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Creacionismo y evolucionismo (página 2)

Enviado por Jesús Castro


Partes: 1, 2

Sin embargo, dentro de los límites de cada género, hay una tremenda proliferación de variedad. Hay perros y gatos de todo color y tamaño; y entre las flores está la begonia, de la cual hay tantas variedades que se asemejan a otras flores que también se le llama la flor "sinsonte." La orquídea cuenta con unas 4.000 variedades. Estas variedades han resultado en el transcurso del tiempo debido al casi ilimitado número de combinaciones que son posibles en la vida vegetal y también entre los animales domésticos, y muchas de ellas son el producto de esfuerzos humanos en las que se han dado cuidadosa atención a la selección y al apareamiento. Por lo general, estos tipos que se deben a ayuda humana no continuarían a no ser que se les tuviera bajo condiciones especiales o en un invernadero o laboratorio. Ninguna de estas variedades es otro género; es decir, no está tan separada de la forma original que sus células reproductoras no puedan combinarse con células de otras variedades dentro del mismo género y producir prole. Sin embargo, a veces la diferencia en tamaño entre las variedades animales puede impedir el apareamiento natural y también puede hacer difícil el que la prole alcance pleno desarrollo y nazca. No obstante, esas variedades son del mismo género genético.

La ganadería nos proporciona una ilustración de lo que la crianza selectiva puede lograr, y de sus limitaciones. Cuando se desea en la manada una elevada producción de leche, se escogen vacas con un buen registro de producción y se les aparea con un toro de progenitores de elevada producción, a menudo un toro de la misma manada. La producción va subiendo gradualmente de generación en generación. Pero con el tiempo se manifiesta una debilidad grave, como, por ejemplo, el que las vacas empiecen a perder sus becerros prematuramente. Se ha alcanzado el límite en la crianza selectiva.

¿Cuál es la base para la producción de tan gran variedad dentro de cada género? Uno de los primeros investigadores que proporcionó una respuesta parcial fue Gregor Mendel, un monje austriaco que vivió en el siglo XIX. Para él la biología era de interés absorbente. Descubrió mediante experimentación que las plantas y animales tenían en su composición o constitución genética factores que transmiten ciertos rasgos de progenitor a prole. Algunos rasgos se forman de una manera relativamente sencilla, pues sólo implican unos cuantos factores genéticos. Otros requieren la acción recíproca de muchos factores. Pero hay una exactitud matemática en la probabilidad de que ciertos rasgos aparezcan en la prole con una frecuencia regular y fija.

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Como resultado de más investigación por otros hombres y mujeres se llegó a saber que cada célula corporal de animal o planta tiene, entre sus miles de partes intrincadas, un núcleo que rige la actividad de la célula. El núcleo de cada célula en el cuerpo del individuo contiene pequeñas entidades que se llaman "cromosomas". La mitad de estos cromosomas son de origen paterno y la otra mitad de origen materno. Por lo tanto las características o rasgos básicos de un individuo son una herencia de sus antepasados.

Para expresarlo más específicamente, los cromosomas pueden compararse a hilos tenues o "collares de cuentas" que contienen ADN (ácido desoxirribonucleico), a lo largo de los cuales yacen los genes, que pudiéramos comparar a las "cuentas." Los "genes" son compuestos químicos que dirigen o provocan a las células para que éstas edifiquen ciertos rasgos. Son los portadores y transmisores de los rasgos hereditarios. Un "gen", o un grupo de ellos en colaboración, puede controlar el color de los ojos, o la textura de la piel, o la composición de cierto jugo digestivo, y así por el estilo.

Mendel no sabía todas estas cosas, pero sus experimentos lo llevaron a la conclusión de que todas las características heredadas se deben a lo que él llamó "factores de unidad" o "elementos" (que ahora se llaman "genes") en las células de toda cosa viviente. Descubrió que la herencia sigue una regla ordenada.

Mendel descubrió que algunas características parecen depender de sólo un factor, o gen, transmitido por cada progenitor. Por ejemplo, en la flor que se llama "dondiego de noche" el cruzamiento de progenitores rojos y blancos produjo una segunda generación de flores todas rosadas. Entonces, por medio de polinizar o fecundar entre sí a los individuos de esta generación rosada, produjo una tercera generación de la cual el 50 por ciento de las flores eran rosadas, el 25 por ciento rojas y 25 por ciento blancas.

En las plantas y animales, algunos rasgos son "dominantes". Es decir, si un progenitor posee un factor genético, o gen, que produce determinado rasgo en la prole, éste eclipsa o predomina sobre el factor o gen que el otro progenitor contribuyó. Se le llama "gen recesivo" al que ha sido dominado o reprimido. Por ejemplo, en la célula somática o corporal de cada ser humano hay dos genes, o factores, para el color del pelo (esto no es tan sencillo, pero se dice así para ilustrar el principio de modo comprensible). El gen para el cabello oscuro es dominante; el que es para el rubio es recesivo. Si un progenitor contribuye un gen para cabello oscuro y el otro uno para cabello rubio, el gen "oscuro" domina, según la proporción matemática que se muestra en el diagrama de la figura de esta página. Si ambos genes en la célula corporal de un individuo son oscuros, la persona misma tendrá cabello oscuro.

Si un gen es "oscuro" y el otro es "rubio," la persona tendrá cabello oscuro, aunque tal vez sea un poco más claro, o posiblemente rojo. Para ser rubio, el individuo tendría que poseer dos genes para pelo rubio en sus células corporales.

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La explicación de la ilustración es como sigue. En la primera generación, padre y madre son rubios y sólo poseen genes para cabello rubio. En la segunda generación todos los hijos son rubios, pues cada niño recibe un gen rubio de cada progenitor. Uno de la segunda generación se casa con una persona que sólo tiene genes para cabello oscuro. Por tanto, en la tercera generación todos tienen cabello oscuro; el gen oscuro domina, pero a todos se les ha transmitido el gen recesivo para cabello rubio. Uno de la tercera generación se casa con una persona que tiene genes para cabello oscuro y rubio. En la cuarta generación lo oscuro domina, pero el factor recesivo se impone cuando dos genes rubios se unen.

Ahora bien, aunque las células corporales contienen dos genes para el color del pelo, sólo aparece un gen para el color del pelo en las células reproductoras de cada progenitor, porque la célula reproductora es una media célula (por decirlo de una manera entendible). Por lo tanto cada progenitor contribuye una media célula con su gen para el color del pelo, para formar la célula corporal del bebé. Hay la posibilidad de cuatro arreglos de los genes del padre y la madre, a saber: oscuro-oscuro, oscuro-rubio, rubio-oscuro y rubio-rubio. La combinación que se transmite regirá el color del pelo del niño.

Lo que una persona es en cuanto a apariencia, o despliegue de ciertos caracteres, se llama su "fenotipo". Lo que es en cuanto a la constitución genética o de los genes en sus células se llama su "genotipo". Si cada progenitor tiene un gen "oscuro" y uno "rubio" en sus células corporales, la probabilidad de producir hijos con pelo oscuro es de tres sobre cuatro (como promedio estadístico). El genotipo de un individuo rubio es rubio-rubio (dos genes rubios en sus células corporales). En el caso de una persona de pelo oscuro, su genotipo puede ser oscuro-oscuro u oscuro-rubio (o rubio-oscuro), pues puede tener dos genes "oscuros" o un gen "oscuro" y uno "rubio." La persona con pelo oscuro no pudiera saber con certeza cuál es su genotipo a no ser que uno de sus padres fuera rubio, o si tuviera un hijo rubio.

Mendel también experimentó con guisantes en los cuales una planta tenía genes para producir semillas redondas, lisas y amarillas y el otro progenitor genes para producir semillas rugosas y verdes. El color amarillo predomina sobre el verde, y la forma redonda y lisa sobre la rugosa. Descubrió que toda la prole era redonda, lisa y amarilla. Pero por la autofecundación o el cruzamiento de éstos entre sí, Mendel obtuvo varios resultados. Sus experimentos revelaron que los diferentes factores genéticos se combinan para producir cuatro variedades.

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Anteriormente, había personas que suponían que, entre los seres humanos, la herencia estaba en la sangre. Se abrigaba la idea de que mediante un proceso de "mezcla" el hijo era intermedio, es decir, entre los dos padres en cuanto a su apariencia y otros caracteres. En otras palabras, la sangre de un progenitor era "diluida", por decirlo así, por la del otro. Así el hijo tendría una apariencia "a medio camino" entre las de sus padres. Pero esto no es cierto. La herencia está en los gametos o células reproductoras y no en la sangre, de modo que, en un grupo de descendientes, no sólo hay tipos de "entremedio," sino también tipos que definitivamente tienen la misma característica que uno de los originales. Además, algunos tipos se asemejan más a sus abuelos o bisabuelos en ciertos aspectos que a sus padres. Por ejemplo, un niño pudiera desplegar una característica o talento que su abuelo había poseído pero que no se manifestó en su padre o madre.

Ahora bien, toda esta herencia con sus variaciones proviene del ADN en las células reproductoras. El gen es una pequeña sección del ADN… en sí mismo muy complejo. Cada gen está compuesto de un hilo de sustancias químicas arregladas en cierto orden de sucesión que forma un "código" o "mensaje" que dirige la formación de un carácter específico, así como se arreglan las palabras en varias oraciones para formar frases. Hay miles de genes en la célula humana. Pero seamos moderados y digamos que sólo hay 1.000 genes (una cantidad mucho menor que la verdadera) y que cada gen sólo tiene dos variantes (que producen diferentes colores para los ojos, y así por el estilo). Entonces sería posible que hubiese 21.000 diferentes combinaciones de genes en los seres humanos. Esta cantidad —dos elevado a la milésima potencia— excede los límites de nuestra comprensión. Supera por mucho la cantidad de electrones y protones que se calcula que hay en el universo conocido.

El siguiente proceso contribuye a la casi ilimitada variedad: Cada célula viviente del cuerpo humano contiene 46 cromosomas. La formación de células sexuales o germinativas se debe a que ciertas células de 46 cromosomas se dividen para formar medias células (llamadas células "haploides"), cada una de las cuales contiene 23 cromosomas. Durante el proceso de dividirse, los 23 cromosomas que se recibieron del padre y los 23 de la madre se emparejan, o se aparean. Cada uno de los 23 cromosomas de cada progenitor, a lo largo de los cuales van los genes que dirigen la edificación de las muchas características específicas de la prole está al lado del cromosoma correspondiente del otro progenitor. Entonces, cuando la célula se divide, un cromosoma va a la célula (realmente una media célula) germinativa recién formada y su compañero va a la otra media célula. Pero en el proceso, no sólo se separan sino a menudo pasan al otro lado y cambian partes. Esto hace casi infinito el número de diferentes combinaciones que son posibles. Se atribuye a estos procesos el hecho de que una persona puede tener un "doble" —alguien que se asemeja mucho a ella en apariencia— aunque haya diferencias grandes en muchos aspectos. Sólo en los gemelos idénticos puede hallarse la misma constitución genética.

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Una vez que entendemos el principio genético y sabemos que ocurren millones de variaciones, podemos ver por qué existen estas variaciones y que, a pesar de ellas, todos constituimos una sola raza humana, una sola familia. En algunos aspectos las diferencias son grandes, pero en la mayoría de los aspectos son pequeñas. Pero por todas partes hay una uniformidad en la naturaleza humana, y todos pueden casarse entre sí y tener hijos. Todos son de un solo género.

Muchas de las diferencias más señaladas y combinaciones de caracteres distintivos se deben al aislamiento de grupos durante largos períodos. Esto ha ocurrido debido a las barreras o la segregación de ciertos grupos ocasionadas por el aislamiento geográfico o límites artificiales creados por las diferencias religiosas, sociales, nacionales o lingüísticas. Este aislamiento ha hecho que ciertas características o rasgos se emparejen con otros… por ejemplo, la piel y cabello oscuros con las facciones gruesas de muchos negros, y la piel "amarilla" y ojos almendrados de los orientales. Pero estos rasgos no ocurren juntos necesariamente. Por ejemplo, muchos negros tienen facciones pequeñas y delicadas. De vez en cuando las facciones mencionadas se ven en otras personas, pero no emparejadas tan frecuentemente como entre aquéllos cuyos matrimonios se han mantenido dentro de ciertos límites durante un período largo, casándose con personas de su propia zona, tribu y así por el estilo.

La Genética es la rama de la Biología que se ocupa del estudio de la herencia biológica, es decir, de los mecanismos a través de los cuales se transmiten los caracteres de unos individuos a sus descendientes. También estudia la estructura química de los genes, las relaciones que se establecen entre los diferentes genes de una célula, así como los procesos implicados en la expresión génica.

Gregor Mendel (1822-1884) es considerado el padre de la Genética, ya que fue el primer científico que realizó una investigación rigurosa sobre la transmisión de los caracteres, que le llevó a emitir sus leyes (tres, en total) de la herencia. Antes de entrar a estudiar las leyes de Mendel conviene conocer algunos conceptos básicos de Genética.

Se denomina Carácter a cada una de las particularidades morfológicas y fisiológicas de un ser vivo, tales como el color de los ojos, la forma del pelo, el grupo sanguíneo, etc.

Un Gen es un segmento de ADN que contiene la información de una proteína de la que depende un carácter. En la época de Mendel se desconocía la existencia de los genes, pero él postuló que debían existir unas partículas de las que dependían los caracteres, y que se transmitían de unos organismos a sus descendientes. Estas partículas, que Mendel denominó "factores hereditarios", serían los equivalentes a los actuales genes.

Cada gen se sitúa en un lugar concreto de un determinado cromosoma. Pues bien, se denomina Locus al lugar que ocupa un gen en un cromosoma.

Se llama Alelo a cada una de las distintas variantes o alternativas de un gen, que posee información diferente sobre un determinado carácter en una especie y que, por tanto, pueden situarse en el mismo locus. Por ejemplo en la especie humana para el carácter "forma del pelo" existen dos alelos, uno que tiene información de "pelo rizado" y otro con información de "pelo liso". El locus del cromosoma donde se sitúa este carácter podrá ser ocupado por uno u otro de estos alelos, pero no por ambos. Por otra parte, como los cromosomas están por parejas, y los dos cromosomas que forman cada pareja (cromosomas homólogos) poseen genes sobre las mismas características, para cada característica un organismo posee dos alelos, uno en un cromosoma y otro en el homólogo.

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Se dice que un organismo es Homocigótico ("raza pura", en la nomenclatura usada por Mendel) cuando los dos alelos que posee para un determinado carácter son iguales. Por ejemplo será homocigótico un individuo que para la forma del pelo tenga en un cromosoma el alelo de pelo liso y en el cromosoma homólogo también posea el alelo de pelo liso.

Se dice que un organismo es Heterocigótico ("híbrido", en la nomenclatura usada por Mendel) cuando los dos alelos que posee para un determinado carácter son distintos. Por ejemplo, será heterocigótico un individuo que para la forma del pelo tenga en un cromosoma el alelo de pelo liso y en el cromosoma homólogo el alelo de pelo rizado.

Existen diversos tipos de herencia, entre los que cabe destacar los siguientes: dominante, intermedia y codominante.

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Se dice que un carácter presenta Herencia Dominante cuando uno de los alelos (denominado alelo dominante), domina sobre el otro (denominado alelo recesivo), de modo que cuando ambos alelos se encuentran en el mismo individuo, es decir, siempre que el individuo sea heterocigótico, sólo se manifiesta el alelo dominante. Al alelo dominante se le representa por una letra mayúscula y al recesivo por la misma letra en minúscula. Un ejemplo de carácter con herencia dominante es la forma del pelo en la especie humana, de forma que el alelo que determina pelo rizado es el dominante (R) y el alelo que determina pelo liso es el recesivo (r). Los individuos heterocigóticos (Rr) que poseen un alelo rizado y otro liso presentarán a la vista una apariencia de pelo rizado.

Se dice que un carácter presenta Herencia Intermedia cuando los dos alelos poseen la misma fuerza al expresarse, de modo que cuando ambos alelos se encuentran en el mismo individuo, es decir, siempre que el individuo sea heterocigótico, se manifestará a la vista un carácter intermedio. A cada alelo se le suele representar por una letra mayúscula distinta. Un ejemplo de carácter con herencia intermedia es el color de la flor en la planta "dondiego de noche" (Mirabilis jalapa). Para este carácter existen dos alelos, uno que determina color de flor rojo (R), y otro que determina color de flor blanco (B). Los individuos heterocigóticos (RB) que poseen un alelo rojo y otro blanco presentan a la vista un color de flor rosa.

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Se dice que un carácter presenta Herencia Codominante cuando los dos alelos poseen la misma fuerza, de modo que cuando ambos alelos se encuentran en el mismo individuo, es decir, siempre que el individuo sea heterocigótico, los dos alelos se manifiestan en toda su intensidad. Un ejemplo de codominancia es la que existe entre los alelos IA e IB del sistema humano de grupos sanguíneos, AB0. Para este carácter hay tres alelos, un alelo IA que determina grupo sanguíneo A, otro alelo IB que determina grupo sanguíneo B y un alelo i que determina grupo sanguíneo 0. Los alelos IA e IB son codominantes entre sí, y dominantes sobre el alelo i. Los individuos heterocigóticos (IAIB) son simultáneamente del grupo A y del grupo B.

Se denomina Genotipo a los genes que posee un organismo. El genotipo puede referirse a los genes alelos que tiene un organismo para una determina característica (por ejemplo la forma del pelo, rasgo para el que la población puede presentar tres tipos de genotipos: RR, Rr y rr), para un grupo de características (color de los ojos, forma del pelo, grupo sanguíneo, etc.) o para el conjunto de todas sus características.

Se denomina Fenotipo a la manifestación observable de cada uno de los caracteres de un organismo. La necesidad de diferenciar entre genotipo y fenotipo se debe a que, por ejemplo, en el caso de la herencia dominante, individuos con distinto genotipo presentan el mismo fenotipo. Así para la forma del pelo, los individuos de genotipos RR y Rr poseen el mismo fenotipo (pelo rizado), ya que en el heterocigótico el alelo recesivo r no se manifiesta. Por otra parte, la manifestación de muchos caracteres está influida o depende de las condiciones del medio ambiente, de modo que individuos con el mismo genotipo para una determinada característica pueden presentar un fenotipo diferente. Tal es el caso, por ejemplo, de dos plantas que teniendo el mismo genotipo, es decir, los mismos genes para la altura del tallo, presentan fenotipos diferentes, es decir, alturas diferentes, dependiendo de si una ha crecido en un suelo rico en nutrientes y la otra en un suelo pobre. Aquí se hablaría de invariabilidad genotípica y variabilidad fenotípica; es decir, "variación fenotípica" para un mismo genotipo.

Cuando Mendel realizó los trabajos que le llevaron a emitir sus leyes sobre la transmisión de los caracteres se desconocía, como se ha citado antes, la existencia de los genes y de los cromosomas, por lo que el enunciado que se hace a continuación de sus leyes no se corresponde estrictamente con el suyo, sino que se ha tenido en cuenta los conocimientos posteriores a él de Genética y se emplea la terminología expuesta de conceptos básicos de herencia biológica.

La Primera ley de Mendel se conoce como la "ley de la uniformidad de la primera generación filial (F1)". Su enunciado es así: "Cuando se cruzan dos individuos de la misma especie, pertenecientes a dos variedades homocigóticas (razas puras) para un determinado carácter, todos los individuos de la primera generación filial (F1) son heterocigóticos (híbridos) e idénticos, es decir, tienen el mismo genotipo y muestran el mismo fenotipo".

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Vamos a desarrollar a continuación la primera ley de Mendel para un carácter con herencia dominante y posteriormente para otro con herencia intermedia. Un ejemplo de carácter con herencia dominante es el color de la semilla en la planta del guisante común (Pisum sativum). Para este carácter existen dos alelos, uno dominante que determina semilla amarilla (A), y otro recesivo que determina semilla verde (a). Vamos a realizar a continuación, mediante un diagrama esquemático que sustituye al experimento físico, el cruzamiento propuesto en la primera ley de Mendel:

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Como se puede observar se cumple la primera ley de Mendel, es decir, todos los individuos de la primera generación filial F1 tienen el mismo genotipo, son heterocigóticos (Aa), y presentan el mismo fenotipo (color de semilla amarillo).

Un ejemplo de carácter con herencia intermedia es el color de la flor en la planta "dondiego de noche" (Mirabilis jalapa). Para este carácter existen dos alelos, uno que determina color blanco (B) y otro que determina color rojo (R). Vamos a realizar a continuación el cruzamiento propuesto en la primera ley de Mendel:

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Como se puede observar también se cumple la primera ley de Mendel, es decir, todos los individuos de la primera generación filial tienen el mismo genotipo, son heterocigóticos (BR) y manifiestan el mismo fenotipo (color de flor rosa), si bien en este caso, al contrario de lo que ocurre cuando el carácter presenta herencia dominante, el fenotipo de la F1 no es igual al de ninguno de los padres.

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La Segunda ley de Mendel se conoce como Ley de la segregación (o separación) de los genes que forman pareja para cada carácter. Su enunciado es: "Cuando se cruzan entre sí dos individuos heterocigóticos (híbridos) de la primera generación filial, los dos genes que forman pareja en cada individuo para cada característica se separan y se reparten en gametos distintos (se llama Gameto a cada una de las células sexuales, o medias células, masculina y femenina, que al unirse forman el huevo o Cigoto de las plantas y de los animales, siendo este cigoto una célula completa, resultante de la unión de las dos medias células o gametos). Al unirse los gametos de los organismos que se cruzan, siguiendo las leyes del azar y la probabilidad, se obtienen los individuos de la segunda generación filial (F2), en la que aparecen, en proporciones determinadas, varios genotipos y varios fenotipos. Asimismo entre los fenotipos de la F2 reaparecen fenotipos de la generación parental (P) que habían permanecido ocultos en la F1".

Vamos a desarrollar a continuación la segunda ley de Mendel para un carácter con herencia dominante (color de la semilla en la planta del guisante), y posteriormente realizaremos un cruzamiento similar al propuesto por Mendel en su segunda ley para un carácter con herencia intermedia (color de la flor en la planta "dondiego de noche").

A) Carácter con herencia dominante: color de la semilla en la planta del guisante: A es amarillo y dominante, y a es verde y recesivo.

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Como se puede observar, de acuerdo con la segunda ley de Mendel, aparecen en la F 2 varios genotipos y varios fenotipos en proporciones determinadas, que son:

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B) Carácter con herencia intermedia: Color de la flor en la planta dondiego de noche.

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Como se puede observar también se cumple la segunda ley de Mendel, apareciendo en la F2 varios genotipos y varios fenotipos en proporciones determinadas, que son:

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La Tercera ley de Mendel se conoce como Ley de la herencia independiente de los caracteres. Su enunciado es como sigue: "Cada uno de los distintos caracteres de un individuo (por ejemplo en una planta: color de la semilla, forma de la semilla, altura del tallo, etc.) se transmite a la descendencia independientemente de los demás, ya que los dos genes que forman pareja para cada una de las diferentes características se segregan (separan) de manera independiente y se combinan de todas las formas posibles cuando se forman los gametos".

Hay que señalar que la tercera ley de Mendel sólo se cumple cuando los caracteres, cuya herencia se está considerando, están situados en parejas de cromosomas homólogos diferentes (o cuando los caracteres se encuentran en la misma pareja de cromosomas homólogos pero muy alejados entre sí), y no se cumple, es decir, la herencia no es independiente, cuando están situados en la misma pareja de cromosomas homólogos.

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Pocas dudas caben acerca de que el acto fundacional de lo que se ha llamado "darwinismo" fue la publicación, en el año 1859, de la primera edición del Origen de las especies de C.R. Darwin. En realidad no todos los que se sumaron a las nuevas ideas evolucionistas las aceptaron con la misma convicción, especialmente las relacionadas con el mecanismo de la selección natural. En muchos casos fue una adscripción más filosófica y política que estrictamente científica. La obra de Darwin era una respuesta respetable del naturalismo científico al conservadurismo bíblico aún dominante en la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX. Más que una corriente científica, el "darwinismo" inicial representó una actitud contestataria y reivindicativa de la ciencia que se materializó, sobre todo, en la lealtad a la figura de Darwin. Pero "El origen" despertó también un serio rechazo en otra parte importante de la sociedad que no admitía ni su parentesco animal ni la no intervención de Dios en la historia. Darwinismo y Antidarwinismo tienen, pues, el mismo elemento catalizador, la publicación del libro de Darwin.

Como ya se ha indicado, Darwin preparó la publicación de El origen creando una especie de comité de recepción en el que figuraban algunos de los hombres más respetables de la ciencia de su época. La habilidad de algunos de sus componentes (sobre todo la de Huxley) tuvo mucho que ver con el éxito inicial de la teoría de Darwin. Así, a finales de los años 1860 una buena parte de la comunidad científica mantenía ya convicciones evolucionistas. Se asimiló la idea de la transmutación de las especies, la idea de que las nuevas especies se habían originado a partir de otras especies más antiguas. Pero se mantenían posiciones muy diferentes con relación a los mecanismos y a los propósitos de la evolución. Se podría decir que incluso los seguidores de Darwin eran en realidad pseudarwinistas. El éxito inicial del darwinismo no se debió, pues, a la aceptación general de la selección natural propuesta por Darwin, sino a la defensa de la propia idea de la evolución orgánica. Una defensa en la que participaron, sobre todo, aquellos que reivindicaban un cambio de autoridad intelectual a favor de la ciencia. El darwinismo fue, más bien, un movimiento social y político en el seno de la comunidad científica y de la cultura victoriana [Bowler, 1995]. Los darwinistas proclamaron su fidelidad a Darwin en reconocimiento del efecto catalizador que, en ese sentido, había provocado la publicación de "El origen".

Muchos seguidores de Darwin se dedicaron a especular sobre las grandes cuestiones evolucionistas, como, por ejemplo, la reconstrucción de la historia de la vida sobre la Tierra. En este sentido, Darwin fue poco darwinista. Prefirió continuar su trabajo de observación y experimentación con plantas y animales "en el jardín de su casa" explorando la infinita variedad de las adaptaciones orgánicas y tratando de explicarlas a la luz de la selección natural. Participó poco en la defensa pública de su teoría, aunque preparó cinco ediciones más de El origen, dando en cada una de ellas las respuestas que buenamente pudo a las críticas que se le iban planteando, algunas de ellas muy serias, entre las que figuraban:

1. La discontinuidad del registro fósil.

2. Los cálculos de lord Kelvin sobre la edad de la Tierra.

3. La existencia de estructuras no adaptativas.

4. Formación de órganos complejos mediante estados intermedios no adaptativos.

5. La excesiva regularidad y repetición de ciertas estructuras, como el ojo de vertebrados y cefalópodos.

6. El problema de la herencia mezclada.

En realidad el evolucionismo fue rápidamente asimilado por una buena parte de la sociedad, incluso por la religiosa. Las ideas evolucionistas no provocaron un verdadero conflicto entre ciencia y religión. A finales de la década de 1860, liberales y conservadores habían asimilado ya el evolucionismo. Y cada grupo lo había adaptado a su propio ideario. El Antidarwinismo, aparte de las posiciones más radicales de los creacionistas, simplemente reclamaba una intervención más clara de la divinidad en la evolución de los organismos. Así para el "evolucionismo teísta" la variación en los organismos era una fuerza activa que conducía a las especies en una dirección predeterminada. Dios influye de esa manera sobre la variación. Mivart y Owen, entre otros eminentes biólogos, defendieron esas ideas y plantearon duras críticas al mecanismo de la selección natural.

Otra corriente antidarwinista fue la Ortogénesis, teoría que adoptaron algunos paleontólogos según la cual muchas estructuras orgánicas no eran el resultado de un proceso selectivo sino de un despliegue de hechos predeterminados. Las variaciones no serían aleatorias, como defendía Darwin, sino que estaban ya predeterminadas por la propia constitución genética de las especies. Esta corriente fue ganando influencia en los años finales del siglo XIX, especialmente en América del Norte. El Lamarckismo fue también reivindicado por algunos antidarwinistas empeñados en concebir la evolución como un proceso finalista. De acuerdo con estos nuevos lamarckistas, Dios intervenía en la marcha del mundo orgánico sirviéndose de la conducta de los animales, en quienes delegaba su poder creador. Algunos paleontólogos norteamericanos fundieron la ortogénesis con el lamarckismo en una nueva teoría antidarwiniana de la evolución que permitía la predicción del curso de los acontecimientos evolutivos. De acuerdo con ella, en cuanto una población elegía una nueva forma de vida sus descendientes ya no podían hacer otra cosa que seguir la línea de especialización elegida por sus ancestros. Algunos de ellos hablaron incluso de "energía evolutiva", una energía de la que las especies podían desprenderse, iniciándose entonces su proceso de extinción. Éstas y otras corrientes antidarwinistas recuperaron posiciones y hacia finales de la década de 1870 eran ya dominantes, anunciando la gran crisis del darwinismo de los primeros años del siglo XX.

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El origen de la vida.

"El origen de la vida, aunque atañe al estudio de los seres vivos, es un tema que no es abordado por la teoría de la evolución; pues esta última sólo se ocupa del cambio en los seres vivos, y no del origen, cambios e interacciones de las moléculas orgánicas de las que éstos proceden" (Wikipedia, enciclopedia libre de internet).

En el artículo "Los problemas de la evolución II. El darwinismo", de Antonio León Sánchez para el curso de doctorado "Los problemas de la evolución", del Departamento de Antropología, Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Facultad de Filosofía de la UNED en Madrid (Agosto de 2003, página 13), se lee: "Al contrario que Lamarck y Buffon, Darwin no trató el problema del origen de la vida al que consideraba un asunto de rango superior [Darwin 1988, p. 563]: 'No es una objeción el que la ciencia hasta el presente no de luz alguna sobre el problema, muy superior, del origen de la vida'. En todo caso, Darwin se limita a considerar la posibilidad de uno o unos pocos antepasados comunes a todos los seres vivos, incluido el hombre [Darwin, 1988, p. 567]: '… tenemos también que admitir que todos los seres orgánicos que en todo tiempo han vivido sobre la Tierra pueden haber descendido de alguna forma primordial'. En el 'Origen de las especies' no se hace ninguna alusión al parentesco animal del hombre excepto la sugerencia de que su teoría podría arrojar alguna luz sobre sus orígenes y su historia".

La Fundación Educativa de "Héctor A. García", bajo el título "Evolución biológica", dice, en parte: "El origen de la vida, aunque atañe al estudio de los seres vivos, es un tema que realmente no es explicado en la teoría de la síntesis moderna de la evolución [(que es una expresión del punto de vista científico más actual y general)]; pues esta última sólo se ocupa del cambio en los seres vivos, y no de la creación y los cambios (evolución a moléculas más complejas) e interacciones de las moléculas orgánicas de las que procede… No se sabe mucho sobre las etapas más tempranas y previas al desarrollo de la vida, y los intentos realizados para tratar de desvelar la historia más temprana del origen de la vida generalmente se enfocan en el comportamiento de las macromoléculas, particularmente el ARN, y el comportamiento de sistemas complejos… Sigue en pie la pregunta sobre qué hizo posible que un conjunto de moléculas orgánicas agrupadas adquiriesen las características que definen a los seres vivos… Una mariposa es un ser vivo; una piedra, no. ¿Qué diferencia hay entre los dos? A nivel elemental, se imponen las semejanzas; a nivel superior, las peculiaridades. Idénticas partículas elementales constituyen ambos objetos y, en un eslabón más, podemos decir que átomos parecidos. En el mundo de las moléculas comienzan las diferencias, pero éstas se multiplican cuando se penetra en el mundo de las macromoléculas. A ese nivel, la mariposa parece estar infinitamente más estructurada que una piedra; la mariposa, ser vivo, es infinitamente más ordenada, compleja y rica en información que una piedra".

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Situándonos en la cuestión del ORIGEN DE LA VIDA, peldaño anterior a la consideración crítica de la EVOLUCIÓN ORGÁNICA, tenemos que decir que su segregación de las doctrinas evolucionistas contemporáneas parece obedecer más a una necesidad teórica que a una decisión arbitraria. Además, dicha necesidad teórica conduce a los investigadores concienzudos no sólo a buscar explicación al origen de la vida sino también al origen mismo de los sillares básicos de la materia viva, a saber, los constituyentes últimos de la materia: las partículas elementales del universo conocido. Esto es así porque la vida tiene lugar sobre un substrato de complejidad energética y material físicamente dependiente de las propiedades de las partículas elementales.

Ahora bien, la investigación primaria acerca del origen de la vida no sólo atañe a las micropartículas que integran el cosmos sino también necesariamente, sin duda, a los diferentes niveles de organización de la materia universal: átomos, moléculas, cuerpos geológicos, astros, galaxias, …, universo… Pues enmarcados dentro de estos niveles de organización se encuentran los fenómenos propios de la vida, sobretodo en el intervalo que va desde el nivel molecular (o macromolecular: ARN, ADN, …) al biosférico (individuos, poblaciones, …). En efecto, pues para poder explicar el origen de la vida es indispensable aludir al substrato material que la soporta y a todas y cada unas de las diferentes peculiaridades organizativas que adopta dicho substrato en su gradación progresiva, minuciosa, compleja, histórica y ascendente que conduce finalmente a aquel ser vivo que pudiera llamarse el "más simple".

Para intentar dar respuesta a las cuestiones más primordiales podemos considerar un artículo publicado en la revista DESPERTAD del 8-6-1979, páginas 6 y 7, que argumenta, en parte:

«La primera causa… ¿animada o inanimada?… ¿Surgió el universo sólo de movimientos puramente mecánicos, físicos, independientes de dirección consciente, inteligente?

De un examen cuidadoso del universo, los científicos han visto prueba de que éste tiene la precisión de una máquina. Las leyes que los cuerpos [celestes] obedecen son tan exactas que con años de anticipación los científicos pueden predecir diversos sucesos [celestes]. Además, algunos de nuestros más precisos cronómetros se ponen en hora por medio de las estrellas.

También se observan agrupaciones de materia sumamente organizadas. Esto es especialmente cierto de los complejos sistemas que componen los organismos vivos. Hasta los "bloques de construcción" de la vida, las moléculas de proteína, manifiestan arreglos atómicos asombrosamente complejos.

¿Cómo surgió toda esta precisión y complejidad? ¿Es el resultado de la operación de la "casualidad ciega" en el transcurso de miles y miles de millones de años?

Algunos científicos prominentes han sugerido que si a una retahíla de monos se les concediera suficiente tiempo para golpear a voluntad las teclas de máquinas de escribir, con el transcurso del tiempo —tal vez miles de millones de años— producirían, sencillamente por casualidad, un libro como Guerra y Paz de Tolstoi. De modo que, razonan los científicos, si se suministra suficiente tiempo, este complejo mundo sería producido por la casualidad.

Pero, como hizo notar otro investigador: "Se precisa alguien que reconozca cuando ellos [los monos] hayan terminado su labor… y precisamente cuánto tiempo se esperaría que los monos [se] demoraran dependería exactamente de la manera en que se hiciera la selección." Sí, se precisaría que un individuo inteligente que supiera lo que el libro dice seleccionara y ordenara lo que los monos produjeran a fin de obtener la obra maestra. Sin un "seleccionador", los monos en realidad nunca producirían el libro. A lo más, sus esfuerzos resultarían en una mescolanza alfabética o meras líneas de palabras desconectadas o palabras a medias.

"La casualidad ciega," dice el libro The Life Puzzle, "es un sujeto productivo… sin embargo, es muy limitado. Puede producir niveles inferiores de organización con suma facilidad… pero a medida que aumenta la organización no tarda en hacerse muy incompetente. Y, como vimos, esperar mucho tiempo, o usar tremendos recursos materiales, no es muy útil".

Hasta los niños saben que no se puede construir una "casa" de "cubos de construcción" de juguete por medio de meramente arrojar los cubos al aire, con la esperanza de que por casualidad formen una "casa". Cierto, quizás en cierta tirada, dos o tres cubos se apilen unos sobre otros. ¿Pero qué probabilidad hay de que se edifique una "casa" organizada? De hecho, a menos que el niño proteja los pocos cubos que por casualidad se apilaron, la próxima tirada podría deshacer lo ya hecho. Es preciso que alguien manipule los cubos para producir una "casa" organizada. Por lo tanto, por sus propias observaciones los científicos se han visto obligados a desechar la "casualidad ciega" como factor responsable del elevado grado de organización que se evidencia en la Tierra y el universo.

En 1859 Carlos Darwin propuso que la "selección natural" era el guía "selector" que podía organizar los resultados producidos por la casualidad ciega y producir el orden del caos. Se dice que la selección natural es un proceso por medio del cual sólo sobreviven los diseños u organismos (plantas y animales) "correctos" (favorables) especialmente adecuados para sus alrededores, y que éstos, por lo tanto, pasan el diseño "correcto" a su prole, y así, gradualmente "evolucionan" hasta llegar a ser formas de vida más complejas.

No obstante, después de describir las muchas condiciones únicas en su género que permiten que la vida exista en la Tierra, el evolucionista C.F.A. Pantin, anterior profesor de zoología de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, reconoce que "la operación de la selección natural no daba razón de todas las características especiales del mundo natural."

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¿Qué clase de "características especiales"? Bueno, de cierta característica el zoólogo W.H. Thorpe ha dicho que es "una de las más sorprendentes y perturbadoras sacudidas que la teoría evolucionista ha recibido en tiempos recientes". Es la increíble complejidad del gen… la unidad microscópica en el interior de una célula viva que determina lo que esa planta o animal en particular será. Los genes ciertamente son complicados. Como computadoras en miniatura, almacenan información y suministran instrucciones a la célula. Si se escribiera toda esta información en tipo normal, llenaría una enciclopedia de unos 1.000 tomos.

¿Qué probabilidad habría de que uno de estos genes complicados se originara por medio de la selección natural a través de "mutaciones fortuitas" en el transcurso de miles de millones de años? "Las probabilidades de que una molécula característica de ADN fuera producida en dicho lapso de tiempo siguen siendo, pues, inimaginablemente pequeñas (10-415)," escribe el biólogo Frank B. Salisbury en la revista científica Nature. "Inimaginablemente pequeñas". Una probabilidad en un 1 seguido por 415 ceros.

Aunque Salisbury cree en la evolución por medio de la selección natural, la imposibilidad de que tal cosa suceda lo hizo llegar a esta conclusión: "La creación especial o la evolución dirigida resolvería el problema de la complejidad del gen".

Es preciso que alguna fuerza inteligente haya "dirigido" la construcción de tan compleja molécula. No podría haberse desarrollado por mera casualidad ni siquiera por "selección natural". La materia inanimada, como los átomos y las moléculas, no se ordena a sí misma.

"También sabemos que la característica más fundamental de la vida es que puede invertir la entropía [la tendencia de los sistemas sumamente organizados a hacerse menos organizados], es decir, puede restaurar el orden en contraste con la tendencia de la materia inanimada a reducir el orden (o a aumentar la entropía; es decir, las piedras tienden a rodar cuesta abajo, no cuesta arriba)," informa el libro The Reflexive Universe.

¿Qué nos dice todo esto? Que una Fuente de Energía original tiene que haber estado viva para proveer dirección a medida que la energía a su disposición se usaba para crear el mundo natural que nos rodea…».

Conclusión.

La pregunta que encabezaba este artículo era: ¿Fue el llamado "Tercer día creativo" un episodio aleatorio o creativo? Dicha pregunta se contesta en buena parte a través de dar respuesta a esta otra pregunta: ¿Fue el origen de la vida un acto casual o creativo (entendiendo por acto CREATIVO el que se ampara en alguna clase de dirección inteligente)?

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Los argumentos que hemos presentado han intentado dar razones válidas a favor del punto de vista del Génesis en cuanto al origen de la vida en nuestro planeta, acaecido durante el periodo denominado en las Santas Escrituras como Tercer Día Creativo. La contrapartida a estos argumentos se presenta en forma de cúmulo de hipótesis bajo el título de Teorías Materialistas del Origen de la Vida, y todas éstas se encuentran afectadas por un mismo denominador común: El origen casual y no inteligente de la vida.

En el próximo artículo abundaremos y profundizaremos más en este tema, pero antes de proseguir se hace necesario elogiar a la Sociedad Watchtower Bible And Tract Of Pennsylvania por la publicación, editada en el año 2010 en español y otros idiomas, del folleto de 32 páginas cuya portada aparece en la figura de la derecha. Se trata de una obra fácilmente entendible para el público profano que expone con claridad sorprendente la incomprensible obstinación de los círculos académicos por soslayar toda la evidencia racional y de peso que favorece a los postulados que invocan dirección inteligente para el origen de la vida.

 

 

Autor:

Jesús Castro

Partes: 1, 2
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