La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas debe ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y acción para evitar la deforestación y degradación y proteger los bosques nativos y la selva es reconocer y garantizar los derechos colectivos de las tierras y territorios considerando especialmente que la mayoría de los bosques y selvas están en los territorios de pueblos y naciones indígenas, comunidades campesinas y tradicionales.
Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones y, que está violando la soberanía de los Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza.
Los países contaminadores están obligados a transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los pueblos y estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas. Esto deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como las compensaciones de carbono (offsets). Demandamos a los países a detener las iniciativas locales en bosques y selvas basados en mecanismos de mercado y que proponen resultados inexistentes y condicionados. Exigimos a los gobiernos un programa mundial de restauración de bosques nativos y selvas, dirigido y administrado por los pueblos, implementando semillas forestales, frutales y de flora autóctona. Los gobiernos deben eliminar las concesiones forestales y apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y que se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en las selvas.
Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras y recursos naturales para posibilitar y fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a la solución del cambio climático.
Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación así como en el diseño e implementación de las medidas relativas al cambio climático.
En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio climático alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales consecuencias la migración interna así como internacional. Según algunas proyecciones en 1995 existían alrededor de 25 millones de migrantes climáticos, al presente se estima en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de 200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por situaciones derivadas del cambio climático. Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados acaten sus determinaciones.
Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para denunciar, hacer visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de los derechos de los(s) migrantes, refugiados(as) y desplazados en los países de origen, tránsito y destino, identificando claramente las responsabilidades de los Estados, compañías y otros actores.
El financiamiento actual destinado a los países en desarrollo para cambio climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un financiamiento anual nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de fuente pública, de al menos 6% de su PIB para enfrentar el cambio climático en los países en desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un monto similar en defensa nacional y destinaron 5 veces más para rescatar bancos y especuladores en quiebra, lo que cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad política. Este financiamiento debe ser directo, sin condicionamiento y no vulnerar la soberanía nacional ni la autodeterminación de las comunidades y grupos más afectados.
En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la Conferencia de México se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento que funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático rindiendo cuentas a la misma, con una representación significativa de los países en desarrollo para garantizar el cumplimiento de los compromisos de financiamiento de los países Anexo 1.
Se ha constatado que los países desarrollados incrementaron sus emisiones en el periodo 1990 / 2007, no obstante haber manifestado que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con mecanismos de mercado.
El mercado de carbono se ha transformado en un negocio lucrativo, mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que saquea, devasta la tierra, el agua e incluso la vida misma.
La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la especulación y la aparición de agentes intermediarios, por lo tanto, sería una total irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra.
Consideramos inadmisible que las negociaciones en curso pretendan la creación de nuevos mecanismos que amplíen y promuevan el mercado de carbono toda vez que los mecanismos existentes nunca resolvieron el problema del Cambio Climático ni se transformaron en acciones reales y directas en la reducción de gases de efecto invernadero.
Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos asumidos por los países desarrollados en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y transferencia de tecnología, así como rechazar la "vitrina tecnológica" propuesta por países desarrollados que solamente comercializan la tecnología. Es fundamental establecer los lineamientos para crear un mecanismo multilateral y multidisciplinario para el control participativo, la gestión y la evaluación continua del intercambio de tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles, limpias, y socialmente adecuadas. De igual manera es fundamental el establecimiento de un fondo de financiamiento e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de derechos de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo.
El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede ser objeto de propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco sus aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los países desarrollados compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien. El mundo debe recuperar, aprender, reaprender los principios y enfoques del legado ancestral de sus pueblos originarios para detener la destrucción del planeta, así como los conocimientos y prácticas ancestrales y recuperación de la espiritualidad en la reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.
Considerando la falta de voluntad política de los países desarrollados para cumplir de manera efectiva sus compromisos y obligaciones asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia legal internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos y crímenes climáticos y ambientales que atenten contra los derechos de la Madre Tierra y la humanidad, demandamos la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático.
Respaldar a los Estados que presenten demandas en la Corte Internacional de Justicia contra los países desarrollados que no cumplen con sus compromisos bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.
Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental.
El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular, sobre el cambio Climático en el cuál todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista.
El proceso del Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular será fruto de un proceso de preparación que asegure el desarrollo exitoso del mismo.
Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e implementar los resultados del presente ?Acuerdo de los Pueblos? llamamos a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra que se basará en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.
Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial adjunto para que en México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50 % y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo.
Finalmente, acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el 2011 como parte de este proceso de construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra y para reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de Cambio Climático que se realizará a fines de año en Cancún, México.
Pude descargarla en:
http://www.el19digital.com/index.php?option=com_content&view=article&catid=24:internacionales&id=12052:declaracion-de-la-conferencia-mundial-sobre-el-cambio-climatico-y-los-derechos-de-madre-tierra&Itemid=15
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=104633
Mundo: Las crisis ambientales y la administración pública en los países en desarrollo: el caso de Nicaragua
Dr. Paul Oquist, Miembro, Comité de Expertos en Administración Pública, 11 de abril del 2011LA CRISIS AMBIENTAL
Nuestra especie se niega peligrosamente a aceptar la celeridad, la severidad y consecuencias de las múltiples e interrelacionadas crisis ambientales que le estamos causando a la Madre Tierra. Lo que se ignora es que nos acercamos a puntos de no retorno en este siglo, muchos desconocidos, con relación a algunas de las crisis ambientales. También se ignora el impacto acelerado de las sinergias negativas. Por ejemplo, el calentamiento global derrite el permafrost de Siberia que libera gas metano con un efecto 21 veces más fuerte que el CO2, lo que aumenta el calentamiento global que a su vez derrite más permafrost. Para poner otro ejemplo, la deforestación libera emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento global, lo que acelera la pérdida de hábitat y la desertificación. El deterioro de un sistema de soporte de vida tiene efectos negativos en otros sistemas que a su vez tienen sus propios efectos negativos; convirtiendo los círculos sistémicos virtuosos que sostienen la vida en círculos viciosos de declive acelerado. Lo que está en juego es la seguridad humana y la seguridad de todas las especies.
Al mismo tiempo, existe una creciente conciencia de la destrucción que está teniendo lugar ante los ojos de nuestra generación. Esta aparente contradicción entre negación y conciencia, pareciera originarse en nuestra incapacidad crónica y colectiva como especie, para llegar incluso a un acuerdo sobre lo que aún no se ha hecho eficazmente en las múltiples crisis ambientales a las que nos enfrentamos globalmente. Esto a su vez es propio de la crisis existencial, moral, política, económica, social y cultural más profunda que ha acelerado el deterioro antropogénico de la Madre Tierra.
Las crisis ambientales múltiples incluyen la deforestación, la degradación del suelo, la escasez de agua dulce y la desertificación; el cambio climático y el calentamiento global con temperaturas inestables, una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, la aceleración del ciclo del fenómeno de El Niño / La Niña, inundaciones y sequías; la contaminación del agua , el aire, los suelos, los alimentos, otras especies y nuestra especie; lagos, ríos y zonas muertas de los mares; la pérdida de hábitat, cadenas alimentarias, fauna, flora y biodiversidad que ya constituyen un evento de extinción importante.
LA RESPUESTA INTERNACIONAL
Las negociaciones internacionales sobre casi todo han estado en un punto muerto desde hace décadas. El cambio climático y el calentamiento global no son la excepción. Los países industrializados son los que más han contribuido al calentamiento global, pero sólo sufren marginalmente sus consecuencias, y ven esto como un problema futuro. Por lo tanto, dan prioridad a la mitigación. Los países en desarrollo que ya están viviendo las consecuencias del calentamiento global, hacen énfasis en el alivio inmediato a los desastres y en la adaptación.
Los países en desarrollo afectados por el cambio climático, aún no han recibido como grupo, financiación internacional nueva y adicional, para enfrentar los daños de corto plazo y la adaptación a largo plazo asociados con el calentamiento global, ni hay mecanismos efectivos para hacerlo. En la reunión COP-16 de Naciones Unidas de Cancún se aprobó un Fondo Verde, pero sin la especificación de sus estructuras, mecanismos o fuentes de financiación. Un Comité de Transición de 40 expertos diseñará el Fondo antes de la COP-17 a realizarse en Durban, Sudáfrica, para noviembre-diciembre del 2011. Tanto en la COP-15 en Copenhague como en la COP-16 en Cancún, los países desarrollados hablaron de US$30 mil millones para el período 2009-2011, a razón de US$10 mil millones por año. Sin embargo, estos fondos aún no llegan. En esas mismas reuniones los países industrializados hablaron de US$100 mil millones como meta anual — no como compromiso— para comienzos del 2020.
El 2020, fecha anunciada de inicio para financiación anual significativa y sostenible, delata el punto de vista de que la única emergencia en la actualidad son los pequeños estados insulares, cuyos territorios, suministro de agua dulce, campos agrícolas, economías, y en algunos casos su propia existencia, se ven amenazados por la subida de los niveles del mar. Sus pequeñas dimensiones hacen que el apoyo sea más manejable, especialmente en comparación con el reconocimiento de que las consecuencias del cambio climático ya afectan también a América Central y el Caribe, África subsahariana y Asia Meridional. Ese reconocimiento no se dio en la COP-16 en Cancún. También hay negación y postergación de los costos de mitigación y adaptación al cambio climático. Esto obedece a las ingentes cantidades requeridas, y eso sin que aún se haya incluido el costo de las otras crisis ambientales, energéticas, financieras y económicas, cuyas implicaciones abarcan la no sostenibilidad e inviabilidad del modelo de desarrollo imperante a lo largo de los últimos 250 años.
Los países más afectados que están ubicados en los trópicos enfrentan daños inmediatos y consecuencias estructurales a largo plazo. Estos aumentarán considerablemente año tras año en los países del Sur mayormente agrícolas. Los parámetros de temperatura y precipitación necesarios para los cultivos básicos esenciales para la seguridad alimentaria se están perdiendo. Esto requiere cambios en la ubicación y las fechas de siembra de cultivos básicos y en algunos casos, éstos dejarán de ser viables. Por ejemplo, la banda de metros sobre el nivel del mar apta para la producción de café de calidad subirá con el calentamiento global. En algunos de los actuales países productores de café se requerirá cada vez más altitud hasta el punto de quedar sin tierras aptas.
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA EN TIEMPOS DE CRISIS AMBIENTALES
Los países afectados por el cambio climático enfrentan enormes desafíos con poco o ningún apoyo internacional. Por lo tanto, deben movilizar a sus propias sociedades para sobrevivir. En estas circunstancias, la administración pública, la política, la planificación y la financiación, como las conocemos, tendrán que ser reestructuradas rápida y radicalmente para hacer frente a los desafíos de las crisis ambientales. Las políticas de seguridad humana, que enfatizan la seguridad alimentaria, incluyendo el agua, serán prioridad en muchos países. No sólo los esfuerzos de desarrollo, empleo, y la creación de medios de vida y reducción de la pobreza se ponen en peligro por el cambio climático, sino también hasta el declive absoluto de los países en desarrollo ya pobres se convierte en una posibilidad real. Esto ocurre cuando los impactos de los desastres acumulados convergen para convertirse en un desastre nacional.
La planificación y gestión para desastres generalmente operan bajo la hipótesis de eventos independientes que se abordan como emergencias individuales. Los órganos especializados emprenden la planificación y la preparación, así como también participan en la respuesta inmediata, que es en gran parte la responsabilidad de los funcionarios locales y militares. Las operaciones de evacuaciones a priori y a posteriori, de búsqueda, rescate y socorro son del dominio de estos. Otros órganos del gobierno se involucran en la rehabilitación y sobre todo la reconstrucción. Estas etapas son más o menos lineales.
Cuando los desastres por crisis ambientales se vuelven anuales y múltiples, mientras que algunos son de tal magnitud que requieren de varios años de recuperación, las etapas llegan a ser iterativas y no lineales. En los países con riesgos geológicos (terremotos, tsunamis, actividad volcánica) o riesgos nucleares (centrales eléctricas en lugares peligrosos) que se suman a los ambientales, la planificación y preparación son geométricamente más complejas. El caso reciente de Japón demuestra como la combinación y la magnitud de las crisis, pueden desafiar a todas las sociedades, aún las más desarrolladas. El apoyo internacional en situaciones de desastre es siempre imprevisible, ad hoc, insuficiente y de corta duración. Los desastres más recientes reciben más apoyo, mientras que la ayuda al desastre anterior entra en rápido descenso y luego desaparece de la atención internacional cuando se han producido varios desastres posteriores. No existe ningún mecanismo internacional concertado, sistemático y coordinado para hacer frente a grandes catástrofes, ni siquiera en zonas de alto riesgo.La situación con respecto a la adaptación estructural es aún peor. Los países enfrentan estas situaciones prácticamente sin apoyo internacional. Los países más pobres reciben apoyo mínimo para las pérdidas de cosechas, los cambios en los rendimientos agrícolas, los necesarios cambios en patrones regionales de producción e incluso para hacer frente a pérdidas en la viabilidad de los cultivos, a la inseguridad alimentaria y a los refugiados ambientales concomitantes.
En estas circunstancias, la planificación y la gestión para desastres se fusionan con la planificación y la gestión del desarrollo. Se convierten en uno y en lo mismo. No hay desarrollo sin tener en cuenta los riesgos, los costos acumulados y las adaptaciones estructurales requeridas por el cambio climático. Del mismo modo, enfrentar los daños inmediatos y la adaptación a largo plazo requiere la movilización coordinada de prácticamente todo el gobierno y todos sus recursos, así como el apoyo de la sociedad en general. Por lo tanto, la planificación para desastres se convierte en una parte de la planificación del desarrollo. Todas las principales situaciones de desastre absorben el tiempo y la energía de un gobierno. Los errores pueden aumentar los riesgos para la vida humana y el sufrimiento, así como las pérdidas materiales. También con el tiempo pueden conducir a la inestabilidad económica, social y política. El efecto acumulativo de los costos anuales y recurrentes y de adaptación al cambio climático, sumado a tratar de salvar el desarrollo y las prioridades de reducción de la pobreza en estas circunstancias, sorprende a los diferentes gobiernos en diferentes momentos y se convierte en el foco central de toda política nacional. O sea, la seguridad humana se convierte en la primera prioridad en dichas circunstancias.Las sociedades con un alto nivel de organización y movilización social, así como un fuerte liderazgo local y nacional, tienen una capacidad mucho mayor para hacer frente a estas situaciones que los países que se basan únicamente en las organizaciones, los presupuestos y las burocracias del gobierno.EL CAMBIO CLIMATICO EN NICARAGUA
Mientras se debaten en los foros internacionales si la meta de limitar el aumento en la temperatura media mundial para el 2050 debe ser 2 grados centígrados o a 1,5 grados; Nicaragua y otros países altamente afectados ya han experimentado incrementos mayores. El aumento de la temperatura promedio en Nicaragua en los últimos 50 años ha sido de 0,06 grados centígrados al año, lo que representa un incremento total de 3 grados centígrados en el último medio siglo. Sin embargo, hay una gran variación regional, incluso dentro de Nicaragua. En la costa del Pacífico el aumento en los últimos 52 años de registros ha sido de 0,94 grados mientras que en la costa del Caribe el aumento también es de 0,94 grados, pero sobre la base de 47 años de registros. Lejos de la influencia moderada del mar, en las montañas interiores del norte, donde hay una zona seca crónica, el incremento en 54 años ha sido de 4,05 grados. Obviamente, el impacto de otros 2 grados o más por encima de eso sería muy serio. La alternancia de los fenómenos de "El Niño" y "La Niña" se ha vuelto cada vez más frecuente. Tuvimos que enfrentar el Niño en 1982-1983, 1997-1998. Nicaragua históricamente ha sido afectada por una tormenta tropical o un huracán devastador una vez por década. El Huracán Juana en 1987, Huracán Mitch en 1998 y Huracán Félix en 2007, todos grado V. Sin embargo, tanto el Niño como los huracanes han sido más frecuentes desde 2005. La situación ha sido la siguiente en Nicaragua en el periodo 2005-2011:- 2005: Inundaciones, Tormenta Tropical Stan, Huracán Beta
-2006: El Niño, sequía
– 2007: El Niño, sequía en la primera cosecha; La Niña, exceso de humedad en la cosecha de postrera, Huracán Félix
– 2008: La Niña, inundaciones, Tormenta Tropical Alma
– 2009: El Niño, sequía en la postrera, Huracán Ida
– 2010: La Niña, Inundaciones en las cosechas de primera y postrera, insuficiente lluvia en la cosecha de apante, Tormenta Tropical Matthew.
El Ministerio Agropecuario y Forestal de Nicaragua ha documentado la pérdida de 386.400 hectáreas de granos básicos (maíz, frijol, arroz, sorgo) en el período 2005-2010 debido al cambio climático, sequías, inundaciones y tormentas extremas. Esto representa el 9% de la superficie sembrada y una pérdida promedio de US$206.3 millones al año, lo que a su vez representa un promedio anual de 3,5 puntos del PIB para ese periodo. El desarrollo de Nicaragua ya está comprometido por el cambio climático.Cuando el fenómeno de "El Niño" está presente hay sequía en el Pacífico y precipitaciones abundantes en la región del Caribe, mientras que en presencia de "La Niña" hay inundaciones en la costa del Pacífico y menos precipitación en la región del Caribe. Ver mapa A y B en el que el sombreado marrón, y los códigos de color amarillo representan bajas precipitaciones, mientras que los verdes, grises y azules denotan niveles cada vez más altos de precipitación.
Mapa A
Mapa B
Tormentas tropicales y huracanes recientes y sus trayectorias se presentan en Mapa C a continuación.
DESAFÍOS Y RESPUESTAS DE NICARAGUA AL CAMBIO CLIMÁTICO
El Gobierno de Nicaragua del Presidente Comandante Daniel Ortega Saavedra sigue asistiendo a las víctimas acumuladas del Huracán Félix en 2007 y del Huracán Ida en 2009; así como a víctimas de la sequía en la "Zona Seca" del Norte y las víctimas de inundaciones del 2010. El carácter anual de estos tipos de eventos en el contexto del cambio climático hace que sea previsible que dichas víctimas continúen acumulándose.
La adaptación a la realidad del cambio climático de los procesos de decisión, de formulación de políticas nacionales, de planificación, finanzas y administración pública requiere flexibilidad y agilidad. También necesita la organización y la movilización de la población para hacer frente a estos desafíos. El Presidente Daniel Ortega dirige anualmente la movilización de todas las instancias necesarias del Estado y del Poder Ciudadano para la respuesta rápida a los desastres naturales sucesivos. Las respuestas incluyen las decisiones básicas sobre seguridad alimentaria, incluyendo dónde y cómo dirigir el apoyo directo del gobierno para los principales cultivos, así como sobre importaciones, exportaciones y subsidios al consumo de productos alimentarios dentro del marco de la política nacional de soberanía y seguridad alimentaria.
Todas estas políticas y disposiciones administrativas requieren de una gran creatividad e innovación, sobre todo teniendo en cuenta que efectiva financiación internacional para adaptación al cambio climático aún no está disponible para los países centroamericanos. Nicaragua sí se beneficia de las políticas de solidaridad, complementariedad, del reconocimiento de las asimetrías y de compensación de estas últimas a través del comercio justo y la inversión justa, así como de los programas de reducción de la pobreza de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. (ALBA).La movilización del gobierno y la sociedad por el Presidente Ortega ha permitido a Nicaragua enfrentar con un grado considerable de preparación a los desastres del cambio climático, tal y como fenómenos de la magnitud del Huracán Félix, que fue de grado 5 en la escala Saffer-Simpson. También ha permitido que a pesar del cambio climático, Nicaragua haya reanudado el crecimiento después de la gran recesión de 2008-2009 (+4,5% del PIB en 2010), y ampliado las exportaciones (+32% en 2010), así como la inversión extranjera directa (desde US$500 millones en 2010 a US$1039 millones en 2011); mientras que al mismo tiempo ha reducido la pobreza y pobreza extrema entre 2005 y 2009. El índice Gini por el lado del consumo del país se redujo de 0,41 a 0,36 en ese período, lo que indica una mayor igualdad. La consolidación y la aceleración de estos avances requieren la continuación de la adaptación de la nación, incluyendo la administración pública; a las nuevas realidades del cambio climático. A la vez la asistencia financiera internacional para ese propósito debe ser proporcional al inmenso desafío que enfrentan sobre todo los países en desarrollo.
Autor:
Vladimir Prado Borsetti
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