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Leviatan, Thomas, Hobbes (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

Posteriormente examina la voluntad y la conducta humanas, tendentes siempre a la acción motivada por el deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de actuar y la adquisición del poder se convierte en una búsqueda permanente y dominada por la pasión.

La persona actúa según los impulsos que recibe del exterior, por lo que intentará a toda costa evitar los impulsos que le resulten desagradables y conseguir todos los agradables posibles.

El problema surge cuando estas fuentes de placer hay que compartirlas con otros humanos o interfieren con sus deseos. Ello determina que cada ser humano esté en continua guerra con los demás. Esta situación en la que vive el hombre en su estado natural encontró su mejor definición en dos de sus sentencias más universalmente conocidas:"Bellum omnium contra omnes" ("Guerra de todos contra todos") y "Homo homini lupus" ("El hombre es un lobo para el hombre").

En este proceso de análisis del humano y sus sentidos, llega a una serie de definiciones que serán cruciales para su filosofía. Señala la importancia de estas definiciones, insinuando que está intentando axiomatizar la humanidad siguiendo el modelo de la geometría. Esta influencia de las ciencias exactas se percibe en la manera tan objetiva y carente de sentimiento en la que describe las pasiones; por ejemplo, "Lo que de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto a él se llama bueno. Y el objeto de su odio y aversión, malo; y de su desprecio, vil e inconsiderable o indigno. Pero estas palabras de bueno, malo y despreciable siempre se usan en relación con la persona que las utiliza. No son siempre y absolutamente tales, ni ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que lo representa; o de un árbitro o juez a quien los hombres permiten establecer e imponer como sentencia su regla del bien y del mal". Le siguen una larga secuencia de definiciones similares como la esperanza (apetito con opinión de obtener), o lo honorable (cualquier acción, cualidad o argumento que sea señal de poder) por ejemplo.

El capítulo XIII es una exposición de la condición natural del hombre, abarcando el marco de su felicidad e infelicidad. Contiene la frase célebre citada anteriormente, "Bellum omnium contra omnes". La vida del hombre es solitaria, pobre, malévola, bruta y corta.

Hobbes encuentra tres motivos básicos por los cuales hay conflictos en el Estado de Naturaleza: El primero, es la competición, que hace que el hombre invada para obtener algo; el segundo, el respeto, para la seguridad de uno mismo; y el tercero, la gloria, para la reputación.

De estos tres conceptos partirán las leyes de naturaleza hobbesianas. Hobbes define 19 leyes de naturaleza, sin embargo, la primera y segunda ley son las más importantes y de ellas se van a deducir todas las demás. La primera ley se compone de dos partes: Cada hombre debe procurar la paz hasta donde tenga esperanza de lograrla; y cuando no puede conseguirla, entonces puede buscar y usar todas las ventajas y ayudas de la guerra. La segunda parte ser refiere al derecho natural a la libertad de cada hombre, que lo autoriza de usar su propio poder, según le plazca, para la preservación de su propia vida, y por lo tanto de hacer cualquier cosa que conciba como la más adecuada para alcanzar ese fin. De esta ley se va a derivar la segunda ley: Un hombre debe estar deseoso, cuando otros lo están también, y a fin de conseguir la paz y la defensa personal hasta donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo, y de contentarse con tanta libertad en su relación con los otros hombres, como la que él permitiría a los otros en su trato con él. De aquí en adelante, las leyes de Hobbes van a definir el Contrato Social, que es la base del siguiete capítulo. Mostrando asi su gran aportacion…

Del hombre

Capítulo I

De las sensaciones

Si bien es cierto para poder definir que son las sensaciones, entorno al mundo que gira alrededor de las experiencias, realizadas por el hombre , se procederá a empezar por definir de manera singular y luego en su generalidad, con lo que respecta a su dependencia mutua como hace mención el autor.

Sensación viene a ser la representación de la cualidad ó la característica más resaltante que contiene lo que comúnmente denominamos objeto, que una vez captado y exteriorizado por el hombre a través de los sentidos; como la vista , oído , tacto gusto, etc., se convierte en lo que denominamos "apariencias".

Para determinar el origen mediante el cual se produce las sensaciones, haremos mención, que la causa dela sensación es el cuerpo externo, u objeto perceptible a nuestros sentidos que actúa sobre el órganos que emiten la sensación, ya sea de modo mediato ó inmediato; por ello la apariencia contenida en el objeto constituye para nosotros una especie de fantasía, aunque en muchos casos esta estrecha relación entre el objeto representado en la realidad y el objeto captado y adecuado para nuestros sentidos puede distorsionarse y alejarse de la realidad o no puede ser captada adecuadamente por el sujeto cognoscente.

En conclusión, las sensaciones no son otra cosa, que la fantasía original, causada por los movimientos de las cosas externas sobre nuestros ojos, oídos y otros órganos en general.

CAPÍTULO II

De la imaginación

IMAGINACION es una sensación que se debilita(obnubilación); la sensación se encuentra en el hombre y en todos los seres vivos, ya sea durante el sueño ó en estado de vigilia cuando una sensación tiene de ha debilitarse se produce lo que, normalmente ocurre, con la aprehensión del objeto por nuestros sentidos , siendo lo mas resaltente todo lo sensible.

La representación que se hace de manera cognoscible, a tevés de la experiencia se denomina "imaginación", pero cuando esta se atenúa, envejece, la llamamos "memoria"; Por tanto la imaginación y la memoria, podría definirse de la misma manera.

Memoria, viene a ser la experiencia adquirida, con la cual la imaginación capta todos los sucesos que han sido percibidos por los sentidos ya sea en circunstancias o determinados tiempo.

Memoria simple, cosiste en la imaginación del objeto tal como ha sido representado; compuesta, es la atribución de cualquier otro elemento, que puede complementar la imaginación, combinación de la imagen propia con la de otro persona ya sea de ficción ó real.

Ensueños, se denominan así a la imaginación de los que duermen, pueden ser percibidas de manera parcial o general por nuestros sentidos, aletargándose producto del sueño, que difícilmente pueden moverse externamente, distorsionando la imaginación y produciéndose un ensueño, como el autor lo menciona pueden ser causado por la destemplanza demás algunas partes internas del cuerpo.

Apariciones y visiones, son considerado como ensueños fugaces, que el hombre puede tener en el logro de algún objetivo, todos los sucesos que pueden ser reales o de tanto pensarlos puede llegar a imaginarlos y de alguna manera también influye el estado de animo en el cual se encuentra, para el logro de su objetivo, anhelo.

Entendimiento, la imaginación se produce en el hombre, ya sea por medio de las palabras ú otros signos voluntarios lo que generalmente llamamos entendimiento, que es común en hombres y animales; entendimiento, viene a ser tan característico del hombre, que no solo es la compresión de voluntad, sino afirmaciones, negaciones, y otras formas de expresión.

CAPÍTULO III

De la consecuencia o serie de imaginaciones

El discurso mental se da cuando un hombre piensa en un objeto cualquiera, su pensamiento inmediatamente posterior no se presentará de manera casual. Dado que un pasamiento cualquiera no sucede a cualquier otro pensamiento de modo indiferente, del mismo modo que no tendremos imágenes representadas en nuestra memoria, a no ser que antes hayamos tenido sensaciones, en conjunto o en partes, así tampoco tenemos transición de una imagen a otra sin antes, esta no haya estado en nuestras sensaciones.

Todas las fantasías son movimientos efectuados dentro de nosotros, a través de nuestras sensaciones.

La serie de pensamientos regulados es de dos clases. Una cuando tratamos de inquirir las causas o medios que producen un efecto imaginado: este género es común a los hombres y a los animales. Otra cuando, imaginando una cosa cualquiera, tratamos de determinar los efectos posibles que se pueden producir con ella; es decir, imaginar lo que podemos hacer con una cosa cuando la tenemos. Por esta razón no solo importa tomar en cuenta los aspectos que engloba el objeto a estudiar , por dentro de ella podrían producirse , necesidades fisiológicas, que podrían complementarla, es allí donde podría surgir sucesos en lo pasado ó presente.

Remembranza. Es lo que denominamos remembranza o invocación a la mente, "reminiscentia", por considerarla como un reconocimiento de nuestras acciones anteriores.

Prudencia. En ocasiones un hombre desea saber el curso de determinada acción; entonces piensa en alguna acción pretérita, semejante y en las consecuencias ulteriores de ella, presumiendo que acontecimientos iguales han de suceder ante acciones iguales. Debido a ello la prudencia o providencia hace que muchos hombres tengan una mayor experiencia de las acontecimientos pasados que otros, y en la misma medida son más prudentes, por ello sus previsiones raramente fallan.

El presente sólo tiene la realidad en la Naturaleza; las cosas pasadas tienen una realidad en la memoria solamente; pero las cosas por venir no tienen realidad alguna. El futuro no es sino una ficción de la mente, que aplica las consecuencias de las acciones pasadas a las acciones presentes; quien tiene mayor experiencia hace esto con mayor certeza; pero no con certeza suficiente. Y aunque se llama prudencia, cuando el acontecimiento responde a lo que esperamos, no es, por naturaleza, sino presunción, tal igual que un profeta, siendo este más perspicaz, para lo cual involucra observar la mayor cantidad de signos.

Signos. Un signo es el acontecimiento antecedente del consiguiente; y, por el contrario, el consiguiente del antecedente, cuando antes han sido observadas las mismas consecuencias. Cuanto más frecuentemente han sido observadas, tanto menos incierto es el signo y, por ejemplo, quien tiene más experiencia en cualquiera clase de negocios, dispone de más signos para preveer el tiempo a futuro. Como consecuencia es el más prudente, y mucho más prudente que quien es nuevo en aquel género de negocios y no tiene, como compensación, cualquiera ventaja de talento natural con respecto a los negocios.

Conjetura del tiempo pasado. La prudencia es una presunción del futuro basada en la experiencia del pasado; pero existe también una presunción de cosas pasadas, deducida de otras cosas que no son futuras como las ya acontecidas en el pasado.

Muchos hombres van adquiriéndolas mediante instrucción y disciplina, y todas derivan de la invención de las palabras y del lenguaje. Porque aparte de las sensaciones y de los pensamientos, la mente del hombre no conoce otro movimiento, si bien con ayuda del lenguaje y del método, las mismas facultades pueden ser elevadas a tal altura que distingan al hombre de todas las demás criaturas vivas.

CAPÍTULO IV

Del lenguaje

Origen del lenguaje.En este capítulo el autor hace referencia sobre, la invención de la imprenta, aunque ingeniosa, no tiene gran importancia si se la

compara con la invención de las letras. Pero ignoramos quién fue el primero en hallar el uso de las letras.

Dicen los hombres que quien en primer término las trajo a Grecia fue Cadmo, hijo de Agenor, rey de Fenicia.

Fue, ésta, una invención provechosa para perpetuar la memoria del tiempo pasado, y la conjunción del género humano, disperso en tantas y tan distintas regiones de la tierra; y tuvo gran dificultad, como que procede de una cuidadosa observación de los diversos movimientos de la lengua, del paladar, de los labios y de otros órganos de la palabra; añádase, además, a ello la necesidad de establecer distinciones de caracteres, para recordarlas.

Pero la más noble y provechosa invención de todas fue la del lenguaje, que se basa en nombres o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos los hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado, y los enuncian uno a otro para mutua utilidad y conversación. Puesto que sin el no hubieran existido la sociedad , el gobierno, estado , entre otros componentes. El primer autor del lenguaje fue Dios mismo, quien instruyó a Adán cómo llamar a las criaturas que iba presentando ante su vista, entre tanto la Escritura, complemento más aún a distintas sociedades donde se desarrollarán conjuntamente con el lenguaje propio de cada nación, para distinguir los nombres ya sean d objetos ò animales con los cuales vivía

Uso del lenguaje. El uso general del lenguaje consiste en trasponer nuestros discursos mentales en verbales: o la serie de nuestros pensamientos en una serie de palabras, y esto con dos finalidades: una de ellas:

Es el registro de las consecuencias de nuestros pensamientos, que siendo aptos para sustraerse de nuestra memoria cuando emprendemos una nueva labor, pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se distinguen. Así, el primer uso de los nombres es servir como marcas o notas del recuerdo.

Otro uso se advierte cuando varias personas utilizan las mismas palabras para significar (por su conexión y orden), una a otra, lo que conciben o piensan de cada materia; y también lo que desean, temen o promueve en ellos otra pasión. Y para este uso se denominan signos.

Los signos son los usos especiales del lenguaje: Primero, registrar lo que por meditación hallamos ser la causa de todas las cosas, presentes o pasadas, y lo que a juicio nuestro las cosas presentes o pasadas puedan producir, o efecto, lo cual, en suma es el origen de las artes. En segundo término, mostrar a otros el conocimiento que hemos adquirido, lo cual significa aconsejar y enseñar uno a otro. En tercer término, dar a conocer a otros nuestras voluntades y propósitos, para que podamos prestarnos ayuda mutua. En cuarto lugar, complacernos y deleitarnos nosotros y los demás, jugando con nuestras palabras inocentemente, para deleite nuestro.

Abusos del lenguaje. Se oponen cuatro vicios correlativos: Primero, cuando los hombres registran sus pensamientos equivocadamente, por la inconstancia de significación de sus palabras; con ellas, registran concepciones que nunca han concebido, y se engañan a sí mismos. En segundo lugar, cuando usan las palabras metafóricamente, es decir, en otro sentido distinto de aquel para el que fueronestablecidas, con lo cual engañan a otros. En tercer lugar, cuando por medio de palabras declaran cuál es su voluntad, y no es cierto. En cuarto término, cuando usan el lenguaje para agraviarse.

La manera como el lenguaje se utiliza para recordar la consecuencia de causas y efectos, consiste en la aplicación de nombres y en la conexión de ellos. Nombres propios y comunes .

Nombres negativos y sus usos. Existen también otros nombres llamados negativos, y son notas para significar que una palabra no es nombre de la cosa en cuestión; tal ocurre con las palabras nada, nadie, infinito, indecible, tres no son cuatro, etc., y otras semejantes. No obstante, tales palabras son usuales en el cálculo o en la corrección del cálculo, y aunque no son nombres de ninguna cosa, nos recuerdan nuestras pasadas cogitaciones, porque nos hacen rehusar la admisión de nombres que no se usan correctamente.

Palabras sin significación. Todos los demás nombres no son sino sonidos sin sentido y son de dos clases.

Una cuando son nuevos y su significado no está aún explicado por definición; gran abundancia de ellos ha sido puesta en circulación por los escolásticos y los filósofos enrevesados.

Otra, cuando se hace un nombre de dos nombres, cuyos significados son contradictorios e inconsistentes, como, por ejemplo, ocurre con la denominación de cuerpo incorporal o (lo que equivale a ello) sustancia incorpórea, y otros muchos. En efecto, en cualquier caso en que una afirmación es falsa, si los dos nombres de que está compuesta se reúnen formando uno, no significan nada en absoluto.

Del mismo modo es falso decir que la virtud puede ser insuflada o infusa: las palabras virtud insuflada, virtud infusa son tan absurdas y desprovistas de significación (palabra sin sentido y significación) .

Comprensión. Se cuando un hombre, después de oír una frase, tiene los pensamientos que las palabras de dicha frase y su conexión pretenden significar, entonces se dice que la entiende: comprensión no es otra cosa sino concepción derivada del discurso.

Nombres inconstantes. Los nombres de las cosas que nos afectan, es decir lo que nos agrada y nos desagrada (porque la misma cosa no afecta a todos los hombres del mismo modo, ni a los mismos hombres en todo momento) son de significación inconstante en los discursos comunes de los hombres.

CAPÍTULO V

De la razón y de la ciencia

Qué es la razón. Cuando un hombre razona, no hace otra cosa sino concebir una suma total, por adición de partes; o concebir un residuo, por sustracción de una suma respecto a otra: lo cual (cuando se hace por medio de palabras) consiste en concebir a base de la conjunción de los nombres de todas las cosas, el nombre del conjunto: o de los nombres de conjunto, de una parte, el nombre de la otra parte. Y aunque en algunos casos (como en los números), además de sumar y restar, los hombres practican las operaciones de multiplicar y dividir, no son sino las mismas, porque la multiplicación no es sino la suma de cosas iguales, y la división la sustracción de una cosa tantas veces como sea posible. Estas operaciones no ocurren solamente con los números sino con todas las cosas que pueden sumarse unas a otras o sustraerse unas de otras. Del mismo modo que los aritméticos enseñan a sumar y a restar en números, los geómetras enseñan lo mismo con respecto a las líneas, figuras (sólidas y superficiales), ángulos, proporciones, tiempos, grados de celeridad, fuerza, poder, y otros términos semejantes: por su parte, los lógicos enseñan lo mismo en cuanto a las consecuencias de las palabras: suman dos nombres, uno con otro, para componer una afirmación; dos afirmaciones, para hacer un silogismo, y varios silogismos, para hacer una demostración; y de la suma o conclusión de un silogismo, sustraen una proposición para encontrar la otra. Los escritores de política suman pactos, uno con otro, para establecer deberes humanos; y los juristas leyes y hechos, para determinar lo que es justo e injusto en las acciones de los individuos. En cualquiera materia en que exista lugar para la adición y la sustracción existe también lugar para la razón: y dondequiera que aquélla no tenga lugar, la razón no tiene nada que hacer.

La razón definida. A base de todo ello podemos definir (es decir, determinar) lo que es y lo que significa la palabra razón, cuando la incluimos entre las facultades mentales. Porque RAZÓN. en este sentido, no es sino cómputo (es decir, suma y sustracción) de las consecuencias de los nombres generales convenidos para la caracterización y significación de nuestros pensamientos; empleo el término caracterización cuando el cómputo se refiere a nosotros mismos, y significación cuando demostramos o aprobamos nuestros cómputos con respecto a otros hombres.

Dónde está la verdadera razón. Del mismo modo que en Aritmética los hombres que no son prácticos yerran

Porque la razón es, por sí misma, siempre una razón exacta, como la Aritmética es un arte cierto e infalible. Sin embargo, ni la razón de un hombre ni la razón de un número cualquiera de hombres constituye la certeza; ni un cómputo puede decirse que es correcto porque gran número de hombres lo haya aprobado unánimemente. Por tanto, así como desde el momento que hay una controversia respecto a un cómputo, las partes, por común acuerdo, y para establecer la verdadera razón, deben fijar como módulo la razón de un árbitro o juez, en cuya sentencia puedan ambas apoyarse (a falta de lo cual su controversia o bien degeneraría en disputa o permanecería indecisa por falta de una razón innata), así ocurre también en todos los debates, de cualquier género que sean.

Cuando los hombres que se juzgan a sí mismos más sabios que todos los demás, reclaman e invocan a la verdadera razón como juez, pretenden que se determinen las cosas, no por la razón de otros hombres, sino por la suya propia; pero ello es tan intolerable en la sociedad de los hombres, ya que en las circunstancias dadas los hombres tomamos la razón en controversia con cuyo beneficio sea para nosotros mismos de esta manera se llega a su verdadera carencia de razón.

Uso de la razón. El uso y fin de la razón no es el hallazgo de la suma y verdad de una o de pocas consecuencias, remotas de las primeras definiciones y significaciones establecidas para los nombres, sino en comenzar en éstas y en avanzar de una consecuencia a otra. No puede existir certidumbre respecto a la última conclusión sin una certidumbre acerca de todas aquellas afirmaciones y negaciones sobre las cuales se fundó e infirió la última.

Del error y del absurdo. Cuando un hombre calcula sin hacer uso de las palabras, lo cual puede hacerse en determinados casos (por ejemplo, cuando a la vista de una cosa conjeturamos lo que debe precederla o lo que ha de seguirla), si lo que pensamos que iba a suceder no sucede, o lo que imaginamos que precedería no ha precedido, llamamos a esto ERROR; a él están sujetos incluso la mayoría de los hombres prudentes.

Pero cuando razonamos con palabras de significación general, y llegamos a una decepción al presumir que algo ha pasado o va a ocurrir, comúnmente, se le denomina error, es, en realidad, un ABSURDO o

expresión sin sentido. En efecto, el error no es sino una decepción al presumir que algo ha pasado o va a ocurrir; algo que aunque no hubiera pasado o no sobreviniera no entraña una imposibilidad efectiva. Perocuando hacemos una afirmación general, a menos que sea una afirmación verdadera, la posibilidad de ellaes inconcebible. Las palabras de las cuales no percibimos más que el sonido son las que llamamos.

Causas de absurdo. 1. La primera causa de las conclusiones absurdas la adscribo a la falta de método, desde el momento en que no se comienza el raciocinio con las definiciones, es decir, estableciendo el significado de las palabras.

2. La segunda causa de las aserciones absurdas, la adscribo a la asignación de nombres de cuerpos a accidentes; o de accidentes a cuerpos. En ellas incurren quienes dicen que la fe es inspirada o infusa, cuando nada puede ser insuflado o introducido en una cosa sino un cuerpo; o bien que la extensión es un cuerpo; que los fantasmas son espíritus, etc.

3. La tercera la adscribo a la asignación de nombres de accidentes de los cuerpos situados fuera de nosotros a los accidentes de nuestros propios cuerpos; en ella incurren los que dicen que el calor está en el cuerpo; el sonido en el oído, etc.

4. La cuarta, a la asignación de nombres de cuerpos a expresiones; como cuando se afirma que existen cosas universales, que una criatura viva es un género, o una cosa general, etc.

5. La quinta, a la asignación de nombres de accidentes a nombres y expresiones; como cuando se dice que la naturaleza de una cosa es su definición; que el mandato de un hombre es su voluntad, y así sucesivamente.

6. La sexta al uso de metáforas, tropos y otras figuras retóricas, en lugar de las palabras correctas.

7. La séptima a nombres que no significan nada, sino que se toman y aprenden rutinariamente en las Escuelas, como hipostático, transubstanciación, consubstanciación, eternoactual y otras cantinelas semejantes de los escolásticos.

Ciencia. Es la aplicación de un método correcto y razonable, la Ciencia es el conocimiento de las consecuencias y dependencias de un hecho respecto a otro: a base de esto, partiendo de lo que en la actualidad podemos hacer, sabemos cómo realizar alguna otra cosa si queremos hacerla ahora, u otra semejante en otro tiempo. Porque cuando vemos cómo una cosa adviene, por qué causas y de qué manera, cuando las mismas causas caen bajo nuestro dominio, procuramos que produzcan los mismos efectos.

Esta es la causa de que los niños no estén dotados de razón, en absoluto, hasta que han alcanzado el uso de la palabra; pero son llamadas criaturas razonables por la aparente posibilidad de tener uso de razón en tiempo venidero

En consecuencia , la Ciencia se refiere, o a la existencia de ciertas reglas en sus acciones, están tan lejos de ella que no saben lo que es; De modo cuando no hay un correcto desenvolvimiento durante el razonamiento, es por la falta ó carencia de la ciencia.

Quienes carecen de ciencia se encuentran, con su prudencia natural, en mejor y más noble condición que los hombres que, por falsos razonamientos o por confiar en quienes razonan equivocadamente, formulan reglas generales que son falsas y absurdas. Por ignorancia de las causas y de las normas los hombres no se alejan tanto de su camino como por observar normas falsas o por tomar como causas de aquello a que aspiran cosas que no lo son, sino que, más bien, son causas de lo contrario.

En conclusión: la luz de la mente humana la constituyen las palabras claras o perspicuas, pero libres y depuradas de la ambigüedad mediante definiciones exactas; la razón es el paso; el Incremento de la ciencia.

Prudencia y sapiencia, y sus diferencias. Del mismo modo que mucha experiencia es prudencia, así mucha ciencia es sapiencia. Porque aunque usualmente tenemos el nombre de sabiduría para las dos cosas, los distinguimos entre prudencia y sapiencia, adscribiendo el primer término a la experiencia, el segundo a la ciencia. Para que su diferencia nos aparezca más claramente, supongamos un hombre dotado con una excelente habilidad natural y destreza en el manejo de las armas, y otro que a esta destreza ha añadido una ciencia adquirida respecto a cómo puede herir o ser herido por su adversario, en cada postura posible o guardia. La habilidad del primero sería con respecto a la habilidad del segundo como la prudencia respecto a la sapiencia: ambas cosas son útiles, pero la última es infalible.

Signos de la Ciencia. De los signos de la ciencia unos son ciertos e infalibles; otros, inciertos. Ciertos, cuando quien pretende la ciencia de una cosa puede enseñarla, es decir, demostrar la verdad de la misma, de modo evidente, a otro. Inciertos cuando sólo algunos acontecimientos particulares responden a su pretensión, y en ciertas ocasiones prueban lo que habían de probar. Todos los signos de prudencia son inciertas, porque observar experiencia y recordar todas las circunstancias que pueden alterar el suceso, es imposible.

CAPÍTULO VI

Del origen interno de las mociones voluntarias, comúnmente llamadas "pasiones", y términos por medio de los cuales se expresan

Moción vital y animal. Existen en los animales dos clases de mociones peculiares a ellos. Unas se llaman vitales; comienzan en la generación y continúan sin interrupción alguna a través de la vida entera. Tales son la circulación de la sangre, el pulso, la respiración, la digestión, la nutrición, la excreción, etcétera.

Semejantes mociones o movimientos no necesitan la ayuda de la imaginación.

Las otras son mociones animales, con otro nombre, mociones voluntarias, como por ejemplo, andar, hablar, mover uno de nuestros miembros del modo como antes haya sido imaginado por nuestra mente. Este sentido implica moción en los órganos y partes interiores del cuerpo humano, causada por la acción de las cosas que vemos, oímos, etc. Y esta fantasía no es sino la reliquia de la moción misma, que permanece después de las sensaciones a que hemos aludido en los capítulos I y II. Y como la marcha, la conversación y otras mociones voluntarias dependen siempre de un pensamiento precedente respecto al dónde, de qué modo y qué, es evidente que la imaginación es el primer comienzo interno de toda moción voluntaria. Y aunque los hombres sin instrucción no conciben moción alguna allí donde la cosa movida sea invisible, no obstante, tales mociones existen.

Esfuerzo. Estos tenues comienzos de la moción, dentro del cuerpo del hombre, antes de que aparezca en la marcha, en la conversación, en la lucha y en otras acciones visibles se llaman comúnmente, esfuerzos.

Hambre, Sed, Apetito, Deseo. Este esfuerzo, cuando se dirige hacia algo que lo causa, se llama "apetito deseo"; el último es e] nombre general; el primero se restringe con frecuencia a significar el deseo de alimento, especialmente el hambre y la sed.

Aversión. Cuando el esfuerzo se traduce en apartamiento de algo, se denomina aversión. Estas palabras apetito y aversión se derivan del latín; ambas significan las mociones, una de aproximación y otra de alejamiento.

En efecto, la naturaleza misma impone a los hombres ciertas verdades contra las cuales chocan quienes buscan algo fuera de lo natural, deben aproximarse de alguna manera par lograr su propósito u objetivo.

Amor. Odio. Lo que los hombres desean se dice también que lo AMAN, y que ODIAN aquellas cosas por las cuales tienen aversión. Así que deseo y amor son la misma cosa, sólo que con el deseo siempre significamos la ausencia del objeto, y con el amor, por lo común, la presencia del mismo; así también, con la aversión significa la ausencia, y con el odio la presencia del objeto.

De los apetitos y aversiones algunos nacen con el hombre, como el apetito de alimentarse, el apetito de excreción y exoneración (que puede también y más propiamente ser llamado aversión de algo que sienten en sus cuerpos).

En cuanto a la aversión la sentimos no sólo respecto a cosas que sabemos que nos han dañado, sino también respecto de algunas que no sabemos si nos dañarán o no.

Desprecio. Aquellas cosas que no deseamos ni odiamos decimos que son despreciadas: el "desprecio" no es otra cosa que una inmovilidad o contumacia del corazón, que resiste a la acción de ciertas cosas; se debe a que el corazón resulta estimulado de otro modo por objetos cuya acción es más intensa, o por falta de experiencia respecto a lo que despreciamos.

Bueno. Malo. Lo que de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto a él se llama bueno, Y el objeto de su odio y aversión, malo; y de su desprecio, vil e inconsiderable o indigno.

Pero estas palabras de bueno, malo y despreciable siempre se usan en relación con la persona que las utiliza. No son siempre y absolutamente tales, ni ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que lo representa; o de un árbitro o juez a quien los hombres permiten establecer e imponer como sentencia su regla del bien y del mal.

Pulchrum Turpe. La lengua latina tiene dos palabras cuya significación se aproxima a las de bueno y malo; pero no son precisamente lo mismo: nos referimos a los términos pulchrum y turpe. Significa el primero aquello que por ciertos signos aparentes promete lo bueno, y la segunda lo que promete lo malo.

Para pulchrum decimos respecto a algunas cosas fino; de otras, bello, lindo, galante, honorable, adecuado, amigable; y para turpe, necio, deforme, malvado, bajo, nauseabundo, y otros términos parecidos, según requiera el asunto.

Agradable. Provechoso. Desagradable. Inaprovechable. Así que de lo bueno existen tres clases; bueno en la promesa, es decir, pulchrum; bueno en el efecto como fin deseado, a lo cual se denomina jocundo, deleitoso; y bueno como medio, a lo que se llama útil, provechoso. Y otras tantas respecto de lo malo, porque lo malo en promesa es lo que se llama turpe; lo malo en el efecto y en el fin es molesto, desagradable, perturbador; y lo malo en los medios, inútil, inaprovechable, penoso.

Deleite. Pesar. Esta moción que se denomina apetito y en su manifestación deleite y placer es, a juicio mío, una corroboración de la moción vital y una ayuda que se le presta: en consecuencia, aquellas cosas que causan deleite se denominan, con toda propiedad, jocundas (á juvando), porque ayudan o fortalecen; y las contrarias, molestas, ofensivas, porque obstaculizan y perturban la moción vital.

Ofensa. Por tanto, placer (o deleite) es la apariencia o sensación de lo bueno; y molestia o desagrado, la apariencia o sensación de lo malo. De aquí que todo deseo, apetito y amor está acompañado de cierto deleite más o menos intenso; y todo lo odiado y la aversión, se acompañan con desagrado y ofensa, mayor o menor.

Placeres de los sentidos. De los placeres o deleites, algunos surgen de la sensación de un objeto presente, y a éstos se les llama placeres de los sentidos.

Placeres de la mente. Alegría, dolor, pesar. Otras se engendran en la expectación que procede de la previsión del fin o de la consecuencia de las cosas, según que estas cosas agraden o desagraden a los sentidos.

Esperanza. El apetito, unido a la idea de alcanzar, se denomina esperanza.

Desesperación. La misma cosa sin tal idea, desesperación. Temor. Aversión, con la idea de sufrir un daño, temor.

Valor. La misma cosa, con la esperanza de evitar este daño por medio de una resistencia, valor.

Cólera. El valor repentino, cólera.

Confianza. La esperanza constante, confianza en nosotros mismos.

Desconfianza. La desesperación constante, desconfianza en nosotros.

Indignación. La ira por un gran daño hecho a otro, cuando concebimos que ha sido hecho injustamente, indignación.

Benevolencia. Bondad. El deseo del bien de otro, benevolencia, buena voluntad, caridad.

Codicia. El deseo de riquezas, codicia; nombre usado siempre en tono de censura, porque los hombres que luchan por lograrlas ven con desagrado que otros las obtengan. El deseo en sí mismo debe ser censurado o permitido según los medios que se pongan en juego para realizarlo.

ambición. el deseo de prominencia, ambición: nombre usado también en el peor sentido por la razón antes mencionada.

Pusilanimidad. El deseo de cosas que conducen difícilmente a nuestros fines, y el temor de cosas que sólo se oponen escasos obstáculos a su logro, pusilanimidad.

Magnanimidad. El desprecio respecto de esas ayudas u obstáculos insignificantes, magnanimidad.

Valor. Magnanimidad, en el peligro de muerte o heridas, valor, entereza. liberalidad. magnanimidad en el uso de las riquezas, liberalidad.

miseria. pusilanimidad respecto a lo mismo, tacañería y miseria, o parsimonia, según sea aceptable o inaceptable.

Amabilidad. Deseo. Amor hacía las personas en el aspecto de convivencia, amabilidad. Amor hacia las personas por mera complacencia de los sentidos, deseo natural.

Lujuria. Amor del mismo género adquirido por reminiscencia insistente, es decir, por imaginación del placer pasado, lujuria.

Pasión amorosa. Amor singular de alguien, con el deseo de ser singularmente amado, pasión amorosa.

La misma cosa, con el temor de que esa estimación no sea mutua, celos.

afán de venganza. deseo de hacer daño a otro, para obligarle a lamentar algún hecho cometido, afán de venganza

Curiosidad. Deseo de saber por qué y cómo, curiosidad; este sentimiento no se da en ninguna otra criatura viva sino en el hombre

Religión. Superstición. Religión verdadera. Temor del poder invisible imaginado por la mente o basado en

CAPÍTULO VII

De los Fines o Resoluciones del Discurso

Todo discurso debe contener en si un fin y objetivo de ser dado su carácter informativo; pero ello no significa que un discurso pueda determinar un conocimiento absoluto de un hecho, pasado o venidero.

Para considerar un discurso como tal este debe iniciarse con la opinión que se vera apoyada en afirmaciones de otros; pero ello nos lleva a considerar la veracidad de las palabras utilizadas por ese otra ya que debe considerarse su capacidad para conocer la verdad y cuya honestidad no sea dudable en ningún aspecto.

Al considerar esto debemos entender que al tomar en cuenta las palabras de otros estamos demostrando tener "fe" en lo que dicha persona pueda estar expresando respecto de algo en particular: "Así es evidente que cualquier cosa que creamos, no por otra razón sino solamente por la que se deriva de la autoridad de los hombres y de sus escritos, ya sea comunicada o no por Dios, es fe en los hombres solamente."[1]

En este capítulo Hobbes establece un paralelismo entre juicio y voluntad y entre duda y deliberación. El juicio y la duda se aplican al discurso mental: mientras pienso que hacer y analizo todas las opciones estoy en duda y cuando tomo una resolución estoy impartiendo un juicio, o sea, decir que esto es o no es o que será o no será.

El discurso mental aplicado al lenguaje es lo que nos permite, partiendo de definiciones y llegando a conclusiones, hacer ciencia. Ciencia como un conocimiento condicional y no absoluto. Condicional porque sólo conozco una secuencia de palabras, o sea definiciones, que permiten entender una porción de la totalidad del absoluto.

Cuando conozco algo dicho por otro hombre, lo que hago es adjudicarle una especie de fe a su palabra, y si pongo en duda lo que este hombre dice, no dudo lo que el explica, sino de él.

CAPÍTULO VIII

De las VIRTUDES Comúnmente Llamadas INTELECTUALES, y de sus DEFECTOS Opuestos

Las virtudes intelectuales son los que llamaríamos comúnmente inteligencia, esa capacidad innata que tienen los hombres de entender y retener las cosas, de manera más eficaz que otros. Estas virtudes son de dos clases: naturales o adquiridas. La primera se refiere a la adquisición del talento mediante la ejercitación sin ningún tipo de guía, es decir, aquel que aprende por sus propios medios y no porque se lo enseñan. La segunda clase de virtudes se refiere a la adquisición del talento de manera metódica mediante la instrucción, y se caracteriza por el correcto uso del lenguaje, o sea, de las definiciones, por lo tanto, es productora de ciencia.

La diferencia entre estas virtudes está dada por las pasiones. Y la pasión que más afecta a esta diferencia es el poder. El que más añore al poder, en cualquiera de sus formas, más se preocupará en explotar esa capacidad innata de comprensión, estará más interesado en adquirir una virtud intelectual. El deseo está dado por los pensamientos y el deseo es el motor de la mente humana.

Tener pasiones demasiado intensas lleva a la locura. Locura es cualquier pasión que produzca comportamientos extraños o fuera de lo común. La locura se puede dar de infinitas formas, por medio de excesos de pasiones buenas o malas.

El abuso de palabras absurdas o carentes de un significado definido, conduce al lenguaje sin significado. Este tipo de lenguaje es aquel que no dice nada y los otros creen que sí, repitiéndolo de memoria sin analizarlo puede ser la causa de un razonamiento incorrecto, porque, como ya se dijo, el razonamiento debe partir de palabras claras, es decir, de definiciones correctas.

Es claro entonces que en este capitulo se nos ofrece una idea básica de lo que el autor considera locura: "En suma, todas las pasiones que producen una conducta extraña y desusada reciben, por lo general, el nombre de locura."[2]

Capítulo IX

De las Distintas MATERIAS del CONOCIMIENTO

Hobbes establece la existencia de dos clases de conocimientos. El conocimiento factual y el conocimiento de la consecuencia. El primero es, como su nombre indica, un conocimiento de facto, es decir, algo sobre lo que hay un testigo que acredite realidad al hecho. Para este tipo de conocimiento se requiere a un filósofo, como aquel que pretende razonar.

Al registro del conocimiento factual se lo denomina historia natural (de las cosas) y cívica (de los hombres y sus repúblicas). A la ciencia se la registra en libros que son depósito de las demostraciones de las sucesiones de consecuencias. Estos libros son libros de filosofía. Existen varios tipos de filosofía, pero hay dos grandes divisiones: la llamada ciencia política o filosofía civil y la filosofía natural, que se subdivide para ocuparse de todo lo que no tenga que ver con la política.

Capítulo X

Del PODER, de la ESTIMACIÓN, de la DIGNIDAD, del HONOR y del TITULO A LAS COSAS

La mejor forma de explicar lo que el autor entiende por estos términos, será mediante la relación que existe entre ellos.

Para Hobbes, aquel que tiene poder, lo tiene porque tiene recursos y los sabe usar. Tiene a hombres valiosos que él utiliza para sus propios fines, hombres que son valiosos porque la república los considera con capacidad. Por ser idóneo se lo considera apto, y todo esto le concede honor.

En consecuencia, podemos decir que aquel que sea digno de sus aptitudes y que sepa encontrar y utilizar la valía de otros, es honorable, y por lo tanto poderoso.

Si consideramos que el poderoso es aquel que tiene los medios para conseguir un fin determinado, podemos decir que el poder radica en los medios que utiliza, o se en la cantidad de recursos con los que cuenta. Entonces la valía, la dignidad, el honor y la aptitud, son cualidades que debe tener aquel que tiene poder. Las debe poseer porque son recursos y, por lo tanto, son los medios para un fin, que es el poder. Pero estos recursos también deben ser poseídos por aquellos que son dominados, pero no por todos, sólo por un grupo de personas que serán las que harán efectivo el ejercicio de poder por parte del poderoso. Este pequeño grupo de personas son parte de los recursos con los que cuenta el poderoso, y estos recursos son importantes porque cada una de estas personas posee cualidades que les otorga valor. Valía será un recurso que deben tener el grupo de personas que hace que el poder sea efectivo, porque es un elemento fundamental ya que suma y unifica todas las características que los convierte en un recurso importante, pero aquel que tiene el poder debe tener valía (algún valor) a su vez, para que quienes le obedecen consideren que hay algún beneficio en hacerlo.

El honor y el deshonor se ven supeditados como nos dice el autor a quien tenga mayor poder o como nos indica directamente en un fragmento de su obra: "El poder de un hombre (universalmente considerado) consiste en sus medios presentes para obtener algún bien manifiesto futuro. Puede ser original o instrumental"[3].

"Honorable es cualquier genero de posición, acción o calidad que constituye argumento y signo de poder.

Por consiguiente, ser honrado, querido de muchos, es honorable, porque ello constituye expresión de poder. Ser honrado por pocos o ninguno, es deshonroso."[4]

Capítulo XI

De la Diferencia de MANERAS

Por manera, el autor se refiere a las cualidades colectivas que aseguran la paz y la armonía en la convivencia. Pero esta situación de orden o felicidad, no existe de manera estática, sino que una vez que se consigue se mantiene el movimiento de manera de asegurarla.

El poder sólo se mantiene mediante la adquisición de más poder. Es decir que no hay pausa, el concepto de movimiento constante está siempre presente en todos los conceptos que da Hobbes. En la búsqueda de poder se da una serie de usos y abusos de las condiciones humanas. Se enaltece a los muertos para que a estos se los reverencie más que a los vivos y así tener menos competencia. Se trata de dar a la gente sensaciones de comodidad para que ésta no pretenda cambios, o se apela al miedo a la muerte de las personas para mantenerlas bajo control.

"En el afán de saber, y las artes de la paz inclinan a los hombres a obedecer un poder común, porque tal deseo lleva consigo un deseo de ocio, y, por consiguiente, de tener la protección de algún otro poder distinto del propio."[5]

Como nos menciona en este fragmento el hombre obedece no solo a sus propios deseos sino también aquellos deseos de quien piensa le puede brindar protección.

Aquel que pretende tiempo para dedicar a las artes, obedece de manera natural, porque el poder le asegura tiempo y tranquilidad para sus estudios.

Existen quienes buscan poder para considerarse ellos mismo dignos de éste. Y están aquellos que no pueden tomar decisiones en el poder por no tener suficiente determinación al valorar demasiado las pequeñas cosas.

Hay personas que obedecen porque desarrollan una especie de dependencia que radica en sus propias incapacidades.

La ignorancia lleva al saber y este lleva a la ciencia y esta permite a las personas capacitarse para saber distinguir a quienes se debe obedecer así no ser engañadas.

Capítulo XII

De la RELIGION

La religión está latente en todos los seres humanos, sin importar que tipo de religión. Y es en el ser humano en el único ser que se presenta. Todos buscamos las causas de las cosas que nos pasan, ya sean buenas o malas, es decir, que buscamos una explicación. Porque es el hombre el único ser vivo que tiene la capacidad de observar las sucesiones de consecuencias y retenerlas en la memoria.

Cuando no podemos explicar las causas de nuestra diferente suerte, apelamos a formas o razones sobrenaturales. Pero esta búsqueda es más fuerte cuando se trata de cosas relacionadas con las causas primeras de cuerpos naturales. Esta causa primera es la que denominamos Dios. Pero el concepto de Dios omnipresente y omnipotente es impensable, y es por esto que a Dios le damos diferentes formas. Cada religión le adjudica una forma material imaginaria, incluso el catolicismo, que utiliza la imagen de Jesús para materializar a Dios.

La religión se ha utilizado como base para la formación de las repúblicas, al usa a la misma como un punto de unió y a la vez como bien y fin común.

La religión es una razón natural, es la búsqueda de la última causa y está implícita real o tácitamente en todos los seres humanos.

"En primer término es peculiar a la naturaleza del hombre conocer las causas de los acontecimientos por él contemplados: unos buscan más, otros menos, pero todos sienten la curiosidad de conocer las causas de su propia fortuna, buena o mala."[6]

El ser humano por naturaleza desarrolla un aspecto de constante descubrimiento ya que, como se nos dice en este párrafo, el hombre presenta una curiosidad única dado su interés por entender todo lo que le rodea asignándole un valor místico o un valor real.

CAPÍTULO XIII

De la "condición natural" del género humano, en lo que concierne a su felicidad y a su miseria

Hombres iguales por naturaleza. La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu que, si bien un hombre es más fuerte de cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no están importante que uno pueda reclamar para sí mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como él. Por lo que respecta a la fuerza corporal, el más débil tiene bastante fuerza para matar al más fuerte, ya sea mediante secretas maquinaciones o confederándose con otro que se halle en el mismo peligro que él se encuentra.

En cuanto a las facultades mentales yo encuentro aún una igualdad más grande que en lo referente a la fuerza. Porque la prudencia no es sino experiencia; cosa que todos los hombres alcanzan por igual, en tiempos iguales, y en aquellas cosas a las cuales se consagran por igual. Lo que acaso puede hacer increíble tal igualdad, no es sino un vano concepto de la propia sabiduría, que la mayor parte de los hombres piensan poseer en más alto grado que el común de las gentes, a quienes reconocen su valía, ya sea por la fama de que gozan o por la coincidencia con ellos mismos. Tal es la naturaleza de los hombres que si bien reconocen que otros son más sagaces, más elocuentes o más cultos, difícilmente llegan a creer que haya muchos tan sabios como ellos mismos, ya que cada uno ve su propio talento a la mano, y el de los demás hombres a distancia. Pero esto es lo que mejor prueba que los hombres son en este punto más bien iguales que desiguales. No hay un signo más claro de distribución igual de una cosa, que el hecho de que cada hombre esté satisfecho con la porción que le corresponde.

De la igualdad procede la desconfianza. De esta igualdad en cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro. De la desconfianza, la guerra. Dada esta situación de desconfianza mutua, ningún procedimiento tan razonable existe para que un hombre se proteja a sí mismo, como la anticipación, es decir, el dominar por medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, durante el tiempo preciso, hasta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle.

Esto no es otra cosa sino lo que requiere su propia conservación, y es generalmente permitido. Por consiguiente siendo necesario, para la conservación de un hombre aumentar su dominio sobre los semejantes, se le debe permitir también.

Además, los hombres no experimentan placer ninguno reuniéndose, cuando no existe un poder capaz de imponerse a todos ellos. Cada hombre considera que su compañero debe valorarlo del mismo modo que él se valora a sí mismo. Y en presencia de todos los signos de desprecio o subestimación en la medida en que puede atreverse a ello arrancar una mayor estimación de sus contendientes, infligiéndoles algún daño, y de los demás por el ejemplo.

La naturaleza del hombre tres causas principales de discordia.

La competencia: impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio. Hace uso de la violencia para convertirse en dueña de las personas.

La desconfianza: para lograr seguridad. Para defenderlos.

La gloria: para ganar reputación. Recurre a la fuerza por motivos insignificantes ya sea directamente en sus personas o de modo indirecto en su descendencia.

Fuera del estado civil hay siempre guerra de cada uno contra todos. Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra. Porque la GUERRA no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar, sino que se da durante el lapso de tiempo en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente. Por ello la noción del tiempo debe ser tenida en cuenta respecto a la naturaleza de la guerra, como respecto a la naturaleza del clima. Así como la naturaleza del mal tiempo no radica en uno o dos chubascos, sino en la propensión a llover durante varios días, así la naturaleza de la guerra consiste no ya en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta a ella durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo contrario. Todo el tiempo restante es de paz. Todo aquello que es consustancial a un tiempo de guerra, durante el cual cada hombre es enemigo de los demás, es natural también en el tiempo en que los hombres viven sin otra seguridad que la que su propia fuerza y su propia invención pueden proporcionarles. en una situación semejante no existe oportunidad para la industria, ya que su fruto es incierto y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve. A quien no pondere estas cosas puede parecerle extraño que la Naturaleza venga a disociar y haga a los hombres aptos para invadir y destruirse mutuamente.

Los deseos y otras pasiones del hombre no son pecados, en sí mismos; tampoco lo son los actos que de las pasiones proceden hasta que consta que una ley los prohíbe: que los hombres no pueden conocer las leyes antes de que sean hechas, ni puede hacerse una ley hasta que los hombres se pongan de acuerdo con respecto a la persona que debe promulgarla.

De cualquier modo que sea, puede percibirse cuál será el género de vida cuando no exista un poder común que temer, pues el régimen de vida de los hombres que antes vivían bajo un gobierno pacífico, suele degenerar en una guerra civil.

Ahora bien, aunque nunca existió un tiempo en que los hombres particulares se hallaran en una situación de guerra de uno contra otro, en todas las épocas, los reyes y personas revestidas con autoridad soberana, se hallan en estado de continua enemistad, en la situación y postura de los gladiadores, con las armas asestadas y los ojos fijos uno en otro. Es decir, con sus fuertes guarniciones y cañones en guardia en las fronteras de sus reinos y todo lo cual implica una actitud de guerra. Pero como a la vez defienden también la industria de sus súbditos, no resulta de esto aquella miseria que acompaña a la libertad de los hombres particulares.

En la guerra nada es injusto. Donde no hay poder común, la ley no existe. En la guerra, la fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales. Justicia e injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran, podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus sensaciones y pasiones. Son cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado solitario. Es natural también que en dicha condición no existan propiedad ni dominio, sólo pertenece a cada uno lo que pueda tomar, y sólo en tanto que puede conservarlo.

El hombre tiene una cierta posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones, en parte por su razón. Pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La razón sugiere adecuadas normas de paz las cuales se dan por mutuo consenso. Estas normas son las que se llaman leyes de naturaleza.

CAPÍTULO XIV

De la primera y de la segunda "leyes naturales" y de los "contratos"

Qué es derecho natural. jus naturale, es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia vida; y por consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y razón considere como los medios más aptos para lograr ese fin.

Qué es la libertad. La ausencia de impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que su juicio y razón le dicten.

Ley de naturaleza (lex naturalis) es un precepto o norma general, establecida por la razón, en virtud de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que puede destruir su vida o privarle de los medios de conservarla.

Aunque quienes se ocupan de estas cuestiones acostumbran confundir ius y lex, derecho y ley, precisa distinguir esos términos, porque el DERECHO consiste en la libertad de hacer o de omitir, mientras que la LEY determina y obliga a una de esas dos cosas. La ley y el derecho difieren tanto como la obligación y la libertad, que son incompatibles cuando se refieren a una misma materia.

La ley fundamental de naturaleza. La condición del hombre es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual cada uno está gobernado por su propia razón. De aquí se sigue que, cada hombre tiene derecho a hacer cualquiera cosa, Incluso en el cuerpo de los demás. Mientras persiste ese derecho natural de cada uno con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para nadie de existir durante todo el tiempo que ordinariamente la Naturaleza permite vivir a los hombres. Lo cual da como resultado una regla general de la razón, en virtud de que cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra.

La primera fase de esta regla contiene la ley primera y fundamental de naturaleza: buscar la paz y seguirla. La segunda, la suma del derecho de naturaleza: defendernos a nosotros mismos, por todos los medios posibles.

Segunda ley de naturaleza. De esta ley fundamental de naturaleza, mediante la cual se ordena a los hombres que tiendan hacia la paz: que uno acceda, si los demás consienten también, y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo, a renunciar este derecho a todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás hombres, que les sea concedida a los demás con respecto a él mismo.

la ley del Evangelio: Lo que pretendáis que los demás os hagan a vosotros, hacedlo vosotros a ellos.

Y esta otra ley de la humanidad entera: Quod tibi fieri non vis, alteri ne feceris

Renunciar un derecho. es despojarse a sí mismo de la libertad de impedir a otro el. Beneficio del propio derecho a la cosa en cuestión. No hay nada a que un hombre no tenga derecho por naturaleza: solamente se aparta del camino de otro para qué éste pueda gozar de su propio derecho original sin obstáculo suyo y sin impedimento ajeno.

La renuncia a un derecho. Se abandona un derecho bien sea por simple renunciación o por transferencia a otra persona. Por simple renunciación cuando el cedente no se preocupa de la persona beneficiada por su renuncia.

Transferencia de un derecho. Obligación. Cuando desea que el beneficio recaiga en una o varias personas determinadas. Cuando una persona ha abandonado o transferido su derecho por cualquiera de estos dos modos, dice que está OBLIGADO o LIGADO a no impedir el beneficio resultante a aquel a quien se concede o abandona el derecho.

Debe. No hacer nulo por su voluntad este acto. Esto produce la injuria o injusticia, en las controversias terrenales, es algo semejante a lo que en las disputas de los escolásticos se llamaba absurdo. En el mundo se denomina injusticia e injuria al hecho de omitir voluntariamente aquello que en un principio voluntariamente se hubiera hecho. El procedimiento mediante el cual alguien renuncia o transfiere su derecho es una declaración o expresión, mediante signo voluntario y suficiente. Estos signos son o bien meras palabras o simples acciones. Unas y otras cosas son los amos por medio de los cuales los hombres se sujetan y obligan: lazos cuya fuerza no estriba en su propia naturaleza, sino en el temor de alguna mala consecuencia resultante de la ruptura.

Existen, ciertos derechos, que a nadie puede atribuirse haberlos abandonado o transferido por medio de palabras u otros signos. En primer término, por ejemplo, un hombre no puede renunciar al derecho de resistir a quien le asalta por la fuerza para arrancarle la vida, ya que es incomprensible que de ello pueda derivarse bien alguno para el interesado. Lo mismo puede decirse de las lesiones, la esclavitud y el encarcelamiento, pues no hay beneficio subsiguiente a esa tolerancia, ya que nadie sufrirá con paciencia ser herido o aprisionado por otro cuando ve que otros proceden contra él por medios violentos, si se proponen o no darle muerte. el motivo y fin por el cual se establece esta renuncia y transferencia de derecho no es otro sino la seguridad de una persona humana y en los modos de conservar ésta en forma que no sea pesada.

Qué es contrato. La mutua transferencia de derechos.

Existe una diferencia entre transferencia del derecho a la cosa, y transferencia o tradición, entrega de la cosa misma. La cosa puede entregarse a la vez que se transfiere el derecho, como cuando se compra y vende con dinero o se cambian bienes o tierras. También puede ser entregada la cosa algún tiempo después.

Qué es pacto. Uno de los contratantes puede entregar la cosa convenida y dejar que el otro realice su prestación después de transcurrido un tiempo determinado, durante el cual confía en él.

Respecto del primero, el contrato se llama PACTO o CONVENIO. O bien ambas partes pueden contratar ahora para cumplir después: como a quien ha de cumplir una obligación en tiempo venidero se le otorga un crédito, su cumplimiento se llama observancia de promesa o fe; y la falta de cumplimiento violación de fe.

Liberalidad. Cuando la transferencia de derecho no es mutua con la esperanza de ganar con ello la amistad o el servicio de otra; o de ganar reputación de persona caritativa o magnánima o para liberar su ánimo de la pena o con la esperanza de una recompensa en el cielo, entonces no se trata de un contrato, sino de DONACIÓN, LIBERALIDAD O GRACIA. Signos expresos de contrato. Son o bien expresos o por inferencia. Las palabras enunciadas con la inteligencia de lo que significan. Tales palabras son o bien de tiempo presente o pasado y de carácter futuro estas entrañan una PROMESA. Signos de contrato por inferencia. es todo aquello que de modo suficiente arguye la voluntad del contratante.

Partes: 1, 2, 3, 4
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