"Para educar a un niño se necesita un pueblo entero" . La tarea singular de educar a una persona es una responsabilidad compartida por todos: la familia, la escuela, la sociedad. Por lo tanto, cualquier intento de mejorar la educación requiere el compromiso simultáneo de todos esos protagonistas. Lo expresó muy bien Daniel Filmus: "Sin la escuela , no se puede, pero la escuela sola, no puede".
Es fundamental la actitud de la sociedad en su conjunto frente a la educación. La situación actual sólo podrá mejorar si un número creciente de personas logra comprender que la educación encierra la única esperanza de conseguir personas más completas y economías más competitivas así como sociedades democráticas más responsables y justas. Se debe establecer un nuevo contrato con la escuela poniendo énfasis en el conocimiento concreto, mejor educación para más gente y jerarquización del trabajo docente en vistas a un futuro con más equidad y garantías democráticas para nuestros niños, jóvenes y para el conjunto de la sociedad.
El Dr. Juan Carlos Tedesco en su escrito "Un sistema, una pedagogía y una gestión que orienten el camino hacia una educación superadora" explica que la crisis actual que vivimos (producida por las transformaciones en la organización del trabajo, las transformaciones en la política y la cultura) está haciendo perder importancia a todas aquellas instancias formadoras de nuestra identidad a nivel nacional y personal que nos indican quiénes somos y en estas cuestiones los valores ocupan un lugar fundamental. Antes los recibíamos de la familia pero la familia actual es muy distinta a la que era hace cincuenta o cien años atrás ya que cambió su composición, el carácter de los vínculos que la definen y además ha cambiado la familia como institución transmisora de valores. Está en crisis la idea misma de transmisión. La familia se ha democratizado y hoy hay mucho más "intercambio" que transmisión. Hay intercambio de opiniones, de maneras de ver o sentir pero no de transmisión porque ésta supone la aceptación de cierta asimetría y de cierta autoridad. La familia actual tiene una tendencia a transformarse en una institución donde se intercambia, negocia, discute, donde la autoridad tiene que ser conquistada y no existe naturalmente.
"Ser padre es construir una vida nueva no sólo en el otro ser, sino también en la propia conciencia y en la propia dimensión de humanidad de la persona que ejerce la función paternal. La paternidad es en definitiva, una experiencia que mejora y dignifica a los dos protagonistas del vínculo: al que forma y al que es formado"
"Educar implica transmitir una visión del mundo y supone, al mismo tiempo, poner límites, marcar un hasta aquí".
"Asumir la responsabilidad paternal de una manera rígida o deshumanizada significa tratar al hijo como un objeto y no como una persona. Ser padres, obviamente, es otra cosa. Ser padre es transmitir un modo de ver la vida y fijar las pautas y límites de comportamiento."
Además hay que tener en cuenta que los niños entran muy tempranamente a otras instituciones distintas a las familias. Los adultos significativos son otros y la carga afectiva con que se transmite la socialización primaria es distinta.
Entonces ¿cuál es el papel de la escuela y los docentes frente a este niño que se está formando en estas condiciones?
Existen dos grandes pilares en la educación que son: "aprender a aprender" y "aprender a vivir juntos". El primero sintetiza todo lo que tiene que ver con el campo cognitivo, con el desarrollo de la inteligencia, con el desarrollo de la capacidad para comprender el mundo para entenderlo y movernos en él. El segundo, "aprender a vivir juntos" refleja todo lo que tiene que ver con los objetivos sociales de la educación, vinculados a la cohesión social, lo que nos une con los demás.
Cuando se hace referencia a "aprender a aprender" no se refiere a la transmisión de conocimientos con el consiguiente desarrollo de la inteligencia como se creía antes. Frente a los cambios y la renovación de los conocimientos estamos obligados a aprender en forma permanente. Por lo tanto lo que debe enseñar la escuela es "el oficio de aprender que no es lo mismo que el oficio de alumno".Se hace necesario el dominio de las operaciones cognitivas que están detrás del proceso de aprendizaje y que permiten acceder, entender, analizar la información, recreándola y renovándola. Esto modifica el papel del educador que se transforma en guía, acompañante cognitivo y también modifica los valores que están vinculados con el aprendizaje. De este proceso de aprender a aprender se deducen una serie de valores que son muy importantes y que están muy ligados a la tarea del aprendizaje: la curiosidad, el esfuerzo, la constancia, la sistematicidad, entre otros. Es muy importante que las escuelas y educadores tengan en cuenta dichos valores en la tarea misma del trabajo escolar (la única forma de transmitirlos es aplicándolos en la práctica cotidiana).
En cuanto al "aprender a vivir juntos", es necesario recuperar la idea de escuela como espacio de socialización relativamente artificial donde podemos programar las actividades de aprendizaje que tienen lugar en ese espacio. Si queremos promover la solidaridad no podemos ajustarnos a las demandas que vengan de afuera, tenemos que compensar con experiencias de socialización escolar los déficits que existen fuera de la escuela. Si allí predomina el individualismo y la competencia salvaje, dentro de la escuela tenemos que construir espacios de trabajo en equipo, de colaboración, de respeto por el otro, de encuentro con el diferente. Es decir, "hacer de la escuela un espacio diferente".
Por otra parte no se puede pretender transmitir visiones únicas. Vivimos en una sociedad compleja, democrática, donde el respeto a la identidad de cada uno es fundamental de manera que no se trata de "transmitir valores sino de transmitir la capacidad de construir valores, la capacidad de elegir, de tomar decisiones".
Es fundamental tener el sentido de nuestra función como docentes dentro de la escuela, es decir, ser conciente del sentido de para qué estoy haciendo lo que estoy haciendo. Es necesario transmitir a las nuevas generaciones la capacidad para que definan su proyecto de vida.
"Hoy el sentido de nuestro trabajo es crear sentido, es crear la capacidad de que nuestros alumnos sepan para qué están, sepan a dónde quieren ir y qué proyecto de vida quieren tener".
Daniel Filmus también habla sobre la situación de la escuela y cómo ésta es fuertemente cuestionada por la sociedad. La escuela como institución ha perdido su vigencia en este mundo globalizado de cambios científico-tecnológicos continuos, permanentes.
"La escuela imaginada por Dewey como la locomotora que conduciría a la sociedad hacia el desarrollo y el progreso ilimitados se ha transformado en el furgón de cola que va a la saga de los cambios de la época"
"Muchas veces nos sentimos inmersos en instituciones que parecen dinosaurios en la época del satélite, el microchip y la realidad virtual".
Pese a las opiniones de algunos autores que indican que la institución educativa puede ser reemplazada por los medios de comunicación y que el trabajo docente personalizado se podrá sustituir por redes como Internet, los trabajadores de la educación están convencidos de que esto no es así (aunque muchas veces no tienen los elementos para argumentar y sostener su idea).
El docente siente que fue preparado para un mundo de certezas y debe educar para un mundo donde predomina la incertidumbre y el cambio. Vivimos en un escenario donde se transforman ciudadanos en consumidores, compañeros en competidores, trabajadores en marginados y se tiende a impedir la posibilidad de construir identidades y proyectos comunes. ¿Cuál es, entonces, el papel de la escuela en un mundo con estas características? ¿Qué hacer con una institución que se sustenta en el trabajo con tiempos prolongados, en la profundidad del compromiso con la distribución y construcción de valores y conocimientos, en el esfuerzo dedicado a la incorporación de todos los niños en una sociedad más integradora? Sin lugar a dudas es necesario hacer una transformación.
Al augurar el fin de la escuela se está haciendo referencia a la desaparición de uno de los únicos espacios públicos que trabajan por la integración frente a las fuertes tendencias hacia la exclusión. No existe otra institución que sea la escuela y que esté en condiciones de crear, recrear y transmitir los saberes y valores que se requieran para la integración social.
La escuela frente a este nuevo mundo con nuevas demandas no debe resistir ni copiar. De nada sirve resistir sosteniendo un modelo pedagógico que no da cuenta de los cambios ni tampoco se puede mimetizar con el contexto imprimiéndole la velocidad de un medio que parece moverse por los dictámenes del mercado. La escuela debe encontrar el equilibrio, recuperar su sentido y colocarse a la altura de las necesidades actuales, no puede quedarse en la historia. Su compromiso con el pasado se afirma al brindar los saberes acerca de nuestros orígenes y nuestra evolución que permita forjar la identidad para poder comprender los procesos sociales actuales y proyectar un futuro.
La escuela ya no puede ser la transmisora de contenidos enciclopédicos y los alumnos meros receptores y repetidores pero sí puede dotar a los alumnos de la capacidad para recurrir a la información cuando sea necesario. La escuela no puede moverse a la velocidad de los cambios y la información renovada y constante. Pero sí puede brindar los elementos y competencias que le permitan el procesamiento, la interpretación y la lectura crítica de la información.
La escuela ya no puede garantizar el empleo, pero sí la empleabilidad en un mercado laboral cada vez más selectivo. La institución educativa debe asegurar la distribución democrática de las competencias que se requieren para asegurar la igualdad de posibilidades en el mundo del trabajo.
La escuela no puede formar en la última tecnología pero puede brindar una educación tecnológica que permita comprender la evolución de los procesos productivos, adaptarse a los cambios y potenciar la capacidad de aprender a aprender.
La escuela no es la única formadora para la ciudadanía pero a través de gestiones democráticas, prácticas participativas y desarrollo de capacidades que permitan comprender los procesos sociales puede brindar las condiciones para un protagonismo activo.
Para que estas transformaciones sean posibles son indispensables el perfeccionamiento docente, mejorar las condiciones institucionales (promoviendo mayores niveles de autonomía y creatividad, generando la oportunidad del trabajo grupal y el aprendizaje permanente) y la jerarquización de la tarea docente, a nivel salarial y profesional, garantizando la posibilidad de una vida digna, una dedicación real al perfeccionamiento y una revaloración social que permita recuperar el prestigio frente a la comunidad.
Por lo tanto, lejos de tender a su desaparición, la escuela con estas características tiene una función insustituible y los docentes se encuentran frente a un gran desafío: "formar democráticamente y sin exclusiones a hombres y mujeres con las capacidades necesarias para imaginar, diseñar y construir sociedades en donde primen los valores de la paz, la tolerancia, la justicia y la igualdad."
Entonces, ante la transformación de la institución educativa ¿qué debe enseñar la escuela? Hay que tener en cuenta que el docente ya no puede ser sólo el transmisor de conocimientos que deben ser rigurosamente memorizados ni dichos conocimientos presentarse en forma fragmentada, descontextualizada y desvinculada de los interese y preocupaciones de sus alumnos. Por otra parte y como se mencionó anteriormente, el vertiginoso avance de los conocimientos científicos y la lentitud en la transformación de los contenidos escolares hacen que las informaciones transmitidas se conviertan en obsoletas rápidamente. Esto nos da cuenta de que gran parte de lo que se enseña sólo tiene vigencia dentro de la escuela. Afuera existe otra realidad en la que un conjunto de procesos naturales, tecnológicos y sociales llaman la atención de niños y jóvenes y les despiertan interrogantes a los que muchas veces la escuela tradicional no puede responder.
La escuela no puede quedar al margen de estas transformaciones. La Conferencia Mundial de Educación para Todos, organizada por la UNESCO y la UNICEF en Tailandia, debatió acerca de qué conocimientos debe transmitir la escuela y llegó a la conclusión que deben ser un conjunto de herramientas y contenidos que permitan desarrollar una vida plena y digna; estos saberes varían de acuerdo a cada país, región o cultura y cambian con el transcurso del tiempo. Además hubo un gran consenso en que el papel de la escuela debía estar centrado en el desafío de generar competencias que favorezcan la participación social, responder creativamente a las demandas cambiantes, identificar y resolver problemas, evaluar los resultados obtenidos, comprender información, dominar las habilidades necesarias para el trabajo grupal y sostener una predisposición para adaptarse a los cambios continuos. Para lograrlo son imprescindibles dos condiciones: por un lado que las tendencias hacia la transformación en el ámbito educativo sean sostenidas en el tiempo y por otro que es necesario el apoyo del conjunto de los sectores de nuestra comunidad ya que la escuela sola no puede.
Teniendo en cuenta las distintas lecturas se puede distinguir que Daniel Filmus tiene una visión más optimista, más abierta y renovadora frente a los cambios y las nuevas demandas. Propone que la institución escuela, debe transformarsede acuerdo a las nuevas demandas sociales.
Guillermo J. Etcheverry presenta tendencias más tradicionales y centra más la problemática en el niño (falta de interés, esfuerzo y bajo rendimiento), fuera de la escuela: en la falta de compromiso del Estado y la familia y cómo ésta está dejando de lado sus funciones como institución básica de socialización primaria.
El Dr. Julio Tedesco hace hincapié en los valores y al cambio de la familia como institución, el papel de la escuela con todas sus funciones y con especial atención trabajando con dichos valores que antes eran enseñados por la familia.
Si bien cada uno de los autores tienen distintas visiones sobre la situación, coinciden entre otros aspectos, en resaltar el sentido y la importancia de la educación y la escuela como pieza fundamental, indispensable y la necesidad de revalorar el rol docente para lograr el desarrollo de niños, jóvenes y por ende el desarrollo de la sociedad.
Conclusión
Es evidente que los padres tienen excesivas demandas hacia la escuela que no están relacionadas con sus funciones principales prevaleciendo aún más las necesidades sociales que las específicamente educativas escolares.
Estas exigencias están depositadas en la escuela pero no son recíprocas, a pesar que las propuestas que brinda la institución escolar en la mayoría de los casos resultan interesantes no se evidencia compromiso con la institución escolar.
Sin lugar a dudas esta situación influye en las cuestiones pedagógicas porque el docente se corre de su rol de ser quien enseña, acompaña, guía para ser el que protege, consuela, contiene y alimenta. He aquí una situación confusa que no ayuda a que el niño aprenda más y mejor. La sociedad necesita sanearse. Si todos jugáramos a "Antón Pirulero, cada cual atiende su juego", la situación cambiaría. Cada uno debe cumplir sus funciones. Los padres, marcando los límites que organicen la vida de sus hijos, desarrollando sus hábitos primarios y enseñando los valores básicos fundamentales que guíen la vida de sus hijos.
Por su parte la escuela debe ofrecer una educación de calidad, atendiendo la diversidad, las necesidades de la comunidad, las necesidades individuales, con igualdad de oportunidades para todos. Se hace inminente reivindicar la profesión docente. El maestro debe recuperar el saber, perfeccionarse y a la vez nutrirse de las experiencias. Se debe establecer la relación profesional trabajador que implica desmitificar el ideal apostólico y recuperar la dimensión intelectual.
Consideramos que la escuela debe transformarse, porque la sociedad se ha transformado y sigue haciéndolo, pero creemos que ésta es una necesidad que surge y se palpa desde adentro, desde la escuela, porque es allí donde se evidencian las dificultades y problemáticas.
Es fundamental que todos los integrantes de la comunidad escolar participen en el análisis de la problemática para que entre todos se busque la solución, abordando la misma a través de las estrategias más adecuadas, tendiendo a mejorar la relación entre la escuela y la familia logrando así el compromiso de todos. Una alternativa podría ser a través de técnicas de investigación–acción-participativa en las que toda la comunidad se involucra por ejemplo en la realización del PEI o en la toma de decisiones importantes frente a las problemáticas que surjan.
Los padres demandan, los maestros resisten y los chicos… a pesar de todo subsisten, pero lo justo, lo conveniente y necesario sería que se formen integralmente con vocación nacional, proyección regional, continental y visión universal. Que se realicen como personas en las dimensiones cultural, social, estética, ética y religiosa, acorde con sus capacidades, guiados por los valores de vida, libertad, bien, paz, solidaridad, tolerancia, igualdad y justicia. Capaces de elaborar su propio proyecto de vida, siendo ciudadanos responsables, protagonistas críticos, creadores y transformadores de la sociedad, defendiendo las instituciones democráticas y el medio ambiente.
Por último y frente a esta problemática abordada consideramos que no debemos bajar los brazos. Como dice Javier Serrano Ruiz "El trabajo en educación se basa en la esperanza. Quien no ve futuro posible no encuentra sentido alguno en la formación de los jóvenes. Educar es una tarea de esperanza, porque significa creer que las generaciones jóvenes y venideras tendrán un lugar en el mundo".
"Como programa, la desesperanza nos inmoviliza y nos hace sucumbir en el fatalismo donde no es posible juntar las fuerzas indispensables para transformar el mundo. No quiero decir que por ser esperanzado, atribuyo a mi esperanza el poder de cambiar la realidad. Mi esperanza es necesaria pero no es suficiente. Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea y titubea. Los educadores precisamos de la esperanza crítica, como el pez necesita del agua no poluida".
Paulo Freire
NOTAS
Jaim Etcheverry, Guillermo:La tragedia educativa, página 11
2 Blejmar, Bernardo, apuntes de cátedra: Gestión y conducción de proyectos en contextos socio-económicos desfavorables.
3Proverbio chino.
4 Jaim Etcheverry, Guillermo : Op. Cit., página 140
5:Jaim Etcheverry, Guillermo: Op. Cit., página 140
6 Jaim Etcheverry, Guillermo: Op. Cit., página. 148.
7 Proverbio africano
8 Estudios realizados por el Banco Mundial señalan que la persistente desigualdad y la baja calidad caracterizan los sistemas de educación básica en América Latina. Las desigualdades en educación (acceso a la escuela, disposición, calidad de la enseñanza y resultados del aprendizaje) perpetúan las desigualdades en la sociedad y en los ingresos y contribuyen a hacer de América Latina y El Caribe una de las regiones del mundo con más elevada desigualdad.
9 Director del Instituto Internacional de planeamiento de la Educación (UNESCO)
10 Informe de la Nación , Buenos Aires, 19 de septiembre de 2004. Ver anexo.
11 Tedesco, Juan Carlos. Valores, pensamiento crítico y tejido social. Página 20.
12 Tedesco, Juan Carlos. Op. Cit Página 23.
13 Tedesco, Juan Carlos. Valores, pensamiento crítico y tejido social, página 23
14 Filmus, Daniel. Una escuela para la esperanza, página 20
15 Filmus, Daniel. Op. Cit., página 20
16 Filmus, Daniel, Op.Cit., página 24
BIBLIOGRAFÍA
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BLEJMAN, Bernardo: Apuntes de cátedra, módulos de Gestión y conducción de proyectos en contextos socio-económicos desfavorables.
DESSEIN, Daniel: "Reinventar la Argentina", Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2003
Filmus, Daniel: "Una escuela para la esperanza", Ed. Temas, Buenos Aires, 2002
JAIM ETCHEVERRY, Guillermo: La tragedia educativa", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000
martiñá, Rolando: "Escuela y familia, una alianza necesaria", Ed. Troquel, Buenos Aires, 2003
RUIZ, Javier S: "Revista Iberoamericana de Educación" N° 17, 1998
Sierra Bravo, R: "Técnicas de investigación social", Ed. Paraninfo, 1999
TEDESCO, Juan Carlos: "La educación. Valores, pensamiento crítico y tejido social", YMCA, 2003
DATOS BIOGRÁFICOS DE LAS AUTORAS:
Scibona, Ana María:
argentina, nacida en la Ciudad de Buenos Aires.
Docente en educación primaria con veintidós años de antigüedad en el área.
Títulos:
Profesora para la enseñanza primaria
Técnica Superior en conducción y administración educativa
Mediadora Preventiva en adicciones
Especialización en intervención pedagógica –didáctica en contextos de pobreza
Técnica en Computación educativa
Papel, Graciela Clara
Argentina, nacida en la Ciudad de Buenos Aires
Docente en la educación primaria con veinte años de antigüedad en el área.
Títulos:
Profesora para la enseñanza primaria
Técnica Superior en conducción y administración educativa
Mediadora Preventiva en adicciones
Especialización en intervención pedagógica –didáctica en contextos de pobreza
Especialización en prevención primaria de la salud escolar
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