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El alcance social de la estimulación temprana a niñas(os) con riesgo de retraso mental (página 2)


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Como algunas de las acciones de esta Conferencia se declaran: "Desarrollar programas de atención integral de la primera infancia con base comunitaria (…).Potenciar el papel institucional de la familia (…). Realizar programas de diagnóstico precoz y el estudio de factores de riesgo que afectan el desarrollo y salud infantil implementando programas de atención precoz para su disminución"[2].

En total coherencia con lo anterior, Cuba finaliza en el 2003 un profundo estudio que permite conocer los aspectos esenciales del retraso mental como una de las causas más frecuentes de limitación funcional en la población infantil (L. Pérez, 2003). Este aspecto concreta el apremio de minimizar los efectos de las limitaciones a partir del proceso de estimulación temprana efectuado primaria y primordialmente por la familia.

En esta línea de fundamentación subyace la necesidad inmediata que tiene la sociedad de preparar a la familia para que actúe en correspondencia con la formación del hombre que ella necesita, con la promoción del desarrollo individual de los miembros desde la colectividad y en ella, garantía de su incorporación como sujeto de la historia. Es de máxima necesidad en tal empeño la atención a niñas (os) con posibles o latentes necesidades educativas especiales, en la que tiene una cuota de responsabilidad la Educación Especial y Preescolar y enfáticamente la familia como la institución natural de procedencia.

Basado en estos fundamentos se realiza este artículo científico, que es resultado de un proyecto investigativo realizado en el departamento de Educación Especial, dirigido a la propuesta de un modelo pedagógico para la estimulación temprana en niños de 0 a 6 años de edad, considerando como un elemento muy importante la preparación de sus familias.

Desarrollo

Dentro del tratamiento que requiere la familia en el justo segmento del mundo natural que ocupa, es imprescindible adentrarse no solo en su condición reproductiva sino en su reconocimiento como fuerza formidable, conservando trascendentalmente su papel socializador, proyectándose a partir de sus relaciones estructurales (como grupo doméstico); carácter institucional de sus funciones y en las relaciones que se establecen entre la familia y la sociedad en su plena contribución al funcionamiento del sistema social.

Haciendo interpretación de la teoría materialista dialéctica, el factor determinante en la historia es la producción y reproducción de la vida inmediata y esta se produce de dos formas: "De una parte, la producción de medios de existencia.de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de su especie".[3]

Esta posición implica su análisis desde una relación dinámica entre la familia y todos los elementos estructurales y supraestructurales que conforman una sociedad en que, según E. Plain, la producción material se desarrolla para garantizar la existencia y reproducción de los hombres, pero a su vez el propio desarrollo de estos exige que se ajusten al modo de producción que se encuentran al nacer (E. Plain, citado por Videaux S, 1999).

En esta interdependencia de elementos socio históricos concretos subyace la imperiosa necesidad de la ubicación contextual de cualquier familia para su desempeño, solo a partir de cuya consideración devendrá en el cumplimiento de las funciones que le son propias, en respuesta a su carácter en última instancia clasista declarado por Marx, atendiendo a sus tipos y formas de relaciones, grado de desarrollo alcanzado por sus miembros, entre otros elementos importantes.

En los marcos de la realidad cubana actual es imprescindible el estudio de la familia desde el propio período transicional en que esto ocurre. Ella, como estructura de la sociedad, asume el carácter transicional de su contexto y reproduce los rasgos de la clase a la que pertenece, así como los rasgos de la clase de la cual procede, en forma de negación dialéctica de los rasgos o propiedades de generaciones anteriores para su presentación como una nueva cualidad renovada, reestructurada y acomodada a la nueva situación de la que forma parte, en una coyuntura concreta en la cual se da la unidad a partir de rasgos esenciales que la tipifican (en un plano histórico concreto a nivel macrosocial) y rasgos distintivos que la diversifican (como unidad individual a nivel microsocial).

En Cuba, en el Código de familia, Código de la Niñez y la Juventud, el capítulo IV de la Constitución de la República, aparecen refrendadas las relaciones familiares y las responsabilidades de los padres. Se reconoce la familia como la célula fundamental de la sociedad y se plantean deberes específicos a los padres. Como ilustración de la política del país, y respecto al papel de la familia para con sus hijos, la Constitución de la República de Cuba en su artículo 38 establece "Los padres tienen el deber de (…) contribuir activamente a su educación y formación integral como ciudadanos útiles y prepararlos para la vida en sociedad socialista".[4]

La dimensión y alcance del proceso de estimulación temprana toma máxima expresión cuando se brinda tratamiento a las (os) niñas (os) que presentan riesgos en su desarrollo o ante la presencia evidente de cualquier tipo de alteración o limitación, en cuyo caso la familia se sitúa ante un doble reto, la presencia de la insuficiencia en el niño y la necesidad de ofrecer un sistema de acciones inmediatas para minimizar o eliminar las dificultades.

El Estado cubano alinea su política hacia la realización de acciones de gran alcance y enarbola el cumplimiento efectivo de los cuatro temas de la Convención de los Derechos del Niño, que establece "El derecho a la supervivencia. El derecho a desarrollar su capacidad mental y física hasta el máximo de sus posibilidades. A la protección contra influencias peligrosas para su desarrollo. El derecho a la participación en la vida familiar, cultural y social".[5]

Las acciones para la satisfacción de estos derechos se concretan en cada uno de los programas que se ejecutan con la niñez y especialmente con la determinación del objetivo central de la Educación Preescolar, en la que se aspira al logro del máximo desarrollo posible de todas las potencialidades psíquicas y físicas del niño.

Este objetivo no es exclusivo de las instituciones educacionales infantiles y las formas de organización que les son inherentes, sino trasciende a ser alcanzados por la familia, la comunidad, las instituciones y organizaciones sociales. Como una arista ineludible de la educación preescolar aflora la estimulación temprana concebida para ser desarrollada por y a partir del asesoramiento del personal especializado de las instituciones infantiles y por la familia, predominantemente, a partir del Programa Educa a tu Hijo.

La familia como entidad psicológica, histórica y social es susceptible a los impactos y eventos significativos que se producen en la macrosociedad en todos los órdenes establecidos. Todos los fenómenos que ocurren a escala mundial trascienden hasta ella, con lo que se acentúa su diversidad, estructura, dinámica y estilos de vida, que al ser expresados ofrecen una unidad o semejanza que la caracteriza.

Uno de los eventos vitales más importantes por los que puede atravesar una familia está relacionado con la presencia de un hijo con características especiales en su desarrollo, que no satisface las expectativas o modelo ideal que la pareja había conformado, con lo que se sitúa ante un doble reto, la presencia de la insuficiencia en el niño y la necesidad de ofrecer un sistema de acciones inmediatas para minimizar o eliminar las dificultades.

La humanidad desde la teoría hace reconocimiento de la diversidad pero a su vez se han establecido determinados parámetros o modelos de ser humano con ponderación de la inteligencia, belleza, armonía estructural y corporal tanto de los órganos internos como los físicos externos como talla y peso. En tanto la pareja espera hijos fuertes, bien formados, sanos, inteligentes, con estructura morfofuncional completa que garanticen, en toda su dimensión, las necesidades de realización no logradas por ellos.

La preparación para un evento de tal naturaleza no está concebida en los marcos de la "normalidad" dados por el propio desarrollo humano. El reconocimiento social de la diversidad entra en contraposición con los parámetros o modelos de ser humano impuestos, elementos que al ser contrastados por la familia respecto a su descendencia, deviene en significativo, llegando incluso hasta lo traumático. En tal situación deviene en principal la actuación en consecuencia de las necesidades específicas de cada niño y apremia por tanto su preparación para la ejecución del proceso de estimulación temprana.

Es el contexto el encargado de evitar la aparición de efectos desencadenantes que va desde la necesidad de realización de un diagnóstico psicopedagógico; la actuación a partir de la presencia objetiva de deficiencias, discapacidades; hasta la prevención de minusvalías y por tanto la garantía de la solución total o parcial de las insuficiencias. La influencia será más efectiva si se lleva a cabo por medio de un programa pertinente de estimulación temprana.

En consecuencia, el medio es la principal fuente de recursos, el referente desde donde se define y da respuesta a las necesidades específicas que requiere un caso en cuestión y donde se manifiesta el carácter de las deficiencias de donde emerge su relatividad, pues la "deficiencia" solo se da como proceso social, en la interacción de lo interno y lo externo.

La falta de estímulos puede tener efectos permanentes e irreversibles en el desarrollo del cerebro, por alterar las posibilidades de configuración de las estructuras funcionales que constituyen la base fisiológica del aprendizaje (Martínez, Mendoza, F. 1999). La plasticidad del cerebro del neonato, es el elemento que justifica la necesaria aplicación de la estimulación temprana.

En el caso del recién nacido son dadas al nacer como premisas, la presencia de millones de células cerebrales entre las que se establece sinapsis o conexiones (al nivel interno) y en su dinámica e interacción con lo externo, a través de la actividad y la relación sujeto- sujeto, sujeto-objeto, se produce la apertura de un mayor o menor número de conexiones que justifican la necesidad de la estimulación temprana.

La inminencia de asunción de una actitud preventiva pronta para disminuir o eliminar las deficiencias que amenazan al niño (a), son los condicionantes para que la sociedad asuma una postura determinante con respecto a la preparación que la familia amerita; no solo para el advenimiento del pequeño, sino, y fundamentalmente, para que aplique desde el propio inicio un sistema de acciones que re-elevan su valor, si son científicamente diseñadas, pertinentes y ajustadas tanto a las necesidades de los estimulados como a las particularidades de los estimuladores.

La preparación de la familia para el desarrollo del proceso de estimulación temprana garantiza como impacto:

  • En el niño, que ocurra un proceso de desarrollo a partir del cual se haga acreedor de los recursos que garanticen su inclusión efectiva al medio y como consecuencia, la socialización necesaria.

  • Que la familia adquiera herramientas y medios que le permitan la interacción con el niño, con una adecuada cultura de la diversidad, que refuerce los espacios de convivencia con la persona que tiene las particularidades especiales en su desarrollo. Con amplio sistema de apoyos que faciliten el proceso correctivo compensatorio más efectivo, desde el soporte tecnológico, social, médico, psicológico, pedagógico, que asegure la integración del niño (a).

  • Que la sociedad como contentiva de la familia y el niño, y desde su más amplia dimensión contextual, cree las condiciones físico-ambientales necesarias para el libre acceso de las personas con características especiales; mediante un proceso de acomodación y ajuste en relación con la diversidad que portan, hasta llegar a la ampliación de opciones para su inserción laboral, con total sentido de equidad.

Conclusiones

La concepción del proceso de estimulación temprana ha de verse como un sistema, donde la perspectiva integradora de la (o) niña(o) a la sociedad sea la máxima que condiciona y determine el movimiento interno de cada estadio de desarrollo, hasta llegar a solventar total o parcialmente la contradicción entre las limitaciones del contexto familiar y el riesgo biosocial que condiciona al niño, con una óptica humanista y desde la diversidad.

El contexto social se hace flexible e inclusivo de los niños con necesidades educativas especiales en la propia medida en que la familia actúa desde y mediante la diversidad que porta su descendencia, en la atención puntual a sus necesidades.

La actitud preventiva en torno al riesgo, para atenuar o eliminar las dificultades, solo es posible con la preparación de la familia para el evento.

El niño con riesgo de retraso mental correcta y oportunamente estimulado, se sitúa en una posición ventajosa que disminuye y/o elimina las deficiencias en su desarrollo y propicia su inclusión social exitosa.

Bibliografía

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-Videaux S. Reflexiones teóricas y empíricas en torno al papel de la mujer en la familia granmense de los años 90. [Tesis de doctorado]. Ciudad Habana: Universidad de la Habana, 1999.

 

 

Autor:

MSc. Flor Virtudes Palomino Arceo

(Profesora auxiliar)

Lic. Hilda Manchón Agüero

(Profesora asistente)

MSc. Luis Enrique Labrada Estrada

(Profesor asistente)

ISP "Blas Roca Calderío"

Provincia de Granma

[1] III Conferencia Iberoamericana de Ministras, Ministros y Altos responsables de la Infancia y la adolescencia, 2001. En http://www.lin.oea.org/DECLARACIONES/declaracion_Peru.htm . 2001.

[2] Idem.

[3] Federico Engels; El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. En relación con las investigaciones de L. H. Morgan. [s.a] Pág 3-4.

[4] Constitución de la República de Cuba. 1998. Pág. 59.

[5] UNICEF. Convención de los derechos del niño. Introducción. (s.a(.

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