Introducción |
I. Antecedentes: algunas características de la evolución del mercado de trabajo latinoamericano entre 1950-1980 |
II. Evolución del mercado de trabajo latinoamericano entre 1980 y 1995 |
a. Elevación de las tasas de desocupación abierta y acentuada reducción salarial |
b. Cambios en la estructura y deterioro de la calidad del empleo |
c. Heterogeneidad en la distribución del desempleo |
Conclusiones |
Caracteristicas del mercado de trabajo en América Latina |
a. La estructura de los nuevos empleos de modernos a informales |
b. La calidad del empleo en las microempresas |
c. Condiciones laborales y calidad del empleo |
d. Terciarización e informalización: dos procesos heterogéneos |
Conclusiones |
El cambio tecnológico y el empleo |
a. Cambios en el ámbito internacional |
b. La necesidad de innovación e inversión |
Conclusiones |
Impacto de la Globalización en el mercado laboral |
Introducción |
Los resultados de la globalización |
Conclusiones |
Las políticas de desarrollo |
Las Políticas de empleo en Argentina |
a. Creación de puestos de trabajo transitorios |
b. Generación de empleo duradero |
c. Programa de capacitación |
Conclusiones |
Reflexión Final |
Bibliografía |
Este trabajo tiene como objetivo principal investigar el desarrollo y la actualidad del mercado laboral en América Latina. También nos pareció importante analizar los que consideramos dos grandes aspectos que tienen una directa relación con los cambios que han ocurrido en el mercado laboral de América Latina, hablamos de la globalización y el cambio tecnológico; dos fenómenos que se dan juntos y son cada día mas acerados y relevantes. El trabajo no podía quedar completo sin hacer un estudio de las políticas publicas relacionadas con los problemas del mercado laboran y un detalle de las políticas publicas desarrolladas para enfrentar este problema del mercado laboral en nuestro país, Argentina.
Este trabajo fue realizado por alumnos de la cátedra de Política y Derecho Social de la carrera de Administración de la U.N.L.P. , con la idea de conocer un poco mejor las condiciones del mercado laboral actual de América Latina y su repercusión en el ámbito social.
Para realizar este trabajo se recurrió a fuentes de información variadas, pero se le dio especial importancia a los informes de los organismos internacionales como la O.I.T (Organización Internacional del Trabajo) y de organismos públicos nacionales como el I.N.D.E.C. ; para tratar de darle la mayor verosimilitud a la monografía.
Realmente confiamos que este trabajo servirá para introducir e informar a quien lo observe, sobre la real situación del mercado laboral en América Latina, el cual tiene una enorme relevancia tanto política como social.
Queremos agradecer a todas las personas e instituciones que colaboraron de una u otra manera para que la realización de esta monografía se pudiera concretar de una manera exitosa.
Introducción
El propósito que se busca con este trabajo es investigar las caracteristicas del mercado de trabajo Latinoamericano. Se pone un especial espíritu en observar las causas de los problemas y las alternativas a la situación actual para lograr un desarrollo adecuado del mercado.
En una primera etapa, se trata de describir cuales fueron los principales cambios en el mercado de trabajo latinoamericano a partir de la década del 50 hasta la década del 80, luego estudiaremos las caracteristicas que se dan en la actualidad en el mercado de trabajo latinoamericano, para poder comprender con claridad su situación y problemática actual.
En una segunda etapa se estudian con mayor profundidad los que consideramos que son dos de los principales factores que han influido en los cambios que ocurrieron en el mercado de trabajo Latinoamericano, la globalización y los cambios tecnológicos.
En una tercera y ultima etapa se penetra en los aspectos mas políticos del mercado laboral, en ésta etapa nos introducimos en las políticas a seguir para confrontar las situaciones actuales y futuras del mercado laboral en América Latina, situaciones que se describen en las etapas anteriores. Indudablemente el trabajo no quedaría completo si no nos introducirnos en la parte final del trabajo en las políticas, relacionadas con el mercado laboral, de nuestro país; ya que éste manifiesta caracteristicas similares a las de los demás países de Latinoamérica.
Evolución del mercado de trabajo en América Latina
I. Antecedentes: algunas características de la evolución del mercado de trabajo latinoamericano entre 1950-1980
El mercado de trabajo latinoamericano experimentó fuertes cambios en el período 1950-1980. En términos del volumen y naturaleza de la oferta de trabajo, las principales transformaciones observadas fueron las siguientes: en primer lugar, un fuerte crecimiento de la población económicamente activa (PEA), principalmente en los años 70, cuando alcanzó una tasa promedio de 3,2% al año
En segundo lugar, se observa una significativa variación en las tasas de participación laboral según el género, debido al importante crecimiento de la tasa de participación de la mujer, ocurrido principalmente entre 1970-1980, más acentuado entre las mujeres jóvenes (entre 20 y 24 años).
En tercer lugar, ocurren cambios importantes en la estructura sectorial del empleo: un acentuado proceso de migración del campo a la ciudad que hace disminuir la importancia de la agricultura y aumentar considerablemente la importancia de la industria y, principalmente de los servicios, en el empleo total. Este cambio en la estructura del empleo significó una inserción masiva de la mano de obra en actividades de mayor productividad y posiblemente de mayor ingreso.
El fuerte crecimiento del sector servicios o, en otras palabras, la terceirización de la estructura del empleo, produjo, a su vez, cambios importantes en la estructura ocupacional: al disminuir las ocupaciones de menor productividad se redujeron los estratos sociales en la base de la estructura ocupacional (asalariados agrícolas, campesinos y trabajadores manuales). Por otro lado, ocurrió un crecimiento (lento) de los estratos de obreros manuales y un crecimiento (acelerado) de las ocupaciones no manuales con mayor calificación e ingreso, así como del empleo público. La cuarta tendencia importante observada en el período fue la disminución de la tasa de subutilización de la fuerza de trabajo aunque en números absolutos el número de desempleados sumado al de subempleados haya aumentado. Eso significa que el problema del subempleo (responsable por aproximadamente 75% del total de la tasa de subutilización de la mano de obra) fue relativamente mucho más grave que el problema del desempleo abierto durante todo el período.
Fuente:: OIT, Panorama Laboral, 1996.
Por otro lado, algunas características del mercado de trabajo latinoamericano no han sufrido cambios sustantivos. En primer lugar, se mantiene constante, como proporción de la PEA, la magnitud de los sectores tradicional rural e informal urbano. A diferencia de los países desarrollados, cuyos sectores modernos, en períodos de dinamismo económico, absorbieron con relativa rapidez la mano de obra ocupada en actividades de baja productividad. En consecuencia, entre 1950 y 1980 se mantienen prácticamente constantes el porcentaje de campesinos entre los ocupados agrícolas (aproximadamente 60%) y del sector informal entre los ocupados urbanos (aproximadamente 25%).En segundo lugar, se mantiene relativamente constante la participación de la remuneración de los asalariados en el Producto Interno Bruto (PIB) (en torno a 35% entre 1960 y 1980), lo que significa que las mejorías relativas experimentada en el mercado de trabajo, aunque se hayan reflejado en una disminución del porcentaje de pobreza en la región, no lograron alterar de la misma manera la distribución del ingreso.
II. Evolución del mercado de trabajo latinoamericano entre 1980 y 1995
Las crisis económicas de los años 80, así como las medidas de ajuste estructural implementadas a partir de ahí, tuvieron como consecuencia inicial un severo deterioro de las condiciones de producción y de la situación laboral en la región, produciendo una inflexión de las tendencias que caracterizaron el período anterior.
Entre los principales cambios ocurridos se destaca el quiebre de la tendencia decreciente que la subutilización de la mano de obra había registrado entre 1950 y 1980, registrándose, a partir de esa fecha, un notable aumento del desempleo abierto y del subempleo. Se intensifica el proceso de precarización del trabajo, bajo las formas, entre otras, de menor estabilidad laboral, reemplazo del empleo permanente por trabajo a tiempo parcial y creciente subcontratación.
En los años 80 se empieza a hacer sentir en el mercado de trabajo el efecto demográfico de la disminución del incremento de la población en edad de trabajar iniciada en los años 70, lo que provoca una disminución en el ritmo de crecimiento de la PEA. Por otro lado, siguen aumentando las tasas de participación, en especial la de las mujeres.
Se acentúa la tendencia a la urbanización y terciarización del mercado de trabajo: la PEA no agrícola sigue creciendo.
a. Elevación de las tasas de desocupación abierta y acentuada reducción salarial
La crisis económica de los años 80 afectó la evolución del producto y, en especial, del empleo. El PIB per cápita de la región cae casi 10 puntos en 10 años.
Los salarios, a su vez, experimentaron un acentuado deterioro entre 1980 y 1990, especialmente el salario mínimo y el salario agrícola.
Fuente:: OIT, Panorama Laboral, 1996.
En consecuencia, ocurre un aumento de la pobreza y de la concentración del ingreso. Los avances logrados en los 20 años anteriores (1960-1980) se neutralizan: la pobreza total aumenta.
Entre 1990 y 1994, pasado el período más intenso del ajuste económico, la recuperación económica experimentada en varios países significó también un crecimiento del empleo. Se interrumpe el proceso de caída de los salarios mínimos, que se incrementan levemente (1,1% anual), mientras los salarios industriales aumentan un 2,4 al año.
En 1991, los salarios alcanzaron lo mínimo observado desde 1980 (65% de su valor). A partir de ahí se detiene el retroceso del salario mínimo, que había sido constante durante toda la década de los 80, en consecuencia del abandono deliberado de la política de salarios mínimos por parte de muchos gobiernos de la región, además del deterioro de su poder de compra debido a las altas tasas de inflación
Ese proceso de recuperación se detiene en 1995. La desaceleración del crecimiento económico (1,7% en 1995) se refleja en un nuevo aumento de la desocupación abierta (de un 6,3% en 1994 a un 7,5% en 1995), un estancamiento de los salarios mínimos y una leve reducción de los salarios reales en la industria (-0,5%) (OIT, 1995; OIT, 1996). En el aumento de las tasas de desocupación abierta se destacan las situaciones de Argentina (11,5% en 1994 y 18,4% en 1995) y México (3,6% en 1994 y 6,6% en 1995).
Fuente: elaborado por PREALC, con base en cifras oficiales.
Los indicadores desfavorables registrados en 1995 evidencian la fragilidad de las mejorías verificadas tanto en términos del crecimiento económico como de la situación laboral entre 1990-1994 y cuestionan la sustentabilidad de las políticas adoptadas en el período.
La elevación de la tasa de desocupación abierta fue resultado del bajo dinamismo e inestabilidad de la economía (que presentó un crecimiento promedio en la región de 2,9% en 1996), la reducción del empleo público y la aplicación de nuevos ajustes.
A pesar de la desaceleración de la inflación promedio, los salarios reales se estancan. Los salarios industriales se reducen en 9,4% y el poder adquisitivo del salario mínimo se mantiene constante.
b. Cambios en la estructura y deterioro de la calidad del empleo
Hay que señalar, además, que aún en el período en que se pudo observar un crecimiento del empleo (1990-1994), ese estuvo acompañado por un significativo deterioro de su calidad. Disminuye la importancia del sector público y de la gran empresa privada como generadoras de empleo. Por otro, aumenta la importancia de las pequeñas empresas y del sector informal y de los trabajadores por cuenta propia no profesionales.
Fuente: OIT, 1994; OIT, 1996.
Otro indicador del deterioro de la calidad del empleo es la reducción del grado de protección social de los trabajadores. Según la OIT, apenas 35% de la PEA latinoamericana estaba, en 1994, protegida por algún sistema de seguridad. Ese dato estaría indicando que un porcentaje significativo de los trabajadores del sector "formal" también está fuera de los sistemas de seguridad social.
c. Heterogeneidad en la distribución del desempleo
El desempleo se focaliza en determinadas categorías dentro de la PEA (como las mujeres y los jóvenes). La tasa de desempleo de las mujeres es, en la mayoría de los países de América Latina, de un 10 a un 40% superior a la tasa de desempleo de los hombres.
La tasa de desempleo juvenil es 50% superior a la tasa de desempleo urbano promedio (considerando los jóvenes con edades entre 20 y 24 años) y el doble considerando los que tienen entre 15 y 24.
En síntesis, se puede decir que la relativa estabilización y recuperación económica experimentada en lo que va de los años 90 no ha representado una mejora significativa en la situación del mercado de trabajo.
Conclusiones
Las políticas de generación de empleo productivo son parte fundamental de una estrategia de construcción de políticas sociales no asistencialistas, en la medida en que el acceso al empleo productivo y de calidad representa la única forma a través de la cual se puede superar de manera consistente las situaciones de pobreza y exclusión social.
Tanto del punto de visa de la contribución a los procesos de desarrollo económico como de la equidad social, interesa la cuestión del empleo no solamente en términos cuantitativos (volumen de puestos de trabajo existentes o pasibles de ser generados) como cualitativos (las condiciones en que estos se ejercen: salario, tipo de contrato, grado de calificación, condiciones de salud y seguridad, relaciones laborales). En ese sentido, no se puede separar el concepto de empleo del concepto (más amplio) de trabajo.
El estilo de reestructuración productiva adoptado en la mayoría de los países, donde el ajuste a nivel de las empresas se viene dando fundamentalmente a través de la disminución del nivel de empleo como mecanismo para aumentar la
productividad y recuperar los márgenes de ganancia, particularmente en el sector industrial. Ese tipo de ajuste ha llevado a numerosos países a facilitar los despidos, introducir contratos más flexibles y, en general, a reducir costos laborales incluyendo los salarios. El equilibrio macroeconómico y la capacidad competitiva de las empresas se obtiene, entonces, en el corto plazo, al costo de menor nivel de empleo, mayor inestabilidad y desprotección de los trabajadores.
Debido a la disminución de la proporción de empleo generado en el sector público y en las grandes empresas privadas, el ritmo de crecimiento del empleo agregado pasa así a depender básicamente de la capacidad que tenga cada país para absorber
fuerza de trabajo en actividades informales. Eso produce un efecto negativo sobre la productividad media del trabajo de los países de la región, ya que esas actividades suelen tener bajos grados de productividad. A su vez, la remuneración media de los trabajadores informales es la mitad que la obtenida por empleados y obreros de los sectores más organizados de la economía.
Se profundiza la tendencia a la informalización y precarización del empleo, lo que significa que, aun cuando se generan nuevos puestos de trabajo, tienden a ser de baja calidad (en términos de productividad, salarios, calificación, condiciones de trabajo, protección social, etc.).
Se observa una baja capacidad de las economías nacionales en términos de generación de empleo productivo. El hecho de lograr un nivel dado de crecimiento no ha contribuido a reducir el desempleo, como había ocurrido anteriormente.
Predominan ampliamente, y tienden a profundizarse, los procesos de desregulación y flexibilización no negociada de las condiciones y relaciones de trabajo, lo que, además de afectar la calidad del empleo, afecta a la institucionalidad que regula el mercado de trabajo, provocando un debilitamiento del movimiento sindical y de los sistemas y procesos de negociación colectiva.
Caracteristicas del mercado de trabajo en América Latina
Composición sectorial de los nuevos empleos de bienes a servicios
La composición del empleo ha cambiado durante esta década. Por una parte, el empleo ha continuado desplazándose desde los sectores productores de bienes hacia los de servicios. La participación de los servicios en el empleo aumentó hasta situarse en un 75% del total hacia mediados de la presente década. En promedio, 90 de cada 100 nuevos empleos generados en los años noventa correspondieron a las actividades de servicios.
Para algunos, el rápido aumento del empleo en este sector implica no sólo un menor nivel de productividad promedio, sino también un crecimiento más lento de la misma. Para otros, el aumento de la inversión, la rápida incorporación de nuevas tecnologías, la intensidad en el uso de trabajo calificado y la estrecha vinculación de algunas actividades de servicios a los sectores productores de exportables eleva tanto el nivel como el crecimiento de la productividad del sector de servicios y de la economía en su conjunto.
La terciarización de los nuevos empleos contribuye al deterioro de la calidad de los puestos de trabajo, por dos motivos. Por un lado, la productividad en los servicios crece menos y, por otra, la productividad media disminuye. Asimismo la ampliación de la brecha intersectorial de productividades tendería a aumentar el diferencial salarial, lo que afectaría la distribución de ingresos entre los ocupados.
a. La estructura de los nuevos empleos de modernos a informales
La mayor proporción del empleo continuó concentrándose en actividades informales, las que incluyen a trabajadores por cuenta propia, familiares no remunerados, ocupados en micro-empresas y al servicio doméstico.
Por otro lado, la participación del sector informal en los servicios y, en particular dentro de éstos, en servicios comunales, personales y sociales es significativamente superior a la de los sectores productores de bienes, lo que se debe, en gran parte, a la mayor facilidad de entrada al mercado laboral que ofrecen estas actividades. El segmento del sector informal que más ha crecido durante esta década en la totalidad de los países es el de las microempresas.
Las ocupaciones informales corresponden a actividades con reducida productividad e ingresos, en comparación con el promedio y con el nivel prevaleciente en los sectores modernos. En promedio, el nivel de ingreso de los informales es de alrededor del 62% del
ingreso de los ocupados en el sector moderno. Como consecuencia del aumento del empleo informal se reduce el crecimiento de la productividad media tanto de los sectores productores de bienes como el de servicios, afectando la competitividad y, por tanto, la capacidad de crecimiento futuro.
b. La calidad del empleo en las microempresas
Las microempresas, por sus características de empleo y nivel de remuneraciones se ubican en un estrato intermedio entre el sector moderno y el resto de las actividades informales. Un 30% de los trabajadores de las microempresas está ocupado en el sector productor de bienes y el 70% restante en el de servicios al igual que el promedio de la economía. En la producción de servicios, el empleo en microempresas tiene una concentración mayor en comercio y otros servicios en relación con el promedio
En todos los países analizados, las microempresas fueron el segmento más dinámico en materia de generación de nuevos empleos. El aumento del empleo según el tamaño de las empresas durante los noventa muestra que en la mitad de los países la contribución de las microempresas es similar o superior al de las empresas más modernas. En promedio, alrededor de la mitad de los nuevos empleos generados por las empresas privadas en su conjunto fueron en microempresas.
Dos factores pueden contribuir a explicar el alto dinamismo del empleo en las microempresas. El primero se vincula a la reducción del empleo en las empresas industriales grandes en sus esfuerzos por elevar su competitividad. El segundo se relaciona con la búsqueda de nuevos empleos por parte de los empleados públicos despedidos, debido a las privatizaciones y al ajuste fiscal.
El ingreso en las microempresas supera, en promedio, al ingreso por ocupado del sector informal en su conjunto, y alcanza alrededor del 90% del ingreso medio del sector moderno. Hay, asimismo, marcadas diferencias de remuneraciones entre los asalariados de los pequeños establecimientos y los de tamaño mediano y grande. El salario pagado por las microempresas representa un 55% del registrado en las empresas modernas.
c. Condiciones laborales y calidad del empleo
La calidad del empleo no sólo se refiere a los niveles de productividad e ingresos, sino que abarca también otros aspectos de las condiciones laborales de los ocupados; en particular, el tipo de relación laboral entre trabajador y empleador, la duración de la jornada de trabajo, la protección social de los trabajadores y el ejercicio de los derechos laborales fundamentales.
Al considerar estos aspectos se observa que no todo empleo generado durante el período es de buena calidad, ni en el sector moderno ni en el informal. En efecto, en el caso del sector moderno el 14% de los asalariados en las empresas privadas de Argentina no tiene contrato, y del conjunto de los que sí tienen contrato otro 10% está sujeto a un contrato temporal. En total, cerca del 23% de los asalariados en el sector privado moderno argentino, o carece de contrato o tiene un contrato precario
En cuanto a las microempresas, que como se señaló anteriormente concentran gran parte de los nuevos empleos creados durante el período analizado, existen evidencias que muestran que, entre 1995 y 1996, la mayoría de los trabajadores no tuvo una relación laboral formalizada, ya que carecieron de contrato de trabajo escrito. La duración de la jornada laboral, por su parte, es mayor que la de los trabajadores del sector formal.
En lo referido a la protección social, otra investigación reciente muestra que los trabajadores en microempresas prácticamente carecen de protección tanto para la vejez como en la salud.
Por otra parte, los trabajadores de las microempresas no tienen casi acceso a los mecanismos institucionales necesarios; sindicalización y negociación colectiva, entre otros, para asegurar el ejercicio de sus derechos laborales fundamentales. Los especialistas en esta materia reconocen que el porcentaje de trabajadores accidentados en estas empresas s muy superior al de las empresas del sector formal.
En cuanto a las condiciones salariales, como se señalara anteriormente, el nivel de la remuneración promedio de los trabajadores de las microempresas equivale al 55% del de los asalariados del sector moderno.
Aun cuando las microempresas han contribuido significativamente a la generación de empleo durante el período analizado y la calidad de estos empleos es aceptable cuando se considera su productividad e ingresos, al incluirse otras dimensiones asociadas a la calidad, como las examinadas más arriba, parece claro que su calidad es baja.
Debe reconocerse su importante contribución a la generación de empleo. Si bien una fracción no marginal de los nuevos empleos está constituida por puestos de trabajo de baja calidad, otra alcanza niveles de productividad e ingresos que corresponden a empleos de buena calidad, lo que muestra que, bajo ciertas condiciones, las micro-empresas pueden llegar a constituir opciones válidas de generación de empleo productivo.
d. Terciarización e informalización: dos procesos heterogéneos
Nueve de cada diez nuevos empleos fueron creados por el sector de servicios. La terciarización presenta, asimismo, una característica adicional: su heterogeneidad. En parte, el proceso de terciarización es el resultado de la modernización que sustituye puestos
de calidad en la industria manufacturera por nuevos puestos en los servicios que se asocian a la innovación tecnológica en informatización y comunicaciones, así como a los cambios en los mercados financieros. Sin embargo, la terciarización es también el resultado de la expansión de servicios personales, sociales y comunales que no necesariamente constituyen alternativas de empleo de alta calidad. Nueve de cada diez nuevos empleos generados en los servicios durante los noventa fueron en el sector informal.
e. Nuevos empleos, equidad y pobreza
Aun cuando el empleo creció en todos los países en los años noventa, su crecimiento fue diferenciado según estrato de ingreso. Durante este período, en la mayoría de los países analizados el crecimiento del empleo favoreció tanto a los estratos de altos ingresos como a los más bajos.
Aumenta el diferencial de ingresos entre los ocupados ya que el crecimiento de los ingresos altos superó al promedio y también al de los demás estratos de ingresos.
En los estratos de ingresos altos se registra la expansión más acelerada tanto de empleo como de ingresos debido a la buena calidad de los puestos de trabajo; al otro extremo, los estratos de ingresos más bajos se benefician también de la expansión de empleo, así como de la mejora en las remuneraciones pero en menor medida que los demás, como consecuencia de la baja calidad de los nuevos empleos. Los grupos medios resultaron menos favorecidos en materia de crecimiento del empleo
Se estima que el aumento en el poder adquisitivo del ingreso per cápita de los hogares de menores ingresos debería resultar en una reducción de la incidencia de la pobreza y viceversa. El crecimiento del ingreso per cápita de los hogares depende del aumento del número de ocupados en cada hogar y de la evolución de los ingresos reales lo que, como se mostró, están influenciados por la calidad de los nuevos empleos.
En todos los países el empleo del estrato de menores ingresos se expandió. Además, en la mayoría de los países considerados el número de ocupados por persona en los hogares pobres creció más que el promedio. No obstante, dado que la mayor parte de los nuevos empleos del estrato pobre son informales, ello resultó en un crecimiento más lento del ingreso real en comparación con el de los ocupados en los otros estratos. Aun así y como resultado del crecimiento de ambos factores, el ingreso per cápita de los hogares más pobres aumentó
En estas condiciones, la reducción de la pobreza dependerá de la capacidad que tenga cada país para, por un lado, alcanzar un crecimiento alto y sostenido del empleo que sea compatible con el aumento de la población de los hogares pobres y, por otro, mejorar la calidad del empleo; es decir, mejorar los ingresos reales de los ocupados pertenecientes a dichos hogares.
Conclusiones
Es necesario mejorar la calidad de los empleos y para ello se sugiere asignar prioridad a tres vías de acción: generar más y mejor empleo, mejorar la calidad del empleo informal, particularmente en las microempresas, y elevar el nivel de educación y capacitación de los trabajadores con menores ingresos.
La experiencia reciente muestra que muchos de los puestos de trabajo generados en el sector moderno durante los últimos años son ocupados por trabajadores que no tienen contrato o tienen contratos temporales, perciben salarios bajos y no se benefician de programas de capacitación y, por tanto, tienen limitadas posibilidades de elevar su productividad. Ello está llevando a algunos países a revisar las reformas laborales adoptadas en la búsqueda de nuevas fórmulas que conduzcan a restablecer una cierta protección y estabilidad en el empleo, pero sin que ello impida la flexibilidad laboral alcanzada.
Otro elemento a considerar en materia de generación de empleo de calidad es el de la empleabilidad. Debe facilitarse la reconversión laboral de los trabajadores – por ejemplo, la reinserción ocupacional de los empleados y obreros del sector público que están siendo o serán cesados, debido a la privatización de empresas públicas y a la reorganización de las instituciones del gobierno central- mediante políticas activas de recalificación laboral, de actividades de capacitación con asesoría para la constitución de empresas y, en algunos casos, con apoyo financiero. Ello, a su vez, debe estar acompañado del mantenimiento de la protección de los trabajadores desplazados. Se requiere, asimismo, vincular los programas de recapacitación más estrechamente con los requerimientos que surgen de las empresas, de manera de ampliar las posibilidades de reinserción ocupacional de los trabajadores afectados.
El cambio tecnológico y el empleo
a. Cambios en el ámbito internacional
Por primera vez en un mínimo número de años, confluyeran dos procesos que hasta entonces se habían presentado por separado en los cambios del sistema internacional: de una parte, una profunda reestructuración del orden mundial, de sus factores hegemónicos y de su funcionamiento; y, por otra, una sustancial transformación en la organización de los procesos productivos, un cambio científico, tecnológico que madura justamente en la segunda mitad de los años ochenta y que, desde un punto de vista más popular, hemos conocido como la tercera revolución industrial.
Los cambios recientemente producidos, la nueva organización del proceso productivo, tiene una suerte de doble impacto inicial desfavorable sobre el fenómeno del empleo que debe ser, sin embargo, contrabalanceado con tendencias más benévolas, más favorables que emergerán en el curso y en la maduración de este mismo proceso. Sin embargo, parece evidente que uno tiene que asumir, como un primer efecto permanente de la nueva forma de producir del nuevo patrón productivo que reemplaza al viejo diseño fordista, el de una reducción y sustitución significativa del trabajo humano. La reducción del empleo es así, un problema común a la agenda de los países desarrollados en Europa, Estados Unidos o Asia y empieza a serlo dramáticamente también en los países en desarrollo como ocurre con nuestra región.
El fenómeno de la automatización y la robotización, en su modalidad particular en este tercer ciclo de cambio científico-técnicos, tiene este primer efecto negativo de reducir el espacio y la cantidad de trabajo humano necesario para crear bienes y servicios.
Cuando nuestros países empiezan a estar afectados por manchones de modernidad a través de plantas y establecimientos que recogen las tendencias de esta tercera revolución industrial, advertimos un fenómeno social injusto y poco deseable, pues la introducción de esta tecnología de punta lleva a un aumento de la productividad y de las utilidades de las empresas, pero no conlleva un aumento en la participación de los trabajadores y a un mayor salario, al menos durante un número significativo de años, que los expertos cuantifican en al menos unos diez.
En los años noventa la expansión del cambio tecnológico y productivo y la existencia de ya no enclaves sino de áreas significativas de modernidad en los países más importantes de la propia región que forma América Latina , han llevado a que las nociones del progreso y el atraso, asociadas a las viejas ideas del norte y del sur, sean conceptos endógenos para entender la realidad de nuestros países y que éstos estén cada vez más segmentados en su propio interior.
La modernización productiva, el gran cambio tecnológico que vivimos, no sólo elimina y ahorra trabajo creando problemas de desempleo, sino que ahorra también capital que se puede aplicar a nueva inversión generando nuevo empleo. Este ciclo es el que están intentando aprender precisamente los países desarrollados. El proceso de modernización tecnológica conlleva la reducción de empleos, pero conlleva también a ahorros en materia del gasto necesario para adquirir algunos productos y, por lo tanto, origina un proceso de ahorro, que puede dinámicamente ser conducido hacia nueva creación de empleo.
b. La necesidad de innovación e inversión
En este contexto invertir en innovación significa hacer un conjunto de tareas concretas, como aumentar el gasto en ciencia y tecnología, impresionantemente descuidado en nuestros países, al punto que, como se puede ver en cuadros comparativos, los países latinoamericanos no sólo no avanzan sino que retroceden desde los últimos veinticinco años.
Está todo el tema de la cooperación en el sector público y el privado en el campo de la investigación y desarrollo, de la relación entre las universidades y las empresas, tan ausente y distante en nuestros países y tan relevante en países dinámicos y desarrollados; el tema de la capacitación y participación de los trabajadores, especialmente la creación de mecanismos de negociación colectiva para hacer posible, no la discusión demagógica sobre mayores ingresos, sino la participación en los aumentos de productividad conseguida en torno a metas explícitas y logradas.
Conclusiones
En los años noventa, efectivamente, América Latina tiene más pobreza que hace un tiempo, tiene más desempleo, tiene una peor distribución del ingreso y afrontan riesgos, en muchos casos inocultables, de desintegración social.
En materia de desempleo, la media del desempleo que en 1990 era de 5,7% había pasado a 8% en 1996, la distribución del ingreso país por país, con poquísimas excepciones, se hacía notoriamente más regresiva y la disparidad productiva más aguda y, el conflicto entre atraso y progreso originaba cuadros que en muchos lugares prefiguraban situaciones inquietantes o riesgos de conflictos sociales.
Las reformas económicas no rinden frutos inmediatos y los mejores estudios prueban que son las reformas antiguas las que, con un alto costo social, después de diez o más años empiezan a mostrar indicadores más favorables y los países que emprendieron reformas
modernizadoras de la economía en los años noventa están pagando justamente, este costo inicial elevado y al parecer por naturaleza de la estrategia actual de desarrollo prevaleciente en el mundo. En este cuadro habría que agregar que la aplicación de amplios programas de superación de la pobreza, que son materia de consenso en los gobiernos de nuestros países en los años noventa, aunque no siempre con las condiciones generales del proceso de crecimiento, han sido interrumpidos en muchos casos abruptamente a mediados de la década, anulando los resultados incrementales que se esperaban.
Que América Latina tiene delante un difícil paso hacia la nueva modernidad tecnológica y productiva, y una doble agenda social de pobreza y equidad, que ojalá podamos encarar en los años venideros con eficacia y con oportunidad.
Impacto de la Globalización en el mercado laboral
Introducción
La globalización significa que los países están hoy más integrados a la economía internacional que en el pasado. Las reformas comerciales y financieras implicaron reducir las barreras al comercio exterior, mediante la eliminación de las restricciones cuantitativas a las importaciones, la reducción de las tarifas y de su dispersión. La reforma financiera dio origen a un proceso de apertura del mercado de capitales, lo cual coincidió con una fuerte entrada de capitales externos.
La globalización abre nuevas oportunidades para la creación de puestos de trabajo y afecta los determinantes del empleo y los salarios. Los cambios en la demanda agregada requieren una mayor capacidad de adaptación en la organización de los procesos de producción y de trabajo. Asimismo, la necesidad de aumentar la competitividad implica que el ajuste de los salarios está limitado por el crecimiento de la productividad del trabajo.
Es evidente que si se tuviese que asumir una posición objetiva con respecto a la globalización y la liberalización económica, alegaría que las mismas brindan significativas oportunidades para aumentar el comercio y las inversiones. Ciertamente, es así para aquellos países en desarrollo que tienen suficiente capacidad productiva para competir en la economía. Si bien hay mayores ventajas para algunos países en desarrollo con un alto nivel de capacidad productiva, en el caso de otros países en desarrollo, algunos de ellos pertenecientes a nuestra región, existe el evidente peligro de la marginalización o incluso la fragmentación, en vista de la limitada capacidad productiva de estas economías y, por lo tanto, una limitada capacidad comercial para competir efectivamente en ese orden global. Esto tiene un impacto diferente dependiendo de la capacidad de desarrollo de los diversos países que participan en el sistema económico global.
Algunas personas sostienen que la globalización es en efecto, un intento por globalizar las disposiciones del ajuste estructural y la liberalización económica, tal como se han aplicado en las economías internas durante la última década o más. Cuando lo que vemos en esa situación es una creciente desigualdad en la distribución del ingreso.
Pero no es que el crecimiento sea la causa del desempleo, sino que la mala distribución de los beneficios que genera el crecimiento sería la causa de que no haya un óptimo nivel de empleo y, por supuesto, de equidad social.
Los resultados de la globalización
La reforma del Estado ha consistido en general en la reducción de su tamaño y la reorientación de sus funciones, al mismo tiempo que aumenta la responsabilidad del sector privado y la importancia de los mercados en la asignación de los recursos.
Las reformas de la seguridad social incorporaron al sector privado en la administración de los recursos, sustituyendo en algunos casos y complementando en otros los sistemas de reparto vigentes en otros, mediante la creación de la modalidad de capitalización individual de los trabajadores. Estas reformas han posibilitado la creación de nuevos mecanismos para la movilización de recursos financieros, contribuyendo así a la inversión y el crecimiento económico. Sin embargo, un alto porcentaje de trabajadores sigue sin beneficiarse de sistemas de protección social alguno.
En materia de empleo, la reducción del tamaño del sector público, traslada al sector privado una mayor responsabilidad en la creación de nuevos puestos de trabajo. Esto último requiere no sólo inversión en capital físico sino también en capacitación, factor clave para elevar la productividad y la capacidad competitiva de los trabajadores.
La desregulación de los mercados reduce la intervención directa del Estado en las áreas del comercio, finanzas y trabajo. Ello ha significado una menor protección a los mercados de bienes y de trabajo con el objetivo de mejorar la eficiencia y otorgar mayor importancia a los mecanismos de mercado en la asignación de recursos.
En el campo laboral las reformas han introducido importantes cambios en la legislación en una doble dirección. Se modifican las condiciones de los contratos, se flexibilizan la duración y distribución de la jornada de trabajo y se amplían los causales de despido al incorporar a la legislación los motivos económicos. Estas reformas tienden a facilitar la adaptación de las empresas a las nuevas condiciones económicas. Se introducen reformas constitucionales y de legislación laboral, para asegurar los principios de libertad sindical y restablecer las garantías de los derechos de los trabajadores para negociar libremente.
La generación de empleos modernos se debilita como consecuencia de las reformas del Estado. En varios países, el nivel de empleo del sector público se estancó o se contrajo, como consecuencia del ajuste fiscal y del proceso de privatizaciones.
La demanda de empleo del sector moderno privado reaccionó positivamente al crecimiento del producto en todos los países exceptuando Argentina.
La expansión del empleo en empresas de tamaño grande y medio no logró compensar la pérdida de ocupaciones del sector público, lo cual resultó en la mayoría de los países en una reducción en la capacidad del sector moderno para absorber a los nuevos entrantes al mercado laboral en puestos de trabajo de alta productividad.
La mayor proporción del empleo generado continuó concentrándose en el sector informal, conformado por trabajadores por cuenta propia, familiares no remunerados, ocupados en microempresas y en servicio doméstico.
Al concentrarse la expansión del empleo en actividades de baja productividad, se reduce la productividad media y afecta, en consecuencia, los esfuerzos para aumentar la competitividad.
Si bien las políticas para flexibilizar el mercado de trabajo han contribuido a una adaptación más rápida de la ocupación en las empresas, al mismo tiempo han generado un aumento del trabajo precario.
Durante el período de las reformas, el poder adquisitivo de los salarios aumentó debido principalmente a la reducción de la inflación, más que al comportamiento del mercado laboral y/o de mecanismos institucionales.
El salario industrial se incrementó en términos reales en prácticamente todos los países. No obstante, en la actualidad todavía persiste un rezago salarial importante en relación a 15 años atrás en Venezuela, Perú, México, Argentina y Bolivia. El poder adquisitivo del salario mínimo, en la mayoría de los países su nivel actual es inferior al registrado en 1980.
Conclusiones
En la economía global hay una concentración de la propiedad del capital y la tecnología que no es muy recomendable y, como países en desarrollo que participan en la economía global, no debemos permitir que se creen estructuras que nos impidan buscar los muy importantes objetivos de una expansión en el crecimiento y la producción.
Se deberían promover actividades que conduzcan a la inversión de parte del sector privado local y foráneo en la economía, pero con miras a garantizar la diversificación de la producción. Porque es un hecho que la demanda de servicios y manufacturas para la exportación, particularmente de servicios, aumentará considerablemente en vista de los procesos globales y de la revolución tecnológica que están sucediendo actualmente, y los cuales, en la región, tendrían que comenzar a relacionar con estos acontecimientos.
La acción colectiva de parte de los países en desarrollo es esencial para influir en la forma de ese orden global. Al tratar de instrumentar la acción colectiva a nivel global, se debe buscar una guía que permita fomentar las posibilidades comerciales y de inversión entre los mismos países en desarrollo. En América Latina ciertamente se pueden encontrar enormes capacidades que los países pueden intercambiar entre sí.
Las políticas de desarrollo
Debemos formular e instrumentar un plan de acción para fortalecer los mercados laborales, incrementando su flexibilidad y competitividad. La instrumentación oportuna de programas que eleven el capital humano mediante la educación y el entrenamiento.
Para hacerlo, será necesario elevar los niveles actuales del gasto social. En principio, se trata de una inversión en empleos y, con toda seguridad, en el derecho de toda persona a la dignidad humana.
La pequeña y mediana industria puede ser un eje para aminorar el desempleo y la pobreza. En Asia, el apoyo a la pequeña y mediana empresa ha sido significativo para el desarrollo de las exportaciones, así como para la generación de empleo.
Nuestra integración con la economía global es un aspecto necesario a fin de mantener y aumentar nuestro desempeño económico actual.
Se requiere de una tasa de crecimiento promedio de 6 por ciento anual si queremos atacar frontalmente la pobreza. El crecimiento y el empleo son metas políticas esenciales.
Aumento de la calidad de los empleos informales, en especial en las microempresas. Para lograr este objetivo se sugiere considerar dos aspectos. El primero se refiere a la modernización de las unidades productivas del sector informal. Para ello deben continuar y ampliarse los programas de apoyo productivo: de crédito, asesoría, difusión tecnológica y organización. Además, en muchos casos dichos programas necesitan ser revisados con vistas a lograr una masificación de sus efecto para evitar que, como ahora ocurre, los mismos sólo beneficien a grupos reducidos y no pasen de ser experiencias piloto.
Se requiere, asimismo, facilitar el proceso para que los informales puedan alcanzar la ciudadanía económica plena. Ello les permitirá acceder a la institucionalidad, incluyendo el financiamiento y los mercados, pero más importante aún, permitirá habilitar su capacidad para hacer negocios y, por ende, mejorar los ingresos y la calidad de los. Ello supone, entre otras cosas, revisar la legislación tributaria y laboral tendiente a simplificar los procedimientos y a adecuar los «pisos» que la ley establece, y un cambio de orientación de las instituciones públicas, de manera que el cumplimiento de la ley sea visto no tanto como una obligación inmediata sino como un proceso gradual que requiere apoyo y asesoría.
Deberían reforzarse los mecanismos institucionales que garanticen la plena observación de las normas básicas del trabajo y acompañar el proceso con una inspección adecuada y con asesoría laboral a las empresas.
Mejorar el nivel de capacitación y educación de los trabajadores, en especial los de estratos de más bajos ingresos Los datos disponibles indican que los trabajadores de ingresos más bajos tienen entre dos y tres años menos de estudios que los del sector
moderno. Se estima que en los sectores pobres cada año de estudio adicional podría representar un incremento del 25% en el ingreso del trabajador informal y una reducción en 1/3 de la brecha de ingresos respecto a los ocupados en el sector moderno.
Se requiere, por un lado, programas de capacitación dirigidos a los trabajadores en microempresas y la adopción de incentivos que permitan a dichas empresas, individual o colectivamente, invertir en la capacitación de sus trabajadores. Se espera, asimismo, que la regularización de la situación contractual de los trabajadores pueda contribuir a ser más atractiva la inversión en el desarrollo de los recursos humanos, tanto para los microempresarios como para los propios trabajadores involucrados. Se requiere, además, superar la baja calidad de la educación de los jóvenes de los sectores pobres. Ello hace necesario una acción focalizada para mejorar la calidad de la enseñanza y ampliar su cobertura cuando sea necesario. Los efectos de dichas políticas tomarán tiempo, pero constituyen requisitos indispensables para equilibrar las oportunidades de acceso a trabajos de mejor calidad.
Las Políticas de empleo en Argentina
a. Creación de puestos de trabajo transitorios
El Programa Trabajar consiste en la creación de empleo transitorio a partir de realizar los proyectos de obras que presentan organizaciones sin fines de lucro o municipalidades o entidades provinciales, relativos a proyectos de obras que satisfagan necesidades sociales o comunitarias. El Fondo cubre los costos de la mano de obra y los organismos ejecutores, los que presentan los proyectos, se hacen cargo del costo de los materiales y de la asistencia técnica para la realización de estas obras.
Programa de Servicios Comunitarios que tiende a complementar las necesidades de la población más necesitada y tiende también a complementar el Programa Trabajar y la participación de la mujer en la medida en que exige, como condición, que el 80% de los beneficiarios del Programa de Servicios Comunitarios sean mujeres. En la misma línea del programa de empleo transitorio, pero ya no en la realización de obras sino en la realización de servicios
Desarrollo de Empleo Local, que también tiende a realizar obras y servicios que satisfagan necesidades de la comunidad. La diferencia es que el financiamiento para estos programas es de la autoridad local que propone el Programa de Desarrollo Local. Lo que da el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (MTSS) es la asistencia técnica y la cobertura para la realización de estos programas.
b. Generación de empleo duradero
En general, en la experiencia internacional hay dos mecanismos para fomentar el empleo en la actividad privada.
Una primera línea consiste en modificar los aspectos que pueden limitar la incorporación de trabajadores, como es el costo laboral.
La reducción de las contribuciones patronales que proponen las modalidades promovidas, o la reducción de las contribuciones patronales a partir del Decreto del Gobierno Nacional
Otro elemento es el incremento en la productividad de los trabajadores.
Un incentivo a la contratación a partir de reducir los costos de esa contratación o de generar nuevos puestos mediante una ayuda económica del Estado.
Uno de ellos es el Programa Forestar, en el marco de un programa nacional de desarrollo del sector forestal que impulsa la Secretaría de Agricultura. Se apoya esta acción a través de una ayuda económica no remunerativa a una cantidad de trabajadores para realizar esas actividades.
c. Programa de capacitación
Proyecto Joven. Los jóvenes en general eran un sector con dificultades para insertarse laboralmente debido a dos cuestiones: no tenían un conocimiento preciso de los requerimientos para un puesto de trabajo en particular, sea porque no concluyeron los estudios o porque los estudios realizados no tenían vinculación con las habilidades que exigía el puesto de trabajo, y la otra limitación era la falta de experiencia. El Proyecto Joven se define como un proyecto de capacitación inicial, es decir, para empezar un proceso.
Programa de Apoyo a la Reconversión Productiva se está planteando acompañar este aspecto con una capacitación complementaria que posibilite a los trabajadores que ya estuvieron en el proceso productivo –y que por algún motivo están fuera– una capacitación para reinsertarse nuevamente.
Programas de Capacitación son los Talleres Ocupacionales que constituyen la base para detectar necesidades ocupacionales en algunas localidades.
En la vida útil de un trabajador no bastan los conocimientos adquiridos en la etapa educativa sino que hoy en día, requiere una actualización durante toda su vida útil.
Otro de los Programas a desarrollar incluye asistencia técnica a todos los actores que están incluidos en este tema: instituciones de capacitación con fines de lucro, organizaciones sociales tipo sindicato o sociedades de fomento, cámaras empresariales e instituciones provinciales o municipales.
Conclusiones
Hasta ahora la población objetivo de los programas de empleo son los desocupados y es aún muy débil la respuesta que estamos dando a los otros sectores involucrados en el problema.
La mayoría de los programas que tienden a fomentar el empleo en el sector privado, tienen más incidencia en el aspecto de reducción del costo laboral que en el aspecto del incremento de la productividad.
Las políticas que tienden a reducir el costo laboral, producen un efecto inmediato y constante sobre el desempleo. Las que tienden a incrementar la productividad en el trabajo, como la capacitación, no producen impacto en forma inmediata sino que suponen un proceso de desarrollo mucho mayor. La diferencia es que estos efectos mediatos no son lineales porque se potencian con el desarrollo del tiempo.
Reflexión Final
En la ultimas décadas se han dado en América Latina y en Argentina, como parte de ésta, importantes cambios en el mercado laboral que podríamos tomar como tendencias casi constantes. Estas transformaciones ( aumento de la participación de la mujer, migraciones campo ciudad, reducción de los salarios, aumento de la informalidad, baja en la calidad de empleos, crecimiento del desempleo, etc.. ) no solo han generado problemas en el mercado, sino que, afectan sin duda el bienestar de toda la población, especialmente la menos pudiente.
Una de las manifestaciones que mas a afectado al mercado de trabajo en América Latina a sido la globalización y sus efectos derivados como: la obligación de ajuste del sector publico, la necesidad de reconvertir las industrias, la urgencia de mas competitividad y disminución de costos, desregulación de los mercados, etc.
A su ves a partir de la Globalización se genero un importante cambio tecnológico, el cual obligo a replantear las estructuras productivas y como consecuencia el mercado laboral, aumentando la ya prevaleciente preponderancia del capital sobre el factor trabajo. Es paradójico que el aumento de la producción dado en muchos países no sea acompañado de igual manera por un incremento del empleo.
Los cambios que a experimentado el mercado laboral en los últimos años a generado consecuencias condenables para la sociedad en forma general y mas particularmente para las clases sociales medias que se han visto reducidas. Se observa en América Latina un incremento de las desigualdades en la distribución del ingreso entre los ocupados y un empeoramiento de las condiciones laborales y la calidad de los empleos sobre todo para los sectores de menores ingresos.
Las políticas orientadas a solucionar los problemas del mercado laboral generadas por los gobiernos se han orientado en su mayoría alrededor de las empresas y no hacia el mercado. Estas políticas se caracterizan en su mayoría por la búsqueda de disminuirles el costo laboral a las empresas como una forma de aumentar su competitividad, esto mediante desregulaciones y flexibilizaciones, políticas que solo dan frutos a corto plazo. Una política mas aceptable socialmente, y a largo plazo, estaría orientada hacia la reconversión de las PyMES, la capacitación de la mano de obra y la acción conjunta de los países Latinoamericanos.
- " Mercados laborales, encadenamiento productivo y políticas de empleo en América Latina" – Laís Abramo – I.L.P.E.S.
- " Globalización, empleo y acción colectiva " – Denis Benn – P.N.U.D.
- " Reforma económica, crecimiento y empleo " – O.I.T.
- " Políticas de desarrollo para generar empleo y reducir la pobreza " – Basdeo Panday.
- " Panorama laboral 97 – Calidad de los nuevos empleos en los 90 " – O.I.T
- " El impacto del cambio tecnológico sobre los problemas del empleo " – Luis Maira.
- " Las políticas de empleo en Argentina " – Luis Castillo Marin.
- Datos estadísticos varios. – O.I.T.
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Trabajo realizado por:
Garcia Cairoli Andrés
Estudiante de Lic. en Administración
Fac. Ciencias Económicas UNLP
La Plata – Argentina