Año 2009: Decadencia de los Derechos Civiles en la memoria social colectiva de Puerto Rico
Enviado por Zulmarie Alverio
Año 2009: Decadencia de los Derechos Civiles en la memoria social colectiva de Puerto Rico
Decadencia, sinónimo de decaimiento, descenso, ruina, bajón, destrucción, menoscabo, caducidad, disminución, degeneración, corrupción, caída, debilidad y pobreza. Palabras fatales, pero reales que describen a la sociedad puertorriqueña actual. A casi una década de empezar otro milenio, Puerto Rico ha retrocedido en el tiempo a los años de persecución política, persecución ideológica y la práctica discriminatoria. Lo único que ahora no es por color, origen o sexo. Ahora el discrimen ha superado esas categorías, ahora discriminamos por niveles de educación, por la sexualidad practicada y por área geográfica estatal. Puerto Rico sea convertido en un puerto de creencias degolladas por una generación que no conoce su pasado, subestima su presente y ciertamente compromete su futuro.
La decadencia que originalmente se desglosó en palabras que tienen o conservan un mismo significado, baila entre las hojas, las letras y la tinta, que todas juntas y ayudadas por manos enjutas y deformes pero bien intencionadas, realizan documentos que legitimizan la gestión diaria del Estado. Ahora bien, antes de ubicarnos en el presente y desarrollar la Teoría de la Decadencia de los Derechos Civiles en la memoria social colectiva de Puerto Rico, es necesario dar una mirada retrospectiva al génesis de lo que son nuestros derechos civiles. Como toda cultura de sabiduría, nuestro derecho tuvo sus inicios en la palestra griega, aun antes de Cristo. Pero la idea de ir en retrospectiva no es dar un curso de historia, así que ubicaremos el génesis con la inserción de los derechos humanos en nuestra era, ya más al siglo veinte.
Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Según esta definición, todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación o distinción alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles.[1] Los derechos humanos universales están a menudo contemplados en la ley y garantizados por ella, a través de los tratados, el derecho internacional consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional.[2]
En la actualidad, el derecho que conocemos surge de ese derecho natural que todos tenemos como seres humanos, a la vida y a la libertad ante el gobierno y la sociedad, como una de las consecuencias de ese surgir, nuestros derechos civiles son reconocidos y desarrollados dentro de un documento que sirve de herramienta para protegernos ante abusos contra nosotros y para exigir el cumplimiento de una serie de obligaciones sociales, culturales, económicas y políticas por parte del gobierno. Este documento lo llamamos Constitución.[3]
En Puerto Rico, la Constitución del Estado Libre Asociado en el Artículo II contiene la Carta de Derechos. El Art. II sección 1 contempla la dignidad e igualdad del ser humano y expone que el discrimen está prohibido en nuestro sistema de gobierno. Dicho Artículo Dice así:
"La dignidad del ser humano es inviolable. Todos los hombres son iguales ante la Ley. No podrá establecerse discrimen alguno por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o condición social, ni ideas políticas o religiosas. Tanto las leyes como el sistema de instrucción pública encarnan estos principios de esencial igualdad humana"[4]
Como podemos ver, los derechos civiles se refieren al conjunto de derechos del ciudadano frente al Estado. Esta definición nos invita a observar que, los derechos civiles como parte integra del desarrollo social, económico, cultural y político de Puerto Rico. Lo que nos mueve a pensar que los derechos civiles debemos entenderlos en consonancia con los cambios sociales actuales.
En el texto citado, se ennegrece la siguiente oración, "Tanto las leyes como el sistema de instrucción pública encarnan estos principios de esencial igualdad humana" Creo y lo digo en primera persona, que es aquí donde comienza la decadencia de los derechos civiles en nuestra memoria social colectiva. En Puerto Rico, como en otros lugares tales como Latinoamérica, el Caribe, los Estados Unidos y Europa, tienen en su historia como sociedad una memoria colectiva que mantener a través de generación en generación. Esta memoria colectiva social es la que mantiene vivo el pasado y hace del presente uno lleno de significados para cada sociedad. Lo que significa que, la memoria colectiva social de una región muchas veces está atada a las memorias de sus habitantes. Estos conforman el complejo de historias que desarrollan y amplían el pasado y se hacen presentes en los textos que utilizan las generaciones actuales para formarse como individuos participes de un colectivo. Estos textos, la mayoría de las veces, son utilizados para mantener vivo el recuerdo del desarrollo social, político, económico y cultural de la sociedad por medio del sistema educativo que participa como ente principal de formación de la memoria colectiva a la que aludimos.
Dado este hecho, debemos reconocer que la historia escrita recoge, une, elimina y simplifica en algunas ocasiones hechos que afectaron a la sociedad en su totalidad. La memoria colectiva de nuestro pueblo, se nutre directamente de esa historia escrita, pero también de la otra llamada historia oral, pero el sistema le ha dado el rol protagónico a lo que queda perenne, lo eterno y lo que legitimizan el poder: la escritura. En la actualidad, la historia nuestra como pueblo y su representación, navega en el sistema educativo por diversas direcciones, mapas conceptuales, guías curriculares que señalan como fue, de donde vino, qué es, cómo es, para qué sirve y cuál es la función de cada género puertorriqueño dentro de la sociedad. Según el mandato constitucional y por interpretación liberal, debemos presumir que siendo una función tan neurálgica la que representa el sistema educativo y reconociendo el llamado que realiza la Constitución de nuestra Isla, los derechos civiles deberían estar dentro de esa historia de pueblo y la historia formativa de la sociedad puertorriqueña en su totalidad. De ser cierto esto, todos los habitantes de esta Isla no sufrirían de desnutrición mental sobre el conocimiento de los mismos.
Pero la realidad es que, esa historia que se visualiza en nuestros currículos escolares, no necesariamente responde a la realidad colectiva. Sin embargo, las esferas de poder gubernamentales, pretenden que sean estos medios educativos los responsables de conservar la memoria social de nuestro pueblo. Si bien es cierto que la historia escrita ayuda a elaborar una imagen del pasado, esta elaboración suele ser categorizada como reconstrucción historiográfica, cabe preguntarnos ¿Quién es responsable de reconstruir nuestro pasado? ¿Qué se busca al eliminar eventos y añadir otros? ¿A que responde la jerarquía de importancia en los hechos históricos reconocidos por la escritura en nuestros textos escolares? Muchas interrogantes.
En el presente, ésta reconstrucción historiográfica no se lleva de manera rápida a los componentes de la sociedad, los seres humanos, sino que la forma de llevar el mensaje de reconstrucción historiográfica es de manera paulatina y constante. Los modos de operar que utiliza la sociedad para llevar el mensaje de la reconstrucción social que quiere que la generación vea son variados, pero el más eficaz es el que se utiliza como medio masivo como ya señaláramos es el sistema educativo. Lo que nos lleva a preguntarnos si parte de todo este Macondo se deba a la falta de ese deber constitucional de encarnan los principios de esencial igualdad humana y hacer presente dichos principios dentro de la memoria colectiva puertorriqueña.
Como es sabido y de conocimiento general, el sistema educativo se nutre de los diferentes componentes que abarca el concepto educación. La educación funciona y sirve como instrumento de formación del ser humano en todas sus dimensiones. La estructura educativa que se crea en el pasado como la del presente, se erige sobre la base de las necesidades de cada sociedad.
Pero aún dentro de los libros actuales de textos con toda su revisión historiográfica y sus actualizaciones ocurre un fenómeno que viene repitiéndose desde que se instituyó al libro como fuente primaria de conocimiento histórico. Este fenómeno esta presente en todos y tiene un ingrediente que rompe con la continuidad de la historia: el olvido histórico.
En el deseo de comprender el significado y la práctica en el mantenimiento de la memoria social colectiva puertorriqueña, muchos de los que se aventuran a estudiar e investigar sobre la educación en Puerto Rico se hacen cuestionamientos variados pero que todos llegan al centro o el núcleo de la problemática principal. ¿Cual es la versión que el Estado quiere que sea la historia que predomine en Puerto Rico? ¿La historia oficial escrita de Puerto Rico, nos muestra en realidad quienes y como somos?
Estas preguntas y otras más son el resultado de una reflexión sobre la memoria social colectiva y la renovación de la misma a través de la revisión histórica del desarrollo social, político, económico y cultural de la Isla de Puerto Rico visto en los diversos libros de texto escolar. Estas reflexiones ponen en debate de manera explicita el problema de la función o utilidad del saber histórico en el campo de los derechos civiles.
Un término propio para estas reflexiones sobre nuestra sociedad pudiera ser el que es utilizado por el escritor Serge Gruzinski en el libro La colonización de lo imaginario, memoria mutilada. Término que nos lleva directo a reflexionar sobre la ruptura de esa continuidad histórica de la comunidad puertorriqueña y la reconstrucción de su memoria social pasada y el mantenimiento de la memoria social presente.
La memoria mutilada que muchas veces ignoramos en la sociedad con conciencia o por ignorancia o desconocimiento de su existencia esta alimentada por varios factores que la engrandecen a través de los tiempos. Estos factores son: el silencio histórico, el ocultismo, la falta de evidencia escrita, el olvido, la invisibilidad, la exclusión, fragmentación y la selectividad[5]entre otras características más. Dentro de estas características, la ocultación, es uno de los procedimientos más corrientes en el control del pasado por el poder dominante social. Esto según el autor del libro La memoria rota, Arcadio Díaz Quiñónez:
"奬iminar, borrar, separar, parece ser la condición de la cultura y la política dominante堥n Puerto Rico, en el nuevo orden imperial"[6]
Un ejemplo de esta forma de separar la realidad con lo que se escribe de forma oficial en las páginas de historia que se le enseñan a nuestros jóvenes desde su temprana infancia, lo es la historia de los derechos civiles en Puerto Rico. Vivimos en una comunidad social hipócrita, que niega sus inicios. Los textos escolares blanquean la lucha por los mismos y nos reducen a cuentos infantiles matizados por la fantasía de que Puerto Rico se formó de tres razas donde las dos más traumadas y esclavizadas aceptaban su situación y todos celebraban bailando y cantando su encuentro. Donde el jíbaro tenía ropa blanca al ir a cortar caña, y queda en el recuerdo nostálgico romántico de aquella época que muchos piensan que era mejor que la nuestra y donde muchos de los cambios sociales aparecen de forma instantánea, son dados por las instituciones de poder y no luchados por cientos de manos que se unieron por reclamar esa igualdad esencial que predica nuestra Constitución. Muchas veces, nuestro sistema educativo ha menospreciando la fuerza de nuestro pueblo en aras de crear una historia sosegada, armoniosa y pacífica. Y la lucha por los derechos civiles, los sacrificios e incluso las privaciones de aquellos que hoy día están silentes en las páginas de nuestra historia, queda entre las fisuras y rastros históricos que llegan a la vida de los puertorriqueños luego ya en los escenarios universitarios. Este es solo un ejemplo de cómo se tuerce la historia de un pueblo. De igual forma aun se sigue enseñando en las aulas material ajeno a nuestra sociedad, material educativo que no genera crítica social y aun aunque nos duela admitirlo, vemos a la escuela como el centro de cuidado diurno más grande que tiene el Estado. En el cual garantizan el derecho a la educación, pero tristemente a una educación bancaria, carente de significado, orgullo nacional y fuerza social.
Otro ejemplo, de cómo el sistema educativo ha dejado de realizar el llamado constitucional lo es la exclusión. La exclusión ha sido la norma dentro de los textos escolares mayormente. La visión de lo que es lo puertorriqueño es una eterna frontera ignorada o tal vez un espacio neutro tratado con desconfianza. Las categorías nacionales y culturales de los Estados Unidos y en Latinoamérica, y la situación colonial puertorriqueña, llevan con frecuencia a negar la memoria histórica, o a situarla en un afuera desdeñoso o paternalista y casi siempre enigmático. Es una memoria muchas veces negada y rota.[7]
En ese sentido se repite otra vez, la experiencia de la memoria mutilada de Serge Gruzinski. Aquí la memoria mutilada intenta y desea imprimir un pasado que se dio pero que no tiene una continuidad. Estos dos ejemplos, el olvido y la exclusión, nos muestran evidencia de que la memoria social puede ser manejada, creada, borrada y arreglada de acuerdo a los intereses que tenga el conglomerado que mantiene poder sobre las páginas en los textos utilizados en el sistema educativo que promueve la educación en masa. Educación que se señala en el Art. II de nuestra Carta de Derechos.
Es evidente que, la memoria colectiva y la memoria mutilada sufren y tienen características similares, esto gracias a que ambas pueden darse en un mismo espacio y en un mismo tiempo dentro de la sociedad. Como evidencia de esta realidad, se puede observar como el estudio del movimiento de la sociedad, más allá de la validez o legitimidad de los conocimientos que genera, acarrea consecuencias diversas para las confrontaciones y luchas del presente.[8] La memoria colectiva, la memoria mutilada y sus diversas variaciones se poden en manifiesto en los libros de textos que utiliza el sistema educativo de la Isla como se señalara anteriormente.
El Sistema Educativo de la Isla está llamado a realizar una labor social integra y de suma importancia. El de llevar el mensaje sobre "La dignidad del ser humano, la cual es inviolable. Que todos los seres humanos somos iguales ante la Ley. Que no podrá establecerse discrimen alguno por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o condición social, ni ideas políticas o religiosas. Que tanto las leyes como el sistema de instrucción pública encarnan estos principios de esencial igualdad humana."[1] Léase de forma copulativa, el mandato de que tanto las leyes como el sistema educativo tienen una responsabilidad con la sociedad de hacer llegar el mensaje de igualdad contenida en los derechos civiles. Pero, en la actualidad que encontramos, un entramado mundo de leyes, que muchas veces no llegan al conocimiento del pueblo y un sistema de educación deficiente que más que responder a la necesidad de educar, de perpetuar una historia real, lo que hace es proveer un banco de conocimiento limitado, finito, enjuto, un cuido diurno lleno de currículos vacíos de significado y carentes de valor real comunitario y social. Aun con tantos derechos sobre igualdad y no discrimen, nuestras aulas representan carimbos mentales. Donde marcan con sus currículos a la masa social. Donde predomina la desidia, la mezquindad de conocimiento, la falta de valores sociales, la desigualdad en la consecución de la meta de educar a un pueblo que se levanta. Aun seguimos escuchando, que familia solo es papá, mamá, rosita, pepe y Lola la gata. Donde la diversidad, no es bien vista y solo se toca en un modelo de planificación académica de forma poco profunda, por aquello de no exponer a los niños a pensar y cuestionar cosas que el Estado no quiere contestar. Como vemos, algo tan elemental como lo es la identidad primera de ese ser humano cuando llega por primera vez a los salones, es manejada de forma inconsistente por el sistema.
En el campo de los derechos, el sistema de educación no esta cumpliendo con ese mandato constitucional de hacer llegar el conocimiento de los derechos civiles. El sistema que utiliza son los de retentiva, recuerdo variado, reminiscencia y estudio para mantener viva la memoria social colectiva. Dejando atrás el pensamiento critico, el explorar el conocimiento como realmente es y la identidad de los puertorriqueños con sus derechos más esenciales y sus deberes con Puerto Rico. Es hora que surjan nuevas interrogantes y nuevas dimensiones en los campos del saber. Ya el conocimiento dado de forma bancaria debe ser erradicado y rechazado de forma categórica y debe surgir un nuevo estilo de enseñanza. El de análisis, el de diálogo y el de búsqueda. Ahora no solo el maestro es cuestionado, también lo son los libros de textos. Es el tiempo de los ¿Por qué? Y ¿Cómo fue?
Puerto Rico es la Isla más pequeña con relación a las islas hermanas de las Antillas Mayores. Pero, no por ser la más pequeña significa que sus hechos históricos sean de igual tamaño. Las confrontaciones que en el pasado se dieron en los sectores de la política, economía, a nivel social y cultural llevo a la sociedad puertorriqueña gestar nuevas reflexiones con relación al pasado histórico de la Isla. Pasado histórico que permean en la consecución de un derecho hibrido pero reconocido por nuestra Carta Constitucional.
Regresando al presente, la decadencia de los Derechos Civiles en la memoria social colectiva de Puerto Rico es el resultado de una falta de compromiso por parte del sistema llamado a mantener, fomentar y perpetuar esa memoria social colectiva. El sistema de educación está faltando al deber de realizar su llamado constitucional. Esta realidad se ve plasmada en los rostros de cientos de niños, jóvenes y adultos que a la hora de preguntarles que son los derechos civiles, no saben que contestar.
Hoy, vivimos en lo que el autor o autora llamada E. M. Cioran expone sobre los intelectuales. "El intelectual fatigado resume las deformidades y los vicios de un mundo a la deriva. No actúa, sino que padece; más aún si se vuelve hacia la idea de tolerancia, no encuentra en ella el excitante que necesita para seguir escribiendo" Es en esta línea, que están nuestros académicos. Los que son llamados a reconstruir nuestras luchas sociales, donde necesariamente deberían estar las luchas por nuestros derechos civiles. Ciertamente esta idea del intelectual fatigado lleva a rebuscar entre pensamientos y criticas a este mundo actual, de ver si Puerto Rico ha caído en esa fatiga que nos lleva a resumir las deformidades y vicios de nuestro mundo social presente. Una reflexión interna me lleva a repensar ¿que están haciendo los que escriben la historia de Puerto Rico? ¿Dónde se perdieron cuando asumieron la responsabilidad de eternizar nuestra historia como pueblo? ¿Dónde esta la verdadera historia de nuestros derechos civiles? ¿Por qué no ha sido efectiva la misión educativa la Comisión de los derechos civiles y el departamento de educación? Es por esto que debo de concluir que nuestra decadencia en la memoria social se nutre del banco de ese conformismo colectivo creado necesariamente por la falta del deber constitucional que tiene el departamento de educación, el de encarnan los principios de esencial igualdad humana.
Este banco del conformismo, teoría muy propia, crea mecanismo para que el ser humano los utilice para crear recursos a favor del servicio del silencio. Silencio intelectual que nos ata a mendigar palabras, a realizar síntesis de pensamiento y a escribir oraciones vacías, carentes de significados y compromiso. Nos hacemos eco de un refreír de pensamientos. Nos envolvemos en un mundo caracterizado por el "confort" mental y el pensar consumista, de una sociedad que cree que los derechos civiles salieron de forma instantánea, negando la lucha de miles de puertorriqueños por el reconocimiento de los mismos.
Este confort mental nos lleva a la decadencia. Decadencia, sinónimo de decaimiento moral social; descenso en el conocimiento de un pueblo sobre sus derechos civiles; ruina valorativa sobre el concepto de nación; bajón en la calidad educativa; destrucción de pensamientos críticos en bienestar de una masa colectiva errante y carente de visión; menoscabo en generaciones completas a beneficio de un ideal político; caducidad en el tiempo de aprendizaje; disminución de los recursos para llevar a cabo la misión de que cada puertorriqueño conozca sus derechos y deberes; degeneración por completo de una sociedad; corrupción de ideas, pensamientos y lealtades que se trasladan al campo político – social; caída de un sistema llamado a la reconstrucción educativa social y cultural; debilidad de los llamados a reconstruir nuestro conocimiento y pobreza en todos los sentidos valorativos sociales.
Que donde está el reconocimiento de nuestros derechos civiles, en la actualidad en los anaqueles de cada una de las bibliotecas relacionadas al campo del derecho o tal vez de algún académico ambicioso en la gesta de lucha por ellos. Lo que si es algo perturbador es que el conocimiento de los mismos, no está en las mentes de los ciudadanos puertorriqueños y la falta de estos hace que todo el andamiaje social – cultural esté en decaimiento. Resultado de toda esta reflexión, me lleva a cuestionarme entre otras cosas, que haremos con el legado de cientos de personas que creyeron que nuestra sociedad puede mejorar con la gesta de llevar el conocimiento de los derechos civiles a la masa social, al pueblo y a su gente desde los años más jóvenes. ¿Qué vamos hacer para hacer realidad aquello de llevar el mensaje de igualdad esencial?
Autor:
Zulmarie Alverio