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El consumo de alcohol en Cuba

Enviado por carlos


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Referencias Bibliográficas

Resumen

En el presente artículo se hace un análisis crítico del consumo de alcohol y de oras sustancias adictivas en Cuba desde la época republicana hasta la actualidad, especificándose momentos y condicionamientos socio-económicos y culturales que determinaron cambios en los Patrones de Consumo de la población hasta hoy. Se concluye sobre la posible reversibilidad hacia un consumo individual y socializado más saludable si la política de salud actual es congruente y lo suficientemente persistente en sus objetivos.

Palabras Claves: Sustancia Psicoactiva Patrón de Consumo Adicción

Política de Salud

Summary: In the present article it is made a critical analysis of the consumption of alcohol and other addictives substances in Cuba from the republican time to the present time, defining social, cultural and economic moments and agreements that determined changes in the Patterns of Consumption of the population until the present time, reaching the conclusion of the possible reversibility towards more healthful an individual and socialized consumption if the policy of present health is congruent and the sufficiently persistent thing in its objectives.

Key words: Psychoactive substance Pattern of Consumption Addiction

Policy of Healt

Introducción

El Consumo de sustancias Psicoactivas siempre ha estado mediado por las características socioeconómicas e ideológicas de las sociedades en que ha constituido o constituye un rasgo distintivo de alguna de sus manifestaciones socioculturales, ya sea festivas como en la antigua Roma, de carácter religioso como en Egipto, Mesopotámia y China 5000 años a.C., guerreras como en el caso de los antiguos Vikingos de los países Nórdicos, lúdicas cómo en Grecia con los juegos Olímpicos o para palear las adversas condiciones de trabajo como lo hacían los Incas en el Perú(1).

Lo cierto es que antes y ahora el consumo de determinadas sustancias que modifican el rendimiento psíquico y físico y por ende la apreciación de la realidad, han devenido en costumbres que luego con el desarrollo de la industria viti-vinícola en muchos países, y la extrapolación de los narcóticos de su uso médico (después de la primera guerra mundial y el boom del consumo pasada la segunda guerra), ha tenido consecuencias nefastas para la salud y la economía de gran parte de los países occidentales.

En el año 2000 el Secretario General de la ONU, Koffi Annan, analizaba (2) la situación internacional en relación al consumo y tráfico de drogas, señalando que era un fenómeno mundial que afectaba aproximadamente a 170 países; ya desde el decenio de los 90, 134 estados habían notificado problemas de uso y abuso de drogas, y el Programa de Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas (PNUFID) estimó que unas 180 millones de personas en todo el mundo, el 4,20 % de los mayores de 15 años, consumían drogas ilícitas cifra que incluía a 144 millones de consumidores de marihuana, 29 millones de cocaína y 13,5 millones de opio, además de la existencia de 9 millones de heroinómanos, totalizando mas de 180 millones del estimado mundial de consumo, cifras que sólo reflejaban la parte visible del iceberg (A. Calderón Rodríguez , 2003).

En el 2005 la resolución 58.26 de la OMS hace referencia a los daños sociales globales del uso indebido de alcohol, lo que se ve reflejado en nuestro continente en que el primer factor considerado para enfermar de los 27 valorados por la OPS/ OMS es el consumo no socializado de alcohol(3).

Nuestro País puede considerarse dentro de las culturas permisivas moderadas o condicionadas, las que admiten disfrutar de las bebidas alcohólicas pero critican la embriaguez; realidad que se ha ido modificando paulatinamente en los últimos cincuenta años debido a la incidencia de toda una serie de factores psicosociales y económicos.

Desarrollo

Durante la época de la República en cuba (1901 – 1959) el alcohol y el tabaco eran las sustancias de consumo más generalizado en la población sólo en determinados estamentos de la sociedad se consumían sustancias como la marihuana o "drogas duras" como la cocaína y el opio, casi siempre referido a ciudadanos de las clases más bajas o las más altas, en lugares y situaciones al margen de lo común y al influjo de culturas foráneas como la china y la norte americana (4).

La primera legislación en contra del consumo de drogas se dictó durante el gobierno del General Mario García Menocal el 25 de julio de 1919 en la recién constituida república de Cuba; luego en 1933 el país se adhiere al Protocolo de París contra la fabricación ilegal de drogas, y en 1938 en el código de Defensa civil se vuelve a legislar en contra del consumo y comercialización ilegal de este tipo de sustancias (5).

La época que va desde 1944 hasta 1958, en el gobierno de Grau San Martín y el segundo gobierno de Fulgencio Batista, fue la de mayor auge en cuanto al consumo y fabricación de drogas con la evidente perspectiva de convertir al país en trampolín hacia el mercado norteamericano, en aquella época en franco auge (6).

Aunque no existen registros confiables de esta etapa lo cierto es que tanto el consumo de drogas legales como ilegales, en nuestro criterio, no llegaron a constituir por su magnitud un problema de salud y mucho menos económico.

El nivel de vida de la familia cubana era bajo lo que limitaba el acceso al consumo habitual de alcohol y tabaco, por gran parte de la población que lo hacia esencialmente en el marco de la familia y de lugares específicos como bares, restaurantes, cabaret, cafeterías, etc., lo cual a su vez estaba condicionado por la moral pequeño burguesa y el predominio de la religión católica en la ideología popular. Por otra parte el abuso de sustancias de prescripción era prácticamente inexistente al no existir servicios de psiquiatría a los que tuviera acceso la mayoría de la población ni condiciones económicas que favorecieran el abuso de este tipo de sustancias (7).

El consumo de drogas era inusual en la mujer y los adolescentes, por lo que eran los hombres mayores de 25 años los consumidores frecuentes de bebidas alcohólicas, cigarrillos o tabacos y excepcionalmente algunas de las drogas ilegales antes mencionadas (8).

No hemos encontrado referencias de consumo frecuente de "preparados caseros" por lo que parece que el consumo de bebidas alcohólicas era esencialmente de ron, cerveza, y vino de fabricación industrial , solo las clases altas consumían otro tipo de bebidas como coñac, champaña o sidra en momentos y situaciones especiales o de celebración familiar (9).

Aunque existía una industria viti-vinícola dedicada esencialmente a los rones y las cervezas y la consecuente propaganda por los medios masivos de comunicación ello no propició un consumo por encima de lo tradicional tanto en la población rural como en la urbana, que prefería determinadas bebidas en primer lugar por el costo y en segundo lugar por la marca de preferencia (10,11).

Con el triunfo Revolucionario de 1959 el País se ve inmerso en toda una serie de cambios sociales y económicos que trajeron aparejados formas nuevas de la conducta social en su más amplia acepción, y con ello cambios en los Patrones de Consumo de sustancias Adictivas (conjunto de hábitos dietéticos y socio-culturales en el consumo de una sustancia), que estaban dentro de lo tradicional como el alcohol y el tabaco y otras que aparecen por vez primera como los psicofármacos (12). En los casos del alcohol y el tabaco contribuyeron en primer lugar el aumento del per cápita familiar y en segundo lugar la nueva forma de manifestarse las festividades populares sobre todo en las épocas de carnavales en que por primera vez la población adulta y joven de ambos sexos bebían y fumaban en público prácticamente sin ninguna restricción, en poco tiempo esto se extendió a los Centros laborales en actividades de confraternización, socialmente productivas (trabajos voluntarios) etc..

Por otra parte el acceso a la salud pública gratuita en lo que se incluían los servicios de psiquiatría posibilitó el acceso a psicofármacos y otras sustancias de prescripción y el comienzo de su mal uso por la población, a lo que contribuyó la tendencia negativa en algunos profesionales de "medicalizar el sufrimiento"; ya en la década de los 70 se reconocía el sobre consumo de psicofármacos y otros medicamentos en gran parte de la población (13) , a lo que se ha tratado de poner coto desde entonces hasta la actualidad con relativo éxito; lo cierto es que ya a finales de los 70 términos como el "pastillero" y el "empastillado" eran ampliamente conocidos para referirse a los consumidores abusivos de medicamentos por prescripción que solían combinarse con alcohol, siendo este tipo de consumo relativamente frecuente en las festividades populares, comenzando a generarse zonas en barrios marginales donde con frecuencia se consumían y expendían medicamentos (14).

Desde mediados de los 70 del pasado siglo se constató un cambio sustancial en los patrones de consumo de sustancias psicoactivas en la población Cubana, más ostensible en el caso del alcohol y el tabaco lo que motivó a mediados de la década de los 80 el surgimiento de los primeros programas para prevenir dichas adicciones, que tuvieron resultados modestos, en primera instancia por la política poco congruente en cuanto a la comercialización y regulación de bebidas alcohólicas y tabaco, en segundo lugar por la creciente tolerancia social en lo que incidieron formas en que la familia Cubana tradicionalmente solía manifestarse en momentos o situaciones en que se justificara o se viera implicado el consumo de alcohol o tabaco, y en tercer lugar por la aparición de nuevas fuentes de estrés social y económico (calidad de vida inestable, emigración nacional, influencia del turismo etc.) (15)

Otro aspecto que limitó la efectividad de dichos programas fue el tardío reconocimiento del problema de salud que constituía el creciente consumo irresponsable en todos los estamentos de la sociedad sobre todo en algunas zonas rurales y urbanas de provincias como Camaguey, Santiago de Cuba, Guantánamo, Villaclara y la Habana (16,17); en un país como el nuestro con un alto grado de organización e institucionalización se perdió la oportunidad de darle todo el valor y respaldo que contemplaban en su implementación intersectorial los programas establecidos por el Ministerio de Salud Pública; con lo que se corrobora el hecho, de que la lucha contra la drogodependencia es un problema que cualquier Estado tiene que asumir en la actualidad como un problema de salud, social, económico, político, y cultural (18).

Con el llamado "periodo especial" surgen condiciones psicosociales y socioeconómicas que afectan con rapidez a la familia y a todos los sectores de la población, en el caso de los más jóvenes, los paradigmas para el comportamiento social fuera y dentro de la familia se desdibujan; por esta época la fabricación y consumo de "preparados" alcohólicos era algo bastante frecuente en algunos barrios de las capitales provinciales, y en la enseñanza secundaria y de pre-universitario en el campo se empieza a consumir alcohol y a fumar cigarrillos; por otra parte en parte de la población adulta comienzan a consumirse "drogas duras" esencialmente en sectores puntuales de la población de la capital del país; y en gran parte de la población laboral masculina se hizo costumbre el darse unos tragos a la salida del trabajo y luego dentro de la propia jornada labora (19). Por esta época la prevalencia de alcoholismo según el INHEM (1995) Llegó a ser a nivel nacional del 8.8% con cifras entre el 10% – 12% en ciudad Habana, Cienfuegos, Camaguey, villaclara e Isla de la Juventud (20).

No obstante la prevalencia nacional de consumo de alcohol era de un 45.2% aún distante de la media a nivel mundial que entonces era de un 70%; por otra parte la prevalencia de asociación entre los consumidores excesivos de alcohol y tabaco era para los hombres entre el 10.5% – 13% y para las mujeres entre el 4.5%- 6.4%. En general eran cifras moderadas que sin embargo ya tenían consecuencias nefastas para la salud tanto individual como social (violencia familiar, divorcio, aumento de la accidentabilidad, aumento de enfermedades asociadas, etc. (21,22)

A principios de este siglo XXI gracias a la política de salud y el empleo de los medios masivos de comunicación el crecimiento de los consumos perjudiciales y abusivos de alcohol y tabaco ha sido discretamente menor, cosa que también ha sucedido con el de Psicofármacos y "drogas duras", lo que se aprecia esencialmente en la labor clínica, pués en la realidad no se cuenta con un trabajo estadístico unificado a nivel nacional que contemple todas las aristas de las formas de consumo y sus consecuencias. (23,24)

Lo cierto es que actualmente los Patrones de Consumo de la población cubana sin llegar a la permisividad son poco saludables y crecientemente tolerantes sobre todo con relación al alcohol (25), lo que abarca sectores de la población como los jóvenes y las mujeres que hace tan sólo 15 años tenían un consumo social más reservado, aunque aún no hemos llegado a la cultura del "botellón" como en España (26).

En la actualidad se considera que en nuestro país existen 400 mil alcohólicos y 800 mil bebedores riesgo y aproximadamente 1 millón 200 mil familiares convivientes sufriendo (27).

El consumo de bebidas alcohólicas días entre semana es algo cada vez más frecuente en determinados sectores de la población, a lo cual contribuye el expendio de cerveza en áreas libres en muchas de las provincias del país; la tolerancia al consumo en parques y plazas en días festivos o en fines de semana es cada vez más frecuente a pesar de las regulaciones existentes, siendo el factor "precio" el que realmente actúa como "amortiguador" (28)

La realidad es que la mayoría de la población tiene información sobre las consecuencias del abuso del alcohol y el tabaco o cualquier otra sustancia adictiva, en esto han cumplido y cumplen su objetivo los medios masivos de comunicación y los Programas del Ministerio de Salud Pública, pero esta "cultura informativa" no se ha convertido en una "cultura de consumo" más saludable en lo individual y menos tolerante en lo social. (29)

El Estado Cubano por la organización intersectorial de todas las instituciones que lo conforman puede ejercer las cuatro acciones para la moderación del consumo, privativas solo a un estado socialista, (Disponibilidad de la sustancia, accesibilidad social al consumo, propaganda, y política de precios), al no existir contradicciones con intereses de una industria viti-vinícola o de la propaganda al margen de la voluntad estatal, sobre todo si se tiene en cuenta el peso que las acciones de Salud han tenido históricamente en nuestra nación desde l959 (30) .

Conclusiones

El consumo de sustancias psicoactivas en cuba tradicionalmente fue de alcohol y tabaco y circunstancialmente de otras drogas.

Luego del triunfo de la Revolución en 1959 se incrementa el consumo de alcohol y tabaco y se incorporaron nuevas sustancias como las drogas de prescripción, apareciendo bajo este nuevo contexto social y económico el consumo limitado de drogas ilegales en determinados sectores de la población.

Transcurrido medio siglo la población cubana ha experimentado un cambio sustancial en su patrón de consumo de sustancias psicoactivas.

Lo que solo con la voluntad de una política estatal congruente y persistente comprometida incondicionalmente con los objetivos sociales de salud puede subvertir hacia zonas más sanas de consumo para mejorar estilos de vida y lograr el nombrado "sueño imposible" europeo, de disfrutar socialmente el consumo de bebidas alcohólicas sin que estas generen daño.

caa.

Referencias Bibliográficas

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Autor:

Lic. Carlos Águila Alomá.

Msc. en Psicología Médica

Esp. En Psicología de la Salud

Profesor auxiliar UCM