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Dinámica familiar-escolar en la educación del niño


Partes: 1, 2

    1. Fundamentación – Resumen
    2. Desarrollo
    3. Notas
    4. Bibliografía

    Fundamentación – RESUMEN

    Las relaciones entre la familia y la escuela son un tema fundamental que abarca dos pilares esenciales de la vida de los niños: el ámbito donde se inicia el aprendizaje de la vida y el descubrimiento y desarrollo de la personalidad. Las experiencias de la infancia marcan el futuro del individuo y de ellas dependerán la vida adulta.

    Lograr que toda la comunidad educativa sea partícipe activa de la acción educativa supone un desafío y en ello está en juego el hecho que la educación sea de calidad, de cara a un hombre nuevo.

    La educación es una cuestión social y persona. Es una responsabilidad principalmente de los padres, como primeros educadores y luego complementada, sistemáticamente por los docentes. "La educación es una preocupación de todos".

    ¿Pero, por qué no se muestran escuela y familia como partícipes de una actividad de colaboración como sería lógico esperar? ¿Por qué se enfrentan como rivales como si la tarea de educar fuera un juego de competencia? ¿Por qué si es obvio que sería recomendable colaborar, ya que ambos tienen un difícil trabajo en común, cuesta tanto hacerlo?

    Se vive la paradoja de una confianza extrema en la institución educativa como correctora de todos los vicios, como formadora de valores, brindando asistencia alimentaria, sanitaria, formadora de habilidades y competencias y demás funciones que se le adjudican pero se convive con la minusvaloración del oficio-profesión del rol del docente.

    Resulta preocupante, además, las cuestiones sobre la autoridad, los límites y la credibilidad de los docentes y alumnos. Frente a los conflictos surgidos los maestros recurren a los padres, quienes, comúnmente, aseguran creer en la palabra de su hijo que por supuesto "no miente" desprestigiando y desautorizando la palabra del docente, que no siempre tiene la razón; pero en lugar de sentarse, conversar entre adultos, escucharse y ponerse de acuerdo, de antemano ambas partes se acorazan y plantean sus cuestiones sin llegar así a resolver de fondo los conflictos o costando gran esfuerzo poder buscar una solución a los mismos.

    Siendo la escuela y la familia los dos ámbitos esenciales responsables de la educación de los niños y jóvenes es fundamental restablecer los lazos y la cooperación mutua necesaria para el logro de una educación integral de calidad y el desarrollo de ese niño o joven.

    DESARROLLO

    Según Jaim Etcheverry "Las demandas sociales en relación con la escuela son cada vez más exigentes y cubren un espectro tan vasto de cuestiones que la institución corre el riesgo de perder la noción de cuál es su objetivo central. Al mismo tiempo, los ejemplos familiares y sociales, en lugar de estimular a los niños y jóvenes a entusiasmarse con la tarea del aprendizaje, los desalientan desvalorizando el logro educativo en un ambiente en el que permanentemente, se falta el respeto al intelecto".

    Por otra parte la educación actual privilegia lo "útil", la dimensión inmediata, redituable e instrumental de lo aprendido. El imperativo contemporáneo de lograr que todas las experiencias sean divertidas anticipa el ocaso del esfuerzo que, necesariamente está vinculado al aprendizaje, convirtiendo a la enseñanza en un espectáculo. Las expectativas desmedidas cifradas en el aporte de la tecnología al proceso de la educación contribuyen a desplazar el interés por el desarrollo de los mecanismos de pensamiento complejos ligados a la reflexión (los que estimula la lectura, por ejemplo) hacia aquellos vinculados con la simple contemplación de imágenes y las operaciones sencillas.

    La pretensión de transformar la escuela en una institución en la que se busca igualar al alumno con el maestro no hace sino contribuir al eclipse de la autoridad, que también se vive en la familia, y a la generación de violencia cuando se elimina la noción de límite.

    En la escuela se deberían refugiar las herramientas que permitan a los niños y jóvenes convertirse en ciudadanos responsables comprendiendo de donde vienen, compartiendo la diversidad y disfrutando de la grandeza que encierra la educación.

    El descuido de la educación por parte del Estado así como el bajo rendimiento académico de niños y jóvenes reflejan una profunda modificación en las expectativas que la sociedad deposita en la escuela.

    "Es el conjunto de una sociedad y un poder de gobierno que la represente el que diseñará y aplicará las políticas sociales y económicas que generen condiciones necesarias para el desarrollo de una educación de calidad distribuida equitativamente entre todos los sectores de la sociedad".

    En el pasado se consideraba que el objetivo de la escuela era transmitir conocimientos en un ámbito donde se compartían los valores enseñados por la familia. Hoy esta situación ha cambiado muchísimo. Las expectativas de nuestra sociedad sobre los logros académicos de los estudiantes son muy modestos. La escuela ha asumido la responsabilidad de numerosas tareas vinculadas al proceso de socialización. La asistencia social centrada en la alimentación, desempeña un papel importantísimo en las escuelas de los grupos más carenciados. Las familias de niveles más favorables buscan en la escuela un buen ambiente para sus hijos al mismo tiempo que ponen énfasis especial en la actividad deportiva sin olvidar los conocimientos que se han convertido en indicadores actuales de status: el inglés y la computación. Una investigación realizada por el Ministerio de Educación de la Nación demuestra que los padres consideran que el principal objetivo hacia el que debería orientarse la educación media es evitar que los jóvenes se inclinen por la droga o el delito (22,4%) , preparación para el trabajo (22%) , brindar información (12%), desarrollar habilidades para resolver problemas (8%) y estimular el aprendizaje (8%). Es decir que se deposita un mayor interés en que la escuela resuelva problemas sociales y los aspectos relacionados con el intelecto quedan relegados. Al percibir que las expectativas de sus padres con respecto a la escuela no están tan directamente ligadas a su desempeño académico, los niños y jóvenes terminan por ser indiferentes a los logros vinculados a ese campo e , inclusive , por despreciarlos.

    Otra noción que se ha perdido es que aprender es un trabajo, una tarea nada sencilla que requiere esfuerzo y dedicación. Allí interviene el docente, que con su conocimiento y experiencia guía al alumno en esa tarea y sobre todo lo interesa en emprenderla.

    "Los maestros abren la puerta, tú debes entrar por ti mismo".

    El maestro no debe pretender divertir, sino abrir la puerta despertando inquietudes en el alumno estimulándolo para lograr que se dedique al "trabajo" de aprender.

    ¿Pero qué ocurre con estos niños y jóvenes que todo lo pueden? Actualmente las reglas, las estructuras y los límites sucumben ante el avance de los derechos de los adultos y los niños. "Éstos reciben responsabilidades de grandes por parte de padres que se infantilizan". En épocas de igualitarismo, los chicos gozan de una autonomía que ha convertido en tabúes la disciplina y el castigo. Hay que enseñar a los niños que no todo les resultará posible. "Quien quiera preparar adultos para este mundo debería estar dispuesto a asumir la incomodidad de decir no". Para poder construir sus biografías personales distinguiendo entre el bien y el mal, la realidad y la fantasía los niños necesitan modelos maduros.

    Cuando padres y docentes se colocan en el mismo nivel, el niño se siente desamparado, sin seguridad, sin figura con la que pueda identificarse y buscan muchas veces llamar la atención con conductas agresivas. Por otro lado los padres transfieren a la escuela responsabilidades de las que abdican, pero luego ante la crisis, desautorizan a los maestros.

    Los niños que deberían aprender, sobre todo, con el ejemplo de los adultos, hoy desarrollan una vida hogareña independiente. Al consentir este aislamiento, se priva a los chicos de la posibilidad de la confrontación generacional, esencial para su crecimiento. Se está perdiendo el arte de educar, que debería ser ejercido esencialmente por la familia con el apoyo de la escuela y que consiste en transmitir los valores fundamentales de la convivencia humana. Es necesario marcar, señalar el camino, para que cada uno lo recorra por su cuenta. Amor, libertad y norma deben conjugarse para lograr una buena educación.

    Los alumnos deben percibir que la escuela está firmemente unida al respeto por las reglas dentro de la institución, por el respeto por el otro, por el docente y por la cultura que transmite, el respeto entre los alumnos y por las distintas instituciones entre sí como la familia y la escuela.

    "El respeto es tan poderoso como la violencia. Tanto que , es más fácil imponerse a través de él que mediante la violencia".

    Entonces ¿para qué los maestros? Son los docentes los que encierran la clave del aprendizaje.

    El filósofo español Fernando Savater explica de esta manera la función del maestro:

    "Quien pretende educar se convierte en cierto modo en responsable del mundo ante el neófito, si le repugna esta responsabilidad, más vale que no estorbe. Hacerse responsable del mundo no es aprobarlo tal como es, sino asumirle conscientemente porque es y porque sólo a partir de lo que es puede ser enmendado".

    Pero sin lugar a dudas vivimos un desprestigio creciente de la profesión docente, expresada claramente por la escasa remuneración recibida y la falta de valoración por parte de niños, jóvenes y la sociedad en general. Estas cuestiones unidas a los cambios permanentes y la presión por el perfeccionamiento continuo hacen que el capital docente se agote en cantidad y calidad. Se critica muchas veces (con o sin razón) la calidad de los docentes pero si se mantiene esta situación de desprestigio social en que ha caído la labor educativa muy pocos estudiantes exitosos elegirán la carrera docente como medio de vida.

    Resulta indispensable que los argentinos se preocupen por lo que les ocurre a los maestros, sólo así se podrá garantizar el cambio de rumbo en nuestra educación. Si los docentes no pueden vivir dignamente de su trabajo resultará imposible mejorar la calidad de nuestro sistema.

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