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Causa y Efecto de un internacionalista


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Retrospectiva
    3. Causa
    4. Momentos antes de la nueva guerra. Plan de Fernandina
    5. El Manifiesto de Montecristi
    6. Hacia el Camagüey. Nuevas acciones de guerra
    7. Actitud de Gómez ante el agravio norteamericano
    8. Efecto
    9. Algunos aportes
    10. Virtudes militares
    11. Epílogo
    12. Bibliografía
    13. Anexo

    "¡Libertador excelso! ya la Historia

    que con letras de luz tu nombre imprime,

    mira de pie, en la cumbre de los siglos,

    tu figura sublime".

    Luisa Pérez de Zambrana.

    Resumen

    El análisis de cada una de las acciones en las que Máximo Gómez participó (Guerra de lo Diez años, Tregua Fecunda y Guerra del 95) a partir de las categorías dialécticos causa y efecto, ha dado la posibilidad de ejemplificar la dimensión internacionalista del Generalísimo desde una óptica nueva hasta el momento no evidenciada.

    El internacionalismo del dominicano es visto dialécticamente, de ahí que su legado se divida en instantáneo y futuro; puesto que desde el mismo momento que participa en las contiendas bélicas cubanas su internacionalismo comienza a relevarse y a su vez a influir en los cubanos a partir de sus enseñanzas militares a jefes y oficiales. Pero no solo contribuyó en el período de los 60 y los 90 del siglo XIX, sino que pasó a ser un símbolo para la América Latina y el Caribe.

    Se ha ampliado la acepción de patriotismo propuesta por Félix Varela, llegándose a la conclusión de que el dominicano dio muestra de un patriotismo por excepción, puesto que trabajó incansablemente, desinteresadamente, bajo pésimas condiciones, para entregarle a Cuba su Libertad. Además en su condición de extranjero respetó las instituciones de la república en Armas y quería que la misma fuera establecida, sin trabas de ninguna clase ni privilegios de ningún linaje.

    Queda demostrado que la posición de Máximo Gómez ha resultado un puente confraternizador entre República Dominicana y Cuba.

    Las categorías filosóficas, analizadas tanto desde el punto de vista material como idealista, han dado la posibilidad de explicar los fenómenos que de una forma u otra, están relacionados con el hombre y el desarrollo de su civilización mediante la transformación de la naturaleza que le rodea.

    Parafraseando concretamente lo que se ha expuesto a lo largo de la historia, toda causa tiene su efecto y siguiendo la línea del materialismo, estos tiene un carácter objetivo y universal. En este sentido, analizando los elementos teórico-metodológicos que ofrecen las categorías de la Dialéctica Materialista causa y efecto (permiten explicar el fenómeno que origina a otro y el resultado de la acción como causa), la autora ha considerado pertinente utilizarlos para demostrar la dimensión internacionalista de el prócer dominicano-cubano Máximo Gómez.

    Filosofando sobre el tema, es obvio que el acto de poder referirnos en la actualidad acerca del internacionalismo de Máximo Gómez posee una causalidad, pues nada viene de la nada aunque Sartre se haya empeñado en justificar que "el ser por el cual la nada viene al mundo debe ser su propia nada". De ahí que las acciones del gran hijo de Santo Domingo posean un fundamento basado en condiciones histórico-concretas y materiales que constituyan la base de su subjetividad (ideas, sentimientos, etcétera).

    Por otra parte, sería una traición a cada una de las disertaciones anteriores, justificar la acción internacionalista a partir de la creencia idealista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, olvidando así, que son seres sociales, los cuales mediante la práctica revolucionaria, transforman la realidad que viven hasta el momento.

    La causa se irá ejemplificando a partir de cada uno de los hechos en los que Máximo Gómez participó, lo que dará la posibilidad de llegar hasta el resultado final tal como si se representaran una infinidad de riachuelos que desembocan en un magno río: el internacionalismo.

    Retrospectiva

    "Adios, Cuba, cuenta siempre conmigo mientras respire; tú guardas las cenizas de mi madre y de mis hijos, siempre te amaré y serviré". Palabras de Gómez, a los 42 años, acodado a una de las bordas del cañonero Vigía, mientras contempla las costas camagüeyanas de Santa Cruz del Sur, porque el exilio ha querido ensombrecer su alma tras la derrota sufrida por las tropas mambisas.

    Nació en Baní, al sur de Santo Domingo. Era miembro del ejército español y formaba parte de las reservas dominicanas. Llegó a Santiago de Cuba con su madre y dos hermanas solteras a mediados del mes de julio de 1865. ¿Cuál era la situación económico-social de Cuba?

    Desde su descubrimiento por Cristóbal Colón el 27 de octubre de 1492, la nación fue encadenada y violada sin la más mínima piedad. Así tuvo su génesis la contradicción colonia-metrópolis, en la que las restricciones comerciales, la negativa a resolver la demanda gradual y con indemnización de la esclavitud e impuestos de España, entre otros, constituyeron un motor impulsor al movimiento revolucionario que se venía gestando.

    El 10 de octubre de 1868 se inicia la Revolución cubana. La Demajagua es el ingenio privilegiado y Céspedes, hijo del pueblo bayamés, el primero en proclamar la determinación de Independencia o Muerte.

    Meses antes de la guerra ocurrieron dos de los acontecimientos que soliviantaron a Gómez a aliarse a la causa independentista. El General Gómez, en apoyo a sus paisanos desvalidos, se presentó al Comandante General Villar, para quejarse acerca de las condiciones en las que se hallaban. La forma y el tono disgustaron al autoritario General, quien contestó de manera dura a aquel subordinado altivo. Al salir del Palacio, ya Gómez había pedido su separación del ejército y renunciado a su cargo de Comandante. En otra ocasión, cerca de su casa, unos mulatos libres realizaban un festín, de repente dos individuos pertenecientes al cuerpo de voluntarios irrespetaron a una de las muchachas del hogar y golpearon al joven hermano que salió en su defensa, la madre de Gómez que se encontraba presente cuando ocurrió el contratiempo, corrió hacia la casa y le comentó a su hijo lo acaecido, hecho que sirvió para convencerlo de lo injusto del gobierno español.

    Sufrida la decepción del régimen despótico, comprendió que el tirano merecía ser destronado y que su lugar estaba al lado de la justicia. Como bien diría algún existencialista ateo, estaba sometiéndose a la angustia de la que ningún hombre puede escapar. ¿Y por qué a la angustia?, pues porque el existencialista suele declarar que el hombre es angustia en la medida en que su acción no es solo su elección sino la legislación del destino de otros, lo que lo hace responsable de sí mismo y de los demás.

    El 16 de octubre de 1868, cuando se levantaron los patriotas de El Dátil, uno de los jefes de la conspiración en ese lugar, el coronel José Joaquín Palma, conocedor de la preparación militar de Máximo Gómez le otorgó el grado de sargento y la misión de entrenar a los revolucionarios de la localidad. Durante los días 16 y 17, el dominicano se dedicó a instruir a los más de 400 novatos combatientes, enseñándoles a ejecutar las formaciones y marchas elementales de infantería y a su vez la forma de llevar, cargar y emplear los disímiles tipos de armamentos con que contaban.

    Después del combate de Yara, en el que tuvieron algunos contratiempos, las fuerzas mambisas volvieron a reorganizarse y encabezadas por Donato Mármol y Calixto García, tomaban los poblados de Santa Rita, Jiguaní y Baire, acciones en las que participaron los dominicanos Francisco Marcano y Máximo Gómez, ambos con experiencias castrenses. Este último, posteriormente en Bayamo, tuvo mayores oportunidades para demostrar sus habilidades en el combate y su extraordinaria valentía por lo que fue ascendido al grado de General. A partir de esta peculiaridad de extraordinario estratega militar, capaz de buscarse un lugar dentro de las huestes mambisas, comienza a revelarse parte de su carácter internacionalista.

    Asume la actitud martiana expresada en carta a Manuel Mercado: estaba en peligro de dar su vida por la patria, pero no la que le había tocado por naturaleza, problemas de la geografía o simplemente de familia. Estaba en peligro de dar su vida por la patria a la que había arribado y compartido el dulzor de sus cañas impregnadas en la brisa, como un erótico e identitario aroma del verde caimán.

    El valor adjudicado en la guerra le permitió escribir páginas gloriosas en el patrimonio histórico cultural de la nación. Páginas que se irán abriendo como las puertas de una casa enorme que va dejando al descubierto los valores inherentes a ella.

    Causa

    Acciones primarias

    "Sonó el clarín guerrero; y apenas estalla

    el grito formidable de anhelos y dolor

    surgiste de lo más recio de la inmortal batalla

    y le ofreciste a Cuba tu brazo redentor".

    Rubén Martínez Villena.

    En la medida en que las acciones de la guerra avanzaban, muchos fueron los combates en los que Gómez puso en práctica sus potencialidades tácticas.

    Tras el aparente desdén que mostró el Capitán General de la Isla Francisco Lersundi, las tropas españolas residentes en Oriente fueron alertadas ante el peligro que representaban las huestes mambisas.

    El 4 de noviembre de 1868, en un intento de los cubanos por detener el progreso del enemigo en las afueras de Bayamo, tiene lugar la primera carga al machete dirigida por Máximo Gómez.

    Desde Santiago de Cuba partió rumbo a Bayamo una columna española de más de 700 hombres al mando del coronel Quirós. En su avance, llegó prácticamente sin detenerse hasta el caserío de Baire, donde quedó inmovilizada varios días debido a la hostilidad constante del grupo de patriotas dirigidos por Gómez. No obstante esto, el jefe español trató de forzar la marcha por el camino real que conducía a Jiguaní.

    Entonces, el General al mando de las tropas cubanas, ocultó a sus hombres (unos 200) a ambos lados del camino por donde debían pasar los españoles y les ordenó que nadie actuara ni saliera al camino antes de recibir su señal.

    La columna española, en tanto, penetró a paso confiado en el área donde estaba preparando la emboscada cubana. Los patriotas, escondidos en la maleza, permanecieron en silencio, inmóviles. De repente se oyó, por vez primera, el grito impactante ¡ Al machete! Máximo Gómez y unos cuarenta hombres se lanzaron como un rayo sobre el enemigo, entre nubes de polvo y la manigua que bordeaba el camino.

    El cañón de una carabina fue tronchado de un solo machetazo como una caña o una rama del monte. Los soldados españoles se horrorizaron al ver cabezas hendidas, brazos segados por los tajos, heridas de 13 y 20 cm en la carne, por lo que aterrados retrocedieron precipitadamente.

    He ahí un primer aporte de este solidario dominicano: enseñó a los cubanos a convertir este instrumento de trabajo en una de las armas más poderosas de la guerra. Así comienza el estratega militar a hacer valedera su acción justiciera, sin convertirse en una ridícula parodia de Robin Hood o del Zorro, sino en la personificación de una serie de principios morales que le llevaron a entregarse a la causa amiga como uno más, a gusto de compartir el sacrificio y la entereza que exigía el momento.

    Los actos no terminaron ese día. En enero de 1869 durante uno de los hechos más inhumanos de la historia cubana: la creciente de Valmaseda, dirigida al exterminio del ejército mambí y la población campesina, Gómez no se dejó amedrentar y logró resistir los ataques diarios de los españoles en la zona de Jiguaní.

    Dos años después, en 1871 sería el artífice de la invasión a Guantánamo con el objetivo de incorporar a los terratenientes de esta zona a la insurrección y destruir los recursos de estos que servían de apoyo al ejército español.

    En la segunda mitad del año 1873 y durante 1874, el jefe de la región del Camagüey, después de la muerte de Ignacio Agramonte, desarrolló la invasión a Occidente.

    El 9 de noviembre de 1873, el gran independentista dirigió la famosa batalla de la Sacra donde con 400 jinetes se enfrentó a una fuerza española de más de 200 hombres provocándoles la muerte a 100 soldados.

    En diciembre se anotaba otra victoria de mayor relevancia: el combate de Palo Seco, en el cual fallecieron un número superior a los 300 españoles, incluyendo altos oficiales; mientras por la parte cubana solo hubo 3 muertos y 17 heridos.

    En los meses de 1874, libra una serie de importantes acciones militares en territorio camagüeyano. Entre ellos se destacan: los combates triunfales de Naranjo y Mojacasabe en febrero, y la batalla de las Guásimas, en la que chocó con una columna española de 3000 hombres con unos 1500 mambises. El saldo final de estos enfrentamientos fue de 1000 bajas entre muertos y lesionados para los españoles.

    En los inicios de 1875, las fuerzas independentistas decidieron reanudar los esfuerzos con vistas a realizar la propuesta invasora a las Villas como primer paso para llevar la contienda hacia el occidente.

    Ya en las Villas, Máximo Gómez desplegó una campaña que se caracterizó por los rápidos y sorpresivos ataques a fortines y poblaciones guarnecidas por el enemigo.

    A los éxitos militares los patriotas unieron la Tea incendiaria contra los cañaverales e ingenios.

    Gómez, que se hallaba acompañado en la invasión por otros jefes mambises de elevado prestigio, distribuyó sus fuerzas por diferentes zonas. Así las acciones combativas, comenzaron a desarrollarse en los territorios de Sancti Espíritu, Manicaragua, Cienfuegos, Sagua La Grande, Remedios y otros.

    Durante los primeros meses de 1875 los patriotas invasores incendiaron 83 ingenios, arrebataron al enemigo cientos de fusiles y grandes cantidades de municiones y lograron incorporar al Ejército Libertador a más de mil villareños.

    A pesar de los esfuerzos de Gómez por extender la lucha hacía todo el país, en 1875 recibe noticias fatales en cuanto a esto, pues Vicente García, modelo fehaciente de indisciplina, decidió insubordinarse por un injustificable capricho. El Generalísimo se vio obligado a abandonar su puesto de mando y partir a dar solución a este problema. Posteriormente en el intento de continuar la avanzada, entre los problemas del regionalismo y las continuas majaderías de los jefes militares, la contienda independentista fracasó. Dado esto, la inteligencia de Martínez Campo vio pasar a su lado la grandiosa oportunidad y la tomó de la mano para hacerla su aliada, pues como dijera Willam Ward: "Las oportunidades son como los amaneceres, si uno espera demasiado se los pierde".

    El militar español disfrazó la cuestión de la guerra con papel de regalo y consigna de "paz". Mantuvo relaciones fetichistas e hipócritas con los próceres de la guerra, logrando así que el 10 de febrero de 1878, después de la firma del Zanjón, los cubanos mancharan su honra.

    Un mulato de Bronce quiso salvarla, mas no fue el único que mantuvo esta posición. Gómez no simpatizó con las maniobras del Pacificador y camino al exilio, cuando este le pidió que bajara de la embarcación en la que viajaba para que se entrevistara con algunos jefes mambises y "arreglar el pastel", este respondió un tanto ofendido: "Dígale al Capitán General que ya yo he terminado mi papel en el drama de Cuba" y le ordenó al Capitán del barco que continuara el viaje.

    La deslealtad no es cosa de hombres de buena fe. Aquel que ha sembrado en campo ajeno su simiente benévola, desde el mismo momento que ha tocado con sus dedos el terreno desconocido, ha comprometido su ser a una nueva faena que en ocasiones, puede resultar factible y en otras demasiado ardua. Cuando este deber se torna fatigoso y espinoso, la entrega es total y solo se descansa de ella en el instante en que se ha cumplido sin reparos ni alevosías.

    Martínez Campo al parecer deseaba ignorar que la moral es cosa que no se mancha con nada, aunque la necesidad del individuo persuadido le ahogue en una imperiosa desgracia.

    El libertador dominicano era un hombre de ley y prefirió cumplir con lo que el destino le había deparado, antes que permanecer un minuto más en la tierra que padeció una serie de desmanes sin cumplir su encomienda.

    Partes: 1, 2
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