legre. Los cabellos revoloteaban como un remolino de hojas de otoño, y en cada rostro,
se leía un pensamiento a través de sus ojos: Uno jugaba ajedrez, pero su
mente romantizaba. Otro reía, bromeaba sin saber el porqué de su hilaridad. El más pe-
queño no paraba de hablar y recordar. El que les narra, estaba risueño y melancólico.
(Recuerdos del año MCMLXXVII)
S A N T A E U L A L I A
Encontrar en la ansiada meseta, niebla y lluvia, y no poder gozarla como su dimensión
lo permite porque el tiempo se puso negro. Abajo nos esperó el pueblo con su fiesta de
reyes y sus mágicas leyendas de aquella montaña elevada. Buscar un lugar de paz y so-
ciego. Hallarlo en Santa Eulalia. Tierra de valles, bosques y roquedales. Escuchar el so-
nido de sus aguas como el bramido de un toro abandonado, a su naturaleza, por una ci-
vilización reinante. Explorar por el angosto camino de la vida campestre. Llegar a un
pueblo semiabandonado. Introducirse de nuevo en esa frondosa vegetación. Cansarse
y caer en una loma de vieja maleza. Envolverse en pensamientos, canciones y recuer-
dos. Y entre frutas, maizales y cañaverales, encontré el sueño de gustos bestiales. Des-
pertarse por ladridos de jaurías lejanas y calmar la pesadilla con la dicha del viaje. Ama-
necer con una esperanza extraña y retornar con la pureza de esa Santa Eulalia.
VI I MCMLXXXV.
U N I N V I E R N O Q U E L L E G Ó
Hay veces con Dios y otras veces con él, estuve en el invierno. Llegaba un invierno a
la década de los ochenta. Deambulaba por las añejas calles porteñas del Callao. Ahí
el invierno es encantador por su niebla marina que envuelve a las personas. Descubrir,
en vetustos libracos, sobre el amor medioeval, saboreando la lectura en una tarde inver-
nal en el puerto, en Barranco o en Magdalena, con un rico cafesito y un rico bizcochito.
Reencontrarme con pintorescas amistades perdidas. Ver al final de la tarde "Ivanhoe"
o "La Familia Ingall". Gozar invernalmente de la soledad de un pasaje de viviendas.
Sentir el lila o el violeta en el fondo de mi alma en una tarde de invierno. Las maña-
nas fueron eclipsadas y tuvieron ápices de resplandor. Las noches fueron frías pero
abrigadoras con la televisión de las películas de la década del treinta.Luchar con la
rutina, la pena y la cólera. Se fue Julio y Agosto. Llegó Setiembre. Continuaba el in-
vierno con las casonas de conferencias, el Porras y el Ricardo Palma, y el retiro soli-
tario de la parroquia Fátima. Continuaba delarándome a las chicas bonitas. Vino la
primavera para homejear con sus flores a ese invierno que llegó.
U N V E R A N O Q U E S E F U E
Ver y sentir que está llegando una nueva temporada. Preparase para ella. Imaginarse
un verano que no existe, para suavizar el rigor calorífico que oprime mi mente y mi
cuerpo. Tuve que volar para no ser alcanzado por las llamas del infierno.
Recuerdo esos días de sunsets en el malecón del Parque Zalazar. Siempre con chicas
en la cabeza, esperanzas, frustaciones, discusiones y desavenencias. Pasaron los me-
ses y volvieron las preocupaciones de ese mal demoniaco, que ensucia la pureza nívea
que nos da Dios en cierto tiempo de nuestra aventura.
Recuerdo esos días de sunsets en el malecón del parque Zalazar . Siempre con chicas en
la cabeza, esperanzas, frustaciones, discusiones y desavenencias. Solamente una noche
fresca de verano nos envolvió en un aire de risas y alegría. Ahí estábamos: Tú personaje
del teclado, yo, poeta loco, y aquella chica de nuestro malecón.
Terminé el verano en aquel pasaje fresco de nuevas amistades tropicales.
C U M P L E A Ñ O S
Pensando siempre en el futuro del próximo año. Planeando tener un alegre verano y al
final llegó mi cumpleaños. Amanecí algo triste. Era una mañana soleada y radiante. Ca-
miné por las calles rodeada de árboles. Después de un anhelado la hallé. La dulce com-
pañera me puso bien en unos cortos minutos. Nos alejamos. Ese corto tiempo determinó
la felicidad de todo el día, aunque siempre con la inseguridad de aquellos sentimientos.
La tarde la pasé escuchando música y relajándome con unos ejercicios. Después tuve
que ir a un sitio, donde todo resultó muy gracioso como las películas. Al regreso, me es-
peraban todos mis familiares en mi casa. Recibí hermosos saludos y regalos. Mamá me
hizo una reunión, pero sin música porque estábamos de duelo. Compartí mis alegrías y
mis amigos, creo que también me pasé de copas ja-ja-ja-ja. En conclusión de todo, fue
este año el mejor de mi cumpleaños, porque recordé aquel día de verano que le tomé la
mano a aquella chica de corazón sano.
MCMLXXXV.
C A M P A M E N T O D E U N I L U S O
Estar rodeado de todos los muchachos que hay. Sentir sus alegrías en mis latidos de
emoción. Imaginarlos a ellos en diferentes épocas. Verlos con camisas blancas almi-
donadas y corte militar. O tal vez de pajes acompañando a una chica medioeval. Meter-
los dentro de una película de ciencia ficción. Sacarlos de un antro extranjero de perdi-
ción. De pronto despierto en medio del bosque. La música me indica el fin del sueño.
La fogata ilumina la guitarra tirada y a la muchachada dormida. Entonces me doy cuen-
ta que estoy en el campamento de un iluso.
C O R T I T O S
Tu prenda de color café, con pelusitas de alpaca. Tu lasito de camisa. Tu blue jean oscu-
ro. Tus zapatitos Mac Pato. Tu sonrisa displicente te hacía más ideal para el invierno que pensaba contigo compartir.
El Concierto de rock en Río, la llegada del Papa y el Palacio de Verano fueron los tres
acontecimientos que marcaron historia en nuestros romances.
Que gran decepción me llevé cuando visité las calles de las novelas vargallosianas y no
encontré gente joven, ni descendientes de esa época. Peor aún, eran barrios solitarios.
Siempre estuve sentado en aquella banca donde solías andar con tu perro. Nunca me mi-
rabas. Nunca me mirabas. Tu rostro era serio, rosado y lozano. Tus labios altivos y tu
rubia melena. Mis únicas compañías fueron las hojas de otoño que revoloteaban por mis
flancos, y el canto solitario de las aves que aliviaron mis oídos.
Esa descolorida mañana de primavera noté tu silueta estirada, que tenía como fondo la
portada del teatro. Me acerqué y me recibiste con tu europea sonrisa. Tu blancura resal-
taba entre esas ropas de aventurera medioeval. Seguí con el entretenimiento de tus pala-
bras que emanaban al leer el libro de mis antepasados. Pronunciaste mi nombre y me
sentí bien. Te alejaste. Me olvidé que era Domingo.
C R I O L L O T R O P I CA L
Lo que hace tiempo fue una contradicción, hoy resulta para mí el descubrimiento de una
faceta más en la expresión de un ideal. Siento el criollismo latino y tropical al escuchar una salsa o una cumbia. Me veo impulsado a bailar lo que es mío. Me inspiro en el arte
de dos mundos y evoco los momentos que fui un criollo tropical, típico de su barrio, tra-
tando, a capa y espada, de introducir un folklore que no es comprendido. Antes me sen-
tía muy mal cuando confundía mis sentimientos de música sajona rockanrrolera con la
tropical centroamericana. No lo entendía a Santana. Pero al esclarecerse mi interior, no-
té que dos mundos vivían en mi interior. Sentí otros tiempos tropicales y nuevaoleros.
Entonces pensé: Así como Chocano nos declamó que la sangre es española e incaico el
latido, yo también les daré una sangre sajona con un criollo latido. MCMLXXXV.
A Q U E L L A T A R D E
El viento de la noche fría
me trajo a este nuevo día.
El viento de la tarde morada
calmó mi ira errada.
El carrusel de los coches
me miraba, pero no me oía,
pero si se llevaba………..
aquel tiempo que tanto necesitaba.
E L V I A J E D E L P O E T A
Los ruidos entraron al cuarto claroverde
y cortaron las ilusiones del poeta.
Aquel quedó sólo y vacío.
Ligero como su cuerpo,
sin más visita que cuatro entes:
Una cama que parecía una canoa,
una mesita cremosa,
una lámpara de luz mortecina
y un armario alejado.
Todo aquello lo acompañaría a su largo viaje.
A un viaje únicamente para poetas.
POESÍAS Y COMPOSICIONES POÉTICAS, CUYAS FUENTES DE INSPIRACIÓN FUERON LAS OBRAS DE ARTE DE LA " CASA DE ANTIGUEDADES Y GALERÍA GONZÁLES" (XXI XI MCMXCVIII)
RECITANDO AL PASADO (Recital del Poeta)
A LA SANTA ROSA DE LIMA DE SÉRVULO GUTIERREZ
Cuando contemplo tus cabellos alborotados,
recuerdo la inquietud y el frenesí de la vida servuleana,
mezclada entre la agonía de un cristiano y la pasional carnalidad de un humano.
En cada fuerza de tu pincelada cabellera,
descubro cada golpe que el artista descargó en su confundida existencia.
Y cuando me introduzco en tus morenos ojos de limeña santidad,
encuentro la sensualidad de tu cuerpo torturado,
pero venerado por el pintor a través de óleos y esculturas femeninas:
Dos esculturas de radiación.
La tentación de Santa Rosa fue para Sérvulo: pasión de su peregrinaje estético.
El Cristo de Luren lo impulsó a luchar por el arte.
El Cristo de Santa Rosa le depuró a ella sus impulsos.
El café y el vino de Sérvulo lo llenaron de energía poética
en sus noches de bohemia.
El café abrigó a la santa en sus tardes invernales de meditaciones conventuales.
Y el vino embriagó su corazón de fragancia eucarística.
Rosa y Sérvulo, vivieron sufriendo,
pero sufrieron gozando.
VÍCTOR HUMAREDA
¡Sí! Somos mujeres de muerte,
pero tú nos dibujaste . Hombre que quiero verte.
Para ti la plañidera fue algo precioso a tu manera.
Soy un arlequín. Yo agradezco mi sonrisa
al Víctor que me dio la vida.
Este rostro de serrana me gusta y me engalana,
y a cuantas almas sana.
¿Y estas piernas? son las que policromean
un descanso después de un éxtasis sexual.
Así les habla Humareda al final de nuestra era:
Viví entre los muertos, cuando diluí mi pintura
entre la lágrimas de los vivos.
Viví como un payaso, cuando a la vida le mendigué
extravagancias con mis sombreros de hongo y tarro,
soñando en las nubes como un Pegazo.
Viví por los burdeles, cuando los quejidos de las
prostitutas me parecieron melodías de cascabeles.
Viví como un serrano, cuando olfatié en las de mi
raza un espíritu sano.
Viví como un borracho, cuando la sociedad
me imponía ideas que merecían estar en el tacho.
Viví entre delincuentes y maricones, para pintar
el color de sus mentes y de sus corazones
en muchos callejones.
Viví entre pordioseros, leprosos y brujas,
como un loco que goza hincándose agujas.
Vivo ahora esperándote en la tumba,
para pintar juntos a los ángeles de ultratumba.
DOS MANZANAS
Como dos manzanas fue nuestro romance.
Miradas solamente. Palabras cerradas eternamente.
Enmascarados en el teatro de la vida.
Yo intentando enamorarte,
y tú queriendo ser mi amiga.
Nos olimos como dos frutas
en las solitarias noches de invierno,
y embriagados con el jugo de nuestras pasiones,
nos contemplamos en las habitaciones del destino.
Mil caras fueron testigos del saboreo y el desatino.
Mil caras fueron testigos del amor y el vaticinio.
El árbol bíblico nos hizo caer en el camino,
para no tentar a los hijos del divino.
Es por eso que al final hemos quedado unidos
y separados a la vez: Tú con tu dorada libertad
y yo con mi apasionada racionalidad.
D E S N U D Á N D O T E
Siempre te quedabas así, después del placer copular: Mirando al vacío. Meditando triste,
colérica, arrepentida o tal vez avergonzada. Esa era tu moral natural. Digna de pintarte
al descubrir la energía de tus sentimientos en el volumen blanquesino de tus pechos,
contrastante con el oscurecido recinto.
Nuestro arte sexual era como lo dice el pincel que dibuja estas letras:
Sus labios saborearon mis dedos,_sus cabellos fueron olfateados por mis pensamien-
tos,_su cuello sirvió de camino para llegar a las cuevas de sus carnosas orejas. Y en-
tre cartílagos, clavículas y pectorales, nos entregamos a los placeres de los altos arra-
bales.
Cuando dormías en tu excitación placentera, tus piernas descansaban por debajo de tu
pubis, que me elevaba hacia las estrellas apasionadas.
Tu cintura me regalaba consecutivas montañas de ardientes deseo. En medio de esa ana-
tomía salvaje quise comerte con ardorosas ansias. Suavemente mordía ese cuerpo de-
seado.
La piel seca de tu cara me trasmitía[1]serenidad a mi enrojecido espíritu.
En tu frente quise encontrar pensamientos románticos. En tus ojos la aceptación de mi
penetración. En tu cuello: voces de pasión.
En tus oídos : sonidos sentimentales. En tus labios: néctares de amor. En tus senos: de-
gustaciones humedecidas. En tus entrepiernas: cavernas de deseos. Todo ese universo
de sensualidades fue decorado por el pigmento de la música ardorosa, que entraba
en nuestras almas, para hacer vibrar nuestros cuerpos en esta danza de encanto afrodi-
siaco.
Y así te perdí._Y así te conocí._Y así me arrepentí ante Dios, y espero de él su miseri-
cordia por el pecado de haberte conocido.
DE LOS DOS DEDOS DE LOS PIES
Los dos somos acuarianos. Los dos procedemos de la inagotable agua marina que de-
rramó sabiduría en nuestros corazones, en el momento que nos conocimos.
Nuestros destinos estaban señalados desde el momento que caminamos con estos pies
por las rutas de la vida. Y ahora nos hemos encontrado. Nos hemos conocido en esta
galería de pasiones. No soportando estar más separados. Y nos hemos introducido en
este cuadro de enrojecidas sensaciones, donde los peces que alimentan nuestro espíritu
zodiacal; se han quedado admirados del amor carnal, predestinado por el camino de la
vida.
Entonces estos pies que han caminado por la tierra amada, no les ha quedado otro cami-
no que el entrelazado de nuestros dedos,_verde esperanza._Y este momento….y en este
momento siento que me sube a mi cuerpo la descarga escarlata del amor de carne y hue-
so, fulminando mi corazón de emociones. Siento que me despellejo. Y que suelto un es-
píritu de sentimiento y de sortilegio. Es un amor añejo. Es un amor que no miento.
SHAKESPEARE
Tu venerada imagen de metal
fortalece tu obra universal.
En esta oscura antigüedad
encuentro la negritud del infinito,
que llenó el espacio de tu alma
con el circular mundo
que hizo gravitar tu drama.
Tu gorguera es similar a los
sépalos que hacen florecer
el fruto de tu genialidad,
decorada por las ondulantes
montañas de tus pensamientos
y el oleaje de los barbudos
sentimientos.
Conociste mejor que nadie,
todas las facetas del corazón
del hombre:
El amor de Romeo y Julieta,
_La piedad filial del Rey Lear,
_La avaricia del Mercader de Venecia,
_La duda de Hamlet,
_La Pasión de Marco Antonio y Cleopatra,
_Los celos en Otelo,
_La decisión en Coriolano,
_La ilusión en el Sueño de una Noche de Verano,
_El orgullo de Ricardo III,
_La solidaridad en el Cuento de Invierno.
Fuiste el Sicólogo de las tablas,
_El Filósofo del drama,
_El Historiador de tu continente,
_El Poeta de tus palabras,
_El Artista de los disfrazes.
Fuiste el Actor de mis frases.
LA MUJER Y EL TORO
Me deslizo como quizo:
él que me hizo hembra de sus lomos.
Él va al embiste del enemigo,
y yo voy en su horizonte de miel de higo.
Sus astas golpean, hincan y destrozan,
retumbando el fondo de mis entrañas.
Y siento que me sangran y me desfloran,
pero no me importa este dolor inhumano,
porque es de la bestia a la que yo amo.
Cuando corre enfurecido
por los viejos matorrales,
el polvo que levanta es para mí:
talco perfumado, y las hojas marchitas:
plumas de caricias.
Es un Coloso salvaje.
_Es un Adonis de acero
_Es un dios que venero,
cuando tengo deseos de
ese líquido viñero.
Es mi Toro un enamorado
que da bramidos de celos muy feos,
haciendo vibrar mi cuerpo
como un volcán atorado
por un cuerno de deseos.
TOLOUSE LAUTREC
Pinceladas de Tolouse,
estilizadas de Lautrec.
Así es el arte de este francés,
que faronea la pintura como
Ramsés.
Su elegancia de sombrero de tarro,
_Sus miradas europeas,
_Sus mujeres que se farandulean,
_Sus movimientos curvatorios,
_Sus monóculos de observatorios,
_Sus escarpines de los zapatos,
_Sus pimpines de los tacos,
_Sus cafetines con tabacos,
_Sus plumajes, lentejuelas, michis
y mil chismines de tragos del que dirán…
ponen a bailar can cán
cuando a Francia los artistas se van,
para ver al pintor titán.
SALVADOR DALÍ
Solamente una flor
nos dejaste como color,
Salvador del arte espiritual.
Adalid de la pintura de cristal.
Con el Cristo de la cerviz
derramaste el tiempo misterioso,
y como el vuelo de una perdiz
te elevaste a la Cena del creador.
Cien cajones contienen tus cuerpos esotéricos.
Cien tabúes se esconden como seres quiméricos.
Tus imágenes se transparentan
con la realidad que aparentan.
Solamente una flor
nos dejaste como color,
Salvador que te fuiste de viaje,
te homenejeamos con una flor,
digna de tu linaje.
SANTA INÉS CON EL CORDERO (Niña vírgen)
Es la niña vírgen del Señor,
que acurruca entre sus brazos
al niño cordero, que ya se acercan sus pasos.
Ella tiene un extraño presentimiento,
por eso sus ojos brillan de melancólico sentimiento.
Su corazón le dice que su cordero va ser sacrificado,
y que luego será sepultado.
¿Pero, dígame Dios mío?_pregunta la niña.
¿Los corderos pueden ser sepultados?
Y una voz en su interior le responde:
Y también resucitados.
Entonces la niña se alegra,
y juega con su cordero, y entre agitación
y agitación infantil le decía:
Que importa que mañana te maten,
porque sé que vas a resucitar.
Que importan que se llenen con tu carne,
porque pasado mañana voy a estar llena de gracia.
Que importa que se engorden con tu grasa,
porque después vas a ser eterno como un anciano
de pasa.
Que importa que se abriguen con tu lana,
porque siempre te van a alabar con el Hosana.
De repente la niña volvió a ponerse triste
al pensar: "Pero no todos amarán la vida
de un Cordero resucitado.
SANTA ELENA
Guardo en esta flor,
el recuerdo de mi virginidad
perdida por la injusticia romana.
Guardo en este corazón,
el recuerdo de mi dignidad
destrozada por las astas
de la corona inhumana.
Entre la flor y el corazón
escondo la esperanza
de algún día conocer
al retoño de una pasión,
que abusó de mi cuerpo
por un vano placer.
Anoche tuve un sueño celestial.
Mi cuerpo se blanquecía poco a poco.
Y una extraña fuerza de una luz colosal,
me cambió la flor por una cruz de cristal.
Dios mío, cuando te veo gozando
al ser crucificado…..no puedo comprender
como pude yo también, gozar después
de la violación, al sentir la sensación
tener un hijo en mis entrañas.
¿Dime porqué en esta concepción
encontré gozo y maculación?
¿No será que en estas carnes extrañas
está encerrado todo el divino misterio
de tu creación?
L O R D B Y R O N
Romántico viajero y aventurero,
consagraste tu vida al placer de las mujeres,
y cuando menos pensaste
t e embarcaste a la isla de los placeres.
Le enseñaste a las mujeres a ser infieles,
y a los hombres ser libres como las liebres.
En cada labio dejaste el néctar de tu corazón.
Y en cada revolución la pólvora de tu pasión.
En Inglaterra vestiste con la chaqueta y el tarro.
En Grecia te disfrazaste con el turbante y el barro.
Tu locuacidad engañó a las mujeres.
Y tu oratoria cautivó a más fieles.
No podías vivir sin las mujeres bellas,
pero tampoco podías vivir sin ellas.
Lord, tu imagen es iluminada
por dos cuerpos celestiales:
La luna de sapiencia enamorada,
y el sol de violencia en llamarada.
B E E T H O V E N
El silencio de tus imágenes
nos comunican las impulsivas sinfonías,
que se refugiaron inadvertidas
en tus orejas inauditas.
Tu mirada apresa corazones melodiosos.
El mal genio impone la voluntad
de una música espectacular.
El cabello se agita con la descarga
en el teclado, como si el sol radiante
abriera una flor de encarnado.
Entre este azulejo y el blanco anacarado,
se confunde el celeste de la sabiduría divina,
que te inspiró a componer sonidos
de exquisita fortaleza en soterrado.
En tu colérica tristeza,
En tu arte de sutileza,
En tu melodía de belleza,
encuentro mil batallas
de sangre y de proezas.
P I Z A R R O
Conquistador de imagen altiva,
no vengo a reverenciar tus injusticias,
sino a admirar tu gallardía de
León hispano y Blanco de algarabía.
Alborotaste a mis indígenas
con tu resplandeciente armadura caballeresca.
Encumbraste tu espada en montañas de gresca.
Tu pobreza te convirtió en ambicioso
y tu riqueza en alevoso.
Con tu pecho de arrogante gallo
cantaste triunfante a la Vírgen de Mayo,
cuando trece te apoyaron en la Isla del Gallo.
Con la sotana de Valverde
disfrazaste al demonio que aún estaba verde.
Llenaste de oro tu arca
en las tierras de Cajamarca.
Y en el nombre de Dios,
mataste a un Inka y coronastes a dos.
En el Cuzco entraste con caballos de cascabeles,
y en Lima te dormiste en tus laureles.
Te aseguraste con la cabeza de Almagro,
pero te olvidaste de la venganza de un joven magro.
Defendiste tu vida con bravura,
pero los Caballeros de la capa
acabaron con tu locura
al hundirte la espada en la tráquea.
Tu barba blanca se hizo rosada
por la sangre que corrió en la morada.
Y la cruz dibujada se hizo morena,
cuando pronuciaste una voz nazarena.
L A S E S P A D A S D E L C I D
Estas espadas blindarán con decencia
a mis Reyes de Valencia.
Así lo dice El Señor Batallador,
Señalado como el Campeador.
De sangre hispana y corazón gitano,
emblema la cruz de un cristiano.
Estas espadas de centellas de plata
cegarán al oriental de tul de escarlata
cuando pretendan usurpar la corona
de mis señores que aún no se desmoronan.
La coraza del musulmán quedó mojada
de la sangre de la Colada.
Y las cimitarras se abrieron
como fauces de leona,
ante la fuerza de la Tizona.
Así lo dice el Cid, mi Señor.
Estas espadas son fundidas
con el honor del Creador.
S I M Ó N B O L I V A R
Tu amplia frente elocuente
se encuentra candente
para planificar batallas,
en donde los hispanos tienen a la libertad
entre las mallas.
Con esa mirada astuta
quieres devorarte esa América en disputa,
para unirla bajo tu yugo,
y con tu espada sacarle el jugo,
saboreando así el fruto
de dictador en usufructo.
Siempre quisiste ser el único libertador,
por eso no ayudaste al otro salvador.
La Gran Colombia te condecoró con charreteras
al enaltecerte como gigante de estas tierras,
y por eso creiste que el casquido de tu caballo vivo,
debió siempre silenciar al quejido de los oprimidos
Te sentiste tan fuerte y poderoso,
que confundiste tu chaqueta de tela rasa
con una armadura de coraza.
Imaginaste tus cabellos negros
como laureles de terciopelo.
Tus botas aplastaron al realista,
y brillaron ante sus ojos de racista.
Toda tu aventura terminó
cuando la ambición te enfermó
y la soberbia te mató,
pero hoy en día…..
un artista patriota te resucitó.
D O N Q U I J O T E
Quién no tiene de Quijote en esta vida
cuando se vive con ilusión
y nos desilusionamos con aflicción.
Es pecado, acaso, defender al desvalido
y ser un platónico enamorado.
O es que los justicieros son vistos como huachafos,
y los apasionados como simples mamarrachos.
Tu dolor fue que solamente vieron
tu forma elegante, pero no tu
transfondo extravagante.
Mil aventuras emocionaron tu existencia.
Mil locuras te llenaron de ciencia.
Mil amores endulzaron a Dulcinea de sapiencia.
Allá en La Mancha
se habla de Sancho Panza,
como otro loco que te siguió la corriente,
y que al menos transformó su cabeza
en seso viviente.
¿Querrá la pluma de Cervantes
enaltecerte Caballero del Levante
con tu Rocinante?
¿Querrá la bella Literatura
cantar tus desenfrenadas aventuras?
¿Querrán los Molinos de la Mancha
elevarlo a los cielos,
para que estes a tus anchas,
sin que nadie aplique torturas
al Caballero de la Triste Figura?
L A N I Ñ A Y EL E S C L A V O
Fui el esclavo de tus decisiones,
y ahora soy esclavo de tus sensaciones.
Me enseñaron a cuidarte y a consolarte,
pero hoy tu me enseñas a tocarte y a besarte,
porque nunca mis labios besaron a una blanca,
ni nunca mi piel fue palpada por las de tu raza santa.
Tu padre te castigaba.
Yo te cobijaba.
En este momento tu me castigas
con nuestro romance a escondidas.
Dos lazos blancos nos unen:
tu piel y mis canas blancas.
Mi alma se esclarece con tu inocencia pureza.
Tu alma se oscurece en las profundidades
de mi experiencia espesa.
Cuando te beso y te abrazo,
veo en tus ojos la niñez perdida en el ocaso.
Te recuerdo columpiándote, saltando,jugando,
mariposeando, enroscándote en las hojas otoñales
y cabalgando en los bosques invernales.
¿Por qué no fuiste eternamente niña, mi niña?
Los blancos te meten ideas
de culturas feas.
Los negros tenemos que resignarnos
a nunca casarnos.
¿Llegará ese día…..en que nuestro hijo
dejaremos de ocultarlo?
S A N A N T O N I O D E P A D U A
Santo de los encantos,
hombre de palosanto.
Con tu cabeza de tonsura
llenaste de mil locuras
la devoción de tus fieles corazones.
Hoy en día, ya no quieren escuchar razones,
cuando doy testimonio de tus milagros.
Fuiste tú: el casamentero
de la hija del carpintero.
Fuiste tú: el que ablandaste
el sentimiento de la novia del zapatero.
Fuiste tú: el que flechaste
los pechos de los esposos jardineros.
Dicen que eres el Santo de los solterones,
pero no de los decepcionados llorones.
En Padua te veneran los románticos.
En el mundo los apasionados.
En la Iglesia los franciscanos.
El Niño Dios se te apareció
Para guiarte hacia los pobres.
Tus milagros evangelizaron.
Tus obras nos transformaron.
Exorcizaste poseídos,
saludaste a los peces de mares y ríos.
San Antonio, santo de los encantos,
hombre de palosanto.
C R I S T O F L A G E L A D O
Flagelado fui
por la injusticia de los hombres.
Flagelado fui
por el pecado humano.
Flagelado fui
por el abuso de poder.
Sáname mis heridas,
amando a tu prójimo.
Cúrame mis llagas,
perdonando a tu hermano.
Límpiame las espaldas,
con la pureza de tu alma.
Detén esos látigos,
con la fuerza de tu misericordia.
Mi sangre te salvará.
Mi corazón te perdonará.
Y mi cuerpo es tu cuerpo,
cuando comulgas en el Sabat.
M A S A D E O B R E R O S
Todos formaron una masa,
donde la explotación entra, pero no pasa.
Es la fuerza del chasquido
que fabrica con tejidos.
Es un león dormido
que ruge cuando ve algo torcido.
Es una carne grasosa
que engorda al pastel de acelga
de protestas, marchas y huelgas.
Así es la Masa de obreros,
de esperanza anaranjada,
como el aserrín de los carpinteros.
Tomo la llave y cojo la lampa,
ya que nadie le hace trampa
al que trabaja con sudor
en el mundo del explotador.
Aquí estamos hermano,
para darte la mano
y sacarte de esta arena que te ahoga,
donde el robo y el pillaje está en boga.
Todos seremos uno, como dijo el creador.
Pero siempre seremos dos
con el que es traidor.
Levántate hermano,
no te llenes de temor,
que nuestro día ha llegado.
Ya no apagues el motor.
I N D I A H E R M O S A
Como no recordarte India Hermosa,
en esas tierras de montañas de rosas,
donde la fragancia de tus entrañas
embriagó mi corazón de España.
Y la dulzura de tus ojos extraños,
eclipsaron la arrogancia de los míos, castaños.
Como no recordarte India Hermosa
en esas tierras lejanas de Tolosa,
donde la vincha de tu cabellera
transmutó mi pensamiento en cera.
Aún recuerdo esos labios de serrana,
que mis sentimientos lo pintaron de grana.
Siento el abrigo de tus mejillas,
como las caricias de los plumajes de avecillas.
Y entre cariños y miradas
descubro tu venerada tierra dorada.
Como no recordarte India Hermosa,
cuando tu sangre melosa
me sacó de mi tierra morena,
para alegrarme con la música de una quena.
A L O S P O E T A S D E L P I N C E L
Mi patria comenzó su siglo
con sus poetas del pincel.
Mi patria terminó su siglo
evocando sus memorias de clavel.
La criollada costeña
se confunde con las costumbres cerreñas.
Las casonas y los púlpitos de Brent
empapelan su camino de bien.
Las acuarelas andinas de Camilo Blas
llenan nuestra alma de paz.
Bacaflor con sus dibujos sin color.
Vinatea visualiza balcones y glorietas,
Coronándose Reinoso entre las grietas.
Teófilo Castillo con sus calezas
y tapadas de realeza.
Sabogal se engalana con su sombrero
alón, entre caballos, llamas y ponchos
de algodón.
Hernandez viriliza el nombre de Daniel
al decorar a sus mujeres de miel.
Mi patria comenzó su siglo
con sus poetas del pincel.
(Homenaje a las Poesías perdidas)
F I N
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