El aprendizaje de la felicidad: Una visión integral desde el pluralismo epistemológico de la educación holista
Enviado por MIGUEL ANGEL WALDO MENDOZA
- El pluralismo epistemológico en el aprendizaje holista
- La perspectiva científica del aprendizaje de la felicidad
- Una visión científico-cualitativa del aprendizaje de la felicidad
- El aprendizaje de la felicidad desde la perspectiva espiritual
- Aprender a ser feliz desde la visión multidimensional-holista
- Reflexiones finales
- Bibliografía
El pluralismo epistemológico en el aprendizaje holista
En educación holista se reconoce que el ser humano tiene tres dispositivos u ojos para conocer la realidad (1), El ojo de la carne o empírico, el ojo de la mente o simbólico y el ojo del espíritu o contemplativo, cada uno de ellos se dirige a un ámbito de realidad diferente; el mundo físico, el mundo mental y el mundo espiritual. Esta perspectiva epistemológica muestra un triple dominio del conocimiento, cada ser humano posee tres ojos del conocimiento y en consecuencia también, posee tres ojos del aprendizaje.
Este concepto de conocimiento define también un concepto de aprendizaje del ser humano que se está educando. Conocimiento y Ser están íntimamente conectados, como definimos uno definimos el otro. Conocer y Ser están íntimamente relacionados, el conocimiento es creado por la inteligencia que es una experiencia interior, la experiencia del ser, el conocimiento holista es algo más que mera información, conocer es entonces el acto de despertar de la conciencia.
En congruencia con lo anteriormente expuesto, las escuelas holistas trabajan en un marco de pluralismo epistemológico. De acuerdo al Dr. Ramón Gallegos Nava (1), en educación y aprendizaje holista, el pluralismo epistemológico "es una posición que considera que la realidad tiene diversos niveles de profundidad y que cada uno de esos niveles debe ser estudiado desde una base epistemológica diferente, en este sentido las diversas epistemologías más que ser contradictorias son complementarias siempre y cuando sean articuladas en un modelo integral de conocimiento, pues cuando se pretende estudiar la totalidad de la realidad desde una sola epistemología caemos en una posición reduccionista". Bajo el reconocimiento de una pluralidad de epistemologías pre-existentes, en este ensayo se comentarán diversas perspectivas de autores contemporáneos sobre el aprendizaje de la felicidad, mismas que se estudian desde su epistemología propia, para encontrar al final que las diversas perspectivas discutidas pueden articularse de forma complementaria a través de la visión integral que provee la aproximación holista del aprendizaje. Los 4 abordajes planteados irán desde una perspectiva esencialmente científica que plantean autores como Sonja Lyubomirsky y Elaine Fox; avanzando hasta una perspectiva científica-cualitativa de Marci Shimoff y Robert Emmons; para alcanzar una visión espiritual de autores como Deepak Chopra y Kristin Neff y finalmente; concluir el trayecto de este ensayo con la perspectiva multidimensional y holista del aprendizaje de la felicidad que plantea Matthieu Richard. Al final del ensayo se expondrán algunas autorreflexiones del autor sobre la visión integral de distintas bases epistemológicas expuestas en este documento.
La perspectiva científica del aprendizaje de la felicidad
Todos queremos ser felices, aunque no lo admitamos abiertamente o envolvamos nuestro deseo con otras palabras. Tanto si soñamos con el éxito profesional, la realización espiritual, un propósito en la vida, o el amor, ambicionamos estas cosas porque en última instancia pensamos que nos harán más felices. Sin embargo, pocos nos damos cuenta realmente de hasta qué punto podemos aumentar nuestra felicidad ni sabemos exactamente cómo conseguirlo. En su libro "La Ciencia de la Felicidad" (2), Sonja Lyubomirsky plantea la pregunta empírica básica ¿Es posible aprender a ser felices y cómo hacer para conseguirlo? A la respuesta de esta pregunta se enfoca esencialmente su texto. Ella establece una importancia y las consecuencias del estudio científico de la felicidad y el bienestar. La investigación presentada en su libro respalda el hecho de que trabajar sobre la manera de ser más felices no sólo hará que la persona se sienta mejor, sino que estimulará su energía, su creatividad y su sistema inmunitario, promoverá mejores relaciones, aumentará su productividad en el trabajo e incluso le alargará la vida. Lyubomirsky opina que La ciencia de la felicidad merece ser algo más que una moda pasajera, porque esforzarse por ser feliz es un objetivo serio, legítimo y digno. Si consultamos los textos antiguos de historia, literatura y filosofía, veremos que, además, es un objetivo eterno. Muchos sufrimos, y muchos más nos sentimos vacíos e insatisfechos; sin embargo, estar más alegres, menso angustiados, más tranquilos y menos inseguros es un objetivo digno de respeto. Cuando la autora fue estudiante, vivió el aprendizaje de la felicidad como parte del movimiento llamado "psicología positiva", la psicología de lo que hace que la vida merezca ser vivida de forma optimista. Algunas afirmaciones importantes que establece Lyubomirsky en su obra es que la estrella de "la ciencia de la felicidad" es la ciencia misma, y las estrategias para incrementar la felicidad son sus elementos de apoyo fundamentales. Sus antecedentes son los de una científica dedicada a la investigación. Por tanto, el libro representa una síntesis de lo que los investigadores de la ciencia de la felicidad han descubierto en sus indagaciones empíricas. Todas las sugerencias que se ofrecen están respaldadas por la investigación científica, por tanto implican intrínsecamente la visión reduccionista y sistemática de la ciencia. Al final de su propuesta, Lyubomirsky plantea que si es posible o no aprender a ser felices durante mucho tiempo y cómo hacer exactamente para conseguirlo no es más que una cuestión empírica. En el corazón de su obra propone una teoría sobre los determinantes de la felicidad a manera de una teoría unificadora o conjunto coherente sobre los discriminantes de la felicidad y sus repercusiones en nuestro bienestar. A la pregunta básica de ¿qué determina la felicidad?, Lyubomirsky establece que un 40% está conformado por actividades deliberadas de nuestro día a día, un 10% está determinado por las circunstancias individuales (estado civil, ingresos, belleza, etc.) y finalmente hay un 50% determinado por un valor de referencia (determinación genética). De acuerdo a esta propuesta, es completamente posible incrementar al menos en un 40% nuestro nivel de felicidad a través de la modificación de nuestra actitud y nuestras acciones ante las circunstancias ordinarias de la vida. Tal vez una de las aportaciones más importantes de la propuesta de esta autora es que no hay felicidad sin acción del individuo.
Bajo la misma premisa científica del aprendizaje de la felicidad, Elaine Fox, postula en su libro "Una Mente Feliz" (3) una aproximación al desarrollo del optimismo basada en principios sistemáticos y científicos. Fox es directora del departamento de psicología y centro de ciencias del cerebro de la Universidad de Essex. El estudio científico que se ha llevado a cabo sobre la ciencia del miedo y la ciencia del placer es una parte esencial de los cimientos sobre los que se asienta su libro. Sabemos que la ciencia psicológica ha puesto de manifiesto una simple realidad: nuestra forma de ver el mundo y de interactuar con él modifica el modo en el que este responde ante nosotros. Es un hecho consumado que olvidamos con demasiada facilidad. Nuestro modo de ser, de asumir las cosas, la actitud que mostramos ante la vida, lo que denominamos nuestra mentalidad afectiva, inciden notablemente en nuestra salud, nuestra riqueza y nuestro bienestar en general. Los psicólogos han desarrollado una serie de técnicas que les permiten medir mentalidades tan dispares como son el optimismo y el pesimismo, de tal modo que ahora resulta posible cuantificar las diferencias que existen entre estas dos diferencias. Tanto si tendemos a fijarnos en el lado positivo de la vida como en el negativo, se pueden traducir en unos patrones de actividad específicos que se encuentran alojados en el propio cerebro. El objetivo principal de la tesis de Fox fue esclarecer cuáles son las partes de nuestra mente y de nuestro cerebro que nos permite experimentar las alegrías y los temores, apreciar la belleza, gozar de la diversión y sentir preocupación hasta el punto de experimentar desesperación existencial. Para Fox, la mente afectiva nos otorga el alma, prende la llama de nuestra vida. Esta capacidad para experimentar y sentir emociones, especialmente por lo que se refiere a la manea en la que reaccionamos ante los placeres y los peligros que se nos presentan cada día, la compartimos con muchas otras especies, pero cuando se relaciona con nuestra expandida corteza cerebral, es nuestra mente afectiva la que nos permite situarnos por encima del resto de la biología. Los intentos de Fox por comprender los mecanismos de la mente afectiva en toda su complejidad han seguido el camino de la propia ciencia psicológica, centrándose inicialmente en los aspectos negativos, antes de pasar a plantearnos la pregunta de por qué algunas personas consiguen salir adelante, mostrándose aparentemente invulnerables a todo lo que les depara la vida. El enfoque que ella adoptó para desentrañar este misterio fue sondear las mentes de los afectados por la ansiedad y la depresión empleando las herramientas tradicionales de la psicología cognitiva. Los elevados avances que se han producido en la ciencia psicológica, junto a los sorprendentes avances que se han experimentado en la tecnología subyacente de la neurociencia y la genética, nos han aportado gran cantidad de pruebas sobre una serie de procesos que tienen lugar en el interior de nuestro cerebro. Para Fox, La manera de interpretar y de reaccionar ante los acontecimientos que nos sobrevienen tiene un impacto incalculable en el tipo de vida que llevamos. Retomando los conceptos de Sonja Lyubomirsky, Elaine Fox expresa que a pesar de contar con antecedentes similares, con aptitudes similares y con genes similares, los individuos suelen desarrollar una forma de vida completamente distinta, en donde una simple diferencia de actitud puede dar lugar a trayectorias divergentes en términos de felicidad. De esta manera, las personas pesimistas ponen de relieve al lado oscuro de la vida, tanto cuando se encuentran en los extremos de la ansiedad y la depresión, en los que están convencidas de que nada va a salir bien, como cuando sienten el más leve recelo. Los problemas se consideran fracasos en lugar de percibirse como oportunidades. Los optimistas, en cambio, están atentos ante cualquier oportunidad que pueda surgir y no dudan en lanzarse a resolver los retos que la vida ofrece. Una buena evidencia científica nos señala que estas diferencias afectan al grado de felicidad que sentimos, al éxito que alcanzamos y a la salud que podemos llegar a disfrutar. Las investigaciones y los análisis que Fox ha llevado a cabo de estas dos dimensiones de nuestra mente afectiva la condujeron a una conclusión: las raíces de nuestro cerebro optimista están profundamente arraigadas en el placer, en las partes de nuestra arquitectura neuronal que responden a las recompensas y a las cosas positivas que nos depara la vida; mientras que las raíces de nuestro cerebro pesimista se encuentran profundamente arraigadas en las vetustas estructuradas cerebrales que nos alertan de peligros y amenazas, en nuestro cerebro del miedo. La buena noticia expuesta en el trabajo de Fox, es que los circuitos cerebrales que subyacen a nuestro cerebro pesimista y a nuestro cerebro optimista se encuentran entre los elementos más plásticos del cerebro humano y en consecuencia pueden ser modificados con el entrenamiento adecuado.
En ambas tesis expuestas en esta sección, se ha planteado una perspectiva científica y sistemática del aprendizaje de la felicidad. Si bien este planteamiento cientificista no permite aún por sí sólo un entendimiento profundo, trascendental y significativo del aprendizaje de la felicidad, si establece una base desde la investigación científica para poder avanzar hacia perspectivas más avanzadas dentro del modelo de los tres ojos del conocimiento.
Una visión científico-cualitativa del aprendizaje de la felicidad
Una siguiente epistemología en el planteamiento del aprendizaje de la felicidad, implica la adición de un elemento cualitativo a la perspectiva puramente científica, revisada en la sección anterior. Una de las expositoras de esta visión es Marci Shimoff, quien en su libro "Feliz porque sí" (4) expresa el resultado del propio anhelo profundo de ser feliz; feliz de una manera sólida, auténtica y firmemente anclada en el ser. En las palabras de la propia autora, tal y como ella veía la vida, no había manera de encontrarle ni pies ni cabeza a la cuestión de qué es lo que hace a la gente feliz, así que la pregunta obvia que acabó surgiendo fue: ¿Acaso era posible que una persona fuera feliz porque sí? Shimoff ha estudiado la felicidad a través del recurso metodológico cualitativo de la entrevista de decenas de personas y expertos y ha profundizado en la investigación que surge del del campo de la psicología positiva, el estudio científico de los rasgos positivos que permiten a la gente disfruta vidas con sentido, plenas y felices. El primer punto de referencia en su obra es que los científicos habían llegado ya a la conclusión de que todos tenemos un nivel básico de felicidad, una tendencia genética y adquirida a permanecer en un cierto nivel de felicidad, tal como lo establecieron antes Lyubomirsky y otros autores. Una de las principales aportaciones de Shimoff al estudio cualitativo-científico del aprendizaje de la felicidad es definitivamente su conocido estudio del grupo de individuos que ella llamó los 100 felices: hombres y mujeres de todas las edades y procedencias y con los más variados estilos de vida, pero que independientemente de otras características distintivas, estaban caracterizados por elevados estados de felicidad en sus vidas actuales. El estudio del grupo de los 100 felices llevó a Shimoff a postular lo que ella llamó los hábitos de felicidad que cualquier persona puede poner en práctica para sustentar, de manera sencilla y efectiva, la experiencia de una felicidad profunda y duradera. Es aquí donde Shimoff hace su aportación más importante: el concepto de felicidad sin razón (felicidad porque sí) que da título a su libro. La felicidad porque sí ofrece métodos rompedores para experimentar de manera consistente la profunda felicidad interior que se lleva dentro, una felicidad que va más allá de la razón y que perdura. El trabajo de Shimoff en torno al aprendizaje de la felicidad está dividido en tres grandes campos. El primero, consiste en una exploración del paradigma de verdadera felicidad que la autora llama "feliz porque sí". El mero hecho de profundizar en la comprensión de este concepto puede por sí solo cambiar la manera en que el individuo experimenta la felicidad en su vida. En una segunda parte la autora ha desarrollado una estrategia para elevar el nivel de felicidad, fundamentada en siete pasos ó áreas principales de la vida: poder personal, mente, corazón, cuerpo, alma, propósito y relaciones con los demás. Este enfoque holístico es fundamental y marca la gran diferencia contra enfoques científicos duros y cuantitativos. En cada uno de los pasos anteriores, la autora incluyó tres hábitos de felicidad con sus correspondientes ejercicios basados en las investigaciones más actuales y los últimos descubrimientos sobre cómo elevar el nivel básico de felicidad, además de historias que constituyen una verdadera fuente de inspiración. En una última etapa de su investigación, Shimoff habla de ser feliz porque sí de manera permanente y las estrategias prácticas diarias para lograrlo.
Otro autor contemporáneo que podemos agrupar en esta visión científico-cualitativa del aprendizaje de la felicidad es Robert Emmons. En su libro "Gracias. De cómo la gratitud puede hacerte feliz" (6). Emmons establece que la mayoría de las personas tenemos una sensación cotidiana del concepto gratitud. Nos sentimos agradecidos cuando reconocemos que hemos recibido un regalo, reconocemos el valor de ese regalo, y valoramos la intención del donante. El beneficio, regalo o ignorancia personal puede ser material o no material, esto último es, emocional o espiritual. Sin embargo, desde una perspectiva científica, la gratitud desafía las clasificaciones fáciles. La gratitud también ha sido descrita como una emoción, un humor, una virtud moral, un hábito, un motivo, un rasgo de la personalidad, una respuesta al estrés e incluso una forma de vida. Emmons concibe la gratitud en dos fases. Primero, la gratitud es el reconocimiento de la bondad en nuestra vida. En la gratitud decimos sí a la vida. Afirmamos que, en rasgos generales, la vida es buena y tiene elementos que hacen que valga la pena vivirla. El reconocimiento por haber recibido algo que nos gratifica, bien sea por su presencia o por el esfuerzo que hizo el donante para elegirlo. Segundo, la gratitud es conocimiento de que la fuente de esta generosidad se encuentra, al menos en parte, fuera del yo. El objeto de la gratitud va dirigido al otro; podemos estar agradecidos a otras personas, a Dios, a animales, pero nunca a nosotros mismos. Ésta es una manera significativa en la que la gratitud se diferencia de otras inclinaciones emocionales. Desde este ángulo, la gratitud es algo más que un sentimiento. Exige la buena voluntad de reconocer (a) que uno ha sido el beneficiario de la generosidad de otra persona, (b) que el benefactor ha dispensado un beneficio, incurriendo a menudo en algún grado de coste personal, y (c) que el beneficio tiene valor a ojos del beneficiario. La gratitud implica humildad, es decir, el reconocimiento de que en la vida no podríamos ser quienes somos o estar donde estamos sin las contribuciones hechas por otros. La gratitud implica también el reconocimiento de que es posible que otras fuerzas actúen a nuestro favor, impulsadas por motivos beneficiosos y altruistas. Ser agradecido implica un reconocimiento de la existencia de cosas buenas y placenteras en el mundo y está, de acuerdo a Emmons, íntimamente relacionado al aprendizaje a ser feliz.
En caso de intelectualizar demasiado la gratitud, debemos tener en mente que el componente afectivo, o sentimental, debe ser profundo. La gratitud apunta al corazón tanto como a la mente. Pero el problema es que, para muchos de nosotros, la idea de un mundo lleno de gracia es difícil de incorporar. La mente humana dispone de herramientas mentales que parecen trabajar contra la tendencia a percibir la gracia.
Para Emmons, la importancia de la gratitud reside en la habilidad, para enriquecer la vida humana. La gratitud nos eleva, da energía, inspira y transforma. Los individuos se sienten conmovidos, abiertos y humildes por las experiencias y las expresiones de gratitud. La gratitud reviste a la vida de significado, sintetizándola como un regalo. Sin gratitud, la vida puede ser solitaria, depresiva, empobrecida. De este modo la gratitud es la llave de la felicidad. Uno de los objetivos del libro Gracias de Emmons es ofrecer algunas reflexiones serias y meditadas sobre la gratitud, empleando pruebas con base científica, cuando es posible. Por otra parte, se establece que la gratitud es una elección. Esto significa que agudizamos nuestra habilidad para reconocer y dar gracias por el don de la vida, significa que adoptamos una decisión consciente de ver atenciones en lugar de maldiciones. Significa que nuestras reacciones internas no están determinadas por fuerzas externas. La gratitud es una decisión consciente, lo que no implica que sea una decisión fácil. Es posible que la habilidad para escoger la gratitud no llegue con facilidad, de manera natural o sin esfuerzo. Aunque la gratitud sea posible, no es fácil. Tenemos que trabajarla. Debe cultivarse de manera consciente, llevando de este desarrollo de conciencia a una vida más placentera y feliz.
El aprendizaje de la felicidad desde la perspectiva espiritual
Como ya se mencionó antes, algunos de los científicos más destacados en el campo de la psicología positiva, en particular la profesora Sonja Lyumbomirsky, Ed Diener y Martin Seligman, elaboraron lo que llaman la "fórmula de la felicidad" (7). Dichos investigadores hallaron tres factores específicos, susceptibles de cuantificarse en una sencilla ecuación:
F = P + C + A Felicidad = predisposición + condiciones de vida + actividades voluntarias Ésta es una de las teorías más extendidas acerca de la felicidad y Deepak Chopra la integra también en la aproximación espiritual de su libro "La receta de la felicidad" (7), para tomarla como punto de partida en el establecimiento de una perspectiva espiritual del aprendizaje de la felicidad. Para Chopra, todos los seres humanos deseamos la felicidad. Sin embargo, para muchos encontrarla es un misterio. Un misterio aún más profundo es el secreto de la felicidad duradera, aquella que nadie puede arrebatarnos. En su libro en discusión, Chopra presenta las siete claves para alcanzar la felicidad, aun en momentos de mayor dificultad. Para este autor contemporáneo, el propósito de la vida es ser felices, pero en un mundo complicado como el de hoy esto se vuelve una meta prácticamente imposible de alcanzar. La sociedad refuerza la creencia de que la plenitud equivale a alcanzar el éxito, la riqueza y las buenas relaciones. No obstante, esto es justo al revés: el éxito en la vida es consecuencia de la felicidad, no la causa. Chopra presenta siete principios espirituales para aprender a vivir con base en nuestra verdadera identidad, más allá de las altas y bajas de la vida cotidiana. Los ejercicios que plantea el libro están diseñados para ayudar al lector a eliminar de raíz las causas de la infelicidad y para desarrollar un sentido más profundo de dicha. Una vez exploradas y agotadas todas las vías posibles para conseguir: la de la iluminación. Enseguida los siete principios espirituales que Deepak Chopra establece como camino a la felicidad auténtica:
1.- Toma conciencia de tu cuerpo 2.- Descubre la verdadera autoestima 3.- Desintoxica tu vida 4.- Renuncia a tener la razón 5.- Concéntrate en el presente 6.- Observa el mundo en ti 7.- Vive para la iluminación Chopra concluye en su planteamiento que el aprendizaje de la felicidad es una verdadera práctica del campo espiritual, una matriz que está más allá de cualquier campo de energía o de información y que nos mantiene unidos. Es la manifestación de lo que las religiones llaman la mente de Dios. Como afirmó el antiguo filósofo Plotino: "Nuestro afán no es sólo estar libres de pecado sino ser Dios". La existencia más feliz imaginable es vivir en la mente de Dios, una mente por completo humana, como siempre lo quiso Dios. Todo lo que tenemos y deseamos cambiar puede transformarse mediante la felicidad, nuestro más simple anhelo, y también el más profundo.
Otra autora contemporánea de dimensión espiritual en la literatura de la felicidad es Kristin Neff, quien en su libro "Sé amable contigo mismo" (8) establece el arte de la compasión hacia uno mismo. Neff define la autocompasión como una respuesta bondadosa a nuestro sufrimiento, en la cual dejamos de juzgarnos y aceptamos con generosidad nuestra propia ayuda, dejamos de lastimarnos y agredirnos a nosotros mismos para aceptarnos y cuidarnos. En esta propuesta, Neff establece que la autoestima está descontextualizada de nuestros semejantes y se vuelve una cualidad egoísta y promotora del narcisismo. De esta manera, la autocompasión se establece como un recurso actual destinado a ser utilizado en momentos de crisis emocional. Tal como lo menciona Marci Shimoff en su libro "Ama porque sí" (5), la autocompasión al igual que el amor universal, están destinados a nutrir la esencia más profunda del ser humano. Kristin Neff propone un concepto de autocompasión como función de tres atributos: la bondad hacia uno mismo, el sentido de interdependencia y la práctica de la atención plena. En la bondad hacia uno mismo procedemos a consolarnos activamente proporcionándonos bondad y cariño en momentos de dificultad así como poder reconocer que todo el mundo se equivoca ó puede pasar por momentos de elevada dificultad en su vida. En el sentido de interdependencia reconocemos una interconexión y compartición de experiencias humanas semejantes; esto nos permite diferencias la autoestima (sólo yo) de la autocompasión (a todos nos pasa), en donde el sufrimiento es común a toda la humanidad. Finalmente, la práctica de la atención plena nos permite situarnos en una visión clara y aceptación sin críticas de lo que ocurre en el momento presente y nos permite dimensionar y ver las cosas tal como son. La atención plena como componente clave de la autocompasión, nos permite diferenciar la conciencia en sí misma de su contenido. La práctica de la autocompasión queda establecida pues como una dimensión espiritual que nos permite el desarrollo de una vida más feliz y plena.
Aprender a ser feliz desde la visión multidimensional-holista
Un último abordaje del aprendizaje de la felicidad está representado por Matthieu Richard en su libro "En defensa de la felicidad" (9). En este libro, Richard desarrolla un verdadero abordaje holista en el que integra elementos científicos-cuantitativos, cualitativos y espirituales holistas, mostrando una verdadera integración holárquica del concepto felicidad. Richard invita a dejar de buscar a toda la costa de felicidad fuera de nosotros, aprender a mirar en nuestro interior pero al mismo tiempo, a mirarnos un poco menos a nosotros mismos, familiarizarnos con una visión a la vez más meditativa y más altruista del mundo. Para Richard la felicidad es una manera de ser, un estado adquirido de plenitud subyacente en cada instante de la existencia y que perdura a lo largo de las inevitables vicisitudes que debe sortear. En el budismo, el término sukha designa un estado de bienestar que nace de una mente excepcionalmente sana y serena. Es una cualidad que sostiene e impregna cada experiencia, cada comportamiento, que abarca todas las alegrías y todos los pesares, una felicidad tan profunda que nada puede alterarla. Es, asimismo, un estado de sabiduría, liberada de los venenos mentales, y de conocimiento, libre de ceguera sobre la verdadera naturaleza de las cosas. Es interesante señalar que los términos sánscritos sukha y ananda, generalmente traducidos, a falta de algo mejor, como felicidad y alegría respectivamente, en realidad no tienen equivalente en las lenguas occidentales. La palabra bienestar sería el equivalente más cercano al concepto de sukha, si no hubiera ido perdiendo fuerza hasta designar simplemente un confort exterior y un sentimiento de satisfacción bastante superficiales. En cuanto al término ananda, más que la alegría, designa el resplandor de sukha, que ilumina de dicha el instante presente y se perpetúa en el instante siguiente hasta formar un continuo que podríamos llamar alegría de vivir ó felicidad verdadera. Sukha está estrechamente vinculado a la comprensión de la manera en que funciona nuestra mente y depende de nuestra forma de interpretar el mundo pues, si bien es difícil cambiar éste, en cambio es posible transformar la manera de percibirlo. Lo contrario de sukha se expresa mediante el término sánscrito dukha, traducido generalmente como sufrimiento, desgracia o, de un modo más preciso, malestar. No define una simple sensación desagradable, sino que refleja una vulnerabilidad fundamental al sufrimiento que puede llegar hasta la aversión a la vida, el sentimiento de que no vale la pena vivir porque nos resulta imposible encontrarle sentido a la vida (ídem a la "La Náusea", de Sartre).
En la visión holista de la felicidad que presenta Richard, se plantea la pregunta ¿La felicidad es sólo para uno? ¿Sería posible desentendiéndose de la de los demás o, peor aún, intentando construirla sobre su desdicha? A lo que queda claro que una felicidad elaborada en el reino del egoísmo no puede sino ser falsa, efímera y frágil. Así pues, entre los métodos torpes, ciegos o incluso desmesurados que se utilizan para construir la felicidad, uno de los más estériles es el egocentrismo.
Para Richard, la intención que debe conducirnos por un camino espiritual es transformarnos con vistas a ayudar a los demás a liberarse del sufrimiento. En un primer momento, eso nos lleva a constatar nuestra propia impotencia. Después aparece el deseo de perfeccionarse para poner remedio a ello. La invulnerabilidad respecto a las circunstancias exteriores, nacida de la libertad interior, se convierte en nuestra armadura en la batalla contra el sufrimiento de los demás. Una vez que nos hemos adentrado en una vía espiritual y que la practicamos con perseverancia, lo que de verdad cuenta es percatarse, al cabo de unos meses o de unos años, de que nada es ya como antes y, sobre todo, de que nos hemos vuelto incapaces de perjudicar a sabiendas a los demás. Y de que el orgullo, la envidia y la confusión mental ya no son dueños y señores de nuestra mente. Esta es la auténtica felicidad, una felicidad que nos hace libres del sufrimiento.
En este ensayo se han presentado diversas perspectivas de autores contemporáneos sobre el aprendizaje de la felicidad, mismas que se estudian desde su epistemología propia, para encontrar al final que las diversas perspectivas discutidas pueden articularse de forma complementaria a través de la visión integral que provee la aproximación de la educación holista. Los 4 abordajes planteados incluyeron una perspectiva esencialmente científica (Sonja Lyubomirsky, 2011 y Elaine Fox, 2012); avanzando hasta una perspectiva científica-cualitativa (Marci Shimoff, 2008 y 2012 y Robert Emmons, 2009); para revisar posteriormente a una visión espiritual (Deepak Chopra, 2010 y Kristin Neff, 2012) y finalmente; concluir el trayecto de este ensayo con la perspectiva multidimensional y holista del aprendizaje de la felicidad (Matthieu Richard, 2012). El objetivo central de la educación holista es aprender a través del camino del amor, siendo su principal recurso pedagógico el nivel de consciencia del propio educador y siendo su principal herramienta la meditación ó atención plena, para así lograr un avance en el desarrollo de la consciencia. El aprendizaje holista que resulta de esta educación integral (que es al mismo tiempo una pedagogía, que un modelo educativo, que una filosofía, que una visión integral del cosmos y que un nivel de consciencia) no puede ser otra cosa que el aprendizaje de la felicidad misma, máxima aspiración fundamental de todo ser humano, como ha sido el consenso común de los diferentes autores considerados en este ensayo, más allá de su base epistemológica expuesta.
Solo la educación debidamente guiada podrá poner fin al sufrimiento humano, aquél que surge de falsas percepciones. Solo la debida educación, aquella que nos desarrolle de manera integral podrá hacer que en un futuro no muy lejano, las sociedades sustentables empiecen a proliferar en todo el globo terráqueo. La educación holista "favorece el despertar de la inteligencia y el despliegue de la belleza del alma" (1) Y justo eso es lo que esta sociedad necesita. Seres más inteligentes y menos intelectuales, más bellos de manera interna, no externa. Que tengan el suficiente capital espiritual que les permita aprender a ser cada vez más felices.
Tenemos la solución en nuestras manos. Contamos con las condiciones sociales, económicas y políticas que permiten el surgimiento de este nuevo paradigma educativo. En él se reúne el saber antiguo, los conceptos modernos, las necesidades actuales, las búsquedas espirituales, el desarrollo multidisciplinario del ser humano para poder lograr un estado más completo, más pleno y feliz. Es una pedagogía de amor universal que transforma consciencias, a través de fomentar el autoconocimiento y el conocimiento del universo entero.
(1) Gallegos, Ramón; La educación del corazón. Doce principios para las escuelas holistas; Fundación Internacional para la educación holista, México (2001).
(2) Lyubomirsky, Sonja; La Ciencia de la Felicidad; Editorial Ediciones B, Barcelona (2011).
(3) Fox, Elaine; Una Mente Feliz, Editorial Diana (2012)
(4) Shimoff, Marci; Feliz porque sí; Editorial Urano, Barcelona (2008)
(5) Shimoff Marci; Ama porque sí; Editorial Urano, Barcelona (2012)
(6) Emmons, Robert; Gracias; Editorial Ediciones B, Barcelona (2009)
(7) Chopra, Deepak; La receta de la felicidad. Las siete claves de la felicidad y la iluminación; Editorial Grijalbo, México (2010)
(8) Neff, Kristin; Se amable contigo mismo; Editorial Urano, Barcelona (2012)
(9) Richard, Matthieu; En defensa de la felicidad; Editorial Urano, Barcelona (2012)
25 de Julio de 2016.
Profesor:
Dr. Ramón Gallegos Nava.
Fundación Internacional para la Educación Holista.
Autor:
Miguel Angel Waldo Mendoza.
Doctorado en Educación Holista.