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El canto del Juglar


Partes: 1, 2

  1. Prefacio
  2. Dios salomónico
  3. A mi padre Jorge
  4. A ella
  5. Perú histórico
  6. Insulando
  7. Café Z
  8. Pisco sour
  9. El británico
  10. Juana de Arco
  11. San Francisco de Asís
  12. Estamos contigo Che
  13. Markawasi
  14. Chilca
  15. Romana
  16. La del castillo
  17. De Nekoajennyjo
  18. En San Valentín
  19. Zapatitos negros
  20. Aquella tarde
  21. Ambiente
  22. Mansedumbre
  23. Sábado
  24. Barranco
  25. Miraflores
  26. Surquillo
  27. Magdalena
  28. Sueño de navidad
  29. Entre tules
  30. La vida es una fiesta
  31. Casa musical
  32. Muñeca para tí
  33. Calles torcidas
  34. Amor platónico
  35. Te fuiste menguele
  36. Al papa histórico
  37. Realidad poética
  38. Recuerdos
  39. Santa Eulalia
  40. Un invierno que llegó
  41. Un verano que se fue
  42. Cumpleaños
  43. Campamento de un iluso
  44. Cortitos
  45. Criollo tropical
  46. Aquella tarde
  47. El viaje del poeta
  48. A la Santa Rosa de Lima de Sérvulo Gutierrez
  49. Víctor Humareda
  50. Dos manzanas
  51. Desnudándote
  52. De los dos dedos de los pies
  53. Shakespeare
  54. La mujer y el toro
  55. Tolouse Lautrec
  56. Salvador Dalí
  57. Santa Inés con el cordero (Niña vírgen)
  58. Santa Elena
  59. Lord Byron
  60. Beethoven
  61. Pizarro
  62. Las espadas del Cid
  63. Simón Bolivar
  64. Don Quijote
  65. La niña y el esclavo
  66. San Antonio de Padua
  67. Cristo flagelado
  68. Masa de obreros
  69. India hermosa
  70. A los poetas del pincel

Seudónimo: El Neko.

Dedico este poemario a mi padre Jorge. Augusto como su nombre.

Todos en esta vida somos juglares cuando le cantamos a la vida.

"Padre nuestro que estás en el verso" (L.A.S)

PREFACIO

"El Canto del Juglar" es un poemario que se extiende desde 1,977, cuando yo tenía 16 años hasta el presente año(2,010) que tengo 49 años. En esta antología poética no solamente se encuentran mis poemas versados, sino también mis composiciones en narrativa de prosa, pero de una prosa versada. Leerás simultáneamente una composición poética. Espero que sea de tu lírico agrado. Gracias.

Poéticamente:

El Autor.

DIOS SALOMÓNICO

Gran homenaje a mi Dios salomónico

que me inspiró a componer estos versos

impregnados de historia, amor y sabiduría.

Creo en ese Dios misterioso

que acompañó a cristianos medioevales

en estas tierras santas de cruzados feudales.

Creo en ese Dios emblemático

que mediante vírgenes y ángeles

se apareció a los santos

en las épocas fascinantes de la Iglesia.

Me postro ante el Dios de Abrahám,

Moisés, Sansón, David y Salomón

para recibir la fe de tus mandamientos

plasmada con la fuerza de tu sabia aventura.

A MI PADRE JORGE

Entre seres que compartimos

con nuestras imaginaciones

nos alejamos para siempre.

Tú te fuiste a gozar de la morada eterna,

Y yo me quedé en la tierra prometida,

sintiendo telúricamente en mi corazón

el recuerdo de tu longeva agonía.

Tu ceguera homérica

llenó de fantasía mi pensamiento

al ver la luz de tu sabiduría,

impregnada en la pluma de mi inspiración

y en el pincel de mis alegorías.

Tu heroico coraje

resistió el dolor de los dragones

que sentiste en tu magno cuerpo

para coronarte de Augusto como tu nombre.

A ELLA

(VIAJANDO)

Con un San Valentín melancólico

dejé de verte aquel verano.

Y cruzando tú el océano

te llevaste mi linaje británico

y mi corazón americano.

Fue tu viaje insular

el que se idealizó entre el cielo y el mar.

Mi fantasía medioeval

de sentirme rey europeo

que pone a merced de su corazón

la espada de la pasión,

que conquista sentimientos

y siembra pensamientos.

Aún percibo tu fragancia zíngara

que emana el oleaje de tus cabellos

y tu mirada sosegada.

Aspirando profundamente tu recuerdo

te traeré a mi tierra afrodisiaca

P E R Ú H I S T Ó R I C O

De las cavernas del Pacaicasa

salió aquel hombre

que modeló su historia

con los huacos de sus antepasados.

Luego ennobleció su pensamiento

con el plumaje imperial incaico,

para después envanecerse

con la coraza conquistadora

y con el sombrero virreynal

Al darse cuenta que era libre

Voló con las alas de las aves rojiblancas,

Y con la luz de sus pupilas

quemó las cadenas de los oprimidos.

En cálidos combates y batallas

defendió sus tierras codiciadas.

Y cuando despertó con el canto de los héroes

vibró en su corazón la voz de Perú.

I N S U L A N D O

Insulando por el Atlántico

llegué a tu isla.

Y explorando tu dulce naturaleza

cabalgué por tus protuberancias.

Luego saborié tu recóndito néctar

para descubrir la humedad de la ribera

que unió tu barca y la mía.

Izando la vela

volví a explorar la selva de tu isla.

Y al tratar de subir la montaña

me deslizé por las siluetas de las pendientes.

No sé como llegué a ese bosque.

No sé como me perdí en esa caverna.

Pero si sé que disfruté de sus manjares

y que me abrigué con la piel de su corteza.

Han pasado ya unos días.

Han pasado soles y lunas.

.

Pero aún veo en el horizonte estrellado

La ínsula de mis pasiones,

donde mi remo

desfloró sus ostras marinas y virginales.

CAFÉ Z

Café Zeta llegaste a mi vida

de la A a la Zeta,

Y me llenaste de eternidad

sin principio y sin fin.

Tu aromático café

que se confundía añejamente

entre la madera y la música,

hizo que mi alma saboreara

el néctar de tu fragancia europea.

Entre el metal medioeval,

los lienzos rústicos

y la macabra telaraña,

me impregné de la espiritualidad

de tu oscuro vegetal.

Bajando hacia el viejo Miraflores

descubrí la telúrica melodía anglosajona,

que tan quieta y humilde,

encierra el café Zeta.

P I S C O S O U R

Afrodisiaco Pisco Sour,

me hiciste navegar por el océano

desde el momento que me embriagué con tu linaje,

que se confunde entre la fragancia de tus raíces

y el néctar de tu vid misteriosa.

Aspirando el recuerdo de tus degustaciones

descubrí en tus espumantes orillas

esos ojos verdosolados

que transparentan la prestancia de tu copa cristalizada.

Saboreando la canela de tu oleaje

me sumergí en la profundidad de tu brebaje

para encontrar ese ácido tesoro,

que con encanto adoro.

Llevando la nave de mis pensamientos

hacia los puertos de tus sentimientos,

enjugué mis labios trovadores

con la ambrosía de los soñadores.

La brisa del perfume

de la uva y del limón,

me hizo dormilar

con tu canción,

que nos da la melodía

del salud y del tronar

cuando hay que bailar.

Inundado quedé de tus diáfanas aguas,

Y palpitando con mi sangre enamorada,

naufragué con húmedas parras,

para darte mi corazón,

que tú siempre quisiste endulzar,

entre el brindar y el brindar.

E L B R I T Á N I C O

Británico león marino,

cruzaste el gigantesco Atlántico,

flameando tu emblemático santocruzado,

para sembrar tu magna sabiduría

en estas tierras germinales de cultura.

Con la cruz de San Jorge,

santificaste mi civilización precolombina

al defender a la dama americana

de las fauces del dragón hispano.

En ese castillo del saber

aprendí sobre el rojo apasionado que britanizaste,

al derramarnos el océano azul de tu sabiduría,

que encontró la paz en la blancura

de tus orillas ribereñas.

Fueron muchas mis experiencias castillescas

las que recibí en tus atrios discipulares.

Verbalicé el mundo con tu madre lengua.

Iluminé de inteligencia a muchas mentes

con el brillo de tu dorada corona.

Melodié con las telúricas cuerdas

de tus conciertos juveniles.

Dramatizé en tus tablas histriónicas.

Y oscilé mi pincel de colores

entre la poesía y el séptimo arte.

Que más podía hacer por ti,

Real Británico amigo.

Disertar sobre tu caballeresca historia,

que se confunde entre el blindado de las espadas

y el escudo que defiende la justicia con hidalguía,

haciendo rugir la nobleza de su linaje.

JUANA DE ARCO

La voz patriótica de Dios

despertó a la niña de su fantasía,

para que relampagueara

la luz misionera del creador.

Como toda una Santa heroína

blindaste tu espada sagrada,

palpitando en tu

coraza

el escudo de fe que defendías.

Entre el flamear de los estandartes

y el ensangrentado de las armaduras,

coronaste al soberbio soberano

que se quedó dormido en el trono.

El pecado de los hombres sotanados

eclipsó tu aureola de Santa

con el fuego de los brujos condenados,

pero no pudieron apagar

tu voz angelical de Santa doncella.

SAN FRANCISCO DE ASÍS

Brillaste en la riqueza

con el diamante de tu pobreza.

Y mendigando para los pobres

se te abrieron las puertas celestiales

para llenar de gloria

tu corazón palpitante de amor.

Con tu vida santa,

las flores hablaron,

los animales cantaron,

y el sol y la luna se besaron.

Cuando te fuiste al cielo

me dejaste tu sotana,

para vestirme de sentimientos,

y abrigarme con los rayos de luz

de tu aureola encantadora.

ESTAMOS CONTIGO CHE

(Al Che Guevara)

Hace años has muerto Che,

pero este año has nacido

en mi corazón revolucionario.

Mi padre siempre me habló de ti.

Yo escuchaba. Yo sentía a otros.

Vi retratado tu cadáver

como el sueño del grandioso Júpiter.

Tu recuerdo se dibujó en casacas.

Tu vestimenta la llevaron los patas.

Se te vio en fiestas de luces.

Adornaste carros y omnibuses.

La juventud percibió muy humano tu sacrificio.

Por eso los jipis se hicieron más reales.

Derramaste tu sangre gaucha en jungla americana,

pero no perdiste tu melena de hombre fuerte

y rey salvaje.

Estremeciste al mundo con tu caída.

Despertaste en nuestras marchas

la voz de:_¡Estamos contigo Che!

M A R K A W A S I

Mirando hacia las alturas,

elevándose sobre los abismos de tinieblas,

y después de cruzar los peligros de la yunga mágica,

encontrar la loma seca con su techocielo

impregnado de estrellas relampagueantes.

Pasada una noche tormentosa,

sentir el llamado de las entrañas de mi tierra,

sentir en ellas el universo de mi cultura,

que me invita a desflorar lo más recóndito

de su virginidad andina

para descubrir el encanto de los tesoros serranos.

En el gran movimiento

de la inagotable aventura de la esencia de mi alma,

me ví amurallado por las miradas penetrantes

de las figuras ciclópeas.

En medio de esotéricos aullidos semihumanos,

fui alejando mi pensamiento

de la encumbrada fortaleza anaranjada,

que me introducía en las oscuridades

de sus umbrales misteriosos.

Descendiendo terrales,

imaginando manatiales,

saboreando coloridos vegetales,

regresé al lugar donde se contempla

la divinidad pétrea de nuestra naturaleza peruana.

C H I L C A

Caminando en la negra noche aventurera

cruzamos los matorrales de pantanos

y blancas lagunas.

Entre la luz de la plateada luna

y la fogata de la vieja leña,

entramos en ensueños

para recibir el nuevo día.

Como no recordar las cavernas

y los roquedales que dan testimonio

de nuestra salvaje aventura.

En el chasquido de las bravas aguas,

y en el rasguño de las rocas incandescentes,

desafiamos el rigor de la naturaleza.

Cueva extraña que me llamaste

de mi madre tierra,

para hacerme compartir

el misterio de tu hermosura

y entregarme la inspiración

de tus pedregales humedecidos.

En el eco de tus peregrinos,

en las diáfanas aguas de tu verde esperanza

y en los cuerpos descubiertos

a la merced de tu encanto,

pude comprender el arte

de tu rústico cavernario,

Las líticas guaridas nos encerraron

en la mágica oscuridad de tu pasado,

y conviviendo en estrechos pasadizos

y recintos pétreos silenciosos,

descubrimos los secretos

de tu enigmática posada.

En mi nostálgico retorno,

me traje esas voces

de tus ocultas montañas,

que me abrigaron

en aquella noche lunada.

R O M A N A

Siempre caminabas seria y dulce,

con tu suelto cabello rubio

agilizando tus doradas manos

de chica o de niña, mirándome

con pena, enigma y temor.

Pero esta radiante mañana,

fue diferente.

Pasaste altiva y sonriente.

Mostrando tu tocado de Romana.

Mirando con garbo inocente.

Ya no eras la misma Mariela.

Te olvidaste de mirarme.

Te olvidaste de ese enamorado poeta

que te enalteció a Romana.

L A D E L C A S T I L L O

Ansioso de encontrarlo.

Lo hallé como sumergido.

Eran las gotas de sudor.

Nublados estaban mis ojos.

A lo lejos ví agitarse algo.

Era una mano que salía de la ventana.

Corrí desesperadamente

por el verde prado,

pero los cipreses contuvieron

mi avanzada.

Ahora me entrecruzaba

y me destartelaba.

Llegué ante los pies del castillo

como un pordiosero.

Alcé el rostro ensangrentado.

Noté tu expresión ruborizada.

Tu melena caída me llamaba,

Entré. Se me contó la leyenda.

La ví. Su mirada era triste.

Luego sonrió.

Yo también sonreí.

Era ella. La del castillo.

D E N E K O A J E N N Y J O

Cerca a una flor

estará la poesía.

La lees y dice:

"Sucedió en el Haití".

Una tarde de invierno

entre risas, recuerdos

y suaves pensamientos

llegamos a gozar más

de nuestra época.

Sin saber como…….

alcanzamos lo que…..

merecíamos.

Lo hermoso hubiera sido

que fuese eterno.

Por eso uno busca estímulos,

planeas como un estratega,

pero al final se me queda……

aquello que mentalmente ……

lo alegré.

E N S A N V A L E N T Í N

En el final de una tarde

me encontré en la avenida

tratando que me llevaran

pero no lo conseguí.

Al frente me reía la juventud

de una graciosa dama,

me acerqué y hablé.

Reímos y bromeamos.

La ilusión siguió su curso

como la vida en un paseo.

Ya estaba en casa. Era de noche.

La luna de plata me iluminaba.

Z A P A T I T O S N E G R O S

Ahora que el miedo entra en mí,

Ahora que el odio me envuelve,

Ahora que la tristeza absorbe,

es ahora cuando pienso

en los zapatitos negros.

De la blancura a la negrura,

de la ternura a la ricura,

tapan la garra felina

los zapatitos negros de Elina.

También hay blancos pantaloncillos

También ropitas que entran en mi bolsillo.

Se irán el caballero y la dulce dama

pero quedarán los zapatitos negros de Elina.

Traerá la cigüeña al niño

Llevará el esqueleto al hombre,

pero el Neko del ayer

traerá los zapatitos negros.

A Q U E L L A T A R D E

El viento de la noche fría

me trajo a este nuevo día.

El viento de la tarde morada

calmó mi ira errada.

El carrusel de los coches

me miraba, pero no me oía,

pero si se llevaba

aquel tiempo que tanto necesitaba.

A M B I E N T E

En la pequeña ventana

penetra esa luz de color ámbar,

de color histórico y vespertino.

Y más allá de las estrechas paredes

oigo el cantar de las inocentes precoces,

oigo el cantar de las solitarias aves.

Al salir de la habitación

me encuentro con el balcón.

Este me da la bienvenida

con los aplausos de su compañero

el árbol, que lo protege

del frío lugar.

Al final miro el horizonte.

M A N S E D U M B R E

La casa blanca

con los agujeros negros

y su cielo morado,

con los ladrillos rojos

de color tradicional.

Que hermosa alucinación

Que bella sensación,

fui llevado a pensar

en los viejos castillo

cubiertos por las nieves

o en los nuevos castillos

que nos esperan en los cielos.

S Á B A D O

Creer que este día es todo lo que hay en el mundo infinito. Es mi sueño que ahora vivo

para sentirme muy feliz en esta corta noche que ayer la ví como un gran futuro.

Llegó el momento de divertirse y después me sentí muy mal. No sé porqué. A lo mejor

debí pasar el Sábado más sanamente. Mi intriga nunca terminó. Lo cierto es que mi po-

lo, mis zapatillas y mi jeans aún me siguen esperando.

B A R R A N C O

Esa corta mañana salí hacia el poético Barranco. Al abandonar el iluminado Miraflores

fuí recibido por el saludo del molino del vecino balneario. Las plazoletas fueron mis

primeras estaciones y las jóvenes escolares mis pasajeras pasiones.

Por un lado el lugar era antiguo, lírico y sobrio. Se veía en la profundidad de las oscu-

ras mansiones rostros vetustos, que se confundían con el garabateado mármol de las co-

lumnas. En lo alto se notaba unos anteojos curiosos y perezosos.

En otro ambiente el lugar era común, criollo y agitado. Todos caminaban hacia polos

opuestos. Se escuchaba el grito de los mercaderes y lejanamente se oía el llanto de sus

vástagos. La vida ahí era igual que en cualquier sitio. Los calurosos jóvenes eran tan

anaranjados como en otros barrios.

Llegué a una tercera morada de silencio y lujo, de murallas y plantas. Me parecía la co-

lonia. Luego conocí las casa de tres poetas. Estaban tan solas y olvidadas que me trajo

melancolía y nostalgia. Finalmente al término del viaje pude oler entre la brisa del mar,

el calor de la tierra y el aire invisible, los papeles de esos versos que aún no se habían

quemado. Versos de poetas barranquinos.

M I R A F L O R E S

El baneario de miraflores significaba para nosotros, los muchachos de Surquillo, no

solamente la morada de la burguesía sino un pequeño territorio europeo o anglosajón

de jipis y rokeros. Nuestros primeros viajes fueron con las celebraciones públicas de

los campeonatos de futbol del Perú. De ahí pasamos a los conciertos musicales de la

Concha acústica del Parque Salazar y terminamos leyendo libros escolares, con tarea

o sin tarea, en la biblioteca de la avenida Larco.

Cuando ya no tenía a mis grandes amigos, volví a visitar el foráneo balneario. Entre

iglesias, partidos políticos, conferencias, galerías, fiestas, discotecas, restauranes y

barrios de nuevos amigos, virtualmente fui cambiando mis vivencias solitarias.

El espíritu Vargallosiano de "Los Cachorros" y "La Ciudad y los perros" mirafloreó

más mis ideales de transformar mi geografía urbana. Después descubrí que todo fue

un sueño de vanidad generacional que tú puedes crear para hacerlo más sensacional.

S U R Q U I L L O

Desde que me dí cuenta que amanecí en este mundo, intenté transformar la dura rea-

lidad de la vida con mi sueño de artista y de poeta. Mi padre poseía, por su trabajo,

carritos de las décadas del treinta y del cuarenta. Casi todos los día lo armábamos y

casi todos los días los desarmábamos. Entre los fierros, cauchos, combustibles, pin-

turas y los gritos de mi padre, yo dibujaba, inventaba cuentos y componía poemas.

En el colegio cantaba y me pagaban con figuritas y también vendía mis dibujos. En

la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma, aparte de los sabios conocimientos que recibí

y de las cosas malas que aprendí, me divertí bailando en el recreo e idealizé con las

tradiciones y la casona de Ricardo Palma.

La mejor época de mi adolescencia fue entre los 16 y los 17 años. En esos cortos tiem-

pos todo fue borracheritas del parque Bolivar y del parque Marsano, fiestecitas de ma-

trimonios y quince años, bromitas ilimitadas, amiguitas y enamoraditas pasajeras. Yo

simultáneamente continuaba escribiendo cuentos, componiendo versos y dibujando imá-

nes; muchas de estas inspiraciones se perdieron en esos tiempos cortos. En esa edad tu-

ve mis tres grandes amigos: Jhoni, el loco Jaime y Antonio.

Cuando tenía 18 años dejaba Surquillo y viajaba a Miraflores.

M A G D A L E N A

Todos danzaron en mi cabeza, pero ninguno supo recompensar mi recuerdo, entonces

salí y caminé por el desfiladero del pasaje que se confundía con la penumbra de la tarde,

calor de verano, desesperación de frustado.

A medida que me introducía por diversas calles me iba encontrando con casas más añe-

jas y parecía que cada minuto del reloj de la torre de una iglesia, daba un siglo más de

existencia, no pude soportar el cansancio del andar. Entré a una quinta oscura, sola y hú-

meda. Ahí estaba resumida la brisa de Magdalena. La gente pasaba y traspasaba el um-

bral. Me veían como a un loco, pero yo aún seguía ahí, sentado en las frías escaleras que

disminuían la sofocación. Tenía mucha hambre. Abrí mi mochila y saqué unos bisco-

chos, que comía con vehemencia, pero dos niños me miraron con ansiedad llorosa. Se

los dí y abandoné el lugar.

Me dirigí al malecón para continuar con la brisa de la quinta. Sentí mucha paz. De pron-

to noté que al fondo venía un novicio de hábito negro. Sonaban sus sandalias. Había esa

soledad acompañada de las casonas viejas, descoloridas y frías. Le pregunté lo que se

me ocurrió. Escuché las campanas de la Iglesia. Volví al pasaje. Entré a la casa donde

estaba y recordé todo lo vivido. Salí. Me fui. Dejé Magdalena (MCMLXXXII).

S U E Ñ O D E N A V I D A D

Fui reposado en el pesebre del Niño Dios. Y como era de Dios, todo lo que ví y soñé,

de sus manos de él salió.

La posada encantada estaba fascinada con duendes, nomos, aventureros, caballeros ,

carretas, trenes, aviones, barcos, muñecos, payasos y todo aquello que se encuentra en

la imaginación de un niño.

Dios es bueno con los soñadores, por eso el Niño Jesús con su varita mágica

tocó mi pensamiento y me llevó al Paraíso de la fantasía, donde yo bailaba con todos

los muñecos, nomos y aventureros, y con la música que salía del interior de los trenes,

aviones, barcos y carretas. Aplaudían los payasos y saltaban los caballeros.

Un rayo de luz me despertó del encantamiento. Los juguetes me miraban como dicién-

dome: "Ese fue nuestro sueño de Navidad".

III IV MMV

E N T R E T U L E S

Entre tules conocí a las ninfas de ese paraíso. Entre tules esclarecí los íconos orientales.

Los colores caían como cataratas de telas atornasoladas y en cada tienda de campaña se

escondía una alegría misteriosa.

Cabalgando por el camino de las sorpresas, descubrimos lo pintoresco de cada tierra: El

Caballero hispano gaucho, el cuadro de los sabios, la reencarnación de Sidartha, los

Querubines humeando, los brazos de la diosa Siva, los enigmáticos mandalas, las don-

cellas de cabellos de oro, cueros de talentos, ropajes de mancebos y un sinfín de los

maravillosos frutos de la historia de mi tierra.

Pero todo lo contemplé entre tules. Entre tules de colores se pasearon nuestros caba-

llos. Entre tules de tornasoles conversamos y reímos.Entre tules envolvimos nuestros

pensamientos para dejarnos volar como dos jipis extasiados en la realidad solariega.

VI I MMV.

L A V I D A E S U N A F I E S T A

Danzé como el Rey David delante del Arca de Dios. Por eso danzé en las fiestas re-

ligiosas que el Señor me invitó.

Rodeado de montañas dancé para una Primera comunión, y en medio de miradas de

alegría desplazé el cuerpo que el creador me invitó. El baile es un teatro donde los

actores dibujan la melodía de los cantores.

La vida es una fiesta, donde la Navidad es la sublime algarabía de toda la existencia.

A la medianoche nacía el Niño Dios y yo danzé como el Rey David delante del Arca

de la alianza.

Vamos familia a la Casa de la hermana mayor, donde ha nacido el penúltimo de los

benjamines. Una nueva francachela se presenta en escena. Ahí mi teatro oscila entre

el baile y el duelo de espadas.

Un nuevo año nos concede el Hacedor para celebrar el día de la Sagrada familia. Como

olvidar las subidas y bajadas de nuestra hermana Argentina, ni los timbales caribeños, ni

la tonata arrabalera. Nuestro arte dramático se compuso de risas, miradas, bromas, com-

pases y lenguajes corporales. Así pudo ser la vida, para que la vida fuese una fiesta co-

mo esta Pascua de Reyes que estoy viviendo y escribiendo a ti dulce vida festiva.

VI I MMV.

C A S A M U S I C A L

Las melodías románticas y fúnebres del señor Arrisueño, impregnaban el malecón de

Miraflores de amor y eternidad.

Sus teclas revivían el amoroso Chopín y al mortuorio Bach. Se vive para amar y se

muere por amor.

Desde el oscuro fondo de su balcón se dibujaba la figura delgada del señor Arrisueño,

que nos invitaba con sus dedos musicales a compartir el arte del sonido inspirado.

Poeta del teclado silenciaste tu casa musical para irte a descansar con los coros celes-

tiales. Desde el cielo escucho tu melodía terrenal.

Mi padre preguntó por ti cuando se nostalgiaban tus ojos que nos llamaba al concierto.

Una noche visité tu casona. Ya no latía el corazón de los clásicos. Tú ya estabas musi-

calizando con Chopín y Bach, mientras yo compartía los compases de una generación

vivida. Luego perdida.

Tu casa seguía siendo la Casa musical que tú tal vez quisiste que siempre fuese. Volaré

algún día hacia la casa eterna, pero nunca me olvidaré de la pintoresca Casa musical que

me recibió entre luces de colores, como las estrellas que iluminan la casa del señor Arri-

sueño: La Casa musical del Poeta del teclado.

IX I MMV.

MUÑECA PARA TÍ

Del fruto del girasol y la violeta naciste tú: Muñeca para ti. Muñeca para mí. Muñeca de

bucles girasolados y violetados.

Tus ojos rejuvenecen el espíritu longevo de mi madre.

Tu nariz es una montañita hacia la inocencia.

Tus labios: dos riachuelos de miel que desmbocan en el sabor de la alegría.

Dos mejillas te hacen más pintoresca de lo que eres.

Dos orejitas escuchan nuestras palabras de engreimiento.

El tiempo transcurre con un mundo dando vuelta. Y tú pasas el tiempo dando vueltas

musicales.

Todos somos muñecos cuando Dios crea nuestro cuerpo, y el soplo de nuestra vida

la cuerda que nos mueve.

Soplemos entonces fantasías, amores e imaginaciones para que nuestra muñequita vi-

va en el pensamiento de nosotros.

Muñequita para ti,

Madre mía rejuvenecida.

Muñequita para ti,

te regalo hoy en tu día,

donde tú naciste para nosotros

y la Muñequita nació para ti.

XV I MMV.

C A L L E S T O R C I D A S

Veo calles torcidas

todas son cortadas

por el mar.

Ellas no saben

en que terminarían,

como yo nunca supe

que es lo que quería.

Todos estos versos

son tan confundidos

como las calles torcidas.

Versos que me dejan

muy aturdido,

pero si no los hago

me hundo en el tormento.

Y cuando los hago

hay algo de lamento.

V XI MCMLXXXII.

A M O R P L A T Ó N I C O

Trivial la ilusión siguió.

Hasta que un nuevo día llegó

cuando Cúpido flechó

el globo del amor que sonó.

Brotando el bálsamo de olor

sentí la fragancia de candor

de esas Venus de olor.

Nunca tuve a Marleny, Jesús,

Charo, Dana, Maki o Flor.

Nunca tuve ese platónico amor.

MCMLXXXVI.

T E F U I S T E M E N G U E L E

Te fuiste rubicundo gatito al cielo de los animales de Noé. Ahí te esperan los de raza,

los de tu alma y los de tu lenguaje. Aún persiguen al doctor que lleva tu nombre, pero

tu te llevaste sus ojos a la eternidad.

Recuerdo esos días de presteza, cuando con aquellas traseras maravillosas traspasabas

el tragaluz. Desafíabas barrotes, sol y penumbra, dejando en el espacio tu pelaje pol-

voriento. De abajo contemplábamos tus ojos felinos. Eran verdes como el agua mari-

na y penetrantes como un pensamiento precipitado.

Me acompañaste en mis solitarios desayunos, pero nunca comprendiste mi dolor de

poeta. Para ti tal vez era natural e insignificante. Maullaste hasta hoy, tu último día,

y tu dolor hizo eco en las lágrimas de mi hermana. Aún te recuerdo con esa mirada

de chico inocente. Aún te recuerdo con esas orejas alertas de chacal despierto.

Al ver tu lugar vacío y tus rincones ausentes, no me queda más que decirte que……

"Adiós Menguele".

XXIX XI MCMLXXXV.

A L P A P A H I S T Ó R I C O

Siempre dudé del mandato divino del Papa. Cuando supe que Juan Pablo II arribaría

a mi patria, me pareció algo que no se le debería dar tanta trascendencia. Sin embargo

su llegada a nuestra tierra trajo en mi alma ilusionada un espíritu de personaje legenda-

rio. Sentí la venida de un monarca histórico. Sentí la venida de un pontífice medioeval.

Me emocionó esa juventud que lo apoyó, en todo momento, con alegría, gozo y paz.

No puedo negar que vivió en esos días un aldeano enterado de la llegada de un rey con-

quistador. De un rey cristiano santo, noble y bueno.

MCMLXXXV.

R E A L I D A D P O É T I C A

Y mis nuevos versos saldrán del balneario de Barranco. Será un pequeño tiempo o será

eterno, si es que soy un triunfador.

Yo soy la realidad de todos los poetas, porque mi inspiración es muy confundida.

Ser poeta es ser todo. Yo lo soy en mi prosa. Las obras vargallosianas me han inspirado

ha escribir una novela donde escenifico a Magdalena, lugar de inquietudes de una joven

pareja: Amigos míos.

MCMLXXXII.

R E C U E R D O S

Esta tarde de invierno me hace recordar mis épocas en que yo solía juntarme con pocos

amigos. Veía el color de la gente confundido con la realidad del cielo. Me sentía raro y

feliz. Nuestras chompas se subían hasta el cuello, dándonos una expresión seria pero a-

Partes: 1, 2
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