1. Introducción 2. Definiciones 3. La organización sindical 4. La acción de los sindicatos. 5. El Sindicalismo En Venezuela 6. La burocracia sindical. 7. Bibliografía
El movimiento sindical frecuentemente practica la política de conciliación de clases. Por lo tanto, se puede afirmar que existe una vinculación entre dicho movimiento y los partidos políticos a la cual quedan subordinados los intereses de la clase obrera, ahora llamada clase trabajadora, expresión ésta que implica una distorsión conceptual, puesto que se generaliza, la condición del trabajo hacia todas aquéllas personas que pueden ser fuente de producción, pero no asalariado. Hasta ahora hemos podido constatar que los dirigentes obreros conservan el viejo lenguaje de la defensa de los "intereses de la clase obrera". De manera que en el seno del movimiento sindical persiste la concepción relacionada con que el movimiento sindical debe servir a los intereses de la clase obrera". Sin embargo, a lo largo de la historia del movimiento sindical podemos apreciar que la defensa de los intereses de la clase obrera son puramente económicos y muy restringidos, practicando de tal manera, una política de conciliación de clases, puesto que creen que la conciliación de clases es el fundamento mejor de la democracia y evita los riesgos inherentes al sistema democrático.
Aristocracia obrera.- Capa alta, relativamente pequeña, de la clase obrera; está constituida por obreros –a menudo altamente calificados- de los países capitalistas, obreros a quienes la burguesía logra sobornar gracias a las superganancias de los monopolio. En la época imperialista, se crea la base económica para que en varios países resulte posible sobornar a la capa alta de esta clase obrera, para lo cual se vale de diversos métodos: eleva el salario a ciertos trabajadores, proporciona buenos puestos a la aristocracia y a la burocracia obreras en el aparato estatal y en los sindicatos, les da participación en las ganancias, etc.
Sindicalismo.- Movimiento o corriente de organización de diversas categorías socio-profesionales que, por lo general, tiene como principal objetivo, la defensa de los intereses económicos de sus miembros. El sindicalismo es fundamentalmente sindicalismo obrero, pero el término se puede aplicar a todas las asociaciones profesionales, organizadas sobre el sistema de sindicato.
También se designa con este término, la doctrina que atribuye a los sindicatos profesionales, la función de conducir la revolución y la tarea de dirigir la sociedad. El sindicalismo así entendido, ha perdido la importancia que tuvo en las dos primeras décadas del siglo pasado.
Sindicato.- Del griego syndicos, de syn "junto" y un derivado de dike "justicia". En su sentido amplio, asociación de personas morales o físicas que tiene por objeto la representación y la defensa de sus intereses comunes. Sin embargo, en su acepción corriente, se trata de las asociaciones de obreros y de empleados, de una profesión (sindicato de oficio) o de una rama industrial (sindicato de industria), que se agrupan con el propósito de defender sus derechos e intereses inmediatos: salarios, horarios, condiciones de trabajo, de seguridad, etc.
Sindicato de Empresa.- Agrupación en un solo sindicato de trabajadores pertenecientes a diferentes profesiones, oficios o especialidades, y que trabajan en una misma empresa.
Sindicato de Industria.- Agrupación en un solo sindicato de trabajadores pertenecientes a una industria determinada, sin considerar profesión, oficio o especialidad.
Sindicato de Oficio.- Agrupación en un solo sindicato de trabajadores de una misma profesión, oficio o especialidad, sin consideración de industria o empresa.
3. La organización sindical.
Los sindicatos son, efectivamente, instrumentos de incorporación de los trabajadores en la lucha por la defensa de sus intereses y la elevación de sus condiciones de vida, al tiempo que ayudan a la formación de una clases obrera organizada y combativa. Estas luchas reivindicativas –desde el aumento de salarios, pasando por las demandas de reducción de la jornada de trabajo, hasta la participación en la ganancia y la cogestión- son el punto de partida para que la clase obrera asuma su papel protagónico en la lucha por la liberación y llegue a un cierto grado de autonomía y organización, logrando una percepción directa de su valor cuantitativo, especialmente en las luchas federativas y confederativas en el seno de las organizaciones sindicales. En el texto que C. Marx preparó con relación a los sindicatos y que fue leído en la I Internacional, señalaba que "Los sindicatos, han formado inconscientemente hogares de organización para la clase obrera, como los Municipios y Comunidades de la Edad Media lo hicieron para la burguesía. Si los Sindicatos, por su primer carácter, son rigurosamente necesarios para las luchas cotidianas entre el capital y el trabajo –verdaderos combates de guerrillas-, por su segundo carácter, son mucho más importantes aún como vehículos organizados para la supresión del salario y de la dominación del capital".
En la medida en que se constituye una clase obrera industrial y urbana, la maduración y fermentación teórica de los intelectuales de izquierda respecto del papel que le asignan a la clase obrera, no se mide por los planteamientos teóricos de estos intelectuales, sino por la capacidad que la clase obrera tiene, para hacer funcionar sus propias organizaciones de base. No obstante, debemos consignar que la "aristocracia obrera", la cual ha impulsado las primeras etapas del movimiento sindical en los países de mayor desarrollo relativo de América Latina, le dieron a éste, desde el primer momento, un corte revolucionario (ya sean anarquistas o socialistas), hecho que no ha acontecido de igual modo en Europa y Estados Unidos de Norte América, en donde los sectores obreros calificados fueron incorporados más fácilmente al sistema.
Los Sindicatos –como también otras instituciones de base: mutualidades, cooperativas, clubes, etc.-, sirvieron como "hogares de organización para la clase obrera", y en ellos surgieron y se generaron sus propios dirigentes. Estas posibilidades de capacitación y entrenamiento en las tareas de administración y conducción, son de gran importancia para la constitución de un movimiento obrero autónomo.
Pero cuando el sindicato crece lo mismo ocurre con las otras organizaciones de base y con otro tipo de organización a medida que se desarrolla), la burocratización resulta inevitable. Aparece, consecuentemente, la burocracia sindical, pagada por el Sindicato, pero además, por los empleadores y el gobierno de turno, utilizando a la vez las ventajas que le confiere el sistema como la licencia gremial.
Desarrollando el análisis, digamos que este fenómeno en sí, no es un freno significativo al proceso de liberación de la clase obrera. El que haya dirigentes obreros rentados por los mismos trabajadores, es un paso positivo; pero se vuelve negativo, cuando estos dirigentes son sostenidos económicamente por los patronos, con creces, lo cual los ubica por encima del mejor trabajador pagado. La organización burocrática, por su misma naturaleza, exige de un "dirigente administrador". Hasta aquí tampoco habría problema, considerada la cuestión desde una perspectiva revolucionaria y transformadora. Más, he aquí, con frecuencia el "administrador-obrero" va reemplazando insensiblemente –y a esto ayudan los valores vigentes en la sociedad de clase-, al dirigente combativo, el que se identificó con su clase. El dirigente administrador, sufre de todas las irremediables tentaciones de la sociedad burguesa: prestigio personal y sus derivaciones, contactos con funcionarios gubernamentales y soborno en contingencias difíciles para el sistema; cierto desclasamiento, sea consciente o inconsciente, determinado por el tipo de vida que desarrolla (especialmente en dirigentes que han hecho de su papel una especie de profesión por períodos peligrosamente extensos), pasando del nivel de trabajo en la fábrica o el taller al de teorizante o pequeño líder al que debe recurrirse para obtener ventajes o simple justicia en los reclamos. De esta manera aparece el burócrata sindical, diferenciado y desvinculado de sus bases.
Este burócrata que ya no trabaja como obrero, sino como administrador, se desenraiza de la misma clase obrera, y cada vez le resulta más difícil comprender los problemas reales de su clase, y todavía más, los intereses estratégicos a largo plazo, que muchas veces pueden ser contrapuestos a sus intereses personales.
Por cuanto el burócrata quiere larga permanencia en su cargo, monta todo un aparataje que le asegura la conducción y dirección de las tareas, es decir, de administrar el Sindicato, llegando incluso al extremo de practicar elecciones internas fraudulentas para la perpetuación en el cargo, digitación de delegados (nombrarlos a dedo) afines a su "lista", trasgresión o adecuación de los Estatutos a sus finalidades continuistas, etc. Las consecuencias nefastas que tiene este fenómeno sobre las luchas y el rol de la clase trabajadora en el proceso revolucionario son por demás evidentes, como es evidente su identificación con los métodos del sistema.
Cuadros medios de dirigentes no rentados, y las mismas bases, constituyen elementos que pueden desbordar a la burocracia.
Quizás por el hecho de haber dedicado bastante espacio a examinar las "desviaciones" y "frenos" que pueden ofrecer los Sindicatos, se podría pensar, un tanto negativamente de las organizaciones sindicales como instrumento de lucha de la clase obrera. Todo lo contrario: en esta etapa de lucha constante por una nueva estructura social, tal como la prueba la experiencia histórica, es una de las tareas de mayor relevancia la cual debe ser desarrollada por los propios trabajadores, partiendo de la base social que los aglutina. Para ratificarlo, baste sólo pensar los extensos márgenes de opresión del neoliberalismo si no existiesen sindicatos realmente clasistas y en donde se frene la intervención a los mismos; las leyes y reglamentaciones de controles rígidos que impidan un desarrollo democrático; la creación de instituciones adhoc para integrarlos al gobierno de turno y cualquier otra medida que produzca su neutralización.
4. La acción de los sindicatos.
Ahora bien, ¿qué hacer para que los Sindicatos como vehículos organizados de la clase obrera avancen en un proceso orientado conforme a los verdaderos intereses de los trabajadores?
Es evidente que no toda lucha de los trabajadores se ha de expresar necesariamente a través de los Sindicatos. Éstos, además, pueden transformarse en instrumentos que utiliza el sistema para bloquear la lucha obrera. Por otra parte, no puede ignorarse la importancia que reviste la organización sindical. Una línea correcta de acción sindical, según nuestro enfoque, sería la de no despreciar las luchas reivindicativas, como medio de presión, no siendo éstas las de definición estratégica, porque conduciría a una lucha economicista, contraria a la proyección democrática de participación popular. Es necesario combinarla con mecanismos de proyección política transformadora. Para ello es imperioso elevar el nivel de conciencia obrera a través de las luchas reivindicativas, en la medida en que éstas ponen de manifiesto que no bastan para lograr un auténtico avance hacia una proyección cultural, social, económica, política.
El paso de la lucha económica a la lucha política, se da mediante la inserción política de la clase trabajadora en un partido político revolucionario, pero con una mayor independencia, a través de la acción sindical, en cuanto ésta se presenta como alternativa clasista y revolucionaria y como organismo de masas. Pienso que esta sería la mejor línea de acción del movimiento sindical, penetrando en la esencia de las masas obreras, en su idiosincrasia, en su cultura que permita una lectura de su condición y de su dirección futura.
Sería ingenuo pensar en la inserción política inmediata de la clase trabajadora con la sola constitución de un sindicato o una federación y aún, de una confederación de sindicatos. Como es bien sabido, la ampliación del ámbito de la acción sindical comporta una serie de fases conforme cambian las circunstancias de tiempo y de lugar y las cuales podría resumir de la siguiente manera:
En la empresa: las primeras formaciones sindicales surgen en el plano de la empresa, para defenderse de los abusos de la patronal y mejorar las condiciones de trabajo;
En las profesiones: poco a poco el sindicalismo se va uniendo según ramas ocupacionales formando federaciones regionales y confederaciones nacionales, con lo cual aumenta su capacidad de negociación en orden a la defensa de los intereses de los trabajadores;
En la economía nacional: como consecuencia de lo indicado anteriormente, el Estado se ve obligado a tener en cuenta a la fuerza sindical; el Estado y los Sindicatos se relacionan, tanto en problemas que conciernen a la política económica nacional, como en lo que se refiere a los intereses de la clase trabajadora. La discusión obrero-patronal pasa a ser una discusión obrero-estado: paritaria, y la discusión de los convenios colectivos de trabajo, son un ejemplo del ámbito en que operan los sindicatos en esta nueva fase.
Las prédicas de "colaboración y armonía de clases" y la de "apoliticidad de los sindicatos" son los modos con que se embellece la esclavitud asalariada del sistema capitalista. Aparece aquí lo que Jorge Abelardo Ramos llama el doble carácter del sindicalismo: "de un lado expresa la necesidad de los obreros para mejorar sus condiciones de vida en la sociedad burguesa", y por el otro, "es la correa de transmisión de la ideología burguesa en el movimiento obrero. Este hecho se funda en una realidad evidente: el sindicalismo propone mejorar el salario, no suprimirlo con el fin de establecer una sociedad sin clases". En otras palabras, el sindicalismo es para obtener mejores condiciones de vida, pero no para constituirse en una alternativa revolucionaria.
Con el sindicalismo negociador, han aparecido, en Latinoamérica, los burócratas sindicales a quienes el dirigente obrero Agustín Tosco ha descrito como a los que manipulan ignominiosamente el movimiento obrero y se sirven de él para todo tipo de componendas sobre la base de reiteradas claudicaciones.
Algunos plantean la necesidad de un sindicalismo puro, es decir, apolítico, sin reparar que todo lo que se haga por despolitizarlo, es un hecho político (aunque se lo niegue), pues, tiende a que los Sindicatos, con su "neutralidad política", no cuestionan al sistema, se circunscriben a la lucha económica y favorezcan una política negociadora reformista. Si el sindicalismo quiere ser algo más que un instrumento de defensa de los intereses laborales, con tareas extensivas de asistencia y servicios sociales, es necesario plantearse el problema en función de la sociedad actual, lo cual implica pensar acerca de su función política.
Si bien es cierto que el objetivo básico de los sindicatos es la defensa de los intereses profesionales de sus miembros y de los trabajadores en general, también es evidente que el concepto de "intereses profesionales" ha ido adquiriendo una amplitud cada vez mayor. Esta ampliación de los objetivos sindicales, supone para el sindicalismo la necesidad de abordar un mayor número de actividades, y como consecuencia de ello, los intereses profesionales quedan insertos en la problemática política.
Los sindicatos, entonces, comienzan a interesarse en los problemas políticos de la sociedad de la cual forman parte y los partidos políticos encuentran en los "premios" una buena "clientela", como medio para tener el apoyo electoral, o bien, porque quieren representar los intereses de esa clase. En esta etapa, la acción política de los Sindicatos puede asumir distintas formas:
Acción Política de Negociación y Control.- El sindicalismo no cuestiona al sistema, ni siquiera se plantea el problema, opero trata de sacar de él, todas las ventajas posibles para los trabajadores. Los empresarios han procurado promover este tipo de sindicalismo puesto oque sirve como grupo de presión contra las oligarquías terratenientes que subsisten en algunos países de Latinoamérica, pero, además, como instrumento de control de la misma clase obrera.
Acción Política de Integración.- El sindicalismo está integrado en la organización política del Estado.
Acción Política Reformista.- Los sindicatos no sólo negocian, sino que también buscan una serie de reformas sociales y transformaciones estructurales, que lleven a una mejor distribución de los bienes económicos; pero, sin cuestionar los fundamentos mismos del sistema. Se procura que los obreros formen parte de las Cámaras Legislativas para tratar de asegurar una legislación social más avanzada; en ciertos casos, ellos integran algunos organismos del Estado tales como Consejo Económico y Social; Comisión Tripartita; Comisión de control de precios, etc., pero sin poder efectivo, ni facultades de decisión en cuestiones de importancia. Con este tipo de sindicalismo, gobierno y burguesía encuentran los modos de corromper y sobornar a las capas dirigentes de la clase obrera, transformando a dichos dirigentes en burócratas que nada harán más allá de las reglas del juego que les impondrá el sistema.
Acción Política Revolucionaria.- Comienza a darse cuando las luchas obreras sacuden al sistema y lo cuestionan en sus mismo fundamentos, pues, la vanguardia obrera y un número cada vez mayor de trabajadores se hace consciente de que los problemas obreros no pueden resolverse dentro del marco del sistema capitalista, por cuanto esos problemas son mucho más que una cuestión de salarios, vacaciones pagadas, buenas condiciones de trabajo, etc.
5. El Sindicalismo En Venezuela
Los primeros grupos sociales de obreros aparecen en la sociedad venezolana durante las últimas décadas del siglo XIX; pero, la clase obrera como tal, diferenciada de otras clases por el lugar ocupado en el proceso de producción predominante, surge y adquiere fisonomía con la iniciación y el desarrollo en el país de las operaciones de exploración y explotación, programadas por los monopolios extranjeros en la industria petrolera. En la dinámica de nuestra sociedad, el obrero no se distingue fundamentalmente del empleado, por cuanto aquél es un productor de plusvalía y éste un distribuidor de la misma. De acuerdo con una concepción plasmada en la legislación laboral venezolana, la separación obedecer al supuesto predominio del esfuerzo físico en el trabajo del obrero, como esfuerzo intelectual en el empleado. Los componentes de la clase obrera son en su gran mayoría hombres y mujeres jóvenes. La clase obrera comprende diversos destacamentos, entre los cuales algunos crecen constantemente. El de mayor importancia, sin ser el más numeroso, es el proletariado industrial. En la clase obrera nacional se han producido cambios cuantitativos de gran importancia en los dos últimos años (1999-2000), determinados por la desincorporación de grandes destacamentos que anteriormente estructuraban la masa laboral empresarial, la cual se ha ido despojando de un considerable número de ellos, como consecuencia de una apreciación de transformación estructural en el país , sin se aprecien transformaciones cualitativas al nivel de la inserción tecnológica.
Los triunfos históricos de la clase obrera en diversas regiones del mundo, las revoluciones sociales que han convertido al proletariado como clase gobernante, atemorizan a los colonizadores modernos y sus aliados, las clases dominantes nacionales, y los lleva a intensificar las actividades dirigidas a conseguir la división del movimiento obrero nacional y así obstaculizar el desarrollo de las luchas que se van adecuando a las nuevas necesidades del país, a las transformaciones que se operan en él.
Para lograrlo, invierten fabulosas sumas de dinero en propaganda que confunde, generando a la vez, los mecanismos de corrupción de algunos dirigentes sindicales. La división del movimiento obrero y de los trabajadores en general, es una finalidad permanente, que se expresa con toda nitidez en la estructura de los maestros y profesores, donde siete agrupaciones, con distintos colores partidistas, luchan por el predominio contractual. Betancourt, desde la jefatura del gobierno, hizo de los dirigentes sindicales afiliados a Acción Democrática, los difusores del reformismo entre los efectivos del movimiento obrero nacional.
Resultado de estas gestiones fue lo que se conoció como la "paz laboral", establecida mediante la celebración de contratos colectivos de trabajo de larga duración, que eliminan, en lo legal, situaciones conflictivas entre patronos y trabajadores durante dilatados períodos, al encontrarse los sindicatos jurídicamente incapacitados para luchar (a través de contrataciones colectivas, se fue ajustando el tiempo de duración, hasta lograr revisiones de contrato cada dos años, tanto al nivel de la empresa como del gobierno). Los somete a la congelación de los salarios, mientras sube libremente el costo de los artículos de vital necesidad.
Las raíces de la burocracia sindical y su composición son distintas a las de la aristocracia obrera. Entre los principales componentes de la primera, están principalmente, directivos y funcionarios de sindicatos que militan en partidos policlasistas; generalmente trabajadores marginados desde hace años del frente de la producción para desempeñar cargos en dependencias del Estado, confundidos con burócratas vinculados a representantes de los intereses gubernamentales y de las clases dominantes.
La burocracia sindical se forma y desenvuelve fuera del marco de las relaciones de trabajo, de los centros fabriles. Por sus ligazones con empresarios estatales y privados deforma y frena las luchas de contenido clasista que adelantan los trabajadores. Quienes la constituyen, particularmente los dependientes del Estado, rompen con la clase obrera que se aísla de ella, pero no se adhiere a otra: surge y crece en las masas asalariadas y aunque integrada por trabajadores mejor remunerados, rodeados de ventajas y garantías, se mantienen activos en los procesos de producción. El obrero aristócrata en un trabajador sobornado por la burguesía; el burócrata sindical es un parásito que vive de los burgueses, el Estado, los Sindicatos o partidos políticos.
Durante los últimos años, la burocracia sindical se ha extendido y enraizado en el andamiaje estatal principalmente. Los gobiernos populistas de Acción Democrática y el Social Cristiano Copey, la estimulan. Estos gobiernos han hablado con frecuencia de la incorporación de los obreros al aparato gubernamental. De esta manera, dirigentes y militantes de organizaciones sindicales oficialistas desempeñan cargos importantes en Ministerios, Institutos Autónomos, Gobernaciones, Dependencias Policiales y otros organismos estatales. Pero su condición de burócratas no les impide seguir autodenominándose "sindicalistas", e intervenir directa o indirectamente en las actividades de los sindicatos.
Existen burócratas sindicales pagados por dependencias del Estado; un buen número percibe sueldos de acuerdo con partidas previstas en el Presupuesto de la Nación, o de cada Estado o de las Municipalidades; nóminas de pago, contribuciones y ayudas al movimiento sindical.
En nuestra sociedad la burocracia obrera crece siguiendo dos direcciones: a) al margen de los mecanismos propios de los organismos sindicales y sin relaciones directas con los procesos de producción que adelantan las empresas públicas y privadas: sus integrantes son en su mayoría piezas de la burocracia del Estado; b) en el seno mismo de las organizaciones sindicales, comprende trabajadores retirados de la actividad fabril desde hace cierto tiempo, o bien, personas que nunca han sido obreros o empleados y reciben sueldos jugosos extraídos de los fondos formados por la acumulación de las cotizaciones ordinarias y extraordinarias de los activistas del sindicato.
El burócrata sindical acumula poder y lo ejerce sobre miembros del sindicato: es un rebelde aparente, pero la misión es frenar la rebelión. Vendedor de asalariados, traficante de energía laboral, caudillo de una maquinaria engrasada con intereses de fuerzas políticas, de un partido, generalmente; es un negociador de fuerza de trabajo ajena.
Ni por su origen ni por sus características, los componentes de la burocracia sindical no constituyen una capa del proletariado. Son marginados de esta clase, puntas de lanza del enemigo incrustadas en los organismos de lucha de la población trabajadora. Aunque los empresarios no asumen abiertamente la responsabilidad de mantenerlos, los ayudan. Los burócratas negocian los pliegos de peticiones y están autorizados para firmar contratos colectivos de trabajo con los empleadores.
En Venezuela, el instrumento principal que permite mantener quietas a las masas trabajadoras ha sido y es la Confederación de Trabajadores de Venezuela CTV, como organización dominante, nacida del Tercer Congreso Nacional de Trabajadores. La Confederación se fraccionó al agudizarse en su seno la lucha contra el quietismo, adelantada por personas y organizaciones de tendencia aparentemente "revolucionaria"; pero en la práctica, reformistas, que prefirieron, después de la ruptura, seguir el mismo camino que transita la CTV.
Los burócratas sindicales actúan en dos sentidos: a) colaboración efectiva con los aparatos represivos del Estado y fuerzas patronales empeñados en liquidar a cuantos se opongan al sedentarismo, y b) defensa decidida del sistema. La combinación de las dos actuaciones profundiza la intervención del Estado y los patronos en los sindicatos.
El sedentarismo convierte a los organismos sindicales en simples distribuidores de servicios legales, en instrumentos que "ayudan" a solucionar conflictos de trabajo individuales o colectivos que surjan.
La militancia de la CTV no dispone de mecanismos y oportunidades para elegir colectivamente entre la vía reformista y la acción progresista transformadora; sólo puede escoger entre un reformismo legal y un reformismo contractual. Los burócratas operan en la Central Obrera manejados por neocolonizadores, gobernantes y empresarios, procuran que los obreros participen en una enmascarada democracia de masas.
Cuando se hace el análisis de la clase obrera nacional, para valorarla como fuerza social capacitada para impulsar un cambio progresista y transformador, se deben localizar y jerarquizar los fenómenos surgidos y que surjan en su seno, teniendo en cuenta la significación de los mismos y sus proyecciones.
El proceso de desorganización de los trabajadores que estamos presenciando, que afecta a hombres y mujeres activos a tiempo completo en la producción, a semiempleados y desocupados, obedece a causas particulares. El hecho de dicha desorganización se debe más que todo a la forma y a los procedimientos que utiliza la CTV en cuanto al desarrollo de la contratación colectiva y al deterioro de las luchas sindicales para la conquista de reales reivindicaciones laborales; además, el bajo nivel de conciencia de clase que poseen los trabajadores venezolanos al no impulsar sus luchas a través de organizaciones progresistas por temor a las represalias por parte de empleadores y cuerpos policiales del Estado.
La unidad obrera no se logra sólo con abundancia de palabras y escritos sobre el tema; se forma al calor de los combates en pro de las más sentidas aspiraciones de la masa trabajadora. Hay que estimular la capacidad de creatividad de las masas populares, prepararlas para la utilización oportuna de las diferentes formas de lucha que vayan en beneficio del país.
– Ander-Egg, Ezequiel. Diccionario del Trabajo Social. El Cid Editor de Venezuela C.A. Caracas, 1982. – Blanco Muñoz, Agustín. Venezuela: Historia de una frustración. Habla D.F. Maza Zavala. Cátedra Pío Tamayo/ Centro de Estudio de Historia Actual. Caracas, 1986. – Borisov/Zhamin/Makarova. Diccionario de Economía Política. Akal Editor, 1975. – Diccionario Rioduero. Sociología. Ediciones Rioduero, 1980 – Haro Tecglen, Eduardo. Diccionario Político. Editorial Planeta. Barcelona. España. 5ª. Edición. 1976. – Quintero, Rodolfo. Clase obrera y revolución. Viloria y Cruz Editores. Caracas, 1970. 141 pp.
Autor:
Lic. Luis E. Gómez Pineda