La Colonia de Santo Domingo en el Siglo XVII (Las Devastaciones)
Enviado por Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
Introducción
El Objetivo de éste trabajo, es dar a conocer todo lo relativo al "Siglo XVII", y dentro del estudio podemos decir que en el "Siglo XVII", Las Devastaciones de 1605 y1606, así como también el anuncio de las Devastaciones provocó las protestas de todos los vecinos de la isla y principalmente de los de las regiones, afectadas; como lo que es el Censo de Osorio.
Situación Socio-Económica tras Devastaciones, igualmente lo que es El Situado.
Con las Devastaciones; asimismo, tener conocimiento de lo que es el Ataques de Extranjeros, cada unos de estos pasos nos ayudan a instruirnos para un mejor conocimiento en cuanto al tema del Siglo XVII.
Es decir que en este caso hemos tenido una experiencia diferente para un conocimiento especial, como en el caso de la especie, lo es el "el Siglo XVII".
Marco teórico
SIGLO XVII
Las Devastaciones de 1605 y 1606. Después de largas discusiones en la corte española, el rey Felipe III decidió despoblar totalmente las comarcas donde se llevaban a cabo los contrabandos y trasladar sus habitantes a zonas interiores cercanas a la ciudad de Santo Domingo. -Felipe II había contemplado muchos años esa posibilidad pero nunca se resolvió a llevarla a cabo, quizás consciente de la peligrosidad que envolvía.
Felipe III decidió atenerse a las recomendaciones de López de Castro un oficial real en desgracia que entonces visitaba la corte y propuso de nuevo la medida – Encomendó las Devastaciones al Gobernador Osorio y al Arzobispo Dávila Padilla, otorgándoles poder para cualquier medida que consideraran prudente.
EL anuncio de las Devastaciones provocó las protestas de todos los vecinos de la isla y principalmente de los de las regiones, afectadas, a través de peticiones de los cabildos todas, en que se solicitaba la revocación de la medida.
A pesar de eso, el Gobernador Osorio, quien por el fallecimiento del Arzobispo Dávila y Padilla no tenía poder para realizar la medida, decidió cumplir al pie de la letra con lo estipulado en las reales Cédulas que la disponían.
Para llevar a cabo las devastaciones se hizo traer un contingentes de tropas del presidio de Puerto Rico, ya que se esperaba que los habitantes de las regiones afectadas resistieran con las armas en las manos. Estas tropas también tendrían la misión de combatir a los piratas y contrabandistas larga, a la formación de la colonia francesa en las zonas abandonadas.
Las causas de las Devastaciones fueron de diversos órdenes. En primer lugar estaba el problema comercial. España trataba de mantener el esquema monopólico en el comercio con las colonias. Los rescates de los habitantes de la isla con los extranjeros inferían grave daño a los intereses de la burguesía comercial de Sevilla y al propio Estado español que dejaba de recaudar sumas importantes por concepto de impuestos. En otro orden de ideas, el Estado español interpretaba el comercio ilegal como fuente de enriquecimiento de los países enemigos, por lo que las motivaciones económicas se unían a las dé índole política y militar.
En el aspecto político la Corona temía que la generalización del contrabando conllevara a la posibilidad de secesión de la isla e incluso de otros territorios americanos, al surgir claros intereses en la clase esclavista local contra el exclusivismo monopólico (de hecho las protestas de los Cabildos de la isla contra las Devastaciones y la Rebelión de Guaba muestran que tal posibilidad era real). Las reivindicaciones de la clase esclavista y la clase media contra el monopolio español, que como hemos visto tenían casi un siglo de manifestaciones, se habían agudizado con la práctica continua del contrabando durante más de 30 años y la decadencia de España.
Otra causa fue el ya señalado desplazamiento de la actividad económica de la ida de la región Este a las zonas del Norte y Oeste por el cambio de la industria azucarera a la ganadería.
Las Devastaciones tuvieron que ver, por último, con el desarrollo divergente de España y otros países europeos. Mientras en España se entronizó plenamente la reacción feudal y desaparecieron las manufacturas y los gérmenes de capitalismo, en Inglaterra y Holanda las relaciones capitalistas y el crecimiento manufacturero avanzaron con gran rapidez en la segunda mitad del siglo XVI.
A pesar del monopolio, España dependía de éstos y otros países para suplir de artículos manufacturados tanto la península como las colonias.-De ahí que la incapacidad de competencia comercial de España era absoluta.
A pesar del dispositivo militar utilizado por las autoridades españolas, gran parte de los vecinos y otros habitantes de las zonas en que se llevaban a cabo las Devastaciones se declararon en estado de rebelión. Muchos de ellos, después de un intento infructuoso, emigraron al oriente de Cuba donde trataron de ser procesados por Osorio quien tenía allí autoridad judicial como presidente de la Audiencia de Santo Domingo.
Otro grupo se mantuvo más tiempo en estado de rebelión en la zona Norte, en el valle de Guaba, bajo el mando del rico mulato Hernando de Montoro. Esta rebelión fracasó porque los holandeses no materializaron la ayuda que habían prometido a través de una proclama del jefe de una escuadra holandesa en la zona. Sin embargo la rebelión se prolongo durante cierto tiempo, ya que los rebeldes agruparon a todos los sectores sociales de la región, incluidos los esclavos, opuestos unánimemente a la medida. Al perder perspectivas, muchos de los rebeldes tendieron a entregarse aprovechando indultos, o a escapar a Cuba y, presumiblemente otros a Holanda, como en el caso de Montoro.
Pero todavía después del fracaso de la rebelión de Guaba se mantuvieron en los bosques grupos de alzados de negros, blancos y mulatos dedicados a la cacería de reses y a esporádicos contactos con los piratas que merodeaban las costas. Probablemente en estos grupos que son consignados por las fuentes históricas, entraron negros que eran cimarrones desde antes de las Devastaciones. Las cuadrillas de españoles los persiguieron tenazmente y capturaron y ejecutaron a muchos de sus integrantes por lo que ya años más tarde los únicos grupos que probablemente se mantenían estaban compuestos exclusivamente por negros alzados.
Las poblaciones despobladas fueron trasladadas a dos puntos cercanos a Santo Domingo. Los habitantes de Dayajá y Yaguana fueron ubicados en Bayaguana y los de Puerto Plata y Monte Cristi en Monte Plata, que como se ve ambos nombres resultan de la combinación de los nombres de los lugares despoblados. De un total de unas 100,000 reses vacunas mansas que tenían los habitantes de las zonas despobladas, a estos nuevos sitios apenas pudieron llegar 2,000 convida.
El resto o fue sacrificado o se hizo cimarrón en aquellas regiones para ser abundante presa de los bucaneros que poco después empezarían a establecerse en esas regiones. Los habitantes además perdieron mucho porque las tierras despobladas eran muy favorables para la ganadería y fueron establecidos en una zona de malas tierras con pantanos y pocas aguadas. Al poco tiempo la gran mayoría de pobladores de Monte Plata y Bayaguana habían perecido o habían podido, pese a las prohibiciones, emigrar a la ciudad Santo Domingo o a otras colonias españolas de América. El resto se encontraba en la miseria más espantosa, tan desesperante que los mismos habitantes de Bayaguana incendiaron sus casas tratando de que se les volviera a sus lugares de origen o que se les dejara emigrar a cualquier otro lugar.
Consecuencias de las Devastaciones. El efecto inmediato más importante de la Devastaciones fue causa un agudizamiento de la decadencia económica que desde hacía un tiempo era palpable en la isla. Con la medida, las mayores riquezas ganaderas fueron prácticamente liquidadas; además numerosos bienes en casas, muebles, etc; de los vecinos se perdieron para siempre.
La mitad de la isla dejó de ser aprovechada en todos los sentidos y quedó totalmente deshabitada. Desde 1606 Osorio extendió las despoblaciones a zonas más orientales dejando como límites del territorio poblado las ciudades de Santiago, en el Norte, y Azua, en el Sur. Entre los daños causados por las -Devastaciones se encuentra la destrucción de los ingenios más importantes de la isla en ese momento, los cuales estaban en Puerto Plata y Yaguana y San Juan de la Maguana. Se observa que después de las despoblaciones sólo quedaron 12 ingenios con un total de 888 esclavos, incluyendo los del servicio domésticos.
El Estado español trató de revivir la actividad comercial de la isla después de las devastaciones. Para eso proveyó protección a los comerciantes e instituyó cuotas obligatorias de participación comercial con la isla al comercio español con América. Si vemos el cuadro navegación se observa que efectivamente hay un aumento relativamente importante de la navegación después de 1605 hasta aproximadamente 1620.
Estos paliativos, sin embargo, no pudieron ser duraderos ni consistentes pues las Devastaciones agudizaron extremadamente las tendencias decadentes de la colonia de Santo Domingo. – Por otra parte, al propiciar el establecimiento de extranjeros en las zonas occidentales, unido al aumento de la piratería, la seguridad en la isla se hizo extremadamente precaria, de donde se acrecentó rápidamente la tendencia migratoria de esclavistas, esclavos y personas de las clases medias a otras colonias americanas.
Censo de Osorio. Situación Socio-Económica tras Devastaciones. El estado social de la isla después de las Devastaciones es fácilmente interpretable a partir de Ida datos que proporciona el censo realizado por el gobernador Osorio en 1606. En términos de distribución de la población se observa la concentración en torno a la ciudad de Santo Domingo. El 56 o/o de los vecinos de toda la isla estaba en esa ciudad y seguramente en mayor proporción los esclavos en las haciendas de los alrededores.
Entre los vecinos propietarios de unidades agrícolas, el 50 o/o residía en Santo Domingo. Por otra parte la capital de la colonia era la única aglomeración urbana propiamente dicha, entendida como centro de comercio y producción artesanal. En el cuadro del censo de Osorio se observa la existencia de un número apreciable de artesanos con variadas especialidades. En cambio las villas interiores no tenían ningún artesano o muy pequeño número y variedad. Sobre todo en estas villas no se advierte la presencia de comerciantes (salvo en Santiago donde había 4 y en La Vega 1), contra unos 45 comerciantes de diversos tipos en Santo Domingo. Claro que la importancia mercantil de Santo Domingo ya estaba en pleno descenso y esa tendencia aumentaría notablemente durante todo el siglo XVII, aunque por su posición demográfica, administrativa, económica y militar, la capital de la colonia mantuvo ciertos rasgos urbanos en ese siglo, a diferencia de todas las restantes villas.
Se observa que todavía la polarización entre población de blancos y negros era muy importante; cerca de 10,000 personas eran esclavas, seguramente casi todas de raza negra, y al parecer el número de mulatos entre los libres no era todavía predominante. Se evidencian dos tipos de unidades productivas básicas: los hatos y las estancias. Las estancias se destinaban mayormente a la producción de jengibre (Santo Domingo y Puerto Rico eran los únicos territorios autorizados en toda América para producir este artículo) así como frutos menores para consumo de las ciudades, ingenios o para la exportación, principalmente maíz y yuca para casabe.
En toda la isla había 102 estancias de jengibre y 328 de jengibre y frutos menores, en total 430, con 6,790 esclavos de acuerdo a las estimaciones del censo, lo cual da un promedio de 15 esclavos por estancia. Eso quiere decir que todavía eran unidades medianas de tipo esclavista, donde la productividad era bastante alta y los índices de exportación importantes.
En la primera mitad del siglo XVII se mantuvo la importancia de este tipo de unidades, en reemplazo de los ingenios azucareros, hasta tanto algún comercio existió y no llegó una crisis completa, con los ataques de los piratas y los bucaneros, la paralización casi completa de la navegación y el hundimiento completo de la economía española por la disminución de producción de plata en México y Perú, corno veremo que sucedió en segunda mitad del siglo XVII. Las estancias estaban concentradas en torno a la ciudad de Santo Domingo, lo que tiene cierta importancia, pues indica que las personas con ciertos recursos de capital y niveles mercantiles y de explotación esclavista tendían a concentrarse en la capital de la colonia.
El otro tipo importante de unidad productiva era el hato. Existían en toda la isla unos. 190 hatos, con unos 550 esclavos, dando un promedio de cerca de 3 esclavos por cada hato, es decir netamente inferior al de las estancias agrícolas. Los hatos estaban además más diseminados por la isla (sólo el 50 o/o era de propiedad de vecinos de Santo Domingo y en su mayoría se encontraban fuera de la jurisdicción de la ciudad).
Por último, estaban los ingenios, que, a pesar de tener aún en el censo mayor numero de esclavos, producían menores valores que los hatos. La industria azucarera estaba ya en una crisis total, como evidencia la disminución del número de ingenios desde más de 30 en los años 60 del siglo XVI a sólo 12, y la disminución del promedio de esclavos en ellos, de unos 100 a 150 en el primer período a sólo 66 de trabajo. A partir de 1606 la decadencia de la industria se aceleraría y a mediados del, siglo XVII sólo quedaban unos pocos trapiches que casi no producían ningún azúcar sino melaza y aguardiente.
La industria azucarera fue la más concentrada en torno a Santo Domingo por las Devastaciones, siguiendo una vieja tendencia, pues de los 12 ingenios, sólo uno estaba fuera de la jurisdicción de la ciudad, en la de Azua; casi todos estaban entre los ríos Haina y Nizao.
La importancia de la economía de estancias no sólo debió provenir del hecho de haber sido sustituta de la decadente industria azucaren, sino también del hecho de que las Devastaciones provocaron una crisis a la ganadería: primero porque aniquilaron la mayor parte de reses, segundo porque para la exportación hacia España, seguramente era más rentable la utilización de los esclavos y de los capitales en actividades agrícolas de dimensiones medianas. Los siguientes datos ilustran esta tendencia: Producto se colige la decadencia de la producción azucarera, así como la no recuperación de las exportaciones de cueros. Los valores del jengibre exportado constituían la principal fuente de recursos de la economía de la isla (luego, durante un tiempo en menor escala, el cacao ocuparía su lugar).
Hasta mediados del siglo XVII la economía de la isla se basó parcialmente en la estancia agrícola esclavista. Los hatos también eran explotaciones esclavistas donde e1 patriarcalismo aun había penetrado poco hasta mediados del siglo. La relación de Alcocer da importantes datos al respecto. Todavía para 1650 la isla exportaba 25,000 qq. de jengibre, 40,000 cueros (Alcocer especifica que estos datos se refieren a años anteriores, por lo que sé puede suponer muy inferior la exportación de estos bienes para 1650) y, además, 4,500 qq. de cacao y 2,000 qq. de tabaco.
Es posible que los datos de Alcocer no sean totalmente fidedignos, pero son indicativos de que las actividades agrícolas exportadoras tenían aún cierta importancia hasta mediados del siglo XVII, a pesar de la enorme disminución del tonelaje de la navegación con España, ya que parte de las producciones se destinaba a otras colonias de América o, de lo que hay noticias, se exportaba a España por puertos frecuentados por las flotas. En todo caso, esas cifras muestran. También el aumento porcentual de la exportación de cueros, que de más en más se obtenían de la cacería y no de la ganadería.
En esa época Santo Domingo se encontraba bastante aislada en términos político administrativos con respecto a los otros lugares del imperio español. Esto ocasiono que se establecieran gobernantes que disponían a su libre antojo de todas las cosas relativas al gobierno, con muy poca capacidad de control por parte de la Corona. Fundamentalmente utilizaron el poder para enriquecerse a base de una corrupción descarada en contubernio con camarillas de comerciantes radicados en la ciudad. Los gobernadores trataban de que sólo los artículos traídos por estos comerciantes pudieran venderse; los ayudaban a cometer fraudes al fisco, principalmente con los derechos de importación; forzaban a los vecinos a venderles a precios muy bajos sus productos, todo esto a cambio de participación en el negocio. Por otra parte, extorsionaban a muchos ricos a hacer préstamos a la administración por la penuria de las finanzas públicas, de cuyos fondos se lucraban por diversos medios.
El Situado. Con las Devastaciones, a pesar del cierto reavivamiento de la actividad importadora legal, las entradas fiscales cayeron extraordinariamente. Hasta entonces habían sido suficientes para pagar los gastos de la burocracia de la isla y hasta sobraban fondos para obras públicas o para destinarlos al rey de España. Tras las Devastaciones hubo que apelar a la remisión anual de dineros desde México, conocida con el nombre de situado, no tan sólo, para pagar los gatos de las tropas del presidio de Santo Domingo instalado a raíz de las medidas, como ya se ha dicho, sino también para sostener la administración burocrática y gran parte de las necesidades de la iglesia.
El situado tuvo, además, la importancia de posibilitar el mantenimiento de cierto intercambio comercial dado que, al introducir cantidades de plata, hacía que la economía interior no se redujera totalmente a nivel del trueque y que los comerciantes españoles todavía se interesaran algo en hacer viajes a Santo Domingo interesados en la compra de la plata de situado, con lo que los productos de la isla tenían salida en pequeña escala.
Las sumas del situado se fueron haciendo crecientes a medida que la crisis económica de la colonia se agudizaba, ya que el gobierno colonial carecía de los recursos para efectuar sus pagos. Lo más importante, sin embargo, fue la necesidad de aumentar cada cierto tiempo el número de tropas de la ciudad ante el auge de la piratería y los planes de los países enemigos de España de apoderarse de la isla, como intentó Inglaterra en 1655.
Los primeros años de situado se gastaba menos de 20 mil ps. con un número de 200 plazas de tropa. En 1691 ya se gastaba unos 90,000 Ps. y el número de tropas regulares había ascendido a cerca de 500 soldados y oficiales. Sánchez Valverde calcula un promedio de 250,000 ps. por año entre inicios del siglo XVII y fines del XVIII, cuando el situado era ya de 350,000 ps. En el siglo XVII a base del situado se hicieron cuantiosas inversiones en la finalización de la muralla de Santo Domingo, la construcción de otros fuertes (como San Jerónimo) y la instalación del armamento pesado.
Ataques de Extranjeros. El aumento de los gastos militares se debió mucho al establecimiento de enemigos de España la ida de La Tortuga después de 1630. Los primeros fueron refugiados de una de las pequeñas Antillas que había sido atacada por una gran escuadra española que se dirigía al Brasil.
Estos se dieron cuenta que la isla de La Tortuga se encontraba en mejorar posición geográfica para realizar ataques a los buques españoles y que de ella, además, podían trasladarse – a las regiones despobladas de la-isla de Santo Domingo para cazar -las reses salvajes y aprovechar los cueros y el sebo. De ambas actividades surgieron con el tiempo los filibusteros busques españoles, y los segundos eran – cazadores de reses en las zonas despobladas de la Isla.
Al incrementarse el establecimiento en la Tortuga de franceses / Ingleses los españoles se dispusieron a liquidarlos. En varias ocasiones las tropas españolas atacaron la isleta en la mayor parte con éxito, pero !a abandonaban, seguido de lo cual los extranjeros se volvían a instalar de nuevo. Fue bajo la dirección del oidor de la Audiencia Monte mayor y Cuenca, que en 1654 se realizó el último ataque a éste establecimiento enemigo.
Se dejó una fuerza militar permanente, aprovechando los mismos dispositivos militares montados por los extranjeros. – Esta guarnición; sin embargo, fue retirada á el tiempo de la invasión de Penn y Venables, de acuerdo "a la táctica establecida por el recién llegado Presidente Conde de Pañalva, de concentrar todas las fuerzas militares en la ciudad de Santo Domingo ante el riesgo de que de nuevo se intentan un ataque de tales proporciones. Después del abandono voluntario de La Tortuga, la isk .a para siempre pasó a-manos de los extranjeros, ya controlados por las autoridades francesa, y empezaron decisivamente a extender su influencia por toda la zona occidental de la lsla. –
Cuando los españoles atacaban La Tortuga, los escapados buscaban refugio en lo que llamaban la" isla grande, es decir, en las zonas despobladas de Santo, Domingo frente a la Tortuga, hoy día la zona de Port-au Paix. Así, fueron los mismos ataques españoles que contribuyeron a incentivar la aparición del bucanerísmo ya que a pesar de las frecuentes bátidas de las cuadrillas de tropas y de las nacientes. cincuentenas, los espesos bosques de la isla ofrecían mucha mayor seguridad a los perseguidos que la poco defendible isla de La Tortuga. Y aunque La Tortuga – siguió siendo el centro de la aventura, desde muy pronto, hubo muchos más extranjeros en la isla grande que en ella.
En .1655 el gobierno inglés de Cronwell decidió establecer una fuerte colonia en la zona del Caribe determinándose la isla de Santo Domingo como objetivo. Para tal efecto, se preparó una enorme escuadra bajo la dirección del almirante Venables y un poderoso ejército al mando del general Pem.- En total participaron en la expedición más de 20 buques con unos 8,000 combatientes. Estas fuerzas llegaron a mediados de 1655 procediendo a desembocar por la desembocadura del Río Haba.
Tales fueras sin embargo, se revelaron impotentes de quebrar la resistencia de los habitantes de la colonia y de las pocas tropas del presidio de la ciudad, Esto se explica en parte por el hecho .de que desde hacía mucho tiempo se vivía en un estado de sobreexcitación bélica ante la inminencia de ataques de piratas o de grandes flotas de países enemigos. Así pues, casi toda la población libre estaba agrupada en-compañías de milicias e incluso gran parte de los libertos y aun esclavos estaban encuadrados en unidades especiales. Por la misma época se empezaban a formar las unidades conocidas como cincuentenas, en general compuestas por personas de baja condición social, las que combatían fieramente con lanzas por medio de embestidas arrolladoras.
Estas cincuentenas estaban destinadas por su táctica a combatir los bucaneros. Por otro lado, había un sistema dç comunicaciones muy perfeccionado que permitía llamar a la ciudad a los grupos de combatientes del interior en cuestión de dos a tres días. Loe ingleses, desde el momento en que no emprendieron una ofensiva rápida, dieron tiempo a que los españoles concentraran todas sus fuerzas. A pesar de la fuerte desproporción entre los dos bandos (las autoridades cte la Audiencia no llegaron a agrupar. mucho más de 2,000 combatientes, ya que la población se encontraba bastante disminuida a causa de la decadencia económica, las muertes por epidemias y las emigraciones), los españoles se aprovecharon de recursos tácticos como ataques nocturnos y asaltos de caballería y lanceros que, al causar fuertes impactos entre los enemigos, los desmoralizaron totalmente, obligándolos a abandonar la isla para dirigirse a Jamaica, la que sí fue conquistada por ellos a pesar de la resistencia que opusieron sus habitantes.
En el siglo XVII el Imperio Español estaba en un proceso de hundimiento en el plano militar, a consecuencia de la decadencia de España y del fortalecimiento por vía capitalista de los países enemigos. Uno de los puntos más menuzados por la conquista extranjera durante todo ese siglo fue Santo Domingo, por su debilidad interna y por el especial interés que en la isla tenían los extranjeros a fin de establecer economías de plantación esclavista. El Imperio Español y con él la colonia de Santo Domingo no sucumbieron totalmente porque los enemigos de España se mantuvieron divididos durante todo el siglo (a diferencia del siglo XVI en que combatían casi siempre unidos contra España) en virtud de que España había pasado en parte a segundo plano en la lucha de las potencias por la supremacía.
Militarización de la Colonia. A partir del ataque de 1655 y del incremento en los mismos años de los ataques y las actividades de los bucaneros en las zonas occidentales, la colonia española adquirió una fisonomía extremadamente militarizada.
Durante la segunda mitad del siglo XVII el mar Caribe conoció el apogeo de la piratería. Esta situación tuvo amplias consecuencias históricas. En primer término, la piratería sirvió como refuerzo a los intentos colonizadores de los enemigos de España en zonas del Caribe y Norte y Sur de América.
El Imperio Español de hecho tuvo que replegarse a sus territorios centrales en América. La gran resistencia que opuso al establecimiento de los piratas en las islas mayores y en algunas tierras del continente, como Florida, tenía una finalidad militar estratégica: impedir el fortalecimiento de los piratas y naciones extranjeras a través del mantenimiento de centros coloniales.
Así, la función de las islas de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico, no consistía propiamente en una utilización colonial para la extracción de sus riquezas y la explotación de las masas trabajadoras en diversos grados de sujeción. Por el contrario las islas causaban gastos muy onerosos a la Corona española, a través de los situados que todas recibían. España se aferraba en conservarlas a fin de impedir el fortalecimiento económico y militar de Inglaterra, Francia y Holanda, y al mismo tiempo para proteger sus colonias centrales de México y Perú. Santo Domingo y las restantes islas en la segunda mitad del siglo XVII quedaron reducidas a puntos fuertes en la lucha contra el avance extranjera Los presidios o guarniciones eran los factores fundamentales de la vida colonial.
El resto de la población estaba encuadrada en unidades militares (milicias y cincuentenas en la isla) y su ocupación principal era la guerra. Toda la vida social estaba militarizada. En la colonia la militarización fue completa en este período porque el principal enemigo ni siquiera estaba constituido por piratas sino por los bucaneros que habían penetrado en los años 70 a puntos como los alrededores de Santiago y Azua, o la península de Samaná, ocasionando un peligro inminente desde tierra.
La colonia de Santo Domingo se aisló del exterior y la navegación comercial con ella llegó casi a paralizarse totalmente. El vínculo más importante con el exterior era por medio de la Armada de Barlovento, un conjunto de navíos de guerra cuya base financiera estaba en el Virreinato de la Nueva España y que tenía por misión proteger las costas de las colonias españolas de los ataques piratas, así como garantizar el desenvolvimiento de la navegación española por el sistema de flotas sirviendo esta armada de frecuente protectora.
Por la Asmada de Barlovento se traían los nuevos soldados al presidio de Santo Domingo, llegaban algunas personas, casi aventureros, a instalarse en la isla, se entregaba el situado y se obtenían algunos bienes necesarios para la supervivencia más elemental. Al mismo tiempo fue un factor decisivo en que los extranjeros no conquistaran la isla puesto que proveía numerosos auxilios en armas y recursos y evitaba las concentraciones de enemigos.
El doble peligro de bucaneros por tierra y piratas por mar, militarizó la vida y las costumbres de la colonia durante más de 50 años. Los hombres apenas se podían dedicar a labores productivas porque tenían que estar sobre las armas casi todo el tiempo y en el caso de los habitantes del interior, en la misma ciudad de Santo Domingo durante largos meses en que se temían fuertes ataques.
Esta tendencia hacia el fortalecimiento militar de Santo Domingo en hombres y recursos (continuación de la construcción de la muralla, aumento de la artillería pesada, fuerte de 5. Jerónimo, fuerte en la desembocadura del llama, etc. permitió la ampliación de las actividades de los bucaneros, quienes en las zonas más occidentales no encontraban ninguna resistencia, pero fue una política muy certera desde el momento en que evitó que la ciudad fuera víctima de un gran ataque, ya que con su caída el resto de la colonia no hubiera podido resistir a los enemigos.
Cambios Económicos en la Segunda Mitad del Siglo. La inseguridad general, la incertidumbre y las faenas militares profundizaron la crisis económica, consecuencia de la paralización de la navegación comercial y de la crisis general del Imperio Español.
Las Devastaciones fueron un factor, pero no el preponderante, en la crisis de la segunda mitad del siglo, si se exceptúa que permitieron el establecimiento de los enemigos, un aspecto importante en dicha crisis. Desde mediados de siglo desaparecieron las estancias agrícolas de ciertas dimensiones así como los pocos ingenios que habían sobrevivido. Los hatos ganaderos dejaron de ser lugares de crianza organizada para transformarse en lo fundamental en hatillos con muy pocas reses mansas cuya base central eran las monterías, es decir, los bosques donde se cazaban reses totalmente salvajes; incluso las fuentes registran que durante esta época, gran parte, de las tierras de pasto se vieron inundadas de bosques y se hicieron inservibles a la ganadería.
La miseria más espantosa se abatió sobre todos los habitantes de la colonia sin importar su condición social. Las personas disponían de muy pocos artículos manufacturados, viviendo muchas veces casi en estado de desnudez y, como consigna el Arz. Fernández de Navarrete, incluso las personas ricas iban a oir misa a la catedral en horas de la noche o la madrugada por la vergüenza que les causaban sus ropas hechas harapos. La gente vivía más bien de la cacería y de la recolección de bienes de la naturaleza, actitud que los endureció enormemente y los hizo hombres rudos, uno de los hechos que explican la inmensa capacidad combativa frente a los no menos rudos bucaneros.
La pobreza generalizada puso en crisis el régimen de la esclavitud. Desde el momento en que las estancias desaparecieron y los hatos se convirtieron en monterías no tenía "mucho objeto tener esclavos, o, si se les tenía, la vida de ellos era muy parecida a la de los amos.
Las relaciones de esclavitud se matizaron por el patriarcalismo más completo. Desde mediados del siglo desapareció eso completamente la propiedad de plantación esclavista. Por diversos medios muchos e "s se manumitieron. El estado de inseguridad y de guerra con bucaneros y filibusteros llevó a una alianza de blancos, pagros y mulatos de diversos sectores sociales contra el enemigo extranjero. La lucha de clase se redujo a una expresión atenuada, lo que no quiere decir que desapareciera, y la prueba está en que el Maniel de negros cimarrones siguió existiendo ininterrumpidamente.
La política de ganarse a los negros luego fue utilizada contra los franceses, pues a los esclavos huidos de la colonia vecina se les reconocía la libertad, lo que tenía por fin debilitar económicamente a los franceses y agudizar la lucha de clase de los esclavos de su colonia. De los escapados se formó el poblado de Los Minas, y los españoles se beneficiaron por un aporte demográfico muy necesitado.
El estado de guerra y la pobreza gestaron una tendencia al nivelamiento económico que constituyó la premisa objetiva para la alianza de esclavos y libres. Claro que las diferencias de clase no desaparecieron ni mucho menos, pero unas se borraron y otras disminuyeron en forma circunstancial. La explotación directa de los esclavos no tenía mucho sentido. Se tendía a la pequeña producción autosuficiente. De ahí la posibilidad de promoción social en los hechos de esclavos y libertos (y, repetimos, por ser tropa de choque en las cincuentenas) y la generalización del mestizaje por el acercamiento de los grupos sociales y étnicos.
La miseria del siglo XVII se agudizó debido a algunos desastres naturales que extrañamente se hicieron reiterativos. Claro que estos ataques de la naturaleza hubieran sido mucho menos severos de haber estado la economía y la sociedad en buenas condiciones, ya que en la miseria existente cualquier golpe era demoledor.
En esta época se produjeron varias epidemias de viruelas que redujeron extraordinariamente el número de la población, principalmente entre los negros esclavos. Esto, por supuesto, afecté mucho a la clase esclavista y al sistema de la esclavitud porque en esa época no entraban partidas de negros puesto que la navegación estaba interrumpida y no había dinero para pagar sus altos precios. Por ejemplo, en las epidemias de 1666 y 1669 se sabe que murieron unos 2,000 esclavos negros (la mayoría de los que quedaban).
Otro elemento fueron las plagas que afectaron enormemente a la agricultura y principalmente el producto que desde más o menos 1640 proporcionaba los ínfimos recursos de exportación, el cacao. Muchas esperanzas se hicieron los esclavistas en torno a este producto por los mercados que podía ofrecer México, pero después de varias plagas consecutivas, ya hacia fines de la década de 1660 en la isla no se cultivaba nada de cacao.
Los terremotos y los ciclones fueron igualmente muy devastadores. Algunos ciclones causaron tales daños que arruinaron toda la agricultura, principalmente los arbustos de cacao y los tubérculos de alimentación, provocando situaciones cercanas a la hambruna. Los terremotos se repitieron en estos años causando enormes daños a las edificaciones de la ciudad, daños que eran muy difíciles de reparar por el poco sustento económico de sus habitantes, dándose la situación de que la mayoría de las casas quedaron en condiciones ruinosas y se encontraban deshabitadas.
Cambios Demográficos y Culturales. Precisamente es a partir de esta época cuando se empieza a producir el fenómeno demográfico masivo de la mezcla de negros y blancos. No fue una simple mezcla biológica, para dar paso aplastantemente mayoritario al mulato, sino también una mezcla cultural en que las costumbres, las tradiciones y otros rasgos de ambos conglomerados se fundían para dar lugar a nuevos elementos que, con el tiempo, sirvieron de base a la formación de la nacionalidad dominicana.
Los elementos hispánicos y africanos se iban transformando para dar paso a rasgos culturales nuevos. Ya el arzobispo Fernández de Navarrete decía para 1683 que blancos puros había muy pocos y que la gran mayoría de libres. y aun de propietarios, eran de sangre mezclada. Ya sabemos que en el siglo XVI y parte del XVII la mayor parte de la población era de negros y de condición social esclava. En el siglo XVII el número de esclavos se hace francamente minoritario y la mayor parte de la población deja de ser de raza negra para pasar a ser mulata. La misma tendencia, aunque con algunas variantes, se observa en los tiempos posteriores hasta el final de la época colonial.
El notable desarrollo de la colonia vecina en su capacidad demográfica, económica y militar no era respondido en las proporciones necesarias por la colonia española. Como hemos visto, la colonia se encontraba en una profunda crisis de larga duración. La crisis se expresaba sobre todo en un descenso extraordinario de la población. Con toda probabilidad en la segunda mitad del siglo, la población normalmente no superaba las 10 mil personas. Ya hemos visto antes que en los momentos de mayor apogeo de la economía esclavista azucarera, a mediados del siglo XVI, la colonia contaba con unos 25,000 esclavos negros, más unos 7,000 libres entre blancos, mulatos e indios. La reducción en el siglo XVII de la población era verdaderamente alarmante y Desde la primera mitad del siglo se había planteado tanto en la Audiencia de Santo Domingo corno en la corte que el único medio de parar el avance de los extranjeros en el occidente de la isla era repoblando los lugares deshabitados por las Devastaciones. Pero esto no se hizo por la debilidad militar, económica y demográfica de la colonia. Cuando se quiso hacer ya era tarde porque los extranjeros estaban firmemente establecidos en las costas occidentales. Lo más que se logró fue recobrar algunos territorios e impedir la caída completa de la colonia a manos del enemigo.
Lo más importante de la política de fines del siglo consistió en el fomento de la colonización de las tierras interiores de la isla por parte de canarios, a los cuales se les otorgaban cantidades apreciables de tierras, ganado, subsidios de mantenimiento durante más de un año, transporte gratuito, exenciones de impuestos, etc; Los canarios, aunque el principio fueron víctimas de la miseria generalizada en la isla, por lo que gran parte de ellos moría al establecerse, tuvieron una enorme importancia en los últimos años del siglo XVII y en la primera mitad del siglo XVIII al proporcionar una base demográfica nueva a la colonia que permitió a la larga cierto restablecimiento de la economía. En lo inmediato, los canarios impidieron que la población desapareciera de la colonia posibilitando el mantenimiento de su existencia.
Conjuntamente, la Audiencia estimuló el establecimiento de hatos y caseríos en ¡as zonas antaño afectadas por las Devastaciones de Osorio que todavía no habían sido ocupadas duraderamente por los bucaneros.
Los habitantes de Santiago de los Caballeros empezaron a fundar hatos en la actual línea Noroeste. Desde el Sur volvió, a fundar una nueva villa llamada Guaba, después denominada Hincha en la zona más próxima a los establecimientos franceses. Con el tiempo, estas nuevas aldeas y las nuevas superficies de tierra explotadas, fueron reforzadas por los canarios que eran destinados a esas regiones, con los cuales posteriormente se fundaron Dajabón, Monte Cristi y otros centros españoles cercanos a los franceses.
El Poblamiento de las zonas limítrofes a los franceses constituyó un verdadero valladar humano que, aunque débil, fue suficiente para contener el hasta entonces irresistible avance francés. En general las personas que emigraron a estas regiones eran de condición social baja y se vieron incentivadas por el hecho de que se les hacía propietarias y se les concedían grandes facilidades en zonas vírgenes. Se organizaron en cincuentenas que ofrecían una resistencia feroz a los franceses e incluso llevaban la guerra a sus mismos boucans y nacientes haciendas en busca de pillaje.
Consolidación de la Colonia Francesa. En sus inicios el establecimiento de La Tortuga no estaba bajo la soberanía de ningún país. En él se reunían aventureros y piratas de diversos países, principalmente ingleses y franceses. En la década de los 40, los franceses se apoderaron de La Tortuga gracias a Levasseur, quien fue nombrado gobernador del establecimiento por la autoridad francesa en el Caribe. Levasseur era hugonote (protestante) y actuaba con gran autonomía, por lo que las autoridades francesas lo sustituyeron por otro gobernador y fue asesinado en una conspiración.
La Compañía de Indias Occidentales era una de las poderosas compañías mercantiles formadas en Francia bajo la protección directa del Estado, de acuerdo a la política mercantilista que estaba en su máxima expresión entonces, bajo la gestión del Colbert, ministro de finanzas, de Louis XIV, política concebida en el contexto del expansionismo militar francés y de intentos de desarrollo del capitalismo. Uno de los aspectos sobresalientes del mercantilismo era la creación de compañías monopólicas, ligadas al Estado, concesionarias de grandes privilegios y subsidios.
En virtud de ello, la Compañía representada por D" Ogeron recibió el poder de monopolizar el comercio externo de la incipiente colonia. Así, las grandes ganancias del establecimiento pasaron a ser acaparadas por la burguesía francesa. Los bienes pillados en ataques piratas, los esclavos negros traficados, el transporte de los esclavos blancos temporales (engagés), la compra de las pieles a los bucaneros, la compra del tabaco de los primeros habitantes y el suministro a la colonia de mercancías manufacturadas eran todos renglones básicos monopolizados por la Compañía.
Página siguiente |