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Agresiones del imperialismo y acciones terroristas contra Banes

Enviado por Yurisay Pérez Nakao


Partes: 1, 2

  1. Crisis de octubre
  2. Ataque a Boca de Samá
  3. Sabotaje al Centro Comercial El Almacén

A partir del 1º de enero de 1959 se intensificó la política hostil de Estados Unidos contra Cuba, por tal motivo desde esos primeros momentos fue necesaria la preparación de agentes para proteger al pueblo cubano de sus ataques, que han ido desde el plano diplomático, las guerras bacteriológicas, hasta las agresiones militares directas. El municipio Banes, en la costa nororiental del país ha sido víctima de las ansias del imperio desde inicios del siglo XX.

Unido a la instauración de la neocolonia se estableció en Banes la compañía norteamericana United Fruit Company, que se apoderó del 67 % del territorio y generó el 75 % de los empleos. Lo que hizo que esta zona estuviera vinculada más directamente al mercado de Estados Unidos que al resto del Isla, razón por la cual en la formación y evolución de la ciudad se evidencia una marcada influencia norteamericana. Se copiaron patrones culturales que no eran más que elementos de la "modernización a la americana", la burguesía banense fue partícipe de un proceso de aculturación y desarraigo de los valores más autóctonos.

Al triunfar la Revolución la inmensa mayoría de los miembros de la burguesía, cuando vieron sus intereses de clase afectados, decidieron emigrar a los Estados Unidos; de igual forma lo hicieron obreros de la Compañía, unos porque se iban a trabajar a las oficinas en Boston y otros porque no confiaban en el nuevo proceso que estaba teniendo lugar y preferían continuar al lado de los yanquis. Muchos de esos que emigraron se integraron a los grupos de oposición a la Revolución y prepararon, financiaron y/o apoyaron acciones subversivas contra Cuba, desde sus asientos en Congreso Norteamericano, como directivos de las organizaciones contrarrevolucionarias y hasta como participantes en agresiones directas al país o infiltraciones. Esas fuerzas con el apoyo del imperialismo norteamericano comenzaron a tejer una red de complots y levantamientos contra el gobierno, fomentaron las violaciones del espacio aéreo, las agresiones militares y bacteriológicas.

Después de la derrota recibida en Playa Girón, el imperialismo continuó su apoyo a las bandas contrarrevolucionarias y la infiltración de espías, fundamentalmente desde la Base Naval de Guantánamo. En enero de 1962, Estados Unidos logró con el apoyo de los gobiernos títeres del continente, la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA) y en febrero de ese mismo año decretó el bloqueo total a Cuba. Tratando de buscar un pretexto que justificara la invasión a Cuba, el gobierno norteamericano realizó varios intentos de auto agresión y declaró la necesidad de luchar contra Cuba empleando cualquier medio.

Crisis de octubre

Ante tales amenazas provenientes de esta superpotencia que muchas veces había intervenido en Cuba y en otros países de América Latina los gobiernos soviéticos y cubano suscribieron un acuerdo militar que incluía la instalación en territorio cubano de cohetes de alcance medio dotados de ojivas nucleares y la presencia de un contingente de tropas soviéticas militares. El convenio, perfectamente legal a la luz del derecho internacional, por su carácter estrictamente defensivo, se decidió que se haría público cuando las armas estuvieran en el suelo cubano. Estados Unidos detectó los inicios de los emplazamientos coheteriles y valoró diversas alternativas militares contra Cuba que iban desde el bloqueo naval hasta una invasión antecedida de golpes aéreos. A partir del 22 de octubre de 1962, desplegó alrededor de la Isla una fuerza militar conjunta de gran envergadura y ordenó en franco acto ilegal de piratería la intersección de los barcos que se dirigieran a Cuba y no dejar pasar los que llevaran armas de carácter "ofensivo", desembarcaron todavía más tropas en la Base Naval de Guantánamo y alertaron a todas sus fuerzas armadas, con lo que situaron al mundo al borde de una guerra nuclear.

El verdadero origen de la Crisis de Octubre o del Caribe no está en la instalación de los cohetes en Cuba, sino que esta indisolublemente ligada a la política de Guerra Fría y al hegemonismo yanqui contra el cual alertara genialmente Martí.

Antes de que se diera a la publicidad el acuerdo militar cubano-soviético, cuando ya las fuerzas norteamericanas estaban preparadas para su zarpazo contra Cuba, el Presidente Kennedy recibió las pruebas de la existencia de cohetes soviéticos en Cuba. La situación cambió sustancialmente, pues no se trataba ya solamente de una operación contra Cuba, sino de un conflicto internacional que involucraba a la Unión Soviética, la cual era también una potencia nuclear. Estados Unidos movilizó rápidamente a sus fuerzas de tierra, mar y aire, no sólo en el hemisferio occidental sino también en Europa y el Lejano Oriente. Incrementó los vuelos de reconocimiento sobre la isla, activó los bombarderos B-47 —dotados de bombas atómicas—, reforzó considerablemente la base naval de Guantánamo, y el 22 de octubre ordenó el bloqueo naval de Cuba y comenzaron los vuelos rasantes de aviones yanquis sobre territorio cubano.

La Isla entera se puso en pie de lucha con su firme decisión de Patria o Muerte, el Comandante en Jefe de las fuerzas cubanas, Fidel Castro, ordenó poner en «alerta de combate» a las Fuerzas Armadas Revolucionarias en todo el país. Solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, denunció ante el mundo la nueva y peligrosa aventura yanqui y defendió el derecho soberano de Cuba a repeler cualquier agresión enemiga y pedir ayuda a cualquier nación amiga. El gobierno soviético puso en completa disposición combativa a sus fuerzas armadas y emitió una declaración en la que condenaba el bloqueo naval y demás medidas agresivas de EE.UU., y advirtió a Kennedy sobre las posibles consecuencias de esas agresiones.

Cuba declaró que no admitiría inspección de sus barcos por las tropas yanquis y que dispararía contra los aviones enemigos que incursionaran sobre nuestro territorio y así sucedió.

El 27 de octubre fue el quinto día de la crisis, era un día gris y lluvioso, que aparentaba ser un día cualquiera, igual que los demás. Dervis Desdín, al recordar ese día, decía que estaba muy oscuro y no se veía a 200 metros, a intervalos salía el sol.[1]

Alrededor de las 10.00 de la mañana se escuchó en lo alto una fuerte detonación, como si un avión a reacción hubiera roto la barrera del sonido. Al instante se sucedieron dos explosiones. Todos pensaron que era un ataque aéreo. De la dirección de los ORI de Banes comunican que por encima de la ciudad había cruzado un gran objeto incendiado.

Esa mañana había sido derribado y estrellado en suelo cubano uno de los sofisticados aviones de espionaje y muerto su piloto, el mayor Rudolph Anderson, uno de los dos de la Fuerza aérea que habían realizado varias veces misiones fotográficas de espionaje, descubriendo, según Kennedy, la presencia de los cohetes en Cuba. El avión enemigo había sido derribado por un cohete, disparado desde la base de La Anita, en Los Ángeles, al norte de Banes. Este podía ser el preludio de la agresión. Fue un momento de expectativas.

El avión cayó en Veguita 3, en sus restos agujereados se podía leer las siglas USAF, Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, y una inscripción MIL – F 25524 A. Había pedazos de metal por doquier.

No cabían dudas que era un avión de exploración, así lo demostraban las enormes cámaras fotográficas debidamente ubicadas en el fuselaje y otros lugares de la estructura e incluso extrajeron de él un rollo de película de 70 milímetros que había filmado el piloto sobre nuestro territorio.

Se dice que cuando sacaron el cadáver del piloto, la gente del lugar lo miraba como un animal extraño. Los forenses establecieron que se trataba de un individuo de raza blanca, de mediana estatura, con un peso aproximado de 145 a 160 libras, pelo castaño y con prótesis dental. El cuerpo presentaba múltiples heridas diseminadas por todo el cuerpo, con exteriorización de partes blandas, fracturas múltiples de miembros superiores e inferiores, hundimiento de la pared torácica, así como también de la cabeza, con deformación de esta por las fracturas y heridas del esqueleto oseo.

Junto a su documentación fueron ocupados cámaras fotográficas, radios, paracaídas, una mochila plástica con todo lo necesario para sobrevivir en caso de caer en un lugar aislado, medicamentos, cubiertos, anzuelos de distintos tamaños, agujas, tijeras, linternas, alimentos concentrados, agua potable, un fusil plegable calibre 22 y numerosas capsulas, cuchillas, medias, gorras, un tirapiedras, en fin cantidad y variedad de artículos para asegurar la supervivencia en las condiciones más difíciles.

Entre los documentos había datos de vuelo, el plan de aviso del piloto, una billetera de piel negra, veinte dólares en billetes de diversas denominaciones, dos cheques en blanco con los números 232 y 233 y membretes del Río National Bank, cuatro fotografías, un anillo y el carné que identificaba al portador como el comandante de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Rudolf Anderson Jr., de 35 años de edad. Este piloto había cumplido otras misiones de espionaje sobre el territorio nacional y era veterano de la guerra de Corea.

Solamente habían sido derribados dos aparatos de ese tipo, uno en la Unión Soviética y otro en la República Popular China. Este que fue derribado en Banes fue el tercero. Eran aviones espías, construidos para la observación y el reconocimiento aéreos. Estos vuelos eran dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia con aprobación del presidente de los Estados Unidos. Eran aviones equipados hasta con siete cámaras fotográficas capaces de abarcar una extensión de terreno de 125 millas de ancho y 3 mil kilómetros de largo, durante su vuelo, lo suficientemente poderosa para fotografiar un automóvil desde una altura de 19 kilómetros.

El coronel Ricardo Veranes Carrión en su carácter de jefe de la artillería antiaérea de la 56 División recibió la orden de fuego el día 27 de octubre, la cual expresaba no se le diera tregua al avión que bajara a la altura de abatimiento.

En la entrevista con el editor italiano Gianni Miná en 1987, el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó "ya nosotros estábamos disparando contra los aviones norteamericanos porque habían empezado a volar rasante". Contábamos solo con artillería antiaérea, sin cohetes tierra- aire. Fidel también explicó que le planteó a los responsables de las unidades soviéticas que no se debía permitir el vuelo rasante porque facilitaba un ataque por sorpresa y tomamos la decisión y les informamos que ibamos a disparar; y efectivamente, abrimos fuego. Agrega Fidel que fue en esas circunstancias que una de las baterias antiaéreas de Banes disparó y derribó un U-2. la situación llegó a la máxima tensión porque de hecho se estaba combatiendo.[2]

El teniente general Gueorgi Alekseevich dio la orden de derribar el U-2 y el capitán Nikolaev Grechanik, comisario político del grupo coheteril de La Anita, por la importancia de la misión actuó como radista y le fue dando al comandante Ivan Gershenov los datos de distancia y altura.

El avión había sobrevolado de occidente a oriente toda la línea del litoral de la costa norte de la Isla y estado al alcance de tiro de otros grupos coheteriles. Nikolaev e Ivan lo sabían por el seguimiento en la pantalla del radar, en espera de que entrara a su área de vigilancia. El objetivo entró volando a una altura de 22 mil metros. Lo colimaron durante un rato, pues dudaban de tirarle por si caía en el mar ya que el avión entraba y salía de la tierra a lo largo de la costa. Aprovechando un momento en que sobrevolaba el territorio nacional hicieron el primer disparo. Con uno era suficiente, pero Ivan quiso asegurar la orden y disparó el otro. Entonces el aparato se despedazó.[3]

Una ola de solidaridad con Cuba se levantó en el mundo. Al mismo tiempo, fue convocado urgentemente el Consejo de Seguridad de la ONU y su Secretario General, U Thant, intervino para buscar una solución al conflicto. Se produjeron intercambios entre los gobiernos de Cuba y la URSS, y Jruschov mantuvo activa correspondencia con el Presidente Kennedy. Como resultado de esa correspondencia soviético-estadounidense, la URSS aceptó retirar los cohetes de alcance medio y los bombarderos IL-28 de Cuba, a cambio del compromiso hecho por el mandatario norteamericano de no atacar a Cuba e impedir que sus aliados lo hicieran. Así la «crisis de los misiles» tocaba a su fin, pero esta solución se alcanzó sin la participación de Cuba.

Ataque a Boca de Samá

La CIA, que en 1969 había desactivado su centro operativo que funcionaba en Miami y desde entonces dirigía sus actividades desde las oficinas centrales de Langley, organizó el llamado Plan Torrientes, que recibió un fuerte apoyo financiero del exilio y que efectuó el 12 de octubre de 1971 el ataque al cacerío de Boca de Samá, luego de una propagando pública en pro de la creación de un ejército mercenario para invadir a Cuba, dirigido por José Elías de la Torriente, ciudadano norteamericano y hombre de confianza de Washington, la CIA y el Pentagono.[4]

Boca de Samá, era un poblado pesquero que tenía alrededor de 16 viviendas de construcción rústica y una población total de 85 personas, de los cuales 42 eran niños y 24 mujeres. En medio del silencio y la oscuridad[5]de aquella trágica noche de octubre, un grupo de 8 o 10 hombres fuertemente armados desembarcaron por una pequeña ensenada al norte del caserío. Ya en tierra, llegaron a tres viviendas, donde con mentiras y amenazas intentaron obtener información para llevar a cabo sus propósitos. Luego se dirigieron a la tienda del pueblo, rompieron la puerta y regaron en el piso los víveres.

Un vecino que vio las luces de las linternas en la bodega y dio aviso. Grande sería la sorpresa de los combatientes que se presentaron en el lugar cuando a la voz de alto les respondieron con ráfagas de fusiles automáticos que de inmediato cegaron la vida de Lidio Rivaflecha Galán y Ramón Siam Portelles e hirieron a Carlos Escalante Gómez, cuyo cuerpo fue rescatado por Romilio Zaldívar, bajo el intenso tiroteo.

Al verse sorprendidos y ante la posibilidad de la llegada de refuerzos, los agresores mostraron su cobardía y gritando desesperados corrieron hacia la lancha rápida que los esperaba en las proximidades de la costa. Posteriormente desde el buque madre y utilizando armas de gran calibre comenzaron a disparar al caserío, acción en la que provocaron heridas a las niñas Nancy y Angela Pavón y al vecino Jesús Igarza.

Los piratas, cobardes mercenarios, incapaces de dar su vida por una causa, al verse descubiertos, emprendieron la una veloz retirada, amparados por la cortina de fuego de grueso calibre desde el buque madre. Enilda Villa, esposa de Jesús Igarza, relató a Antorcha que "nada, nada de eso se le podría olvidar nunca (…) uno de los piratas, bajo el tiroteo, llorando y lleno de miedo, gritaba: no me dejes Tony, Tony no me dejes".[6]

En la huida los terroristas abandonaron evidencias de sus propósitos criminales pues dejaron en la costa una caja de cócteles molotov, con los que hubieran podido incendiar todo el caserío; también abandonaron las proclamas firmadas por la agrupación contrarrevolucionaria Alpha 66 y estas quedaron regadas por todo el poblado

El 13 de octubre en el propio poblado de Boca de Samá tuvo lugar un acto de repudio al criminal ataque pirata, al que asistieron los miembros del buró político del Partido Comunista de, Comandante Juan Almeida Bosque y Armando Hart Dávalos.

En su intervención Hart enfatizó:" Qué importa quiénes fueron los autores directos del crimen cuando nosotros conocemos a los autores indirectos y máximos responsables del crimen. Qué diferencias entre la calidad de los hombres que aquí combatieron: obreros agrícolas, pescadores y la calidad de los hombres que en los pasillos de la casa Blanca, de Washington, o en el Pentágono, allá en el centro del imperialismo yanqui incuban, organizan y dirigen estas agresiones".[7] Más adelante resaltó el valor de nuestros combatientes al enfrentarse a los agresores y la actitud cobarde de los mercenarios al ametrallar con armas pesadas y medianas a la población civil del caserío de Boca de Samá. En otra parte de sus conclusiones dijo: "el gobierno de Estados Unidos es el máximo responsable del crimen cometido en Boca de Samá. No hay palabras para calificarlos, porque la palabra criminales, es poco; la palabra asesinos, es poco y por decencia y por decoro no podemos pronunciar la palabra que merecen estos degenerados".[8] Al finalizar expresó: "un abismo irreconciliable nos separa: el abismo que hay entre los explotadores y los pueblos explotados. Y solo daremos una respuesta a sus agresores, ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!"[9]

El periódico local Antorcha, del jueves 14 de octubre de 1971, publicó una nota del Gobierno Revolucionario, titulada "Ataque pirata a Boca de Samá, de nuestra región", donde se exponen los pormenores del vil ataque pirata al poblado pesquero. Se comenta que el sepelio de Ramón Siam Portelles fue acompañado por miembros del MININT, las FAR, dirigentes políticos, de masas y estatales, así como obreros de todos los sectores y pueblo en general, embargados del profundo obrero dolor causado por la criminal agresión del imperialismo. Así mismo el Subteniente del MININT, Lidio Rivaflechas, recibió sepultura en el panteón de las FAR, en el cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba.

¿Quiénes eran aquellos dos jóvenes que dieron su vida en defensa del suelo patrio?

Lidio Rivaflechas Galán: nació el 25 de septiembre de 1939 en el Cobre, Santiago de Cuba. Toda su niñez la dedicó a trabajar duramente en el campo. A la edad de 12 años, en busca de mejores condiciones de vida para su familia, junto a su madre y 7 hermanos menores, cambió su domicilio para el cuartón El Tártaro. En el nuevo sitio se inicia su vida proletaria y es allí donde comienzan a formarse sus concepciones revolucionarias. Contrajo matrimonio en 1958 y tuvo 4 hijos.

A partir del Triunfo de la Revolución se incorporó a las tareas de la construcción de la nueva sociedad, a los CDR y a las Milicias Nacionales Revolucionarias. Cumplió incontables misiones de combate, destacándose en algunas como la persecución y captura del bandido Octavio Lugo, en la zona de Palma Soriano; así como en varias movilizaciones.

Aprendió a leer y escribir en 1961, gracias a la Campaña de Alfabetización, continuó su superación en la escuela nocturna, después de la jornada laboral.

Al producirse la agresión mercenaria a Playa Girón participó en las operaciones que se realizaron en la antigua provincia de Oriente. También participó en la limpia del Escambray y a su regreso participó directamente en la captura del bandido contrarrevolucionario Gitano Baldomero, en la zona de Cieneguilla.

Luego se incorporó en la consolidación de la economía del país, participó en tres zafras del pueblo como machetero permanente en los tres primeros años del Triunfo de la Revolución. Por su destacada actitud en todas las tareas obtuvo la militancia del Partido, en el año 1963.

Dentro de la vida partidista y de acuerdo con sus méritos ocupó distintos cargos de dirección tanto en la base como a nivel de municipio.

Cursó en el año 1964 la Escuela Básica de Instrucción Revolucionaria, en Chivirico, Sierra Maestra. A partir de ese año fue ubicado por la dirección del Partido en el centro de Acopio de ese lugar como visitador, más tarde realizó la función de activista de un bloque de la Empresa del café y el cacao. Fue dirigente de la ANAP en el municipio Chivirico y participó como delegado en el III Congreso Nacional, celebrado en 1967.

En mayo del 67 fue nombrado gente de orden público y el 31 de julio de 1968 ingresó oficialmente como combatiente del Ministerio del Interior en la guarnición del DOP de mayarí. Posteriormente, en julio de 1970 ocupó el cargo de oficial de seguridad del estado.

Dentro de las filas del MININT como combatiente de primera línea realizó una labor destacada y fue designado como guardafronteras en Boca de Samá, Banes, antigua provincia de Oriente.

El 12 de octubre de 1971 cuando se produjo el ataque pirata al poblado pesquero de Boca de Samá, él fue de los primeros en tomar las armas y repeler la agresión. En defensa del suelo patrio de esa vil agresión, cayó mortalmente herido abatido por la metralla enemiga.

Por sus méritos de combatiente fue ascendido póstumamente al grado de Subteniente de las tropas guardafronteras.

Ramón Antonio Siam Portelles: nació el 22 de mayo de 1947, en Samá, Banes, de procedencia obrero agrícola.

Comenzó su aprendizaje a los 5 años de edad, con una maestra particular llamada Josefa Reyes, en Boca de Samá.

En 1952 se mudaron para Tacajó y alcanzó allí en tercer grado en la escuela pública. En el año 1954 se trasladan a Calabaza # 3, donde continuo estudiando y logró alcanzar el 6to grado. Más tarde logró el 8vo grado. Fue miembro de la brigada Conrado Benítez y pasó la campaña de alfabetización en la región de Mayarí.

En el año 1962 ingresó en las FAR, en la División 50, desempeñándose como maestro de sus compañeros. Al desmovilizarse del Ejército en el año 1965, comenzó a trabajar como operador de tractor de esteras en el batallón regional de equipos pesados, donde ocupó el cargo de jefe de pelotón y también trabajaba como maestro.

Participó en atrincheramiento de Playa Girón, crisis de octubre y en otras movilizaciones como las agrícolas en Vega del Macho, Tacajó, Bayamo y Jobabo.

Trabajó como guardia forestal en la zona de Calabaza #3. Luego se trasladó a El Ramón, en el municipio Antilla, donde trabajó como obrero agrícola en el Plan Pecuario y como maestro de educación de adultos.

Fue seleccionado para pasar la escuela de auxiliar de fuerza guardafrontera por el MININT y fue ubicado en El Ramón, Antilla, Oriente.

Se casó en el año 69 con Rafaela González, una joven de El Ramón, con la que tuvo una hija, Judirca.

El 12 de octubre de 1971 cuando se produjo el ataque pirata al poblado pesquero de Boca de Samá, él fue de los primeros en tomar las armas y repeler la agresión. En defensa del suelo patrio de esa vil agresión, cayó mortalmente herido abatido por la metralla enemiga.

En esta malvada acción la niña Nancy Pavón fue mutilada para siempre. Su testimonio[10]resulta escalofriante.

Era una noche muy oscura y aunque no hacía tanto calor las ventanas de la casa estaban abiertas. Desperté sobresaltada al escuchar los disparos, luego comenzaron los morterazos. Salté sobre mi hermana Ángela que aún dormía para protegerla. Cuando me levanté de la cama para ponerme los zapatos algo me golpeó, sentía mucho dolor pero estaba asustada. Mi hermana dijo: me mataron, y yo: a mi también. Mi padre, que se dio cuenta que estábamos heridas, nos respondió: pónganse valiente, que ningún muerto habla. Y nos sacó para casa de una vecina, junto a los otros niños. Cuando me miré los pies, al intentar caminar, me doy cuenta de que del pie derecho sólo me quedaba un pedacito, y el izquierdo lo tenía como si me lo hubieran cortado con un cuchillo. La misma bala le había impactado ambos pies. Era una calibre 50 según le dijeron más tarde.

El padre de Nancy decidió salir a la carretera, aunque en aquellas condiciones debían caminar más de cinco kilómetros para llegar a la localidad más cercana. Pasó un vehículo y al ver la gravedad de la situación los llevaron para el hospital Nicaragua, de Banes, donde a la adolescente le amputaron el pie, y le dijeron a la familia que tenía cangrena en el otro.

La jovencita fue trasladada para el Hospital Militar de Santiago de Cuba y a los 28 días para el Frank País, junto a otros heridos en la agresión terrorista. Permaneció en ese centro de salud 19 meses, fue sometida a seis intervenciones quirúrgicas, y le realizaron dos injertos de piel. Cuando pudo caminar le dieron el alta, pero debía retornar allí cada dos meses porque se le enfermaba el pie, una secuela que aún mantiene.

Cercenaron los pies de Nancy Pavón, la adolescente, hija de pescadores, quien soñaba con estrenarse sus zapaticos blancos el día de sus cercanos quince años, pero que ya nunca más pudo usar zapatos, porque en el botín sangriento de los atacantes también estaban los pies de Nancy, destrozados, hechos muñones desgarrados. Actualmente lleva una prótesis, y todavía tiene problemas con la pierna, las operaciones la han afectado mucho. Latente en ella está el recuerdo de aquella noche y cómo una bala terrorista le cambió la vida. 

Carlos Andrés Escalante Gómez, cariñosamente "El Chino", era el J´ del Punto de Guardafronteras de Boca de Samá cuando se produjo el ataque. Él recuerda que ese día 12 de octubre, en horas de la mañana se vio un barco en aguas jurisdiccionales, pero que el mismo se retiró, no obstante estuvieron muy atentos durante todo el día.

Cuenta al describir la llegada de los mercenarios: "Estábamos en una cueva tratando de descifrar aún lo que la nave estaba haciendo cuando de repente un pescador vino corriendo a lo largo de la costa gritando a todo lo que le daban sus pulmones que había visto un grupo de gente".

"Inmediatamente, fuimos en su búsqueda. Corrimos hasta la escuela para organizarnos en grupos de tres y entonces escuchamos un ruido. Los bandidos ya estaban en el pueblo. Estaban derribando la puerta de la tienda".

"La escuela estaba justo frente a la tienda, quizás a unos diez metros. Los tres de mi grupo salimos de la escuela. Yo iba al frente y los otros dos a mi lado. Sabíamos que había algunos bandidos en la tienda. Podíamos escucharlos destrozando cosas."

"Cuando llegamos a la tienda, yo fui hacia la puerta lateral y les grité a los que estaban dentro para que se rindieran", continúa. Frente a él, en la oscuridad, se encontraba uno de los atacantes con una ametralladora.

"Metió la punta del arma entre las tablillas y comenzó a disparar ciegamente. Sonaba como si estuviera disparando cientos de tiros a la vez. Yo recibí ocho impactos, todos ellos en mis piernas, e inmediatamente caí al suelo. Sabía que me habían dado. El dolor era intenso y podía sentir cómo mis pantalones se empapaban con mi sangre. Pero continué disparándole con mi pistola".

Otros dos terroristas disparaban dentro de la tienda aunque pronto, asustados por la resistencia encontrada, comenzaron a correr de regreso a sus embarcaciones.

"Mientras abandonaban el caserío y regresaban a la nave principal, comenzaron a ametrallar a todo el pueblo. Todas las casas fueron impactadas, la tienda, la escuela, todo. Precisa El Chino: "Una de las balas me impactó muy cerca de la arteria femoral. De haberme dado allí, habría muerto". [11]

El fotoreporeportero que sacó las primeras fotos de esta agresión no olvida que a él lo vinieron a buscar a esa hora de la madrugada en un yipi los compañeros de la Comisión de Orientación Revolucionaria del Partido (COR) para que sacara las fotos de las víctimas del ataque". Héctor se desempeñaba como reportero gráfico del periódico Antorcha desde al año 1965. Era colaborador además con los diarios Hoy, Granma y Sierra Maestra de Santiago de Cuba, y había realizado infinidad de fotos para la prensa, pero nunca pensó enfrentarse a tanto dolor.

"Cuando llegué a Boca de Samá ya habían trasladado a los muertos y a los heridos hacia la ciudad de Banes. Las primeras fotos que hice allí destacaban donde habían caído los combatientes Ramón Siam Portelles y Lidia Rivaflecha y los heridos, así como los daños que habían ocasionado a la tienda y a las viviendas de los pescadores.

"También tomé gráficas sobre el impacto de las balas en una cuna de un niño, que en realidad se salvó de milagro, porque la cuna estaba prácticamente destrozada y los huecos de las balas en las paredes se apreciaba con facilidad, e hice varias fotos además de la entrada de la bahía de Boca de Samá.

"Llegamos luego a la casa de Héctor Villa, quien era práctico del sub puerto de Boca de Samá, y a quien los mercenarios habían tomado como rehén. Nos contó cómo le registraron la casa y que se habían llevado varias cosas y entre ellas un periódico donde aparecía un reportaje sobre el poblado. Dice Villa que uno de mercenarios dijo que tomaba el periódico como constancia de que habían estado en el lugar" –añade Héctor que ese reportaje lo habían hecho el 8 de abril de 1967 él y el periodista Jorge Velásquez.

"Nos trasladamos a la morgue del hospital civil de Banes donde estaba el cadáver de Rivaflecha, y después fuimos al hospital Nicaragua. Allí se encontraban los heridos Jesús Igarza Osorio, trabajador; Carlos Escalante, miembro del Ministerio del Interior y la niña Nancy Pavón, a quien una bala le había cercenado un pie".

Héctor Sarmiento, fue el primer foto-reportero que llegó al lugar de los hechos dejando para la historia las imágenes de dolor y muerte que ocasionó la agresión mercenaria al humilde poblado de pescadores.[12]

El ataque mercenario duró alrededor de una hora, pero fue tiempo suficiente para que perdieran la vida 2 personas y otras 4 fueran heridas, para que todas las casas fueran impactadas, la tienda, la escuela, y todo quedara arrasado por los proyectiles.

Inmediatamente después los organismos de la región se volcaron al poblado de Boca de Samá para trabajar en su recuperación. Sólo 16 días más tarde, el 28 de octubre, el periódico local Antorcha, en un reporte de Mircelia Rojas, Félix Zaldívar y Reynerio Suárez, titulado "Diversas actividades en Boca de Samá", informaba que la dirección regional del MINED, Educación Física y Salud Pública habían realizado un trabajo de reparación y pintura de la escuela, actividades deportivas y labores de limpieza y fumigación. Los vecinos y organismos se unieron mediante el trabajo creador para hacer del destruido poblado pesquero una bella comunidad y enfrentar el desastre de la vil agresión piratesca y criminal.

El 18 de diciembre de 1971, el periódico local publicó un reportaje titulado "Boca de Samá, dos meses después", en el que se revela que han transcurrido dos meses y "allí donde aquellos asalariados del imperialismo intentaron sembrar la muerte, renace la vida con la germinación sorprendente, con la fuerza del abono de la sangre de los mártires de aquella acción".[13] El camino fue reparado; el parque fue remozado, pintado y se mantiene limpio. Fue instalada una planta eléctrica de mayor capacidad, la tienda fue reparada y se construían nuevas viviendas.

Aunque la comunidad cambiaba aún en la mente de sus pobladores estaba latente el recuerdo de aquella noche trágica y el odio y desprecio hacía los atacantes y organizadores de tan criminal acción.

Eugenia Salermo, declaró a Antorcha, "ojalá algún día traigan aquí a esos asesinos para juzgarlos por haber venido aquí a asesinar a nuestros hijos, a hacer daño (…) Ellos no tienen que venir a Cuba a buscar nada". De igual forma Ramona Pavón, colérica e indignada expresó el sentir de todo el vecindario de Boca de Samá: "nosotros quisiéramos que algún día trajeran aquí a esos asesinos para condenarlos aquí mismo".[14]

La petición de estas dos madres no se ha podido cumplir, los verdaderos criminales caminan libremente por las calles de Estados Unidos, pues esta acción se la atribuyen las organizaciones contrarrevolucionarias de "ALPHA – 66", dirigida por Andrés Nazario Sargen y el "Frente Cubano de Liberación", bajo la dirección de José Elías de la Torriente; también han reconocido su participación el connotado terrorista Santiago Álvarez y los agentes de la CIA Antonio Iglesias y Gustavo Villoldo[15]A los terroristas no se les ha hecho justicia, pero las lanchas empleadas para la acción sí fueron capturadas. El mando de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR) recibió la misión de detectar, interceptar y detener a los buques piratas que atentaban contra Cuba.

Como resultado de los planes agresivos instrumentados por el gobierno de Richard Milous Nixon desde sus inicios y a raíz del criminal ataque de Boca de Samá, el Gobierno cubano hizo público que tomaría las medidas pertinentes para evitar acciones similares. En esas circunstancias, en diciembre de 1971, a dos meses de dicha agresión, mientras navegaban en aguas próximas a las costas cubanas, las fuerzas navales revolucionarias apresaron las lanchas Layla y Johnny Express, que acumulaban un amplio expediente de acciones terroristas. Ambos tenían banderas panameñas, lo que les facilitaba la piratería contra Cuba; eran propiedad de los hermanos Babum, connotados contrarrevolucionarios, participantes en la invasión de Girón, vinculados a la CIA y habían sido empleadas en el ataque al poblado pesquero cubano.

Después de esta vil agresión los buques cubanos estuvieron casi dos meses sin ver ni rastro del objetivo indicado, hasta que el 5 de diciembre de 1971, el cazasubmarinos 309 dio la señal a la base, de haber capturado el objetivo sin novedad, entre la isla Gran Inagua y el Oriente cubano.

La tripulación del CS-309, se encontraba compuesta por jóvenes oficiales de la MGR y del servicio militar obligatorio. Todos actuaron sincronizadamente, de forma tal que el Layla Express, no se había percatado de lo que ocurría a bordo del buque vecino. Fue tan rápida la llegada del caza que estos no notaron la presencia de la Unidad de la Marina de Guerra. Aunque el buque enemigo maniobró para impedir la captura, se produjo una colisión y en ese mismo instante fue dada la orden de abordaje, la cual fue cumplida de inmediato. El factor sorpresa fue determinante para la fulminante captura del Layla Express.

El buque fue conducido al puerto de Baracoa y después a Banes. El regreso a puerto cubano se hizo con la cobertura aérea de un MIG-21 de la DAAFAR y el resto de los buques del grupo operativo que habían salido de Banes al encuentro de los que navegaban hacia Baracoa.

Mientras que el CS-309 y el Layla Express permanecían fondeados dentro del puerto de aracoa, el resto de los buques del grupo de captura de la MGR permanecían afuera esperando instrucciones. Por todas las estaciones de radio en cada buque recibieron el mensaje que de avistar al buque Johnny Express, procedieran a su detención y captura.

El 15 de diciembre de 1971, en el puente visual de navegación del cazasubmarino 307, se observaba en la pantalla del radar donde aparecía un blanco en marcación sur y a una distancia de 7.5 millas. A juzgar por la distancia parecía que era de dimensiones no muy grandes para un carguero, de casco negro, con castillo y alcázar blanco, dos bodegas y dos mástiles de color naranja.[16]Luego con ayuda de los binoculares pudieron leer la nomenclatura, lo que les permitió identificar la nave como perteneciente a los Babúm, que se prestaban para hacer acciones subversivas contra Cuba. Finalmente lograron ver que se trataba del Johnny Express y navegaron a toda marcha en su persecución.

El capitán del Johnny Express no obedeció la señal de PARE de CS – 307. La proa del CS- 307 se precipitó contra la popa enemiga produciéndose una fuerte colisión sobre la marcha. El artillero de proa y algunos fusileros desde el puente y la cubierta principal continuaron utilizando su armamento contra el puente de mando donde se encontraba el terco capitán.

Difícil resultó la maniobra para abordar el Johnny Express, teniendo en cuenta que su capitán se negaba a detenerse, fue obligado a fuerza de balas. En lo adelante todo salió bien. El capitán finalmente detuvo su barco; embarcaron nuevos miembros del grupo de abordaje y rápidamente sacaron a cubierta al resto de la tripulación enemiga; localizaron el armamento que poseían a bordo. Pusieron bajo custodia a la mayoría de los tripulantes, reteniéndolos en su camarote y con los imprescindibles en el cuarto de máquina y el puente.

La navegación a puerto cubano se realizó sin contratiempos siendo sobrevolados por un IL-14 de la DAAFAR para interesarse sobre el estado de la situación a bordo. Se dirigieron a Baracoa, donde las autoridades del MININT se hicieron cargo de los prisioneros.

En la actualidad Boca de Samá tiene una población de 149 habitantes que gracias a la obra de la Revolución, sus pobladores cuentan con 48 viviendas confortables, escuela, un consultorio médico de la familia, un circulo social, una sala museo, un establecimiento pesquero y una pequeña plaza de actos. También cuentan con el servicio de agua corriente y electrificación.

Sabotaje al Centro Comercial El Almacén

El mes de julio de 1979 fue de gran ajetreo en la provincia Holguín, pues por primera vez se alcanzaba la sede del Acto Nacional por la histórica efemérides del 26 de Julio. En esa ocasión dedicado a la Revolución Sandinista y estarían presente algunos Comandantes de la hermana Nicaragua.

El momento fue aprovechado por el imperialismo y la contrarrevolución para intentar sabotear la celebración, el escenario fue el municipio Banes. En la madrugada del 24 de julio, los banenses se despertaron bajo el ruido de las sirenas que indicaban la ocurrencia de un incendio, muchos escuchaban y se preguntaban ¿Qué se estará quemando?, otros mientras se levantaban aseguraban "algo grande está sucediendo". Efectivamente un joven de apenas 25 años, llamado Diego Lorenzo Roche Periche[17]al servicio de la CIA, incendió el mayor centro comercial del municipio "El Almacén", construido a fines de la década del 30´ por la United Fruit Comapny.

Por su capacidad especial, desde su inauguración, en dicho inmueble existía una tienda por departamentos, oficinas comerciales, se almacenaban las mercancías que luego se distribuían a las sucursales, poseía en la parte trasera un departamento de materiales de los ferrocarriles, un frigorífico, Al triunfar la revolución "El Almacén" mantuvo la misma estructura y uso, sólo que las oficinas pertenecían al MINCIN y el departamento de materiales a la Empresa ferroviaria Jesús Suárez Gayol. Muy cerca, en la parte de atrás existía una bomba de combustible para el abasto a las locomotoras del MINAZ y a la derecha, una panadería y otra bomba de gasolina para el expendio a la población.

El terrorista había planificado todo muy bien, penetró en el interior del inmueble, cogió ropas, telas y sogas las mojó con combustible del que se expendía en la parte de la tienda de víveres y prendió un fuego simultáneo que inmediatamente se propagó por todo el lugar. A pesar de que el Comando de bomberos quedaba a sólo unos pocos metros de "El Almacen" y en cuanto recibieron el aviso se esforzaron por extinguir el fuego, no lo lograron. El bombero Manuel López Corria, recuerda que cuando penetraron "era ya un incendio de gran magnitud y desde el primer momento se dieron cuenta que no era algo fortuito, sino intencional porque había varios focos de incendio".[18] En apoyo al Comando de Banes vinieron refuerzos de los bomberos de Antilla y de otras unidades de la provincia.

En el techo de "El Almacén" había un banco de transformadores y un sistema extinción para casos de incendio, los cuales al parecer fueron dañados premeditadamente, pues inmediatamente se fue la corriente, situación que impidió también la utilización de los hidrantes para estos siniestros. Lamentablemente todo se quemó, incluyendo la panadería contigua, las pérdidas se calcularon en más de 6 millones de pesos, a pesar de que con la colaboración de la población que de inmediato se presentó en el lugar, se lograron salvar una buena cantidad de recursos.

Partes: 1, 2
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