Estructura politico-religiosa de los aborígenes de talamanca (página 2)
Enviado por Alberto Sibaja �lvarez
Contraparte inseparable de Sibö: soberano del cielo. Surá es la guardiana de las semillas del maíz que simbolizan el ser o alma del indio.
El reino de Surá es subterráneo, porque en las entrañas de la tierra es donde se gesta todo origen.
En la mitología Bribrí se representa a veces de forma masculina y casi siempre de forma femenina. Surá posee el don de la multiplicidad. Básicamente existen 8 Surá: cuatro femeninos y cuatro masculinos. Virtualmente son incontables pues cada ser humano posee el suyo propio.
Como entidad masculina Surá es el padre de Iriria, la niña tierra. Como entidad femenina es la tierra misma, útero de toda vida.
Surá es la primera reina madre, la primera abuela, el primer ser femenino.
Es la gran maestra de la humanidad, en ella se conjuga el principio de todas las cosas.
Cuentan los sabios ancianos de Talamanca que conforme Surá produce los cantaros, estos emiten lindos y distintos sonidos, las melodías representan cualidades humanas tales como: trabajador; inteligente; aguerrido; bondadoso etc.
Solo los chamanes que saben ver, conocen el acabado de la vasija y pueden escuchar sus armonías.
Si bien Sibö crea la humanidad, Surá es quien le da la forma. Por esta razón la gran diosa del reino interior es representada como una excelsa artesana o alfarera, pues desde sus hondos dominios, edifica a los seres humanos, dándoles la forma de vasijas o cantaros de barro. Su divina manufactura comienza inmediatamente después de la concepción, continúa aun luego del nacimiento y su obra puede durar hasta la muerte misma del indio.
Cuando la persona muere, regresa al lugar de su artesana, al reino uterino, protector y subyacente de Surá, donde está el origen y paraíso del indio. Ellos lo nombran Surakaska: la esfera del último destino y del primer inicio, el centro de la esencia espiritual de todos los seres. De aquí el gran Sibö trajo las semillas de maíz con las cuales creo a la humanidad. De Surakaska emerge toda creación y todo lo creado sobre el haz de la tierra retornará al reino de Surá.
USEKOR: El Chamán supremo
Es el máximo representante de la tribu. Por encima de su alta jerarquía, solo está Sibö-Surá (Dios) Recibía absoluta obediencia de todas las tribus y clanes. Ningún rey, por mas poderoso y temido que fuese, estaba por encima del insigne Usekör.
Pese a que existió "El consejo de los grandes chamanes" llamado Usekorpa en lengua aborigen, solo podía existir un gran chamán al mando de las tribus. Su cargo fue vitalicio, luego de su muerte el consejo elegía a su sucesor. Por ello los conquistadores españoles llamaron de forma peyorativa al Usekör: "El Papa indio"
Este extraordinario chamán tiene fama de gran sanador, pese a ello el Usekör no da tratamientos personales a ningún individuo, esta labor esta asignada a los awa (médicos). Su función es prevenir, velar, atender y proteger a la colectividad indígena de forma conjunta y no individual.
Según la tradición aborigen, este incuestionable líder, manifiesta su extraordinario poder cuando se presentan amenazas a la sociedad indígena, tales como guerras, hostilidad departe de extranjeros, epidemias, plagas, catástrofes naturales, hambre o cualquier otra calamidad comunitaria.
Es un hombre tabú. A la gente común, ni siquiera a la nobleza, se le permite relacionarse directamente con este héroe sagrado. Únicamente el jefe de los chamanes (Tsokor) puede conversar con él cara a cara.
La mitología talamanqueña es extensa al describir los extraordinarios poderes mágicos de estos personajes únicos.
El Usekör tiene gobierno sobre los elementos, puede hacer temblar la tierra, llover las nubes, crecer los ríos, desatar los vientos, domeñar el fuego y, subyugar demonios. Conoce el lenguaje de las piedras y sabe hablar con los espíritus. Posee el don de la metamorfosis, se transforma a voluntad en diferentes animales selváticos, principalmente en jaguar, serpiente y lagarto. Son los únicos que pueden enfrentar a los demonios que escapan de sus reductos.
En defensa de su pueblo han provocado grandes inundaciones. Se les atribuye el desastre que sufrió la United Fruit Company en 1935, cuando desbordaron los ríos, que con su furioso torrente arrasaron con todas las cosechas de la transnacional, amen de sus puentes, rieles, trenes y bodegas. Cuando la avaricia blanca se reinstaló después del caos, los Usekör crearon una plaga en las plantaciones y se arruinó el comercio.
Cuentan los ancianos aborígenes que los usekör eran seres celestiales, vivían con Sibö, este los trajo al mundo para proteger a los indígenas de los malos espíritus que logran manifestarse en la tierra.
Sin embargo los grandes usekör no pudieron vencer a los demonios de la gripe, el catarro, la viruela ni a la voraz ambición blanca, quien conociendo su poder los mando a exterminar hasta el último individuo.
Pese a esto, el clan de los usekör persiste y está muy bien protegido por su pueblo. Aun se le ve caminando de noche por los altos cerros, vestidos a la usanza antigua y alimentando de su mano a los feroces jaguares.
En la región talamanqueña de Tsa ka (San José Cabecar) existe la cueva sagrada de los Usekör, llamada Tamika. Solo los chamanes pueden acercarse a ella.
La zona esta defendida por guardianes Konana, quienes son guerreros especialmente entrenados para la protección del Usekör, ellos son como su sombra, lo acompañan a todas partes con el fin de preservarlo de cualquier peligro.
Los grandes chamanes provienen del clan Koktuwak, clan de los primeros habitantes cuya principal labor es cuidar y defender la semilla indígena. Su rango es hereditario y debe de provenir de los clanes asociados al jaguar.
Se les identificaba claramente por llevar marcado un jaguar en el iris de sus ojos, su preparación era extensa y estricta en dieta y disciplina, además se les confinaba por dos años sin poder ver el sol.
Estos chamanes jamás se bautizan por la fe cristiana, no tienen nombre en español, no usan calzado ni ropa extranjera y no consumen alimentos extraños a la dieta tradicional.
Actualmente los usekör constituyen un reducido grupo conformado por tres familias emparentadas por vía materna. Viven en las zonas más densas e inaccesibles de las montañas y no se dejan ver por gente no indígena.
Sus símbolos son: el jaguar, el lagarto, las piedras esféricas, el bastón del poder.
TSOKÖR: El cantor mágico de las ceremonias
Chamán de más alto rango después del Usekör y único sabio que puede dialogar con él, por tanto fungió como mediador entre el hombre sagrado y la tribu.
Es el maestro de las iniciaciones y comanda la jerarquía chamánica.
Su gran responsabilidad es transmitir a través de sus cantos ceremoniales la sagrada historia antigua. Pues su linaje fue creado por Sibö para preservar y transferir el conocimiento sagrado a las tribus aborígenes.
La tradición oral de los Tsokor ha perpetuado a través de los siglos el conocimiento sagrado (Siwa).
A ellos debemos gran parte del saber actual de nuestra historia precolombina.
Los Tsokor, (también llamados Bkri), son los mágicos cantores de toda ceremonia aborigen. Cantan en los nacimientos, cantan en los funerales, en los ritos de pubertad, en las ofrendas de las cosechas. Como cantor fúnebre, señala al difunto el camino al reino subterráneo de Surá.
Cuando los tambores retumban en la selva, vienen los cantores a cantar en los trabajos ceremoniales de la tribu.
Provenían de diversos clanes pero principalmente de los reales, como los Brupawak, Sarwak, Kumbowak.
En los ritos los Tsokör transmiten sus conocimientos a los demás chamánes a través de las leyendas, estas se dicen en un estilo musical recitativo o de canto. A este estilo de narración le llaman "Siwa pakol" pero solo los chamanes entienden esos cantos. Luego los sabios transmiten el saber ancestral al pueblo mediante un estilo narrativo menos hierático denominado "Ká pakol". Toda narración se hace en lengua aborigen, los Bribrís llaman a su lengua "Seie".
Las historias para la curación solo se cantan en la noche. Las historias del principio de la creación de la tierra, de lo que dios hizo cuando andaba en este mundo, ésas se pueden contar durante el día.
Sus símbolos son: las maracas de jícara; el bastón del chamán, el quetzal, la lora, el tucán, y la guacamaya.
SIWABRA: El protector del conocimiento
El Siwabra es el chamán especializado en transmitir el Siwa, o conocimiento sagrado, constituido por un código de normas y reglas que Sibö-Surá (Dios) dejó a los Bribrí-Cabecar para orientar su forma de vida.
La palabra Siwa significa en lengua nativa, historia así como alma y viento. Es el cuerpo de conocimientos ancestrales que dirige la forma en que el aborigen talamanqueño interpreta la realidad. Para ellos historia, cuento, mito, filosofía o saber, constituyen una sola dimensión unificada.
El manejo del conocimiento pleno de este cuerpo de normas, es materia de chamánes especialmente entrenados para su transmisión oral. Los Siwabra pertenecen al grupo de los Tsokör (cantores ceremoniales) quienes seleccionan a los mejores de entre ellos para ejercer tan importante cargo.
El Siwabra canta las historias del ámbito mágico, abstracto y sobrenatural de Sibö-Surá. Causa creativa del mundo concreto del indio.
Todos los seres mitológicos viven en esa esfera de una realidad aparte, pero proyectan una imagen de si mismos al entorno natural.
El trabajo del Siwabra ayuda al aborigen en la interpretación armónica de la naturaleza en todas sus facetas: tiempo espacio y ser.
Su oficio data desde tiempos inmemoriales y se ha transmitido hasta nuestros días gracias a la excelsa tradición oral de estos chamanes, quienes mantienen viva la cultura amerindia.
BIKAKRA: El maestro de las ceremonias
Uno de los rangos en la jerarquía de dignidades de las culturas autóctonas talamanqueñas.
La presencia de un dignatario de esta respetada categoría chamánica, en los festejos ceremoniales, que van desde el nacimiento hasta la muerte de los individuos de la sociedad aborigen, fue indispensable.
Cuentan las leyendas que Sibö, después de acabar la creación del mundo, ungió al primer bikakra para que este dirigiera la gran fiesta de su instauración. Por ello, en cada festividad realizada en la indígena Talamanca, siempre estuvo presente el riguroso bikakra.
Cuatro potentes golpes de su intocable bastón ceremonial en tierra, anunciaron el inicio de las danzas, los cantos, las chichadas, mascaradas, concilios o funerales de la tribu.
Este chamán, especialmente entrenado, tiene la responsabilidad de supervisar, administrar y controlar todos los elementos necesarios para el buen transcurrir de los eventos.
él fijará la fecha y duración de las conmemoraciones. Elegirá a los cantores, músicos, danzarines, cocineras, ayudantes, etc. y fijará sus honorarios.
Bajo su dirección se muele el maíz para la chicha. La cantidad de alimentos que él solicita, se le entregan sin protesta. Los animales se sacrifican y cocinan según sus especificaciones. Los alimentos y bebidas se sirven a los concurrentes en el momento, orden y cantidades designadas por él.
Por su alta especialización se dice que los bikakra fueron en el pasado prehispánico, mentores de los reyes. Pues son grandes conocedores del misterio de la reciprocidad subyacente en la naturaleza y las cosas.
Cuando es llamado para dirigir alguna celebración familiar, los dueños de la casa serán los proveedores de los alimentos y menesteres necesarios para el evento, pero solo el bikakra podrá administrarlos y distribuirlos. De esta manera la familia del homenajeado se convierte en invitados de la fiesta y el bikakra en el anfitrión de todos.
Las aldeas que tienen la ventaja de tener entre ellos a este linaje de chamanes, les prodigan gran respeto y confianza. Se les pide consejo sobre la ordenación y distribución del trabajo; en la edificación de viviendas; en los cultivos; cosechas y demás labores de la tribu.
Para tales efectos el bikakra organiza las chichadas, estas fiestas se celebran principalmente como recompensa por los trabajos, que realizan para una familia sus vecinos y parientes. La chichada durará en reciprocidad los mismos días en que se tardó en hacer el trabajo. No podrá faltar en ese tiempo comida, alberge y ante todo chicha para los trabajadores.
AWÁ: El curandero de la selva
El linaje de los Awá, es el que mejor ha sobrevivido los asaltos de la conquista española, la colonización y la voraz sociedad contemporánea.
Estos insignes chamanes, cuya especialización antigua fue la medicina tropical, hoy deben de asumir los cargos de las castas chamanicas desaparecidas o reducidas a muy pocos individuos.
Quizá la sobre vivencia de los Awá se deba en parte a que su elevada posición, dentro de la mística estructura ancestral de los chamanes de Talamanca, no es rigurosamente hereditaria.
No es requisito para un aspirante a medico, provenir de un clan específico, cualquier individuo de la tribu que tenga la aptitud necesaria y las provisiones suficientes para contratar un maestro, puede con el tiempo convertirse en curandero.
El entrenamiento de los Awá fue y continua siendo uno de los más largos y exhaustivos, pues él deberá manejar el saber y ciencia de los bosques tropicales. En Talamanca ser un buen medico, equivale a combinar el papel de consejero; conciliador; sacerdote; profeta y sanador de gente. Los curanderos únicamente recibirán sus honorarios si han curado a su paciente, estos pagos consisten en productos agrícolas, animales o en especias.
En los ritos de curación ejecutan danzas, música, cantos y recetan hierbas medicinales.
Para el diagnostico el Awá emplea sus piedras mágicas (sia) las cuales coloca en la palma de la mano, luego las sopla y le canta en la lengua secreta de los chamanes. Las "sia" bailaran en su mano y el Awá interpretara los movimientos. El uso de las piedras mágicas según sus tradiciones fue enseñado por Sibö a los antepasados aborígenes para que se gobernaran con sabiduría.
La habilidad profética que posee el Awá, a través de sus piedras oraculares no solo se utilizan en la enfermedad, el pueblo acude a él para consultas de todo tipo, como las relacionadas con la cacería, el nacimiento, la pubertad, el divorcio, los hechizos, o la muerte.
TAMIPA: La feminidad en los ritos
Según la antigua tradición talamanqueña, las mujeres pueden ejercer cualquier cargo chamánico.
Sin embargo las historias no nos hablan de mujeres guerreras, (Yeria) Ni de enterradores femeninos (Oköm) pues ellas jamás entran en contacto directo con ningún cadáver. El modelo matriarcal de su cultura, las protege de los agravios de la guerra y de la contaminación de la muerte, porque desde el inicio de su milenaria cultura ellas son, han sido y serán, el eje donde gira la vida social de la tribu.
Se sabe de mujeres que han ejercido el rango de supremo chamán (Usekör) de cantores (Tsokör) de curanderas (Awa) etc.
Las mujeres chamán deben de prepararse de igual manera que los varones, realizando los mismos estudios y pasando todas las pruebas que su rango iniciático exija. Pese a esto, las ceremonias femeninas de graduación son diferentes. Quizá más alegres y coloridas.
Por otro lado existen cargos chamanicos que solo pueden ser ejercidos por mujeres. Ejemplos de ello son:
Tsuru namabata: En los ritos fúnebres y otras actividades, es la responsable de preparar la ceremonial bebida de chocolate, que para los talamanqueños representa la sangre. Ella encarna en las ceremonias a una de las cuatro esposas de Sibö. En las historias (Siwa) se recalca su humildad, belleza, abnegación y colorido. Tsuru significa cacao.
Ataviada con coloridos vestidos y flores, reparte ceremonialmente la bebida de cacao. Pero la namabata, jamás entrará en contacto directo con un cadáver.
Tamipa: el termino Tami en lengua bribri significa Maestra o dueña. Pa es la lora verde. Una de las cuatro aves quienes junto al tucán, la guacamaya y el quetzal constituyen el origen de los cantores (Tsokör) La tamipa es la encargada de fiscalizar y repartir los alimentos en las ceremonias.
Siatami: guardiana de las piedras oraculares. Las sia son las piedras sagradas de los chamanes de Talamanca, ellas les permiten diagnosticar a los enfermos, conocer los fenómenos de la vida presente y futura de la tribu, y comunicarse con los espíritus del mundo de Sibö-Surá.
Cuando un chamán muere sus piedras enviudan y solo Siatami puede tocar, cuidar y resguardar las potentes piedras del difunto, pues las sia tienen poder por sí mismas, son seres vivos y si no se les da el debido cuidado pueden ocasionar desgracias a la aldea.
En las graduaciones chamanicas es siatami la encargada de entregar las piedras de poder a los nuevos iniciados.
El inmemorial código de conducta aborigen, (Siwa) refleja en su cantos la absoluta simetría y reciprocidad entre los papeles socio-políticos, religiosos y culturales de los hombres y las mujeres de su comunidad amerindia.
OKÖM: El chamán de la muerte
En los ritos de muerte los chamanes de la muerte aparecían manejando sus hachas ceremoniales, porque según los Bribrís las personas son como árboles de cacao, y la muerte: un tajo de hacha que los derriba.
Los Oköm debían de ser personas fuertes, pues les correspondía cortar la madera con las que se elabora la cama mortuoria con la que trasladaban los cuerpos a la montaña. En cada ritual fúnebre ofician por lo menos cuatro Oköm principales.
Los Oköm trabajaban semi desnudos para mostrar los diseños tribales pintados de rojo en sus cuerpos intocables.
Esta importante categoría chamanica no requería provenir de ningún clan específico. Inclusive individuos de madre indígena pero de padre de otra etnia, podían competir para el cargo.
Si el difunto era un personaje importante funcionaba otro chaman fúnebre llamado Kuka Oköm este hacia una frenética danza adornado con plumas de lapa. Su ceremonia terminaba con el sacrificio de la colorida lapa, luego el animal se enterraba junto al difunto
Según la filosofía de los amerindios de Talamanca (Siwa), cada ser humano posee dos almas. Estas se liberan al momento de la expiración. La misión del chaman de la muerte es contener a wimbru el alma traviesa del difunto que radica en el ojo izquierdo, esta se convierte en un fantasma nocivo que debe de ser recluido en el cuerpo y los huesos para que no cause daño a la comunidad. A su vez el Oköm debe de liberar a wikor el alma espiritual radicada en el ojo derecho, esta debe de ser guiada al paraíso subterráneo, a la última morada. El reino de Surá.
Las celebraciones funerarias de los aborígenes de Talamanca son muy complejas y extensas. Se dividen en tres partes principales:
a) el embalsamiento y primer entierro del cuerpo
b) la extensa recitación de la vida y obra del difunto
c) el entierro de los huesos, un año después de la primera fiesta
Dependiendo del rango del difunto cada festín podía durar, sin interrupción, hasta diez días. Sin faltar nunca comida, chicha, chocolate. Ni la música de los tambores, las flautas y las maracas. Ni los cantos, ni las danzas. Aquello ciertamente fueron verdaderos bacanales. Como bien lo describen los escandalizados misioneros españoles.
Estas recepciones fueron las fiestas mayores de la comunidad aborigen, en donde lejos de llorar a sus muertos, celebraron su merecido ingreso al reino subterráneo de Surá.
El oficio especializado de los Oköm se hizo indispensable en una sociedad donde la muerte y las ceremonias fúnebres constituyen la fase más importante del ciclo vital de la tribu.
Las fiestas fúnebres se constituyeron como verdaderos concilios de toda la jerarquía chamanica.
Estando obligados estos sabios a asistir a ellas, aprovechaban la presencia de sus colegas para actualizar sus conocimientos, tomar discípulos, transferir información, o discutir sobre los problemas y el bienestar de la tribu. Reyes, principales y guerreros no faltaban a los grandes entierros.
Además en estas ceremonias participaban siempre los Tsokör (jefes de chamanes) oficiando como cantores fúnebres, los Bikakras (Maestros de ceremonia) no podían faltar, pues ellos organizaban los ritos. Las Tamipa tenían oficios indispensables en los entierros.
Solo el Usekör (chaman Supremo) no estaba obligado a asistir. Su presencia en un funeral era considerada como el más alto honor hacia el difunto y su familia.
BRUPA: Los reyes o caciques amerindios
Provenientes de los clanes Brupawak o linaje de los gobernantes de donde salían los reyes (Brupa en lengua Bribrí) o caciques (voz Caribe),
Los Brupa eran monarcas predominantemente guerreros. Se rodeaban de cuatro esposas, quienes a su vez eran sus asistentes personales. En los combates siempre se encontraban a la cabeza de sus militares, pues los reyes talamanqueños siempre provenían de los clanes guerreros.
Los Brupa provenientes del clan Sarkwak, podían además ser interpretes (bikri) entre el sumo sacerdote (Usekör) y el pueblo (Krepa) esta clase de reyes eran figuras sacrosantas que jugaban un importante papel sacerdotal.
El contacto con los Brupa era restringido, se le pagaba tributo y eran los redistribuidores de bienes, organizaban el comercio y la guerra. Ordenaban la realizacion de trabajos comunales tales como: la edificación de grandes palenques, la construcción de caminos, alcantarillados, sistemas de riego, puentes, etc.
La primordial función de los Brupa, fue la de encabezar las actividades productivas, así mismo redistribuir a las diferentes aldeas de su reino los tributos excedentes recaudados por los jefes de cada clan. (Kyowak)
Ellos impartían la justicia y solucionaban los conflictos originados dentro de los clanes.
Se recuerdan caciques como: Garabito, Corobicí, Abacara, Yorusté, Cobux, Guarco, Torací, Kabsi, Tswitsi y muchos más que llenan las páginas de nuestra historia, mencionados ya por su resistencia a los conquistadores, ya por sus riquezas y esplendores o ya por su sabiduría.
Sin embargo el poder de las majestades de Talamanca, no era ilimitado pues ninguno de ellos estuvo nunca por encima del comando supremo de el gran chaman (Usekör).
KYOWAK: El líder del clan
El Bru (cacique o rey) gobernaba sobre toda la tribu, dispersa en amplios territorios, donde los diversos clanes pertenecientes a esa misma tribu, asentaban sus poblados.
Para poder regentar sobre todo el grupo étnico, el rey se valía de los Kyowak, a quienes los españoles llamaron caciques menores o principales de casa aldea.
Los kyowak fueron elegidos de entre los más sabios ancianos o ancianas del clan y estuvieron bajo la dirección directa del rey, a su vez este personaje principal era el vocero directo de su clan ante la realeza.
Los kyowak también sirvieron como una especie de embajadores entre el rey de la región y los principales de otros pueblos, incluyendo a los invasores europeos.
La sociedad talamanqueña está basada en los linajes o clanes y en sus vínculos de cooperación, mismos que se dan por el intercambio de los vienes y servicios que cada comunidad produce. Los antropólogos han identificado más de setenta clanes entre las etnias Bribri-Cabecar.
Según su génesis Sibö-Surá crea los clanes (séwak) asignándoles, nombre, tierras y labores especificas. Enseña a los Tsiruwak la ciencia del cacao, los Uniwak reciben de Sibö el arte de la cerámica, los Duriwak son entrenados por dios en la manufactura de hamacas, la producción de textiles era la especialidad de los Amukwak, y así con todos los clanes.
El personaje principal de cada aldea, dirigía las actividades productivas de su clan, y se encargaba de llevar los tributos al rey, mismos que este redistribuía a través del kyowak.
Si su clan era experto, por ejemplo, en cestería, tributaba bolsos, hamacas y canastos. A su vez y en perfecta reciprocidad, ese clan recibía: cerámica, maíz, pieles, miel etc. provenientes de los otros clanes especializados.
YERIA: Los guerreros de Sibö
Los historiadores españoles afirman que los combatientes aborígenes en Costa Rica, decapitaban a los vencidos. El culto de las cabezas trofeo está representado en infinidad de piezas arqueológicas. Cortar cabezas no solo tenía un valor social de prestigio, también era práctica mágica, aumentaba el poder del guerrero. Las danzas guerreras se celebraban con las cabezas trofeos colgando entre los brazos. La técnica que utilizaban para reducirlas es aun desconocida, solo nos queda la evidencia en los museos.
Cuando los jóvenes guerreros cobraban su primera víctima en batalla, eran consagrados mediante un rito en el cual atravesaban un pulido hueso de ave sobre el tabique nasal, las subsiguientes víctimas de guerra se representaban con huesos insertados debajo del labio inferior, hasta formar la temible barba blanca de huesos.
Se dice que los mejores combatientes provenían del clan Bribrí Tuborwak.
En la antigüedad los guerreros Bribrí eran respetados y temidos en toda la región sur y central de Costa Rica.
Los lingüistas afirman que la palabra Bribrí significa: fuerte, resistente y valiente, atributos de los aguerridos Yeria.
Bribrí era el nombre que los vecinos territoriales le daban al pueblo de Sibö, ellos se llaman a si mismos Ditso. En lengua güetar, la palabra vrivri significa: señores e hijos de señores. Esto muestra el gran respeto que les tenían otros grupos étnicos a los Yeria.
Los guerreros Bribrí nunca perdieron una guerra.
En épocas de la conquista española se convirtieron en los defensores de todas las tribus talamanqueñas, en consecuencia los Bribrís asumieron el gobierno político de la región.
Las crónicas españolas relatan que los guerreros Bribrís encabezaron las cuatro grandes insurrecciones en contra de su dominio. Los feroces Yeria armados con escudos de cuero de danta, arcos, flechas, lanzas, hondas, cerbatanas, hachas y masas de piedra, atacaban a los sorprendidos españoles, quienes no sabían hacia donde disparar sus arcabuces pues la selva escondía a sus enemigos. Las inesperadas lluvias de lanzas, flechas incendiadas y piedras certeras, ocasionaron un gran numero de bajas a los invasores, también fueron destruidas todas las misiones franciscanas y cada una de las fortalezas españolas instaladas en la región.
Avergonzados por su incapacidad de someter a un puñado de salvajes, los ibéricos decidieron aliarse a un grupo indígena de la zona de Turrialba, Cartago. Los Teriacas ambicionaban desde antaño las tierras de Sibö, pero los Yeria eran invencibles.
Aliados con los soldados españoles los Teriacas se sintieron aventajados y junto a los invasores se internaron en las selvas para someter a los rebeldes Talamancas. Sin embargo la campaña no duró mucho tiempo, pues ambos grupos fueron fácilmente vencidos por los guerreros Bribrí.
Al avanzar la conquista española los Teriacas reconocieron a sus verdaderos enemigos y pidieron la protección de los Yeria. Estos, lejos de negarla acogieron lo que quedaba del pueblo Teriaca y los ubicaron dentro de sus dominios, en la inconquistable Talamanca.
Los Yeria se inmortalizan en el mundo majestuoso y espiritual de Sibö, pues cuentan sus leyendas que Duarok el rey mítico de todos los animales de la selva, los contrata para que castiguen a los cazadores que se atrevan a dejar mal herido a cualquiera de sus protegidos animales o bien los case en exceso.
Aquí los Yeria son guerreros del reino mágico, quienes bajo el comando del dueño de los animales Duarok, hacen cumplir las complejas y completas normativas de caza, dejadas por el dios Sibö con el propósito de mediar entre los aborígenes y los animales sacrificados, mismos que no deben matar más allá de lo absolutamente necesario para satisfacer las necesidades de alimento. En ambos mundos los Yeria son defensores por excelencia.
KAKSEI: El aprendiz del chamán
Los chamanes amerindios de Talamanca, ingresaban siempre en los ritos rodeados de ocho personajes. Cuatro asistentes llamados Ko y cuatro discípulos denominados Sini o Kaksei.
Los ayudantes (Ko) podían ser familiares o amigos y no requerían rango iniciático alguno, ni ser los mismos en cada ceremonia. Ellos se encargaban de transportar los utensilios del chaman, de conseguirle alojamiento y comida, etc.
En cuanto a sus discípulos, el sabio no podía tener más de cuatro. La función de los aprendices, en las ceremonias, era la de cultivarse de su maestro, verlo actuar y ejercer su jerarquía en las solemnidades, además de oficiar cualquier parte del rito en el momento que el maestro se los exigía.
Cuando alguno de los alumnos estaba a punto de graduarse, los chamanes anunciaban, siempre al comenzar cualquier celebración tribal, su disposición de recibir un nuevo estudiante.
Para ilustrar lo anterior digamos que un Oköm (chaman de la muerte) hace tal anuncio antes de iniciar la fiesta fúnebre a la cual fue convocado. Se adelantarán ante él tres o cuatro aspirantes, el Oköm tocará con su bastón al elegido, éste inmediatamente se dirigirá al cadáver y apoyará sus manos sobre el cuerpo inerte, culturalmente contaminado. El Sini ha trascendiendo aquí su primera prueba. Adquiriere además, en ese instante, un compromiso formal con su maestro y la comunidad, testigo de su acto. A partir de ese evento empieza su instrucción, la cual podrá durar de seis a diez años, dependiendo del linaje chamánico, su habilidad para desempeñarlo y algunas circunstancias.
Todos los discípulos deberán participar con sus maestros en por lo menos ocho ceremonias especializadas. Esto hace que algunos entrenamientos sean más largos que otros. Un alumno de médico tendrá que estar con su maestro ocho veces por cada enfermedad diferente que trate. Afortunadamente para él los males de la selva, en una cultura saludable no son tantos. Sin embargo le tardará más de diez años graduarse.
El maestro aumentará paulatinamente las responsabilidades, deberes y participación de sus discípulos en las ceremonias, hasta que las dominen a la perfección. Cuando esto suceda, la tribu tendrá la fiesta de la graduación.
El primer y único requisito del aspirante a neófito es el de pertenecer al clan adecuado para las diversas categorías chamánicas. Por ejemplo un individuo del clan Siibawak no puede aspirar a ser Usekör (sumo sacerdote) pero le asiste el derecho de entrenarse como Tsokör (cantor ceremonial)
Hasta fechas muy recientes, un recóndito sitio en Talamanca llamado San José Cabecar por los etnógrafos y Tsá ká por los aborígenes, es considerado el centro místico, formador de chamanes. Este sitio de poder es por correspondencia conceptual una especie de "Centro Universitario"
Allí los novicios deberán integrar el conocimiento de su especialidad con la teología, aprenderán el antiguo lenguaje esotérico de los chamanes y sus fórmulas mágicas.
Las iniciaciones se llevan a cabo dentro de las cuevas escondidas de Tsá ká. Estas cavernas secretas están protegidas, según sus tradiciones, por los temibles guerreros Konona, por encantamientos de los grandes chamanes y por aterradores genios del bosque.
KREPA: El pueblo de Sibö
Los Bribrís y los Cabecares componen el más numeroso de los grupos aborígenes que sobreviven aun en el territorio costarricense.
Ambos grupos se constituyen como una sola unidad tribal en asuntos relativos al parentesco y a la organización político-religiosa.
Sus principales poblados se ubican en la región de Talamanca, cantón de la provincia de Limón, Atlántico Sur.
Por su ubicación geográfica, antaño los conquistadores se referían a estos grupos con el término general de: los talamancas.
Existen algunas comunidades Bribrís en el Pacifico sur, cantón de buenos Aires, provincia de Puntarenas.
Es sin embargo la región talamanqueña donde estos aborígenes conservan vivas sus tradiciones y modo de vida ancestrales.
Estas poblaciones indígenas han florecido en el bosque tropical desde hace más de nueve mil años. Su cultura, costumbres y conocimientos tradicionales, solo tienen sentido dentro de ese ambiente natural, en el cual han evolucionado en perfecta armonía con su medio.
Las permanentes invasiones y conquistas, desde el descubrimiento de Costa Rica en 1502. No han logrado aniquilarlos. Sin embargo lo que no consiguieron las armas de fuego, la cruz, el garrote vil o la hoguera, en tantos años de resistencia por parte de las naciones talamanqueñas, lo está consiguiendo a pasos agigantados las hachas, cierras mecánicas y los tractores del progreso blanco.
Con la destrucción de las selvas de Talamanca, vemos el exterminio de una cultura que aun tiene mucho que enseñarnos.
En la lengua Bribrí el clan se llama Ditso o Ditséwo palabra que significa: semilla que se guarda para la reproducción, la que se aparta para cultivarla de nuevo. El clan se compara a una planta con ramas que se multiplican. Los indios se llaman a si mismo Ditso para distinguirse de los no indígenas.
Nunca se casan miembros del mismo clan, cada clan tiene su contrario (dwopa) único con el que se permite el matrimonio.
Gracias a costumbres milenarias aun practicadas por Bribrís y Cabecares tenemos en algunos emplazamientos del sur del país, grupos indígenas de absoluta pureza.
Confiamos que tan excelsa semilla no sea malograda por la estupidez y la ambición de los hombres y de las mujeres civilizadas, quienes siempre tendrán una excusa lógica y por lo tanto válida para apropiarse de lo que no les pertenece.
Alberto Sibaja A
Talamanca 1986
Autor:
Alberto Sibaja Álvarez
Siböwak –
San José, Costa Rica./ ® Siböwak
Inspirado en las tradicionales raíces indígenas de Costa Rica, Alberto Sibaja A. y su renombrado taller de Artesanías "Siböwak", elaboran desde 1984, esculturas de piedra reconstituida a partir de materiales volcánicos, silicios y calizos.
Las máscaras Siböwak expresan con maestría artesanal, la milenaria tradición cultural de los clanes amerindios, radicados en territorio costarricenses desde la noche de los tiempos, dando énfasis a la valerosa etnia Bribrí-Cabecar, localizada en la indómita Talamanca, Atlántico Sur del País y a la nación Boruca del Pacifico Sur.
El trabajo del señor Sibaja pretende enunciar la desigual lucha de estas tribus, por la supervivencia en un mundo y sociedad que olvidó el respeto por la naturaleza, sus criaturas y el hombre mismo.
En los muchos modelos de expresión facial de las máscaras Siböwak, podemos adivinar las alegrías, penas, magia, religión, política, mitos y costumbres de las sociedades aborígenes, antecesoras de nuestra historia.
Los gestos en las máscaras, expresan la compleja y eficiente estructura político-religiosa, mediante la cual los reinos amerindios de la baja Centroamérica organizaron su sabia forma de vida.
La esmerada técnica artesanal de Siböwak; una garantizada originalidad, belleza y calidad en sus creativos diseños, hacen que estas máscaras sean consideradas verdaderas piezas de arte. Obras únicas de colección en todo el mundo.
Jak Doloma
Doctor en antropología amerindia
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |