En nada existen reglas fijas, pero en general nos recomiendan utilizar una expresión afable[11]La monotonía y el aburrimiento[12]que induce un discurso sin variaciones de tono, también surge al mantener todo el tiempo el mismo gesto, de ahí que además de comunicarnos con las palabras lo hacemos con los gestos de la cara y por supuesto con el resto de todo nuestro cuerpo[13]Parte importante, muy importante de nuestra presencia es el atuendo que nos ponemos, el que obviamente tiene que estar a tono sin que parezcamos que nos vestimos para la ocasión, no nos conviene porque llamaremos la atención por ese detalle y no por lo que estamos diciendo[14]Hay ciertos cuidados que debemos tener a la hora de elegir la ropa que nos vamos a poner y es que los cuadros y las rayas vibran -razón por la cual marean al espectador-, peor aun si va a ser filmado en vídeo para la televisión[15]Es seguro que nuestro poder de convicción se verá fortalecido si nuestro aspecto es agradable, si somos naturales y amables y si además somos breves en la exposición.
A la hora de efectuar nuestra disertación, tenemos que observar otros varios cuidados. Debemos mirar alternativamente las caras de todos los espectadores (si bien el énfasis se lo daremos a los juzgadores, lo cierto es que hay que mirar de vez en cuando también a todos, a los cercanos y a los lejanos -al fiscal, al imputado, a los testigos, al público en general-). Cuando sentimos que estamos cayendo en la monotonía, podemos apoyarnos en las pausas y en los cambios de tono en la voz, podemos buscar algún papel o utilizar el bolígrafo sobre las notas algo que nos sirva para buscar el interés y llamar de nuevo la atención de quien nos escucha. Cuando hacemos las notas de apoyo, debemos ser cuidadosos en evitar términos ampulosos, poco usados o solemnes porque corremos el riesgo de parecer pedantes. Las mismas ideas pueden ser expresadas deliberadamente en lenguaje coloquial esmerado, el mismo que usamos a diario sin que tenga que avergonzarnos en caso de que haya una grabadora por ahí o si un altavoz está transmitiendo a otras personas fuera del recinto. En esto también debemos procurar no usar los mismos vocablos en forma repetitiva a manera de estribillos, lo que nos ayudará a su vez a combatir la monotonía y la pesadez. Igual que se nos puede olvidar una idea a la hora de hablar de cualquier tontería con los amigos, nos puede suceder que aun llevando una ficha nos perdemos.
Para procurar que si esto nos pasa salir pronto del momento embarazoso, el truco que nos puede sacar de este apuro consiste en tener muy destacado ojalá con colores cada idea básica y si nos perdemos en lugar de ponernos nerviosos a revolver papeles y buscar, pasamos a la idea siguiente como si nada hubiera ocurrido, lo más probable es que no se percatarán y quizá más adelante podamos retomar la idea y redondearla. Existen ocasiones en que es preceptivo leer una sentencia, una cita bibliográfica y debemos cuidar el desliz de una palabra mal pronunciada o peor aun el uso de una inapropiada, porque sería calamitoso y si tenemos que leer entonces hagámoslo bien, bien pronunciado, haciendo los énfasis, las puntuaciones, abriendo la boca y siempre procurando que sea lo menos de lo mínimo, jamás aburridas páginas enteras, menos cuando debemos suponer que nuestro público, esos jueces conocen de esas sentencias mejor que nosotros, lo único que haremos es recordar la frase clave, el párrafo central, lo que viene al caso y nada más. En estos casos, ¿por qué no llevar tanto la ficha guía como el texto que vamos a tener que leer obligatoriamente impreso en letra grande?, esto nos podría evitar el que nos perdamos o que inventemos una palabra que no vemos bien. Claro, las frases claves o las muy afortunadas deberíamos llevarlas destacadas con mayúscula, negrita y colores para no olvidar que tenemos que decirlas, despacio con vehemencia y énfasis, usando las pausas, el cambio de ritmo y el tono de la voz… porque leer, lo que se dice leer muy pocas personas saben hacerlo e irremediablemente hacen caer en la monotonía y el aburrimiento y lo que queríamos que es convencer, se nos cae, se derrumba.
Para hacer más atractiva nuestra exposición podemos hacer uso de diapositivas, los utilitarios de la computadora, los vídeos, la pizarra, toda clase de proyecciones y audios. Con esto nos aseguramos no caer en el aburrimiento y la monotonía y de paso nos hacen más fácil el manejo de la exposición, difícilmente nos perderemos o nos bloquearemos, nos servirán en todo momento como muletas para continuar. Claro, debemos asegurarnos que los aparados funcionan, que hay cables, extensiones eléctricas, enchufes y todo cuanto sea necesario para ponerlos en marcha y que vayan como deben ir, obviamente debemos llevan con bastante tiempo de antelación.
Pero ¿y si a pesar de todas nuestras previsiones igual la electricidad no funciona?, debemos llevar preparada nuestra disertación sin nuestras ayudas e igualmente exponer nuestras ideas sin las muletas; o sea, debemos prepararnos de las dos maneras. Ahora, que solamente los utilizaremos cuando resulten interesantes y reveladores y tienen que añadir algo fundamental a la disertación, en caso contrario lejos de ayudarnos nos van a entorpecer nuestra labor por cuanto primero ya a nadie le gusta ver imágenes cuando las hay tan maravillosas en la televisión o en el cine y segundo porque lo que inicialmente pretendíamos que era destacar nuestra imagen y la idea que estamos transmitiendo se nos viene al suelo al hacer perder el tiempo. Hemos realizado un notable progreso cuando tenemos la infraestructura preparada: sabemos que debemos portarnos con naturalidad y ser breves, dominamos las inflexiones del tono de la voz, gestos, pausas ritmos, sabemos cómo vestirnos adecuadamente para presentarnos, mover el cuerpo y las manos, utilizar la sonrisa y el fruncimiento del ceño, cuando hay que interrumpir el discurso, etcétera. Esta infraestructura del discurso nos será muy útil con una sola condición: que elijamos bien lo que tenemos que decir. Clásicamente todo lo que tenemos que decir –ya por escrito o en forma oral- tiene tres fases a desarrollar –como en una obra de teatro-, que son la presentación, el nudo y el desenlace. En la introducción o presentación familiarizamos al espectador con los personajes, su ambiente, la relación mutua; en el segundo acto o nudo exponemos los problemas, las tensiones, el conflicto en interés de los personajes y en el desenlace explicamos el resultado final en donde obtenemos y exponemos las conclusiones.
La disertación breve, debe aprovechar este mismo esquema, no podemos acortar la introducción en detrimento de la conclusión o a la inversa, todas las partes son igualmente importantes, de ahí que debemos ser puntuales en las ideas claves en cada una de las partes del discurso, recordando que brevedad eso es lo que significa y no hacerlo de prisa o cercenar partes de la disertación.
Metodología práctica para preparar abogados litigantes
Dentro de las garantías judiciales mínimas tenemos, al juicio oral y público, la intervención del imputado -a ser oído públicamente-, la participación de su defensor en el proceso y el debate y además la posibilidad de interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo en su contra, lo mismo que peritos y demás personas que puedan arrojar claridad sobre los hechos.
El proceso penal acusatorio es muy dinámico, caracterizado por la gran cantidad de actividad que deben desarrollar cada parte en conflicto, para de este modo probar o desacreditar los extremos de sus afirmaciones. Frente a la confrontación desplegada por la Fiscalía y la Defensa, el Juez en su imparcialidad se caracteriza por su pasividad, limitado únicamente por ser como un árbitro o director del debate, quien cuida que los contendientes no se extralimiten en el uso de las reglas del juego, especialmente en cuanto a la forma y al contenido de las preguntas hechas al perito o a los testigos.
Normalmente el control recae en la admisibilidad o no de la respuesta esperada a partir de la pregunta realizada por parte de quien interroga, siendo éste el incidente de objeciones que puede suscitarse en cualquier momento del interrogatorio. Excepción hecha de su participación como moderador, árbitro o director del debate la función del juzgador se constriñe entonces a ser un observador pasivo pero muy minucioso de los elementos de prueba que se están produciendo frente a él –en juicio pleno, contradicción o debate-, quien será luego el que decide el litigio. En relación con los testigos o los peritos, el Juez debe limitar su actividad a verificar los datos personales generales para identificarlo plenamente, los aspectos relativos a credibilidad tienen que quedar sujetos al interrogatorio y contrainterrogatorio de las partes, ir más allá sería comprometer su imparcialidad. Corresponde pues a las partes conducir al testigo porque dejar que lo haga espontáneamente a manera de relato tiene serios inconvenientes por cuanto generalmente el testigo suministra demasiada información y casi toda impertinente y lo importante queda incompleto. Al tener el juicio una naturaleza controversial en especial el asunto de la prueba –lo que implica un combate de posiciones, una confrontación en contradicciones-, es preferible que la información surgida del testigo o perito no sea ni desordenada ni impertinente, sino que surja en forma ordenada, conforme con los hechos y las circunstancias que rodean los hechos y por eso el que interroga ha de tener una estrategia para manejar el interrogatorio y contrainterrogatorio. La idea es que se haga innecesaria la intervención del otro, que el testigo lo diga todo de tal manera que el Juez únicamente intervenga para aclarar puntos sobre la información suministrada y que esta resulte confusa u oscura. O sea, que el juzgador no interrogue, pues es tarea de los contendientes convencerle sobre los hechos a partir de la información proporcionada por la prueba, a él le corresponde percibirlas y valorarlas, no hacerlas producir.
En el arte de interrogar, la pregunta sugestiva[16]está prohibida hacerla en el interrogatorio directo, pero es permitida en el contrainterrogatorio. La idea que subyace en la prohibición de hacer preguntas sugestivas en el interrogatorio directo, estriba en que aflore una verdad lo más cercana a la realidad de los hechos pasados y no una verdad construida a partir de la manipulación del interrogador. Una vez que la información novedosa afloró y ya forma parte incorporada del juicio, puede el contrainterrogador conducir su interrogatorio haciendo preguntas de este tipo. Esto es así fundamentalmente por dos razones, primero porque el sujeto interrogado no es colaborador con el abogado de la parte contraria y segundo porque permite que la prueba ya incorporada sea sometida a parámetros que garanticen su confiabilidad, con lo cual se consigue fortalecimiento de la convicción o que tal se desvanezca. Pero, la oralidad en juicio no se constriñe al interrogatorio de los órganos de prueba, sino que las técnicas de oralidad se relacionan con todo el debate[17]
Existe una metodología para enseñarnos estas técnicas. Hay un grupo de profesionales altamente especializados, que se han adiestrado en esas técnicas y que han elaborado un curso preparatorio para abogados que no solemos tener en nuestra tradición forence la oralidad. A ello se han dedicado El Proyecto Acceso[18]con su "Curso sobre destrezas en juicio oral". Ellos adiestran en habilidades y enseñan sus técnicas mediante la metodología "aprender haciendo", basada en la teoría constructivista. Consiste en disertaciones con demostración, empleando talleres de ensayo bajo el ojo observador tanto de los facilitadores como de la cámara de video. Lo hacen usando para ello problemas de simulación de juicios orales, en donde los expertos repasan con el estudiante el video y lo critican haciendo las recomendaciones pertinentes. De este grupo hemos recogido algunos apuntes, datos, folletos y demás material de trabajo, y como observadores que fuimos de la metodología de sus enseñanzas, nos hemos dado a la tarea de elaborar una recreación de lo asimilado. Hemos dicho que como todo discurso ya escrito o verbal –libro, obra de teatro, película, etcétera- nuestra disertación ha de tener un principio -o introducción, alegatos previos, o apertura-, un centro –o nudo- y un final –o desenlace, alegatos finales, o conclusión-. En el juicio, igual. Este ha de tener una apertura –que es la teoría fáctica y jurídica-, un nudo –constituido por las pruebas– y un cierre –desenlace o conclusiones-.
Apertura
Es la teoría del caso o sea, son los alegatos iniciales que las partes han de llevar ante el tribunal. En efecto, las partes han de llegar ante el juzgador con una historia legal verosímil y persuasiva, le deben presentar una recreación de los hechos pasados que tienen implicaciones jurídicas, deben contarle como una especie de cuento nuestra versión de lo que realmente sucedió. Nuestra teoría debe ser simple pero dar cuenta de la mayor cantidad de hechos, debe ser también lógica y fácil de creer. Así pues, la narración debe contener detalles de lugar, hora, fecha, etcétera e indicar si el móvil fue la venganza, el ánimo de lucro, los celos, etcétera –teoría fáctica con hipótesis descriptivas y explicativas- y además debe contener el conjunto de implicaciones y explicaciones jurídicas, los elementos legales del caso que se desprenden de la teoría fáctica –teoría jurídica-.
De igual manera, el discurso de apertura debe corresponder a la forma de toda disertación con una introducción, un centro y una conclusión. Esta parte del debate es sumamente importante porque le ayuda al juzgador de los hechos -mediante el relato- a hacerse una idea general de la cuestión. Le diremos al juzgador qué pasó o sea le planteamos el tema, le diremos también cómo pasó y por qué pasó o sea le daremos todas las justificaciones y concluiremos pidiendo el resultado que deseamos o sea le explicaremos por qué eso significa que nuestro cliente debe ganar. De ninguna manera podemos perder de vista que en esta etapa no podemos más que decir hechos –no conclusiones-, tampoco digamos especulaciones, ni siquiera hagamos comentarios sobre la credibilidad de los testigos, tampoco debemos hacer comentarios personales, menos aun ser argumentativos[19]
Curiosamente igual que hacemos cuando escribimos una tesis, justo la introducción la escribimos al final –aunque vaya al inicio-, de igual modo la teoría del caso se construye durante toda la investigación y el discurso lo preparamos al final. Las pautas para construirla entonces son: escuchar el relato de nuestro cliente, subsumir este relato en una teoría jurídica, determinar los hechos clave que son controvertidos, revisar la prueba de que disponemos para probarlos, revisar los elementos de las alegaciones de la contraparte, establecer las fortalezas y debilidades del caso tanto para la acusación como para la defensa. Las características que debe reunir son, que nuestra teoría sea coherente y única y estar de acuerdo con la experiencia.
Bibliografía
01. "Aunque tenga miedo hágalo igual", JEFFERS Susan, Editorial Atlántida, Ciudad México, 1.999
02. "¿Quién se ha llevado mi queso?, SPENCER Jonson, Ediciones Urano, Barcelona, España, 1.999
03. "Aprender a hablar en público hoy", VALLEJO-NAJERA Juan Antonio, Talleres gráficos Duplex, Barcelona, España, 1.990
04. "Comunicación oral para el liderazgo en el mundo moderno", McENFEE DE MADERO Eileen, Edición actualizada McGraw-Hill, México, 2.000
05. "Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocios", CARNEGIE Dale, Editorial sudamericana, Venezuela, 1.986
06. "Cállese y venda!-Técnicas comprobadas para cerrar la venta-", SHEEMAN Don, Editorial Norma, Colombia, 1.992
07. "Posicionamiento: El concepto que ha revolucionado la comunicación publicitaria y la mercadotecnia", REIS Al y TROUT Jack, McGraw-Hill, México, 1.995
08. "Mente sin límites –La programación neurolinguística-", CAYROL Alain y DE SAINT PAUL Josiane, Ediciones Robinbook, Barcelona, España, 1.994
09. "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva –La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa-", COVEY Stephen R., Litografía Rosés, Barcelona, España, 1.997
10. "Domine la Era de la Información", McCARTHY Michael, Ediciones Robinbook, Barcelona, España, 1.991
11. "Técnicas de interrogatorio en el juicio oral", DURAN RAMÍREZ Juan Antonio, Trabajo presentado en el posgrado de Administración de justicia de la Universidad Nacional de Costa Rica, Heredia, 2.000
12. "La defensa en juicio: La defensa penal y la oralidad", BERGMAN Paul, segunda edición, Abeledo-perrot, Buenos Aires, Argentina, 1.989
13. "Algunos puntos acerca de las preguntas a los testigos", WATSON Gary, Publicación en revista de la Facultad de Derecho de Osgoode Hall, Toronto, Canadá.
14. "Técnica jurídica en materia penal", SCHONE Wolfgang con la colaboración de Gladis Nancy ROMERO, Artes gráficas candil, Buenos Aires, Argentina, 1.999
15. "Mi primer juicio oral. ¿Dónde me siento y qué diré?", GOLDBERG Steven H., Editorial Heliasta,, Buenos Aires, Argentina, 1.994
16. "Los mandamientos del abogado", COUTURE Eduardo J., Depalma, Buenos Aires, Argentina, 1.979
17. "Defensas Penales", FERRI Enrico, Temis, Bogotá, Colombia, 1.988
Autor:
Mayela Ruiz Murillo
2.006
[1] El ser humano €“y no somos la excepción entre los animales- tiene dos tipos de reacción ante el peligro o el miedo: quedar paralizados o salir corriendo. Una vez superada la situación de bloqueo, los principiantes tendemos a correr y queremos acabar cuanto antes nuestro discurso. No utilizamos la brevedad que es lo bueno, sino que optamos por la velocidad que es muy malo en las disertaciones de los abogados ante el Tribunal de juicio. Para confrontar el miedo que nos causa el exponernos ante un público -aunque este sea solamente nuestro cliente, un juez y el fiscal- tenemos que trabajarlo esforzadamente en el adiestramiento. Nos vendría bien asistir a ver juicios de otros colegas y no desaprovechar oportunidades para levantarse y hablar en públicos diversos. Podríamos ofrecernos a leer el evangelio en la parroquia, dar clases de lo que sea, leer poesía a los amigos, etcétera. ("¿qué haríamos si no tuviéramos miedo?", cuántas cosas hemos dejado de hacer por temor!, aventuras, negocios, amores se nos han ido por temor!). Tenemos antes que los demás nos acepten tal y como somos, aceptarnos a nosotros mismos, con esa voz, ese cuerpo, esos pelos, esos dientes. Empecemos despacio: grabaremos nuestra voz con diferentes tipos de lecturas, echarnos un discurso de cualquier naturaleza frente al espejo, tomarnos video fijo para vernos por detrás y por delante y saber cómo nos vemos.
[2] La práctica es la recomendación que con mayor frecuencia dan los expertos para reducir el miedo, ya que con la experiencia viene la confianza, entonces la sugerencia es aprovechar toda oportunidad que se nos ofrezca para hablar ante un público sin importar el tópico o el grupo ante el que vayamos a exponer, así pues bien podemos hablar sobre la construcción de papalotes ante los niños de primaria. La idea es que formemos un hábito, el aprendizaje de una habilidad, tal como aprendimos a caminar, a manejar la bicicleta o conducir un automóvil.
[3] ¿Cuántas veces escuchamos nuestra voz o miramos nuestra imagen grabada y decimos ¡pero que grave tengo la voz!, o ¡parece un pito!, o ¡salí y me veo gorda!, o ¡qué flaco!, o ¡mira los hombros caídos!, o ¡qué panza!…?. No es que me veo o que salí así en la grabación, no. Es que así soy y así como me veo y salí en la grabación, así es justamente como me ven los demás siempre, porque así es como soy. De manera que con esa imagen los demás nos han visto y aprobado y hemos tenido el éxito que hemos tenido. Si hoy siento miedo a la desaprobación, al fracaso con respecto a nuestra propia imagen, entonces lo que tenemos que hacer es hacer lo necesario para cambiarlo: bajar de peso, cambiar de ropa, levantar los hombros, comprar zapatos, cortarnos el cabello, lo que sea que nos haga sentir mejor con nuestra propia imagen y recuperar la confianza en nosotros mismos. Tenemos que evitar que nuestra atención esté en aspectos externos tal como la manera que lucimos físicamente, esto nos pondría nerviosos y como consecuencia no ponemos la atención en nuestras ideas, no nos comprometemos con las ideas que estamos expresando y eso nos haría poco convincentes, con el agravante de que de paso transmitiríamos nuestro nerviosismo al público, con resultados desastrosos.
[4] El comunicador eficaz tiene la credibilidad de su público y sabe escuchar para responderle. Para ello debe poseer habilidades personales y conocimiento técnico. Entre sus habilidades después de canalizar el nerviosismo y saber relajarse a la hora de enfrentarse con sus oyentes, está comprometido con sus ideas y cultiva su actitud receptiva. Dentro del conocimiento técnico, el orador eficaz maneja la comunicación no verbal €“la voz, los gestos corporales y faciales-, analiza al público, prepara el discurso, y busca información.
[5] En nuestro sistema adversativo del procedimiento penal, las partes en conflicto tienen versiones antagónicas o por lo menos diferente interpretación de los mismos hechos ocurridos en el pasado. Cada parte pretende en debate persuadir al juzgador con su verdad, o sea convencerle y despertar simpatía por su versión de los hechos.
[6] La confianza en nosotros mismos nos viene del aplomo de saber que sabemos algo igual o mejor que las personas que nos escuchan y al expresarnos con convicción eso nos hace convincentes. Tener un grado académico superior a la licenciatura está muy bien ("tener queso hace feliz"), pero estaría mejor que nos instruyéramos constantemente no solamente con la jurisprudencia, las leyes y demás sino de temas variados tal como física cuántica, ciencia médica y cosmología de ser posible ("si no cambias, te extingues").
[7] El buen orador -además de ser natural y amable- debe tener credibilidad. ¿Qué es lo que percibe el público en el orador que posee credibilidad? El que escucha a un orador con credibilidad percibe tres cosas: honestidad, conocimiento y dinamismo. En general, debe aproximarse al tono de la conversación normal, como si estuviera charlando, haciéndolo pues con espontaneidad.
[8] Conviene ser amable permanentemente (en la oficina, en la casa, con los vecinos, con nuestros hijos… hasta con nosotros mismos cuando nos miramos al espejo), porque sería muy deseable que esta actitud forme parte de nuestra naturaleza, que surja como reacción espontánea en todo momento y sobre todo ante nuestros clientes.
[9] De todos modos conviene utilizar el menor tiempo que nos sea posible. Es defecto de los oradores principiantes hablar en exceso, erróneamente creen que si hablan bien o muy bien el auditorio tiene gusto de escucharle más allá del tiempo normal previsto. No es así, siempre se nos agradecerá que terminemos antes, que no seamos latosos ni pesados. Distingamos brevedad de hablar a la carrera o de hablar a toda velocidad, porque a la carrera en muy difícil transmitir eficazmente un mensaje y los abogados ocupamos que el juzgador entienda lo que queremos decirle. Debemos entonces decir menos cosas, pero estas tienen que estar bien elegidas, decirlas con énfasis, con convicción y con rotundidad.
[10] Además de grabar las disertaciones, el micrófono nos ofrece la posibilidad de que nos escuchen con mayor claridad y encima de estas dos ventajas tenemos que de este modo ocupamos esa mano que muchas veces no sabemos qué hacer con ella. Si en la otra llevamos la ficha guión, entonces no solo no nos perdemos en divagaciones sino que también tenemos esa otra mano ocupada. Hemos visto algunas veces a personas haciendo una exposición que se introducen las manos en los bolsillos, cruzan los brazos y al final no saben qué más hacer y terminan moviéndolas como si estuviera declamando en un teatro ópera.
[11] Además de comunicarnos con la palabra, lo vamos a hacer con el cuerpo, a esto se le llama lenguaje corporal. (Los gestos de expresión faciales se llaman mímica €“desde la infancia sabemos lo que son gestos, muecas, miradas-). Aquí reina como siempre la naturalidad, la expresión que debemos utilizar tiene que venir a tono con lo que estamos diciendo, pero sin exagerar. O sea, no poner cara de enfado o pocos amigos incluso si se tiene que decir cosas poco agradables.
[12] Mientras el público nos escucha atento está quieto, al cansarse comienza a cambiar de postura, es la última oportunidad que tenemos antes de que se desilusione, hay que terminar y hacerlo pronto.
[13] Es función de la motórica los movimientos de la expresión corporal, las manos, los brazos, los hombros… todo emite señales, para acentuar nuestra presencia debemos coordinarlos.
[14] Bueno, sin que "parezcamos" pero, si bien vestidos para la ocasión. Lo que se quiere decir es que nos puedan reconocer fácilmente, que correspondamos a la imagen que los demás tienen de nosotros normalmente, que no luzcamos como que nos disfrazamos de.
[15] Los hombres lo tienen fácil con vestir colores grises o azules y una corbata discreta €“exigido renunciar a los dibujos y colores chillones que emiten destellos-. Las mujeres cuanto menos llamativas mejor, la sobriedad se impone y mucho cuidado con las joyas o la bisutería. Hay que tener cuidado que esos detalles no llamen la atención del espectador para que pongan atención en nuestro discurso y no en el detalle de nuestro atuendo, además que si nos filman estos adornos no son más que estorbos que refractan la luz y encandilan. Es más, si usamos gafas y no nos son estrictamente necesarios, mejor nos lo quitamos para que nos vean los ojos y evitar el efecto espejo que los lentes producen con los focos de iluminación artificial. Que no parezcamos que nos vestimos para la ocasión sí, pero muy cuidadosos también. Vamos al baño para no tener ganas de vaciar la vejiga, arreglarnos el cabello, que los zapatos estén limpios, los calcetines o las medias sin arrugas, que la corbata no esté torcida, que no se nos quede un botón sin abrochar, que la cremallera esté bien cerrada, que la solapa del saco no tenga pelos o caspa y cosas por el estilo.
[16] La pregunta sugestiva es la que sugiere la respuesta deseada, en realidad son afirmaciones con una frase agregada al principio o final de la oración para convertirla en pregunta, e igualmente son preguntas sugestivas aquella que contiene la respuesta en la propia pregunta.
[17] Se habla de técnicas de la presentación -o apertura o alegatos iniciales-, técnicas del interrogatorio propiamente dicho y técnicas para el cierre -alegatos finales o conclusión-. Es verdad que estas técnicas se relacionan fundamentalmente con la actividad de las partes, pero el Juez también debe conocerlas ya que él es el arbitro, el moderador, el director del proceso y como le corresponde decidir qué elementos de prueba pueden o no ingresar al debate, resolviendo los incidentes planteados por las partes por medio de las objeciones.
[18] Grupo auspiciado por la Fundación William y Flora HEWLETT con la presentación de California Western School of Law y la colaboración de otras entidades tales como la Organización de Estados Americanos. Ver el documento de James Michael COOPER €“decano de esta Universidad y co-fundador de Proyecto Acceso, programa Panamericano con sede en Temuco, Chile.-
[19] De nuevo aquí hay que reiterar que el lenguaje que utilicemos ha de ser coloquial, que recordemos ser lo más breves que nos sea posible, precisos, concretos. El cuento que contemos ha de ser directo, puntual, lo más asertivos que podamos.
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