebreo basta para escuchar allí el sonido Met, pero también emet, la verdad […] el Moisés de Freud, la parición repetititiva de la diosa egipcia MAAT diosa de la verdad y de la justicia. Si una palabra resuena en toda su obra es ésta meti, met, emet… Amina […] Amén, emuná, expresiones de la misma raíz que el emet precedente, traducidas tímidamente por la noción de 'Fe', cuando se trata de certidumbre. Esta trimetilamina, por su nombre, aparece como el sello de la verdad, de certidumbre […] del que el psicoanálisis surge. Por ella, manifiestamente, Freud triunfa sobre su duda. El está seguro, amén, tri, tres veces, de la verdad, emet, de su descubrimiento […]".

-Historial clínico. Pasajes de la vida de Freud, que ilustran la influencia que tuvo la educación escolar en el cambio de su psiquismo .

Decíamos antes que la pulsión de saber es pasiva y la de investigar es activa. La primera, estudiar ardorosamente (que remite al erotismo uretral y con éste a la ambición, Freud, (1900a, 5e, 8b, 32a), como evoca en "Un recuerdo…", (1936a), y la curiosidad por los textos, se convierten en el joven Freud en medio para el desarrollo de la investigación. Desea saber para investigar (diferente del saber por sí mismo). El saber y su transformación en pulsión de investigar se acompañan de afectos como los celos y la envidia, propios del complejo fraterno. En la investigación la sexualidad es tomada como intermediario para fines egoístas, cuando el narcisismo del niño se ve amenazado por la llegada de un hermano. Se sostiene gracias a la pulsión de autoconservación, que motoriza los interrogantes, que siempre resultan insuficientes a pesar de las explicaciones de los padres, (1910c).

Este fracaso universal, necesario, es el generador del desarrollo cultural. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, puede considerarse la biografía intelectual de Freud. Es el prototipo del investigador científico y su modelo. En él, se observa el pasaje del saber a la investigación. Otro pilar en su desarrollo fue Moisés…, (1939a). Era su modelo de la espiritualidad. Con él surge la ley, el orden, el Dios monoteísta. Y el tercer modelo, Goethe. El paladín de la cultura germánica moderna y pilar de toda una corriente espiritual. La sublimación de la pulsión homosexual, el vínculo paterno ambivalente, el interés por el conocimiento y los antiguos, es un aspecto que marca una diferencia sustancial entre el efecto que produce el estudio en cualquier persona, y en Freud. El pasaje del saber al investigar es un privilegio que deviene de un proceso de transformación del primero al segundo. En "Leonardo", (1910c), Freud dice que "[…] La aplicación de ésta hipótesis al caso de los que la pulsión hiperpotente de investigar, parece deparar particulares dificultades, pues uno no atribuiría justamente a los niños ni esa pulsión seria ni unos notables intereses sexuales […]. Del apetito de saber de los niños es testimonio su infatigable placer de preguntar […] Cuando el niño crece y comprende más, suele interrumpir de pronto esa exteriorización del apetito de saber […] la indagación psicoanalítica nos proporciona un esclarecimiento cabal […] atraviesan hacia su tercer año de vida por un período que puede designarse como el de la investigación sexual infantil. El apetito de saber […] es despertado por […]-el nacimiento de un hermanito, consumado o temido por experiencias hechas afuera- […]. La investigación se dirige a averiguar de donde vienen los niños […]. Si el período de la investigación sexual infantil es clausurado por una oleada de enérgica represión sexual, al ulterior destino de la pulsión de investigar se le abren tres diversas posibilidades derivadas de su temprano enlace con intereses sexuales. La investigación puede compartir el destino de la sexualidad; el apetito de saber permanece desde entonces inhibido, y limitado -acaso para toda la vida- el libre quehacer de la inteligencia, en particular porque poco tiempo después la educación erige la inhibición religiosa del pensamiento. Este es el tipo de inhibición neurótica […] El tercer tipo, más raro y perfecto, en virtud de una particular disposición escapa tanto a la inhibición del pensar como a la compulsión neurótica del pensamiento […] sublimándose desde el comienzo mismo en un apetito de saber y sumándose como refuerzo a la vigorosa pulsión de investigar […] está ausente la atadura a los originarios complejos de la investigación sexual infantil, y la pulsión puede desplegar libremente su quehacer al servicio del interés intelectual[…]" (las negritas en el texto freudiano son mías ). El erudito, decíamos antes, atesora, cuestiona desde el saber constituido, es guardián y depositario de la tradición, idealiza a los genios muertos cuyo legado guarda. No es el caso del joven Freud. Más adelante, en el mismo trabajo, continúa diciendo: "[…] Si nos atrevemos a relacionar la hiperpotente pulsión de investigar de Leonardo con la mutilación de su vida sexual que se limita a la homosexualidad llamada ideal [sublimada] nos inclinaremos a tomarlo como el paradigma de nuestro tercer tipo. Entonces el núcleo y el secreto de su ser sería que, tras su quehacer infantil del apetito de saber al servicio de intereses sexuales, consiguió sublimar la mayor parte de su libido como esfuerzo de investigar. En Leonardo, como en Freud, lo importante es la investigación.

-Viñetas del autoanálisis de Freud. Por razones de interés expositivo, sólo tomaremos fragmentariamente algunos textos.

* Sueño de la "Monografía Botánica", (1900a).

Al respecto Freud comenta que su padre tuvo un día una "humorada". Les entregó a Sigmund y a su hermana para que lo rompieran un libro con láminas de colores (Descripción de un viaje por Persia). Por entonces Sigmund tenía cinco años y la hermana no llegaba a tres. El cuadro que formaban los hermanos destruyendo el libro "[…]-al que fuimos arrancando las hojas una por una (como una alcachofa)-[…]" es casi el único perteneciente a aquella edad del cual Freud conservó un recuerdo plástico. Cuando después comenzó su vida de estudiante, se desarrolló en el una gran afición a poseer libros (correspondiente a la inclinación a estudiar en monografías "[…] Llegué a ser un gusano de los libros […]". Dicha escena constituye un recuerdo encubridor de la posterior bibliomanía.

La destructividad, en este caso, se liga con la pulsión amorosa sublimada hacia su padre, y a la ambición.

* Sueño de "R es mi tío José". Freud habla de "consideraciones confesionales" que se aplicaban también a él, en relación a su deseo de ingresar a la Universidad. Strachey aclara, en nota al pie, que se refiere al antisemitismo reinante en esa época en Viena. Marcado desde la judeidad, se dirige al lugar donde esta-ba entronizado el saber. Mediatizado por la ambición, busca el camino del profesorado, para transformar, en el marco de la Universidad, su investigar, en un saber para otros.

* Sueño de la "inyección de Irma". "[…] hallo a la derecha una gran mancha blanca, y en otras partes veo extrañas formaciones rugosas […] inmediatamente nosotros sabemos de dónde viene la infección. No hace mucho mi amigo Otto, en una ocasión en que ella se sentía mal, le dio una inyección con un preparado de propilo, propileno…ácido propiónico…trimetilamina (cuya fórmula veo ante mí escrita con caracteres gruesos). […]" . En este sueño observamos la vinculación con la pulsión de investigar. Freud ve, lee, en las placas de la garganta; lee la fórmula de la trimetilamina, y subyacente a ésta la letra SHIN (ver el estudio de Gérard Haddad). Condensa lo que ve (la lectura) con su interés por la investigación.

* Sueño de "comida fracasada o del salmón ahumado" (paciente casada ingeniosa). Una paciente trata de refutarle a Freud su teoría de que los sueños son la expresión de un deseo no cumplido. Y le refiere uno que es todo lo contrario a la teoría. En él se le niega precisamente un deseo. "[…] ¿No daba esto el más rotundo mentís a mi doctrina […]". Conforme al mismo principio de que la no realización de un deseo significa la realización de otro, quedó rebatida la contradicción opuesta a la teoría onírica. El deseo de la paciente era precisamente éste: el que Freud no tuviera razón -y el sueño lo muestra realizado- "[…] Por esa misma época yo había inferido del material que me proporcionó su análisis, que en cierto período de su vida debía de haber ocurrido algo importante para que ella enfermase. Ella lo había puesto en entredicho, porque nada así recordaba. Pronto pudimos ver que yo no me equivocaba […]". El desafío de la paciente permite suponer que la verdadera rival de ella era la teoría de Freud. El interés de éste estaba puesto en la investigación, más que en la esposa de carnicero.

* Un trastorno de la memoria en la Acrópolis (Carta abierta a Romain Rolland en ocasión de su septuagésimo aniversario), (1936a). Recuerda Freud, "[…] "¿Entonces todo esto existe efectivamente tal como lo aprendimos en la escuela?! […] Descrito con mayor exactitud: la persona que formuló la preferencia se separó, de manera más notable y tajante que de ordinario, de otra que percibió esa preferencia y ambas se asombraron, si bien no de lo mismo […]". Es diferente ver algo por los propios ojos, o conocerlo por la lectura o de oídas. más adelante dice "[…] Si recuerdo la ardiente añoranza que me dominaba en mis años de estudiante secundario, y aún después por viajar y ver mundo, […]". ¡Ardiente añoranza! La añoranza remite a volver a un lugar donde nunca se estuvo, (1916-17). ¿ A dónde quería volver Freud ? Responde Guy Rosolato, (1982), que Freud quería volver al templo de Jerusalén, al espacio materno. Freud, (1910c), dice que aquello que se quiere investigar es la madre. Canalizó su ardiente añoranza4 de época de estudiante secundario a través de la lectura. Ardiente añoranza que se vincula con el erotismo uretral y la ambición. La ambición deriva en una forma de leer que estimula el desarrollo del ideal, generando un proyecto. En éste se abren nuevos espacios que no eran los de su padre, quien también leía, pero la Biblia. El psiquismo paterno podría tener respeto reverencial ante la lectura de los maestros. Freud, en cambio, deriva de lo que lee, ardiente añoranza de un lugar. El lugar materno, la judeidad, pero opta por el padre, por pensar, por la espiritualidad, y se arriesga allende de los espacios conocidos judaicos-maternos, y se interna en los que marcan los derivados del padre. Los maestros, la lectura, los libros, estimulan la aventura de conquistar los lugares gentiles conjugando ambos universos culturales. La función de leer se liga al saber para investigar, motorizada por la ambición de conquistar otro territorio. De llegar más le-jos, conjugando el judaísmo y el espíritu europeista, en el nombre de un conquistador también semita, Aníbal, a quién admiraba. Eleva y cambia sus ideales de origen hebreo, en su forma y contenido, por otros nuevos universales y crea a la vez un territorio nuevo. El Psicoanálisis.

Unido a sus padres espirituales (Leonardo, Goethe, Moisés), y los textos estudiados durante su escolaridad (que despiertan su ardiente añoranza), le llevan a pensar otra forma de leer el texto. Leer para saber, para investigar modificando sus ideales en forma y contenido. En el artículo "Sobre los tipos libidinales", (1931a), distingue tres tipos libidinales básicos: erótico, compulsivo y narcisista. En el tipo erótico compulsivo, la preponderancia pulsional está restringida por la influencia superyoica. La dependencia simultánea de los objetos actuales y de los residuos de objetos pretéritos como los padres, educadores y personajes ejemplares. Freud, en cambio, deriva de la lectura, añoranza por mayor complejización psíquica. Para él, maestro directo es aquél que, comenzando como alguien reverenciado, se convierte en hostil. Como Samuel Hammerschlag, cuya letra inicial, SHIN, aparece en el sueño de la inyección de Irma, y que remite a su primer maestro. La rotura de los libros, las enseñanzas de Hammerschlag derivan en investigación. Se desprende de los maestros y de los aprendizajes que vienen con la lectura. Movido por la ambición, deviene en añoranza y en investigación.

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Autor:

Dr. José Cukier

ASOCIACION MEDICA ARGENTINA .AGOSTO 2009

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