Irrenunciabilidad del derecho a la libertad. ¿Derecho o principio?
Enviado por Denis A. Aguilar Cabrera
- Noción de libertad
- La libertad a través de la historia
- Restricciones legítimas a la libertad
- El derecho a la libertad
- La libertad y otras concepciones
- La Libertad Negativa y Libertad Positiva
- Derecho a la Libertad en Nuestra Legislación
- Conclusiones
- Bibliografía
Noción de libertad
Los autores coinciden en que la libertad es la posibilidad de elegir entre varias opciones, con ausencia de coacción externa. Aplicada esa noción al acto voluntario, la libertad es la posibilidad de elegir entre ejecutar o no el acto, sin coacción exterior[1]
El derecho considera que la única libertad relevante es la que se exterioriza, lo que repercute de varios modos en la vida social. Al tiempo que la protegen, las normas constitucionales también pueden restringir la libertad, a fin de evitar la anarquía[2]
Sobre la libertad se ha dicho y se seguirá diciendo mucho. Se argumenta, por ejemplo, en algunas concepciones, que siendo el hombre libre no lo es del todo pues tiene toda actividad regulada por pautas de conducta que le dicen lo que debe y lo que no debe hacer. A estas se suma la contradicción que sostiene que aun teniendo la conducta regulada por normas existe la disyuntiva de lo que el individuo decide o no decide hacer, otorgándole otra acepción a la palabra libertad, libre albedrío[3]
Guillermo Cabanellas, al respecto nos dice; se trata de la facultad humana de dirigir el pensamiento o la conducta según los dictados de la propia razón y de la voluntad del individuo, sin determinismo superior ni sujeción a influencia del prójimo o del mundo exterior, a lo que podemos agregar que, siendo así, el ser humano es libre independientemente de la existencia de las normas que rigen su conducta y de las sanciones que, como resultado de la priorización optada, se deriven[4]Sin embargo este mismo autor asigna, en el campo jurídico, lo siguiente, "entendida la libertad como autonomía individual, absoluta en el pensamiento, y mayor o menor según las relaciones surgidas de la convivencia social, ha movido a definiciones de juristas y legisladores". Envuelta en la anonimia, pero aureolada por notable perspicacia jurídica, los romanos decían: "Libertas est potestas faciendi id quod Jure licet" (La libertad es la facultad de hacer lo que el derecho permite).
Pero este hecho tiene un antecedente nacido de una relación de dependencia, si nos remontamos a los tiempos primeros de la existencia del hombre, como nos dice Juan Monroy; "la única posibilidad que tuvo el animal humano para subsistir dependió de la formación de grupos (clanes, tribus, gangs). Lo que explica un rasgo del hombre tan antiguo como su existencia: su sociabilidad". Si a esto le sumamos lo venido después, desde las viejas Concepciones Estatales, Platónicas como Aristotélicas, Rousseau y su Social Contract, el nacimiento del Constitucionalismo, Montesquieu y la Teoría de la Separación de Poderes y el reconocimiento de los Derecho Fundamentales de las Personas, concluiremos que la libertad forma parte de la evolución del hombre y que ha sido tema de discusión y polémica durante toda nuestra existencia y que además se denota una gran dependencia, o necesidad, del hombre a vivir con otros en sociedad para facilitar la respuesta a sus necesidades. Siendo así y dando cuenta que al fin el hombre es libre y que en medio de tanta libertad depende de otros para poder aplacar su necesidad de bienes que le aseguren la subsistencia; la misma relación de dependencia[5]
Justiniano transcribió en el Digesto el concepto y las palabras similares de Florentino: la libertad es la facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo impedírselo la fuerza o el derecho.
Aún encadenada así en algo la libertad, su valor es tan grande que Gayo la consideraba como el mayor de los bienes: "Libertas omnibus rebus favorabilior est" (La libertad es la más preciada de las cosas). Y tan elevado es su precio que, ratificando a su colega Ulpiano, exclamaba: "Libertas pecunia lui non potest" (la libertad no se puede pagar con dinero). Los piratas sarracenos, con los cristianos medioevales y los guerrilleros morunos con los prisioneros de guerra del siglo XX, demostrarían que aquel insigne jurista no siempre estaba en lo cierto. Paulo, a su vez, expresaba: "Libertas ad tempus dari non potest" (La libertad no se puede conceder temporalmente). Porque esa amenaza de retornar a la esclavitud amarga, como simple condena a la libertad, la transitoria liberación. No obstante, en la realidad procesal y como atenuación penitenciaria, se conoce esa libertad revocable o en cuotas que representan instituciones como la libertad provisional de los procesados y la libertad condicional de los condenados de ejemplar comportamiento ulterior.
Las Partidas, inspiradas en el Digesto, caracterizaban la libertad cual "poderío que ha todo hombre naturalmente de hacer lo que quisiese, sólo que fuerza o derecho de ley o de fuero se lo embargue".
En Francia, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la libertad se consagra como Derecho Fundamental en el artículo 2° y se define en el 4° en estos términos: "La facultad de hacer todo aquello que no perjudique a otro". Como conducta personal, la libertad se entiende en el sentido más amplio y a la vez ingenuo.
Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española: "la libertad es la facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo; es el estado o condición del que no está prisionero o sujeto a otro; es la falta de coacción y subordinación; es la facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas, de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres". En fin, de libertad encontraremos infinidades de acepciones y conceptos; pero para enfocarnos en los aspectos más resaltantes de éste significado tendríamos que penetrar en los puntos de vista histórico, religioso y ético.
Los vicios nos encadenan, las virtudes contribuyen a hacernos más libres. La libertad es un valor que a menudo está oscurecido. A veces se escucha ¡déjame hacer mi vida! Aquí está la oportunidad para hacerlo. ¿Por qué? Primero, porque en el paso al acto el ser humano no puede ser sustituido. El hombre está en sus propias manos, dice la Antropología Clásica; nadie puede sustituir su iniciativa. Este hallazgo clásico lleva a formular la libertad como Causa Sibi, ser causa en orden a actos, ser causa para sí en orden a actos: desarrollarse, actualizar sus facultades corre a cargo de cada cual[6]
1.1. Concepción Filosófica de Libertad.
La palabra "libertad" proviene del latín libertas–atis, y gramaticalmente significa "facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos", así como "estado o condición de quien no es esclavo". La razón permite que el hombre actúe de un modo u otro, que no lo haga, pues la idea de libertad sólo puede predicarse respecto de seres racionales. Por lo demás, quien no es esclavo se considera libre porque nadie restringe su facultad de obrar como su razón le indique.
El tema ha sido tratado a lo largo de la historia. Aristóteles consideraba a la libertad como la elección que el hombre hace de los medios que le permitan llegar a su fin último: la felicidad. En la Edad Media, autores cristianos concluyeron que la libertad consistía en elegir el bien mejor, lo que sólo podía lograrse mediante la razón. Según estos autores, antes de tal elección debía existir siempre un juicio, que facultara para elegir no sólo un bien, sino el bien mejor, y este último se obtendría si, junto con la razón y el juicio previo, el hombre contaba con una voluntad fuerte.
También se ha estudiado a la libertad según una clasificación que la divide en positiva y negativa. La primera implica que un sujeto oriente su voluntad hacia un objetivo sin que tal acto sea determinado por la voluntad de otros, mientras que la segunda supone que un individuo esté facultado para obrar o no. La positiva también se entiende como autonomía o autodeterminación y generalmente alude a una colectividad, en tanto que la negativa es exclusiva del individuo y se traduce en que éste haga lo que las leyes permiten y no haga lo que prohíben.
Filosóficamente, la libertad que importa es la negativa, la plena autodeterminación para hacer o dejar de hacer algo[7]Este tipo de libertad corresponde al fuero interno, de ahí que no importe al derecho. Cuando la libertad negativa y la positiva se unen, puede concluirse que una sociedad es libre, pues la libertad negativa presupone a la positiva, con tal que la facultad libertaria de los hombres no se desproporcione y, en consecuencia, afecte a la sociedad.
La libertad negativa y la positiva pueden equipararse, respectivamente, con la libertad subjetiva y la social. La subjetiva es propia del fuero íntimo del sujeto, en tanto que la social sí es considerada por el derecho, pues implica que cuando un sujeto exterioriza su libertad mediante actos, puede incidir en la esfera de libertad de otros. La completa libertad subjetiva sólo se concibe en el estado de naturaleza en que, según Rousseau, se encontró el hombre antes de vivir en sociedad. Actualmente la libertad se concibe con base en la normativa jurídica, como se verá en el apartado siguiente[8]
En el Anarquismo Puro, como aquella potestad de hacer lo que se quiere, imposible por carecer de omnipotencia y por el respeto que infunden los demás en su individualidad y en su conjunto. Con sentido más moral, la libertad se circunscribe a hacer cuanto no daña a otro, con la imprecisión consiguiente al daño y a la autoridad para apreciarlo. En aspecto más jurídico, la libertad consiste en el derecho de hacer cuanto las leyes permiten y todo lo que no prohíben.
Desaparecida la esclavitud, al menos en sus formas más groseras, la libertad personal está garantizada en el orden civil, y es irrenunciable e inalienable. No sucedía así en el Derecho Romano, donde dada la extensión de las facultades individuales, el mayor de 20 años podía vender su propia libertad y transformarse en esclavo, condición digna del capaz de tal suicido moral.
El propio Escriche, partícipe del entusiasmo que la libertad suscitaba en todos sus aspectos y más en la España del siglo XIX, luego de su calvario constitucional y de la primera de las guerras civiles ganada bajo su signo, declara que la libertad -en su sentido natural y verdadero- es la facultad que tiene el hombre de obrar o de no obrar en todo, como crea convenirle. Por eso toda la ley le es contraria, porque toda la ley le ataca y disminuye. Pero no llega a una conclusión anarquista, como buen jurista.
Por eso agrega que la ley que nos quita una parte de nuestra libertad nos asegura la porción que nos queda, confiriéndonos los derechos de seguridad personal, de protección para el honor y de prosperidad; de modo que el sacrificio que hacemos para adquirir tan preciosos bienes es mucho más pequeño que la adquisición. La libertad, pues, de los ciudadanos, será mayor o menor según la mayor o menor gravedad de los obstáculos que la ley oponga a sus acciones o actos; y tales pueden ser las leyes de un estado que absorban casi enteramente la libertad de los individuos que lo componen.
La libertad, por la que se luchaba empeñosamente en Europa en el curso del siglo XIX, se ha convertido en el siglo XX en divisa de carácter internacional. Con el lema de la "Libertad de los Pueblos" hicieron los luego vencedores de la Primera Guerra Mundial; pero a ello siguió una ola de dictaduras en Europa, como nunca se había conocido desde el destruido Absolutismo Real. Por la aspiración de la "Libertad del Iindividuo", oprimido en los sistemas totalitarios, se anunció que se batallaría en la Segunda contienda universal; y también los triunfadores -a tanta distancia ya de su victoria- tienen mucho que cumplir.
El ansia de libertad, inextinguible en los individuos y en los pueblos por larga que la opresión se muestre e insaciable por mayor tolerancia que se logre o consienta, se manifiesta en la vida de los países coloniales como sentimiento de emancipación e independencia[9]
1.2. Concepción Jurídica de Libertad.
Jurídicamente, la libertad[10]no puede ser sólo subjetiva[11]La vida social impide al hombre desplegar su voluntad como si estuviera aislado. A este respecto, conviene tener presente que la correcta marcha de todo conglomerado humano debe regirse por un principio de orden, sustento de la armonía y, por ende, de la sana convivencia social. Entonces, la libertad social es la relevante para el derecho, que no desconoce la trascendencia de los actos humanos surgidos del ejercicio de la libertad subjetiva. Es decir, si el acto de un individuo aislado interfiere en la evolución pacífica de la sociedad, el orden jurídico debe señalar las prevenciones necesarias para que la libertad individual no altere la social. En toda organización humana se limita imperativamente el ejercicio pleno de la libertad.
Los Estados modernos deben asegurar que sus habitantes no cedan al libertinaje, de ahí que elaboren leyes destinadas no sólo a configurar las instituciones que regirán a la sociedad, sino también a establecer las restricciones necesarias al ejercicio de la libertad[12]
En suma, puede concluirse que, jurídicamente, la libertad es la facultad adecuada a los intereses de la sociedad, con que el individuo realiza los fines que se ha propuesto, dentro de los límites impuestos por el orden jurídico y a favor de la persistencia de las relaciones armónicas entre los individuos que la integran.
1.3. Concepción Religiosa
Ahora bien, encontramos también que desde la perspectiva religiosa, la libertad es simplemente la verdad de Jesús. Para los religiosos, él es el modelo y el ejemplo de lo que realmente significa ser libre. Sobre todo, Jesús estaba libre del pecado Su vida entera era una expresión perfecta de la justicia de Dios en todos los sentidos. Este hecho es tan conocido que no es necesario entrar en más detalles. También estaba libre de Satanás y de los poderes de las tinieblas. Podía decir de Satanás, "Nada tiene en mí" (Juan 14:30). Estaba libre del temor. Podía denunciar el pecado en los líderes religiosos.
No temía a las multitudes que le querían matar. Podía fijar su rostro hacia Jerusalén e ir al encuentro de su muerte. Estaba libre de toda enfermedad. No hay testimonio escrito que indique que su salud fuera menos que perfecta en ningún momento. Estaba libre de la tradición religiosa. No tenía ningún respeto para nada por la religión que no procediera de Dios. Estaba libre de todas estas cosas y muchas más. Pero no sólo estaba libre de sino libre para. Estaba libre para hacer la voluntad de su Padre en todo y todos los días. Estaba libre para ser la perfecta expresión de su padre celestial en todo lo que decía y hacía. Estaba libre para dar su vida por nosotros.
La libertad que disfrutaba Jesús es la libertad que ofrece a todos aquellos quienes creen en él. En Romanos 8: 19-22 Pablo escribió: "Porque el anhelo ardiente de la creación es el de aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" ¿Cómo se ha de entrar en esta libertad que predican las religiones cristianas? Encontramos la respuesta en el versículo que ya hemos citado "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".
En la religión, la verdad que entra en los corazones de todos los seres humanos, es la que traerá la verdadera libertad a todos. No es la doctrina del hombre que entra en nuestras mentes lo que nos hará libres; si no la verdad que proviene de Dios. "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Jn 8.31-32). De acuerdo con las palabras del Maestro, la libertad del hombre se encuentra en la verdad de su evangelio. La mentira es el antónimo de la verdad. A través de los tiempos, la debilidad del hombre lo ha llevado a mentir Los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apoc. 21.8). La libertad es sinónimo de verdad en toda su esencia. La verdad a medias, no libera al hombre de sus pecados.
Muchos se convierten en esclavos de los vicios. El licor, el tabaco, las drogas, etc., una vez se posesionan del ser humano se le hace muy difícil liberarse de ellos. En Romanos 7:15-25 el Apóstol Pablo, todo un apóstol, confiesa lo difícil que se le hace vencer la carne. El verso 19 dice: "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago, y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi." Lo que es imposible para los hombres es posible para Cristo. "De cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Jn. 8.34). "Así que si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres." (Jn. 8.36).
La libertad es Cristo, porque el vino a romper las cadenas con que nos tenía atados Satanás. Cristo vino a dar la libertad a los presos que estaban encadenados a sus delitos y pecados. La libertad en Cristo no compara con ninguna otra cosa a que pueda aspirar el ser humano. Todo lo que tenemos que hacer es escuchar su voz, aceptar su invitación, y obedecer su palabra. Conocer la verdad no es suficiente para alcanzar la libertad. Sin la obediencia al Evangelio, nadie tiene libertad completa
1.4 Garantía de la Libertad.
Las garantías de libertad son un conjunto de derechos públicos subjetivos para ejercer, sin vulnerar los derechos de terceros, libertades específicas que las autoridades del Estado deben respetar, y que no pueden tener más restricciones que las expresamente señaladas en la Constitución. Su calidad de derechos subjetivos públicos permite que sean reclamables ante el Estado, que está obligado a no interferir en la esfera de garantías libertarias de los individuos, así como a asegurar las condiciones para que aquéllas gocen de vigencia, imponiéndoles algunas limitaciones en beneficio de la paz, el orden y la armonía sociales[13]
La libertad a través de la historia
Desde el punto de vista histórico, al igual que toda especie viviente procede por evolución de toda una cadena de especies sin que se produzcan nunca saltos espectaculares, así también toda conducta humana procede por evolución de toda una cadena continua de conductas anteriores, sin saltos espectaculares (y si los hay es preciso buscar los eslabones perdidos en vez de diseñar modernas mitologías). De lo cual es preciso inferir que lo que hoy denominamos libertad procede por evolución de la esclavitud, es decir que la realidad que hoy llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad antigua, ya extinguida, que denominamos esclavitud.
Para muchos la libertad es el contrario de esclavitud (y no a la inversa). De manera que si no hubiese existido la esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la libertad, de la misma manera que si no hubiese oscuridad, nunca hubiéramos percibido y definido la luz, tan esquiva por lo demás a ser definida.
Esclava es la persona que no es dueña de sí misma, sino que es propiedad de otra persona, física o jurídicamente. Por consiguiente, libre sería la persona sobre la cual nadie ejerce derecho de dominio, es decir de amo. Y la primera duda que nos asalta es si no existe la barrera natural, el límite (finis) de la libertad: ¿qué es la esclavitud? ¿Cómo podemos definir esa realidad? Al no tener límites se nos convierte en indefinible, es decir en in-finita, con lo cual a cualquier cosa se le llama libertad[14]
En las culturas griega y romana, entre otras, no podía hablarse de la libertad como una cualidad esencial de todos los individuos; la existencia de la esclavitud y de privilegios clasistas imposibilitaba la libertad común.
Unos eran hombres libres y otros esclavos. Los primeros contaban con prerrogativas negadas a los segundos. Incluso en el ámbito jurídico se reguló profusamente la institución de la esclavitud, 8 a fin de que el acceso a la libertad respondiera al cumplimiento de determinados requisitos. Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, punto de partida de la Edad Media, la libertad continuó al alcance de unos cuantos.
La esclavitud prevaleció y variaron sus formas. Surgieron regímenes como el feudalismo y la gleba, que entrañaban para muchas condiciones de vida opresivas. Por lo demás, la fortaleza de las clases nobles implicaba desplegar acciones gubernamentales tendientes a impedir el acceso pleno a la libertad para todos.
La idea de la libertad fue un factor clave de la Revolución Francesa y adquirió rango prácticamente constitucional. La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789) proclamaba en su primer artículo la igualdad y la libertad de todos los hombres. El triunfo de ese movimiento puso fin a siglos de dominación de una clase sobre otra y provocó que en mundialmente se legislara en favor de la libertad individual.
De hecho, a partir del siglo XVIII proliferaron declaraciones referentes a las libertades humanas. Concretamente sobresalen la propia Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano – incluida como preámbulo en la Constitución francesa de 3 de septiembre de 1791- y las declaraciones de derechos de los nuevos Estados de la Unión Americana, especialmente la del Estado de Virginia (1776), integrada al cuerpo de la Constitución Federal de 17 de septiembre de 1787[15]
Vicio que afecta la libertad
La libertad es afectada por el vicio de violencia (fuerza o intimidación)
Restricciones legítimas a la libertad
La idea primordial en la materia es que las restricciones a la libertad fundadas en derecho (restricciones jurídicas) no afectan a la libertad entendida como elemento del acto voluntario; es decir, no constituyen vicio ni privan de voluntariedad al acto.
López de Zavalía explica con todo acierto que éstos son actos voluntarios, pues la necesidad jurídica, o mejor, coacción jurídica, no priva ni afecta la libertad como elemento de ese tipo de actos. Por lo tanto, quien obra constreñido por la ley, no obra involuntariamente[16]De esto, a la inversa, se extrae como conclusión, que se obra sin libertad cuando la coacción externa no es legítima.
3.1. Casos de Coacción Legítima
a) Restricciones por el hecho voluntario
Nadie puede obligar a otro a hacer alguna cosa, o restringir su libertad, sin haberse constituido un derecho especial al efecto. Las restricciones voluntarias comprende (las nacidas de un contrato al que debe respetarse como si fuera la ley misma), o las impuestas por la ley
En estos casos, es preciso señalar, el titular del derecho a la restricción legítima de la libertad de otro sujeto no puede ejercer esa facultad por sí, sino que en caso de incumplimiento deberá recurrir a las medidas judiciales pertinentes.
b) Acto ilícito que perjudica al agente
Nadie puede obligar a otro a abstenerse de un hecho porque éste pueda ser perjudicial al que lo ejecuta, sino en el caso en que una persona obre contra el deber prescripto por las leyes, y no pueda tener lugar oportunamente la intervención de las autoridades públicas. Adviértase que se trata de evitar que el sujeto se cause daño a sí mismo por medio de un acto ilícito. Siendo que en nuestro Derecho el suicidio no constituye un ilícito, la hipótesis del artículo se ve reducida a casos excepcionalísimos. Por ejemplo, que alguien quiera suicidarse provocando la caída de u n avión de pasajeros.
Y si de lo que se trata es de evitar u n daño a terceros exclusivamente, la cuestión no pasa por la restricción de la libertad del agente, sino por la legítima defensa o el estado de necesidad.
c) Alieni iuris que se daña a sí mismo
Quien por la ley o por comisión del Estado, tiene el derecho de dirigir las acciones de otro, puede impedirle por la fuerza que se dañe a sí mismo. Es el caso de los padres, tutores o curadores, que para impedir que sus pupilos se dañen a sí mismos (un demente que quiere herirse), pueden ejercer fuerza sobre ellos.
El derecho a la libertad
La frágil realidad del ejercicio de los derechos se ha manifestado como una constante a lo largo de la historia. La sociedad humana, constituida por el conjunto de las relaciones entre individuos, se ha forjado en muchos aspectos sobre la pasión del poder y el dominio que ha marginado la consideración de persona para multitudes de seres humanos.
El escándalo de la esclavitud, que encontró acomodación en todos los sistemas sociales, morales y políticos, ha revestido hasta nuestros días las formas más sofisticadas de represión disimulando el atropello de los más elementales principios de la ética en la justificación de una legalidad emanada del recurso a la defensa de intereses sectoriales.
El fundamento del derecho nace en la libre capacidad del ser humano para ejercitar actos responsables de relación con otros semejantes. Sólo y en cuanto que el individuo tiene razón para conocer sus propios actos puede pactar en el grupo social, lo que implica que todos los miembros de la colectividad humana, por pertenecer a la misma, son sujetos libres y responsables de las vinculaciones establecidas entre el grupo social al que pertenecen. El derecho se crea porque cada persona desde su libertad constituye relaciones en las que empeña su voluntad de ejercicio en busca de consolidar su propio bien con el bien común del grupo que constituye[17]
El entramado social puede hacer parecer que la adscripción de sus miembros es formalmente necesaria, ocultar los fundamentos de sus relaciones internas hasta el grado de materializar a los individuos como elementos atómicos de un proceso global cosmológicamente establecido. La determinación necesaria del hombre a vivir en sociedad reduciría el ámbito de su libertad hasta situarlo en el margen de lo que en sí es el entramado social que le cobija y sostiene sus necesidades perentorias. La sociedad correspondería a una necesidad existencial anterior a cada persona y por tanto no dependiente en su esencia de los actos libres de cada uno de sus componentes.
Esta formulación que subyace en la raíz filosófica que educe las ideologías totalitarias conduce a que sea la corporación quien asigne los espacios de ejercicio de la libertad a sus partícipes. Ideologías imperiales y filosofías idealistas, incluyendo doctrinarios religiosos, se conjugan desde el dictado determinista que relega a la persona a sujeto paciente del orden social y no al factor agente que por naturaleza le correspondería. En nuestro tiempo contemporáneo hemos contemplado como fascismos y marxismos ideológicamente enfrentados fraternizaban en el dictado sobre el ser de la persona.
El derecho a la libertad que cada ciudadano posee por su condición de persona es inalienable en la responsabilidad de la construcción del grupo social. Todas sus relaciones le entrañan deberes y derechos emanados del entramado de vínculos que le afectan, siendo todos constituidos con su mayor o menor participación directa. Desde su libertad, vivir en sociedad le implica el compromiso del respeto hacia los demás ciudadanos, donde se inscribe los límites de su actuar para no violentar los derechos ajenos. Ese juego del mutuo derecho que constriñe los actos humanos se forja en la convergencia de las libertades personales, por ello siempre que proceda de ese ejercicio no menoscaba, sino que enaltece, la dignidad de la persona.
La libertad es tan intrínseca en la especie humana que como derecho inalienable puede ejercerse frente al resto de la humanidad sin más limitación que el respeto ajeno en su mismo derecho. La condición a seguir los dictados del propio sentir y de la propia conciencia son prioritarios a los del dictado de cualquier otra institución, entendido en el paradigma de los actos humanos que no menoscaban el derecho de nadie a ser igualmente íntegro en su ser.
Lo más esencial del orden social es que sea humano, o lo que es lo mismo, que facilite y respete la realización personal, tanto en el ámbito público con el derecho común a construir participativamente el estado, como en el ámbito privado favorecer el desarrollo de cada cual con plena libertad de ejercicio. La función de la ley estará precisamente en evidenciar y defender el derecho a la libertad personal de cada uno de los ciudadanos para revalorizarlos como personas.
Las doctrinas sociales deterministas del grupo social como un ente pseudos moral, bajo una aparente función perfectiva, conducen a la reducción de la persona a individuos. Desde esa devaluación del ser humano en su derecho a la libertad quedan abiertas todas las posibilidades de formas que según su maquiavelismo se configuran hasta el dominio de la esclavitud.
La libertad y otras concepciones
5.1. La Libertad y la Ética
Desde un punto de vista ético la libertad humana se puede definir como la "autodeterminación axiológica." Esto significa que una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores que previamente ha asimilado.
Cuando no se da la libertad o se da en forma atenuada, entonces el sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta. De acuerdo con esto se dice que la condición previa de la libertad en un individuo es la captación y asimilación de los valores. En la medida en que un individuo amplía su horizonte axiológico podrá ampliar paralelamente el campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una limitación en su libertad[18]
La libertad humana tiene que ir paralela con el sentido axiológico y el sentido de responsabilidad, de no ser así se convierte en libertinaje. Uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona es su proceso de liberación. La libertad puede aumentar o disminuir a lo largo de la vida. Los primeros factores que limitan la libertad del hombre son los condicionamientos, el Súper Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes y las ataduras de una filosofía pesimista.
El tipo de libertad del que estamos hablando es la libertad interior, ésta se rige por valores captados, también es llamada libertad axiológica una vez que se asimilan los valores. El hombre elige realizar algún valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona es ciega para los valores. Actuar libremente significa inclinarse, adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc. La percepción de los valores es indispensable para que exista un acto libre.
Existen dos modos de percibir los valores:
En forma conceptual: Es la que se logra por medio de explicaciones teóricas o descripciones más o menos distantes del objeto valioso.
En forma intuitiva: Es la que se logra por medio de una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese valor como tal dentro del mundo personal del sujeto cognoscente.
Para que la libertad axiológica se pueda dar debe existir la posibilidad de un conocimiento holístico o intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de conocimiento, muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se dé la libertad que nos lleva al valor moral. En otras palabras: para elegir un valor primero hay que conocerlo y apreciarlo en cuanto a tal.
Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la libertad, esta se ha divido en dos muy sencillas:
Libertad de: Significa libertad de obstáculos, de vínculos o de restricciones, sean estos de orden físico o de orden moral.
Libertad para: Significa libertad para alcanzar un objetivo o para realizar un valor o para llegar a una meta, es de tipo interna y reside en la voluntad.
La postura que niega la libertad humana es el "determinismo", postura propuesta por Skinner que ha cobrado auge. Este psicólogo conductista rechaza la libertad en función de un fenómeno también real: los condicionamientos en que vive inmersa la mayoría de la gente.
La tesis central del determinismo dice que el hombre ya está fijado o "determinado" en cierta dirección por diferentes causas que desconoce en el momento mismo y que, por tanto, su decisión "libre" sólo sigue siendo de nombre. Los principales expositores de esta corriente fueron: Leibniz, Spinoza, Freud y Skinner, cada uno con su tesis sobre el comportamiento del hombre. Julián Marías, citando a Leibniz, nos dice, por ejemplo, cuando se refiere a la libertad: "Todas las mónadas son espontáneas, porque nada externo puede coaccionarlas ni obligarlas a nada; pero no basta esto para que sean libres. La libertad supone, además de la espontaneidad, la deliberación y la decisión. El hombre es libre por que escoge entre lo posible después de deliberar. Pero tenemos, como dificultad, la presencia divina; Dios, desde un comienzo, ve el ser de las mónadas, y estas encierran en sí todo lo que les ha de acontecer y han de hacer. ¿Cómo es posible la libertad?".
Leibniz echa mano de algunas agudas distinciones de la teología católica, especialmente del español Molina, para interpretar la ciencia de Dios. Dios tiene tres tipos de ciencia[19]
1. Ciencia de Pura Intelección; Dios conoce todas las cosas posibles
2. Ciencia de Visión; Dios conoce las cosas reales o futuras
3. Ciencia Media, Dios conoce los futuribles, es decir, los futuros condicionados, las cosas que serán si se pone una condición, pero sin que esta condición esté puesta.
Existen otros tipos de Determinismo además de los expuestos por los pensadores mencionados anteriormente; éstos son el Determinismo Biológico y el Sociológico que sostiene la existencia de otras fuerzas rectoras de la conducta humana como pueden ser la programación genética y la coerción social. Sin embargo, frente al Determinismo Absoluto que es al que hicimos referencia en los párrafos anteriores, se levanta una postura contraria denominada Libertarismo. ¿En qué creen los libertarios? En pocas palabras, creen que la libertad individual es el valor fundamental que debe subyacer a todas las relaciones sociales, intercambios económicos y al sistema político. Los libertarios esencialmente predican la libertad en todos los campos, incluyendo el derecho a lo que uno quiera con su propio cuerpo mientras esto no infrinja la propiedad e igual libertad de otros.
En este sentido, creen que la gente que quiere tomar drogas, ver pornografía, prostituirse o pagar por una prostituta, o comprometerse en cualquier clase de actividad sexual consensual, debería poder hacerlo sin ser importunada por la ley y asediada por la policía. Prescribe entonces, que ser libre significa elegir y actuar de la forma que se quiera, es decir, poder comportarse de manera distinta de cómo se ha hecho si así se hubiese querido o elegido. Ello significa que se tiene una libertad de decisión y de acción que escapa a toda determinación causal. Analicemos ahora la postura media, una posición que deja al margen los extremos y que más allá de postulados incompatibles entre libertad y causa, concilia a ambas, es decir, se reconoce que la conducta del hombre se encuentra determinada, pero que dicha determinación, más que impedir la libertad, es la condición necesaria para ella.
Esta última postura distingue entre Determinismo Universal, el cual reconoce y acepta; y Determinismo Absoluto, el cual objeta, dado que niega la libertad humana la cual presupone la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de ellas.
La libertad humana no es absoluta. Existen varios obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en la vida real. En la medida en que falta libertad, el acto humano pierde su calidad de humano y llega a convertirse en un simple acto del hombre. A pesar de esto, la libertad puede conquistarse e incrementarse a partir del nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. Afortunadamente existen procedimientos psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la libertad personal.
5.1.1. Factores que ayudan a la búsqueda de la Libertad
La Ignorancia consiste en la ausencia de conocimientos, es un obstáculo ya que para elegir algo es preciso conocerlo. El mejor consejo para obtener la libertad es abrir horizontes, ilustrar acerca de nuevas posibilidades. Muchos fracasos en las carreras profesionales se deben a una elección incorrecta de ella por ignorar otras especialidades que estarían más de acorde con las cualidades del sujeto.
El Miedo consiste en la perturbación emocional producida por la amenaza de un peligro inminente y es un obstáculo ya que en casos extremos (pavor), puede producir una ofuscación completa de las facultades superiores y todo lo que se ejecuta en esos momentos pierde el carácter de acto humano pues el sujeto no puede responder de ello.
La Cólera y Otras Pasiones son factores importantes para encontrar la libertad. La cólera, también llamada ira, enojo o coraje, al igual que otras emociones y pasiones producen una fuerte limitación en nuestra capacidad de elegir libremente. Las emociones como el odio, la tristeza, la alegría, los celos, la envidia y el enamoramiento son respuestas orgánicas (de adecuación o de inadecuación, de aceptación o de rechazo) por parte del sujeto cuando percibe un objeto afín o discordante. La emoción llevada a los extremos recibe el nombre de pasión.
La Violencia es una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual es difícil o imposible resistirse. Ésta puede debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada en esos momentos.
Los Desajustes Psíquicos entre los cuales sobresale la neurosis, debilitan la libertad debido a que la persona se siente atada a ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el auto concepto o el Súper Yo, a las emociones exageradas, como la ansiedad y la angustia.
5.2. La Libertad y Persona
Es difícil aceptar la libertad pues tenemos muchos y grandes condicionamientos, obstáculos, impedimentos. Además, como la libertad no es materia, no la podemos demostrar.
El hombre no sólo es sino que también se hace; es fruto de sí mismo, de su libertad, de sus opciones libres. Es hombre en búsqueda de verdad. Pero además, jerarquiza y realiza los valores según su proyecto personal de vida. Es por ello que la sociedad y la comunidad deben dar al niño que nace, las condiciones para que encuentre lo necesario para realizarse como persona en vistas a una integral realización.
Para la Antropología, el hombre además de individuo es persona, es sujeto, es uno, es único. El hombre se manifiesta, se revela como persona en su relación con los otros. Es un Yo en relación con un Tú. Existe en el mundo con los demás para realizarse personal y comunitariamente. Su perfeccionamiento como persona se realiza en relación con el otro. El hombre es un ser responsable de otro. Esto supone responder a la llamada del otro, de otra persona que exige tu atención, respeto y poder vivir en plenitud. Todo esto implica responsabilidad.
5.3. La Libertad y sus Límites
Como es lógico, el reconocimiento de una libertad ilimitada haría imposible la convivencia humana, por lo que son necesarias e inevitables las restricciones a la libertad individual. La libertad se define como el derecho de la persona a actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con los derechos equivalentes de otras personas.
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