- La realidad de la ficción (una historia ficticia basada en la realidad)
- Antecedentes de una pulga frente al Imperio
- Desapareció un pez
La realidad de la ficción (una historia ficticia basada en la realidad)
(enero de 1972)
Ya lo habían amenazado en diferentes ocasiones. Era conductor del autobús de su padre que tenia línea en los servicios urbanos, le pedían una cantidad fija diaria para no matarlo. A él le parecía excesiva e injusta, pero confiaba en que las amenazas no serían cumplidas.
Muy de mañana la noticia corrió como reguero de pólvora por las calles de su colonia. Había sido muerto adentro del autobús. Dejaba en la orfandad a cuatro hijos y sin sustento a su viuda. Ella, como muchas otras mujeres guatemaltecas, debía hacerse cargo de los gastos del hogar, casa, alimentos, escuela, ropa, zapatos y alguna pequeña diversión.
Su muerte no fue investigada, aun cuando había indicios acerca de la identidad del su asesino. Quienes se encargan formalmente de la persecución de la delincuencia se cuidan de hacerlo solo cuando esta toca poderes facticos superiores. En general, se cuidan mucho de enemistarse de manera personal con las organizaciones criminales.
Un día se acercó a la viuda una joven que dijo conocerla.-Te tengo un negocio sumamente fácil que se que lo harás porque también se que te encuentras muy necesitada de dinero. A todo esto la viuda recordó. por los chismes del barrio, que se trataba de la hermana de quien había ultimado a su esposo. -Y, ¿de que se trata ese negocio?, preguntó. -Es muy sencillo, solo queremos que marques este teléfono y le digas a la persona que te conteste que lo esperas en este lugar para que te entregue el dinero, una vez realizada la entrega te ganas el 10%. Y -¿Por qué no lo llamas tú? –Indagó la viuda. -Porque ya conocen mi voz y no quiero que me identifiquen.
Pensando que si se negaba, el hermano podría seguir su ruta de muerte con ella o con sus hijos, aceptó la oferta.
No en balde la habían empujado. La persona objeto de la extorsión a la que había llamado tenía su teléfono intervenido por la policía, avisada por el mismo. Convenido el lugar de reunión, al momento del supuesto pago, apareció una patrulla. Allí si fueron muy eficientes. Ella fue conducida a la cárcel, sabiéndola indefensa; se le acuso del delito mencionado y fue recluida en la cárcel tres años. No se le pudo comprobar nada más que el hecho de la llamada, pero al salir se encontró con sus derechos socialmente limitados y con enormes dificultades para encontrar trabajo. No solo había perdido a su esposo del que nunca se investigo el origen de su muerte y el nombre de sus victimarios, sino, también, gracias a la manera como se estila la ley en Guatemala, cuando se trata de personas inocentes, pasó a formar parte de la historia delictiva de los asesinos.
Antecedentes de una pulga frente al Imperio
(Enero de 1971
CARLOS ENRIQUE LOPEZ GARCIA
III PARTE
2. ANTEDEDENTES de UNA PULGA FRENTE AL IMPERIO
CARLOS ENRIQUE LOPEZ GARCIA
Mi estancia en Chile
Debido a una situación migratoria no resuelta… "me vi forzado a abandonar México, refugiándome, junto con quien sería mi esposa, en la Republica de Chile. Salí hastiado del trato gubernamental que se me había dado, donde lo mejor que me había pasado era la recomendación de la Secretaría de Gobernación, de que consiguiera documentación mexicana ya que mi situación legal nunca seria resuelta con el status de asilado político. Me quedó la sospecha que esto se debía a una petición del gobierno guatemalteco al mexicano. Mientras tanto, me había inscrito, sin ese reconocimiento, en la Universidad Nacional Autónoma de México, incluso, había logrado una beca en el Instituto de Investigaciones Sociales, adscrita a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales aun cuando yo me había matriculado en la Facultad de Economía de la misma universidad. En ese Instituto conocí a quien sería la compañera de mi vida, una joven mexicana de 20 años de edad a quien su familia le prohibió mi compañía. Así como yo salí huyendo de la persecución política, ella salió huyendo de la incomprensión familiar. Ambos decidimos ir a Chile, yo aprovechando que había asumido el poder la Unidad Popular, con Salvador Allende en la presidencia, y ella porque Chile significaba lo más alejado de la oposición de su familia. Estando allí nos casamos. Lo hicimos justo cuando habíamos decidido el regreso. Esta decisión surgió por el seguimiento de un hecho insólito. Sucedió que fui informado de la visita a Chile que realizaba el rector de la UNAM de ese entonces, el Dr. Pablo González Casanova, con quien guardaba una relación de amistad debido a mi posición política y a la suya. Además, su hermano, Henrique, se había convertido espontanea y solidariamente en mi padrino, en ello fue decisiva la relación que ambos guardaban con Luis Cardoza y Aragón, quien me conoció a través de Rodrigo Asturias Amado, a la sazón representante del movimiento revolucionario guatemalteco ante el gobierno cubano. González Casanova se hospedaba en un hotel cercano y decidí llamarle, con tan buena suerte que el contacto se realizo casi de inmediato. Hablamos brevemente por teléfono, el suficiente para que me reprochara por haber salido de México sin notificárselo y para invitarme a desayunar al día siguiente en el hotel donde se hospedaba. Se lo comunique de inmediato a mi compañera y juntos fuimos a la cita.
Llego por nosotros un vehículo de la embajada mexicana en Chile y una persona, de la misma embajada, que nos esperaba al frente del mismo, nos condujo hacia donde se encontraba el Dr. González Casanova. Cuál no sería nuestra sorpresa debido a que en la misma mesa, en un lugar exclusivo y apartado del Hotel, junto al Dr., se encontraba también el presidente de México de ese entonces, Licenciado Luis Echeverría Álvarez. Se trataba de una visita de Estado, para mostrar su apoyo al presidente Allende, que se había realizado en un marco de discreción suficiente para que los medios de información no le dieran mayor publicidad.
En ese marco, Echeverría se hizo acompañar del Dr. González Casanova. Aun no repuestos de la sorpresa, saludamos a los anfitriones y Echeverría dio la orden para que se nos sirviera el desayuno a los cuatro. A quemarropa GC me disparo: ¿por que razón se vino de México y por qué razón no me avisó? Luis Echeverría permanecía en silencio, con una mirada penetrante y directa sobre mi persona, esperando mi respuesta como si él hubiera formulado la pregunta. "-Me da mucha pena decírselo pero la persecución de que era objeto por parte de la Secretaría de Gobernación me obligo a hacer lo que hice. Cualquier incidente que se realizaba contra el gobierno era suficiente para que me buscaran como presunto responsable, incluso, lo que yo entendí como un acto intimidatorio fue que algunos agentes le dijeron al Licenciado Ernesto Capuano que me andaban buscando y que habían distribuido mi fotografía a los servicios de seguridad.
El licenciado Capuano me dijo que no me preocupara porque la fotografía carecía de nitidez, en un razonamiento de elevada candidez y solidaridad que siempre le caracterizo. Yo le dije que ellos sabían donde vivía puesto que habían ido ya al departamento que ocupaba y sabían también que estudiaba en la entonces Escuela de Economía de la UNAM. Que oficialmente no constaban ambas circunstancias porque se habían negado las autoridades a concederme el asilo político. Justamente, había sido el Rector de la UNAM, allí presente, quien me había facilitado primero una beca para costear mis estudios y posteriormente otra un poco mayor en el Instituto de Investigaciones Sociales. Continúe comentando más aspectos de mi situación en México y detalles que consideraba importantes. El presidente mexicano me observaba fijamente mientras yo hablaba y miraba también de vez en cuando, de manera discreta, a mi compañera. Los tres permanecían en silencio. De pronto, el Presidente se dirigió a mi, mirándome a los ojos: "-pero, en donde desea vivir usted, ¿en México o en Chile? La pregunta me sorprendió un poco y voltee la mirada hacia mi compañera, ella susurro apenas audible, en México. Yo me envalentone y le dije, también mirándole a los ojos: ¡en México!
De inmediato llamo a su ordenanza y le dio una corta nota para el embajador mexicano en Chile, -acompáñelo, me dijo. El embajador me recibió de inmediato, leyó la nota y me dijo, -¿cuándo desea viajar? le pedí que me esperara unos días porque debía hacer unos trámites urgentes. El asintió y decidimos esperar una semana.
En esa semana, logre conseguir pasaporte guatemalteco contándole una historia truculenta al embajador que ni yo me la creí, pero note cierta simpatía hacia mi persona que facilitó las cosas. Con ese documento, que sustituyó el de mi entrada a Chile, mi compañera y yo nos casamos en una forma inusual: sucedió que para las autoridades municipales chilenas, debíamos dar direcciones que se encontraran en el área de la única sede que tenia disponibilidad para hacerlo. Por un fenómeno social que ignoro su origen, la mayoría de las bodas en Chile se realizan en Septiembre, dimos la dirección donde efectivamente vivíamos como domicilio de quien sería mi esposa, y, la mía, la tome al azar en el área de circunscripción municipal al que acudimos. Invitamos a un conocido guatemalteco que había ocupado importantes cargos en el gobierno revolucionario de 1944-54 en Guatemala, y a su esposa, para ser nuestros padrinos, a lo que accedieron gustosamente. Se llego la ansiada fecha pactada y nos presentamos elegantemente vestidos. No olvido el precioso ramo de flores con el que apareció nuestra presunta madrina, el cual mantuvo en sus manos todo el tiempo. Nos pasaron a la salita de espera. De pronto salió una persona que supongo era la secretaria del Juez, y dirigiéndose a mí, dijo:"-Usted no puede casarse, por mentiroso… (Por fracciones de segundo pensé en el pasaporte de entrada al País, versus el recién adquirido)…, yo vivo enfrente del domicilio que manifiesta y ese es un terreno baldío. Se cancela la ceremonia".
Entre confundido y avergonzado pedí disculpas a mis presuntos padrinos. Ella me dijo: no tenga pena, yo lo entiendo. El, un hombre longevo por cierto, me dijo: -Que vergüenza compañero, eso no se hace, eso no es digno de un revolucionario, nosotros nos retiramos. Ella lo observo ligeramente, dirigía su mirada hacia nosotros y hacia él alternativamente, mientras salíamos del edificio municipal, sostenía en sus manos el ramo de flores sin saber que hacer con ellas. El dijo, nosotros nos retiramos, ella dijo adiós pero sin soltar el ramo de flores, alejándose los dos con rumbo opuesto al nuestro. Varios años después me entere de su separación, así como del fallecimiento posterior de el, hace pocos años. Ella no había aguantado la rigidez de sus ideas y de su comportamiento. Mas por alejarnos rápidamente del lugar que por alguna prisa para llegar a nuestro domicilio, abordamos un taxi. Mi compañera, que había guardado silencio todo el tiempo, lucía un rostro de tristeza enorme, yo me sentía como una cucaracha fumigada.
El taxista percibió nuestro pesar y nos pregunto: Que les sucede? Mi compañera que siempre ha sido ingenuamente franca, le confió todo el episodio al desconocido taxista. –ah, eso es, no se preocupen, si ustedes lo desean yo los llevo a un lugar en donde los casaran de inmediato, todo se los arreglo por 500 escudos. –y ¿Dónde queda ese lugar?, inquirió mi compañera. – no es lejos, se llama Palo Alto. – Vamos, dije yo. –Allí siempre hay testigos disponibles que por unos cuantos escudos comparecerán ante la jueza, yo se los llamare. Efectivamente, todo sucedió como el taxista había dicho, no dejamos de estar nerviosos y preocupados ante el titubeo de los "testigos" a la hora de asegurar en donde vivíamos y de pronunciar los apellidos de mi compañera. La jueza se les quedo viendo con la casi certeza de adivinar que mentían pero nos miraba a nosotros con indulgencia y comprensión de nuestro difícil momento. Finalmente, sin haber sido engañada, pero ejerciendo una increíble bondad, nos declaro marido y mujer. El taxista nos regreso a Santiago debidamente casados, le dimos los 500 escudos añadiendo una discreta propina. Ya antes habíamos pagado otros 200 escudos a nuestros testigos-padrinos de boda, quienes nos dieron su bendición. Pareciera que nuestra vida en pareja estaría legalizada por este tipo de situaciones. Ya nos había sucedido, en el principio de ese año, antes de salir de México, en Chetumal, Quintana Roo, que unos albañiles, que trabajaban en la remodelación del edificio municipal, habían sido nuestros padrinos en nuestra primera boda, previa propina. Visto de una manera legalista, mi esposa y yo somos bígamos.
Con esa nueva papelería acudimos a la Embajada de México para que nos dieran los documentos de internación. El embajador me entrego un sobre lacrado, de regular grosor y me advirtió: -entregue este sobre a las autoridades de migración junto con su pasaporte y este le será sellado debidamente. Su esposa no tiene ningún problema. En esta nueva etapa, ignoro obviamente el contenido del sobre pero sospecho que contenía la decisión del Presidente Echeverría, todos los trámites ante Gobernación fueron de manera rápida y favorable. Logré una situación estable, se legitimaron mis estudios de licenciatura y obtuve el titulo, después los de maestría y, finalmente, mi doctorado. Al contrario de varios grupos de izquierda mexicanos y de algunos guatemaltecos que condenan a Echeverría y a su gobierno, yo le guardo agradecimiento. Supongo que los chilenos emigrados a causa del golpe de Estado, propinado un año después de mi salida, al gobierno de Allende, también le están agradecidos. No solo les dio un caluroso recibimiento, similar al que dio México a los emigrados españoles republicanos, sino que emitió un acuerdo por el cual basto la palabra de los ciudadanos chilenos para reconocerles su grado académico y conseguirles ocupación en las distintas universidades mexicanas y en todo tipo de instituciones nacionales. Meses después de mi llegada a México, en una reunión con el presidente y los representantes estudiantiles de todo el país, en la que me toco representar a la escuela de economía de la UNAM, por designación de su director, intercambié unas breves palabras con Echeverría, quien me saludo efusivamente. No puedo olvidar algo que me dijo, muy orondo. –"la ideología de un político se conoce cabalmente cuando ejerce el poder, no cuando aspira al puesto que pretende desempeñar…
REGIS DEBRAY
Otro episodio interesante ocurrido durante nuestra permanencia en Chile, fue el encuentro con Regis Debray y quien en ese tiempo era su esposa, Elizabeth Burgos. A ambos los había conocido en Cuba, en ocasión en la que Regis, junto con Otto René Castillo, realizaron su entrenamiento militar en la Isla, en 1966. Comenzó con una cena a temprana hora y terminó muy entrada la noche, amaneciendo, con una reserva especial de vinos que proporcionaron los anfitriones, Regis y Elizabeth. Por una razón que ignoro, Regis y Elizabeth consideraban que yo era o había sido uno de los guerrilleros mas lucidos de Guatemala. -Combinas la practica con la teoría en lo que se conoce teóricamente como praxis. Yo comentaba sobre mi participación en la Ciudad, mi papel en la montaña y las condiciones existentes en los últimos cuatro años, corría el año de 1972. El me manifestó que con mi aporte podría concluir los libros que tenía iniciados sobre la Crítica de las armas. Mi esposa lo oía y lo veía con profunda admiración, nunca más he descubierto esa mirada a lo largo de nuestra relación. Mi esposa y yo acudíamos a la Universidad Católica de Chile a cursos de especialización y maestría a los que nos permitieron acceso aun antes de concluir la licenciatura. Ella aprovecho inteligentemente su estancia en Chile para entrevistar a gente vinculada estrechamente con la nueva posición de la iglesia católica, en ese tiempo, sobre la revolución social necesaria en América Latina, lo que le permitió escribir su tesis de sociología que presento un año después en la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Un año más tarde me tocaría el turno de hacerlo en la Facultad de Economía de la misma universidad.
EL DIRECTOR DE LA CIA PARA AMERICA LATINA
Una vez resueltos mis problemas legales en México, mi esposa y yo logramos conseguir trabajo en un proyecto de Naciones Unidas que tenía su sede en Guadalajara, México. Mi nueva situación económica me permitió también intentar el regreso a Guatemala, al que me referiré después. Cuando se acercaron las fiestas navideñas, un compañero de trabajo nos pregunto que en donde pensábamos pasarlas, que si nos reuniríamos con la familia. La familia de mi esposa es de otra religión y no celebra estas fiestas. Yo tenía mi familia disuelta entre Guatemala y los Estados Unidos, a los que paradójicamente llegaron por la persecución que sufrían en Guatemala. La mayoría de quienes laboraban en el proyecto viajarían hacia Europa y USA. Los originarios del lugar se reunirían con sus familias, nosotros dos nos quedábamos solos, sin saber a dónde ir en esas largas vacaciones. Y, ¿por que no visitan a su familia en USA? Comento un compañero metiche. Mi esposa contaba con visa permanente pero yo ignoraba si podría obtenerla. Por supuesto que nuestra respuesta al metiche fue, -pues, sería bueno!. Para nuestra sorpresa, el director del proyecto, que nos apreciaba, extendió, sin pedírselo, una solicitud para que se me diera la visa en el consulado estadunidense de la ciudad de Guadalajara. Fui citado por el cónsul pocos días después, quien me recibió en su oficina. –Señor, lo siento mucho, no puedo extenderle visa por su historial anterior. Yo, armado de cierto tipo de ironía y broma que a veces me sirven en momentos difíciles, le respondí: -bueno, dirigiéndome también a mi esposa, -tendremos que viajar a los Alpes Suizos. El se me quedó viendo fijamente, checó mi pasaporte y el de mi esposa e inesperadamente, respondió: "-si ya tenían planeado el viaje no quiero ser aguafiestas, le voy a dar una visa por 5 años, quiero que entienda que no le puedo dar una visa similar a la de su esposa. –muchas gracias, le respondí y le extendí la mano. Salimos del edificio, yo con una visa que realmente no esperaba y mi esposa feliz según ella de que había dejado atrás mi pasado.
Transcurrieron los cinco años rápidamente. Yo me encontraba laborando en otra dependencia de Naciones Unidas, incluso más importante que la anterior. Pedí la documentación necesaria que me acreditaba como funcionario internacional y me dirigí a la embajada de USA, muy confiado de obtener la ampliación de la visa anterior. Cuando me presente en la embajada me dijeron que yo no tenía por que hacer la larga cola en la que ya estaba el resto de personas, que podía pasar de inmediato con el cónsul para entregarle mi pasaporte y obtener la dichosa visa. Así fue en efecto, el cónsul me atendió muy cortésmente pero de pronto me dijo, -señor, antes de ponerle el sello me piden que acuda a la oficina de uno de los funcionarios de la Embajada para una charla rápida pero necesaria. –con mucho gusto, respondí. Una persona me condujo por los laberintos del enorme y lujoso edificio de la Avenida La Reforma. De pronto me vi en una oficina amplia, con sillones de cuero, en uno de los cuales se me invitó a sentarme. Lo que discordaba con lo ordenado y amplio de la oficina era la actitud de quien la ocupaba quien echado en su respaldo de la silla tenía los pies sobre el escritorio. Se paro para saludar y reiterar la invitación a que yo me sentara. Sin mayor preámbulo me dijo, mostrándome mi pasaporte. –¿Habla ingles? Sí, pero no perfecto, prefiero el español, si gusta, hábleme usted en ingles, que entiendo todo, y yo le contesto en español para no errarle. -Hemos decidido, dijo, darle una visa permanente. Creo que ya no debe regresar cada cierto tiempo a solicitarla. El único favor que le pido es que me dé el nombre de sus contactos de la guerrilla en México y el de esos mismos contactos en Guatemala. Me sentí sorprendido sobremanera, no bastaban ni su amabilidad ni la decisión de darme visa permanente para la petición formulada. Me pare y le dije, -tengo, con este año, 5 de no tener un solo contacto con la guerrilla ni aquí, en México, y menos en Guatemala, a donde no viajo, de lo que seguramente ustedes están informados, para que usted me haga semejante petición, además, si los tuviera, también debiera saber que nunca se los proporcionaría. –sabemos lo que usted dice, pero también sabemos que usted es una persona muy hábil que ha burlado a nuestros servicios de inteligencia para mantener esos contactos. –pues, están errados y los informes que poseen deben ser de burócratas que si no los redactan pierden el empleo. Así que informan cualquier cosa que se les ocurre. –mire señor, yo soy el director de la CIA para América Latina y se de lo que le hablo y tengo mano libre para darle la visa permanente o para negársela para el resto de su vida. Nosotros manejamos las políticas del departamento de Estado para conceder o negar las visas de naturaleza política, así que o colabora con nosotros o lo dejaremos impedido por siempre de viajar a USA. –pues, planteado así, no me queda más que prescindir de la visa, hay otros lugares en Europa y América que me interesa conocer. Creo que es todo dije, ya bastante molesto.
-Claro que es todo, me respondió, visiblemente molesto, devolviéndome mi pasaporte y llamando a un corpulento marine para que me condujera a la puerta de salida.
Muchos años después y en el marco de la firma de la paz y la apertura política que instauró gobiernos civiles en Guatemala, fui nombrado en un importante cargo de la diplomacia guatemalteca. El personal de la embajada, ignorante de mi historia personal y en ocasión de mi regreso a Guatemala, me sugirió pasar por USA, por la diversidad y la comodidad de los vuelos que por allí pasaban y por la oportunidad de ver a mi familia en Nueva York, arreglaron la papelería oficial que firmé y hablaron a la embajada de USA para hacer la solicitud de visa. Respondieron que fuera un día después, que me identificara en la puerta para no hacer cola y que me dirigiera directamente a la oficina consular en donde se me extendería la visa. Me recibieron muy amablemente, la cónsul me dijo que el trámite duraría aproximadamente 5 minutos. Transcurrió más de media hora, de pronto apareció la cónsul con los pasaportes de mis hijos y el mío. –señor, estoy profundamente contrariada, tuve que hablar al Departamento de Estado porque en la computadora, a la par de su nombre había esa instrucción. Me dijeron que no se le puede otorgar la visa. Yo creo que es injusto pero no lo puedo arreglar desde aquí y de manera inmediata. Tendría que esperarse algunos días para que se realice mi gestión. –le agradezco mucho su gestión y su amabilidad. Creo que regresaré a mi país por una vía más directa. Hasta pronto. Este hecho inspiro mis recuerdos: ¿que puede hacer una pulga frente al Imperio más poderoso de la tierra?
DOLOR INTERMITENTE (20-|0-2012)
Un día, en las calles de la ciudad de México, me encontré a una antigua compañera. ¿No le da vergüenza? me dijo, ¿Qué? Le respondí. -Estar vivo, me soltó de inmediato. Añadiendo, -casi todos los compañeros están muertos, menos usted. –Le juro que he hecho todo lo posible por morirme pero, por alguna razón desconocida, no lo he logrado: Una vez me metieron seis tiros y por algunos milímetros no terminó mi vida. Otra, me balearon la rodilla. En otras ocasiones únicamente escuché el zumbido de las balas pero solamente rompieron los vidrios del automóvil en el que me encontraba o las ramas de los arboles de la vereda donde pasaba, otros, simplemente pasaron arriba de mi cuerpo o de mi cabeza. –le juro que no es mi culpa estar vivo. En mi primera recuperación física, jugo papel determinante Adolfo Mijangos, facilitándome las gestiones para ser atendido en un centro especializado. También fue decisivo en mi recuperación emocional, por su medio, y debido a que era su admirador número 1, supe del talento de Chabela Vargas. El se encargó de organizar la velada en la que junto a Rolando Collado y otros exiliados guatemaltecos, fuimos a verla al teatro de la colonia Del Valle, donde se presentaba. Años más tarde, a su regreso a Guatemala, fue asesinado de la más vil y cobarde forma, en su silla de ruedas y por la espalda. Tal vez por eso no dejo de pensar en la pléyade de guatemaltecos cercanos a mi historia de vida, con quienes conviví, que siempre soñaron con una Guatemala mejor. Tal vez por eso me persigue la sonrisa bonachona del chino Marco Antonio Yon Sosa, el dirigente guerrillero que más me ha impactado, muerto a traición cuando había llegado a un pequeño oasis en México. La seria mirada del coronel Augusto Vicente Luarca Argueta, de los poquísimos leales a Jacobo Arbenz, muerto en combate, en una casa de seguridad. La casi inocente mirada del papo, Ricardo Ibarra, no lo vi pero me contaron que había volado en pedazos experimentando con explosivos, junto con el rata. Después, muy tempranamente, cayó Julio Edgar Ibarra Mazariegos: recuerdo la sonrisa confiada y bonachona del "chucho", Rocael Muñoz. De Mario botzoc Hércules, el estudioso guerrillero de origen quekdhi, la aparente despreocupación de Chimino, Rogelia Cruz, quien fuera reina de belleza, física y síquica, torturada y violada cobardemente. Nayito, Leonardo Castillo Johnson, vendiendo cara su vida, desesperadamente, al enterarse de la muerte de Rogelia. Carlos Ordoñez, el comandante Camilo, también sometido a torturas hasta la muerte, Otto René Castillo y Nora Paiz, torturados también hasta la muerte. Ya antes habían pasado por lo mismo Fantina Rodríguez, Iris Yon, David Aguilar Mora, un mexicano solidario, y Eunice de Aguilar Mora. También otros 28 guatemaltecos de primera que fueron muertos y lanzados al mar, también cobardemente. Luis Trejo Esquivel y el Tío Moy, muertos en combate, a pocos kilómetros de donde yo me encontraba. La picara sonrisa de Rodolfo Payeras con sus atigrados ojos, perseguido por sicarios hasta darle muerte junto a una paradójica zanja. También Luis Turcios, el legendario comandante en jefe, quien tenía los ojos de Tigre, los gestos, la astucia y el valor, su muerte marcó el destino de nuestra lucha. Otro tigre de menor tamaño pero igual de bravo era José de Jesús jurado Sánchez, muerto apenas al cumplir 17 años. Efigenio, Mario Lemus Chavarría, fue muerto después de una implacable persecución y se necesitó más de un pelotón para lograr ese objetivo. Antes había sido asesinado Ricardo Miranda Aldana, mano e tigre, bragado combatiente guerrillero. Muchos años después murió Mario Robles Villatoro, quien afronto la muerte con una enorme sangre fría, con un enorme valor. Supo más o menos cuando llegaría esta y nunca se arredró. Me invito a despedirlo con una copa de whisky en la mano. Todos ellos, y muchos más que no recuerdo o no conocí, son quienes darán base a una nueva alborada en Guatemala, pienso que vivirán por siempre en el recuerdo de la patria. Son la semilla que un día germinara para siempre.
GUATEMALA: LA DISPUTA POR LA NACION.
(CRIMEN EN LA CUMBRE DE ALASKA)
Han transcurrido más de 500 años desde la llegada por primera vez de los españoles a suelo americano. El parto de la nueva nación de la tierra descubierta por los peninsulares surgió básicamente como problema de propiedad. ¿A quién pertenecían las tierras descubiertas y ¿¡"conquistadas"? ¿a quién pertenecen? ¿A quiénes les pertenecerán? La población venia incluida con la tierra. Era como la tierra, un accidente geográfico. El repartimiento derivado de ese hecho consistió básicamente en subir, de acuerdo a una estratificación preconcebida, a los lugares más altos disponibles y desde allí lanzar la vista sobre lo que se podía poseer, selvas, ríos, lagos, gente. Durante mucho tiempo les asaltó la duda, a los nuevos propietarios, si la gente era realmente gente, si eran humanos, como ellos. Sesudas discusiones dieron paso a sus dudas. Quienes descubrieron que si era gente también descubrieron, a la par, que podían explotarla, como a la tierra, como a los ríos, como a los lagos, como al mar mismo. Les pertenecían. Pero las necesidades primarias se impusieron; en su enorme mayoría los conquistadores pertenecían al género masculino y descubrieron entre los habitantes americanos también la riqueza de jóvenes y bellas mujeres. Sexualmente también les pertenecían. Y las poseyeron como tales, como propiedad incluida. Poseyeron así sus ríos, sus bosques, sus lagos, sus mares, el subsuelo, su trabajo, sus mujeres. Pero esta ignominia les llevo a descubrir algo profundo, su cultura. Y descubrir también la necesidad de destrozarla. Para ello contaron con la religión… y con las armas. Estas herramientas habían funcionado y funcionaban en el viejo mundo, deberían funcionar también en el nuevo, con más razón. Los pobres, los desheredados, los marginados deben tener un lugar en donde puedan gozar de todo, mucho amor, espacios inmensos, infinitos, armonía perfecta… ¿y que mejor lugar que el cielo? Un buen comportamiento en la tierra garantiza un lugar en el cielo, y ese buen comportamiento pasa por la aceptación sin chistar, de su destino, de las cosas como son porque no pueden ser de otro modo. Y si algunos piensan diferente pues no queda más recurso que utilizar la fuerza, la fuerza de las armas, básicamente, de aquí la necesidad de formar ejércitos que cuiden de que la nueva cultura pueda ser aceptada sin cuestionamientos de fondo. Pero nuevas formas de vida se fraguaron en los intersticios de la sociedad colonial, se consolidaron los peninsulares, aparecieron los criollos, se formaron los mestizos, en contrapartida, dialécticamente, se identificaron mejor las culturas ancestrales. Todo ello irrumpiendo a contrapelo de los planes de dominio originales. Se replanteo la pregusta, ¿a quién pertenece la propiedad de la nación? Los peninsulares pactaron con los criollos en relativa calma y renunciaron a tributar para la corona. La iglesia, no obstante, aseguro su diezmo. Los criollos se convirtieron en los máximos poseedores de bienes, formaron su gobierno y disciplinaron su ejército y su religión en ese sentido. Pero fueron los mestizos los integrantes principales de la oficialidad de las armas y de las formas primarias de gobierno, y no tardaron en reclamar su parte del pastel. Cubiertos por el liberalismo, garantes del statatus quo, avanzaron en la estratificación social. Legitimaron la propiedad de grandes extensiones de tierra, y se erigieron como nuevos conquistadores, cuidando de preservar las canonjías de los ya caducos criollos. Ahora comenzaban a fraguarse las empresas y los gremios, aparecía con claridad la mano de obra rural y los atisbos de la mano de obra urbana. La riqueza de la tierra, por si no era suficiente, había que disponer también de la riqueza de la mano de obra y actuar en consecuencia. Mientras tanto, al mismo tiempo que se repartía la nación, se repartía el mundo. Y las cuotas nacionales enriquecieron las cuotas internacionales, llegaron primero los alemanes, después los gringos, había que realizar acuerdos cupulares con ambos, a su tiempo. Solo así podrían mantenerse las prebendas de un grupúsculo encargado de esas relaciones. Mientras tanto, el sentimiento de patria también se desarrollaba en las capas sociales dependientes, los mestizos reclamaban una patria para ellos, los indígenas reconstruían los restos de su cultura y sentían la necesidad de su afirmación nacional. Se produjo entonces la Revolución de Octubre, iniciada el 20 de Octubre de 1944. Los indios ya no serian solo fuerza de trabajo y parte del paisaje, se convertían en seres humanos dueños de su destino. Las fuerzas armadas tuvieron su prueba de fuego debiendo decidir al servicio de quienes estarían. No habiendo ya posibilidades de guerras internacionales, su misión de proteger a la patria los convertía en formadores de la nueva nación o en ejército de ocupación de su propio país. Después de 10 años decidieron, en su cúpula, ser cómplices de la barbarie. Se invento una cruzada anticomunista para darle sentido a su existencia, el mismo Reagan, pronuncio un discurso en el que condicionaba el mantenimiento de su democracia al abatimiento de la guerrilla en Guatemala. Así, una fuerza externa conspiraba contra la patria y había que defenderla, esa fuerza externa, extrañamente, se disfrazaba de fuerza interna en forma de campesinos indígenas y de obreros, liderados por intelectuales que eran fruto del nuevo mundo. Había que reprimirla, destruirla hasta sus cimientos dejando regadas las montañas con cerca de 400 mil muertos, recordando lo hecho al principio de la "¿¡conquista y colonización?" con las etnias indígenas. Un día se rindieron formalmente las armas pero el armisticio no sirvió para encontrar acuerdos sobre la disputa de la nación. Para los herederos de los beneficios desarrollados por generaciones enteras de ejercicio dominante, la guerra había sido ganada por ellos y el gran botín era la nación misma, la tierra, los frutos del trabajo, la superficie y lo profundo de la misma, sus bosques, sus ríos, sus montañas, sus lagos sus mares y hasta el aire que se respira. La paradoja estriba en que, si se gano la guerra… ¿A dónde fueron a parar los comunistas que no fueron aniquilados, porque… ¿si ya no hay comunistas… ¿Qué hacemos con el ejercito salvador de ellos… para que nos sirve? Así, el ejército fue asumiendo progresivamente su rol de ejército de ocupación, para lo que fue creado y concebido. Alaska solo es un episodio más de la disputa por la nación.
¿Por que vivía sola mi abuela?
(12-09-2012)
Yo nací, y crecí, es un decir, en la Colonia Landivar. Soy landivariano, asistí a la escuela de párvulos, Vicenta Laparra de La Cerda, a pocas cuadras de mi casa. Luego, ingresé a la escuela primaria número 36, José Martí, soy martiano de hueso colorado. Por estos días. Entre los años párvulos y los iniciales de la primaria, mi madre acostumbraba visitar casi cada fin de semana a mi abuela, Cayetana García Álvarez, mama tana para sus nietos, la tía tana para sus conocidos, la Cayeta para sus primos. Doña Tana para el público en general. Algunas veces, mi hermano Oscar y yo nos fugábamos de nuestra casa a la casa de la abuela, aprovechando el viaje de alguna carreta de bueyes que había llevado víveres a mi casa y que en su recorrido de regreso a S Juan Sacatepéquez y S Raymundo, pasaba al frente de la casa de mi abuela. Para nuestra fantasía de nuestros 5 o 6 años de entonces, era una gran aventura que era premiada por nuestra abuela con tortillas recién salidas del comal que enrollaba cuidadosamente con queso fresco adentro y que lograba mezclar parte de la masa con el mismo, dándole un sabor inigualable. Debo decir que la distancia entre nuestra casa y la de la abuela era de aproximadamente diez cuadras o un kilometro. Nosotros vivíamos casi al frente del hospital Roosevelt y ella al poniente sobre la carretera a san Juan. Ella, al igual que mi madre y mi tía Martha, tenía una fonda que recibía principalmente a pequeños comerciantes que se desplazaban por los poblados circunvecinos. Con la construcción del hospital Roosevelt también comenzaron a acudir los empleados y obreros de esa obra. Mi tía Martha tenía su restaurante donde hoy se encuentra el trébol, al inicio de la avenida Simón Bolívar, también soy bolivariano por ello. Mi otra tía, Graciela, era la más pobre, la más joven y la más bonita. Quizás por ello no le faltaban los novios, quizás por ello, también, no tenia domicilio fijo, algunas veces vivía en pareja, otras con mi tía Martha, las mas de las veces con nosotros, pero nunca en casa de su mama, mi abuela. Ella, por alguna razón, vivía sola, acompañada únicamente por las personas que le ayudaba en la fonda y por ocasionales pensionados a quienes daba alimentación y vivienda. El papa de mi mama, mi abuelo, tenía muchos años de haber sido muerto por haberse rebelado contra el gobierno de turno. Desde entonces, aunque aventuras no han de haberle sido ajenas, mi abuela decidió vivir sola. Un día, después del velorio, por nuestra casa se asomó un carruaje muy elegante halando un féretro, con el cadáver de mi abuela, las lloronas y las rezadoras le hicieron valla para descansar un rato en mi casa, la misma operación se realizo en la casa de mi tía Martha, unas cuadras más adentro de la Colonia Landivar, luego continuo el cortejo, a pie, detrás del carruaje tirado por briosos corceles hasta el cementerio general en la zona 3. Nunca supe porque mi abuela había decidido vivir sola en una casa que se me hacia enorme en aquellos tiempos.
Las lloronas y las rezadoras estuvieron toda la noche del velorio. Después de 100 rosarios casi ininterrumpidos, Doña Nata, la jefa de las rezadoras, aviso que ya les sirvieran la cena, que era la forma como se pagaban esos servicios. Las lloronas solo tomaron un refrigerio pero consumieron bebidas alcohólicas y se quedaron al desayuno del día siguiente, también era la forma de retribuir sus servicios de llanto. Decía mi mama que, una vez se rezara suficiente y se llorara también suficiente, el alma de mi abuela podría irse al cielo.
II. EL LADRON
Como era costumbre en las casas de habitación a mediados del siglo xx, las puertas de la entrada principal de las mismas se atrancaban por las noches, una pequeña viga que las atravesaba por dentro, a la altura de un tercio o de una cuarta parte de su altura, servía de soporte de las trancas que se acuñaban en el piso. La casa de mi abuela no era la excepción. Pero una noche, por alguna razón, la tranca quedo un poco suelta. En la madrugada, un ladrón que pasaba advirtió el descuido y ni lerdo ni perezoso introdujo un brazo por la puerta entreabierta para quitar del todo la tranca y penetrar en la casa. Pero aun con el sigilo propio de su profesión, hizo el ruido suficiente para despertar a mi abuela. Esta bajo con más sigilo aun y tomando la tranca procedió a dar de trancazos en el brazo del maleante. La policía se presento con relativa rapidez. Cuentan los vecinos que acudieron por los gritos del ladrón que se quejaba de los golpes y de no poder zafar su brazo que se había quedado aprisionado entre las dos franjas de la puerta en donde mi abuela lo tenía asido y golpeaba. Fue él quien demando a mi abuela por haberlo golpeado tan fieramente. Mi abuela se limito a decir: a ver si así se le quitan tan feas mañas.
III. la venta de la fonda
En cierta ocasión mi abuela se quedo muy escasa de dinero y con deudas muy grandes para la época. Decidió, para solventar sus deudas y otros gastos de urgencia, vender su pequeño restaurante. No le fue difícil porque era un buen negocio. Una vez resueltos sus adeudos y cubiertas sus necesidades urgentes, se dio cuenta que venían tiempos aun mas difíciles así que decidió abrir un nuevo negocio. Al hacer cuentas y pensar en el nuevo negocio lo único que pensó fue que lo que ella sabía hacer, lo suyo era el negocio de los alimentos, así que decidió abrir un restaurante. Quiso la suerte que le rentaran una casa ad hoc vecina a la suya, donde había funcionado durante años su restaurante. Y ahí lo instalo. Sucedió que todos sus antiguos clientes regresaron con ella y abandonaron a la nueva dueña. Esta, con justa razón le reclamo. El arreglo final fue la cancelación de la venta anterior por el mismo valor pactado, la diferencia fue que mi abuela cubrió el monto en pagos diferidos. Así, salió de sus deudas y recupero su negocio.
Desapareció un pez
(1-09-2012)
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