A contracorriente del gran desarrollo científico tecnológico de finales del siglo XIX y de las últimas tres décadas del siglo XX y principios del siglo XXI, sociólogos, economistas, historiadores y prestigiados intelectuales de todo tipo, mantienen a las ciencias sociales en un estado tosco[1]El caso más crítico son los auto-proclamados anticapitalistas. Según ellos, con la aparición de la primera revolución industrial, que encabezó la clase social capitalista, que dio lugar al llamado sistema capitalista, en la práctica, ocurrió el fin de la historia. Es posible que nieguen admitir que son seguidores de Fukuyama que en 1992 escribió el libro: "El fin de la historia y el último hombre". Pero en sus escritos, una y otra vez, se aferran a la existencia eterna del capitalismo. Para ellos el desarrollo de los medios de producción y los cambios en las relaciones de producción más que evidentes, pasan desapercibidos o, los consignan como una evolución del capitalismo despiadado en su fase neoliberal. A eso llamo "La ciencia social tosca: el fin de la historia". El economista Alejandro Nadal muy brillante en muchos aspectos de la ciencia económica, nos sirve para criticar a la ciencia social tosca que no deja de intentar aplicar paradigmas del siglo XIX a un mundo que ya cambió, creando confusión y fracasando en el estudio de los fenómenos sociales actuales. ¿Sirve para algo entender el sistema social que vivimos? Claro, premisas falsas, resultados falsos, entonces, ¿cómo vamos a construir el mundo mejor que deseamos? Así mismo, demostramos que: La ciencia social tosca, con su falso análisis y síntesis, hace que la izquierda más avanzada y revolucionaria del planeta, siga despotricando contra el imperialismo estadounidense, que al denostarlo, erróneamente esconde la contradicción principal entre el 1% Omecafi y el 99% de la humanidad y contribuye al avance de la Omecafi. Buena manera de ser tontos útiles al servicio y arraigo de la clase hegemónica del mundo actual.
Palabras clave: Omecafi; imperialismo; capitalismo; Volcker; Reagan; Taft; Hardley; Fukuyama; Nadal.
Nota: todo lo que aparece en letra itálica y entre comillas, pertenece al artículo de Alejandro Nadal.
"Empleo precario: adiós al reloj de oro[2]
Durante la crisis en los años 80 se intensificó el debate sobre desempleo en los países capitalistas desarrollados. Eran los años de la llamada recesión Volcker, en honor del presidente de la Reserva Federal cuya decisión de incrementar la tasa de interés provocó una recesión mundial. En Estados Unidos se habló mucho de redundancias en el mercado laboral y de las dificultades para conseguir un ajuste. Pero nadie estaba preocupado por la inestabilidad y la precariedad del empleo. Durante los años ochenta se esperaba que con la recuperación todo volvería a la normalidad y las grandes empresas del capitalismo moderno restablecerían su capacidad de generación de empleos estables."
¿Cuáles son los países capitalistas? Suponemos que los países cuyos medios de producción y relaciones de producción se corresponden con el sistema capitalista nacido en el siglo XVIII. Resulta que en los años 80"s, ningún país desarrollado vivía en el sistema capitalista. El mundo estaba viviendo la declinación del sistema imperialista, la segunda revolución industrial que fundó los monopolios financiero-manufacturero-Estado-nación, había sido derrotada por la tercera revolución industrial. El dinero había dejado de estar soportado por el patrón oro, la computadora y la gestión de bases de datos en el sistema financiero habían permitido encontrar un registro de un cliente (expediente), entre decenas de miles de registros, conteniendo cientos de campos[3](datos).
Ahora los clientes de los bancos eran atendidos por un robot, que mediante una tarjeta con datos grabados en forma magnética, podía consultar su saldo en cientos y hasta miles de sucursales bancarias o en la base de datos de la oficina central del banco, en cuestión de segundos. Esto era posible, porque el robot se comunicaba, vía una red de cable o una señal electromagnética a un satélite de comunicaciones, que situado a miles de kilómetros de la tierra, hacía posible las comunicaciones in-alámbricas por todo el país o entre países. Ninguna revolución científico-tecnológica y por ende industrial, había tenido antes tanto impacto en los medios de producción y en las relaciones de producción. Por primera vez, algunas máquinas podían realizar en segundos, el trabajo inteligente de cientos de seres humanos.
El señor Volcker, presidente de la Reserva Federal, podía emitir dólares en cantidades nunca antes vistas, no tenía ya la limitación de tener reservas de oro, porque el dólar ahora era una moneda fiduciaria, la especulación y los intereses cobrados por las deudas eran la manera que tenía la clase social Omecafi[4]para concentrar la riqueza. El presidente y el congreso de los Estados Unidos obtenían sus puestos mediante el apoyo financiero a sus campañas, esto los comprometía en su labor, prácticamente, terminaron gobernando a favor de los grupos financieros, dominados por la clase Omecafi y dando la espalda a sus electores.
La tasa de ganancia de las grandes empresas multinacionales del sistema imperialista había declinado, en parte porque los medios de producción y las relaciones de producción ya no se correspondían con el desarrollo científico-técnico. Así mismo, la clase trabajadora sindicalizada, se había convertido en la clase más conservadora de la sociedad.
El incremento de las tasas de interés hacía que los capitales invertidos en instrumentos financieros, mediante la especulación, fueran más rentables que la inversión en empresas productivas. El señor Volcker podía colocar sus dólares fiduciarios para apoyar con capital fresco a las empresas multinacionales a través de la bolsa de valores y las entidades financieras. Las empresas con acceso a esos capitales a bajo interés, pudieron comprar a sus competidores, a las empresas que les permitían tener acceso a nuevas tecnologías y las que les proporcionaban algún producto. De esta manera, el monopolio sepulta el libre mercado y la libre competencia, mientras la Omecafi y muchos intelectuales convertidos en tontos útiles, enajenaban con la doctrina neoliberal a los países menos desarrollados. La Omecafi se hizo con el control de las entidades financieras y luego con la hegemonía del planeta.
Los consorcios monopólicos nacidos con el financiamiento público de las bolsas de valores, tuvieron los recursos para trasladarse a cualquier país con leyes laborales más blandas, subsidios fiscales de los países receptores y sueldos precarios. Millones de estadounidenses quedaron sin empleo, pero esto sucedió en todos los países desarrollados. En los países subdesarrollados, construidas desde cero, las nuevas fábricas, con maquinaria moderna automática, nunca más volverían a tener el mismo número de empleados.
Las empresas monopólicas que sobrevivieron y crecieron en esta época, se convirtieron en deudoras de las bolsas de valores, el capital que representa el valor de sus activos, se remata al público todos los días. Se volvieron propiedad pública, un tipo de propiedad pública que no nos gusta a muchos, sobretodo, porque nunca sabemos quién mueve los hilos de la especulación y las condena al éxito o el fracaso, sin importar, el talento de quienes las dirigen.
"Pero al regresar el crecimiento económico en la década de los 90, el mercado laboral no se comportó como en los mejores años de la historia del capitalismo. Todo había cambiado: había mucho menos probabilidades de obtener empleos que estuvieran vinculados a la idea de hacer carrera en una de esas grandes empresas emblemáticas de la era dorada del capitalismo (1945-1975). Algo extraño estaba ocurriendo con el famoso mercado laboral."
Desde luego, el mundo ahora respondía a nuevos paradigmas, el imperialismo había perdido la hegemonía y la clase obrera en el desempleo y desorganizada, nunca volvería a tener las prestaciones que ganó en la lucha sindical frente a la clase imperialista. El mundo tuvo un cambio sistémico, porque los fenómenos sociales no son algo terminado y para siempre, sino que se encuentran en un eterno proceso de cambio. Cada vez que intentemos decretar el fin de la historia, ésta nos golpeará en la cara y nuestras hipótesis y previsiones, viejas y obsoletas, serán la camisa de fuerza con que intentemos, en vano, someter a la realidad.
"En los años radiantes de la acumulación capitalista obtener un empleo en una gran empresa era sinónimo de iniciar una carrera. La trayectoria podía ir desde los niveles más modestos en el escalafón hasta los puntos más altos en la jerarquía de la misma compañía. La mayor parte de la vida laboral de una persona se desarrollaba en la misma industria y frecuentemente en una sola empresa. El camino trazaba de manera puntual el ciclo de vida de cada empleado. La mitología capitalista contaba que al final de su carrera, el gerente le entregaría un clásico reloj de oro en reconocimiento a sus servicios de varias décadas. La jubilación y una pensión decente, con cuidados médicos, le esperaban a la salida."
Bueno, para haber vivido en el capitalismo, hoy tendríamos que tener 145 años de edad. Entonces, nadie que hoy existimos hemos vivido en el capitalismo. Todavía, algunos nacidos antes de 1971, tuvimos la oportunidad de coexistir en el sistema imperialista o en el que cohabitó en unidad y lucha de los contrarios y desapareció 20 años después, el socialismo Soviético. Todos los menores de 44 años, jamás vivieron en la era imperialista. Una gran mayoría de los mexicanos nacieron y han vivido en el sistema Omecafi. Si esto fuera falso, ¿no parece extraño que la oligarquía mafiosa especuladora canalla financiera internacional, el 1% de la población mundial, haya concentrado el 60% de la riqueza mundial en este tiempo?[5]
"Todo eso se ha ido para siempre. El proyecto de hacer carrera en una empresa desapareció hace más de 20 años. Desde entonces aumentó la preocupación por la mala calidad del empleo, la inestabilidad y lo precario de las condiciones de trabajo. En la actualidad, la mayor parte de los integrantes de la fuerza de trabajo en una economía capitalista habrá estado en muchos empleos antes de que le llegue la hora de la jubilación. Y no habrá reloj de oro al final de esa trayectoria."
Premisas falsas, resultados falsos, como la historia se detuvo y vivimos en el capitalismo, la clase obrera es la clase más revolucionaria de acuerdo con Marx. Entonces, es la clase antagónica de los capitalistas y en la lucha por sus derechos, conquista seguridad social y prestaciones laborales. Luego entonces ¿por qué la evidencia demuestra que lo contrario es lo que ha ocurrido?
¿Por qué, la realidad dice que la clase obrera y sobretodo la organizada en sindicatos, al final del imperialismo era la clase social más conservadora? Y puede ser que, debido a esto, haya sido la más vulnerable a las medidas impuestas por la clase social que encabezó la tercera revolución industrial, es decir, la Omecafi. ¿Acaso, se nos olvida que los sindicatos más fuertes en México, los han encabezados momias como Fidel Velázquez, Rodríguez Alcaine, Romero Dechamps y Joaquín Gamboa Pascoe, una especie de oligarquía sindical?
Durante la era imperialista y su contrario el socialismo Soviético, la amenaza de la proliferación del socialismo, fue un arma esencial para doblegar al imperialismo. Hubo momentos en que la contradicción entre los dos sistemas fue favorable al socialismo Soviético permitiendo triunfos laborales, seguridad social y prestaciones del movimiento obrero organizado en todos los países. En algunos países imperialistas, las conquistas obreras igualaron a las de los trabajadores del bloque socialista e incluso las superaron. El declive de los dos sistemas dejó en la orfandad al movimiento obrero, las leyes laborales, sus prestaciones y seguridad social han venido siendo desmanteladas.
No conozco ningún trabajo de investigación que registre la influencia del socialismo Soviético en los países de occidente o en otros países del planeta. La época dorada de los trabajadores en Estados Unidos y el mundo a que se refiere Alejandro Nadal se corresponde con el auge del socialismo Soviético. Es una deuda que tienen pendiente con la ciencia social los investigadores de prestigio.
"Esta transformación en el mundo del empleo es resultado de múltiples causas. Una de ellas (pero no la única) es el cambio tecnológico, que en el capitalismo conlleva la expropiación del saber obrero y su incorporación en máquinas y procesos productivos. Así la incorporación de la microelectrónica abrió las puertas a la manufactura flexible y a la fragmentación de los procesos de producción en todo tipo de industrias. De manera complementaria las innovaciones en el campo de las llamadas técnicas de la información hicieron posible la dispersión de las distintas etapas de la producción al interior de una industria."
Alejandro Nadal reconoce los cambios tecnológicos y su influencia múltiple y compleja en los medios de producción y en las relaciones de producción, pero como muchos estudiosos de la ciencia social que, por cierto, han leído a Marx, no se atreven a romper con el dogma del siglo XIX y siguen empeñados en defender la concepción del capitalismo eterno y el fin de la historia. ¡Carajo! Si los medios de producción dieron un salto cualitativo y cuantitativo, así mismo, las relaciones de producción también. ¡Esto es un cambio sistémico!
Cuando hay un cambio sistémico, los paradigmas del sistema anterior se vuelven obsoletos y, para entender al nuevo sistema resultante, que responde a una contradicción principal nueva, que conserva viejas contradicciones, pero que su antagonismo no puede ser estudiado sino bajo otros paradigmas. Por eso muchos estudiosos, incluso brillantes, tienen que recurrir a paradigmas que, como trajes uni-talla, como comodines de la baraja inglesa, usan para justificar los errores de sus análisis y síntesis en el estudio de los fenómenos sociales. A todo lo que no entienden y no atinan como llamarle, le llaman neoliberal, capitalismo despiadado y otros términos menos afortunados todavía.
¿Cómo seguir llamando al sistema con un término del siglo XIX? Es un error, es degradar a la ciencia social, hacerla tosca, burda, rústica. Para eso existen los neologismos, que describen un ente de manera inconfundible, Omecafi, por ejemplo. Un sistema nuevo, presidido por una clase social nueva, no puede ser nombrado con una palabra vieja, se tiene que inventar un término nuevo, por eso la llamé con el neologismo Omecafi.
"Para la producción capitalista todo esto ofrecía oportunidades atractivas en su gestión de los procesos productivos y la reducción de costos de todo tipo. En el ámbito de los costos laborales las oportunidades resultaron ser muy atractivas."
A la clase social que hoy domina el mundo, la Omecafi, la producción sólo le es relevante en la medida que los consorcios manufactureros aumentan su deuda, cumplen con el pago del cupón y mantienen o aumentan el valor de mercado de sus acciones. Pero contra todo el sentido común, ni siquiera eso es tan relevante para ellos. En el terreno de la especulación, se puede ganar mucho dinero con la baja de las acciones o la quiebra de un banco, una empresa o un país. La crisis del año 2008, permitió a la Omecafi duplicar su fortuna. ¿Esto es capitalismo? No, de ninguna manera, los paradigmas cambiaron, aunque para la ciencia social tosca, resulta cómodo sacar un comodín de la baraja inglesa y llamarlo burdamente capitalismo despiadado.
Los modernos capataces de las corporaciones llamados CEO"s en ingles, tienen que rendir cuentas a los consejos de administración, sería un error considerarlos parte de la Omecafi, son empleados bien pagados que defienden los intereses de la empresa y reportan al consejo de administración, que, a su vez como empleados, tiene que entregar informes administrativo-financiero, en forma periódica a la bolsa de valores que los pública. Porque, reitero, en el sistema Omecafi, nos guste o no, las empresas son públicas.
Sin tomarnos parecer, nuestro fondo de ahorros, de inversiones y la jubilación se invierte en las acciones de empresas más rentables, que frecuentemente son las que más violan leyes ambientales. Por eso no es descabellado afirmar que el sistema Omecafi extinguirá la especie humana. Alguien sacó de la manga un as y me refutó: "pero cada una de las acciones pertenecen a particulares y su propiedad es privada". Cierto, también los Estados-nación pertenecen a cada uno de los ciudadanos que viven o tienen propiedades en él y, de acuerdo con este razonamiento, también son privados. Bueno, entonces los Estados-nación son propiedad privada del público.
"Se piensa que la lucha contra las organizaciones laborales comienza bajo la presidencia de Reagan. En realidad los antecedentes vienen desde antes: en 1947 la ley Taft-Hartley limitó la acción de las organizaciones obreras en Estados Unidos, prohibió las huelgas de solidaridad y debilitó su influencia política. También hay que observar que mucho antes del éxodo hacia China se presentó la relocalización de plantas e industrias completas de ciudades como Chicago, Cleveland y Detroit, en el norte, hacia ciudades del sur y suroeste de Estados Unidos (como Atlanta, Birmingham y Houston). El capital se desplazó hacia ciudades en las que la legislación laboral era más flexible (es decir, francamente hostil a las organizaciones obreras)."
A finales de los años 70"s comenzó la fusión de empresas y también la compra de empresas competidoras para cerrarlas y conservar sólo la marca, pero esta práctica se profundizó en los años 80"s. El 80% de los trabajadores despedidos nunca volvió encontrar un empleo con el mismo o mayor salario. Se afirmaba equivocadamente que el sector de servicios absorbería esa mano de obra excedente de la manufactura. Error, tuvo que ser el seguro del desempleo el que amortiguó esos despidos masivos. El último dato de 2008 con que cuento, el personal sindicalizado en Estados Unidos, rondaba el 2% de los trabajadores.
"En la década de los 90 el desplazamiento de empleos fue hacia los nuevos espacios en países como México, China, Vietnam, Indonesia y Malasia. Los salarios de hambre y las condiciones de trabajo (inseguras e insalubres) revelan la tristemente célebre carrera al sótano. La enorme pérdida de empleos en la industria manufacturera en Estados Unidos es el resultado de una transformación estructural que muy pocos analistas pudieron predecir."
A consecuencia del proceso de globalización que se inicia a finales de los años 70"s y que se intensifica en los años 80"s y se consolida en los 90"s, los países desarrollados sufren una desindustrialización. Autores como Diken[6]y Sklair[7]sostienen que las multinacionales son las instituciones que influyen más en el proceso de globalización. Sostienen que son las que van dando forma a la economía global contemporánea mediante el impacto económico y social que tiene la inversión extrajera directa (IED) en los países donde se localizan. La IED ha tenido un crecimiento masivo desde hace tres décadas y se ha diversificado de manera importante. Prácticamente todas la áreas geográficas del mundo participan en la competencia por atraer la IED ya sea para la manufactura, los servicios o los recursos naturales.
Es natural que Alejandro Nadal observe que esta competencia ha traído un deterioro en las condiciones de trabajo, con salarios de hambre y que haya una enorme pérdida de empleos en Estados Unidos principalmente. Si existe un país dañado por la globalización es precisamente el antes todo poderoso imperialismo estadounidense.
Así mismo, si somos observadores despiertos, prestaremos atención a la intencionalidad de la Omecafi para desmantelar y precarizar el sistema imperialista, asegurando que sus condiciones adversas, no le permitan disputar con ellos la hegemonía del mundo. En poco menos de cuatro décadas, el deterioro es evidente. Hoy Estados Unidos tiene ciudades con niveles de pobreza similares a las del mundo subdesarrollado. La Omecafi gobierna a través de las marionetas que ha enquistado en las cúpulas de las instituciones públicas de gobierno, militares y de espionaje de Estados Unidos. La Omecafi gobierna desde las instituciones financieras y desde allí compra lealtades de lacayos, mercenarios y sicarios.
Con lo dicho hasta ahora, todavía, podría quedar la duda, para observadores y estudiosos poco despiertos del deterioro del imperialismo estadounidense y pensar que es una exageración eso del desmantelamiento y pérdida de la hegemonía. Pero veamos que ocurre con la deuda del gobierno estadounidense. De una deuda de 398 mil millones de dólares en 1971 (0.3 billones), creció a 61.6 billones de dólares en 2015, es decir, se multiplicó 45.74 veces. Al mismo tiempo su PIB es de 18.2 billones dólares, en otras palabras debe 3.38 veces toda la producción de un año de su economía. Los estudiantes de educación superior con una deuda de 1.3 billones de dólares, tiene hipotecado su futuro y, de alguna manera el futuro del país.
El falso análisis y síntesis de la ciencia social tosca, al no reconocer la declinación del imperialismo y que Estados Unidos pasó a ser lacayo, mercenario y sicario de la Omecafi. Beneficia como tonto útil a los verdaderos amos del mundo el 1% Omecafi, al permitirles esconderse bajo la fachada del imperialismo estadounidense. Y, esto es importante, porque siempre será más fácil derrocar del poder al 1% Omecafi, descubriendo sus fortalezas y debilidades, que derrotar al complejo terrorista militar de Estados Unidos. ¿Queremos competir con la Omecafi? Fácil, con inteligencia.
"Europa pudo mitigar parcialmente los efectos de la transformación, pero la crisis está cambiando todo esto. La recuperación llevará a nuevos territorios los patrones de ocupación y empleo, espacios en los que los llamados Mac-empleos de mala calidad serán cada vez más importantes. La estructura del empleo en México refleja estas tendencias a escala mundial. Las características son precarización, inseguridad, inestabilidad, escasa remuneración y condiciones peligrosas sin responsabilidad para el empleador."
Falso, no es que Europa pudo mitigar parcialmente los efectos de la transformación, la Omecafi es una clase revolucionaria y como tal, es la más informada, inteligente y comunicada del planeta, tiene consciencia de clase, sabe distinguir lo propio de lo extraño. Siendo tan sólo el 1% de los seres humanos del planeta, de que otra manera podemos pensar que domine al 99%.
Cómo podemos pensar que con las cualidades enumeradas, la Omecafi se arriesgaría a una derrota al emprender el desmantelamiento de Europa al mismo tiempo que Estados Unidos. Realizada con éxito la primera tarea, ahora Europa es el objetivo actual y, tiene tanta inteligencia la Omecafi, que lo está haciendo aparecer, como si fuera el imperialismo estadunidense quien la estuviera atacando económicamente o, que el derroche de recursos de los propios países que componen la Unión Europea, fueran los culpables de la crisis que los tiene en proceso de desintegración.
El imperialismo estadounidense pasó a ser mercenario al servicio de la Omecafi, ya no tiene libertad de acción, actúa bajo el mando de su amo. De la misma manera, el Banco Central de Alemania, el Banco Central Europeo y el FMI, actuando también, como mercenarios de la Omecafi tienen en jaque a Europa.
La explotación despiadada a que ha sometido la clase social Omecafi al 99% de la población mundial, hace que las clases explotadoras que ocupan el rango inferior de la Omecafi, por codicia y miedo, sometan a una explotación irracional los recursos naturales que sostienen la vida en el planeta. Esto conducirá, sin duda, a la extinción de la especie humana.
El 99% de la especie humana si quiere sobrevivir y construir un mundo mejor, requiere derrotar al sistema Omecafi mientras se encuentre en proceso de consolidación, porque si llega a consolidarse, la humanidad la pasará muy mal y se extinguirá. Derrotar un sistema requiere construir una teoría revolucionaria, construir una teoría revolucionaria requiere el rescate de la ciencia social del atraso y la decadencia en que se encuentra. No es tarea fácil, se requiere una revolución en las consciencias. No permitir que la ciencia social permanezca anclada al pensamiento del siglo XIX.
Por primera vez en el mundo globalizado una clase social ha tomado la hegemonía del planeta, esto nunca ocurrió en el pasado. Las clases sociales que impusieron un sistema social al mundo lo hicieron en zonas más o menos acotadas y continentes enteros escaparon a su dominio. Hoy el 99% de la humanidad contribuye a la acumulación de riqueza de la clase Omecafi.
El tránsito de la humanidad a través de tres revoluciones industriales, con las consecuentes transformaciones en calidad y cantidad de los medios de producción y las relaciones de producción, que llevaron al tránsito por los sistemas sociales-económicos-políticos del capitalismo, imperialismo y Omecafi, respectivamente. En cada etapa o sistema por el que ha pasado la humanidad, la lucha de clases ha estado presente y la resolución de la contradicción principal entre las clases sociales antagónicas, ha servido para transitar de un sistema social a otro. Siempre en un nivel superior, porque descansa en un desarrollo científico-tecnológico superior, construido sobre la ciencia y tecnología previa. Hoy el concepto de lucha de clases sigue tan vigente como en el pasado.
La clase social que encabeza una revolución para el cambio de un sistema, históricamente siempre fue la tuvo la capacidad de poner la ciencia y tecnología de punta al servicio de esa revolución. Y, como la ciencia social es parte de la ciencia en general, tiene que ser rescatada de su estado actual tosco. De otra manera, la extinción de la especie humana podría ser el epílogo.
Autor:
Iván Jaime Uranga Favela
[1] Tosco, objeto elaborado con materiales de poca calidad y de manera descuidada.
[2] Nadal, Alejandro. http://www.jornada.unam.mx/2015/06/10/opinion/026a1eco consultado (10/06/2015)
[3] Puede ser interesante entender como la inform?tica revolucion? la gesti?n de la informaci?n. /trabajos19/administracion-base-datos/administracion-base-datos
[4] Omecafi, neologismo utilizado para describir a una clase social que tom? el poder en el mundo. Tiene su origen en: oligarqu?a mafiosa especuladora canalla financiera internacional. Estas palabras definen de manera in-equivoca a la clase social dominante en el sistema social-econ?mico-pol?tico que hoy vive el mundo: /trabajos93/clase-omecafi-domina-mundo/clase-omecafi-domina-mundo
[5] ?http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0025995 consultado (10/06/2015)
[6] Diken, Peter. Global Shift: Mapping the Changing Contours of the World Economy, 2011 New York, The Guilford Press.
[7] Sklair, Leslie. The transnational Capitalism Class, 2001 Massachusetts, Estados Unidos, Blackwell, Publishers.